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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

CARTA DE ALFONSO HUARTE GUILLEN

CARTA DE ALFONSO HUARTE GUILLEN

Aprovecho esta fotografía del P. Pablo Huarte para transcribiros la carta que me envía nuestro compañero Alfonso Huarte Guillén. Gracias, amigo y hasta Octubre. ¡¡NOS ENCONTRAMOS EN EL CAMINO!!.

Leí en una carta, y es cierto, que de mi época son pocos los que se animan a escribir, espero que sea debido a la timidez y no a olvido. Yo ingresé en el colegio en el año 77 y estuve dos cursos: 77-78 y 78-79. Durante esos cursos, además, participé en la Escolanía y acudimos en julio del 78 a Viena, al congreso internacional de Pueri Cantores.

He vuelto dos veces por el colegio, una Semana Santa de los años 80, no recuerdo bien cuál, y hace cuatro años, un  par de horas en las que estuve recorriendo las aulas, dormitorios y demás salas del colegio, junto al P. Iturbe.

Mentiría si dijera que no me he acordado del colegio desde que lo dejé. En la memoria se amontonan los recuerdos, las vivencias, las caras, y muchos momentos..., los nombres ya no tanto, eso que alguno va volviendo a mi memoria, pero a excepción de los habituales y los “líderes” de la época, no los recuerdo bien.

Leo en muchas de las cartas que esto de los gratos recuerdos nos ocurre a todos los que por allí pasamos, y a la pregunta de ¿a qué se debe esto? seguramente habrá muchas respuestas, tantas como alumnos han pasado por el colegio y cada cual con su punto de vista, pero debemos reconocer que la formación, la educación, el trato, el cariño que recibimos era excelente, sin afectaciones ni artificios. Como dice un inspector de educación de Navarra: se pensaba en el alumno, en su bienestar. No había “comeduras de coco” ni “malos rollos”.

Otro dato, el colegio era una gran familia, los compañeros eran algo más que compañeros, los frailes, algo más que profesores, en definitiva: era nuestra casa. Recuerdo las navidades en las que se organizó el “Amigo invisible”, (creo que participamos alrededor de 100 personas) lo que verdaderamente se organizó fue una gran revolución, entre pensar qué regalo encajaba al destinatario, bajar a León a comprarlo, guardar en secreto (100 secretos) el nombre a quién regalar..., a mi me tocó regalarle a fray Patxi, el de la granja, (gracias al P. Iturbe, que no participaba, supe qué comprarle). Resultó todo un éxito.

Llevo trabajando en la educación varios años y siempre como referencia está el Colegio, esa es la realidad. Como ejemplo sirva el coro juvenil que he formado en mi centro y con el que quisiera acudir al próximo congreso de Pueri Cantores. La vida se repite.

Espero que este encuentro sirva para refrescar nuestra memoria y reencontrar a viejos amigos que han permanecido latentes en nuestro corazón durante tanto tiempo.

 

Un abrazo

Alfonso C. Huarte Guillén

9 comentarios

abduskan -

en los años de estas conversaciones no existia minecraft

Luis Heredia -

José Manuel,

Aún me estoy conteniendo, así que no se si podré aguantar el día que te vea.

En una Comunidad siempre habrá cosas en común.

Yo tengo muchas de esas.

¡Maravilloso¡

Me estoy descojonando de risa también porque para los que ingresamos en los 60 la experiencia del albornoz fué algo sublime para nosotros y para nuestras casas.

No solamente no teníamos ni idea de lo que era aquella prenda, si no que cuando las madres iban a una tienda a comprarlo, el estatus social subía 100 enteros.

-Pero Pepitina, ¿Dónde va-l tu fíu a estudiar?. ¿Qué dices que son? ¿"Jesuvitas"?

- No, son Dominicos. Los que lleven el hábitu blancu.

Mi albornoz fué pasando de hermano a hermano varón, mis hermanas no se resistieron tampoco vestirlo, hasta que en sus últimos momentos de vida, sus retazos acabaron limpiando los cristales de casa. Fué más util que el traje de 1ª Comunión o los libros de texto, que ya es decir con la cantidad de hermanos que tengo. El cinturón, al ser prenda no apta para los cristales, lo utilizábamos en Noche Vieja para los números que armábamos y seguimos armando todos los años.

Me río yo cuando dicen que del cerdo se aprovecha todo.

