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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

SU PRIMERA CENA

SU PRIMERA CENA

Los recuerdos, duros recuerdos, en tinta china de Juan Tirapu.

 

Buenas tardes Josemari
En esta tarde al leer a Zirauqui, me ha venido el recuerdo de mi primera cena en León.
He escrito algo y te lo envio, por si lo quieres poner en tu foro
Un abrazo
Juan Tirapu.

 


 

 

Hola a foro de antiguos alumnos dominicos en la Virgen del Camino León

Hace bastante tiempo que no entraba en el foro, esta tarde lo he hecho y he estado leyendo distintas cosas algunas interesantes para mí. Gracias por mantener este lazo con estos recuerdos al fin y al cabo ¿Qué es la vida? Quizás sea como un libro que vas escribiendo con tinta china y ya no se puede borrar.

Éramos tan jóvenes como cantaba Santi de los Mustang, por cierto que bien lo hacía

El relato de Javier Cirauqui me ha hecho recordar

 

En este recuerdo con tinta china me viene nítidamente el día que yo llegue a la Virgen del Camino en el autobús que también iría Cirauqui  etc.

Era la hora de la cena y cansados por un viaje largo y pestoso, nos sentamos en el refectorio contentos y expectantes con la primera cena en la V d C

El primer plato era sopa, cada persona es un mundo amigos y ya sabéis eso de para los gustos se hicieron los colores etc. etc. etc.

Aquello para mí era como para Sabina hacer campaña del  PP o mucho peor hacerle cantar al Fary un dúo con Frank Sinatra, o quizás  que Yola Berrocal  dé una conferencia de matemática cuántica, en fin yo que sé, era lo peor.

Apareció por allí un personaje vestido de blanco, pequeño calvo y algo obeso que me dijo:

Esa sopa te la comes si o si, y yo pensando en aquello de la vocación el sacrificio, no todo va a ser liso y llano, que creías que el cielo se alcanza así como así, intento tragar y termino devolviendo todo al plato.

Amigos el hombrecillo de blanco estaba atento y de un salto se me presenta, y me dice:

Tú no te vas de aquí hasta que te termines la sopa.

Amigos, compañeros lo que seáis, me comí la sopa, y os juro que es un recuerdo en tinta china.

Este personaje era el padre cura, era lo peor que vi por allí, es curioso no leo nada de él

Ya me diréis algo.

Porque en otro recuerdo en tinta china os contaré, las dos palizas que me dio el hijoputa.

Es lo que hay , salud al foro.


11 comentarios

Tirapu -

Gracias a todos por vuestras respuestas, como sabéis soy muy nuevo en este foro, cuando me metí aquí por primera vez, sentí una sensación
Como de vértigo, fue una alegría saber de vosotros, pero como dice Javier aquello estaba ya enterrado en el disco duro, partición niñez.
Y no, no hay odio ni rencor, simplemente quedan algunas actuaciones marcadas a fuego, y creo que es en este foro donde se puede hablar de estas cosas, y lo he contado como os lo contaría tomando una cerveza
También tengo muchos recuerdos de colores y mil anécdotas,y no tengo en la cabeza haber tenido un mal rollo con ningún compañero y no me siento ni amargado ni nada de eso, procuro coger lo bueno de las cosas, pero lo que has vivido está contigo y me parece sano hablar de todo sin miedo.
Sobre la expresión malsonante, yo soy lector mas de novela negra y montaña, no he leído a Kant, Cicerón, y lo siento, pero corto y pego lo escrito por mi amigo Barrio, el seguro que los ha leído, por eso escribe asi.
El perdón no está reñido con la libertad de expresión, máxime cuando, con los debidos respetos hacia su madre, que ninguna culpa tuvo, merece tal calificación coloquial usada en referencia a personas con comportamientos humanos anómalos hacia el resto de los mortales, cuando no, en numerosas regiones, como muestra de cariño, que no es mi caso.
Suerte y saludo para todos



Salva -

Como no creo ser capaz de definir, mejor que tu, lo que siento respecto a aquellos años, me apunto incondicionalmente a lo que has dicho,Javier. Saludos.

