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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

MI DIARIO DE LOS SESENTA EN EL COLEGIO

MI DIARIO DE LOS SESENTA  EN EL COLEGIO

Queridos amigos; Deleitémonos con el relato de estos recuerdos grabados en alguna página del diario de Andrés M.Trapiello. Puede que fuese cualquier día 19.......del año 1.9.....¡quién sabe!.

Acabo de llegar a la camarilla.

Ya es noche cerrada y fría, y caen silenciosas las nieblas que oscurecen el alma. Fin de un día más, y un otoño que ya anuncia invierno.

Subo al banco que cubre el gran tubo de la calefacción, para descubrir a través del ventanal las torres de la Catedral de León, de mi León. Sin embargo, solamente puedo adivinar entre la bruma, en la dirección de vista cotidiana, en la línea imaginaria marcada con buen tiempo, su ubicación. El vaho de la ventana ha refrescado aún más mi cara y las palmas de mis manos, que se han pegado al cristal en afán mental por traspasarlo.

Mientras la toalla seca mis mejillas, volviendo a percibir en el paño el olor al jabón Heno de Pravia comprado en la Procuración, la imaginación ha franqueado el mirador abandonado y la niebla, para compartir con mis hermanos la sopa de pan y los huevos fritos con patatas que mi madre ha preparado, como cena habitual, en la cocina económica. Las incidencias en el Tribunal de Orden Público y alguna noticia de teletipo sobre “La Guerra Fría”, son los temas de conversación de mi padre.

Me quito el jersey nuevo de lana, hecho a mano, que al deslizarlo por la cabeza me traslada de nuevo, por su olor a guiso, a casa. Y fantaseo agujas de tejer entre los ágiles dedos maternos, y, a su lado, un lento guiso de cocido sobre la chapa de la cocina.

De debajo del colchón, a salvo de miradas indiscretas y evitando que sirva de ágape al asiduo ratón que deja la evidencia de su estancia en los cajones con pequeñas cagadas, rescato mi Diario. Un cuaderno de pastas duras de color ocre y cuatro anillas de plástico que asemejan ruedas, lo van convirtiendo día a día en mi mejor confidente. Hoy el tiempo apremia y la redacción debe ser corta: “Estamos ensayando los villancicos de Navidad. Nos han dicho que vamos a dar un concierto en el cine de los Agustinos, y que Don Joaquín va a intervenir también con una charla”.

Las sábanas están heladas; la frialdad la noto, sobre todo, en los pies que me obligan a adoptar una posición fetal, a encogerme. Aquí no hay ladrillo calentado en el horno, ni hermano que comparta en la misma cama fríos para entrar en calor. Creo que un movimiento de pedaleo me aliviará.

Los fluorescentes dejan de lucir en el dormitorio; solamente aparece por debajo de la puerta de la camarilla la sombra alargada, generada por los pilotos permanentes, del fraile cuidador, de “Camero en pista”.

Poco a poco me voy estirando…

11 comentarios

Andrés Martínez Trapiello -

Querido Mallada:
Me requerís Javidelvigo-nopongomás y tú sobre el affaire de Madrid.

Te cuento.

Fuimos las asturianina -que dicen Vibot, Julio Correas y Luis Heredia- y yo a la misa de Pedro, a la parroquia de Santo Tomás de Villanueva. Allí estaba también José Luis Alcalde, y gente encantadora de un Vallecas diferente al que yo había conocido hace muchos años. Esto hay que contarlo con más detenimiento.
Mallada: cojonudas la lentejas que hizo Segundo, y a las que nos invitaron en su casa Pedro y Alcalde. ¡Qué buenos rapaces! Bueno, también estaba José Antonio. Después de comer, charlamos…

Te sigo contando: Seguía yo allí, en la Capital. Andaba entre el ciber y buscando Prieto Picudo que llevar a casa de Vibot. Incluso, esperando a Beatriz, que me reprochaba, aunque yo le había dado señas del chiringuito, del ciber donde veía el blog.
Si te soy sincero, notaba yo como algo raro: la gente se me quedaba mirando. No sé si sería por la foto de Justino, o porque me veían con un plano de Madrid, otro de “Metro”, y me quedaba mirando los carteles de señalización y los autobuses.
Yo, te lo juro, no aparecí por la Zarzuela.
Por el Prado, sí; aunque es un museo; allí no hay campo, solo unos árboles y algún kiosco.
En fin, Mallada. Que no sé si Justino no se habrá equivocado. Aunque, el de la foto con la Infanta, se parece a mí, ¿verdad?.

