CRÓNICA DEL ENCUENTRO EN MONTESCLAROS.- JORNADA SEGUNDA, SEGUNDA PARTE.- AGUILAR DE CAMPOO.- (Por Javier Cirauqui)
CRÓNICA DEL ENCUENTRO EN MONTESCLAROS.- JORNADA SEGUNDA, SEGUNDA PARTE.- AGUILAR DE CAMPOO.-
Siendo las once y cuarto
Del catorce de septiembre
Salimos hacia Aguilar
Desde San Pedro Cervatos,
Distan veintiocho kilómetros.
Pasamos algunos pueblos
Y un cartel Rio Pisuerga.
Al fondo se ve un pantano
Casi vacío en la presa.
Su sequía es `preocupante
La zona y pueblo de Aguilar
Necesita pronto el agua
Y que llueva en abundancia.
Y la sequía paliar
Un polígono industrial
Con industria galletera.
Gullón uno, Gullón dos,
Que antes fueron Fontaneda,
Que en su tiempo fabricaban,
Más del ochenta por ciento
De la producción de España.
Vamos llegando a Aguilar
Y divisamos al fondo,
Peña Longa y el castillo,
Iglesia Santa Cecilia
De silueta románica
Y una torre singular,
Que se luce con tres cuerpos,
Y se muestra en el paisaje,
Formando una bella estampa,
Que a los ojos ilumina
Y que el programa presenta
Como visita opcional.
En la estación aparcamos
Y andando nos dirigimos
Hacia el Monasterio Real,
Dicho de Santa María.
Entramos en un recinto,
Por tres arcos adornando.
Precedido de una verja
Y un cartel de Europa Nostra,
Que su reconstrucción premia.
Y otro también nos recuerda
El lugar de los estudios
De interpretación románicos,
Con sede en el Monasterio
Y como no el instituto
De enseñanzas secundarias.
Entramos en un recinto
De forma rectangular
Con las edificaciones
Que son del siglo dieciocho
Y hoy día están ocupados
Y dan sede al instituto
De Enseñanza Secundaria,
También la Escuela Taller
Para poder completar
Restauración iniciada
Para todo el Monasterio.
Antes de la fachada
Se pasea un riachuelo
De agua pura y cristalina
Que entra y sale desde el centro
Que viene de Peña Longa
Y más tarde explicaremos,
El por qué de esta presencia.
Ya que todo el monasterio
Se alza sobre las aguas.
Cruzamos un puentecillo
Y vemos una portada
De un estilo neoclásico,
Con un balcón sobre ella,
Coronando la fachada.
Entramos en un vestíbulo,
Entre el monasterio antiguo
Y el del siglo mil dieciocho.
A la izquierda una escalera
Que nos lleva al instituto
Y a derecha recepción
Para entrar al monasterio
Y realizar la visita
De este bello monumento.
Lugar donde se enterró
El noble Bernardo el Carpio
Sea historia o sea leyenda,
Aquí estuvieron los restos
Del famoso caballero
Al pie de la Peña Longa
De la iglesia al mausoleo
Había una puerta abierta
Que llevaba hasta la tumba.
Causa de veneración.
Era el turismo de entonces,
Que el camino promovía
Para atraer a las gentes.
La guía nos reunió
Alrededor de su entorno
Para irnos explicando
Las dependencias del Centro.
En ese momento una mano
Ha tocado en mis espaldas,
Al volverme es Manolón,
Díaz Álvarez Manuel
Que con su esposa ha venido
A juntarse con nosotros
Para ver el monasterio,
Santa María la Real
Y de paso saludarnos
A todos los componentes
Del Encuentro en Montesclaros.
La guía que es muy simpática
Nos comenta que los muros
Son parte del monasterio
Antes de pasar adentro
Nos acerca a un lateral
Donde hay unas escaleras
Que llevan a un capitel,
Javier Cirauqui y “El Pitu”
Se suben a ellas primero
Y la guía nos invita
A observar una figura
Que en un hueco se perfila.
Pregunta qué animal es
Y yo le digo que un grifo
Y allí aparece una arpía,
Un animal fabuloso
Con el rostro de mujer
Y el cuerpo alado del águila.
En la mitología griega,
Hijas de Electra y Taumante,
Y en época medieval
La tentación significa
Por eso aparecen justo,
En los muros de la iglesia,
Monasterio de Aguilar,
Para prevenir a tiempo
Estragos de las arpías
En los monjes del convento.
En algunos capiteles
Se representan arpíos
De género masculino,
Junto a las del femenino.
