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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

SÍNDROME DE LOS CINCUENTAITANTOS

SÍNDROME DE LOS CINCUENTAITANTOS

Ana Correas, leyendo esto,  no puede evitar acordarse de su padre (Julito Correas) y se lo envía para compartirlo con todos sus nuevos "viejos"  amigos del Cole, esto es, nosotros. Besines para Ana, cariño.

La fotografía que hoy ilustra este portillo, efectivamente cumplirá el próximo mes ¡¡ 41 !! años. Podréis reconocer a Julito Correas, José Ramón Tejo, Oscarín y el furriel.

SINDROME DE LOS CINCUENTAITANTOS (Le llaman la "crisis de los 2 tercios de vida").

Empiezas a darte cuenta de que la inseguridad no era un síntoma sino una realidad que no desaparece nunca, ya no mides en relación a 1 ó 2 años sino en 5 ó 10 y te preguntas si llegarás a esa edad. Te empiezas a dar cuenta de que hay un montón de cosas sobre ti mismo de las que no sabías y que quizás no te gusten. Empiezas a darte cuenta de que un montón de cosas que sabías que podían existir en tí y que no te gustaban han asomado alguna que otra vez dejándote mal parado.

 

 Te empiezas a dar cuenta de que tu círculo de amigos es más pequeño que hace unos años atrás. Te das cuenta de que tienes a lo sumo un amigo. Te das cuenta de que es imposible coordinar las cosas a menos que verdaderamente te lo propongas, y muchas, muchísimas veces lo haces y te sientes bien. La cervecita ya no es una de tus prioridades (por el tema de los cólicos que te dieron hace unos años) y ahora disfrutas del , más que cuando eras un crío de veintitantos.


Extrañas la relativa ausencia de responsabilidades y obligaciones, lamentas haber socializado tan poco , y te das cuenta de que
tus "amigos del alma" hace más de 20 años que no tienes idea de dónde están. Te empiezas a dar cuenta de que algunas personas son egoístas y que, a lo mejor, esos amigos que creías cercanos no son exactamente las mejores personas que has conocido y que la gente con las que has perdido contacto resultan ser amigos de los más importantes para ti.


Te empiezas a dar cuenta de que sólo pocas son las personas realmente bondadosas y que merecen la pena compartir tu presencia. Algunas de ellos están en otros países ahora y es muy probable que no vuelvas a verlas nunca.


Encuentras cada día menos motivos para reír y más para llorar, aunque hayas aprendido a mitigar el dolor.

Te acuestas por las noches dando gracias de estar con una persona a la que amas. O te acuestas pensando en alguien más. O te acuestas sólo porque no has sabido ganarte el corazón de nadie. Tú elijes.

Pareciera como si todos los que conoces ya llevan años de casados y algunos empiezan a divorciarse. Y a casarse otra vez, quizá.

Te das cuenta de que nunca estarás preparado, pero el que el compromiso de un proyecto en común es lo mejor que puedes compartir.


Ves a los jóvenes que atraviesan por las mismas situaciones que tú viviste, y no entiendes o no recuerdas qué es lo que te preguntabas cuando tenías su edad. Has tomado demasiadas decisiones erróneas y tienes miedo de que alguien te pida consejo. Aunque al final, sabes que no lo harán, como tú tampoco lo hiciste.


Ya no sabes lo que es un ligue de una noche y te preguntas cómo sería volver a experimentarlo, porque ahora te tomas más tu tiempo y otras cosas te parecen más importantes. Ya no necesitas emborracharte para actuar como un idiota, y eso, más que estúpido, te parece patético.

Sabes que tu trabajo no es ni cerca de lo que querías hacer y empiezas a hacer cosas distintas. Ya no piensas en buscar algún
trabajo, sino buscar vivir tu vida. Estás seguro de lo que no quieres, y resignado a que no podrás alcanzar lo que siempre quisiste.

Tus opiniones están llenas de lógica y calma. Ves a los demás y tratas de advertirles acerca de lo que vendrá pero te callas porque sabes que no te harán caso o porque albergas la secreta esperanza de que las cosas sí funcionen para ellos.


