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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

VALLINA Y TEJO SIRVEN A LA PATRIA

VALLINA Y TEJO SIRVEN A LA PATRIA

Hoy me complace sobremanera transcribiros el correo que me envía nuestro querido compañero Carlos Tejo junto a su artículo "VALLINA COGIÓ SU FUSIL" recordando la guerra de ambos defendiendo las trincheras de el Ferral del Bernesga (León), y una preciosa SEPARATA para Santines Vivot. Mi mejor abrazo para los tres Mosqueteros de mis recuerdos.

La fotografía, no me negaréis que es de lujo; valentía, compromiso, sufrimiento, arrojo, abnegación...es lo que yo veo en sus rostros.

Querido José Mari,

Heme aquí de nuevo en plaza. Ya sabes que eres nuestro correo. Sin ti, con la complicidad de los tuyos, el cariño de los tuyos ¿Qué iba a ser de nos? Aquí te dejo estas líneas y esta foto. Haz con ellas lo que quieras.

Un abrazo para ti y tu familia con el agradecimiento de los míos.

Carlos

Después de un largo paréntesis o ausencia participativa en el blog, vuelvo a saludaros a todos con gran cariño, enviando un abrazote muy especial para mi amigo Albertín Cortés, con quien compartí confidencias por tierras del Bierzo, lugar al que acudí “como ciervo sediento…” Para acabar la faena sensitiva, va Julio Correas y nos coloca, foto incluida sus “complejos superados”; vamos, algo así como que casi existimos por disciplina o por costumbre. No os importará, que yo, de vez en cuando, todavía me siga rebelando, aunque sea contra mi sombra, que me persigue sin tregua. De cualquier modo, Julio, tienes razón en muchísimo de lo escrito. Nos vemos por Ribadesella, ya sabes, son menos de 30 escalones entre tu y yo.

 

VALLINA  COGIÓ SU FUSIL

En aquel invierno de 1974/1975, entre los miles de jóvenes que fueron llamados para  “servir la patria” nos reencontramos en el Ferral, Vallina y yo. Íbamos algo “prorogados” los dos, aunque, no es por nada,  seguíamos pareciendo más críos que otros. Los dos encendimos un cigarrillo y aparentábamos ser algo más hombres. Nos hicieron esta foto que os envío fragmentada.

¿Pensaba alguno que el bueno de Vallina nunca había empuñado un fusil? ¿Alguien imaginó que con esa sonrisa angelical, el  nuestro Javier era incapaz de desfilar, paso firme,  aire marcial,  cabeza alta…bueno lo de alta…Pues doy fe de que era capaz.

No se si, además, aprendió allí el hebreo y arameo, (lengua que lo catapultó como profesor especialista en “rarezas”) oyendo jurar, y que bien se les daba a algún cabo o sargento, en ese idioma, comúnmente hablado por aquellos lugares y época.

Lo cierto es que su presencia en aquel lugar fue para mi una ventana abierta, un soplo de mesura, un…que alegría volver a saber de ti.

Recuerdo que acudimos al salón de TV juntos, a escuchar a Arias Navarro, seguro que era obligatorio, aquel famoso 12 de Febrero , y de la cara de decepción que nos quedó después de escucharlo.

Batallitas de la mili, ya lo sé. Después le perdí la pista y lo encontré más de dos décadas después como Consejero de Cultura, Educación y Deportes del Principado de Asturias y seguía siendo “uno de los nuestros”. Ahora nos vemos muchos fines de semana, en Gijón, cinco minutos, suficientes para saber que algo o mucho nos sigue uniendo.

SEPARATA PARA VIVOT

Echo en falta los aromas siempre matizados de tus palabras. Cuando te leo, me viene a la memoria las lecciones de uno de mis mejores profesores de lengua francesa, en Toulouse, que intentaba que captáramos la música de una poesía de Charles Peguy (Le mystère de Jeanne dÁrc) -Escuchad el sonido de estos versos, decía, no queráis en un primer momento descubrir el significado de sus palabras. Dejaros llevar por el sonido y la lenta cadencia del río Meuse.

Adieu, Meuse endormeuse et douce à mon enfance, Y las sss se deslizaban por la lengua al leer ese primer verso, enroscándose en su recorrido como una serpiente. De repente llegaba el segundo verso, y aquel río se quedaba sin agua y chocaba contra las rocas, brusco, seco.

Qui demeures aux prés, où tu coules tout bas.

Ya ves, querido Vivot a donde me llevas cuando te descubres con tu palabra: A mis mejores años de juventud, ya lejos de la Virgen del Camino, pero también hermosos.

Un abrazo muy fuerte para todos

Carlos Tejo

 

5 comentarios

Vibot -

Teódulo, me habría encantado que hubieras estado en aquella banda de música del Ferral conmigo, hilando las metáforas, libando los matices del verano leonés incandescente.