Javier Cirauqui -

Quiera o no quiera yo, mis recuerdos serán siempre subjetivos. Están pasados por mi personalidad y me parecen de lo más valido la posición de cualquiera y la posición de Tirapu y la posición del que pondera aquellos años. Mis recuerdos no son todos maravillosos, algunos son nefastos e hijoputas, pero me empeñe o no me empeñe no puedo renunciar a lo que viví y por mucho que me resista condicionaron mi vida y mi personalidad. Yo no tengo miedo a las nostalgias o no nostalgias, sino al olvido y a cerrarme en banda a aquellos recuerdos que he recuperado, después de haberlos tenido cerrados con mil candados y arrumbados e el baúl de los recuerdos, que no olvidados. Envolvámoslos en un poco de ternura, poesía y mala leche, si es necesario. Con mucho cariño. Javier.

Salva -

Después de partirme de risa con el relato de Julio Correas, hoy me atrevo,y sin ningún ánimo de "cargar la pila", después de estos años transcurridos tras el Encuentro en La Virgen del Camino, y al hilo de lo que nos empezó contando Tirapu, a deciros lo que me pasó con el compañero que me tocó al lado , en el Santuario, mientras asistíamos a Misa. Pues bién, yo veía, con mi mujer a mi izquierda, como, a mi derecha, permanecía sentado, sin hacer el menor caso a los movimientos de levantarse, o arrodillarse, un "jovencito" que aparentaba pocos años mas que yo y al que no era capaz de identificar. Ni se movía, ni rezaba, ni cantaba: eso si, tenía en los labios una media sonrisa un tanto sarcástica. En un momento determinado de la ceremonia, el Padre Cura, al que, por cierto, en seis años de Colegio nunca lo tuve ni como directr ni como profesor, se encaminó al atril para dirigir el canto del conjunto de los asistentes a la Misa. Estábamos sentados y, sin previo aviso, mi compañero de banco inclina la cabeza hacia mi hombro y, con marcado acento de la Cuenca, me susurra ¿" No habrá quien pegue un tiru a esi hijoputa "?.
Aguanté la risa como pude y, también con un susurro le pregunté. "¿ Por qué, hombre?". Me contestó. "Mira, veo a esi paisano y acuérdome de les carreres , por la mañana y cuando más xeláo taba, dando la vuelta a la Finca. Los últimos solían ser castigados sin desayunar y yo siempre fuí de poco correr" "¿ Y todavía no se te pasó el enfadu ?", volví a preguntar, ya casi riéndome abiertamente, y sintiendo la mirada, entre extrañada y reprobatoria de mi mujer."No, amigu, eso, y alguna otra cosa, nunca lo olvidaré ni podré perdonar".
Acabó la Misa y nos dispersamos en el barullo aquél, cada uno tratando de localizar a los de su curso. Ni aquel día ni ningún otro lo he vuelto a ver.

fernando muñoz box -

Quiero poner aquí mi granito de arena con vuestro permiso.

Todos sabemos que el blog es algo positivo que entró en nuestras vidas hace unos años y todos sabemos que tiene cosas buenas, malas y regulares, como todo en la vida.

Pero siempre me he admirado de los que entre vosotros tienen recuerdos maravillosos de los años de La Virgen del Camino. Me ha parecido que no eran recuerdos objetivos sino subjetivos. Y no tiene nada de particular que los recuerdos de otros, que no han escrito tanto, o no han querido remover basura, sean positivamente nefastos.

Y ahora viene mi reflexión: Somos lo que nos ha hecho la vida, somos el presente y , como Cicero recordará, le dije una de las primeras veces que nos vimos que el pasado fue hermoso, pero que lo mejor es el presente. El pasado nos marcó en su momento, pero ahora lo que importa es lo que somos. Nunca me ha gustado la añoranza, porque es falsa.

A mí enterarme ahora de ciertos episodios, que ignoré toda mi vida, me impresiona mucho. Pero no me hacen cambiar mi opinión sobre las personas, porque en mi ignorancia de cosas concretas tuve la intuición de que algo no marchaba y ahora no me alegro de que el tiempo me dé la razón, porque tampoco se puede decir que tenga razón...

A los que sufrieron, un abrazo muy fuerte. A todos, otro abrazo.