Recuerdas con una sonrisa cuando te creías genial e invencible, y aunque has empezado a vencer tus miedos y confusiones, ya estás seguro de que el pasado es un lugar hermoso y tratas de recrearlo cada vez que avanzas.


Tu vida está llena de cuotas por los préstamos que has contraido y que no te han construido una vida. La carrera sabes que no la
ganarás, y la competencia ha perdido su atractivo, mientras disfrutas del paseo mientras caminas. No te importa si los que te leen están de acuerdo contigo y si se identifican. Sabes que liderarás a quienes valen la pena.

Nosotros somos cincuentones y nos encanta, porque recordamos las cosas que nos pasaron a los 15 y no nos gustaría que nos volvieran a pasar. Aquel lugar inestable, en donde tuvimos que aferrar el rumbo, fue uno de los más conflictivos y ahora nos gusta la estabilidad, lo que no quiere decir que desaprovechemos un solo minuto. Sin miedos, y mirando hacia adelante todavía.


Parece que fue ayer que teníamos 16...¡¡¡¿¿¿Así de rápido???!!!


Sí, así de rápido y más... Porque mañana, tendremos 60. O ya los habremos pasado.


HAGAMOS VALER NUESTRO TIEMPO... ¡QUE NO SE NOS PASE!
La vida no se mide por las veces que respiras, sino por aquellos momentos que te dejan sin aliento... SALUDOS A TODOS LOS AMIGOS Y AMIGAS, CASI, O
YA CINCUENTONES. Y A LOS QUE YA PASARON DE LOS CINCUENTA(COMO YO)

 

16 comentarios

santiago rodriguez -

Barberia, los de sesenta es una toneria, solo es que el carnet de identidad se hace mas viejo; con decir que tenemos juventud acumulada todo resuelto; por cierto el día 19 cumplí los 62 pero digo que tengo doce y medio....siglo

Isidro Cicero -

FELICES SUEÑOS, BARBERÍA

Querido Luis Barbería

Tú estabas anoche contemplando mis surcos serenamente antes de irte a dormir. Te imagino yo después, a pierna suelta, cada vez más tranquilo, superando casi ya la bravura de los días del pasado que te han estado rodeando como mihuras, buscando el momento de asestarte la cornada de la pena. Cuae, a la pena me refiero, resiste fortis como un maño. Te imagino después reposando, libre, como te mereces. Así te quiero.

Que también hoy tengas una noche tranquila, un fin del día perfecto. Oh my prophetic soul: Pido que se te envíen los ángeles mejores para que los pies de tu sueño no tropiecen en ninguna piedra y llegues feliz hasta la hora del viernes que tú mismo elijas.

Te lo debo: Llevo ya acumuladas tantas caricias tuyas hacia mi persona, que cualquier noche de éstas me veo saliendo al encuentro de tu prophetic soul para confortarnos juntos.
Un fuerte abrazo.

Vibot -

¡Y el de Cariñena también tiene duende pa dar y tomar!

"La vida no tiene más ideología que el olor."

"Hay que tener mucho miedo para escribir bien."

Como José Tomás escribe sus faenas.

Te quiero, Teódulo.

Luis T Barbería -

A estos muchachos de la foto del portal, amigo José María, os hubiera vestido yo con trajes de luces. Novilleros jóvenes en busca de gloria. Vibot os hubiera bautizado con unos adjetivos magníficos. Vibot os hubiera vestido con palabras luminosas, hechas de aguas de mar y cristales de vidrieras en catedrales góticas.

José Tomás es un torero que tiene duende. Y ha visto a la muerte de cerca. José Tomás es un torero que, enganche su capote el toro o no lo enganche, emociona y levanta pasiones. Digan lo que digan los puntillosos y los sabios tristes, aunque les pese, José Tomás emociona y despierta a la gente de su modorra vital. José Tomás escribe poemas muy hondos con su capote.

