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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

INFILTRADO EN SAN ILDEFONSO

INFILTRADO EN SAN ILDEFONSO

De nuestro corresponsal en León, Justino Blanco Villacé, reportero TOTAL
        
   "Infiltrado en San Ildefonso"


Cumpliendo con el típico tópico navideño de escribir para esta redacción furrielera un artículo sobre la lotería de Navidad, desplaceme hace unos días a cubrir la información requerida a La Granja de San Ildefonso y a su colegio en particular.


El acceso al mismo no resultó nada fá
cil. Entre fuertes medidas de seguridad,  escáneres, cacheos, perros policia y demás artilugios de detección de no se qué cosas, logré por fin entrar en la sala de ensayo de los afamados "niños de san Ildefonso".

"He aquí a los niños", me espetó el acompañante.  "tan pronto acaben de cantar ese bombo, estarán a su disposición".


Tras las preguntas de todos los años, las mismas contestaciones de siempre y un hasta el año que viene y que Dios reparta suerte, me disponía a marchar, cuando...... TA TA TA CHAAAAAAAAAAAN.


Creí oir un fuerte alboroto en la sala de ensayo que acababa de abandonar apenas unos instantes.


¡Un intruso, un intruso! gritaban . Las fuerzas de seguridad actuaron con rapidez y la calma volvió al colegio.   Devorado por la curiosidad quise saber qué había ocurido.


Parece ser, me dijeron, que un intruso disfrazado como nuestros niños, tal vez perteneciente a una gran organización con mucho ánimo de lucro, introdujo aquí a "este" niño. Aunque su aspecto al principio nos extraño, él dijo al padre Ursicinio, algo miope este último, que su aspecto se debía a que era un repetidor empedernido.


Mas su engaño no tardó en ser descubierto. En lugar de cantar "euros", cantaba "pesetes".

Fray Ursicinio se dijo para si: "Aquí hay gato encerraoo. Es un  impostor y además asturianu como yo."

Un año mas, la lotería de navidad fué un juego limpio. El infiltrado dispuesto a cantar el gordo  que coincidiera con los cien décimos que su organización había adquirido no se pudo salir con la suya.


En la foto puede verse al infiltrado junto a un menor, sobre el cual he corrido un tupido velo para no ser reconocido.


FELIZ NAVIDAD

5 comentarios

Javier del Vigo -

¡Seréis retorcidos!

"Porque las lleva colgando"... En tal supuesto, que levante la mano aquel de quienes admirasteis la galanura de la cuna donde se arrulla la Estrella Colorá que no es un pino o un abeto... ¡Vaya, que decora la sala de estar tan hogareña estos días!

Otra cosa es que le sirvan SOLO de adorno. Que, bueno, a algunas edades, podemos casi que hasta comprenderle. ¿O no? Y para quienes no, aviso navegantes: torres más altas han caído. Atentos a minuto y resultado.

Bueno, angelitos míos, Jesús y Luis: premio para ambos. En Reyes os tocará el gordo. Y si no, ya iré yo a tocaros, que llevo camino de convertirme en el Gran Gordo.

¿O vais a decirme que pasasteis por Alcalá y os llevasteis media docena de boletos del Gordo del Niño, eh?

Luis Heredia -

Porque es de poner y quitar.
¿No?
Porque está del tronco hasta las bolas.
¿No?
Porque quién le habrá iluminado para tomar tamaña decisión.
¿No?
Porque desde que se casó siempre anda por las ramas y a su bola.
¿No?

Jesús Herrero Marcos -

Seguramente porque lleva las bolas de adorno (y colgando) ¿no?

Javier del Vigo -

Hablando de bolas, mientras los bombos van a repartir suerte -ojalá!- y salud.

Un acertijo navideño que oímos el día 20 Lalo y yo por la radio mientras conducíamos camino de la Estrella Colorá:

¿Por qué le llaman al postrer marido -por ahora- de una gran duquesa española de pelos ensortijados y habla indescifrable "el árbol de navidad"?

El primero que acierte con la dificilísima respuesta sepa que, si compra boleto de lotería de Reyes, le tocará el gordo. Y Hacienda le tocará el bolsillo, sisándole sólo el 20% para empezar bien el año 13.

A ver...

EL MENOR -

Hola, soy el menor y acabo de venir de mayores, donde solemos ensayar 11 meses antes de la celebración del sorteo para que se nos quite el miedo al público. Esto nos lo recomienda el Padre Ursicinio, maestro de las tablas, antes de dedicarse en cuerpo y alma a la elaboración, tallado y cuidado de las bolas del bombo que todos los años, y por las mismas fechas, ven muchos infelices con el loable deseo de ser felices por si alguna de sus bolas, las del bombo, resulta ser que lleva grabado el mismo número del papelín que les costó 20 €. El
Padre Ursicinio se dedicaba antes de esto de las bolas, solamente al cuerpo y alma. Bueno, yo creo que se dedicaba más al cuerpo que al alma porque para el porrón de años que tiene se conserva mejor que las bolas.

