FELICITACION DE FELIX CAÑAL
Es la tarjeta de felicitación que nos envía desde Córdoba nuestro querido compañero Félix Cañal Santos. Además me envía un villancico compuesto por él y que os dejo en __DESCÁRGATE__ con el nombre de fichero: angeles del cielo.m4a
Gracias amigo Félix, todos te desemos feliz Navidad.
6 comentarios
Eugenio González Núñez -
Un abrazo,
Eugenio
padreeugenio@sbcglobal.net
Enrique Arcadio Frade Alonso -
Menos mal que vais apareciendo alguno mas de la quinta del 58 al 63,porque hasta ahora solo había salido yo.Habian salido los de la quinta 58 al 64.
Como solo eramos 13 los que salimos de la Virgen a tomar el habito a Caleruega, .Me recuerdo mucho de tu nombre pero no de tu imagen que la tengo muy borrosa,cuestión de edad supongo.Ayer estuve con mi hermano Heriberto que tambien estuvo en la Virgen pero un curso superior a nosotros y si se recuerda de Tí y te manda un abrazo.
Yo de aquellos que tomamos el habito en 1963,sólo recuerdo a Castañon, Justino,Eugenio,Palacín y ahora a Tí,del resto no me acuerdo de los nombres,esta vejez y tantos años pasados .Tu te acuerdas de alguno más?.Esto mismo lo pregunté mas veces poro nadie ha contestado a mi pregunta,incuidos los de Caleruega que les mandé a su www,pero no me contestaron.
Bueno me alegro que seamos uno más a ver si van saliendo todos los que faltan que yo creo son ocho.
Recibe un fuerte abrazo y la felifitación de NAVIDAD Y AÑO NUEVO CON TODA LA SALUD.
ENRIQUE FRADE ALONSO.
Mariano Estrada -
Luís Mateo Díez, que es de Villablino, tiene un cuento titulado Los grajos del Sochantre. Chema Sarmiento, basándose en el mismo, realizó una película llamada El Filandón, como todos sabéis. Félix Cañal fue el protagonista de dicha película, es decir, el Sochantre, que vivía en el barrio viejo y Húmedo, con la terraza mirando a la Catedral.
Pues bien, el viejo Chantre tenía una criada que le remendaba la vestimenta con las plumas de los grajos, con los que luego hacía caldos hasta ablandar la carne Eran tiempos de fríos y de hambruna, pero él presumía de que en su casa no faltaba nunca un caldo de ave con su correspondiente muslito. Y parece ser que, además de los los muslos de los grajos, el Canónigo se servía también de los muslos de la criada, que competía con los otros en nervaduras y correosidad. A pesar de lo cual, las malas lenguas hablaban de que hacía con ellos maravillas.
Chema y Félix, si he dicho algo mal, corregidme ¿Por qué no nos contáis algo de la película? Seguramente habrá muchas anécdotas de interés.
Vibot: ya sabes que el récord está en 7 horas. Por encima de ahí, el café empieza a enfriarse.
Andrés: dale caña a Santos, que él se lo merece y yo no soy celoso.
Un abrazo
Andrés Martínez Trapiello -
Y que Mariano Estrada siga en Villajoyosa.
Tomaremos un café y veremos.
Vibot -
Andrés Martínez Trapiello -
Hasta llegar a la zona antigua de mi ciudad refugio frecuente-, me cruzaba con gente presurosa por llegar al atractivo comercial, y con rapaces gritones que corrían tras unas palomas que merodean y se refugian entre las piedras de la basílica románica. Aquel ambiente contrastaba con mi paso pausado, tranquilo, mientras detenía la vista en edificaciones antiguas de ladrillo visto o tapial. Edificaciones de bajo y planta, sensatas, sin alardes. En ellas, alguna ventana, con visillo indiscreto e iluminación escasa, dejaba entrever los muebles repujados del comedor de la vivienda.
Comenzaban los primeros compases del Rex tremandae cuando, al fondo de la calle, larga y casi recta, se dibujaban con el brío de la iluminación nocturna, la torre noroeste de la Catedral, los contrafuertes y los pináculos.
Al desembocar en la gran plaza, adornada con un gran árbol metálico de navidad, surgió de nuevo ante mi vista el gran caserón-palacio de un preboste más, leonés e intelectual, con inquietudes sociales plasmadas con hechos.
Pero no estaba Félix Cañal en ninguno de sus miradores, con dulleta y teja de canónigo catedralicio. Tampoco Chema Sarmiento dando directrices en tomas cinematográficas que configuraran su Filandón.
Con el Benedictus del Réquiem, entré una vez más en la Catedral. La semipenumbra que me rodeaba, se rompía con los innumerables colores de sus vidrieras que resaltaban por la iluminación exterior.
Dos japoneses, más forasteros y pocas gentes piadosas, apartadas de tráfago exterior, componían el paisanaje interior.
Los púlpitos estaban vacíos. No estaba Cañal, increpando a los fieles, como en el filandón que interpretó.
Salí; debía volver a la ¿civilización?
Me hice acompañar de Andrés Segovia, que me deleitó con las cuerdas de guitarra en composiciones de Isaac Albeniz.