LLOBAT, UNA VIDA EN TRES ZANCADAS (por Javier del Vigo)
Un fraile lejano en mi memoria colegial.
Lo puedes leer en el libro “El álbum de las fotos” que editó Lalo F. Mayo en 2014-¡qué joya de nuestra memoria colectiva; un incunable para estas memorias que se van apagando!-: Fernando Llobat Timor (1924 – 2009) estuvo en la Virgen del Camino desde 1961 a 1988 (pg 264). Veintisiete años de sus ochenta y cinco vividos. Quizá el tercio más productivo, el más vigoroso de cualquier humano. Sin embargo, en el álbum de nuestras fotos, solo sale en dos de aquel tiempo en blanco y negro; puntualizaba, además, Lalo que ambas fotos eran del mismo día y del mismo año, 1967: un equipo de frailes dispuesto a jugar a fútbol contra vete a saber qué equipo de alumnos.
Fernando Llobat vivió después otros veintiún años en Montesclaros, “mariposeando” por todo Campoo y alrededores, donde es recordado; su muerte se produjo en Villava, pero fue inhumado en Montesclaros, su “destino” desde que abandonó el “hogar común”, aquel escenario que compartimos en La Paramera.
En el supuesto de que fuera misacantano con 25 años, tengo una laguna, un agujero negro en su existencia, de una docena de años, aproximadamente, hasta su llegada a León. Lectores y escribidores del blog: animaos a poner luz en las sombras de aquellos años suyos de mocedad. ¡Anímate, Santiago Rodríguez! Pero no me seáis vagos los demás.
Fernando Llobat fue fraile del que aquí se ha hablado poco. Una rareza, porque entre antiguos alumnos de cualquier colegio es habitual hacer biografías de sus antiguos profesores, cortarles trajes, buenos o malos. Según ellos se comportasen con nosotros. Pasamos lista de todos y cada uno de quienes nos alegraron, nos jodieron, nos abrieron la mente o nos cegaron las ilusiones. ¡Ay, si los profesores pudiéramos rebobinar el tiempo! Con Llobat yo, en aquellos años, apenas hablaría media docena de veces. No recuerdo que diera clases. A mí, al menos, nunca.
Hace ya algunos meses, azares de la vida que van y vienen por los aires, un email de Josemari, me trajo una foto, esa foto que encabeza el artículo; y una orden:
-“O me hilvanas unos parrafitos sobre la foto o te quedas sin atributos, enano itifálico”.
-¡Recrista bendita!, me dije. “Este Cortés no echa bravatas en vano. Así que mejor le hago caso y le preparo unos parrafitos con puntos, comas, cursivas, negritas, admiraciones, interrogaciones…”
¡Pongo al cielo por testigo! Y que me sea benevolente el juez Julio Severino, si tiene que juzgarme por mentiroso, vago o malandrín. Así que comencé a rastrear algunos episodios en la vida del pLlobat que paso a relatarte, a modo de apunte biográfico inconcluso.
* * * * *
1.- Aquel Llobat en blanco y negro de la Virgen del Camino.
Fernando Llobat llegó a León en 1961, a la vez que la gloriosa del 61; no era alumno ni iba a ejercer como profesor. Con sus 37 años y una calvicie iniciática, a mi me parecía mayor en edad. ¡Qué cosas tiene la vida, que hoy alguien de 37 me parece casi un niño! Su ocupación estaba en el “camarín” a la izquierda del santuario, donde despachaba “objetos religiosos”: medallas, banderines, postales, libros piadosos… A su izquierda, en la foto.
Al presente no podría decir si venía de las Misiones Dominicanas Americanas –que quizá- o si su etapa misionera vino después. Os brindo, de nuevo, espacio para sacar al sol vuestra sabiduría. En el mundo virtual no encuentro información. Mi relación con Fernando Llobat fue efímera: fui pocas veces –la pela es la pela, y mis posibles no eran muchos- a comprar, pero en mi recuerdo fue un buen vendedor, amable con “la clientela”. Cumplió religiosamente con el trabajo que le impuso la obediencia.
