LAS MALETINAS DE CARTÓN (Por Marcelino Iglesias)

Esta curiosa fotografía, conservada hasta hoy por Carmelo, de los colegiales subiendo la escalera el día de su llegada al colegio con sus maletinas a punto de descubrir aquel mundo enigmático y sobrecogedor de las camarillas, merece repetir en la portada de nuestro blog.
Marcelino Iglesias, querido compañero, pone pie a la foto y su maestría con las palabras.
El tiempo es un viajero sin reposo. Cómo echarle el lazo y detenerlo, pobre Sísifo. Y, sin embargo, tal es posible al menos como simulacro: la fotografía.
Un fragmento de realidad atrapado y detenido en el instante de captación. Es una apariencia, o conjunto de apariencias, que ha sido separada del lugar y el instante en que apareció por primera vez y preservada hasta el presente.
En una instantánea como esta, la imagen queda suspendida en el momento, ajena al transcurso del tiempo. Algo en las fotografías, con el paso de los años, sobrecoge. Una plasmación estática, una imagen aherrojada. ¿Quién es ese de ahí? ¿Quiénes son los ahí reflejados? En este caso, una flecha identifica a uno de los protagonistas: le da nombre, lo saca del anonimato. ¿Y los otros? ¿Y el fraile que los acompaña? ¿Qué pasó después? Esta foto nos remite a vivencias comunes, el trepidante día del ingreso en el colegio. La imaginación, esa poderosa fábrica regida por diminutos y a veces traviesos seres, pone en movimiento a los personajes de la escena. El cine, siempre el cine: una educación de la mirada, una fantástica factoría de imágenes con la ilusión del movimiento. Mírate en la pantalla. Recuerda, rescata de las sombras del olvido fragmentos de ese día inaugural. ¡Silencio, se rueda! ¡Motor! ¡Acción!
Plano figura: A primeros de octubre de 1962, también tú llegaste al umbral del colegio cargando con parecida maleta de cartón.
Travelling: El recibimiento en la portería, la novedad de cuanto nos vamos encontrando en el recorrido. Emoción por la novedad, nervios por la incertidumbre. Y la tutela solícita del compañero de segundo curso que nos guía como instructor de urgencia para ese aterrizaje en planeta desconocido.
Plano subjetivo: Subimos las escaleras entre risas y agitación camino de los dormitorios, a ocupar la camarilla —Plano aéreo: mínimo espacio, máximo rendimiento— que nos haya tocado en suerte; espacio minúsculo eso sí, pero también un reducto de intimidad parcial.
Plano medio: Abres la maleta; el vestuario requerido por carta dos meses antes, con las prendas marcadas con el número 170, irán ocupando bien el cajón correspondiente o en el perchero exento de que dispone cada habitáculo minimalista.
Reinan en estas primeras horas de exploración del territorio algarabía y alborozo. Comenzaba así —escena especular cada nuevo curso— la estancia en el colegio. La tuya, la mía. La nuestra
Fundido encadenado.
Al día siguiente tal desorden se verá sustituido por la férrea disciplina del, a la sazón, espartano director de la Escuela Menor.
Gran plano general: Siete de la mañana, colegiales a la carrera por la finca.
Es sabido que las palabras nunca cubren por completo la función de la vista: aplíquela cada uno, si es de su agrado, a esta fotografía y elabore su discurso —nunca miramos solo una cosa, sino la relación entre las cosas y nosotros mismos— del recuerdo de ese día inaugural: llegada y primer contacto con el espacio en que iba a discurrir la vida durante el curso en ciernes.
Marcelino Iglesias
8 comentarios
Carmelo Flórez Cosío -
Sois unos genios. Gracias otra vez.
Ramón Hernández Martín -
Jose Manuel García Valdés -
En definitiva, haz caso del de Piñera, en aquel pueblucu el "más tontu fay aviones", y él ye el más listu, tanto que casi lo consideramos de Casorvida.
Marcelino, tu foto debe ser en blanco y negro porque no despierta entusiasmos; no la han mirado/leído bien. Te voy a nombrar cronista honorario de la Aldea Global.
Abrazos.
josemari cortes -
Parece que ahora está funcionando con normalidad.
besines y gracias
Ramón Hernández Martín -
Marcelino, toma buena nota del juego que da una simple fotografía como testimonio de un pasado trascendental.
(Nota para Josemari: anoche, pasadas las doce, intenté publicar este comentario sin éxito por lo menos cinco veces. Me ha pasado lo mismo esta mañana. ¿Alguna razón?)
Jose Manuel García Valdés -
De la foto yo destacaría dos cuestiones. 1. Llama la atención que unos "guajes" tan pequeños arrastren maletas más grandes que ellos. No sé si sabéis el porqué. Sencillo, para poder meter el famoso"ALBORNOZ", que revolucionó al culturísimo pueblo de Casorvida.
2. Llama la atención lo empinada que era la escalera. Por si pesara poco la maleta encima uno llevaba todas las angustias del mundo, todo ello pesaba demasiado para subir las escaleras. ¿Dónde estaban los ascendores? Es la prueba de que era un colegio adaptado para niños con alguna discapacidad física. El cojo, que se quede en casa, no vale para fraile. No es una crítica; era lo que había. Y como han cambiado los tiempos. Como será que aquí en la Aldea Global estamos exigiendo rampa para bajar del carro.
Luisín Heredia, a ti te dieron dos capones, a mi dos hostias bien dadas por " quitarle el tapón al botellón"; sigo sin cantar.
¿Alguien conserva la maleta de cartón y rayas?
Un abrazo a los que pujaron por el maletón.
P.D. Marcelino, has de invitarme a la presentación de tus libros, dan pinchos
José Luis Suárez Sánchez -
Mi querido Ramón, no me resisto a decirte que tu juicio sobre "fray" Merino me parece un tanto injusto: "me decepcionó por su tufillo de pedagogía espiritual oportunista y barata..." ¿No será oportunista también nuestra afición a llevar la contraria por principio para atraer la atención? (casi me sale un pareado)
Yo, a "fray" Merino, lo he visto una vez o dos en mi vida, pero he oído siempre hablar muy bien de él. Hice el noviciado en Caleruega y en otras circunstancias, no sé si mejores o peores.
Todos fuimos víctimas o agraciados de unas circunstancias históricas que tuvimos que rechazar o potenciar a lo largo de la vida.
Como dicen los entendidos, "los que sólo miran al pasado para hurgar en lo negativo, son personas neuróticas". ¿No es mejor apostar por las huellas positivas que recorren nuestras vidas?
Nuestros formadores también fueron víctimas de una formación que hoy nos parece trasnochada y que ellos mismos, como sabemos, han rectificado. Creo, por tanto, que no merecen nuestra crítica descalificatoria desde nuestro contexto histórico. También tú y yo y los otros tuvimos nuestros "arrebatos místicos", nuestras "meteduras de pata" debido a nuestra "formación", que ahora nos parecen,y son, de otra época. ¿Qué dirán de nosotros los que vienen detrás, y en otras circunstancias?
Perdona si he sido un tanto duro.Tómalo como una "corrección fraterna", como si estuviéramos en el "capítulo de culpas"...
Ramón Hernández Martín -