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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

CRONICÓN MEMORABLE DE UNA MISA CONMEMORATIVA: 14 febrero, Vallecas. (Por Javier del Vigo)

CRONICÓN  MEMORABLE DE UNA MISA CONMEMORATIVA: 14 febrero, Vallecas. (Por Javier del Vigo)

El Besucón no estuvo de cuerpo presente; su cuerpo son ya despojos en formol, para prácticas de los estudiantes de medicina en Oviedo. José Luis, nuestro eterno Besucón, legó en vida consciente su cuerpo a la ciencia. Y sus hermanos en religión cumplieron. Sin embargo,  el pasado jueves, 14 de febrero, en la Iglesia vallecana de Santo Tomás su espíritu, su sonrisa, su alma, lo inundaba todo. Y el templo estuvo tan lleno de familiares, compañeros, amigos, alumnos y convecinos que hubimos de apretujarnos. Nos pusieron  sillas supletorias para seguir la misa de “celebración de la vida de José Luis Alcalde”. Y aún así, muchas gentes siguieron la ceremonia a pie.

 

No hubo incensario ni órgano. Por no haber, ni el “Adiós, madre de mi vida”.  Una guitarra subrayó la parte musical. Y una monja dominica americana, chiquitita ella pero brava, puso el broche final recitando unos versos para José Luis, con quien compartió los primeros tiempos de su exilio en España. En la contraportada de una hoja volandera repartida por la iglesia,  el texto de una canción, que se cantó mientras losconcelebrantes repartían comunión:

                  Tú nos dijiste que la muerte no es el final del camino,

                  Que, aunque morimos, no somos carne de un ciego destino.

                  …

                  Cuando la pena nos alcanza por un hermano perdido,

                  Cuando el adiós dolorido busca en la fe su esperanza, 

                  en tu palabra confiamos, con la certeza que tú

                  ya le has devuelto a la vida, ya le has llevado a la luz.

 

A las siete en punto,  vestidos de hábitos blancos y estolas,  sin capas ni capuchas negras (Pedro Sánchez el Vallecano  había advertido en este blog  a Ramón Hernández Martín “sabes que no hay sepelio”) un nutrido grupo de frailes dominicos subieron al altar, a concelebrar la misa de homenaje.  Otro grupo aún más numeroso de frailes ocupaba las primeras bancadas. Presidió  el provincial; el padre Lobo hizo una breve biografía de José Luis, muy sentida; familia, exalumnos y fieles de la parroquia pasaron por el micrófono del ambón recordándole en vida y pleno de ilusiones. Como primo, como profesor, como teatrero, como vecino… Jesús Díaz Sariego, el provincial, con aire de Maestro General de dominicos -según yo lo vi por la fuerza que puso en la homilía-, se sirvió de varios textos de quienes aquí, en el blog de Josemari (casi tres millones de entradas, más de una década al pie del cañón, sirviendo de nexo entre tantos, antiguos alumnos o no)  habéis manifestado  dolor por la pérdida de un amigo muy particular. Con sensibilidad y tino disertó Jesús.

Pedro Sánchez, el nuestro  -túnica blanca,  gesto decidido- dirigió la parte musical. En el  ambón, dirigiendo el canto de la asamblea, me evocó otros tiempos, cuando la escolanía en León. Cuando en las capillas o en el santuario él y algunos otros –Torrellas, Martínez del Cura, Iparraguirre o Huarte- nos dirigían. La misma fuerza. El mismo estilo.  Solo ha pasado medio siglo largo.

Al final, qué es el tiempo, sino una sucesión de recuerdos?  Y son tan fugaces los recuerdos como el tiempo mismo.  Acabada la ceremonia, fuimos agrupándonos  y abrazándonos quienes compartimos blog y paramera;  quienes pudimos asistir a aquel último homenaje a José Luis, el  Besucón. La noche se había adueñado  de Vallecas, ese barrio de reminiscencias obreras al sur de Madrid, donde Pedro y José Luis, en momentos diferentes, pastorearon al rebaño  vallecano “en la línea que fue habitual durante cuarenta años”. Fueron dispersándose frailes y vecinos. Al final quedamos solo los antiguos alumnos con Pedro. Diez y ocho personas.  