Desde aquí hago un llamamiento y lanzo el reto a quien se preste para hacer una Loa al Albornoz. Que alguien recoja el guante.

JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -

Salgo por primera vez en esta enorme memoria histórica(menudo trabajito) y salgo ahora a prósito del escrito de mi amigo y cuasi vecino Manolo; el es de San Feliz y yo de Casorvida(Polla Llena)nos separan unos 10 Km.(He decir,sin dejarme llevar por la pasión, que son, probablemente, dos de los pueblos más guapos del mundo) No nos conociamos pero tiempo tuvimos. Lo que cuenta de los exámenes en Mieres yo lo viví antes que él y fue tal cual lo cuenta. Yo no recuerdo al P. Enrique pero sí al P. Arruga y a un estudiante del Colegio (iba de ayudante) que, creo, se apellidaba Roces. Si soy sincero he de reconocer que fue él quien me hizo el éxamen. La maestra de mi pueblo (el más guapo) debía de ser muy buena pero yo, en conocimientos, presentaba encefalograma plano; tengo la impresión de que para que no te admitieran había que hacer méritos. Recibímos con mucha alegría la carta de admitido (vaya guaje más listu que tengo, debía pensar mi padre)y con ella una larga lista de utensilios, ropas y demás que había que llevar para el Colegio. Todo fue bien,sábanas,camisas, calcetines ..., hasta que apareció la palabra fatídica "albornoz". ¿Sería de vestir, de calzar o de comer?. En casa se hizo el silencio, miramos unos para otros y mi madre, la pobre, creo que aquella noche no durmió por mor del "puto" albornoz,lo malo es que el más estudiado del pueblo (sigue siendo el más guapo, por si no lo había dicho)estaba pero que nosotros. Tardamos algún tiempo en encontrar un experto en prendas que nos aclarase semejante terminajo.Cuando mi madre lo hubo comprado llegó la paz a casa. Cuento esto porque, en aquel momento, fue dramático pero, luego, fue motivo de risas comentándolo con otros colegas pueblerinos como yo (sé que hay otros muchos que les pasó lo mismo o peor pero, por timidez o por verguenza o, simplemente, porque no le da la gana, no se atreven a contarlo)He leído un comentario de Cícero sobre esta cuestión y, mi colega y compañero de instituto, Armando Murias, me contó cómo vivieron en su casa el mismo drama, teniendo que recurrir al Cura del pueblo para deshacer el entuerto.
A propósito del Padre Enrique, he de decir que fue él quien me desbravó el primer día de llegar al colegio; por la noche, en el dormitorio (¿camarillas?), hubo cachondeo generalizado y a mí, que estaba silvestre como las amapolas y pensaba que todo el monte era "orgasmo", se me ocurrió cantar aquello de "que le quiten el tapón, que le quiten el tapón ..." y, en éstas, llega una especie de fantasma vestido de blanco y me dijo
- Ah chavalín ¿tú no sabes que aquí no se puede cantar? Pónte de rodillas
y, antes de que acabara de arrodillarme, ya me habían caído dos "guantázos" que me dejaron estremecido; en uno de ellos se le fue la mono y me metió el dedo por el ojo, vi las estrellas, de verdad, bueno, todavía es el día de hoy que incluso en los días más negros con niebla y lluvia, sin ni siquiera mirar al cielo, veo estrellas y me acuerdo del P. Enrique y de los suyos. Cual sería el efecto de los guantazos que no canté más, ni en la escolanía ni en las sidrerías cuando estoy con los amigostes como Pedro Lopez, Garzo Salvador y otros. Cuando tengo ganas de cantar lo hago pa dentro, no sea que se me aparezca de nuevo el energúmeno.Por todo ello,no tengo más remedio que recordar al P. Enrique que e.p.d. Deseo que á él no le reciban como él me recibió a mí. No olvido pero sí perdono; era la pedagogía de la época (y dicho sea de paso, probablemente me las merecía por no espabilar a tiempo; lo malo es que sigo igual). En mis clases alguna vez pasé ganas de aplicar esa metodología pero me acordaba de las estrellas que vi y eso me contuvo. Tiempo tendré para contaros el porqué del apodo "el pitu", será el dia de la fecha y sin risas, por favor. Un abrazo para todos.A medida que veo fotos y leo comentarios me asaltan montones de recuerdos de caras y de anécdotas. Chao

Pablo Huarte, O.P. -

Tras un breve paréntesis, reaparezco. Son muchas las cosas que deseo manifestar. Procuraré hacerlo concisa y brevemente.

