El santuario de La Virgen pierde a su arquitecto, Francisco Coello
Publicado en el DIARIO DE LEÓN el pasado día 18 de Agosto.
«Hay algo especial en esta primera obra mía. En primer lugar fue la que me permitió expresarme como arquitecto nada más acabar la carrera»... Francisco Coello, el arquitecto dominico que proyectó el santuario de La Virgen del Camino, falleció ayer a los 87 años. El padre prior de los dominicos de Madrid aseguraba ayer que, a pesar de que una dolencia de riñón le obligaba a recibir diálisis todas las semanas, el arquitecto continuaba asistiendo a su estudio. «Llevaba su enfermedad con gallardía y trabajó hasta el final», destaca.
Fue sin duda alguna su obra en León la que más le influyó. Recordaba que en el proyecto del templo se limitó a cumplir con lo que le pidieron: hacer un templo para un retablo. «Y creo que eso es lo que refleja al visitante el santuario. Un gran templo en forma de sarcófago para albergar el cuerpo del Salvador en los brazos de una madre abatida por el dolor», manifestaba en una entrevista concedida a Diario de León hace doce años.
En la memoria que recibió el padre Coello para iniciar su proyecto se indicaba: «El templo debe tener una sola nave, sin soportes ni obstáculos visuales o funcionales en su interior, debe prolongar diez metros el antiguo primitivo templo, pero manteniendo el retablo en su sitio». Estas exigencias estaban condicionadas por los deseos del promotor de la obra, Pablo Díez —un empresario leonés emigrado a México—, que había visto cómo ante el retablo se arrodillaban multitud de devotos leoneses, aunque también quería imprimir al nuevo templo un carácter moderno y acorde a las nuevas necesidades. Recordaba el arquitecto en el año 2001 que lo que más quebraderos de cabeza le llevó fue el construir el campanil. «Yo le daba vueltas y vueltas para encontrar una solución la forma hasta que, sin saber por qué, me salió el que ahora vemos allí. Tiene su sentido porque toda la explanada es un vía crucis y terminaba en el campanil y lo que es el altar detrás de él es la sepultura del Señor. Ahora me he hecho un autorrobo ya que he construido una pequeña cruz semejante a la Virgen del Camino en el santuario que hice en Taiwán. Como nos gustó el de León pues hicimos uno en pequeño», contaba con humor.
De hormigón y vidrio
Bilbo Coello, su sobrino y colega en el estudio de arquitectura, mostraba ayer su admiración hacia el dominico. «Trabajó hasta el último día. Poco antes de morir, cuando ya sabía que era el fin y nos llamaron para decirnos que haríamos el colegio de Las Hijas de Jesús, me pidió: «Recuerda, muro de hormigón y fachada de vidrio». Y es que Francisco Coello era un apasionado de los grandes, de Le Cobousier, por ejemplo, en los que se inspiró para proyectar el santuario de La Virgen del Camino.
Como recuerda José Manuel Pozo, autor de una tesis doctoral sobre el arquitecto, durante la década de los sesenta, el padre Coello colaboró en diversos seminarios y congresos internacionales sobre arte y arquitectura religiosa. «Así, en 1963 participa en las Conversaciones de arquitectura religiosa, celebradas en Barcelona, y es nombrado Delegado de los arquitectos españoles en el Congreso Internacional de Arquitectura Sacra, celebrado en Montreal y Nueva York», subraya. Precisamente será allí donde conocerá la obra de grandes como Mies van der Rohe, SOM y Moshe Safdie.
A partir de los años 80, su obra traspasó las fronteras de España. «Actualmente hay obras suyas en Venezuela, Puerto Rico, Antillas Holandesas, Corea del Sur, Angola y Taiwan, donde fue el artífice de la catedral de Taipei.
Fray Jaime Rodríguez Lebrato destaca la estrecha relación con León del padre Francisco Coello. «Desde 1957 a 1961 en que se finalizaron las obras del nuevo santuario, trabajó en La Virgen del Camino de manera intensa», recuerda el padre Prior, que sostiene que cada año visitan el templo más de 200.000 personas. Además, Rodríguez Lebrato recuerda la decisión del papa Benedicto de elevar el santuario a Basílica Menor.
Francisco Coello de Portugal nació en Jaén. En 1948 se incorpora a la Escuela de Arquitectura y obtiene el título en 1953. «Antes, en el verano de 1952 lleva a cabo un viaje por Alemania, con Emilio García de Castro, para conocer la arquitectura alemana, que influirá mucho en la orientación de sus primeras obras», sostiene José Manuel Pozo.
En 1954 comienza a trabajar para la Oficina de Regiones Devastadas, en Córdoba; estando allí siente la vocación religiosa e ingresa en los Dominicos. El pensamiento de que esta decisión le alejará para siempre del ejercicio de la arquitectura le afecta profundamente. Sin embargo inesperadamente, un año más tarde, el Provincial de la Orden, Padre Aniceto Fernández, le pide que se haga cargo del proyecto de un seminario menor y convento para los Padres Dominicos en la Virgen del Camino, en León, en el que trabajará hasta 1961, junto con Luis Sánchez-Lozano y Emilio García de Castro. Los que le conocen bien recuerdan que, a partir de entonces, siempre solía decir que los frailes le habían devuelto el lápiz de arquitecto.
Contaba ayer su sobrino que su tío tenía una cualidad especial: «Hacía sentirse único a todo aquel que se le acercaba», como con sus edificios.
«El piadoso arquitecto», como llamaban sus compañeros de promoción al padre Coello, profesó desde siempre una admiración profunda por Le Corbusier y así se refleja en su arquitectura de la Virgen del Camino, una estructura exterior en forma de libro abierto establece un espacio diáfano polarizado en dos direcciones sobre el altar. Los acabados interiores-retablo en mosaico, pavimento oscuro, cerramientos claros, techo de madera en forma de quilla de barco y la iluminación rasante crean la impresión de un espacio ingrávido. Entre los elementos decorativos destacan el vía crucis de José Lapayese y las vidrieras de Domingo Iturgaiz.
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