Más algunos compañeros
Una sonrisa dibujan.
Avanzamos por el muro
Y muy cerca de la puerta
Vemos una inscripción:
“Erat…” año del Señor
Mil ciento sesenta y nueve,
Es el rey Alfonso Octavo
Quien cede este monasterio
A monjes premonstratenses
Mil doscientos veintidós,
Año de consagración
Del templo Santa María
En Aguilar de Campoo.
Que figura en una lápida
Y dice que fue realizada
Por el obispo Mauricio
Que era epíscopo de Burgos.
La historia del monasterio
Nos va explicando la guía,
Cuyo nombre no recuerdo,
Quizás se llamara Marta.
Según nos dicen las crónicas,
En principio un caballero
Va tras de una huidiza presa,
Por los desiertos cercanos,
A riberas del Pisuerga,
Y cuyo nombre es Alpidio,
Que se ha engolosinado
Con un soberbio animal,
Jabalí de gran tamaño.
Él va rastreando su presa
Por lo fragoso del monte,
Llamado de Peña Longa.
Pero, al fin, su esfuerzo alcanza
Una muy alta recompensa
Encuentra una antigua iglesia,
Donde se oculta la fiera.
Por el lugar merodea
Y encuentra una nueva ermita,
Que está llena de reliquias
Y un Jesucristo yacente.
Alpidio hombre de milicia,
Parte en busca de su hermano,
Que es nombrado como Opila
Y es abad de un monasterio
A las orillas del Ebro.
Como él es el eclesiástico
Decide qué hacer con ellas.
Vuelven los dos hermanos
Y ven los ojos de Opila,
Que hay un poderoso río,
Y que las tierras cercanas
Prometen fertilidad.
Su casa antigua abandona,
Mudándose a las ermitas
Y traerá su ganado,
Desbrozará la espesura,
También labrará las tierras
Y levantará las paredes
De un antiguo monasterio,
Reuniendo en su interior
Religiosos que trabajan
Y que rezan día y noche.
Ochocientos veintidós,
El año de este suceso,
Cuando el conde Osorio llega
Y lo encuentra de su agrado,
Entrega su cuerpo y bienes
Y promete maldiciones
Para quienes esto interfieran
En su decisión tomada.
En el diploma del conde
Se recoge detallada
De la fundación su historia.
El citado documento
Ha resultado ser falso,
Pues la fabulosa historia,
Parece se elaboró
En el transcurso del once
Sacada de otros diplomas
O inventado por su autor.
Sin duda en aquellos tiempos
Desde aquel séptimo siglo
Existieron en la zona
Ermitas con religiosos,
Sometidos a un abad.
La Iglesia de Santa María
En la que estamos ahora
Ha sido documentada
Allá por el siglo once.
Crecen las donaciones
De todos los poderosos
Del pueblo y de la comarca.
Mediados del siglo doce
Es monasterio importante
De economía boyante
Y ejercen su patronato
Las importantes familias
De la nobleza feudal.
Mil ciento sesenta y nueve,
Es el rey Alfonso Octavo
Quien entrega este lugar
Llamado Santa María
De Aguilar con sus dominios
Fuentes, molinos, batanes
Y todas sus pertenencias
Para los premonstratenses.
Y los monjes expulsados
No se conforman con ello
Y plantean las demandas
Delante la autoridad
De la iglesia del momento.
Para la desgracia de estos
Quedó zanjado el asunto
A favor de los mostenses,
Mil ciento setenta y tres,
Por bula del cardenal
Denominado Jacinto,
Que era legado papal,
Y ponía al monasterio
Bajo protección real.
Los premonstratenses surgen
Misma época que el Cister
Dentro de aquella corriente
De rigor y austeridad,
“Candidus et Canonicus”
Fue fundada por Norberto
El mil novecientos veinte.
Les llamaron monjes blancos.
Pero los mostenses pronto,
Abandonan el rigor
De las normas cistercienses.
La labor manual desprecian
Y su función de canónigos
Es pastoral, no claustral,
Pues su fin es recaudar
Las cuantiosísimas rentas
Que producen sus dominios.
Durante unos cuarenta años
Plagados de muchos pleitos
Por la constante expansión,
Ampliando sus territorios
A favor del monasterio.
Mantuvieron un litigio
Por cobrar los beneficios
De una iglesia o monasterio
En tierras de Cordovilla.
A tal extremo llegaron
El mil doscientos nueve,
Que a los monjes les retienen
Los vecinos revoltosos
Durante más de tres meses
En el mismo monasterio
El cual iba a ser esquilmado.