Joaquín Sabina le hizo un día esta entrevista:

José Tomás. Me ha pasado estar en el burladero, con el capote, esperando, y pasárseme por la cabeza canciones tuyas.

Joaquín. ¡Calla, calla!

José Tomás. Eso me ha ayudado mucho a soportar el miedo.

Joaquín. El maestro Esplá dice que eres el último torero que ha visto que no tiene miedo.

José Tomás. Tengo miedo. Soy un ser humano y he pasado mucho miedo
... Y ahora te pregunto yo: ¿qué piensas que puede ser la muerte?

Joaquín. Pasemos a la siguiente pregunta... Me aterroriza, no tanto la muerte, sino el deterioro físico... Cuando me dio el marichalazo..., no dolía, pero al tercer día quise ir a mear y entonces me tuvieron que bajar los calzoncillos, y eso a Luis Aragonés y a los de mi pueblo nos humilla muchísimo. Y yo dije: así no quiero vivir. Hasta ahí, no.

José Tomás. Olé.


Leo una interesante conferencia de un escritor español muy popular. No está fechada.

El tema de su conferencia es el duende. “Teoría y juego del duende” la llama él. Y distingue entre musa, el angel y el duende.

“El ángel deslumbra, pero vuela sobre la cabeza del hombre, está por encima, derrama su gracia, y el hombre, sin ningún esfuerzo, realiza su obra o su simpatía o su danza…. La musa dicta, y, en algunas ocasiones, sopla…Los poetas de musa oyen voces y no saben dónde, pero son de la musa que los alienta y a veces se los merienda. ..
Ángel y musa vienen de fuera; el ángel da luces y la musa da formas …En cambio, al duende hay que despertarlo en las últimas habitaciones de la sangre…
La virtud mágica del poema consiste en estar siempre enduendado para bautizar con agua oscura a todos los que lo miran…
El duende no se repite, como no se repiten las formas del mar en la borrasca.

En los toros adquiere sus acentos más impresionantes, porque tiene que luchar, por un lado, con la muerte, que puede destruirlo, y por otro lado, con la geometría, con la medida, base fundamental de la fiesta.

El toro tiene su órbita; el torero, la suya, y entre órbita y órbita un punto de peligro donde está el vértice del terrible juego.
Se puede tener musa con la muleta y ángel con las banderillas y pasar por buen torero, pero en la faena de capa, con el toro limpio todavía de heridas, y en el momento de matar, se necesita la ayuda del duende para dar en el clavo de la verdad artística.
España es el único país donde la muerte es el espectáculo nacional, donde la muerte toca largos clarines a la llegada de las primaveras, y su arte está siempre regido por un duende agudo que le ha dado su diferencia y su calidad de invención.

La musa de Góngora y el ángel de Garcilaso han de soltar la guirnalda de laurel cuando pasa el duende de San Juan de la Cruz, cuando
El ciervo vulnerado
por el otero asoma.

El duende que levanta la torre de Sahagún o trabaja calientes ladrillos en Calatayud o Teruel es el mismo que rompe las nubes del Greco y echa a rodar a puntapiés alguaciles de Quevedo y quimeras de Goya.”

José Tomás y este escritor no se conocieron. Si hubieran coincidido en el tiempo hubieran sido muy buenos amigos, estoy seguro. Porque los dos tenían duende. Y el de Villalón también tiene duende, aunque a veces el toro le cornee las palabras en su capote de grana y oro.

Que le pogan un crespón a la Mezquita,
A la Torre y sus campanas, a la reja y a la cruz,
Y que vistan negro luto las mocitas
Por la muerte de un torero caballero y andaluz.

Capote de grana y oro…

Vibot -

Teódulo no menos queridísimo que Cícero, gracias por echarme ese capote de grana y oro.