Julio Correas -

Pues yo creo que cada cual o cada quién puede decir lo que le venga en gana y allá sus consecuencias, pero cuando leo el “hijoputa” que escribe el amigo Juan Tirapu no lo leo como un vocablo literal donde se mienta a los ancestros o se utiliza como insulto. Más bien entiendo una expresión habitual, un disfemismo cuyo campo semántico y significado real depende del contexto en que se use.
No olvidemos que hijoputa o joputa es simplemente un vulgarismo de uso habitual en la literatura del Siglo de Oro: El Quijote o El Buscón Don Pablos. Que hay hay un licor de orujo llamado Hijoputa. Un café artesanal de Puerto Rico que se llama de “puta madre”, y que cuando coloquialmente pregunto a un amigo cómo está, me alegra mucho si me contesta : “de puta madre”, porque significa que no puede estar mejor.

Pues bien, buceando en tal “palabro”, me encontré la historia que os transcribo y que seguro hará reír a más de uno. Al final se entiende lo que es ser un verdadero “hijoputa”.
-…………………………………-
Estaba sentado el otro día delante de mi ordenador cuando me acordé que tenía que llamar por teléfono a un compañero. Descolgué el auricular y marqué el número de memoria. Me contestó un tipo con muy mal humor diciendo:
- ¿Qué quiere?
- Soy Ignacio Martínez, ¿podría hablar con Roberto Espárrago? – dije amablemente.
- Te has equivocado, gilipollas – me respondió y acto seguido colgó.

No daba crédito a lo que me estaba ocurriendo. Cogí mi agenda para buscar el número de mi compañero y comprobé que, efectivamente, me había equivocado. Pero como aún recordaba el número “erróneo” que había marcado anteriormente, decidí volver a llamar a aquel tipo y cuando me cogió el teléfono no esperé a que contestase y le dije:
- Eres un hijoputa – y colgué rápidamente.

Inmediatamente apunté aquel número en mi agenda junto a la palabra “hijoputa”.
Cada dos o tres semanas, cada vez que estaba cabreado (porque me llegaba una letra inesperada, o un aviso de multa, o discutía con mi mujer, o alguna situación por el estilo) volvía a llamarlo y sin dejarle contestar le decía:
- Eres un hijoputa.

Esto me servía de algún modo como terapia y me hacía sentirme mucho más relajado. Unos meses después, la maldita Telefónica introdujo el servicio de identificación de llamadas, lo cual me deprimió un poco porque tuve que dejar de llamar al “hijoputa”. Pero de repente, un día se me ocurrió una idea: marqué su número de teléfono y cuando escuché su voz le dije:
- Hola, le llamo del departamento de ventas de Telefónica para ver si conoce nuestro servicio de identificación de llamadas.
- No. – me dijo el tío grosero, y me colgó el teléfono.

Rápidamente lo volví a llamar y le dije:
- Eres un hijoputa.

Un mes después, estaba yo esperando con mi coche a que una anciana saliera de la plaza de aparcamiento del Hipercor. Esta lo hacía muy lentamente y cuando terminó la maniobra y me disponía yo a ocupar la plaza libre, apareció un Golf GTI negro a toda velocidad y se metió en el hueco que iba yo a ocupar. Comencé a tocar el claxon y a gritar:
- ¡Eh, oiga!, ¡Que estaba yo esperando!, ¡No puede hacer eso!.
El tipo del Golf se bajó, cerró el coche y se fue hacia el centro comercial ignorándome como si no me hubiera oído. Yo me quedé completamente frustrado y pensé: “Este tío es un hijoputa. El mundo está lleno de ellos”. Justo en ese momento vi un letrero de “SE VENDE” en el cristal de atrás del Golf. Lógicamente anoté el número y me fui a buscar otra plaza de aparcamiento.

A los dos o tres días, vi en mi agenda el número del “hijoputa” y me acordé que había anotado él número del tipo del Golf. Inmediatamente le llamé y le dije:
- Buenos días. ¿Es usted el dueño del Golf GTI negro que se vende?
- Sí, yo mismo.
- ¿Podría decirme dónde puedo ver el coche?
- Sí, por supuesto. Yo vivo en la calle de Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa, es un bloque amarillo y el coche está aparcado justo enfrente de la casa.
- ¿Cómo se llama usted?
- Enrique Juárez
- ¿Qué hora sería la mejor para encontrarme con usted y discutir los detalles de la operación, Enrique?
- Pues yo suelo estar en casa por las noches.
- ¿Puedo decirle algo, Enrique?
- Sí, claro.
- Enrique, eres un hijoputa – y colgué el teléfono.