Josemari, con la parquedad emotiva que le caracteriza, acompañaba la foto con par de datos: “fue hecha en 1965 y Llobat hace en ella de cicerone ante gentes de la Cultural Leonesa”.
Os cuento un secreto de pura egolatría. ¡Qué queréis!, a ciertas edades, o se habla de la mili (entelequia ya inexistente, igual que el purgatorio) o nos pavoneamos de algunos hechos del pasado personal.
Lo cierto es que la única vez que he pisado un campo de fútbol (solares en el centro de la ciudad que valen un pastón, pero de un uso social mínimo) a ver un partido fue en León. Nunca entré a “la catedral” de Bilbao, ni al Bernabeu ni… Entré, sí, a ver la Cultural, hace este año medio siglo. Nos bajaron los dominicos en la empresa San Fernando, una vez a pata y otra andando. Si pongo la imaginación a navegar (que la mía es muy loca) apunto una hipótesis: la Cultural pagó la brillante explicación que les está dando Fernando Llobat con una entrada general para los alumnos del colegio. Y que, por tanto, aquel partido que alivió una tarde de domingo en 1965 –hace sólo medio siglo- de unos jóvenes estudiantes se la debemos a Fernando Llobat, el cicerone de la foto.
¡Ay, la Paramera de nuestras nostalgias redivivas!
2.- El fraile de las mariposas en Montesclaros.
En este tiempo he aprendido algunas otras cosas acerca de Fernando Llobat.
Es conocida su afición por las mariposas. Montesclaros exhibe una curiosa colección de ellas, fruto del capricho y el amor por la naturaleza de Llobat, el fraile. Más de 400 insectos capturados en países tan distantes como Madagascar, Australia, Perú, Tanzania o México. Fernando Llobat, mientras vivió, explicaba a los visitantes –lenguas campurrianas viperinas susurran que se explayaba más si eran “visitantas”, pro no seré yo quien le critique, que yo hubiera hecho lo mismo- las características de la colección, una de las mejores y más grandes de España. En consecuencia, según relataba El Diario Montañés en el 2007, “el Santuario de Montesclaros, en Valdeprado del Río, se vestirá de gala para homenajear al dominico Fernando Llobat en sus bodas de oro sacerdotales. El cura es conocido como ’El padre de las mariposas’ por su colección de insectos, que enseña con entusiasmo y cariño a todo aquél que se acerque por Montesclaros, con una atención especial hacia los niños”.
3.- Las vidrieras de la Peña de Francia: Fernando Llobat – Pepe Arenas.
En 1961, junto a “la gloriosa”, llegaron a León Arsenio Arenas, conocido como “Joselín” en Arija donde nació -primo de José Luis Zamanillo-, y Fernando Llobat, que pasó los años finales de su vida en Montesclaros. Pero no supe yo hasta estos días de su relación anterior con el mundo del arte. Al menos, en el caso de Llobat.
¡Pasmaos como me pasmé yo, cuando conocí el dato! En La Peña de Francia, en su iglesia, hay unas cristaleras cuya autoría corresponde, en comandita, a Fernando y Pepe. La pasada primavera, de vuelta de los cerezos en flor de Cáceres, subí una tarde soleada al santuario de la Peña de Francia, por si veía a Ángel Pérez Casado, otro que llegó a León en 1961, muy jovencito y estilizado él. Pateé el paraje, me maravillaron las vistas… Pero todas las puertas estaban acerradas a cal y canto. Me quedé con las ganas.