En esta feria no podrías haberme visto en Las Ventas, porque no he ido. Pero sí el año pasado. Lástima que aún no fuéramos amigos. Me hubieras reconocido a punto de llorar, reconcentrado y árduo, o coreando feliz y enardecido, en la segunda grada, junto a la barrera, en una novillada emocionante. Nunca había gozado de una entrada tan próxima al albero. Recuerdo algo que no había visto antes ni en los primeros planos de la televisión: el huidizo reflejo anaranjado sobre la piel imberbe de la mejilla de aquel valiente novillero, de las lentejuelas
de su terno verde Tiépolo y oro...

Yo sé que abuso de los puntos suspensivos -y de los adjetivos- pero es que para estas tardes de sol de Madrid, su esmalte, su requiebro, no encuentro las palabras. Ni las quiero buscar.

Mis recuerdos de toros vienen ya de Palencia, de aquel coso de piedra inolvidable y ya perdido para siempre, de antes de ir a La Virgen, siendo yo muy pequeño. Mi padre me llevó a algunas corridas de la Feria de San Antolín.

Recuerdo una -que sin duda debió ser la primera porque su impacto permanece en mis ojos y mi deslumbramiento hasta hoy- en la que el sol tenía aquella misma calidad esmaltada, fría de tan ardiente, de nuestro alto páramo entre las viñas del colegio. Sin esta almibarada plenitud del Mayo de Madrid.

Estábamos en lo alto de un tendido de sol, en la andanada. Ahora mismo estoy viendo, como si fuera el niño perceptivo y risueño que fui entonces, atónito de descubrir las magias terrenales, el cortejo esplendente de los toreros iniciando un lujoso ritual procesional. Los sombreros de plumas de los alguacilillos a caballo, los gruesos picadores con espuelas, los rojos monosabios... esas palabras que me decía mi padre al descubrírmelos.

Desde aquella andanada, bajo el sol inclemente de las cinco, recuerdo vivamente que las medias de intenso fucsia todas las cuadrillas me parecían de caramelo y que todas mis fantasías de sultanes, visires, bajaes y palacios de cuentos y de sueños eran descoloridas telarañas al lado de esa incendiada estela de peonías, de claveles y dalias y aves del paraíso bordados en las sedas más inimaginables, intrincadas y exóticas de los ceñidos capotes de paseo, las ajustadísimas taleguillas -de colores más bellos y ensoñadores que los de los ornamentos litúrgicos-, barrocamente bordadas en perfectas simetrías abullonadas de oro y plata. El azabache piel de toro zaíno de las monteras y las zapatillas, los destellos voltaicos de las espadas al desenvainar, aquel desperezarse de capotes, con su percal crujiente, entreabriendo corolas de verónicas con su ocre gualda y su rosa ciclamen...


Aquel cimbrear de cuerpos enigmáticos, gloriosamente ardidos, aquel jadeo, aquel riesgo constante que suspendía el aliento a cada paso, aquel bramar ya casi desvalido, aquella sangre heráldica, lustral, desde lo alto de las banderillas hasta la pezuña...

¿"Pan y toros", ¿"Panem et circenses"?

No sé.

Rilke recuerda, en una de las "Elegías duinesas" creo, un inscripción romana que en sus abreviaturas nos dice aún hoy:

"SUBRISIO SALTAT."

"Subrisio saltatoris": la sonrisa del saltimbanqui, del futbolista, de la bailarina sudorosa y feliz que reciben en el proscenio de nusestras irrenunciables catársis nuestra rendida, devota ovación, esa sonrisa después de la belleza, de la perfecta asimetría, de la más pura, indescifrable vida...

El gesto imperdonable de mi padre, de impedirme ir a Roma con vosotros, quisiera redimirlo con esa iniciación tan prematura.

Y con ese reflejo anaranjado -en el oreo de una tarde de mayo- de las doradas lentejuelas de los alamares sobre las mejillas de un novillero, cuyo nombre he olvidado.

Pero no su misterio.

Vibot -

Cortés-Guindilla, en esa foto del viaje a Roma que recortaste, aún sueño que podría haber estado yo también, feliz y enamorado. Pero no pudo ser: mi padre dijo "cinco mil pesetas..."

Además estaba cambiando la voz. Aunque el Padre Torrellas me quería llevar pues era muy seguro.