Pero, a lo nuestro, Mallada.
¡Cuanta vida en las casi cuatro paredes, en aquellas camarillas!.
¿Y cuando caías enfermo? Ovejoooooooooo; y las comidas especiales –un filete, al menos lo parecía, con patatas fritas-; y un pequeño ¿? transistor debajo de la almohada para escuchar a The Beatles.
Cada uno tiene su vida de camarilla, su vida de Colegio, sus recuerdos que, parece, han vuelto renacer.
Aunque también, de aquello, hay más cosas que afectan al alma. Pero, para otro momento.

José Ignacio Serrano Mallada -

Aprovecho para remitir estas líneas ahora que Marianín Estrada está durmiendo la siesta, porque si escribe algo en estos momentos y lo leo me abandona la paupérrima inspiración subyacente y me retiro con mis pertenencias a mi vida solitaria de siempre en el desierto del Kalahari.

Ay, Andrés, Andresin, Andresote, Andresazo...

Por qué quieres torturarme con esta panorámica visión desde cota superior de la camarilla que me trae tantas imágenes juveniles a mi cerebro y tantas emociones afectivas a mi corazón...

Ay! Andrés, cuántas veces miré al cielo echando pestes de aquel terrazo del suelo que a pesar de fregarlo, como hacíamos todos, con jabón de tocador comprado amorosamente en nuestro "economato" doméstico del P. José "P. Pesetina", no había manera de hacerlo presentable, y para mayor escarnio pie que ponías encima de él, pie que quedaba reflejado en el mismo para un mayor y constante sufrimiento.

Ay! cacho bueno Andrés, que ya veo que te apuntas a cualquier excursión cercana o lejana, pero eso sí, que sean tierras de buen vino,y si llevas al P. Huarte para tu justificación y lavado de conciencia mejor, y aunque luego por atrás magnifiques las bondades del "prieto picudo", sabemos por otros conductos muy cercanos a tí, que no te dan asco, sino que te gustan tanto o más y que los tomas a escondidas los Fariñas, los Dominio de Tares, los Viña Imperial, Los Mugas, los Viña Ardanza, los Protos, los Pesquera 5º año,los Vega Sicilia, los Clos Martinet, los Finca Dofí etc. etc, etc.

Por qué llevas esta doble vida enológica, no te bastó ya el disgusto que nos montaste con el affaire, aunque luego se demostró tu inocencia, que la prensa rosa,la amarilla y la roja te relacionó con la separación de la Infanta Elena?

Un fuerte abrazo de tu hermano, y bien sabes que lo que he dicho lo he dicho por tu bien...

Andres Martínez Trapiello -

¡Joder, Patxi San José!
Se va a enfadar Platero, el burro que ha aparecido alguna vez por el blog. También, la burra de mi tío Fidel.
El dicho leonés es: "...el que tiene cara de burro, lo es". Las cosas claras.

Y ves, Patxi San José, lo educado que soy que no he citado a nadie. Cada cual, que se mire y aplique.

San José -

Andresico.
Ya veo que tu de amistad nada de nada. Las próximas vacaciones te va a llevar a Nairobi quien tu bien sabes.
Por otra parte, te diré que el poner negro sobre blanco, como a tí te gusta decir, se te da de maravilla y no hace falta que Mariano, Javierdelvigo y demás compañía, te pinchemos mucho para que tú entres al trapo.

Aunque creo que Huarte no se refería a mi, como la reciente aparición en el blog de Zaragoza, por supuesto que conteis conmigo para cualquier reunión que se produzca del grupo navarrico (en este caso navarrico-aragonés-leonés).

Me uno a los que agradecen, y de qué forma, los correos tan simpáticos y bonitos qe algunos compañeros (Mariano, Correa, Criado...) mandan. Es una manera más de mantener el contacto y hacernos partícipes de lo que creemos puede divertir o gustar a los demás.

