Blogia
Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

CARLOS SORIA TOSANTOS (Por Luisito Heredia)

CARLOS SORIA TOSANTOS (Por Luisito Heredia)

Hola a todos.

Me envía Josemari la foto que acaba de colgar para que  comente algo sobre ella. Es el día de la toma de hábito en 1.965 de mi primo Carlos Soria Tosantos en el Convento de San Pablo de Palencia acompañado de su madre Alicia, a su derecha, y de Tere Corral a su izquierda,  esposa de otro primo mío. 

¿Os dais cuenta que cuando os pide comentarios a los demás  son sobre fotos de procesiones, barullos de gente, palios, la puerta de una Iglesia, una romería, la antigua Iglesia, la nueva, el Santuario, los enigmas de Coello de Portugal, las vidrieras, la piscina llena, luego vacía, un piano suelto, el organito de la Capilla Mayor, los mosaicos……un avión que sobrevuela las obras del Colegio….y así sucesivamente. O sea, comentarios  con enjundia porque los motivos lo merecen.

Pero a mi, no. A mi, la foto de parientes y con cuantos más hábitos blancos, mejor. Ya empiezo a sospechar que es para regodearse y para que vuelva a comerme el coco como hace 60 años pensando si lo mío era vocación sacerdotal,  y además dominicana, lo que implica un valor añadido a un hábito o a una sotana, o era un simple pasatiempo.

Y no lo voy a repetir más veces: ¡¡ Qué síiiiii¡¡ que lo mío era vocación y además dominicana y que estaba situado ya en la lista familiar, en la fecha de la foto, detrás del protagonista, Carlos Soria Tosantos, que junto con su hermano Fernandito Soria Tosantos estábamos llamados a ser el relevo generacional de la familia dentro de la OP. Por las razones que fueran, ninguno de los tres llegamos a cumplir los objetivos que nos habíamos planteado. Yo sí conozco las mías. Las de Fernandito se las llevó consigo y algún día lo sabré cuando me lo encuentre y me lo diga. Las de Carlos vale más que no se lo pregunte pero lo intuyo porque a tenor de la respuesta que me dio al pedirle que me dijera algo sobre la foto y que transcribo literalmente me dio la impresión que aquel día Carlos “pasaba por allí”: 

 

-“¿Qué te puedo decir de la foto? Se tomó el día de mi toma de hábito en Palencia y aparezco con mi madre y Tere Corral, la mujer de Juanín Corral. A Palencia se acercaron para la ocasión una delegación gijonesa de la familia. Además de Juanín y Tere, acompañados probablemente por su hija Maite, de tu casa recuerdo que, sin duda, estaba tu hermana Marisa, y no sé si también Pepa, acompañadas de Emilita. En aquellos tiempos los mayores estábamos muy unidos desde que el verano anterior habíamos hecho juntos el Descenso del Sella, les piragües se decía entonces, en el tren fluvial.

Seguro que sucedieron cosas el día de la foto que no recuerdo.”

 

O sea, como podéis leer, recuerda más el Día de Les Piragües y a mis hermanas que haber sido uno de los días más emotivos e importantes, en teoría, hasta ese año de 1.965.

 

Yo me las prometía muy felices pensando en que Carlos me iba a contar que esa noche no durmió de emoción o que el hábito le quedaba largo o corto, o que no sabía dónde colgarlo en la celda, o que se puso las botas con la primera cena conventual, o que la austeridad de la celda le recordaba una  tienda de campaña…o que a la orden, la de mandar, de “todos al suelo”, el frío de la solería lo mitigó con la doble capucha embozando su cara, o que a partir de esa primera noche y consiguientes maitines ya estaba pensando en hacer la maleta y dejar colgado detrás de la puerta de la celda  el tan reciente y estrenado hábito. Es decir, comentarios muy enriquecedores que son los que me gustan a mi y nada de que “no te puedes dar idea del ambiente religioso que se respiraba, o que con la meditación ya me sentí fraile de verdad, o que ahora entiendo el sentir del Santo Rosario inventado por nuestro Padre Santo Domingo…o que, qué entretenida e interesante la homilía  del Padre Maestro de Novicios, así me gustaría a mi “homiliar” cuando me ordene”  

 

Pues todas esas ausencias y fragilidad de memoria me las suplo yo porque ese día fue para mi de los inolvidables en mi vida. Recuerdo el abrazo que le di al salir de la  Iglesia ya con el reluciente más que el sol hábito blanco, la reunión de todos mis primos Dominicos, a excepción del P. José Manuel Soria Heredia, recientemente fallecido, por encontrarse en las Misiones del Perú,  momentos ambos  que quedaron  inmortalizados en unas fotos que tenemos archivadas  en “Fotos y Documentos”,  de la inmensa alegría de toda nuestra  familia viendo que Carlos sería nuestro próximo Dominico. Recuerdo que me ví yo en el mismo lugar en tres años pero con el cambio de Palencia por Caleruega. 