Cuando te dejas arrebatar un sueño así -podría haber ido si me hubiera emperrado con mi padre- lo estás soñando siempre sin remedio. Ni consuelo posible.

Esa foto es un tiempo de cerezas. Alado. Inmarchitable.

Jose maría cortés aranaz -

Amigo Julito,

cuando recorté la fotografía, también sentí un cosquilleo en el estómago.

En principio pensé que serían gases, pero no.

Yo también os quiero a los tres y me siento afortunado.

Jose maría cortés aranaz -

Querido Oscarín,

me has recordado una anécdota de mi padre(Andrés) con mi sobrinillo (Andrés) el hijo de mi hermano (Andrés).

Mi padre entra con su nietín a un Banco y el empleado le pregunta:
-D. Andrés, ¿qué desea?

y mi sobrinillo de la mano de mi padre le contesta:

-Yo, un mosto.

Un abrazo con mi cariño y otro, todavía mejor, de Albertín. Me pregunta que cuando vienes.

quique muñiz -

Querido Oscar:

Me recuesto en la memoria con esta fotografía de portadores de entusiasmo: dos corazones separados en mi infancia agridulce, uno ya en el norte de mis sueños, y otro del que abuso casi a diario.
De noche, otras pajaritas, éstas de papel, en mi mesita, me acercan tu imagen actual, en barba blanca y mirada aún más serena. Y recuerdos y deseos flotan y se confunden como estrellas.

Sé que pasa a mi lado una magia que no me corresponde, pero que mima mis sentimientos y aturde dulcemente mi voluntad. Y, meciéndome junto a ella, me recreo, amigo-hermano, sonriendo con la radiografía que casi desayunaste sin querer.

Luis T Barbería -

Con permiso de Julito, yo os propongo un debate: Toros sí o toros no?

A Cayetano le han dado una oreja en Madrid por ser Cayetano. Eso me decía el abuelo cuando he llegado a casa.

Antonio, el del Hamburgo, es currista. Y Morante de la Puebla le entusiasma. A mí también me ha gustado la faena de Morante en esta corrida de la Beneficiencia en Madrid. Y en su segundo toro ha derrochado torería y arte. Antonio está fotografiado con Curro de cuando vino a torear al Pilar en Zaragoza. Y luce su orgullo en las paredes del bar.

Esta constumbre bárbara levanta mucha polémica. Creo sinceramente que las generaciones venideras, los más jóvenes, nos acusarán de sanguinarios. Ya soy mayor y no participo de esa conciencia antitaurina. Lo siento, amigos, me gustan los toros y me gusta la poesía. Son irreconciliables la sensibilidad artística y los toros?

El toro bravo, sin la fiesta, creo que no tiene sentido: desaparecerá. Si previsiblemente, como desea una juventud sensibilizada, desaparece este espectáculo de valor y sangre, los toros bravos no tendrán sentido. Y esa visión formidable de los toros bravos pastando y corriendo por las dehesas tendrá los días contados.

Os confieso que tengo el corazón dividido. Comprendo a los antitaurinos y peco demasiado contemplando el espectáculo de una corrida de toros, cuando el toro es toro de verdad y delante hay un hombre que se enfrenta sin mentiras al peligro. Hacer de eso un espectáculo, me podréis decir, es una barbarie.

Creo que esta corriente antitaurina es cuestión de edad y de sensibilidad. Puede ser. Quizás en un futuro próximo, cuando los mayores hayamos desaparecido, la fiesta también tendrá los días contados.

Consulto la preciosa selección que José María de Cossío preparó en 1944 titulada Los toros en la poesía y encuentro en ella ejemplos que abarcan algunos romances anónimos llenos de luz primera, poemas de los siglos de oro entre los que me llama la atención un soneto de Lope de Vega donde habla de un caballo después de que un toro le haya desgarrado el vientre, las quintillas de Nicolás Fernández de Moratín que se hicieron muy populares en su época -Fiesta antigua de toros en Madrid-, poemas románticos como El picador de José Zorrilla, que termina con el verso "y en grito universal rompe la gente", otros del noventayocho como el transparente La fiesta nacional de Manuel Machado y algunos ejemplos del veintisiete entre los que sobresale, desde luego, esa magistral elegía, probablemente la más perfecta de nuestra lengua, que es Llanto por Ignacio Sánchez Mejías de Federico García Lorca

LA SANGRE DERRAMADA

¡Que no quiero verla!