Inmediatamente después de colgar anoté el número en mi agenda al lado del otro, pero en este puse el nombre de “hijoputa II”. Ahora tenía dos “hijoputas” para llamar y así estuve durante dos o tres meses, llamando ahora a uno, ahora a otro; hasta que comenzaba a aburrirme un poco.
Me puse a pensar en serio sobre cómo resolver este problemilla y al cabo de un tiempo se me ocurrió algo. Primero llamé al “hijoputa I”:
- Dígame.
- Hola hijoputa – pero esta vez no colgué.
- ¿Estás ahí todavía, verdad, cabrón?
- Si, hijoputa.
- Deja ya de llamarme o…
- Noooooo.
- Si supiera quien eres te rompía la boca – me dijo.
- Me llamo Enrique Juárez y si tienes cojones vienes a buscarme. Vivo en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa, en un bloque amarillo, justo en la puerta donde hay aparcado un Golf GTI negro, so hijoputa.
- ¡¡¡Ahora mismo voy para allá!!! Tu sí que eres un hijoputa y ya puedes ir rezando todo lo que sepas. Te voy a majar a hostias.
- ¿Si?. ¡Qué miedo me das, hijoputa! – y colgué el teléfono.

Inmediatamente llame al hijoputa II:
- Dígame.
- Hola hijoputa – y no colgué.
- Como te pille algún día…
- ¿Que me vas a hacer, hijoputa?
- Te voy a patear las tripas, pedazo de cabrón.
- ¿Sí?, Pues a ver si es verdad, hijoputa. Ahora mismo voy hacia tu casa – y colgué.

Por último, cogí el teléfono y llame a la policía. Les dije que estaba en la calle Don Ramón de la Cruz esquina con Montesa y que iba a matar a mi novio homosexual en cuanto llegara a casa.

Luego hice otra llamada rápida a “Madrid directo” y les dije que iba a haber una pelea de pandillas en la calle Don Ramón de la Cruz esquina Montesa. Y entonces me monté en mi coche y me fui para allá a toda leche. Te juro que es una experiencia que nunca olvidaré. La mayor pelea que he visto en mi vida. Hasta los cámaras de Telemadrid se llevaron lo suyo.

En fin, después de esto espero que cuando te llame por teléfono me contestes en tono amable.
“Ya sabes, no es bueno que yo me irrite.”
-……………………………-
Debo pedir disculpas si a alguien molesta el reiterado uso de tacos y palabras malsonantes que incluyo en este texto. Tómese como al Albur (paronomasia), o sea, como juego lingüístico con doble sentido en su significado.

Otro día os contaré la otra acepción de hijoputa:
Ese tío es un fenómeno. Será hijoputa!

Un abrazo a todos y uno especial a Juan Tirapu.

Javier Cirauqui -

Cuando desgrano mis recuerdos de Villava y León, procuro hacerlo desde la perspectiva del niño y adolescente que fui, en aquellos momentos, una cosa es como vivimos todo aquello y otra cosa desde la perspectiva de ahora. Recordar es bueno, aunque a veces hiera. Hubo momentos buenos y momentos muy malos. Un saludo para todos.
Javier.

Julio S -

Cuando una persona no tuvo respeto por los demás, no merece la más mínima gratitud y sí los peores apelativos.

Tirapu, amigo y compañero recordado y querido por tu bonhomía, estoy contigo.

Aún recuerdo alguna paliza por no comer, así como otras obligaciones: tragar los rabos de los higos de toda una mesa porque entre los platos se había aplastado uno, degustación forzada de lo previamente vomitado, palizas nocturnas y diurnas, delación permanente...etc. ¡Si alguien tiene buenos recuerdos de semejante personaje, mejor para él! Yo, personalmente, lo recuerdo como un animal que se enseñaba con los inferiores; y no para educarlos, sino por puro sadismo amparado en la disculpa de la educación espartana.