En la Edad Media se viven
Los momentos de esplendor
De Santa María la Real.
Posesiones abundantes
Y las rentas que producen,
Les permiten mantener
Un importante edificio.
Allí en el siglo catorce
Se suceden las catástrofes.
Los monjes del monasterio
Contra el abad se sublevan,
Rompen voto de obediencia
Y junto con los vecinos
De la villa de Aguilar.
Las estancias del abad
Y otras muchas dependencias
Del citado monasterio,
Hoy destruyen y saquean.
Más tarde será la peste,
También las guerras civiles
Entre Don Pedro Primero
Y hermanastros Trastamara.
El castillo es sitiado
Por los ejércitos reales,
Que a Don Tello perseguían,
De Pedro Primero hermano,
Señor de Aguilar legítimo.
Todo esto afecta al cenobio
Pues sus rentas disminuyen
Con las penas y desgracias
De la peste y de las guerras.
Tras los tiempos turbulentos,
Santa María la Real
Conocerá largos años
De prosperidad tranquila,
Finalizando el Medievo
Surgen los nuevos conflictos
Al nombrarse un nuevo abad
Por los monjes elegido,
Pero que no es aceptado
Por la casa de Retuerta
Sede premostratense
De la provincia de España
Provocando grandes pleitos.
Felipe Segundo ordena
A sus leales jerónimos
Que investiguen el asunto,
Si les encuentra culpables
Entregará el monasterio,
Los Bienes y posesiones
A los monjes de esta orden.
Y nada se demostró
Y el deseo de Felipe
Al cabo no se llevó.
En el siglo diecisiete
Se vive una gran euforia,
Se cambia el hábito blanco
Por la negra vestimenta.
Cada monje tiene un título.
Son maestros de novicios,
Secretarios del abad,
Administrador de bienes,
Depositarios, trojeros,
Bibliotecarios, lectores,
Enfermeros, jubilados,
Despenseros y cilleros.
Los privilegios aumentan,
El impulso constructivo
Nos habla de auge económico,
Cambios de mentalidad.
Consideran los canónigos
Que es impropio para ellos
El dormitorio común,
Lo que obliga a construir
Las celdas individuales.
Reformas del alto claustro
Y un amplísimo salón
Para el esparcimiento
En el viejo dormitorio,
Que más tarde se llamó
Con el nombre “La Salona”
En el siglo dieciocho
Sigue el afán constructivo,
Edificando dos alas
En la entrada al monasterio,
Dedicadas sobre todo
A oficinas y almacenes.
En el siglo diecinueve
Esto se va acabando.
Los monjes premonstratenses
De santa María la Real
De talante liberal
Se habían ganado las iras
De las partidas carlistas
Y la decadencia es tal,
Que el propio abad aconseja
Exclaustración temporal.
Por simple curiosidad
Diremos que Montesclaros
Defendía a los carlistas.
Durante unos breves años
Se pone en funcionamiento
El Colegio de las Artes
El once del mes de octubre
Del año mil ochocientos
Y hasta treinta y cinco más.
Por orden ministerial
Desaparece el conjunto
Santa María la Real
Como instituto eclesiástico
Y que después de esta fecha
Se produce el abandono
Y ruina del edificio
A pesar de declararse
Monumento nacional.
Decreto doce de junio
Del año mil ochocientos
Y con sesenta y seis más.
La desamortización
Hace que todas sus tierras
Y también su hospedería
Y estos bienes pasarán
A manos particulares,
Pero, no así, el propio cenobio,
Que al no tener comprador
Fue víctima de la ruina,
A pesar de ser nombrado
Monumento nacional.
A fines del diecinueve
Los capiteles del claustro
Y algunos más de la iglesia
Van al Museo Arqueológico
Para su contemplación
Y alguno de ellos emigra
A los Estados Unidos
Y otros son recuperados
Por familias de Aguilar
Al pasar al monasterio
Por su puerta principal
De antiguo estilo románico
Vemos como un arroyuelo
Mana por un lateral
Y sale hacia el exterior
Para luego aparecer
Entre la cocina y cilla
Como el agua de molino
Que va triturando el grano.
El monasterio se ha alzado
Sobre las corrientes de aguas
Y sufrirá consecuencias,
Que más tarde explicaremos.
El grueso del monasterio
Será de estilo románico
Y según avanza el tiempo
Se encuentra el tardo románico,
El llamado protogótico
Hasta acabar con el gótico
O estilos del dieciocho.
Al entrar al monasterio
La guía nos va llevando
Hasta una pequeña sala
Abovedada en cañón
Y que se llama apuntado.