Por ello, no puedo dar fe de las cristaleras que cita Alberto Colunga (1879 – 1962) en un libro reeditado en 1999 por la editorial San Esteban, Santuario de la Peña de Francia: historia. Colunga refiere que –además de algunas esculturas obra de Lapayese- Fernando Llobat hizo tres vidrieras: para la capilla de la Aparición una; para la entrada del convento otra y para la cocina de la hospedería la tercera. Relata, además, Colunga –el famoso asturiano que tradujo con Nácar la Biblia directamente del hebreo, arameo y griego con algunos “problemillas” frente al aparato eclesiástico- que Arsenio Arenas hizo cinco vidrieras “modernas, de gruesos trozos de vidrio armados con cemento” y una imagen de la Virgen para el altar de la gruta “que, en todo refleja lo que fue la primitiva”. (Pgs 299 – 230) Ya que Pepe Arenas no me lo puede confirmar ya (¡que en gloria esté!), nos queda recurrir a Santiago (¡anímate!) a Ángel P. Casado, a Javier Muñiz y tantos otros que vivís por Salamanca. ¿Unas fotos que arrojen luz sobre los datos aportados por pNacar? ¡Por favor!
Para mí, la novedad es que también Llobat tuvo espíritu de artista, lo mismo que Arenas e Iturgaiz, tres eslabones de una misma generación y estilo que nos han precedido ya en su paso al Norte.
¡Y colorín colorao, que este homenaje a Llobat, el fraile de las mariposas, artista de corazón grande, cicerone a quien mira atento el grupo de la Cultural y buen vendedor de objetos sagrados, se ha acabao!
13 comentarios
Salva -
santiago rodriguez -
Javier Cirauqui -
Yo siempre tenía guardadada en la mente una imagen del Padre LLobat probando su puntería en una competgición de tiro al plato en los campos de fúfbol, pero me parecia que era algo que se me había colado de rondón y que no era cierta. Recuerdo el artilugio de lanzar los platos y la destreza del P. LLobat, que ensombrecía al resto de los competidores.
Por aquellas fechas el plato fuerte de las fiestas de muchos pueblos era el tiro al plato. Recuerdo que en Burlada se hacía en el campo de tiro militar que había y participaban tres tíos míos.
En el colegio no sé porque razones había gente que tenía carabinas y que hasta se celebraron competiciones de tiro con ellas.
Recuerdo que Arrúe tenía una, pues todo lo que fuera cazar y pescar le gustaba un montón. Recuerdo al P. Llobat manipulando el artefactos de pistones de copa o no de copa, ante la admiración de todos los presentes. Todo esto me trae a la mente la mente de muchos curas de Navarra que eran cazadores.
Algunas veces el P. Llobat, por aquello de los negocios que llevaba, se comparaba con el publicano de San Mateo.
Pero donde más recuerdo al P. Llobat es en la tienda de objetos religiosos del Santuario. Recuerdo haber ido allí, siempre que podía a refitolear por aquellas estanterías y también aquellos trabajos que hacían Clim y otros para venderlos. Cuando venían los familiares a vernos, visita obligada era la tienda del P. LLobat, veo a mi madre hablando con él y comprándole un rosario y alguna figura de Fray Escoba. El trato del P. LLobat era amable y jovial.
Por otro lado siempre he recordado aquella visita al campo de fútbol de la Cultural Leonesa, fuimos como casi siempre a pie y por la carretera de circunvalación, creo que también nos acompañaba el P. Huarte. No recuerdo que equipos jugaron ni como quedó el partido, pero si recuerdo que me sentí muy a gusto en aquel campo, porque llegaba al techo con mi mano, pues era muy bajo.
A mi en Pamplona me llevaba mi padre, desde niño, al campo del San Juan, a ver al Osasuna y me viene la imagen del P. Marino, camuflado con un anorak azul, presenciando los partidos.
Me gustan estos recuerdos porque me traen muchos momentos entrañables vividos. Javier.
Luis Heredia -
Me encantaba visitar la tienda aprovechando cualquier hueco aunque fuera solamente para echar un vistazo a las vitrinas o ver los discos de la Escolanía en una de las estanterías, que si no recuerdo mal estaban en una pared a la izquierda según entrabas a la tienda.
Compré a lo largo de mi estancia en el Colegio varios artículos religiosos de los que conservo alguno aún, pues otros, por mor del destino, los extravié absurdamente bien por traslados bien por llevarlos conmigo todos los días hasta que el despiste y la inconsciencia pudieron más que la seguridad por la custodia.
