PEDRO REY NOS FELICITA LA NAVIDAD
Queridos amigos:
Me estoy haciendo viejo y no tengo ningún pesar. En mi experiencia de vida siento que el cascarón que me envuelve, poco a poco se va desprendiendo de mi yo, para quedarme yo solo, para quedarme con lo que de verdad soy. Es ahora cuando empiezo a conocerme, porque me voy desprendiendo del ropaje que ocultaba mi yo. Poco es lo que conozco de mí. La cultura en que he vivido condiciona el conocerme a mí mismo. Y cuando digo que me entrego a los demás, no sé si soy yo el que me entrego o es el bagaje cultural lo que entrego. ¿Qué hay de mí? ¿Qué nos entregó Jesús? ¿Algo distinto de él? No. Jesús vivió dentro de una cultura, pero su vida no fue atrapada por su cultura. Rompió el cascarón y dejó traslucir siempre su vida. Jesús nos entregó a Jesús mismo, nada distinto de él. Él se conocía así mismo y así nos pudo dar la plenitud de sí mismo. Jesús no nos dio cosas distinto de él, Jesús nos dio su mismo ser divino. Por eso tuvo valor la redención.
Cuando navego por estos ríos, tantas horas sentado en la canoa, contemplo la naturaleza y veo que ella me da, no algo que tiene, sino lo que ella es. Por eso es tan bella. Y yo me pregunto: ¿Qué es lo que yo doy? ¿Dar cosas? Pienso que eso no vale. La humanidad no se arregla dando cosas. Pienso que necesito quitarme el cascaron, para que lo que de verdad hay en mí, mi vida, mi ser viviente, haga florecer verdad, bondad y esperanza.
Me estoy haciendo viejo, y en el desarrollo de mi vida he dado muchas cosas, pero siento que mi vida sigue oculta, no embellece, no ilumina, no es como la naturaleza que contemplo. Dar cosas puede ser importante, pero dar la belleza de mí mismo puede cambiar la humanidad. Jesús no dio cosas, dio la belleza de su divinidad a través del perdón, la compasión y la bondad.
Navidad suena a algo nuevo, distinto de lo anterior. Mirar a Jesús es mirar y sentir la luz, el perdón, la redención. Porque Jesús no es cultura, no es ley; Jesús es perdón, es bondad, es verdad, es amor.
Mirar a Jesús en el portal de Belén me llena de admiración, porque su vida divina sintoniza con lo que en hay en mí de divino, y me hace descubrir lo que hay de verdad en mí. Quizás por eso me causa tanta admiración verle en Belén, porque veo en él mi propia divinidad.
No sé dónde pasaré esta Navidad; pero allí donde sea, habrá un niño Dios a quien mirar y adorar. Allí estaréis presentes todos.
Mi felicitación navideña y cariñosa para todos.
Pedro Rey
10 comentarios
Vibot -
Fernando Alonso Díez -
Otros también nos hacemos viejos, eso lo podemos sentir, pero seguimos dando vueltas sin dirección ni sentido alrededor de lo que no es importante. Los que te contemplamos allá arriba, en la distancia o en la proximidad de tu sencillez cuando nos visitas, estamos convencidos de que donde estés siempre serás el mismo, un ser humano que se olvida de lo suyo pensando en los demás porque siempre los has querido más humanos. Un abrazo muy especial.
Antonio Argueso González -
Pedro Sánchez Menéndez -
No sé si el Papa te visitará ahora en enero. Creo que su visita a las comunidades indígenas, donde tú trabajas, será realmente interesante y muy evangélico. Supongo que provocará en todos nosotros una sacudida que nos lleve a descubrir la orientación de nuestro compromiso como predicadores.
En Religión Digital ha salido la noticia de la lucha de Miguel Ángel Gullón,o.p. en República Dominicana en defensa de los campesinos a quienes les están arrebatando sus tierras de cultivo con que logran apenas sobrevivir. Yo creo que se encuentra en verdadero peligro.
Bueno, Pedro, estoy seguro de que tu vida misionera te ha hecho feliz, y yo me alegro por ello. Pedro
Daniel Orden -
Un abrazo muy fuerte.
Isidro Cicero -
Durante la convivencia de Caleruega, escuché luego a Fernando Alonso exponer algunas incertidumbres.
Según Fernando, algunas de aquellas incerdidumbres estaban vinculadas a la edad.
Contagiado de las emociones navideñas, es ahora el propio Pedro el que dice que se siente viejo.
No tiene por qué, yo creo. Su vida única le habrá hecho un ser único, robusto y durable. creo.
Único será también el gozo de escuchar de sus propios labios la larga peripecia vital de este compañero, si como deseo algún día tenemos la ocasión de encontrarnos con tiempo y con la lucidez suficiente para entender todavía no solo lo que decimos, sino también lo que queremos decir.
José Luis Suárez Sánchez -
Joaquín Urbano -
Tengo que decirte que disiento un poco de la auto evaluación que te haces y en la que te minusvaloras. Amigo mio, cosas seguro que has dado infinitas, pero para mi lo más importante, como referente real que conozco y no tengo que hacer acto de fe, tú, Pedro, te has inmolado en vida y la has entregado a los demás. Y esa trayectoria de tu vida es palpable y yo no necesito meter, como Tomás, la mano en la llaga. Conocer, con las imperfecciones que tu quieras, de primera mano lo que has hecho es, sin duda, la mejor lección de fe que yo he recibido. Feliz Navidad y un fuerte abrazo. Joaquín Urbano.
José García Gómez -
Desde el centro occidente de Asturias, os deseo a todos lo mejor para 2018, buen humor y mejor ánimo.
Felices Fiestas. Un abrazo.
Ramón Hernández Martín -
Yendo a lo sustantivo, del Jesús recién nacido y del muerto en cruz me interesa saber, más que quién fue y es, lo que hizo y hace. En otras palabras, para mi fe tienen escasa importancia las problemáticas y discutibles esencias, pues se alimenta exclusivamente de existencias. Lo que creemos pasa a entidad de sombra frente a la luz y el color del cuadro que viviendo pintamos. Que Jesús en la eucaristía, indiscutible suprema joya del cristianismo, se haga alimento es enormemente significativo. Y también lo es que los participantes de ese fenómeno sacramental seamos al mismo tiempo comida y comensales. Comer y dejarse comer en un encuentro de radical fraternidad universal, de briosa gestación de un "cuerpo místico". A la luz de lo dicho, importa el yo, qué duda cabe, pero importa mucho más que el yo entero, con todas sus potencialidades y haberes, se convierta en dádiva. Es obvio que, cuando doy un euro a un mendigo o le compro un bocadillo a un hambriento, ambas dádivas llevan impregnada mi personalidad y que mi yo, incluso el más egoísta, forma parte de ellas. Siempre que el yo se derrama fabrica humanidad. Me parece que el cristianismo es, antes que nada, un gigantesco esfuerzo de humanización.
Gracias, Pedro Rey, por provocar unas reflexiones que, si bien harán sonreír a muchos y resultarán plomizas para la mayoría, puede que atraigan la atención de algún que otro despistado y eso ya es, me parece, una hermosa recompensa.
Feliz Navidad a todos, pero no la de Jesús, tan lejana y problemática en cuanto a sus circunstancias, sino la que vosotros mismos gestéis en torno vuestro.