AROMAS DE LAS CALDAS
“El texto que escribí en la madrugada se ha adueñado de mí toda la noche. Y se ha ramificado como la verde selva de Las Caldas. Todo el día ha nevado en Madrid. Mágicamente. Con ese maravilloso silencio que trae la nieve. Os doy lo que me dísteis. Entre las verdes brumas de aquel tiempo.” AROMAS DE LAS CALDAS Para Cícero, ¡oh cauterio suave!; Teódulo, ¡oh regalada llaga!; Santos, por la secreta escala ¡oh mano blanda, oh toque delicado! Fernando Soria, el rostro recliné sobre el amado (sólo estuviste un día a visitarnos, pero nunca te has ido tú de allí, junto a nosotros, con quien tanto quisiste); Sarmiento, entre las azucenas olvidado; Carlos Tejo, el ventalle de cedros desde la más profunda Francia hasta nosotros mismos; Joseignacio Serrano, el mosto de granadas; Javier F. Martín, en silencio, que nadie me veía, sin otra luz ni guía si no la que en el corazón ardía… et alibi aliorum, qui legunt… et verumtamen tacent. Para todos los que vivimos entre aquellos montes algunos de los meses más intensos y puros de nuestra juventud. Es imposible pronunciar "L a s C a l d a s" -si vivimos allí- y no sentir rubor, fulgor velado en brumas y celajes letárgicos, tal vez rencor amargo, dicha, apnea, una oleada de aromas en el rostro que anula las distancias y los años. Un cortejo feraz, irrespirable, de hierbas y ramajes mecidos en intensas marejadas por los vientos insomnes de las cumbres cantábricas. Quisiera conocer todo el herbario que meció aquellos días tormentosos de caricias balsámicas, mientras se abría en silencio nuestra vida como una rosa oculta en la floresta. Tal vez aquel tropel indescifrable de hojas con sus preciosas formas: enteras, sinuadas, lobuladas, dentadas, divididas, compuestas, lanceoladas, sagitadas, acorazonadas, trifoliadas…guarda el secreto de nuestra juventud. ¡Y las flores: los sépalos, los pétalos (esta aliteración tan musical), filamentos y anteras del estambre; el ovario, el estilo y el estigma del pistilo! ( si lo he entendido bien en este precioso librito sobre flores de Asturias en cuyas fotos reconozco casi todas las flores de aquel fragante edén amurallado). Y en las corolas como mariposas, con su cáliz, su quilla, sus alas, su estandarte; las bilabiadas, con su labio inferior y superior. Las flores de gramíneas, con sus glumas, glumillas y aristas. La adamada corola del narciso, su bráctea y su corona; y la orquídea silvestre, con su labelo y su espolón cerúleo, las hipnóticas piezas de la envuelta floral. Y esas arquitecturas vegetales, con esos nombres de las inflorescencias que graban en el alma geometrías, simetrías concéntricas, felices: racimo, espiga, umbela, corimbo, espádice, capítulo, racimo de racimos, racimo de espigas, espiga de espigas, umbela de umbelas, cima bípara… Formas y aromas de aquellos silogismos vegetales que nos ungieron con su encantamiento, muchos de ellos narcóticos, letales, como el Helleborus viridis o la Digitalis purpurea de aquellos bosques frescos y aquellas rocas ígneas en torno a las recónditas cascadas. Reconozco en las fotos algunas de las gramíneas de aquel campo de fútbol que te acogía como en uno de esos prados mille fleurs de los viejos tapices medievales, al pie de las montañas coronadas de brumas, o, muy excepcionalmente, bajo un sol numinoso que encendía hasta un límite de gloria los colores de las más diminutas florecillas. Avena, Briza máxima (Tembladeras), Dactylis glomerata, Lagurus ovatus (Cola de liebre), Deschampsia flexuosa, Melica ciliata, Holcus lanatus…Los nombres casi alquímicos que brizaron, sin que los conociéramos, nuestros alados pies de mensajeros en aquellas carreras sonrientes, nuestros húmedos labios juveniles, nuestros dientes felices en el fútbol reñido, contemplado, ensoñado en las noches sin luna de aquel húmedo invierno sin final. Flores cuyas labiales formas y transparentes títulos latinos casi cifraban nuestros cuerpos