Con mucho gusto me cuadro ante mi amigo "el diestro de Cariñena", y te llamo respetuosa y cariñosamente "abuelo".

Luis T Barberia -

Criaturas, eso que estáis fumando qué es? Celtas cortos? Yo veo un uniforme como el vuestro e inmediatamente me viene a la memoria el celta cortos que llevaba en el bolsillo de la chaqueta de campaña.

Y esa carita de mártires, tan mal os iba? Cuando Vibot iba al Ferral, pobrecito Vibot, yo andaba en oposiciones y tenía un hijico de tres añicos. Soy muy viejo yo, soy de la quinta del 46.

No fui tan rebelde como Carlos o al menos mis causas perdidas eran mucho más prosaicas.

Tenía gracia aquello que te decían que la mili servía para espabilar al personal que no había salido del pueblo todavía. Pero nosotros andábamos ya muy curtidos en esas cosas. Desde los diez añicos nos las habíamos tenido que ver con los frailecicos blancos y sabíamos hacernos el petate y habíamos probado ya la amargura de la distancia de los nuestros y sabíamos qué era la soledad en aquellas horas muertas sin sentido.

Os contaba que mis causas de rebeldía eran mucho más terrenales que las de Carlos, que ya leía el Cambio 16 y el Triunfo. Un día me presenté al comandante de la compañía y más firme que un mastil le dije: Mi comandante, son ya las fiestas de mi pueblo y solicito unos días de permiso.

- Denegado el permiso, me contestó el comandante.

Claro, yo me lo tomé por mi cuenta y a la vuelta me estaban esperando. Lo salvé con veinte días de cocina y fregando perolas inmensas.

Ya me hubiera gustado a mi pertenecer a la banda de Vibot y haberle cantado las mañanitas al comandante.

Tiempo perdido aquel de las milicias. No terminó de espabilarnos, entre otras cosas, porque ya estábamos suficientemente espabilados.

Pero me habéis conmovido con vuestras caras de reclutas apaleados. Es evidente que os llevo muchas milis de ventaja. Tendréis que poneros firmes y llamarme abuelo con cierto respeto.

Un abrazo

Vibot -

Mi querido Táxulus, no recuerdo haber pasado una etapa de militancia política parecida a la tuya. Mi corazón siempre ha estado a la izquierda pero más bien en una galaxia poeticomusical que ejercerá su influjo -si lo ejerce- mucho después que el tuyo.

En el 74-75 estaba yo en mi último año de clausura salmantina. Pero, curiosamente,
ya enganchado por descubrimiento propio y por mis mejores amigos del momento, como Carlos Julio Alonso Herrero y otros, a la mejor literatura del momento -y a los amados clásicos-.

Me dices que qué hacia yo en el 83 en El Ferral. Verás, tiene su gracia: en la revuelta primavera del 75 abandoné -no del todo convencido- sin haber recibido ninguna orden, ni las menores siquiera- la Orden de Predicadores.

Ese curso 75-76, en el que murió Franco y vino el Rey, dirigí la Escolanía en La Virgen. Curso augural, ubérrimo, mágico, inolvidable.

En Septiembre del 76, a mis 23 añitos, ya estaba de profesor en la Universidad Complutense de Madrid, en medio de todo tipo de agitaciones políticas de estudiantes y profesores.

Allí empezó mi vida de verdad.

¡Pa qué te cuento!

En la mitad del curso 82-83, cuando vivía en Hilarión Eslava, se presenta en mi casa un policía municipal con una citación para presentarme a filas a los pocos días. ¡Y yo con mis clases en marcha. De piedra, te puedes figurar!

Temí hasta perder el puesto de profesor. Gracias que había en la familia un teniente coronel castrense que arregló los papeles para que hiciera el campamento en el verano. Te imaginas el susto.

Y allí me tienes con treinta años alucinado en El Ferral, siendo "el abuelo" de la Compañía.

Recordarás que a la misma entrada, a la derecha, había una inmensa escalinata de ormigón, trepando una ladera hasta los pabellones. Cuando entré, como quien va al patíbulo bajo el sol incendiario de las tres de la tarde, descendían por ella atropellados quinientos o seiscientos soldados de reemplazo que salían de comer. Recordé una famosa película de Eissenstein -blanco y negro terrible- con escenas cruentas en una escalinata parecida.

Aunque, pasado el primer impacto pavoroso, vi que sólo eran chicos sonrientes vestidos de soldados.

Fueron mis compañeros, mis amigos, en la banda de música, donde hice partituras y toqué la corneta y la gaita gallega en las Paradas de la explanada alta.

