RETOÑOS DE LA GLORIOSA
Ved a Candela, la nieta de Francisco Valero Alvarez, gloria de la yeguada del 61, numero de matricula de la ropa el 264.
Bendita sea.
Ved a Candela, la nieta de Francisco Valero Alvarez, gloria de la yeguada del 61, numero de matricula de la ropa el 264.
Bendita sea.
5 comentarios
Daniel Orden -
Luis Heredia Alvarez -
-Año de la inocentada.
- Si era del grupo A (apellido), decir la segunda letra y las dos últimas sílabas.
- Tratándose de la Escuela Menor, ¿era niño o niña?.
- Indicar al lado de quién se sentaba.
-¿Quién te atendió en la tienda del Santuario?
- ¿A qué hora fuiste a comprar?
- ¿Te dieron gato por liebre, o sea, rosario por pastillas Juanola?
- ¿No sería que te encargó el anónimo - hasta ahora porque ya aparecerá- ir a comprar aquello a la tienda de las Juanolas y tú lo entendiste al revés?
- ¿Te dejó cruzar Pepe Colinas?
- ¿Quién era el Director de la Mayor a la sazón?
-¿Sigues manteniendo relación, de cualquier tipo o amistad o enemistad manifiesta con el anónimo?
Todo esto no se lo cuentes a tu nieta porque va a llevar una decepción de órdago. Y si sigue insistiendo, dile que estudiaste en los Jesuitas, ya verás que con estos antecedentes quedará convencida de que lo que le cuentas es la típica historieta del abuelo Cebolleta.
No se lo habrás contado a tus hijos,¿verdad?
Francisco Valero -
Luis Heredia Alvarez -
¿Cuántos niet@s vamos contabilizando ya desde la apertura del blog?
También podemos abrir apuestas a ver si alguien supera a Antonio Argüeso en abuelez. Puede ser difícil pero lo podemos intentar. Bueno, nosotros no; los que lo tienen que intentar son los hij@s.
Francisco, tienes una nietina que está como para que la pongas en la orla. Ya se le nota lo feliz que os está haciendo y lo que te rondaré morena.
Y después de estos piropos a tu nieta tan merecidos que se los tiene, ¡TE EXIJO QUE TE PRESENTES EN PALENCIA Y HAGAS ACTO DE PRESENCIA EN NOMBRE DE LOS QUE VAMOS A ESTAR AUSENTES POR OBLIGACIÓN Y NO POR DEVOCIÓN¡, según Javivi te dixit.
Javier del Vigo -
Una cosa, Francisco alegre y olé: quien sostiene a la confiada Candela no me parece seas tú; preferentemente porque en el lóbulo de su oreja enseña pendiente y no te veo yo a ti de esas trazas, a estas alturas del tiempo.
¿... que a dónde quiero ir? Muy simple. Te cuento: En los escasos momentos en que volvía la vista a aquellos años de La Paramera, se me iluminaban en la memoria los rostros y los cuerpos de aquellos compañeros adolescentes. Con algunas nostalgias. Luego, de repente, con el reencuentro, se me cambiaron las imágenes, igual que Pablo, el apóstol, quedó cegado al caer del caballo por una luz, la luz de nuestras nuevas realidades materiales. De la mayor parte de quienes escriben y leemos este blog, se me borraron aquellas caras adolescentes de hace casi medio siglo, tras serme dado contemplar su realidad actual, nuestras fisonomías de hoy, nuestros logros -normalmente, canas en pelo y barbas, algún que otro abultamiento en la barriga que tanto tiempo y dinero nos ha costado mantener- y carencias -cueros cabelludos limpios de pilosidades, de utopías, de palacios con 101 servidores- ¡Bueno, algunos hay que tienen palacios y sirvientes, pero yo creo que son los menos!
Pero tu imagen, con quien nunca compartí en este último medio siglo ni un austero café o una refrescante birra que de perucos ni hablo, porque te intuyo abstemio y ejemplarizante, aunque no he de rehusar, ¡me valga el cielo!, si te apeteciera, en cualquier velador de esta Cantabria infinita o de donde te plazca, que yo para eso soy facilón- sigue siendo la de aquel muchachito con jersey de pico, tejido con madeja bicolor, posiblemente por una amante madre. Como si siguiese siendo yo aquel Saulo perseguidor de cristianos y ejecutor del primer protomártir cristiano, Esteban; como si, contigo, el tiempo se hubiese detenido hace medio siglo.
Hay una foto en los archivos del blog (número 169, Por los campos, de la cole de Jesús Herrero), por cierto, en la que estamos un buen racimo de aquellos niños de la yeguada 61 en la que estás tú, haciendo esquina, junto a Helio, y apoyado en el hombro del único compañero que no ha dado hasta el presente señales de vida. Creo que Fernandito Alonso podría decir algo sobre él, si mi memoria no me es infiel. O tú mismo, que pareces apoyar confiado tu mano en su hombro. Como sabes, y ahora sí, con certeza absoluta, todos aquellos adolescentes son hoy personas conocidas y reconocidas, excepto tres: Alonso Tascón, Tarno y José Ramón Tejo, que se fueron al Norte antes de que el cielo nos enviase la luz cegadora que nos convirtió al abrazarnos hace cinco años en la explanada del santuario aquel.
¿Y sabes qué te digo? Que no estaría de más que te apuntases al encuentro de Palencia de fines de este mes, con ese programa tan apañao que ha elaborado Jesús Herrero y sus entornos. Desde luego, que mandes a Josemari una foto tuya de ahora, que quiero borrar de mi memoria aquella imagen de cuando eras adolescente, para pensarte como abuelo feliz, que eres.
Ya digo: ¡Felicidades, Valero, Francisco, abuelo feliz de aquella yeguada dorada del 61!