de emblemas y ocultismo: Ranunculus bulbosus, Trollius europaeus, con su forma globosa, glandular, Umbilicus rupestris, como preciosos ombliguitos verdes nuestros torsos de Fidias, Potentilla erecta…en fin, dejo a la imaginación del curioso lector las delicadas asociaciones fonéticas, sutilmente nefandas, según otros, tan inocentes en la Naturaleza, en realidad. Y aquellas zarzas amarillas que exornaban los montes de oro vivo, tal vez Cytisus scoparius (Xiniesta, Genista), Ulex europaeus y Ulex gallii (el fiero toxo del cantar galego que coreábamos en las excursiones, sabiendo ya muy bien en carne propia lo que gemía aquel texto: "a raíz de toxo verde e moi mala d’arrincar, os amouriños primeiros son moi malos d’olvidar"). Y la Primula veris, con quien siempre asocié el Primo Vere del Carmina Burana de Karl Orff, un goliárdico himno a la belleza del mundo. Y otra pequeña planta de flores amarillo dorado, finas hojas lampiñas y nombre muy sensual: Helianthemum mummularium, cuyas flores sólo duran un día, aurea fugacitas. O el Verbascum pulverulentum, el Gordolobo de las hechicerías -había elfos y hadas en nuestro aliento céltico mientras jadeábamos pecando a infierno abierto bajo los enervantes eucaliptus. Y aquellas Bocas de Dragón, anisadas, ruborosas, a las que chupábamos el untuoso néctar , libando como insectos inocentes y niños. Y el Taraxacum dens-leonis, cuya descripción botánica os transcribo para que degustéis el erotismo y la poesía que subyacen en el lenguaje científico cuando acaricia con tanto mimo la Naturaleza (con mayúscula, como en alemán: die Natur). Veréis: "El Diente de león es una planta vivaz, de raíz gruesa que segrega un zumo lechoso de color blanquecino cuando se corta. De ella nacen las hojas formando una roseta en la base; son alargadas y están divididas profundamente, casi hasta el nervio medio, y terminan en un lóbulo triangular. Sus bordes aparecen más o menos dentados. Las flores, que tienen un tono amarillo vivo, son solitarias y se sitúan al final de un pedúnculo grueso y hueco, desprovisto de hojas y generalmente lampiño o casi, como toda la planta. Si se observa con detenimiento lo que en principio parece ser una sola flor, se verá que está formada por la reunión de un buen número de flores pequeñitas cuya corola tiene forma de lengüeta. Un conjunto de brácteas y hojuelas bastante cortas abrazan al conjunto de aquellas florecillas en su unión con el pedúnculo que las sostiene. Por debajo de esta formación, denominada invólucro, aún existe otra serie de brácteas vueltas hacia abajo. El fruto es un fruto seco, llamado aquenio, que está dotado en este caso de un sistema de flotación en vuelo integrado por una corona de delicados pelos; el conjunto de estos frutos compone una cabezuela globosa que se deshace con sólo soplarla, lográndose así una mejor diseminación de las semillas" Detallismo y precisión sintáctica de orfebre, mis Corteses amigos. Y tantas resonancias de carácter poético, sinestésico…¿verdad? Y en las praderas húmedas, las delicadísimas Anemone nemorosa (como cantó con voz de ruiseñor en la alta noche el tierno Garcilaso -amado con delirio hasta la muerte y mucho más allá por el hondo Boscán- en su EGLOGA AL VIRREY DE NAPOLES: ’El dulce lamentar de dos pastores Salicio juntamente y Nemoroso é de cantar, sus quexas imitando;’ Y la Fragaria vesca: las fresitas silvestres que comíamos por aquellas veredas, misteriosas como leyendas cultas, falsamente orientales, por ello aún más sublimes. Diminutas fresitas como frescos botones en el pecho de estatua que tuvimos. Sublimados mordiscos amorosos entre las celosías de las frondas olientes, rumorosas de celos invencibles. Fresas de la fragante familia de las Rosáceas, fresas salvajes, como aquella película de Bergman que escapamos a ver a Santander, cine de arte y ensayo, espléndidas mujeres imposibles y los relojes blandos en una pesadilla de Dalí. Fresas