HOMENAJE A LUIS CARLOS RUEDA
Me parece de justicia dar la portada del blog a la reseña que, en el fallecimiento de Luis Carlos Rueda, compañero del curso de 1958, apareció en el Diario de Noticias de Navarra.
El recuerdo que yo conservo de Luis Carlos, es el de un mayor de curso aunque pequeño en estatura, ensayando en la Rondalla con la mandolina que dos años después yo heredé.
Josemari Cortés y Luis Carlos Rueda en la casa del P. Aniceto en Pardesivil.
No hay muchos profesores que te hayan dejado huella, que te motivaron a aprender. Luis Carlos Rueda, profesor de filosofía del instituto Ibaialde, era de los de valía personal, de los que te enseñaron a vivir. No olvido sus explicaciones y sí las teorías de los libros. Pertenecía a esa categoría de maestros curtidos pero sabios que, en definitiva, prefería que aprendiéramos a pensar por nosotros mismos y entendían la filosofía como una herramienta para cambiar la sociedad. Luis Carlos suplía su cuerpo menudo y aspecto deshilachado con una oratoria de vértigo. Llegaba a clase y lanzaba preguntas nada más entrar. Imposible bostezar... Mientras en el exterior se oían un murmullo que decía: “No pienses, haz lo que hay que hacer...”. Rueda defendía el libre pensamiento y la libre elección de modos de vivir en aquellos bulliciosos ochenta. Nunca tenía prisa por acabar el manual porque lo que realmente le interesaba era abrir un buen debate sobre cualquier tema, pasado o actual. Siempre había un hoy y un ahora al que aplicar un teorema.
Todavía me acuerdo de algún que otro examen de los suyos sobre los filósofos griegos. Entró al aula el pequeño gran hombre con su flequillo a medio lado amenazante de sabiduría, no sonrió y dijo: “¡Tema libre! Escribid lo que habéis entendido”. Y no era cachondeo, sabía muy bien lo que se hacía. Era un examen para lucirse o para cagarla... Sus notas a boli rojo no tenían desperdicio. Te trataba de adulto y, si no lo eras, madurabas a golpe de reflexión. ¡Cabezas para pensar, claro que sí!
Vivir de acuerdo con la propia conciencia y lejos de imperativos sociales y prejuicios fue lo que aprendimos de aquellos filósofos, algunos de nombres y teorías ininteligibles. El contenido moral de las acciones que defendía Séneca, las teorías de Kant, y el mundo de la mera apariencia alejado del auténtico ser, del verdadero conocimiento, la idea de libertad y ética de Foucault, el respeto a las tradiciones más ancestrales de Confucio... Tenían plena vigencia para Rueda en aquellos primeros años de la democracia. Hoy también, sin duda. El ansia de conocimiento aristotélica se enfrenta hoy a bancos de información indiferenciada ante el poder de las nuevas tecnologías y ello nos obliga a discriminar más que nunca lo que mascamos en nuestra cabeza. La sociedad de la información se presenta como sucesora de la sociedad de conocimiento sin ser iguales. Luis Carlos lo sabía y lejos de Internet y de redes sociales era un ávido lector de periódicos y de libros.
Sus amigos lo recuerdan como republicano hasta la médula, lector incansable, amigo y consejero en cualquier asunto, de los de darlo todo por los demás. Le gustaba mucho la Historia, a la que recurría riguroso para hablar del presente o analizar las injusticias de ahora, con las mismas raíces ramplonas como mantenía.
Hace apenas una semana nos dejó por un cáncer de próstata. 67 años. Demasiado joven.
Tus alumnos y admiradores sabemos que llevamos la semilla de un pequeño revolucionario dentro. Eskerrik asko Luis.La autora es periodista.
Diario de Noticcias de Navarra
POR ANA IBARRA LAZKOZ - Miércoles, 5 de Agosto de 2015
7 comentarios
Elpidio Rueda -
Lamento que con motivo de la muerte de mi hermano Luis Carlos Rueda haya dado informaciones incorrectas, cuando tenía ocasión para haberse sumado a los testimonios de simpatía y cariño como han hecho otros compañeros, a los que agradezco sus comentarios.
amador robles -
amador robles -
santiago rodriguez -
amador robles -
Jose Ángel Liaño -
Por qué no decirlo: mi extrañeza al ver tanto silencio. Pienso que fruto lógico de la tendencia exclusivista o reduccionista que, por desgracia, ha tomado este blog.
santiago rodriguez -