Federico Esteban Monasterio  (“siempre te recordaré con cariño”) fue el único que tuvo que ausentarse, en acabando la misa. Los demás seguimos a Pedro el  Vallecano al bar más próximo. Porque qué hubiera sido de las reuniones sociales en este país nuestro sin bares o iglesias?

Santos Vibot (“Cuánto nos hizo reír en las recreaciones y en las fiestas especiales… desbordaba por todos los poros de su empática sonrisa”),  camino al bar, coincidía conmigo sobre soledades y fugacidades. La vida es así, un siesnoes que hay que apurar. Con la frente alta, contra viento y marea. Intentando disfrutarla mientras podemos.

Ramón Pajares (“mi inolvidable padre submaestro…su ejemplo ha sido más importante para mí de lo que me gustaría confesar”) echó mano de las fotos en su móvil para dar un repaso a los viejos tiempo. Por ejemplo, una de grupo, añada del 61, en Caleruega, antes de tomar hábitos.  Entre Avelino Dacio (“Inmensa pena… Hasta siempre José Luis!”) y Javier Muñiz (“siempre contento, alegre, optimista. Siempre repartiendo besos”) le fueron aclarando la nebulosa del tiempo, citando uno a uno, sus nombres y apellidos. Aproveché para preguntar a Dacio sobre Pepito, al que hace tiempo no veo. Y le encargué le diera un abrazo fuerte, de los que cortan la respiración.

 

Alfonso Losada (“ha tiempo te echábamos de menos”) fue el encargado de hacer las fotos de grupo mientras el ágape del bar, del que socializamos la factura. No recuerdo haber pagado tanto nunca (es broma!), por más que mi memoria retrocede en el tiempo: 302 pesetas per capita. Conviertan Vds aquellas pesetas a la actual moneda de curso legal, háganme algo!

 

Javi de Pablos (“fue un verdadero maestro”), acompañado por Pili,  usó también su móvil para inmortalizar el “encuentro civil” del bar.  Quizá algún día veamos esas imágenes. Así mismo,  Mamen acompañó a Muñiz. Y Angelines a Fernando Alonso (“mi pesar especialmente a Pedro, José Antonio y José Ramón, que compartieron su entrega en la Comunidad de Vallecas”), quien ha cooperado también en trabajo y alegrías con parroquia vallecana y comunidad dominicana. Junto a Ángel Álvarez Melcón, también presente en los homenajes del pasado jueves.  Santos Barrigón asistió, Jesús Herrero. Pero sería por la austeridad del día o porque no hicieron falta. El caso es que nadie pidió ni auscultaciones ni pastillas.  Una buena señal, sin duda!

Por acabar el relato: cuatro perdidos llegamos desde el Cantábrico. De Oeste a Este: Julio Correas (“siento tu partida y quiero honrar tu memoria. No olvido que cautivaste a mi Marta”); Daniel Orden (”triste por su definitiva despedida”), que nos condujo por Madrid divinamente pese a la complejidad que supone para quienes vamos “de provincias”; Carlos Abad (“qué bien estuvimos y qué emocionado cuando nos despediste con lágrimas”) Se refería Carlos al año 2017, cuando él, Daniel Orden, Isidro Cicero y yo mismo  visitamos a José Luis en su habitación de la Virgen del Camino, apenas llegado de Madrid, aún bastante lúcido.  Nos lo agradeció infinito. Se quejaba sólo de que, al asomarse por la ventana, –decía- no veía la sierra de Guadarrama.

José Luis, aquella tarde, nos acompañó hasta la puerta de salida del viejo colegio que solo existe en nuestras memorias, con su sonrisa y una cachaba. Lloró cuando el abrazo de despedida. Los demás tuvimos que tragar las lágrimas y afrontar el momento de la mejor manera. Es que hay momentos en que habría que poner el corazón a congelar. Para que no bombease lágrimas a los ojos, que no es su función, no.

