BAJO PALIO
Esta fotografía sacada de la página de la Filmoteca me ayuda a recordaros la anécdota de Franco y el P.Arenas sobre los apóstoles de la fachada del Santuario.
Os recuerdo que esta anécdota la hemos recogido en EL ÁLBUM DE LAS FOTOS, página 262, bajo el título BAJO PALIO, que os reproduzco.
BAJO PALIO
LALO F. MAYO
Aquel día de 1962, el Jefe del Estado, Su Excelencia el Generalísimo Francisco Franco, el que más mandaba en España, entró bajo palio en el Santuario de la Virgen del Camino de la mano del padre Prior de la Comunidad de Frailes Dominicos, Eulalio Calzón Ruiz, el que más mandaba en el Colegio (fotos 716 y 717). El primero vestido con el uniforme militar blanco y el segundo con el no menos blanco hábito y protegido por su habitual capa negra, observan las imágenes de la fachada que pensó Coello y realizó Subirachs. De este día es la anécdota que relata Ana María Ferrín en su libro sobre Subirachs. El pArenas hacía de cicerone: «Excelencia, ¿desea usted que le explique la fachada», le preguntó. Francisco Franco levantó los ojos, vio el conjunto y le interrogó, a su vez: «A usted parece que le gusta mucho esto, ¿verdad?». «Sí, Excelencia, me gusta mucho». «Pues a mí no me gusta nada», respondió.
6 comentarios
Eugenio González Núñez -
1 (página 85)
Franco vino a León en 1964, para el Congreso Eucarístico Nacional. Aficionado como era a relicarios y reliquias, quiso beber de la copa de doña Urraca, el santo grial, que decimos ahora, en serio conato con los canónigos de la Catedral de Valencia, que aseguran que el auténtico lo tienen ellos, me contó recientemente mi madre sobre la dichosa trifulca. Entre sonrisas y parabienes, también los palomos de la Virgen del Camino lo habían introducido dos años antes bajo palio en el santuario ecuménico que acababan de inaugurar para cobijar a la afligida patrona de León, le cantaron un Tedeum, y como hombre de bien firmó en el libro de los personajes benefactores e ilustres que habitan más allá de la paramera, y se permitió el lujo de disentir, como hombre culto que era, sobre el arte sagrado del maestro Subirachs.
2
-¿Sabes quién le puso el primer veto a Franco para entrar en el cielo? me preguntó el día del Corpus, don Pepito, a la sazón cura de Gavilanes, en el Órbigo.
-¡Ni idea! Le contesté de mal humor, después de tenernos paseando en procesión por el pueblo casi media mañana.
-Pues, ya ves tú, fue el mismo San Pedro, por desdeñar la figura y la belleza de los apóstoles de la Virgen del Camino nos dijo a los postres, mientras saboreaba una copita de orujo berciano que yo le había traído.
-¡Ay que ver con el tal San Pedro! - le contesté malhumorado.
Saludos a todos.
Eugenio González Núñez -
1 (página 85)
Franco vino a León en 1964, para el Congreso Eucarístico Nacional. Aficionado como era a relicarios y reliquias, quiso beber de la copa de doña Urraca, el santo grial, que decimos ahora, en serio conato con los canónigos de la Catedral de Valencia, que aseguran que el auténtico lo tienen ellos, me contó recientemente mi madre sobre la dichosa trifulca. Entre sonrisas y parabienes, también los palomos de la Virgen del Camino lo habían introducido dos años antes bajo palio en el santuario ecuménico que acababan de inaugurar para cobijar a la afligida patrona de León, le cantaron un Tedeum, y como hombre de bien firmó en el libro de los personajes benefactores e ilustres que habitan más allá de la paramera, y se permitió el lujo de disentir, como hombre culto que era, sobre el arte sagrado del maestro Subirachs.
2
-¿Sabes quién le puso el primer veto a Franco para entrar en el cielo? me preguntó el día del Corpus, don Pepito, a la sazón cura de Gavilanes, en el Órbigo.
-¡Ni idea! Le contesté de mal humor, después de tenernos paseando en procesión por el pueblo casi media mañana.
-Pues, ya ves tú, fue el mismo San Pedro, por desdeñar la figura y la belleza de los apóstoles de la Virgen del Camino nos dijo a los postres, mientras saboreaba una copita de orujo berciano que yo le había traído.
-¡Ay que ver con el tal San Pedro! - le contesté, por decir algo.
José Mª Sierra Tascón -
Eran otros tiempos.
Javier Cirauqui -
Yo recuerdo este día, mejor dicho aquella tarde, como ya dije en otra ocasión, gris, triste y con una enorme contradicción en mi mente y mi corazón. Nosotros no fuimos a cantar el Aleluya de Handel, como tú Emiliano, sino esperamos a la entrada del Santuario, para hacerle un recibimiento a Franco. Había niños con banderitas españolas, mujeres y hombres que aplaudían y por todos los alrededores guardia civiles rodeando el santuario con metralletas en ristre.
Algunos de nosotros salimos en el NODO filmado para la ocasión, aplaudiendo. Mi madre me dijo que me vió en el NODO y en vacaciones en el cine de Villava, pude verme en la pantalla. No me gusto nada encontrarme en semejante compañía.
No sé por qué, siempre recuerdo este día con desasosiego y tristeza de un color verde y gris, aunque Franco y los frailes vistieran de blanco.
Esta es la sensación que me produce el recuerdo de este día.
No creo que aún tuviera conciencia de todo lo que aquello suponía, pero en mi subsconciente lo barruntaba.
Saludos a todos. Javier.
Emiliano Luengo Becerril -
santiago rodriguez -