Con respecto al concurso introducido por Chema Sarmiento PARIS BIEN VALE UNA MISA CANTADA, tengo que decir lo siguiente:

1.- Mi intención era el haber participado, pero no he tenido seguridad alguna de hacerlo acertadamente.

2.- Me parece que el de la foto -la persona en venia o tumbada-, soy yo. Si es así, sin gafas. Comencé a usarlas después de haber cantado misa.

3.- Froilán dio mi nombre, pero no la fecha que se pedía. (Si Chema lo considera suficiente, tuviste suerte, chaval. De lo contrario, habrá que esperar otra oportunidad).

4.- Esa foto nunca pudo corresponder a mi ordenación sacerdotal. Tuvo lugar en Valladolid, en Arcas Reales, cuya iglesia en nada se parece a la que se ve en la foto.

5.- Pudiera ser que correspondiera a mi ordenación de diácono, anterior, como sabéis, a la sacerdotal. Un diácono no celebra misa. No creo que un diácono sin misa, pueda acceder a Paris con Misa Cantada...

6.- La iglesia o capilla grande que se ve en la foto, tiene que corresponder con la capilla del Seminario Mayor de Salamanca, o con la capilla de la Universidad Pontificia de Slamanca.

7.- Desconozco, en absoluto, la fecha de cuándo me hicieron diácono.


8.- Esa foto que ha colgado en el Blog Sarmiento, no la había visto en mi vida.

Por lo tanto, ¿cómo podía participar con semejantes carencias?. Y, por lo que he visto, ninguno de los concursante, a pesar de sus simpatiquísimas ocurrencias, ha dado una en el clavo, a excepción de Froilán que, por lo menos, acertó en el nombre.

¿Qué hará Chemasarmiento? Siempre, desde mi humilde opinión, sospecho que dejará el concurso desierto.

Y AHORA, UNAS PALABRAS A MIS SOBRINOS ALFONSO Y JOAQUIN MIGUEL, A PABLO ANTONIO, A MENENDEZ LLANA Y A MANOLO DIAZ.

Tanto Joaquín Miguel como Alfonso, manifiestan, de manera clara y rotunda, que su paso por León les ha sido muy provechoso. Tanto es así, que ambos, aun sin haber vivido en la época del P. Torrellas, han orientado su vida a través de la música que comenzó a "envolverles" en La Virgen del Camino.

A Pablo Antonio le digo que sus palabras, rebosantes de gratitud hacia sus antiguos profesores de León, nos reconforta con creces por el esfuerzo que hicimos y que, en ocasiones, nos parecía que había sido baldío. ¡Cracias Pablo Antonio! Mi sobrino Joaquín Miguel me ha dicho que te escribirá.

A Menéndez Llana, que me han gustado mucho sus reflexiones vertidas en aquella tarde, cuando el blog se había "acatarrado"... Ya he visto tus dos fotos: de chaval y de hombre maduro. Espero reconocerte a la primera.

A Manolo Díaz, que me ha parecido muy oportuno su recuerdo hacia el P. Enrique Lobo. (Cuando estaba en fase terminal, fui a despedirle a León y él era consciente de que mi visita olía a despedida, cosa de la cual era consciente y se sentía muy confiado en la misericordia de Dios y en la de su madre, Nuestra Señora del Camino.
Me ha encantado el relato de tu ingreso, cuyo protagonistas fueron los zapatos nuevos que te había comprado, con el fin de ir muy cómodo a tu examen de ingreso. Como siempre, haces hermoso lo pequeño.

Un abrazo a todos.

Pablo Huarte, O.P.

Isidro Cicero -

Manolo, delicioso. Empecé a leerte con una sonrisa, que al final se convirtió en una risa abierta y total. Gracias.
Por otro lado, de acuerdo: Que el padre Enrique y todos los demás padres y hermanos difuntos que acompañaron nuestro crecimiento, por la misericordia de Dios descansen en paz. Amén.