Y ya que estamos de felicitaciones, el próximo día 30 es San Andrés y recuerdo un dicho leonés que viene muy bien al caso: "Según San Andrés, el que tiene cara de (que cada uno ponga el calificativo que crea oportuno)lo es".

Andres Martínez Trapiello -

Querido Pablo:
Habrá que buscar fecha para primavera; un "week end" en Pamplona sería bonito.
Hay más inbéciles como tú, Pablo, que no hemos reido a rabiar con el @mail de Julito Correas. Estos correos, el chat, los nuevos encuentros, los SMS, el blog, las comidas en Madrid, o donde quiera que sea, son la contestación a la pregunta "¿y después, qué?".
Pablo Huarte: No preguntes por San José, que no escribe, no enseña la patita. Aún debe estar por Nairobi, con el "tantán".

Pablo Huarte -

Querido Julio Correas:

Abro el correo, y me encuentro con la sarta de fotografías que nos has enviado, y cuyo título genérico es el siguiente: ALGO VA MAL. Yo que soy tan soso, me he reído como un imbécil.

Estas cosas y otras muchas, también fomentan la amistad. En este caso, con salero incluido.

Un abrazo, Julio.

Pablo Huarte

Pablo Huarte -

Mira, Andrés: La empatía merodea en nuestro entorno. Hace nada, me llamó Máximo Olóriz y quedamos en que los navarricos, como tú muy bien dices, tendremos que buscar algún pretexto para que nos reunamos en Pamplona. Sería estupendo que te animaras y nos acompañaras. Y si se te arrima alguien del GL, mejor que mejor. Y como tenemos en Zaragoza a uno que ha aparecido últimamante en el blog, que se anime también.

En caso de que nos parezca oportuno este miniencuentro, ya buscaremos fecha.

Y me vas a permitir, Andrés, que envíe ya, a todos, mi primera felicitación navideña.
Como decimos en esta tierra, ya falta menos. La NAVIDAD, luz y misterio, tendrá que dar mucho de sí en las próximas fechas.

Andrés, amigo bueno, feliz día.

Pablo Huarte

Andres Martínez Trapiello -

Querido Pablo Huarte:
Las 14:46 h., son hora sexta, pero se te perdona que escribas en ese momento, en lugar de dormir.
Te agradezco que te haya gustado, que hayas vuelto a vivir, que hayas recordado el ayer. Son solamente mis "divertimentos".

Mira Pablo, Javierdelvigopalencia, Mariano Estrada, los cabrones del GL, y algunos otros me provocan para que ponga palabra tras palabra. Hay veces que lo consiguen; y si alguno lo pasa bien leyéndolo, pues el objetivo está conseguido.
No es más.

Lo de cultivar la buena amistad? ¡Qué va!. Lo mío es por el interés -otros lo hacen por el capital-. Pablo, quiero "cultivar" la amistad de Mocé, Maxi Oloriz, Domingo Iturgaiz, el otro Olóriz y no sé cuántos más navarricos, para preparar viaje, con mejor temperatura, y acercarme a Navarra, para que me dejéis estar por ahí y saludaros personalmente.

Mariano Estrada -

Este comentario se lo dedico a Javier Martín de Pablos, quien, ante algunas de mis payasadas en el estudio, contenía las muecas para no darle pistas al vigilante del aspirantazgo a la Orden de Predicadores.

Mi historia con el tabaco.