Y viendo ahora la foto sí que vuelvo a recordar a Alicia, su madre. La persona más dulce y cariñosa con la que me he encontrado en la vida, a la que sigo echando mucho de menos y con la que era una delicia compartir conversación.

 

Por lo demás, si queréis saber más de la foto, podéis preguntar a Pitu o a Antoñín Argüeso, por poner dos ejemplos, que se acordarán de ese día más y mejor que mi primo Carlos.

 

 

Luis Heredia Alvarez

 

 

15 comentarios

Ramón Hernández Martín -

Baldo, como siempre, pedagógico, meticuloso, puntualizando y matizando, sin dejar hilo suelto. Me atrevería -¡osado de mí!- a resumirlo diciendo: el comer y beber cristiano, que es metáfora (significación) del Reino, como también lo son todos los demás sacramentos, convierte a los participantes, que somos potencialmente todos los hombres, en "comida y comensales". Ser "comida" tiene mucha enjundia y mucho mordiente ascéticos. En el ambiente cultural en que me moví hace un tiempo, muchos eliminarían gustosos el "vino", por mucha significación o similitud que tenga de una sangre redentora derramada y compartida como bebida de salvación, porque, a fin de cuentas, no deja de ser una droga que, incluso tomada de un cáliz, te ajuma.
¡Joder, qué tío!, te vuelves sublime al describir la mesa del rico Epulón.
Por lo demás, seguro que a ese noviciado tuyo de dominicos bulímicos, tan mondos y lirondos como algunos los pintan, acudirían gustosos muchos jóvenes (y "jóvenas") de nuestro tiempo. El único inconveniente que le encuentro es que el "mínimo vital", que tramita el gobierno, lo desluciría un poco, pues me temo que no daría más que para hacer guateques a base de berenjena y agua, cosa que, me parece a mí, no animaría los ánimos (valga la redundancia) para la verborrea envolvente necesaria, que viene a ser como el alma de la cosa. Creo sinceramente y en serio que, si en los noviciados se enseñara de verdad a ser "comunidad", no estarían tan vacíos.

Fernando Alonso Díez -

Con perlas como ésta cualquiera se anima al noviciado dominicano y aprender humanidad participando en todas sus fases. A pesar de tantas y tan grandes desigualdades en este nuestro mundo, hay espacio para la esperanza de que cunda la compasión y al final de los tiempos sobren muchos cestos de la comida compartida.

Pedro -

Baldo, has estado genial. Con qué ironía pones el punto sobre las íes y eres capaz de hablar del sentido evangélico más profundo de lo que debe ser un seguidor de Jesús, sea novicio o alcalde. Y a Luis tengo que decirle que con Carlos he compartido varios "enjuagues" durante el año (no éste, que ha estado dominado por el virus).

yo -

Mucho bla, bla, bla; pero las chicas ¿donde están?

Luis Heredia -

Baldo, definitivamente, mi primo, ya sea Carlos o hubiera sido Carolus, no estaba llamado para ello. Tú, por lo menos, algo sí. Todo lo que dices, lo que cuentas y lo que presumo que guardas, es lo que yo pensé que me iba a decir mi primo sobre la foto del noviciado. Pero resumido, claro. Hablas de comidas, terrenales hasta con café, copa y puro y acompañados del Quijote, y es que a Carlos o Carolus la comida ni le va ni le viene. Desde que le conozco, siempre le vi comer frugalmente. En su casa, ahora en la que es suya no lo sè, en mi casa, en Soto de Dueñas, no era de los que se lanzaba a por el filete empanao o la tortilla de patata. Era muy comedido ( no sé si sirve como oximoron hablando del tema culinario) por naturaleza o quizás porque por su generosidad hacia los 14 primos cuando nos reuníamos en Soto de Dueñas, nos dejaba participar màs a nosotros en la mesa del Señor Soria. Ay, madre, como nos vería! Y eso que comer, lo que se dice comer, nunca nos faltó gracias a Dios.
Si hablo con Carlos o Carolus, le propondré que entre para decir algo o rebatirte, Baldo. Aunque lo mismo que es parco en el comer, màs lo es en escribir.
Yo creo que vale màs que hable yo con Javier Serrano, que seguro me contará màs cosas.