Cuando se propuso en los comienzos de este blog, ocho años ya, abrir los baúles de los recuerdos para formar un pequeño museo- no sé si os acordáis de esta propuesta-, comencé no solo a abrir el mío sino los de mis hermanos y hermanas y hasta primos.
Además de fotos, encontré mi carpeta marrón con cierres de gomilla y logo del Colegio; encontré la que ya es mía para siempre Gramática Latina Guillén por título de traspaso de Javier Múñiz, nuestro Ministro; me apareció ese estilizado crucifijo con la cruz insertada en una piedra. Mis hermanas me devolvieron crucifijos de madera pirograbados por Javier Serrano,¿ y Clim? como si me pertenecieran a mi cuando en realidad eran ellas las dueñas. Es curioso que un regalo se pueda convertir en regalo a lo largo de los años para quien lo había regalado. Es como si fuera un rebote o retroregalo.
Me sorprendió que algunos de esos crucifijos aún los conservaran o que nos apareciera ese corto de 8 o super 8 de la Virgen del Camino de 1.962 que está almacenado en el blog y de un incalculable valor sentimental para mi por ser los protagonistas mi padre, mi madre, mi tía Viri, mi primos Germán Torrellas y Carmela su esposa, su hermano el Padre Angel Torrellas, mi otro quasiprimo PaPedro y el director y productor, mi Tío Paco. Lógicamente, ninguno de ellos cobró y los exteriores los puso a su costa la OP así que a mi tío le salió gratis la peli y solo gastó en el rollo y el revelado. De aquella, ni la puerta del peregrino estaba gastada por los tocamientos ni los apóstoles y María sabían que con el paso de los años ellos también estarían gastados, a pesar de su altura que no de talla, a causa del cardenillo que todo lo alcanza, terrible enfermedad descubierta por Isidro Cícero. Di tú que mejor que el cardenillo les haya desgastado allí arriba porque si hubieran estado abajo lo más probable es que ahora faltase Mateo o Juan a tenor de cómo se puso el valor del bronce, que está por las nubes, curiosamente.
Había ido yo comprando poco a poco esos crucifijos de madera para regalar a mis hermanas y hermanos. No a todos porque siendo de aquella 13 hermanos hubiera tenido que pedir un préstamo y aún lo estaría pagando. De ellos, uno tenía un sentido especial para mi y fue precisamente el que se me extravió hace 7 años por no tener más cuidado yo en custodiarlo.
Es una historia curiosa la de este crucifijo.
Tenía éste en el reverso pirograbado por Javier Serrano -casi estoy seguro porque en algunas ocasiones le había visto yo hacerlo y su estilo era inconfundible- la palabra Francis, muy borrada ya por el paso del tiempo y desde que llegó de rebote a mis manos, por mucho que me esforcé y lo intenté hasta con lupa, fui incapaz de ver que Francis terminara en co.
Y os preguntaréis, como siempre, a cuento de qué viene este rollo con el pelma de siempre.
Pues el cuento es que al día de hoy aún tengo la duda si el verdadero destinatario hubiera sido Francisco, mi hermano de 6 años de aquella, pero al que nunca llamábamos ni se le conocía por Francis, o quizá hubiera sido para Francisco, uno de mis dos mejores amigos y al que sí le llamábamos y llamamos Francis o quizá el último posible Francis (omito el apellido por guardar la confidencialidad), cliente y amigo de muy, muy lejos, de fuertes creencias religiosas, cristiano evangelista. La verdad es que a este último Francis le conocí en un momento muy crucial en mi vida, hace siete años y a pesar de que nos diferencian muchas cosas materiales, sí nos unen muchas espirituales y familiares. De ahí que llegué a pensar que, después de tantos años guardado, el destino había decidido que este último Francis era el elegido para recibir el regalo que yo a su vez había recibido de rebote, a pesar , no obstante, de que su nombre de pila y en su pasaporte, debido a su nacionalidad ni Francis ni Francisco existe ni tiene traducción por ser de por ahí alante, como diría mi tía.