El comentario que puse ayer aquí me dejó un sabor de boca muy dulce. Normal, ¿no? Cuando pones gasolina, ¿no te huelen algo las manos? Lo que ocurrió ayer es que le di un caramelo a la memoria ¿Por qué me gustarían tanto los caramelos? No sé, tal vez los usara para amortiguar el olor que me dejaba el tabaco.
-Pero ¿es que tú fumabas? ¿Cómo, si entonces no fumaba ni Dios, salvo que fuera fraile, y aun los frailes lo hacían de tapadillo?
-Bueno, sólo un cigarro alguna vez, no creas.
-¿Y de dónde los sacabas?
-¿No lo recuerdas ya? Los introduje de contrabando cuando salí a la calle a buscar las manzanas del crecimiento, ya sabes, las recomendadas por el P. Cura para favorecer el estiramiento de las hormonas.
- ¿Y en qué lugar recóndito los fumabas, para no ser visto ni olido ni requisado?
- En los servicios de los dormitorios, en una de las ventanas altas y estrechas que había detrás de los platos de los retretes ¿Me sigues? Con la hoja cerrada, claro, mirando hacia el pequeño precipicio que daba al jardín. Allí no me veían los compañeros, por supuesto, pero tampoco los frailes, que son los que gozaban del derecho de husmear, o sea del permiso para empujar la portezuela e ir mirando en cada retrete. Y aun del permiso de mirar por encima de las puertas, si es que llegaban, que no era el caso del P. Enrique, por ejemplo.
-¿Y cómo es que no te veían? La ventana quedaba de frente…
-Ya, eso no lo recuerdo muy bien, tal vez el cristal fuera traslúcido…Lo que recuerdo perfectamente es que un día miró el P. Jaime Lebrato. Yo le vi a él, pero él a mí no me vio. Menos mal, porque, del susto, podía haberme ido al vacío… Cuando se fue, me quedé un rato esperando a que el silencio volviera a ser absoluto. Enfrente estaba la ducha en la que un compañero nuestro, que era hidrófobo, se metía con el paraguas que llevaba debajo del albornoz…
-¿De verdad ocurrían estas cosas? –peguntó inocentemente Oscarín, en el mesón donde cenamos los que fuimos comedidos en la Diputación, el pasado día 13 de Octubre.
-Pues claro que ocurrían, querido Oscar
-¿Y dónde estaba yo, que no me enteraba de nada?
-En las nubes, Oscar, tú siempre estabas meditando –le respondió alguien del corro, no sé si uno de los Iturgáiz, ya que estaban los dos, partiéndose de risa-
-¿Y siempre los fumabas allí? –medió un tercero, ¿Leónides, tal vez? ¿O Leónides estaba en el otro corro, donde contaba travesuras Javier Martín de Pablos?-
- Bueno –repliqué yo-, tampoco fueron tantos los que fumé… Además, allí sólo se podía fumar por la noche. Por el día me hubiera delatado la luz, o las sombras, y me hubieran mandado a casa, después de un leve paso por la incomunicación.
-Hasta que fueran a recogerte tus padres
-Eso, hasta que fueran a recogerme mis padres. Que hubieran tardado lo suyo, me parece, porque mi padre estaba entonces con los gabachos ¿No vale con que venga mi madre, Padre? Pero nada se derivó de la ventana, sólo unos acelerones del corazón, que no serían los últimos.
-¿Te ocurrió esto más veces?
-Esto, no. Pero sí me ocurrieron otras cosas... Verás, una tarde fumé en la mismísima camarilla…
-¿Eeeeh? ¿De veras? Hay que echarle morro…
- No creas, sólo un poquito de imaginación… Claro que ¡Valiente imaginación, la mía! Aquella tarde quedaron demostradas dos cosas. Una, que yo era un “tipo” con suerte. Y dos, que era bastante más tonto de lo que creía. Pues ¿no me metí a fumar en el maletero? Sí, sí, el maletero, justo debajo de la cama… Un lujo que no estaba al alcance de todos: Juan Manuel Díaz Álvarez, por ejemplo (el de la estrella colorá), no hubiera podido meterse, ya que tenía, casi, el mismo cuerpo que hoy…Alguna ventaja teníamos que tener los bajitos…
-¿Y qué pasó? No nos dejes en ascuas.
- En ascuas estaba yo, con el cigarro, cuando sentí que el humo me ahogaba…Tuve que salir corriendo, claro. Corriendo y oliendo. En tales circunstancias, ¿de qué iba a valerme el caramelo de Andrés? Comí chorizo de Muelas, picante y oloroso, intenté amortiguar, no recuerdo con qué, el tufo de la ropa, me lavé la cara… Y para comprobar el efecto de los antídotos bajé a la recreación donde estaban, ignorantes y juguetones, los compañeros… Me encontré de bruces con Faes: Pablo González Díaz-Faes, a quien eché de menos en la celebración del día 13 de octubre.
- Has fumado –dijo- hueles a tabaco
- ¿A tabaco yo? No puede ser ¡Mira!