José Manuel García Valdés -

Amén Jesús.
Me estoy planteando una denuncia por acusaciones falsas. Sí es verdad que hicimos muchos enjuagues pero ¿Dónde estaba ese jamón que mencionas, amigo Baldo? En aquellos enjuagues es cierto que no rezábamos pero se fraguaron lazos afectivo-sociales entre los participantes que fueron fundamentales para salirnos todos de un golpe, uno para todos y todos con la exclaustra.
Sigues causándome una gran impresión por tus reflexiones. Es difícil ponerte peros.
Un abrazo.

BALDO -

Ya que nadie salta al ruedo para aportar alguna idea acerca de cómo podría o debería ser una nueva configuración del noviciado de dominicos, me atrevo a proponer dos prácticas, que están tan unidas y que bien podrían ser una sola.

a. De la Regla de san Agustín, los novicios solo deberían aprender y practicar este principio: «El fin fundamental para el que habéis sido congregados en esta comunidad es que viváis unánimes la fraternidad evangélica al modo dominicano».

b. En mi tiempo, el oficio monástico, el oficio parvo a María, la meditación, el rosario, la oración personal, las visitas al santísimo, etc., nos tenía ocupados más de cinco horas diarias. En la nueva estructuración del noviciado que propongo, suprimiría por completo todos los rezos y los sustituiría por «enjuagues evangélicos». El «enjuague» era una comida clandestina que hacía un grupo de «coristas» –en Las Caldas y, sobre todo, en Montesclaros– con viandas robadas en la despensa del convento (latas de sardinas y vino) o aportadas por los familiares (chorizos de Casorvida) y en las que se fumaba, se cantaba, se reía, se hablaba mucho y algunos leían en corro capítulos del Quijote. Les añado la calificación de «evangélicos» a estos enjuagues, porque en un noviciado de dominicos habrían de tener una entidad cristiana específica y no serían simplemente un «botellón» de los que ahora proliferan en los lugares y en los momentos más inoportunos para los que andamos metidos en la ancianidad.

Quiero fundamentar, lo más brevemente que me sea posible, mi propuesta de sustitución de rezos corales e individuales por «enjuagues evangélicos» en un noviciado de dominicos, porque, si lo hago a la pata la llana, pudiera parecer una propuesta infantil y hasta irreverente, sacrílega, herética, renaniana y escandalosa para «los limpios de corazón, que ellos verán a Dios», con lo que «más me valdría que me ataran un piedra de molino al cuello y me arrojaran al fondo del mar».

1. Pues bien, todo el que lee el Nuevo Testamento se queda sorprendido de la frecuencia con que se habla de alimento y de comida o de comidas. Azotarse con la «disciplina» de privarse voluntariamente de comer no fue el camino que siguió Jesús. Es cierto que él inauguró su misión ayunando durante cuarenta días; pero no lo hizo para llevar a cabo una hazaña ascética, sino para revivir, venciéndolas, las pruebas que experimentó Israel en el desierto. Es más, se quejaba amargamente de lo incomprendida que era su conducta: «Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron que tenía un demonio dentro. Viene el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ¡Vaya un comilón y un borracho!» (Mt 11,18-19).

a) ¿Por qué Jesús eligió el alimento, cuando las grandes corrientes religiosas de la humanidad han defendido más bien la privación de alimento como medio privilegiado para entrar en contacto con la divinidad? Es más, Jesús es recalcitrante: da a comer el pan y a beber la copa e invita a sus discípulos a que hagan lo mismo en memorial suyo, confiriendo, por tanto, a ese gesto un valor que durará hasta el fin de los siglos. ¿Para qué se come? La finalidad inmediata es clara: para vivir. Así, comer, en la Biblia, es una actividad propia de seres vivos. Jesús manda a Jairo que «dé de comer» a la chiquilla a quien acaba de arrancar de las garras de la muerte: si come es señal de que está viva. Igualmente, cuando el Resucitado se aparece en el Cenáculo, pregunta a los discípulos «si tienen algo de comer»; es la prueba de que está vivo. Pues bien, Jesús estaba por la vida y el alimento desempeña la función de comunicar la vida. Los evangelios nunca presentan a Jesús tomando parte en ninguna ceremonia de culto en el templo. Es más, cuando Jesús hace referencia a dicho culto, es para proclamar la superioridad de la misericordia fraterna frente a él.