Tras unos años de ardiente transición en un Madrid espléndido de vida y creaciones, fue volver al férreo -ferral- sosiego del convento. Pero también a algo casi olvidado, el ser depositario de las confidencias de tantos muchachos atormentados por el encierro y la separación del mundo. Aquellas amistades de la mili, hondas, fugaces, siempre inolvidables.

Y el aroma del Valle sobrevolando aquellas torrenteras calcinadas.

Me gustaría leerte cara a cara mi querido Cuaderno de Campaña si vienes a Madrid, querido Carlos. Creo que te gustaría.

Y no sólo por sus aliteraciones.

Un abrazo. Vibot.

CARLOS TEJO -

Alma de Dios, ¿pero que hacías por el Ferral en el año 1983? – En ese año Marián, mi mujer, y yo, ya teníamos una preciosa cría de dos años.
Desconozco hasta qué punto habríamos sido coincidentes de haber concurrido la circunstancia de la época, pues 1974-1975, me cogió en mi etapa más respondona y más crítica con lo políticamente establecido por estos lugares, dedicándome, por añadidura, a dejar constancia de mi disconformidad; y así me fue.
Sólo a mi, para ser sinceros había alguno más, se me podía ocurrir tener en la taquilla un disco de los Coros del Ejército Ruso, que incluía “La Internacional”. Un libro de la Marquesa de Medina Sidonia que versaba sobre el famoso incidente o accidente de las bombas de Palomares - lo había comprado en Francia ya que no se había editado en España- y un montón de revistas como Época, Cambio 16, Triunfo etc.
Una revisión “rutinaria” nos llevó a un compañero, que estudiaba Ciencias Políticas, y a mí, ante el comandante. -¿Qué es esto? Preguntó. Estuve a punto de soltar una barbaridad cuando se adelantó mi compañero (declarado comunista, no como yo, declarado inconformista) – Mi comandante, dijo, ¿Cómo vamos a combatir al enemigo si no conocemos su pensamiento?
Ante aquella respuesta, al comandante solo se le ocurrió dejarnos un libro : Opiniones de José Antonio Primo de Rivera sobre el marxismo. Lo tuvimos que tragar, incluidas las anotaciones marginales escritas por nuestro “prestamista”, y además rendir cuentas de ello. La disertación que hicimos sobre lo leído, ante nuestro superior, hicieron que mi autoestima, probablemente desmesurado, creciese, sobre la posibilidad de dedicarme a la interpretación teatral. Rotundamente y, modestamente, se tendría que haber levantado el telón al menos una docena de veces; estuvimos geniales.
Mi buen amigo Vivot, tu sabes de sobra que lo bien digerido en la época estudiantil es salud perpetua para el conocimiento. Los años me dieron mesura, también tolerancia y compañía. Hoy saboreo como nunca la literatura. Admiro y escudriño como nunca lo artístico. No hace mucho tiempo, lo compartía, con el que más, con mi hermano José Ramón; ahora tengo a mi hija que se apasiona por todo aquello que yo amo – mi mujer lo disimula más – y además, os metisteis todos vosotros, así, de sopetón, en nuestra vida. Poco más se puede pedir a ciertas edades. Un abrazo.

Vibot -

CUADERNO DE CAMPAÑA
El Ferral del Bernesga
12/7/83-21/8/83

28/7/83-20h.: Rumor de alas sobre los sotos fríos. Noches estrelladas del Ferral. Viento y silencio. La deliciosa textura de pétalos de todos estos rostros varoniles hacia el alba sedosa, la de rosáceos dedos -dulce Homero- que acaricia extasiada párpados y mejillas.

Aún luce Venus en el alto cielo de la formación, y los cuerpos recientes, entredormidos de los muchachos, se cuadran firmes, graciosamente sorprendidos en un furtivo escalofrío que la hermosa mañana exalta y acrisola hasta el confín perdido de mi infancia.


10/8/83-11,15h.:

entre las alambradas patrulla el centinela
la cabeza inclinada sobre el pecho
pensativo y ausente

sostiene su fusil con las dos manos
casi amorosamente acariciado:
en qué nombre querido estará fijo
qué tenaz vigilancia le enamora
defendiendo inconsciente su belleza
su propia y heridora gallardía
fiel tesoro del mundo?

***

Tejo el de mi curso, el pequeño "Táxulus de los lirios azules" (ya que te gustan las aliteraciones): ¡Yo también hice el campamento en El Ferral!

He copiado dos poemas de un librito que escribí allí, retratos de soldados, sueños de juventud, aromas de tomillo, juncia y juncos, junto al regato de Gamones, meciéndome las siestas el aleteo sutil de las choperas bajo el sol fulminante de aquel León de entonces, aquel tórrido julio inolvidable.

Ojalá hubiérais estado allí conmigo, sobre todo tú, Taxulus querido: ¡cuánta conversación, cuánto sosiego y cuánta confidencia hubiéramos gozado!