Aquí se daba a los monjes
Los útiles de trabajo.
Desde aquí a través del claustro
Podían pasar a las huertas
Y a los campos de trabajo
Como el molino y la cilla.
A su lado se encontraba
La Sala Capitular
Que en el mil doscientos y nueve
Fue de nuevo reformada
Por la orden premonstratense.
Se encuentra cerca del templo
Y facilitando el paso
De los monjes cada día,
Después de la hora prima.
Su escasa altura se explica,
Por tener los dormitorios
En la planta superior.
Tenía diversos usos,
Un lugar de reunión
Para la comunidad.
Se realizaba el capítulo
Donde siempre se trataban
Los asuntos de interés
Y la elección del abad.
Era panteón de abades
Y personajes ilustres.
Tuvo modificaciones,
Abriéndose al locutorio
Y en el siglo diez y ocho.
Una escalera se abrió
Para entrar al dormitorio.
De allí pasamos al claustro
Al que luego volveremos
Por su parte occidental,
Donde se encuentra la cilla,
Que es despensa y almacén
Y se halla por lo tanto
Entre la cocina a un lado
Y en el otro el refectorio.
Entre la cocina y cilla
Un pequeño locutorio
Del cillerero o pobrero
Que repartía alimentos
Y limosnas a los pobres
Como manda el reglamento
En la vida de los monjes.
De allí salimos al huerto
Por una pequeña puerta
Que casi todos se agachan
Menos yo que paso erecto.
Sobre el umbral de salida,
Aparece una inscripción
Por lo que se supone
Que era un paso al cementerio:
“Huc venientes… en latín
Que más o menos decía:
Los que por aquí venís
Y lo que vosotros veis
Levantad y edificad
Corazones compungidos
Y rezad piadosamente
Para que pronto no muráis”.
Nada más pasar el arco
Se ven árboles frutales,
Son perales y manzanos,
Aunque no están bien cuidados
Tienen abundantes frutos.
Castañón come manzanas
Y yo recojo una pera.
Al fondo se ve un edificio
De un solo piso de alto
Muy bonito y bien cuidado,
Al fondo se ve la posada
Santa María la Real
Y pequeños edificios,
Que parecen bungalows,
Bares y restaurantes.
A la derecha la iglesia
Con su entrada y espadaña
De románico del doce.
A la izquierda, donde vamos,
La fachada occidental
De este hermoso monasterio,
Que abarca toda la cilla,
Dependencias del claustro alto
Y al fondo está la cocina
Con su chimenea erguida.
Según nos dice la guía
Los cimientos se resienten
Por el agua que hay abajo
Sobre todo en la cocina
Que hace combarse a los muros.
Se reforman las paredes
Y se ponen contrafuertes,
Pero el muro sigue hundido,
Aunque sin mucho peligro.
La chimenea se yergue
Sobre todo el edificio
Y detrás de ella aparece
El riachuelo citado,
Que se ha convertido en molino
Para poder triturar
El grano de su cosecha.
José Manuel nos comenta,
La vida privilegiada
Que llevaban estos monjes,
Con sus grandes posesiones
Sobre todo comparada
Con la vida de los pobres.
Con sentido del humor
Nos cuenta la situación.
Volvemos hacia la iglesia
Por la entrada de los fieles,
Bajo la gran espadaña,
Mientras la comunidad
Lo hacía directamente
Por la puerta lateral
Que existía en el oriente
Salimos de nuevo al claustro,
El elemento central
De todo aquel edificio
Que ordena el funcionamiento
De la vida monacal.
La guía nos va diciendo,
Que con la ruina del claustro,
Quedan pocos capiteles
Del recinto original
Y nos muestra un capitel
Con las formas vegetales
Y por Peridis donado,
Y otro que se conserva
Con la pareja de grifos
Y alguno más decorado
Con palmas o con leones.
El techado de madera
Se sustituyó con bóvedas
De obra de cantería,
Principios del siglo trece
Reconstruyeron el claustro,
Reutilizando una serie
De los capiteles dobles
Que habían sido tallados
Para anterior edificio.
Y en los machones pusieron,
Capiteles decorados
Con hojas mucho más planas.
Volvemos al interior,
Iglesia del monasterio,
Situada al norte del claustro
Con ábsides orientados
Al este por tradición.
De planta basilical
De tres naves alineadas
Con un ábside central.
Bóvedas góticas forman
La capilla principal.
Todas son del siglo trece.
Los monjes premonstratenses
Realizaron en la iglesia
Su mayor dedicación.