Dile a la luna que venga,
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

¡Que no quiero verla!

La luna de par en par,
caballo de nubes quietas,
y la plaza gris del sueño
con sauces en las barreras

¡Que no quiero verla!

Que mi recuerdo se quema.
¡Avisad a los jazmines
con su blancura pequeña!

¡Que no quiero verla!

La vaca del viejo mundo
pasaba su triste lengua
sobre un hocico de sangres
derramadas en la arena,
y los toros de Guisando,
casi muerte y casi piedra,
mugieron como dos siglos
hartos de pisar la tierra.

No.

¡Que no quiero verla!

Por las gradas sube Ignacio
con toda su muerte a cuestas.
Buscaba el amanecer,
y el amanecer no era.
Busca su perfil seguro,
y el sueño lo desorienta.
Buscaba su hermoso cuerpo
y encontró su sangre abierta.
¡No me digáis que la vea!
No quiero sentir el chorro
cada vez con menos fuerza;
ese chorro que ilumina
los tendidos y se vuelca
sobre la pana y el cuero
de muchedumbre sedienta.
¡Quién me grita que me asome!
¡No me digáis que la vea!
No se cerraron sus ojos
cuando vio los cuernos cerca,
pero las madres terribles
levantaron la cabeza.
Y a través de las ganaderías,
hubo un aire de voces secretas
que gritaban a toros celestes,
mayorales de pálida niebla.
No hubo príncipe en Sevilla
que comparársele pueda,
ni espada como su espada,
ni corazón tan de veras.
Como un río de leones
su maravillosa fuerza,
y como un torso de mármol
su dibujada prudencia.
Aire de Roma andaluza
le doraba la cabeza
donde su risa era un nardo
de sal y de inteligencia.
¡Qué gran torero en la plaza!
¡Qué gran serrano en la sierra!
¡Qué blando con las espigas!
¡Qué duro con las espuelas!
¡Qué tierno con el rocío!
¡Qué deslumbrante en la feria!
¡Qué tremendo con las últimas
banderillas de tiniebla!
Pero ya duerme sin fin.
Ya los musgos y la hierba
abren con dedos seguros
la flor de su calavera.
Y su sangre ya viene cantando:
cantando por marismas y praderas,
resbalando por cuernos ateridos
vacilando sin alma por la niebla,
tropezando con miles de pezuñas
como una larga, oscura, triste lengua,
para formar un charco de agonía
junto al Guadalquivir de las estrellas.
¡Oh blanco muro de España!
¡Oh negro toro de pena!
¡Oh sangre dura de Ignacio!
¡Oh ruiseñor de sus venas!
No.

¡Que no quiero verla!

Que no hay cáliz que la contenga,
que no hay golondrinas que se la beban,
no hay escarcha de luz que la enfríe,
no hay canto ni diluvio de azucenas,
no hay cristal que la cubra de plata.
No.

¡Yo no quiero verla!

Oscar Fernández -

Esta foto evoca miles de imágenes y vivencias: Roma, la escolanía, la inteligencia de Jose Ramón Tejo, el where are you this moment?, la preciosa voz de Correas, las dotes de liderazgo de Josemari, las ilusiones de juventud, … y a la vez el sentimiento de una cierta frustración al no recordar otras que creo imprescindibles. Aquí es donde suelo notar más el paso de los años, que dice Ana.

De entre los siete pecados capitales de la memoria, llevo decentemente los despistes, bloqueos, confusiones, distorsiones, los falsos recuerdos y la tendencia que tienen a debilitarse con el tiempo, porque se tratan de olvidos; pero me resulta impertinente esa imagen o pensamiento que se impone a la fuerza y se resiste a desaparecer.

