El tren de Matallana, el viejo Hullero, el tren de La Robla y Feve han muerto
Me parece oportuno reproducir lo que hace unos días, a raiz de esta triste noticia, publicaba Fulgencio Fernández en LA CRONICA DE LEÓN.
¡Cuántos recuerdos ...! Tantas historias. Tantas vidas y recuerdos que se han ido en una linea del Boletín Oficial del Estado que, como es sabido, “ni tiene alma ni quien se la ponga”.
Esta foto es de las últimas que yo hice cuando la estación del tren de la Robla en León era una estación.
“El Boletín Oficial ni tiene alma ni quien se la ponga”
El viejo tren Hullero es uno de los más fotografiados pues atraviesa algunos de los parajes más espectaculares en su recorrido desde La Robla y León a través de las cuencas mineras.
Fulgencio Fernández / León
Salimos de noche de casa. Mi hermano Jaime y yo llevábamos una gran maleta al hombro, de aquellas de madera atadas con cuerdas. La ventisca nos daba en la cara, sólo paramos a tomar un café en el camino y de allí a la estación de Puente Almuhey. Nada más que nos vio el revisor con las maletas preguntó: ¿Dos a Bilbao? Suerte, que trabajo hay de sobra”.
Andrés cuenta su historia subido a un cuidado Audi, matrícula de Bilbao. “Ya tiene kilómetros, quería cambiarlos pero no me gustan las matrículas nuevas, me gusta que sea matrícula de Bilbao, que allí hicimos la vida y bien que nos fue”. A alguien que no cambia de coche por mantener la matrícula de Bilbao se le puede creer que le da mucha pena que desaparezca ‘el hullero’. “No se me olvida cuando fui a la estación a buscar a madre y cuando volvíamos por Navidad, otra vez con todas las maletas a cuestas. Yo qué sé cuántas horas tardábamos”.
Todo un mito del baloncesto mundial, Peter (Pedro, aquí) Carril, integrante del salón de la fama de la NBA, inventor de un sistema de defensa basado en el esfuerzo contaba lo que les decía a sus jugadores cuando se quejaban del duro esfuerzo que les pedía: “Mi padre era de Las Salas, cogió un tren para Bilbao y allí trabajaba en los Altos Hornos, a cientos de grados de temperatura. Este mismo trabajo lo hacía en Estados Unidos, llegaba a casa con la espalda al rojo vivo ¿y ahora me queréis decir a mí que os estoy pidiendo un esfuerzo sobrehumano”.
Maxi Díez nos enseñaba hace unos días su casa que, en realidad, es un museo del Ferrocarril de La Robla. “Se de memoria los nombres de todas las máquinas, de qué país venían, las que se tumbaron (volcaron) y en qué lugar, los muertos que hubo en cada accidente y sus nombres... ¿Y qué me dice de que desaparece? Si aguantó la guerra y a Franco...”.
Y la Revolución de Asturias pues una de las pocas evidencias de que ésta ocurrió fue que se suprimieron trenes, por ejemplo los que estaban fletados para el Campeonato Provincial de Lucha Leonesa de aquel 1934. Y es que para la lucha leonesa la vía estrecha del ferrocarril es todo un símbolo, tanto que después de buscar muchas fórmulas para poder hacer dos equipos igualados de lucha se llegó a la solución de hacer dos bandos: Ribera y Montaña. ¿Y la línea divisoria? Pues la línea del tren. Quienes vivan por debajo de las vías de Feve son de Ribera y quienes vivan por encima de ellas son de Montaña.
Dionisio Martínez, de Robles, trabajó 36 años en Feve. “Mi padre era capataz de vía y mi madre guardesa. En los tiempos de mi padre el guardagujas tenía que coger el foco y marchar a tres kilómetros para decirle al maquinista si podía pasar o no; en los de mi hijo, que es jefe de estación en San Feliz, lo controlan todo desde la propia estación, con un ordenador, sin levantarse”. Y de sus años, en la empresa, tiene mil recuerdos. “Me servía el tren para llevar conejos o gallinas, huevos, para muchos clientes. Nunca me faltó qué hacer, yo no necesitaba andar al rabo de los jefes, aunque ellos sí me buscaban a mí cuando necesitaban a alguien habilidoso. Una de las últimas cosas que hice fue montar el Transcantábrico ese, docevagones... ¿Y decis que ahora desaparece la Feve, que ya la haquitado el Boletín? Pues el Boletín Oficial no tiene alma ni quien se la ponga”.
El Transcantábrico ese, como dice Dionisio, es además un nombre que entronca con uno de los grandes títulos de nuestra literatura, un celebrado libro de viajes de Juan Pedro Aparicio.
Y la película ‘A galope tendido’, de Julio Suárez.
Y la recordada canción del grupo leonés Deicidas de ‘Cuatreros de ganado, en el tren de Matallana’.
