MÁS QUE AÑORANZA, TRISTEZA
Muchos dedos acariciaron sus teclas.
Pianos deteriorados y ventanas a través de las que nos distraíamos con pajarillos libres aquellos niños sentados en esos pupitres diminutos, inolvidables...
Ese melancólico contraluz sobre tanta música y letra implantadas en nuestro ayer.
4 comentarios
Luis Carrizo -
Un abrazo, Olóriz. Me alegro de verte por aquí.
Olóriz -
¡Cuántos y cuántas veces habremos tocado en esos pianos!
Más piezas para ese museo. Lo que se ve al fondo, al lado de la pared, podría ser un "pianoforte", es decir, un piano de finales del XVIII o principios del XIX, lo que no dejaría de darle cierto valor. Habría que ver en qué estado se halla el mecanismo.
Juan A. Iturriaga -
que le diga: «Levántate y anda!»
Y andó.
Francisco Javier Cirauqui -
por sus dueños tal vez arrumbado
con las teclas y cuerdas al aire
veïase el piano.
Cuantas manos de niños tocaron
su teclado intentando sacarle
melodías y notas al aire
de un cálido tono.
Muchas veces el genio del piano
nos recuerda los años vividos
que en su fondo conserva sonidos
que nos tocan muy dentro del alma.
Un abrazo.