Ese es mi recuerdo y opinión, y no pienso cambiarla en aras de la buena educación. El perdón no está reñido con la libertad de expresión, máxime cuando, con los debidos respetos hacia su madre, que ninguna culpa tuvo, merece tal calificación coloquial usada en referencia a personas con comportamientos humanos anómalos hacia el resto de los mortales, cuando no, en numerosas regiones, como muestra de cariño, que no es mi caso.

Un saludo.

federico esteban monasterio -

Excompañero Juan:
En ningún momento ni me escandalizo por tu expresión, ni pongo en duda tú debut en la cena ni siquiera las dos palizas que te dieron.
Es injustificable de igual modo que es injustificable tu poco respeto.
El pensador Immanuel Kant, sostiene en su tratado filosófico, que los seres deben ser respetados porque son un fin en si mismo. Al ser un fin en si mismo, poseemos un valor intrínsico y absoluto. Por este motivo es que los seres humanos tenemos este valor tan especial llamado por Kant "dignidad".
Otra forma importante de este concepto, consiste en el respeto a uno mismo, situación vital para la vida en sociedad que llevamos.
Por todo esto y, por mucha más cosas, respetémonos a nosotros mismos y a los demás y, no caigamos en los mismos errores que otros hayan caído sean frailes, tutores o simplemente abusones refugiándose entre hábitos, en uniformes o simplemente por tener más años.
Abrazos para todos.