Y volqué una vaharada espesa de aliento sobre su cara

-A tabaco y a chorizo, Ruso, no lo niegues… ¿A ver?... ¡Y encima te has echado colonia!...

¿Tendré que decir que Faes se quedó con la mosca detrás de la oreja? Pues sí, una mosca tan gorda que era más bien un moscardón. Sin embargo, hasta el pasado 12 de octubre, en San Marcos (habitación de Julio Correas, donde estuvimos hasta las 4 de la mañana con Isidro Cicero y Javier del Vigo), nadie ha sabido nada de estas cosas mías, que han pertenecido siempre a la intimidad y no tuvieron nunca otros efectos secundarios. Todos sabéis que, uno de los efectos secundarios del tabaco, en aquel lugar y en aquellos justos momentos, podía haber sido no un cáncer futuro de pulmón, sino una inminente y sonora patada en el culo. Tan sonora que el ruido hubiera llegado hasta Muelas de los Caballeros, Zamora, donde antes de ir yo al Colegio, fumábamos hojas de espino liadas en papel de periódico…

Coda:

En mis años jóvenes (digamos de los 20 a los 40), he sido fumador de hasta dos cajetillas al día. O sea, tela marinera. Pero hace 20 años que no fumo un pitillo. Esta es, más o menos, mi historia con el tabaco, que, salvo las mencionadas hojas de espino, es lo único que he fumado en la vida. Laus Deo, como dice Javier del Vigo. O, como digo yo, Nihil obstat. Publíquese.

Mariano Estrada, Marianín, el “Ruso”.

Mariano Estrada -

Querido Andrés:

No sufras por no poder ver la catedral desde tu camarilla, otros miraron para otro lado ¿Y que vieron? “Una estrella colorá”. Indicaba el Norte Magnético y se veía con el corazón: Asturies, les ablanes, el branu, la sidrina, la fesoria…¿Sabes lo que yé una fesoria, ho?

Al menos tú tenías ventana, que algunos no teníamos ni siquiera patio interior, sino que respirábamos por los tabiques cortados por encima de nuestras cabezas. Yo tenía lindero con Andrés Cortés, nuestro amigo, que aunque era de la Plaza de la Inmaculada, también necesitaba la catedral, porque en León la catedral es una necesidad, como el Mar en Alicante ¿No, Rufino?, ¿No, Leandro Panera? ¿No, Suazo? Joder con el Trapiello, que lo quería todo ¿Intentaste ver también los robles de Villacil de Sobarriba? Yo me consolaba con asomar la cabeza por encima del tabique para pedirle a Cortés un caramelo: Andrés, ¿tienes un caramelo? Ello cuando sabía que habían estado sus padres
-¿Sus padres? Pero si estaban siempre allí ¿Es que no vivían en el Colegio?
-No, no, en el Colegio no.
-¿Y tú cómo lo sabes?
-Porque Andrés no me daba un caramelo todos los días.

Un abrazo, txaval, y a seguir mirando por la ventana...

Pablo Huarte -

Andrés, te voy a dedicar unos segundos, aunque es la hora que es y, además, sábado. Esta tarde tengo tarea. Entre otras cosas, presidir una eucaristía a la que asisten los Auroros de Santa María y que cantan como ángeles.

¡Qué buena idea la de los diarios, y, en concreto, la de tu diario. Esto es fantástico. Me parece que podemos adentrarnos en algo un poco misterioso, pero que aportará mucha materia que ha de servir para "engrasar" los engranajes de nuestra amistad.
´Conozco un poco el mundo de vuestros diarios, y me parece estupendo que alguien nos permita entrar en su mundo de frescura juvenil y sana ilusión. (Por favor, que nadie piense en cosas raras a las que, en absoluto, me estoy refiriendo).

Andrés, tú sí que sabes cómo se fomenta una buena amistad.

Después de ésto, ya casi nos vamos a olvidar de los dichosos 19 euros. Aunque creo que, por otra parte, la cosa no se puede olvidar facilmente.

Andrés, un abrazo muy fuerte.

Pablo Huarte