Postdata: Hice el esfuerzo de escribir para el blog  por ti, José Luis, fraile, profesor, teatrero, vecino y sobre todo amigo. Si es verdad que el espíritu no muere nunca, sonríenos, Joseillo, chiquitito, transgresor humilde de tanta norma social absurda,  desde ese firmamento negro.  Hasta que nuestras memorias se hagan cenizas en el tiempo. O en la nada. Te beso!

Javivi del Vigo

 



 

Fotos de la ceremonia religiosa de despedida a José Luis en el Santuario de la Virgen del Camino. 7 de febrero.

10 comentarios

Javier del Vigo -

Dos regustos confieso en esta mañana de viernes: el primero, oír noticias en la radio mientras desayuno ante la internet, mirando aquí o allá, cómo va el mundo o qué novedades hay de mis amigos, entre los que estáis los del blog de Josemari. El segundo, y este ya antiguo, escribir, de vez en cuando, en portillos de retaguardia aquí o allá también, porque me produce una ligera sensación de trasgresor, de mayor intimidad, colocado el cortafuegos entre el mundo mediático y un servidor.

Dicho aquello, y abierto por Josemari el nuevo portillo con artículo de Teresa Serraclara (2010) sobre la vidriera de Ráfols Casamada en el pórtico del santuario, que se apoya –es mi opinión- con mucha reiteración en “el profesor doctor” Fernández Arenas (nuestro profesor de historia y arte cuando la paramera, a quien pone en cursiva y entre comillas, pero sin citar fuente exacta), llegó el momento de agradeceros -Carlos, Ramones, Alfonso, Javi, Fernando, Antonio, Luis e Isidro- la deferencia de subrayar mi crónica con detalles añadidos sobre José Luis. Incluso halagando mi vanidad de escribidor, qué carajo: Gracias!

Dos corolarios sobre la crónica de aquel jueves::

Alfonso Losada da foco a un aspecto que se me pasó. El mismo Alfonso pudiera o debiera profundizar en el significado: el retablo de la iglesia en Vallecas es peculiar, diferente. En vez de esculturas o columnas salomónicas llenas de rocallas –como es habitual en los templos católicos- en Santo Tomás de Vallecas, tras el altar, una mampara negra con unas letras grandes blancas, sin más adorno: SOMOS UNA GRAN FAMILIA. (Repasad las imágenes de la crónica)

Incluye, Isidro, este dato entre las claves que crees percibir en el artículo, pero que no enumeras, aunque creo intuirlas,porque somos fruto de una cultura común y de muchas vivencias compartidas. Ya puestos, una información, para algunos ya conocida, pero para muchos creo desconocida: recientemente Isidro ha sido elegido presidente de la Sociedad Cántabra de Escritores. Mi enhorabuena!

Y una aclaración para Fernando: tienes razón, me creí moralmente obligado a narrar la tarde de aquel jueves en honor al Besucón, ya resucitado según Ramón Hernandez. Me refería a mi actitud frente al blog. Hacía mucho, mucho tiempo que mi vagancia me dejó mudo, porque a mi, cada vez más, escribir me cuesta. Pero fue precisamente la amistad y el sentimiento por la pérdida de una buena persona, muy humano, quien me sacó de la abulia. Espero que de vez en cuando ese resorte de sentirnos una gran familia me permita reincidir.

Buen fin de semana, familia!

Isidro Cicero -

Javier, una gran crónica sembrada de claves. Gracias por contárnoslo y enhorabuena por hacerlo con todos los detalles.

Luis Heredia -

Gracias, Javivi. Le despedísteis con todos los honores porque los presentes y los que estuvimos ausentes tuvimos el honor de haberle conocido y disfrutado de él.

Antonio Argueso Gonzalez -

Gracias, muchas gracias Javivi. Tras leerte parece como si hubiera estado, tan emotivo y cercano es tu relato. Esta reunión es una clara prueba de que la fuerza del espíritu del que se fue permanece entre nosotros.