Si los fallos y lapsus de memoria me van preocupando, los lapsus linguae no me quitan el sueño por ser más habituales de lo que pensamos y, al margen de la interpretación que les den los psicopatólogos, los cometen hasta los presidentes, según dicen.

En mi haber tengo muchos lapsus linguae, pero del que más me sonrojo aún sucedió al amanecer, hace años, tras una noche de guardia. Somnoliento, entré en la panadería para comprar el pan de cada día. Varias personas hacían cola delante de mí y me dejé mecer por el calor del local. Los párpados me pesaban, se cerraban, se entreabrían y, mientras avanzaba en la fila, daba alguna cabezada. Fueron unos momentos de placidez, interrumpidos por la voz de la dependienta: ¡Señor!, ¿qué desea? Yo, azorado y medio atolondrado, respondí: “una radiografía”. Los presentes se quedaron perplejos y mi piel mudó del pálido rosa al bermellón.
Me están ardiendo las mejillas.
Oscar

Luis T Barbería -

El último toro de la tarde, “Geranio”, de 555 kilos, castaño, podía haber levantado los ánimos un tanto decaídos de la plaza de Madrid. El torero, Sebastián Castiella, con cara y voz de niño, ha comenzado su faena de muleta con un estático que calentaba al graderío.

De vez en cuando, el cámara miraba al público de la grada. Casi siempre sorprendía caras hermosas femeninas, embelesadas en la faena. Yo guardaba un pequeño deseo: que en alguna de aquellas tomas del público apareciese alguna cara conocida. Vibot, por ejemplo; o el Trapi, o Mariano, o Julito; que apareciese Vibot entre el tendido tocando palmas de alegría. Ya imagino que nuestro amigo no es de esta fiesta. Que, incluso, puede ser un antitaurino confeso que abomine de tanta sangre y que el espectáculo le parezca cruel y ordinario.

“Geranio”, en el primer recorrido por la plaza, era un toro de galope alegre y remataba con sus defensas en las tablas. Antes habían toreado Julio Aparicio y el Juli y ninguno de ellos había sido capaz de levantar el entusiasmo de la plaza.

Castella, en sus primeros compases, anunciaba una tarde de gloria. Castella y sus ojos azules de niño fiero prometían una tarde de emoción. El castaño se empleaba por la derecha y ponía en aprietos al torero por la izquierda.

Antes, Molina había conquistado el respeto del público por el último par de banderillas y había vuelto a ser vitoreado por el respetable al conducir al animal de un extremo a otro de la plaza; un subalterno muy artista y la gente, que estaba en aplaudir, reconocía así la labor escondida de un banderillero.

Castiella podía haber cortado una oreja de no ser por la espada. Un pinchazo y media estocada un tanto trasera han paliado su triunfo anterior y ha tenido que contentarse con sentidos aplausos.

Ya os comenté que no soy ningún entendido de los toros. Y que me aficioné leyendo las divertidas y magistrales crónicas taurinas de un periodista de El Pais que las redactaba con elegancia: Joaquín Vidal. Desgraciadamente ya murió hace años y ahora la palabra y la fiesta ya no son tan amigas.

Os transcribo una pequeña muestra: “ Luis Francisco Esplá se lo merecía… Y también ciñendo enbestidas, jugándose el tipo, sacando pases de gran hondura y de una belleza inmarcesible.
Y eso apasionaba al público de Madrid: la torería, que es magia y liturgia; el pundonor del que hacen gala los toreros con profesionalidad y sentido del deber. Se lo decían a Esplá de viva voz: “Tiene usted lo que les falta a los demás:¡torería¡” O en corto y por derecho: “Es usted cojonudo”, a lo que contestó Esplá desde el centro del redondel gritando: “¡Gracias¡”, sin perderle la cara al toro al que estaba porfiando un pase de pecho.”

Pues eso, que no me imagino yo, por ejemplo, a Vibot gritando, es un suponer, desde el graderío: “¡Maestro Cícero: olé su arte, tiene usted torería¡ Es usted cojonudo con la espada¡” O sí. Que lo diga él.