b) Esta misericordia fraterna sí se lleva a cabo en los “enjuagues evangélicos», pues mientras las familias de unos pueden aportar chorizo, jamón, latas de conservas, etc., las de otros, solo sopas de ajo y nunca con la cantidad de esta liliácea que echa Luisín Carrizo en las suyas. Pero todo se pone en medio para consumo común, y los comensales se sacian y pueden sobrar hasta doce cestos de comida, que se recogen para un próximo enjuague evangélico o para otros menesteres, como comentaré después.

c) A su vez, los discípulos van también a tomar su alimento «con alegría»: el Esposo está allí, vivo; y por eso su comunidad lo está también. Nos es difícil hoy captar plenamente la situación de los discípulos de Jesús en los días que siguieron a Pascua y Pentecostés. Los invadía una «alegría» extraordinaria. Andrés Hernández, como maestro de novicios que padecimos algunos, no transmitía precisamente alegría, sino miedo, y no poco. Estabas con la amenaza constante de que te dijera: «Vete y no vuelvas». No entendía la celebración de la Cena del Señor como reconciliación de él con los novicios y de los novicios con él. Y, sin embargo, el padre del pródigo organiza un banquete cuando vuelve su hijo, mientras que el carcelero ofrece en seguida una comida a Pablo y Silas, que acaban de abrirle el camino de la salvación (Hch 16, 34).

2. Compartir una comida –como en los “enjuagues evangélicos»– no es solo comer juntos un mismo alimento, que procura una misma vida; sirve también de ocasión para intercambiar pensamientos y entrar profundamente en comunión de sentimientos. Este intercambio se refleja ya, en un plano elemental, cuando quien bebe dice a los demás: «¡A la salud!». El lazo que une a los comensales es tal, que el bien percibido por uno al beber aporta también la salud a los otros. Esta «común–unión» alcanza se realiza también con el intercambio de palabras y con las discusiones que facilita la comensalidad; así nació la literatura helenística de los «symposia», cuyo ejemplo más perfecto es El Banquete de Platón. Poner de relieve la importancia de la «palabra» durante las comidas no es forzar los datos históricos. Jesús hablaba mucho y ejercía la «didaskalia» durante las comidas.

3. El centro álgido de todas las innumerables «comensalías abiertas» (a todas las personas sin distinción) es la Cena de despedida que tuvo Jesús en Jerusalén poco antes de que lo crucificaron. Se distingue de todas las demás no porque allí Jesús realizó mágicamente un portento (convertir un trozo de pan en su persona), sino por la declaración que hizo: «Mi identidad» (eso es lo que significa «cuerpo» en hebreo) es que compartáis todos la misma comida y la misma bebida. El que quiera ser mi discípulo, que haga lo mismo». Y como prueba de esto, los evangelistas relatan las apariciones de Jesús resucitado, vivo, casi siempre cuando sus seguidores estaban comiendo o él les invita a comer. Cristo se aparece a los discípulos reunidos en el Cenáculo –lógicamente cuando comían– (24,45). Los dos discípulos de Emaús no «identifican» al Resucitado cuando les explica las Escrituras –aunque ardía su corazón– sino al «partir y repartir el pan» (la comida), porque Jesús sigue estando presente bajo la forma de comida fraternal celebrada en memoria suya. Compartir la comida, pues, expresa lo que el Resucitado espera de sus discípulos, como lo demuestran los relatos de apariciones.

4. Las «cenas del Señor», o la «fracción del pan» de los primeros seguidores de Jesús (Hch 2,42), tenían lugar «en las casas» (Hch 2,46) no en el templo. Es significativo que los primeros cristianos no sintieron la necesidad de destinar un lugar reservado exclusivamente para su vida del culto. «El velo del templo se desgarró al morir Jesús», lo que quiere significar que, en adelante, Dios puede estar presente y manifestarse en todo lugar. Como ya había dejado entender la predicación de Jesús, ha desaparecido la distinción entre «espacio sagrado» y «espacio profano», distinción que hasta entonces era fundamental. Es lo que dice el evangelista Juan en la frase dirigida a la samaritana: «Pero se acerca la hora o, mejor dicho, ha llegado, en que los que dan culto auténtico darán culto al Padre con espíritu y verdad» (Jn 4,23). Del mismo modo, los «enjuagues evangélicos»» pueden celebrarse en casa, en el campo o en otros lugares. Nada de templos ni de capillas «con–sagradas».

