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NUESTRA MADRE DE LA PIEDAD (Dedicado a Santos Vibot)

NUESTRA MADRE DE LA PIEDAD (Dedicado a Santos Vibot)

Nuestra Madre de la Piedad (Ricardo Flecha Barrio, 1998)

 

Una obra que no deja a nadie indiferente es esta Piedad que realizara Ricardo Flecha en 1998. En la imagen se perciben influencias tanto de diferentes obras de Juan de Juni como de la Piedad del escultor Juan de Ávalos ubicada en el Valle de los Caídos.

Flecha nos muestra a una Madre abatida por el dolor producido por la muerte de su Hijo al que contempla con dolor y con gesto desgarrado. La ejecución del Cristo es un tanto atrevida y forzada. El cadáver de Jesús presenta unos miembros desencajados, especialmente la cabeza que está excesivamente caída hacia atrás.

Podemos decir que es uno de los grupos más dramáticos de cuantos se procesionan en León, no tanto por la temática si no por el tratamiento que da el escultor con formas corporales tan arriesgadas.

Información extraída de la página 69 del libro perteneciente a la Biblioteca básica de la Semana Santa Leonesa bajo el título de "Vía Crucis de la Pasión. Guía de la Imaginería II", Obra de Eduardo Álvarez Aller. 

* Se encuentra expuesta a culto en la Iglesia de San Claudio, Paseo de la Facultad León.

1 comentario

Vibot -

Nuestra madre de la Piedad (1998, Cofradía del Santísimo Cristo de las Bienaventuranzas.

Ricardo Flecha Barrio nace en Zamora en 1958. Comenzó su actividad como aprendiz en el taller del escultor zamorano Ramón Abrantes. Estudió en la Universidad de Salamanca, donde se licenció en bellas artes con la especialidad de escultura. Ejerce como profesor de talla en madera en la Escuela de Artes y Oficios de Zamora.

Detrás de estos escuetos datos tomados de la red, y mirando otras imágenes suyas, descubro no menos asombrado y estremecido, un "Cristo en brazos de la muerte" (2011, para Medina del Campo), que me ha traído a la memoria aquella otra pietá vertical sólo esbozada en la que trabajó M.A. Buonarroti hasta seis días antes de su muerte y de la que sólo pudo concluir las rodillas, los muslos y parte de las piernas y de un brazo. En agosto de 1561 Miguel Ángel regaló la figura, aún en ejecución, a su criado Antonio del Francese. Ese Cristo sostenido casi de pie por su madre, que lo abraza por detrás, me ha parecido la almendra, la crisálida de la que ha eclosionado esta, a la vez pavorosa y enternecedora, escultura de Flecha: un imponente y erecto sudario negro de envolventes pliegues -sin rostro, esto es lo que más atemoriza y espanta- abraza desde atrás a un Cristo livoroso y macilento con la cabeza rendida sobre su hombro, al que mantiene casi amorosamente erguido, como preservándolo de la podredumbre esos tres días antes de la Resurrección. Una ominosa pero tierna sombra abrazadora y terrible.
Tanto el Cristo de Miguel Ángel como éste de Ricardo Flecha, carecen de paño de castidad, haciendo así aún más patente y conmovedora la vulnerabilidad y entrega absoluta del Redentor en esa hora extrema de nona en la que se agitaron los cielos y la tierra.

Ahora, aparte de ir a León a ver su otra pietá al Paseo de la Facultad, tengo también pendiente ir a Medina del Campo para ver este Cristo en los brazos misericordiosos de esa muerte que parece un vampiro en la peor pesadilla.

Y, por si llegan a oídos del escultor estos elogios, para que estén todos juntos, copio los que ya escribí ayer sobre "Nuestra Madre de la Piedad":
...decidme si habéis visto alguna vez, ni llegado a imaginar siquiera, una Pietá más tierna y desgarradora que esa... como urgida a ras de suelo... para qué la voy a describir si la imagen es tan impresionante y elocuente.
Apunté el nombre del paso y la cofradía con la intención de volver a verlo sin ese agobio de flores y bullicio, con la intención de escribir sobre él, pero no los tengo aquí. Que algún leonés nos ilustre sobre ese imaginero genial, por favor... la ternura con la que María le coge la muñeca izquierda, como si quisiera despertarlo...
la otra mano acariciando la llaga del costado... el ciclópeo escorzo del cuerpo derrumbado por la muerte...
Sólo ese paso merece una visita a la ciudad, en el tiempo que sea.

Ricardo Flecha, inspiración y arte a raudales.