Luis Heredia Alvarez -

Hola, amigo Tirapu –apellido paramero donde los haya-.
Normal que hayas empezado por buenas tardes en vez de por buenas noches, pues la cena no parece que te haya sentado bien.
Como las familias se suelen regir por las mismas normas establecidas por la superioridad, y teniendo todos el mismo Patrón, en los refectorios de los Colegios deben tener asignado un hijo como tu dices, en vez de un Padre, que nos reciben con los brazos y las palmas abiertas el primer día de cena. Es curioso, que fuera la primera cena y deseáramos que hubiera sido la Última Cena.
A mi me pasó lo mismo en el refectorio del Colegio de Sto. Domingo en Oviedo nada más llegar con 12 añinos. Venía yo de familia de 13 hermanos, lo que hacía suponer que yo debería comer, mejor, tragar, de todo. Tú y yo ya habíamos probado de aquella el aceite de hígado de bacalao y el de ricino y sin embargo a ti se te atascó la sopa y a mi los macarrones. A veces pienso, que fue lo único que nos faltó por comer, que los macarrones y la sopa fue lo que nos sirvió para fortalecer nuestro espíritu y nos ayudó más tarde a subir montañas tan altas como las que tú subiste o a superar contratiempos como los que yo tuve.
En mi caso, el Padre cuidador, de cuyo nombre no es que quiera olvidarme sino que no me acuerdo porque no me acuerdo, trató de convencerme en aquella fatídica cena con un discurso muy familiar; familiar no porque me tratara como un padre, un hermano, un hijo o ni tan siquiera un primo lejano sino porque yo, como miembro de una familia debería ser consciente de que mis padres estaban pagando por mi aquella estancia en el Colegio y por tanto debía corresponderles con mi abnegación y sacrificio comiendo aquel plato de macarrones. Fíjate, Tirapu, que no me habló de las Misiones ni de que había niños que estaban pasando hambre. O al menos yo no recuerdo que hubiera tratado aquel Padre de tocarme la fibra sentimental por la vía de la indigencia infantil o misionera. Si así lo hubiera hecho, quizá habría conseguido convencerme. Lo que sí me tocó fue la cara del hostión que me dio, lógico viniendo de un consagrado, al responderle yo que mis padres no pagaban el Colegio porque la categoría de carnet de familia numerosa que teníamos era de Honor y no pagábamos en ningún Colegio.
La verdad es que aquella noche no escapé del Colegio porque no sabía cómo volver a Gijón.
Al día siguiente, las cosas se tornaron y me di cuenta que un plato de macarrones o un bofetón, que vinieron alguno más a lo largo de mi estancia en Sto. Domingo, no debería empañar mi curriculum para mi ingreso en La Virgen del Camino cuando terminase 2º de Bachillerato y así pasar directamente a La Paramera por la puerta grande de la Escuela Mayor.
Alguien puede pensar que los internados son la escuela de aprendizaje para el estudio del síndrome de Estocolmo. No lo sé, la verdad. A mi, la experiencia culinaria de Oviedo, me sirvió para ajustarme mejor al régimen de comidas de La Paramera. Me llegaron a gustar los tiburones, las verduras, la sopa de berzas, sobre todo en las frías noches que me ayudaban a sobreponerme en las mañanitas floridas del frío invierno, y bastante menos, el pescado que nos ponían. Por otro lado, el bofetón recibido en Oviedo, me sirvió también para ajustarme mejor al régimen disciplinario de La Paramera, donde sabía ya de antemano que más tarde o más temprano iba a recibir semejante sacramento. Y no fue muy tarde. Más bien temprano, a la marcha del PaPedro para Caleruega y toma de posesión del PaCura como Director de la Escuela Mayor.
Pero no guardo el más mínimo rencor. Es más, creo que algunas de aquellas hostias que recibí sin haber querido comulgar, me las merecía y aprendí a esquivarlas en el futuro.
El PaCura, y no es ningún secreto de confesión, se pasaba tres pueblos. Es de todos conocidos. Con alguno de los exapostólicos se pasó hasta de provincia. Como siempre, desde el nacimiento del blog, muchos reconocemos que estos viajes del PaCura no tenían ningún sentido y no iban en la dirección correcta. Los vemos según nos han afectado a cada uno. Tristemente, los que más se han sentido afectados durante estos viajes no han tenido ni la oportunidad de decir “yo me bajo en la próxima”. Otros, han tenido que bajar por su causa aún queriendo seguir en el trayecto.
El PaCura, fue uno de los que más participó en el blog en los comienzos y me entristece recordarle por su exceso de celo y disciplina, aún a pesar que en muchas ocasiones disculpamos a los que fueron nuestros educadores bajo el argumento de que era lo que se llevaba en aquellos años y ellos repetían lo que habían vivido. Es decir, la inercia del desconocimiento. Y me entristece también leer comentarios rencorosos. Por favor, Tirapu, no lo digo por ti. Al hilo de esos comentarios que yo consideré en algunas ocasiones rencorosos sobre el PaCura o cualquier otro Padre, pensé que lo mejor para los afectados y su paz espiritual, ya que somos mayores, era que nos desfogáramos hablando con él o ellos personalmente. Sé que sería difícil porque algunos tendrían que ir acompañados para que los sujetaran.
Pero yo saqué algo muy positivo del comportamiento del PaCura: Que no me sirvió de ejemplo para educar ni para ser disciplinado pero que no obstante, no le guardo rencor y sí respeto. Por favor, Tirapu, no me malinterpretes. Lo mismo me ocurrió cuando hice la mili, por mi quinta normal y no por milicias. De todo se aprende y se sacan lecciones.

Xuaco -

Compañero Juan Tirapu:
Eso es lo que fuimos, compañeros.
Te he leído con atención, y no comparto, en modo alguno, parte de tus comentarios.
Pero al hilo de los mismos si voy a efectuar los míos.
Recordar las vivencias de nuestra infancia/adolescencia, perfecto.
Rememorar hechos concretos, agradables o no, desde el respeto, perfecto.
Pero utilizar para recordar o rememorar personajes que tu desconocías y alguno no existía, como arietes ideológicos para comentar unos hechos después de medio siglo, creo, sinceramente que no se acomodan a tus vivencias de niño/adolescente y que intentas requebrar algo que no responde a tu pasado colegial, sino a tu desarrollo posterior, si pretender, por mi parte, que tus lejanas vivencias no sean ciertas.
Por otra parte este es un foro de respeto, todo lo coloquial que tu quieras, pero desde el respeto que creo que a ti te merece tu madre, que disfrutas si vive, o que admiras en el recuerdo si ha fallecido, me parece del todo improcedente que llames hijo de puta al Padre Cura.
Créeme, para mi Tirapu, que tu razón del recuerdo, se ha descalificado en tu descripción de hoy.
Te recuerdo con afecto y en la disensión, mis respetos.
Joaquin Urbano.