Y el que para muchos es uno de los mejores poemas del gran poeta leonés Antonio Gamoneda. “Éste es un tren de campesinos viejos / y de mineros jóvenes. Aquí / hay algo desconocido. // Si supiésemos qué, algunos de nosotros / sentiríamos vergüenza, y otros esperanza. / Se está haciendo de día. Ya / veo los montes dentro de la sombra, / los robles, del mismo color del monte, / la yerba vieja, sepultada en escarcha, / y el río, azul y silencioso / como un brazo de acero entre la nieve. // Cruzan los pueblos de sonido humilde: / Pardavé, Pedrún, Matueca…”.
Y ‘El niño del tren Hullero’ de Jesús Díezo ‘La putxera encantada y el ferrocarril de La Robla’ de Ricardo Santamaría y Marta Zaldibar... y tantos otros.
Y, sobre todo, milers y miles de toneladas de carbón y otras mercancias que iban y venían.
Protagonista de películas, libros, poemas, documentales...
Al margen de la importancia económica que en la última década del siglo XIX tuvo la puesta en marcha de esta línea de tren entre León y Bilbao es evidente que hay en la desaparición de la empresa que ‘explotaba la línea’ desde 1965 (Feve) un importante componente sentimental y cultural.
De hecho el viejo tren Hullero (con cualquiera de sus nombres) ha sido el protagonista de un buen número de trabajos de todo tipo: libros, documentales, películas, canciones y hasta uno de los poemas, de Antonio Gamoneda, más repetido en aquellos años en los que el escritor leonés se convirtió en el gran protagonista de la vida cultural española al recibir de manera consecutiva el Premio Reina Sofía de Poesía y el Cervantes de Literatura. Su poema ‘El tren de Matallana’ fue leído en todos los rincones del mundo, en cualquiera de las dos versiones, la que escribió en los años 60 del siglo XX y la que actualizó en el año 2003, poco antes del aluvión de reconocimientos. “Este es un tren de campesinos viejos y de mineros jóvenes” fueron los versos más repetidos.
Hay un libro de viajes que tiene mucho que ver coneste viento tren de mineros y campesinos. ‘El transcantábrico’, de JuanPedro Aparicio, es para muchos su mejor obra y recrea precisamente un viaje en este tren desde León a Bilbao. Con el tiempo, el título del libro sería aprovechado por la empresa para una de sus iniciativas más celebradas para introducirse en el campo del turismo, el tren de lujo con este nombre que dieron cabida también a otros como el Expreso de La Robla, y otros pequeños trenes de jornada.
Un libro que ha estado muy presente en la historia de Feve (que lleva este nombre desde el Decreto-Ley del 23 de septiembre de 1965). Pero no fue el único. Otro leonés, Jesús Díez, escribió ‘El niño del tren Hullero’, con ilustraciones del fallecido Tino Gatagán (El transcantábrico también ha tenido varias ediciones ilustradas, dos de ellas por José S. Carralero).
Otro libro de referencia sobre este tren es ‘Viejo caballo de hierro: Un viaje en el ferrocarril de La Robla’, de Carlos Bacigalupe, que dio lugar a un documental con el mismo título. ‘La putxera encantada y el ferrocarril de La Robla’, de Ricardo Santamaria y Marta Zaldiba es otro de los títulos que recrean la vida de este tren y en este tren, además de otros dedicados a la historia del mismo, como ‘Ferrocarril de La Robla. Historia del Tren Hullero, 1894-2003’, de Verónica Portell o ‘El ferrocarril hullero de La Robla a Valmaseda 1890 – 1972’, de Pedro Fernández Díaz-Sarabia.
7 comentarios
fernando muñoz box -
Que se me perdone mi impaciencia
santiago rodriguez -
José Antonio -
El día de nochevieja por la mañana pudimos despdirle en Caldas muchos frailes y varios exalumnos dominicos. Pude saludar allá y me alegró a Isidro Cicero entre otros. Dimos gracias a Dios por la vida del padre Alberto junto a su hermano el Padre Antolin y sus otros hermanos y sobrinos.
Lo comento porque el "olvido" quizá no es tan grande como parece.
Un abrazo siempre fuerte para ti.
santiago rodriguez -
La noticia me deja de piedra y ahora mismo llamaré a su hermano para darle el pesame.
fernando muñoz box -
Es asombroso que en ningún blog de la Orden se haya comunicado la muerte a los 90 ó 91 años de dicho fraile, que fue superior de Las Caldas y profesor de Cosmología en los tiempos de mis estudios.
El P. Alberto murió en los últimos días de 2012, y a su hermano fray Antolín le envié ya el pésame. El P. Antolín era de mi curso y fue muchos años profesor del Angelicum de Roma.
En fin, termino diciendo que a mí me impresiona más que la muerte, el olvido.
santiago rodriguez -
Luis Heredia -