5. La presencia de Jesús fue practicada por los primeros cristianos en una comida donde, como en los «enjuagues evangélicos» que propongo para los novicios, todos comían y bebían lo mismo. Pablo echa una reprimenda a los corintios y les avisa de que, si no comparten las comidas con igualdad y fraternidad, eso no es la comida del Señor, sino otra cosa. Si no quieren compartir, que se queden en sus casas y que ellos solos se atiborren de comida y de bebida. Lo mismo podemos decir del Pitu, de Ruano, de Argüeso y de su camarilla de amigotes cuando comían jamón, mientras que los demás teníamos que contentarnos con pan y cebolla y algún trago por la bota. Ellos practicaban un «enjuague», pero nada «evangélico». Nosotros no podíamos coger las migajas que caían de sus bocadillos, porque no se les escapaba ni una.

Pues bien, en la didascalia a los novicios de la práctica de los «enjuagues evangélicos» hay que seguir un proceso de asimilación progresiva. Yo propongo en siguiente programa. Hasta el Adviento, los novicios pueden celebrar los «enjuagues evangélicos» con sus connovicios más amigos. Desde Adviento a Pascua, los «enjuagues evangélicos» ya serán participados por todos los novicios de la comunidad. De Pascua a Pentecostés, serán invitados a participar los demás frailes del convento y también vecinos y conocidos. De Pentecostés hasta la Profesión, los novicios realizarán los “enjuagues evangélicos” solo con los marginados de la ciudad. Así se iría formando y reforzando la identidad cristiana al modo dominicano de los novicios. «Una Iglesia de Dios se reconoce por el hecho de que no hay indigentes entre sus miembros». Porque Jesús no se limitó a comer con sus amigos, por ejemplo en Caná o en casa de Lázaro y sus hermanas, ni tampoco a dar a la muchedumbre pan en abundancia, sino que compartió abiertamente la mesa con los rechazados por la ley de su pueblo, los publicanos y los «pecadores». Ahora hay pobres entre nosotros y es urgente tomar en consideración su miseria.

6. La palabra de Dios y su comentario estará lógicamente presente en esos «enjuagues evangélicos». Será –porque así es de su naturaleza– un camino orientador del discipulado cristiano. Y también es de su propia naturaleza la crítica al sistema sociopolítico y económico, que es el que practica la exclusión de muchísimas personas de nuestro planeta, porque unos pocos acumulan todas sus riquezas, mientras que hay suficiente para compartir con los siete mil millones que lo habitamos. ¿Cómo no pensar hoy en el deber de la Iglesia ante el injusto reparto de las riquezas de este mundo entre los pueblos?

7. En otra comida de comunión, bien atestiguada por el Pseudo–Filón y en los textos de Qumrán, se celebraba la «renovación de la alianza», sobre todo en Pentecostés. El «sacrificio de alianza», celebrado por Moisés y por el pueblo en el Sinaí, fue seguido de una «comida solemne», de donde probablemente procede esta costumbre cultual. Y cuando Jesús dice: «Esta es mi sangre, sangre de la alianza», indudablemente orienta las mentes hacia el texto del Éxodo. Las comidas cristianas se relacionaban con las «comidas de la alianza» más que con otras formas de banquete cultual, en las que se acentuaba el aspecto de expiación por el pecado. La Cena sería fundamentalmente una comida en la que se celebra la alianza definitiva de Dios con su nuevo pueblo: por medio del «compartir el alimento» se actualiza para los creyentes la alianza sellada por la fidelidad de Jesús. El «enjuague evangélico» es una comida de fraternidad cristiana dominicana y, por ello, una celebración de alabanza a Dios.

