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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

PASEO A QUINTANA

PASEO A QUINTANA

Es el camino a Quintana de Raneros que fotografió Andrés Trapi este domingo pasado. El mismo por el que baja ese numeroso grupo de chavalines ya mozuelos creciditos de pantalón largo casi corriendo para coger el mejor trozo de la pradera y allí poner las priedronas, taparlas con los jerseys y delimitar las porterías. El balón en las manos, casi se resbala por el sebo que le han puesto en la Balonera, con cuidado de no votarlo en el camino pues los cantos raspan de lo lindo y no es cuestión de tener que rematar después de cabeza, por eso el "Mocé" no se quita la boina. Seguro que Seque va dispuesto a arbitrar. El pobre Olóriz derrapa por la cuneta del camino. La corbata de Leónides todavía es recordada en Quintana.

Es el paseo de la tarde de un miércoles de Octubre. En la Recreación se preguntaba: ¿hay paseo?, y siempre había paseo. Oiga Padre, es que tengo un poco de tos; arrea de aquí, ni tos ni ni ni... formas consagradas.

Detrás se acerca un dúo de dos repasando aquello de pi, bi, fi, tau, delta, zeta, kapa, gamma, ji, consonantes labiales, dentales y guturales del Griego. Mañana jueves hay examen y eso "cae" seguro. Lo malo es que caiga lo del Aoristo. Y es que el P. Tascón es un hueso, y feo...

Al fondo un trio de tres, lo de las parejas está mal visto. Son previsores, van acordando regresar de los primeros a las camarillas para llegar al agua caliente de las duchas.

Son unos fenómenos, ¡cuanto les admiro!, son los compañeros del curso de mi hermano Andrés.

Y es que yo lo recuerdo así...

Un secreto: os diré que esta fotografía fué candidata a aparecer en los telones que colgamos en el reencuentro de Octubre del año pasado. Quizás para el Centenario...

 

2 comentarios

Juan A. Iturriaga -

Juraría que puse "izo" con "h". Hoy mejor me callo, que no me están saliendo las cosas nada bien.

Juan A. Iturriaga -

Hace algunos años, haciendo el Camino de Santiago en un hotel en Sahagún me recomendaron que en la siguiente etapa que acababa en la Virgen del Camino, fuera a cenar a la catedral de las bodegas, en un pueblo llamado Quintana de Raneros. Lo comenté con los míos y allí fuimos. Antes de llegar les confesé que sí, que conocía el pueblo, y que mucho tenía que haber cambiado para que aquella tienda que vendía de todo se hubiera reciclado en “Restaurant”. Como siempre, fue una buena oportunidad para estar callado. Había un restaurante fantástico, precioso y comimos de maravilla.
Es como la vida misma. Aquellas bodegas, tenían todas unas entradas un tanto misteriosas y cutres, y lo menos que esperaba yo eran unas galerías enormes, preciosas, agradables, cálidas y gente estupenda.
Otra cosa fue el hospedaje que nos dieron en la Granja. Habitada por una comunidad extraña, que habían convertido la casa de Máximo y el paraíso de “la Tuli” en algo indefinido, que nos izo huir por la mañana lo más temprano que pudimos.
Parece que ahora las cosas no son así, y ya hay otras condiciones en la casa de ejercicios.