La iglesia es un espectáculo
Y la guía nos comenta
Que al día de hoy se utiliza
De sala de conferencias
Y museo del románico,
En su interior se celebran
Muchos actos culturales
Y muestra de audio visuales.
Sobre las naves se ven
Las maquetas de edificios
Importantes del románico
De Palencia y alrededores,
Como Burgos y Cantabria.
Y yo entre ellos reconozco
El de San Martín de Frómista
Y San Pedro de Cervatos.
En el muro de la iglesia
Se ve una puerta tapiada,
Que era la que conducía
Al camino del sepulcro
Del noble Bernardo El Carpio.
La iglesia del monasterio
Sirvió de última morada
Para sus benefactores,
Castañedas, Villalobos,
Los Laras y Figueroas
Y sus restos hoy reposan
En sepulcros restaurados
En el centro de la iglesia.
Nos indica que allí está,
A la izquierda del recinto,
Una capilla del Cristo
Que se encontró entre las ruinas
De la ermita primitiva.
Un Jesucristo yacente
Que realizaba milagros
Y que hoy se encuentra alojado
En San Miguel de Aguilar.
Esta citada capilla
Es de estilo escurialense.
Capilla Santa María,
La capilla del abad,
El claustro y la sacristía
Por el camino pasamos.
Llegados al locutorio
La visita ha terminado.
Durante nuestro trayecto
Vamos encontrando fotos
Donde se ve el edificio
En el estado de ruina
Y una vez reconstruido
Que es lo que vemos ahora.
En la Segunda República,
Se intentó reconstruir.
El intento fue abortado
Ante la Guerra Civil.
El año mil novecientos
Y otros cuatro años de más
La intervención se repite
Con dudosa actuación,
Aunque por el otro lado
Se colocan las cubiertas
Que atrasan su destrucción.
Cerca de los ochenta,
Amigos del Monasterio,
Voluntarioso trabajo
De desescombro realizan
Y a partir de este momento
De rehabilitación hablan
Y funcionalidad nueva.
Y llegamos al momento
En que se hace realidad
En Aguilar de Campoó,
El proyecto inmemorable,
Santa María la Real.
Una vez que hemos salido,
Aplaudimos a la guía
Que ha sido muy competente
Y ha explicado esta visita
De modo tan eficiente.
Salimos del Monasterio
Y vamos a pasear
Por Aguilar de Campoó
Y celebrar en la plaza
Un poteo popular,
Tomándonos unos vinos
O unas cervezas quizás,
De pinchos acompañados,
En la plaza del lugar.
6 comentarios
Francisco Javier Cirauqui -
Respecto a la "pérdida del beso y el abrazo" creo que fue la experiencia que tuve. Un niño de 11, 12 años y en mi caso hasta los diecisiete años en que me fui, necesitaba un poco más de cariño y amor. Entiendo que en aquel ambiente era difícil por posibles interpretaciones, más por las mentes retorcidas y mal formadas que por el desarrollo natural del encuentro y la amistad. Yo en Villava tenía visita todos los fines de semana de mi padre y mi madre y allí todo era mucho más cercano y mucho más emotivo.
En León me supuso mucho el carácter de las gentes tanto de alumnos como de frailes, pero lo fui salvando con mis aficiones, poesía, literatura, radio, escritura y sobre todo con la relación de muchos compañeros que me fue gratificante.
Un fuerte abrazo. Javier.
Antonio Argueso Gonzalez -
Hay otro punto sobre el que quería venir, Cirauqui. En tu comentario a lo escrito por Cícero en un portillo anterior dices quea al volver a tu pueblo de vacaciones "había perdido la costumbre del beso y el abrazo". Tengo nietos de la edad que teníamos nosotros en el momento que describes; me cuesta comprender cómo salimos adelante en un entorno tan seco de cariño. Esa frase es insuperable: con nueve palabras plasmas esa soledad emocional que dominó nuestra infancia y primera juventud.
Francisco Javier Cirauqui -
Realmente me sorprendió el valor arquitectónico, artístico, funcional y su reconstrucción y adecuación al momento. Los próximos capítulos los haré más corto.
Un fuerte abrazo para todos. Javier.
Francisco Javier Cirauqui -
De todas formas gracias por tus elogios y siempre unidos los del 59.
Tengo claro que debo reducir mis crónicas.
Un fuerte abrazo. Javier.
Jose Manuel García Valdés -
Un abrazo.
Francisco Javier Cirauqui -
el mil novecientos veinte..
En realidad debía decir:
Fue fundada por Norberto
el año mil ciento veinte.
un saludo para todos. Javier.