8. Y termino, incumpliendo una vez más la brevedad que me propuse al principio. Los «enjuagues evangélicos» –como celebración que son de la Cena del Señor– son una prenda del «banquete del fin de los tiempos», en el que todos los hombres se regocijarán en una existencia común perfecta. Si nuestros «enjuagues evangélicos» son y seguirán siendo imperfectos es porque no pueden reunir a la misma mesa a personas de todos los tiempos y de todos los países. Sin embargo, la vida simbolizada por el alimento de Jesús se ofrece a todos. Al acoger en su mesa a los pecadores, Jesús prefiguraba la reunión que habían anunciado los profetas con los rasgos de un banquete prodigioso: «Yahvé, el Señor de los ejércitos, prepara para todos los pueblos en este momento un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares enjundiosos, vinos generosos» (Isaías 25,6; cf. Amós 9,13).

Igualmente, para hablar del cielo, Jesús no describe un estado sublime de oración, sino que evoca el banquete del último día: «Os digo que vendrán muchos de oriente y de occidente a sentarse a la mesa con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos» (Mt 8,11; cf. Lc 13,29). Lejos de estar reservado a los judíos, este festín está abierto a todos los pueblos. Y no solo están invitados los elegidos de la primera hora, sino también «los pobres, los lisiados, los ciegos y los cojos»; más aún, «los malos igual que los buenos». Ya el profeta Isaías había anunciado que en esta fiesta tomarían parte todos los hambrientos, incluso los que no tienen dinero. Jesús también promete a los discípulos que han perseverado con él en la prueba: «Comeréis y beberéis a mi mesa en mi reino», en un banquete en que él mismo actuará como «servidor». Podría haber dicho perfectamente: «en un enjuague evangélico», como el que propone Baldo para los novicios dominicos. Amén.

Luis Heredia -

Baldo, ya veo que ni el cambio de nombre le sirvió a mi primo para seguir adelante. No debió parecerle suficiente razón para justificar el hábito, el refectorio gratis, la enseñanza superior gratis, los viajes a precio reducido....en fin, un futuro prometedor tirado por la borda como tantos de vosotros hicisteis.

Por mi parte siempre tuve las ideas muy claras: Al principio de los tiempos tenía una vocación a prueba de bomba y de barcos para no tirar nada por la borda. Al final, me las aclaro aún más Alberto Muslera, el dueño de Billares Gijón, cuando le dije que había decidido no ir a tomar los hábitos porque había perdido la vocación y él me dijo con mucha firmeza: -" Heredia, tú no perdiste la vocación, lo que te perdió a ti fue el mujerío".
No os podéis hacer una idea de lo que me tranquilizó esa sencilla reflexión y lo que me ayudó a superar el trauma por el que debimos pasar muchos de nosotros. La eterna dicotomía entre el bien hacer y el mal hacer, la buena decisión o la errónea decisión.

Es más, yo seguí con mi vicio de jugar al billar y además hacía más carambolas que nunca porque me sentía más relajado, y en el juego y las mujeres la relajación es muy importante. Bueno, con las mujeres no hay que pasarse con la relajación, creo yo. Por si acaso

José Manuel García Valdés -

Estoy llegando a la conclusión de que el "valorado" Baldo no estaba allí con vocación de fraile sino como agente secreto de algún contubernio ruso-americano con fines de información y control de los futuros dirigentes de la iglesia. ¿ De dónde coño sacas toda la información que tienes? Aquí has dado la lista de nombres pero seguro que tienes informaciones privilegiadas. ¿ Sabes cuántas raciones de paella de fray Liborio se cepillaba el Argüeso los jueves? ¿Sabes cuántas veces me acordé aquel año de la Gran Aldea? No te cortes y cuenta lo que sepas. Qué tiempos, conté 47 novicios, de esos llegamos a las Caldas 44;de los 4 huídos uno se fue al espacio sideral,se murió. Florencio se llamaba. Fue lo último que hizo. De los otros 3 nada sé. De los que fuimos a las Caldas creo que han acabado de frailes unos 8, el resto se fueron con la "exclaustra" que cita y conoce Baldo. Esa hizo estragos en aquella juventud. Del Noviciado podria decir que fue como un paréntesis, un año como angelical. Año en el que se elevó, de forma un tanto artificial, la fiebre religiosa. Fiebre que subió como suben algunos bizcochos pero nada más salir del horno queda vomo ina torta u hostia, es decir, plana tanquam tabula rasa. A mí me duró lo que tardó el tren en llegar a la estación de Caldas (me suena que fuimos en tren), al día siguiente de llegar ya estaba "disipado". Pero, ojo, me curtí en mil batallas y llegué a las más altas cotas de la nada; ahí queda eso. Total que ¿ Pa qué sirvió el noviciado? A mí, entre otras cosas, para engordar 14 kilos gracias al citado fray Liborio.
De lo otro, de eso no os contaré nada.
Un abrazo límpido.

