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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

EL P. ÁNGEL

EL P. ÁNGEL

Este sábado, 14 de octubre, el fraile dominico Ángel Pérez se despide del Santuario de Nuestra Señora de la Peña de Francia tras más de 20 años a su cuidado. Una emotiva eucaristía de acción de gracias, a las 12:00 del mediodía, será el broche a dos décadas dedicadas a la pastoral, la atención y acogida a los peregrinos que cada año se acercan hasta este emblemático santuario mariano.

El padre Ángel estará arropado por los miembros de la comunidad dominica del Convento de San Esteban de Salamanca así como por los sacerdotes y fieles de las diferentes parroquias del Arciprestazgo Virgen de la Peña de Francia que se acercarán hasta el lugar para agradecerle su servicio a la Iglesia en este santuario mariano.

5 comentarios

Luis Heredia -

En el encuentro que celebramos en Salamanca tuve la oportunidad de cerrar un capítulo de mi vida que tenía pendiente y de disfrutar de los compañeros, cosas y lugares.

Siempre había tenido yo fijación por el Santuario de la Virgen de la Peña de Francia y logré cumplir mi deseo de conocerlo. Me deslumbró el Santuario y todo su entorno.
Salamanca capital no la conocía y me encantó.
Mogarraz me cautivó.
Me encontré con Eugenio Gascón.
Pero lo sorprendente,por inesperado, fue que el Padre Angel Casado me hubiera reconocido.

Deseo de corazón que el Padre Angel Casado tenga un feliz y merecido descanso a donde le haya destinado la Orden. Los compañeros que tenga disfrutarán de su compañía lo mismo que nosotros disfrutamos de él en aquellos años.

PD. Me quedé con la intriga de cómo se arreglaba el Padre Angel para poner en hora el "relojón" (porque soy de Gijón) de sol en los cambios de horario de verano a invierno y viceversa.

Eugenio Cascón -

Lo voy a echar de menos cada vez que suba a la Peña de Francia. Porque los serranos del sur de Salamanca, a pesar de la condición de emigrados de muchos de nosotros _acaparadores, como otros, de ausencias_, seguimos ascendiendo a aquella cima cada vez que, durante el desajuste veraniego, aparecemos por allí, atendiendo de manera ineludible a una de llamada cierta que nos fue grabada en el alma desde que nacimos y que es parte de nuestro ser.

El padre Ángel era el último testimonio de la presencia, antes tan numerosa y volandera, de los dominicos como guardianes del santuario. Era alguien con cuya presencia contabas, siempre con el hábito blanco, emanando sonrisas y buen humor. Suponía la ocasión de charlar un rato con alguien a quien conociste hace muchos años, que te enseñó geografía y matemáticas _¡ahí queda eso!_ y otras cosas más difíciles de precisar, siempre pegado a la memoria de sus santos favoritos: santa Teresita de Lisieux y san Juan María Vianney, el santo cura de Ars. Ambos franceses, curiosamente, lo mismo que, al menos de nombre y de repoblación antigua, la montaña donde ha permanecido todos estos años.

Subí el pasado año con ocasión de la boda de la hija de un amigo que se fue prematuramente, y allí estuvo el padre Ángel oficiando la ceremonia. Los asistentes, sobre todo los que venían de fuera, se sorprendían y estallaban en carcajadas con las ocurrencias y aparentes salidas de tono que llenaron su homilía. A la salida hube de explicarles a algunos quién y cómo era aquel fraile tan poco al uso.

No sé si a partir de ahora habrá quien celebre bodas y bautizos en el santuario de la Virgen de la Peña, hecho que se estaba haciendo costumbre y moda, y no solo entre los serranos. Imagino que lo habrá durante el buen tiempo, que acudirá algún fraile del convento de San Esteban, pero el resto del año… Los inviernos allí, en el aislamiento de la cima, son muy duros y no sé si quedará ya alguien que se atreva. Me temo que el personal de mantenimiento del repetidor de televisión será la única visita que tenga nuestra Virgen durante meses.

En nombre de todos los serranos, mil gracias, padre Ángel Pérez Casado, salmantino de las tierras llanas, por los años de dedicación a la Virgen montañesa y a todos nosotros. Espero verlo por allí los veranos próximos. Porque supongo que irá de visita alguna vez, ¿no?

Molpeceres -

Me unía una gran amistad con el padre Angel Pérez Casado al que estoy muy agradecido. Jugábamos de defensas en el equipo de quinto curso contra sexto y como anécdota que ahora me acuerdo, cuando llegue allá por el año 1.962, en la primera clase de Geografía me pone de pie y me pregunta cuáles son las montañas de mi pueblo y como en mi pueblo, Olmedo, no hay ninguna no sabía que decirle por lo que le conteste que la cuesta del "Telégrafo" y la cuesta del "Caballero", que es donde la leyenda dice que mataron al Caballero de Olmedo, en la novela de Lope de Vega. Se partía de risa y yo estaba deseando de que me tragara la tierra.
Era muy dado a hablarnos de Santa Teresita, la Santa francesa de la que era devotísimo y mantenía sobre todo la sencillez, vivir en el anonimato decía a menudo.
Veo que se mantiene sin un pelo de tonto.
Me alegra haber tenido noticias suyas.
Un fuerte Abrazo al P. Angel

Jesús m García Marcos -

Desde mi pueblo, Rollán, en la Tierra de Ledesma, hay 70 km de llanura hasta la Peña de Francia que se veía como un faro lejano y protector, sobre todo el 7 de septiembre, víspera de la fiesta, cuando se encendía la hoguera.

Cuando llegué a la Virgen del Camino, en el 64, el Padre Ángel, aunque es de la Aldehuela de la Bóveda (a 19 Km) siempre me trató como su paisano.

Quiero mandarle un abrazo lleno de recuerdos.

Jesús M. García Marcos (del 64)

Ramón Hernández Martín -

Como serrano preocupado por que los serranos tengan conciencia de su condición, es decir, por que todos entiendan que su denso pasado solo puede tener continuidad en el presente y en el futuro a condición de que se unan, superando así el aislamiento y la individualidad proverbial de sus antepasados, me abrogo la representación de todos los serranos a la hora de dar las gracias a fray Ángel por sus veinte años de "antena" de espiritualidad mariana en aquellas alturas, manantial y río de serranía de una región tan singular por tantas cosas. Hace ya algún tiempo manifesté mis temores a la comunidad de San Esteban de que un día los dominicos abandonaran la Peña de Francia. Me aseguraron que eso no ocurriría con la certeza con que los humanos podemos prevenir el futuro. Confío sinceramente en que ellos sigan manteniendo encendida la antorcha de nuestra salerosa Morena en aquellos venturosos riscos, antorcha que tanto alumbra la Sierra de Francia, las Hurdes, el Campo Charro y tantos otros lugares dentro y fuera de España. Hay en ese lugar un poder mágico de convocatoria y una gracia especial que enfervoriza incluso a los descreídos. Gracias, fray Ángel, confiado en que donde quiera que vayas lleves contigo el rico sabor de la vida serrana.