Fernando Alonso Díez -

Gracias Javier por expresar nuestros sentimientos con esta crónica tan completa y emotiva, una vivencia con el recuerdo de José Luis a flor de piel desde el primer momento de la despedida, que arrancaba con la semblanza dibujada con afecto de hermano por su compañero de comunidad José Antonio Lobo con la que comenzó la celebración hasta el calor humano de ese grupo representativo de tantos de nosotros con el que tratamos de sentir con Pedro en el bar de Vallecas.
También quiero acabar comentando tu posdata, sé que cuando escribes "hice el esfuerzo de escribir para el blog" lo dices retóricamente, sé que no te ha costado ningún esfuerzo, no sólo porque como todos sentías un cariño especial hacia nuestro maestro y amigo sino porque lo hacías en nombre de tantos, de todos los que de muchas maneras lo recordamos.

Francisco Javier Cirauqui -

Yo no estuve en la ceremonia, pero con la crónica de Javivi la he vivido con toda intensidad. Emocionante y emotiva, de las que se guardan en el recuerdo. Joseito el chiquitito, el Besucón se lo merecía. Besos para todos, uniéndome a su recuerdo.

Ramón Pajares Box -

Muchas gracias, Javier del Vigo, Javivi, por tan sentida y exacta crónica.

Subrayo que en la iglesia no cabía un alma, porque aparte de dominicos (eran muchos, puede que en todo Madrid no haya muchos más) estaba aquello lleno de antiguos alumnos y, sobre todo, de vecinos del barrio. Termómetro de lo importante que había sido José Luis entre aquella gente y de lo importante que son los dominicos en una parroquia de la que les quieren arriconar.

Subrayo que fue muy agradable hablar con los ex-apostólicos que nos juntamos, tras la ceremonia, en el bar. Aunque los había visto de lejos en otras convocatorias nunca había terminado de hablar con ellos. Por fin lo hice y fui consciente de todo lo que me había perdido por no haber achicado distancias antes.

Y me quedo, Javivi, con tu postdata y tu recuerdo-homenaje a ese "chiquitito, transgresor humilde" que tan importante fue para mí, y cuyo recuerdo va a ser difícil que se me borre. Tus palabras las hago mías. Y te agradezco que las hayas formulado tan bien, por cierto.

Alfonso Losada Vicente -

Emocionante Ceremonia (había que estar allí). Y más emoción, por cómo lo narra, otro de los grandes, Javier del Vigo; con relatos así, uno puede ver toda la grandeza de una Ceremonia, en honor de un amigo tan querido por todos.
En el sencillo retablo" por llamarlo así" lo dice todo :
SOMOS UNA GRAN FAMILIA

Ramón Hernández Martín -

Gracias, Javivi, por los chorros de emoción que viertes en tu crónica de despedida o de un "hasta luego" de Alcalde. El último acto de similares sentimientos al que acudí fue el funeral por Marta, la de Julio Correas, en Oviedo. Me emocionó conocer ese día tantos destellos de la gratificante personalidad de Marta. En el de Alcalde seguramente me habría emocionado el himno cantado: "...aunque morimos, no somos carne de un ciego destino...". No te apures, Javivi, nuestras memorias nunca se harán cenizas en el Archivo en que se guardan. La A mayúscula es intencionada y significativa. Mucha emoción para tan asequible consumición: 1.80 euros por cabeza, aunque, tan generosos como sois, alcanzara los 2.00 euros. Sin duda, el homenajeado en la liturgia de acción de gracias por su vida, el destino de su cuerpo y las emociones explosivas de sus compañeros y amigos me parece que son reconfortantes recuerdos para guardar en ese Archivo especial. Honor y gloria a un excelente compañero que sigue acompañándonos en nuestro camino. Habida cuenta de todo lo dicho, no hubo sepelio ciertamente, pero sí que hubo una hermosa resurrección.

Carlos Abad Serrano -

Javivi, lo has clavado. Podías haberlo narrado más fuerte pero no mejor. Que sonrisa se le habrá puesto a José Luis por tu crónica. Que contentos y emocionados salimos todos del homenaje religioso que tanta gente tan variopinta le dió. Gracias José Luis por reunirnos de nuevo. Un abrazo fuerte