Manolo Díaz -

A manera de homenaje póstumo. Dedicado al Padre Enrique

No sabría decir ahora cómo llegó a mi casa aquel folletín. Era tan original que pasó a formar parte de mis tesoros infantiles, guardados celosamente en un cofre de cartón que nació como caja de zapatos y acabó, bajo mi cama, convertido en guardián de unos cromos que regalaban con el chocolate, unos cuentos viejos del Capitán Trueno y un puñado de canicas.
Eran otros tiempos y una tira de papel doblada en tres pliegues, que al desarrollarse generaba tres “santos” distintos, manteniendo el mismo rostro, superaba en valor al resto de las joyas del cofre.
En el pueblo nunca decíamos “dibujos”, “imágenes”, “ilustraciones”… Todo lo que no fuesen “letras” (que no texto) eran “santos”.
Letras también había en cada uno de los pliegues. En el primero decían: “Hay que decidirse pronto”. En el segundo: “Y estudiar mucho”. En el tercero, acompañando al “santo” vestido de hábito blanco y negro: “Para ser dominico”.
Tiempo después supe que el autor de aquella maravilla fue el P. Arruga.
Todos sabéis a qué folleto me refiero. E incluso os lo puedo mostrar porque es la única joya que conservo de mi tesoro infantil.
Luego intervinieron el cura y la maestra, que la España de los cincuenta tenía sus códigos y en los pueblos los roles pesaban más que las castas de otras culturas.
Así fue como un caluroso día de junio me encontré, de la mano de mi padre, a las puertas del colegio de las dominicas de Mieres para hacer un examen de ingreso.
Me vistieron con el mejor de los atuendos posibles, quizá alguna prenda hurtada al exiguo ajuar del resto de los hermanos, y ¡me compraron unos zapatos nuevos!. No estaba yo acostumbrado a calzar zapatos. Tenía los pies hermanados con la comodidad de las alpargatas de esparto y las madreñas. Los zapatos, por tanto, me aportaron mucha más ilusión que alivio. No se avencindaron con mis pies y me castigaron con sendas heridas que se tradujeron en momentánea cojera.
Entré en un aula grande, con muchos pupitres y mesa de profesor elevada en tarima. Tras ella había varios frailes vestidos de blanco. De todos, sólo recuerdo a uno, que fue quien me “examinó”.
Y de todas las preguntas que me hizo, sólo recuerdo la que me formuló en tono socarrón y capcioso: “¿Oochi, chavalín, quién mató a Caín?”.
¡No piqué!. En su día, la maestra, excelente profesional, nos había relatado cómo el fratricida Caín había sucumbido de un flechazo que le asaetó su nieto en una cacería. Tal cual. Y tal cual respondí yo. Tuvo éxito mi respuesta porque la carcajada de los hombres de blanco fue espontánea y sonora.
Puenteo episodios que vendrían a cuento en este relato y salto desde Mieres a la Virgen del Camino.
También de la mano de mi padre llegué al colegio un lluvioso cuatro de octubre, festividad de San Francisco.
¿Y quién nos recibió a la entrada del colegio?. ¡El mismo fraile que me había “examinado”!.
Con una franca sonrisa, inició el saludo: “¡Este es el cojo!” Y mi padre, desconcertado: “¿Cuxu?. Non señor, non. ¡Cuerri com’un curzu!” Y añadió el fraile: “Pues dudamos admitirlo”. Y mi padre: “Yeren los zapatos qu’i fixeron una engüeña”. El fraile se rió nuevamente y nos dijo que era de Nembra, concejo vecino del nuestro. A mi padre “cayó-i bien”.
La fotografia de este dominico está en los archivos del blog, con fecha 28/06/2007, bajo el título “OOOCHI, CHAVALIN…”
¡Descanse en paz, Padre Enrique!
Manolo Díaz

Mariano Estrada -

Querido Pablo Huarte:

Se me hace raro verte con ropa de seglar, pero esa cara me devuelve directamente a la adolescencia. No sé los años que tendrías ahí, pero la cara es exactamente la que yo recuerdo, tal vez un poco más rellena. Y fíjate en los condicionantes de la memoria: al mirarte, me da la impresión de que tanto la foto como la cara están pidiendo un hábito.

Sé que son tonterías, pero están ahí. Por eso las digo. Espero que no te molesten.

Querido Alfonso: bienvenido a estos lares, en los que tu tío Pablo es ya un gran experto
Como habrás visto, por aquí se le tiene en gran estima. Veo que en la familia también. Y yo me alegro.