BALDO -

Tienes toda la razón, querido Lusín Heredia, se puede presentar lo sucedido en el noviciado como "prefiguración" de lo que vendría después. Pero, si "proyectamos" -en vez de prefigurar- el nombre latino que adquiere en el primer curso de las Caldas sobre el del noviciado,ese nombre latino indica la plenitud que iba adquiriendo el joven Carlos, que en un principio se resistía a abandonar el demonio, el mundo y la carne, pero que, con la ayuda del P. Maestro -más que con la del Espíritu Santo- trocó, como Saulo-Pablo, su nombre mundano Carlos en el cuasi divino Carolus.

I Anni Philosophiae (1966–67)


Fr. losephus Díaz Murugarren
Fr. losephus Laguna Castellanos
Fr. Clemens Sánchez Peláez
Fr. Antonius González Lorente
Fr. Iesus Ribón Villa
Fr. Raúl Sánchez y González de Peredo
Fr. Eliseus García González
Fr. losephus Emmanuel Fuertes Castro
Fr. Axel Armandus Hernández Fajardo
Fr. Franciscus Xaverius Serrano Pérez
Fr. Ioannes Antonius Sánchez Turienzo
Fr. Angelus M. Ibarrola Ibarrola
Fr. Ioannes losephus Gómez Arnáiz
Fr. Iesus Arcturus Rodríguez Fernández
Fr. Franciscus Xaverius Petrina Ayerza
Fr. Eduardus Zarzuelo Vélez
Fr. Angelus Martínez Casado
Fr. Eduardus García Alvarez
Fr. losephus Emmanuel Fernández Fernández
Fr. losephus Ludovicus Lago de la Plaza
Fr. losephus Carolus Bregón Ruiz
Fr. Franciscus Diez de Ulzurrun Biurrun 38
Fr. Franciscus Cenador Descosido
Fr. Iosephus Ludovicus Cano Diez
Fr. Iosephus Emmanuel Cabo Muñoz
Fr. Pranciscus Xaverius Fernández Martín
Fr. Iulianus Ruano García
Fr. Iustus Robles González
Fr. Antonius Martinus Argüeso González
Fr. Iosephus Emmanuel García Valdés
Fr. Iesus M.a Hernández Roj o
Fr. Iosephus Ludovicus Garzo Salvador
Fr. Iosephus Emmanuel Fernández Sánchez
Fr. Indalecius Fernández Lobo
Fr. Henricus Elustondo Iriarte
Fr. Iosephus Ludovicus Pérez Heres
Fr. Ludovicus Carolus Fernández Reyero
Fr. Xaverius Sáenz Egea
Fr. Carolus Soria Tosantos.
Fr. Carolus Iulius Alonso Herrero
Fr. Ioachimus Bandera González
Fr. Ferdinandus Vela López
Fr. Iosephus Emmanuel Alvarez Fernández


PD. A mí me gustaría que aquí se fuera mostrando la valoración, a toro pasado y con la distancia que dan los años, aquella experiencia del noviciado. Aparecerían cosas muy interesantes y quién sabe si útiles para futuros diseñadores de noviciados de dominicos.

Luis Heredia -

!!BALDOOOOO!!
Ya tengo la clave de todo: A mi primo le hicieron el vacío y le dejaron como estaba antes de tomar el hábito. Se quedó como Carlos y eso le estigmatizó.
Todos con su flamante y recién estrenado nombre propio en latín y a él lejan con un simple e insulso Carlos. Como un Carlos cualquiera y eso duele.