Pero el crucifijo parece ser que estaba destinado para nadie. De pronto, de tener tantos pretendientes el crucifijo pasó a ser un Ni-Ni. Ni para mi hermano Francisco, ni para amigo Francis ni para el cliente y amigo Francis. Estuvo conviviendo el crucifijo conmigo durante meses a la espera de ver yo al último Francis en Agosto, como todos los años. Llevaba el crucifijo a todas las partes menos a la ducha y días antes de que Francis llegara a Marbella el crucifijo desapareció. Habiendo pasado a la categoría de Ni-Ni, ni San Cucufato ni San Antonio me indicaron dónde me había despistado. De verdad que lo sentí.
Cuando le conté la historia al Francis que yo creía el elegido, me respondió que no lo había perdido sino que lo seguía llevando dentro de mi. Aquello me tranquilizó pero aún sigo de vez en cuando moviendo ropa a ver si el crucifijo salió de mi aunque me parece que estará más seguro dentro de mi. Así no se me vuelve a perder.
Espero que quien haya sido el afortunado de haber encontrado mi crucifijo de madera tenga una vida tan sana y feliz como la mía y que se cumplan todos sus deseos, salvo el de tocarle La Primitiva porque para eso debería ser la Lámpara de Aladino lo que tenía que haber encontrado.
Pero como no se puede tener ni conservar todo, me quedé vacío de aquel Rosario de madera tan bonito, cruz y cuentas engarzadas por cordel, que se fueron desprendiendo poco a poco más bien por el desgaste natural del cordel que no por el uso después de haber dejado La Paramera. ¡Cuántas veces manoseé esas cuentas en la Capilla Mayor para pedir a La Virgen María ayuda y un destino y cuán agradecido estoy ahora de que me lo haya concedido¡
Otras pérdidas irreparables fueron la desaparición del microsurco del Aleluya grabado por la Escolanía, comprado también en la tienda y unas copias de un montón de partituras que el P. Torrellas nos había entregado en aquel verano del setenta o setenta y qué a los ex y no ex llamados por él expresamente para grabar lo que él calificó como último disco bajo su batuta y despedida antes de irse por ahí a cuidar de los desprotegidos porque éstos, en efecto y como así se demostró, le necesitaban mucho más que nosotros.
Isidro Cicero -
Lalo -
Ya decía yo que me sonaba lo de Domínguez y los libros...
A ver si ahora acabo de verdad.
Salud
Lalo -
Si, ahí tenemos todo.
Lalo -
Luis, se llama (o llamaba, que eso no lo sé) y la respuesta se puede encontrar en "El álbum de las fotos" que disfrutamos trescientos afortunados. Su nombre aparece en la completa relación de frailes que quisieron educarnos y también en la página 257. En esta página Justino Blanco Villacé escribe un pie a la foto 697, que, tocado con un sombrero, protagoniza el pLuis Domínguez en una jornada de campo.
Justo debajo, en la número 698, aparece de nuevo. Esta foto es muy curiosa (y es la que me ha animado a escribir estas letras) porque nos une la mencionada entrada de Isidro Cicero con la que firma aquí arriba Javi del Vigo. La 698 de alguna manera la protagoniza el pFernando Llobat, que muy probablemente es quien la hizo. En ella reconocemos a Luis Domínguez, Jesús Martín, Pablo Huarte y Alfredo Álvarez; están también la madre del pLlobat y una niña, quizás sobrina, todos ellos mirando atentamente para una paella en construcción, como corresponde a la tierra valenciana en la que se encuentran.
La foto debería de ser de 1970 o 1971, únicos años en que coincidieron en el Colegio los cinco frailes, según la "tabla de permanencia de frailes" de las páginas 264-265 del Álbum. Que tras marchar alguno de ellos de La Virgen hubieran quedado todos en algún otro año para reunirse también sería posible, pero no probable.
