¡Vulnerables del mundo, uníos!
Artículo de nuestro copmpañero Eugenio González publlicado en TRIBUNA del Diario de León del pasado día 2.
EUGENIO GONZÁLEZ NÚÑEZ PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE MISSOURI-KANSAS CITY
02/11/2018
La enfermedad, la discapacidad, la carencia de trabajo o de igualdad de oportunidades en los estudios, las presiones sobre nuestra libertad de conciencia y de pensamiento, la falta de respeto a nuestra dignidad como seres humanos de cualquier edad, sexo, raza, credo político o religión, la pobreza en todos sus niveles, pueden hacernos a todos vulnerables en cualquier país y en cualquier momento de la vida.
Cada vez que visito el Salvador, la tierra de San Romero de América, viendo tanta pobreza, tanta injusticia, tantos niños y jóvenes que mendigan y roban sin asomo de un futuro mejor, es como si se nublara el alba. Si me acerco a la planicie de Chalatenango, descubro aterrorizado la brutalidad del asesinato del padre Rutilio Grande (1977), capaz de cambiar la vida del acomodado Obispo Romero, para convertirlo en voz y arma del pueblo salvadoreño. Si trepo a las colinas, con la altura de los cerros, la pobreza y la injusticia siguen creciendo para quienes apenas tienen un trocito de tierra árida, salada, improductiva. Si con suerte alcanzo las lomas de El Higueral, descalzos y en vulnerables casitas de barro, asustados, harapientos y desnutridos fueron ametrallados, desde los aviones, y perseguidos y masacrados, riachuelo arriba, sus habitantes, en la conocida como ‘Masacre de El Higueral’» (1981), cuando ya Romero (1980), había pagado con su propia sangre la redención de su pueblo, aunque todavía quedaran diez largos años de guerra fraterna hasta la firma del último acuerdo de paz (México, 1992). Hoy, las maras ponen la gota que colma el comal para que los pobres, ni de día ni de noche, puedan sobrevivir, contando sus muertos en cifras más elevadas que las de los propios tiempos de guerra. Viendo la película Romero, uno se da cuenta de cómo en tiempos de dictadura y represión, todos somos vulnerables, porque los poderosos arrasan —como plaga de langosta en el trigal—, con los derechos todos, y de todos.
Cuando ya de mañana, enciendo la tele, veo que el grupo de hondureños, con decisión y coraje van camino y se atreven a perseguir el sueño americano, ignorando que el sueño de este país se cierra en las fronteras de alambres, espinos, bayonetas que con saña levantan los hombres impíos y de rostro como pedernal. «Los dos mil», son los nuevos cruzados que, armados de valor, humildad, paciencia, van en busca de la Jerusalén prometida, aunque ya alguien les amenaza para que no se hagan ilusiones, porque «si la caravana sigue, caerá sobre ellos todo el plomo de… y ya no habrá más dinero para Honduras», tuitea el rumor con el chantaje que vulnera y ataca su dignidad y su libertad de hombres sin tierra. Muchos gobiernos latinoamericanos convierten a las gentes en vulnerables por el hambre, la falta de trabajo, la mengua de libertades, al lado de unos pocos que lo acaparan todo, y aún así, nunca se llenan, u otros que, ingenuamente felices, se venden por un plato de lentejas.
Cuando a diario, veo salir «de los barcos de la esperanza» los rostros embetunados de hombres, mujeres y niños, pienso en seres vulnerables en sus países, en busca de una tierra de promisión a la que arriban inhumanamente vulnerables, y vayan donde vayan, desangelados se van a quedar. Y es que hoy, en los países pobres, la fragilidad forma legión desarmada que merodea, va y viene, se esconde, husmea, huye asustada, sin destino final. ¡Ah los vulnerables, quién quita que algún día se conviertan en dueños y señores de la tierra de quienes hoy los miran con desprecio, empacho, o una mala y desacertada compasión, no exenta de un cierto temor!
…Cuando me sumerjo en las noticias de mi añorada España, de vez en cuando se me encoge el corazón, se me corta el aliento, y mi alma se subleva escuchando a esa mujer, cargada de humildad y de años que, sin perder la sonrisa, nos confiesa, «yo no sé leer, y por eso las cuentas y los dineros los lleva mi hijo. La pensión que tengo no da para mucho, pero vamos sobreviviendo», y me quedo boquiabierto ante esa mirada limpia y serena, enmarcada entre un pañolón negro y un rostro tan tierno y bondadoso, que yo llamaría materno. ¡Que vaya creciendo el número de mujeres maltratadas, asesinadas, que sean millones los pobres en España, es para llorar!, y casi llorando estoy, porque viendo gastos y despilfarros en aumento, es increíble que la pobreza y la mendicidad crezcan al mismo tiempo y a mayor celeridad que la justicia y la igualdad.
En el país de la opulencia, del capitalismo puro y duro, los pobres, los emigrantes, los niños y los enfermos, están llevando las de perder. Las leyes promulgadas por el Gran Jefe, benefician en su mayor parte a los poderosos. Aún en el frágil y delicado campo de la moral, en el país que en el pasado celebró el voto, la libertad, el respeto a la mujer, siga siendo maltratada, abusada, no siempre creíble, mofa de alguien que debiera apostar por el respeto a todos los ciudadanos, especialmente a los más débiles. Por todo ello, hoy, haciéndome solidario con las palabras de algunos de los premios Princesa de Asturias, me uno a todos los movimientos que en este país y en el mundo luchan por la dignidad, el respeto y el amor para los más vulnerables y frágiles, y con entusiasmo les grito: ¡Maltratados seres del mundo, uníos!, para expresar una vez más nuestro grito desgarrado ante un mundo que olvida el luminoso y bonancible pregón pascual elevado a la categoría de bienaventuranza, aunque siga habiendo males, y seres que involuntariamente tengan que resistirlos.
5 comentarios
Eugenio González Nuúñez -
Un gran abrazo y hasta la próxima.
Francisco Javier Cirauqui -
Estos escritos como el tuyo debían ser publicados más de vez en cuando, para recordarnos los sufrimientos, enfermedades, injusticias, hambres, exilios, migraciones y, en definitiva miserias y tristeza. La pobreza genera rechazo y está mal vista, como si fuera una enfermedad contagiosa, se aísla y se margina.
Vosotros habéis conocido los desastres, que causa la pobreza en América latina, yo he conocido la pobreza en nuestro entorno. Personas sin hogar, parados, sin trabajo, con adiciones, sida, rechazados, sin reconocimiento de la sociedad, pobres, solos, sin amor y en la miseria, hombres, mujeres, niños, diferentes, lgt, con la indiferencia a sus espaldas, con el sufrimiento a cuestas, provocado por otros hombres.
Por eso me uno a tu grito: ¡Maltratados seres del mundo uníos!, para luchar contra la injusticia, la pobreza y la miseria, siendo consciente de que mi aportación es mínima, estoy con todos vosotros y llenáis de amor mi corazón.
Gracias Eugenio, por tu artículo.
Pedro Sánchez Menéndez -
Ramón Hernández Martín -
http://blogs.periodistadigital.com/esperanza-radical.php/2018/11/11/p419659#more419659
Feliz domingo para todos y un fuerte abrazo".
A quien ya lo haya recibido por el otro conducto, doble perdón.
Ramón Hernández Martín -