BALDO -

Palencia 1965–66

Clerici novicii

Fr. Iosephus Díaz Murugarren
Fr. Iosephus Laguna Castellanos
Fr. Clemens Sánchez Peláez
Fr. Antonius González Lorente
Fr. Iesus Ribón Villa
Fr. Raúl Sánchez y González de Peredo
Fr. Eliseus García González
Fr. losephus Emmanuel Fuertes Castro
Fr. Axel Armandus Hernández Fajardo
Fr. Franciscus Xaverius Serrano Pérez
Fr. Ioannes Antonius Sánchez Turienzo
Fr. Angelus M. Ibarrola Ibarrola
Fr. Ioannes losephus Gómez Arnáiz
Fr. Iesus Arcturus Rodríguez Fernández
Fr. Franciscus Xaverlus Petrina Ayerza
Fr. Eduardus Zarzuelo Vélez
Fr. Angelus Martínez Casado
Fr. Eduardus García Álvarez
Fr. Iosephus Emmanuel Fernández Fernández
Fr. Iosephus Ludovicus Lago de la Plaza
Fr. Iosephus Carolus Bregón Ruiz
Fr. Franciscus Diez de Ulzurrun Biurrun
Fr. Franciscus Cenador Dsscosido
Fr. Iosephus Ludovicus Cano Díez
Fr. Iosephus Emmanuel Cabo Muñoz
Fr. Franciscus Xaverius Fernández Martín
Fr. Iulianus Ruano García
Fr. Iustus Robles González
Fr. Antonius Martinus Argüeso González
Fr. Iosephus Emmanuel García Valdés
Fr. Iesus M. Hernández Rojo
Fr. Iosephus Franciscus Ariztimuño Amás
Fr. Iosephus Ludovicus Garzo Salvador
Fr. Iosephus Emmanuel Fernández Sánchez
Fr. Indalecius Fernández Lobo
Fr. Henrichus Elustondo Iriarte
Fr. Iosephus Ludovicus Pérez Heres
Fr. Ludovicus Carolus Fernández Reyero
Fr. Xaverius Sáenz Egea
Fr. Carlos Soria Tosantos
Fr. Carolus Iulius Alonso Herrero
Fr. Florencius Laso Martínez
Fr. Ioachimus Bandera González
Fr. Ferdinandus Vela López
Fr. Iosephus Emmanuel Álvarez Fernández
Fr. Robertus Sandoval Castro
Fr. Theodorus Suárez Rodríguez

José Manuel García Valdés -

Amigo Luisín, sabes que te socorrería con mucho gusto porque me caes bien, porque eres gijonudo, porque eres esportinguista y por otras razones pero ni lo haré porque ya son muchas las botellinas de sidra que me debes y no te veo voluntad de pagar la deuda. Pero la razón fundamental es que el "pitu" se quedó sin cresta y ya ni pía ni canta. Es de dominio público que tenía una neurona y con esto de la pandemia se quedó chuchurría, ni siquiera patina. Recuerdo a tu pariente, Carlos Soria, era de nuestra "promocionona" y tenía tanta vocación como la mayoría de nosotros, es decir, ninguna. Juntos estuvimos en Palencia forjándonos como futuros predicadores y, coño, lo conseguimos, hemos triunfado como predicadores en el desierto. Recuerdo a su tío, Carlos?, que fue mi profesor de una asignatura denominada "Psicología racional"; el nombre ya es indicativo de qué tipo de psicología se trataba, la psicología fundamentada en la razón no en la experiencia. Poco más puedo aportar. Con unos "culines" de sidra encima quizás recuperase algo de memoria. Antoñín el bruselense quizás pueda aportar algo. El que seguro puede aportar mucho es la memoria de la "promocionona", Fco. Javier Fdz. Martín, se acuerda de todo. Javier entra y diles a todos estos cómo se las gastan lo del 59, año en que cambió el curso del universo.
Abrazos libres de bichos "pa toos".

Javier Cirauqui -

Recuerdo perfectamente a Carlos en mi paso por el colegio de la Virgen donde éramos del mismo curso, pero yo en el verano del 65 me salí y ya no llegue a tomar el hábito con mis compañeros.
En el encuentro de Palencia coinciidí con Rojo, Javier Martín y Argüeso de mi curso y fue una delicia porque me deleitaron con sus experiencias de su paso por el Noviciado. Javier Martín fue desgranando sus recuerdo y conocí su paso con y todo lujo de detalles y hasta escenas hilarante. Nunca había disfrutado tanto como con ellos. Así que todos ellos y José Manuel "El Pitu", pueden recordar mejor esta foto de Carlos y del día de la toma de hábito y contar anécdotas divertidas y hasta hilarantes. Un fuerte abrazo para Carlos, Heredia y todos mis compañeros de este blog.

Olóriz -

La señora de la derecha yo creo que en realidad es la madre de Julio Correas