La verdad es que a mi me gusta más cantar boleros que premios. Al menos, creo que me sale mejor y no desafino tanto como en las centenas de millar, tan difíciles o más que una semicorchea. Me da vergüenza decirlo, pero no canto un premio desde que mi madre me trajo al mundo. Al menos es lo que siempre oí decir a mi padre: -¡Bingo¡ Un varón- Dicen mis tíos que dijo mi padre después de haber tenido cinco hijas antes que a mi.

Quería decirles que ha sido un placer haber convivido durante estos días con el impostor. Otro de tantos infelices que van buscando la felicidad detrás del rodar de una bola porque si fuera un balón, por lo menos tendría más futuro.

Es más, este señor, de infeliz se pasa, pues vino al Colegio a comprar directamente el décimo pensando que la suerte le sonreiría por acudir directamente a las fuentes del sorteo y los que se sonrieron fueron mis compañeros de él. Pretendía comprar un décimo con un billete de 19 € que le habían dado de vuelta en un café de León, dijo él.

Nos dio pena de él, para qué negarlo. Tenía buena facha, buen porte, y decidimos ayudarle, ya que estamos en estas fiestas tan extrañables desde que no vemos al buey ni a la mula en el portal de Belén ni en el de al lado de mi casa, ni los peces van a beber agua al río.

Como mis compañeros y yo semos muy buenos y nos dio tanta pena y tenemos un corazón muy grande –eso dice mi madre de mi- le cogimos el billete de 19 € a cambio de sustituirnos él durante una semana en nuestro entrenamiento diario durante 11 meses: Le dimos una balleta y un bote de cera para que limpiara y lustrara todas las bolas del bombo, una a una. Le encantó la idea, ya que decía tener mucha experiencia adquirida en estos menesteres de limpieza en un Colegio donde él había estudiado y que además se prestaba a cantar también con ellos porque le estaba cambiando la voz a tiple desde que le habían detectado no sé qué nos dijo de hipo gono nose qué. Nos empezó a soltar un carrete de que si en su Colegio cantaban hasta los pies, que en su Colegio había muchos campos de deporte, teatro, que en su Colegio – y dale con el SU- había muchos juegos y hasta bolos, que había una caja de zapatos donde se decía Misa y se cantaba en un Coro delante de una cristalera de colorinos. En fin, un pelma. Es más, al segundo día de estancia en el Colegio nos enseñó un artilugio fabricado por él que consistía en un palo sujeto a una mopa que arrastraba por el suelo al que le llamaba tranvía y que le venía mejor para acumular las bolas que se le desperdigaban por el suelo. Este, además de infeliz, está pirao – pensamos. Pero bueno, como le vimos tan entusiasmado, decidimos seguirle la corriente.

La prueba de fuego la superó con creces, pues el Padre Ursicinio le examinó la noche antes del sorteo haciéndole vaciar el bombo e introducir cada bola, una a una, al mismo, no sin antes ser supervisadas por él de cuerpo presente. El cuerpo presente, perdón, el Padre Ursicinio exclamó: - ¡hijo mío, no sé en qué Colegio habrás estudiado tú, pero la Real Academia Española de La Lengua no sé cómo no te contrató desde que publicaron el primer el Abecedario.

Me ha llamado hace unos minutos desde Marbella para decirme que cuando llegó a casa notó dos bultos en los dos bolsillos del pantalón. Lógicamente le pregunté si los bultos eran redondos y que si eran, mirase si estaban numerados con el 00000 y 00001 porque el Padre Ursicinio, a pesar de ser un poco corto de vista pero muy largo de manos, había vuelto a contar las bolitas del bombo y había extrañado la ausencia de dos de ellas. Yo quedé más tranquilo cuando me dijo que se había vuelto a palpar y que debía ser entonces que por lo del hipogono ese menguaban. A ver si me explica eso del hipogonoese algún día porque no me enteré de mucho. Afortunadamente para los posibles agraciados no eran las bolas del bombo porque aparecieron enganchadas en la parte delantera del tranvía al día siguiente cuando Veneranda, la señora de la limpieza que tiene contratada gratis y a tiempo imparcial el Colegio, las descubrió en el repaso que hizo con la vulgar, burda y vasta fregona de toda la vida. No digo el nombre del impostor porque cuando me llamó desde Marbella me prohibió taxtativa y tajantemente que mencionara su nombre para evitar ser mofa y burla de los compañeros de SU Colegio. Y dale con el SU. Como si ese Colegio fuera suyo y lo hubiera pagado. Menuda perreta que cogió con ese Colegio. A mi ya me empieza a caer mal ese Colegio. Aunque, la verdad; ahora que no me escucha el Padre Ursicinio: estoy hasta las bolas de este Colegio y me hubiera gustado haber estudiado en el mismo Colegio del impostor.

Les dejo porque me reclaman por los altvoces del patio para jugar el partido diario de canicas con la bolada del 2000, que es la mejor bolada que pasó y pasará por el Colegio.

Mucha suerte a todos Vds. porque me dijo el impostor que en SU Colegio eran todos maravillosos.

¡Vaya suerte que tuvo éste sin haber jugado a la Lotería¡