Julio Correas -

Qué cosquilleo en el estómago me da al verme en esa foto con esos tres "puntales" a los que tanto quiero : José Ramón, Oscarín y JoseMari.
Un abrazo muy fuerte a los tres.
El de José Ramón Tejo ya lo he enviado con antelación y empujones hacia el cielo, para que os llegue a los tres al tiempo.

Julio Correas

Julio Correas -

QUERIDOS AMIGOS :
MARIANO ESTRADA, EL RUSO DE VILLAJOYOSA, EN RECCIÓN INMEDIATA Y FECUNDA ME ENVÍA ESTA "RESISTENCIA"... QUE COMO ME ENCANTA, LA COMPARTO CON VOSOTROS!!!
¿SERÍA UNA PREMONICIÓN DE LAS PANTAGRUÉLICAS REUNIONES CULINARIAS DE: LEÓN, SANTANDER, ALBARES Y VALDERAS???


La resistencia

Ayer,
mientras llegaba el ascensor,
me dijo mi mujer:
No puede ser, mi amor,
tanto comer, tanto beber...
eres algo mayor,
¿has ido ya al doctor?

Y yo dije que sí, que sí,
que sí, que sí, que sí, que sí...
Y así se complació y
me complací.

¿Y qué te recetó?
-dijo con ciertos aspavientos-
Pero yo no perdí la compostura
y respondí:

Cordura,
o sea, precaución.
Y aparte de unos diez medicamentos,
nombró determinados alimentos,
que se encierran en dos:
el bueno la verdura,
el malo el salchichón.

¿Y el feo?
Ése, digámoslo en hip-hop:

Pescado sí, chorizo no,
tortilla a la francesa,
espárragos y col.

No fumes plus, no bebas more,
olvida los mariscos
que dan colesterol.

Como saben los viejos
las grasas y los dulces, lejos.
Las tentaciones, fuera…

¿Y la ternera?

¡A la basura! -dijo el cura-
tan sólo por comer de la asadura.

Consuélate con te,
con te, con te, con te, con te...
Convéncete con te,
con te, con te, con te, con te...

Mujer,
pero a la hora de comer
¿ni un vinito de Rueda?

Ni medio tan siquiera.
La dieta es un deber
que no puede saltarse a la torera.
Ya me tienes a mí
aquí, aquí,
aquí, aquí, aquí...
para apoyarte en lo que fuera
o fuese menester.

Adiós doctor,
-le dije a mi mujer,
mientras dejaba el ascensor-
Y, ardiendo de placer,
corrí hacia la nevera...

En la nevera había,
desde la hora del almuerzo,
vino tinto del Bierzo,
una cerveza fría,
un cava de primera
y un espléndido queso de Castuera.

Después un whisky doble
logró que me sintiera
tan fuerte como un roble.

¿Café, señor?
Pues sí, feliz idea.

A cierta edad, doctor,
la contención es buena,
y su consejo noble.
Pero una noche loca
¿a quién le viene mal
para endulzar la boca?

Y tras cenar
calamos en un bar
de gran ambiente,
había mucha marcha, buena gente
incluso alguna diosa
de carne elemental, ornamental,
sublime, fulgurante, escandalosa.

¿Escandalosa, pibe?
No pares, sigue, sigue,
no pares, sigue, sigue…

Y yo me vi capaz
de cualquier cosa:
amar, querer...
emborracharme de placer
y contemplar la rosa.

Mariano Estrada www.mestrada.net Paisajes Literarios

Martín -

Tenemos cincuenta, pero no somos Cincuentones, somos mayores, pero de ninguna manera Viejos, ¡viva la eterna juventud!
Los únicos que de verdad nos hacen sentir que el tiempo pasa, Julito, son nuestros hijos.

Luis T Barberia -

Joer, Julito, vaya panorama¡ Y los que ya vamos por los sesenta?
Ya te contaré cuando vayas llegando
Un abrazo