Otra referencia al pLuis Domínguez aparece también en algún otro lugar de nuestros libros, no sé bien si en este Álbum de fotos, que creo que no, o más bien en el Cuaderno de la memoria, cuando algún apostólico en funciones de bibliotecario nos habló de él y de su amor por los libros. Y por los mazapanes con forma de zapatilla, recordaba Blanco Villacé.
Hay una tercera foto en la que también podría ser él quien nos enseña su oreja derecha en animada charla con el pLanz, allá por la foto 702.
Como acaba de apuntar Clemente Sánchez, aquellas crucecitas de madera con un Cristo en cuatro rayas grabadas a fuego fueron el objeto que más salió de las vitrinas de Objetos religiosos y eso hizo que el pLlobat fuera el introductor de una herramienta que se usó mucho al otro lado de la carretera: el pirograbador. En mi estancia allí, que se prolongó hasta que el último año de la década de los sesenta tuvo a bien finalizar, fueron muchos los compañeros que quemaron decenas de tacos y planchas de madera en un, casi siempre, vano intento de dejar para la posteridad alguna muestra de aquel arte de líneas esquemáticas que tan bien se le daba al protagonista de este portillo.
Salud
clemente sanchez -
Lo visité hace años en Montesclaros, me reconoció y nos dimos un fuerte abrazo
CLIM
Jesús Herrero Marcos -
Jesús Herrero Marcos -
Me has recordado algunas cosas más de Llobat, entre ellas su afición a la caza. Era un tirador extraordinario y recuerdo perfectamente que en cierta ocasión, desconozco el motivo del evento, se preparó una competición de tiro al plato en los campos de fútbol de la escuela mayor. Participaban, creo, algunos cazadores expertos de León. No sé tampoco con exactitud de donde se trajo un artilugio de esos que sirven para lanzar los platos, pero sé que lo manejaba nuestro Ángel Luis que, a lo que parece, era experto en la materia. Todo el mundo fallaba algún tiro, pero es lo normal en estos casos. Sin embargo Llobat desintegró todos sus platos sin dejar ni uno. Alguno de los cazadores le preguntó por su magnífica puntería, pero él contestó, sonriente, que la cosa tenía truco, y es que él siempre decía una jaculatoria breve antes de apretar el gatillo, mientras que los demás soltaban un taco después del disparo. Creo que esta es la demostración palpable de que la fe mueve montañas (siempre que no sean muy altas, supongo).
La otra anécdota, que define su humanidad, se produjo cuando una noche robaron en la tienda de los objetos religiosos y desplumaron la caja y otra serie de cosas. Pero lo que más le dolió a Llobat fue que también le habían robado un ratoncito de peluche que él se introducía en uno de sus dedos para gastar bromas a los niños; se supone que los niños acompañaban a los padres, que eran los auténticos clientes de Llobat, pero con ese truco caía simpático y le compraban con más alegría, según solía decir.
De Llobat no he vuelto a saber más hasta que leí tu párrafo, itifálico Javivi. Ya verás que doy por hecho de que no eres un enano, como pretende el Furri y como se puede comprobar incluso viéndote de lejos y por fuera. Pero en lo de itifálico te concedo el beneficio de la duda, Aunque sí me gustaría comprobarlo de cerca, ya que eso, al ir por dentro, no se ve con claridad. Cualquier día quedamos y me lo enseñas.
J. M. de Pablos -
El P. Llobat procedía de Valencia. Llegó a la Virgen del Camino en el año 1961 y se hizo cargo del Santuario. Era un gran aficionado a "el tiro al plato".
Creo recordar que competía con los grandes tiradores españoles de este deporte.
En el año 1962 se celebró una competición de tiro al plato en el campo de la escuela mayor donde pudimos disfrutar de su pericia con la escopeta.
Él mismo contó que cuando iba de caza, antes de disparar a las perdices decía:¡Hija de Dios!,¡Hija de Dios!... ¡Pum!.
Su locución era semejante al tiro de su escopeta.
Daniel Orden -