Un abrazo

Alfonso C. Huarte -

Al copiar la carta en el mail que he eviado he debido borrar el principio de la misma. Las letras españolas no se pierden nada si no lo incluyo, pero así tendrá algo más de sentido.

Saludos cordiales:

Desde que mi tío, el P. Pablo Huarte, me comentó de la existencia de éste Blog me he convertido en adicto a la lectura de todas las cartas que no hacen más que recordar una de las mejores etapas de mi vida. Después de exactamente 30 años me emociono al leer todo lo que aquí se va publicando.

Pensé escribir hace tiempo, pero nuevas obligaciones laborales me han tenido ocupado la primera mitad de septiembre y no he tenido, casi, ni un momento para escanear algunas fotos que aparecieron rebuscando en el “baúl de los recuerdos”. Pero bueno, aunque tarde ya están ahí.

Leí en una carta, y es cierto, que de mi época son pocos los que se animan a escribir, espero que sea debido a la timidez y no a olvido. Yo ingresé en el colegio en el año 77 y estuve dos cursos: 77-78 y 78-79. Durante esos cursos, además, participé en la Escolanía y acudimos en julio del 78 a Viena, al congreso internacional de Pueri Cantores.

He vuelto dos veces por el colegio, una Semana Santa de los años 80, no recuerdo bien cuál, y hace cuatro años, un par de horas en las que estuve recorriendo las aulas, dormitorios y demás salas del colegio, junto al P. Iturbe.

Mentiría si dijera que no me he acordado del colegio desde que lo dejé. En la memoria se amontonan los recuerdos, las vivencias, las caras, y muchos momentos..., los nombres ya no tanto, eso que alguno va volviendo a mi memoria, pero a excepción de los habituales y los “líderes” de la época, no los recuerdo bien.

Leo en muchas de las cartas que esto de los gratos recuerdos nos ocurre a todos los que por allí pasamos, y a la pregunta de ¿a qué se debe esto? seguramente habrá muchas respuestas, tantas como alumnos han pasado por el colegio y cada cual con su punto de vista, pero debemos reconocer que la formación, la educación, el trato, el cariño que recibimos era excelente, sin afectaciones ni artificios. Como dice un inspector de educación de Navarra: se pensaba en el alumno, en su bienestar. No había “comeduras de coco” ni “malos rollos”.

Otro dato, el colegio era una gran familia, los compañeros eran algo más que compañeros, los frailes, algo más que profesores, en definitiva: era nuestra casa. Recuerdo las navidades en las que se organizó el “Amigo invisible”, (creo que participamos alrededor de 100 personas) lo que verdaderamente se organizó fue una gran revolución, entre pensar qué regalo encajaba al destinatario, bajar a León a comprarlo, guardar en secreto (100 secretos) el nombre a quién regalar..., a mi me tocó regalarle a fray Patxi, el de la granja, (gracias al P. Iturbe, que no participaba, supe qué comprarle). Resultó todo un éxito.

Llevo trabajando en la educación varios años y siempre como referencia está el Colegio, esa es la realidad. Como ejemplo sirva el coro juvenil que he formado en mi centro y con el que quisiera acudir al próximo congreso de Pueri Cantores. La vida se repite.

Espero que este encuentro sirva para refrescar nuestra memoria y reencontrar a viejos amigos que han permanecido latentes en nuestro corazón durante tanto tiempo.

Un abrazo
Alfonso C. Huarte Guillén

Pablo Huarte.O.P. -

A MI SOBRINO ALFONSO

Acabo de llegar del hotel Ciudad de Pamplona, donde he recibido a mis amigos de Galicia que han venido a una revisión a la Clínica Universitaria, y antes de bajar a la iglesia para celebrar la Eucaristía de la 7,30, he abierto el ordenador y me he encontrado con la sorpresa, para mí muy grande, de mi fotografía en el nuevo portal, y con tu carta tan bonita. Gracias, Alfonso, por semejante sorpresa.

Tengo que bajar ya a la iglesia, y celebrada la Misa, voy a ir a cenar con mis amigos gallegos.

Como ves, a toda prisa, y con muy poco margen de tiempo, mi saludo agradecido. Tendremos tiempo para seguir hablando, bien a través del blog, bien en Obanos.

Un beso.

Tu tío

Pablo.

Posdata: Veo que Joaquín Miguel ha hecho su trabajo muy bien