silvestres, viruébano, viruégano, miruéndano, abruégano, las sonoras esdrújulas del habla popular. Y los Tréboles de flor blanca, Trifolium repens; o flor roja y rosada, Trifolium pratense, que aromaban aquel prado florido en las tardes murientes del verano. Y tantos nombres mágicos, catárticos, como pudieron acunarnos, musitarnos tonadas de consuelo en nuestra desvelada soledad. Sí, pura harmonía de sílabas lustrales: Tanacetum parthenium, el crisantemo de las doncellas, para los deslumbrantes donceles idealistas que fuimos. Asphodelus albus, la bellísima flor prerrafaelita que debimos llevar entre los dedos. Fumaria capreolata, cuyo jugo, si alcanzaba los ojos, provocaba de súbito un abundante llanto y sensación de humo cegador. Rosa canina, escaramujo, la inocencia hecha flor en sólo cinco pétalos, con la misma textura de todos nuestros labios. Sonrisas de estudiantes para siempre. Convolvulus arvensis (Correhuela), aquellas deliciosas campanitas blancas que se enrollaban (convolvo) en sí mismas al atardecer, y sus frágiles tallos, a su vez, en los de otras plantas. Su olor de golosina. Achillea millefolium (Milenrama con nombre de romance aliterado). Bellis perennis, la humilde diminuta margarita de los prados, con su corazoncito yema intenso y el impecable blanco de sus pétalos como si hubiera introducido sus puntas en vino de Corinto para estar más hermosa y fascinarnos. Rubus ulmifolius, de frutos rojos antes de convertirse en moras, defendidas por zarzas con espinas. Las mismas del colegio, en aquel valle de nuestra memoria, ingrávido de besos no gustados. Malva sylvestris, Malva moschata, sus delicados tonos de mejillas aún casi adolescentes, en aquellas caritas que aún tiemblan en el aire recordado de tantos despertares. Erica vagans, Erica cinerea, el Brezo, aquel "trono de brezos y de amapolas" que cantaba en el himno a la Virgen de Montesclaros, ¿alguno lo recuerda, de los que allí gozabais el verano? Lychnis flos-cuculi, la Flor del cuco, "que por mayo era, por mayo", deliciosas estrellas sonrosadas de quince picos libres, asimétricos. Solanum dulcamara, una preciosa estrella de cinco lenguas moradas con dos manchas opalescentes en la base de cada una, formando una corona como de antiguas perlas ensartadas. Solamen, solacium: alivio, consuelo. ¿Por qué no había clase de estas cosas, en vez de enloquecernos con la teoría hilemórfica y la doctrina tomista sobre el pecado? Linaria triornithophora, Paxarinos, pitinos. Deberíais buscar esta maravilla: en lo alto de un tallo desnudo, grupos irregulares de simpatiquísimas florecillas en tonos magenta, parecidísimas a los periquitos, con su afilada cola y su cabeza exótica, mirando cada uno para un lado, ¡qué alegría tan vivaz! Centaurea nigra, que recibe tal nombre pues, según cuenta la leyenda, curó de una herida al centauro Kirón, que educó a Aquiles. Hay un cuadro bellísimo de Regnault, en un museo de París, en el que se ve al centauro, con manto verde al viento, tensando el torso con los brazos alzados, mostrando al desnudo muchacho rubio de carne casi translúcida, a disparar el arco. Ambos se contemplan el rostro con arrobado amor: "La educación de Aquiles" se titula. Viola odorata es el nombre violeta del perfume, el esplendor que oculta su belleza. Y aquel profundo azul de la Gentiana verna, con un copo de nieve entre sus pétalos. Y el más mágico azul de los Myosotis, con su corazoncito tricolor, negro, amarillo y blanco y un mensaje de amor hasta en su nombre popular que dice: Nomeolvides, amor, tú no me olvides. Todos estos prodigios simbolistas brizaron nuestro cuerpo y nuestra alma en el aquel nido de águilas caudales, aquel viejo convento maloliente convertido en enclave de rebeldes, pero también en enclave de sueños abolidos. Todo allí era insurgente, vivíamos como al borde de una revolución que nunca llega. Pero estalló en nuestros corazones. Corrupciones. Y rezos. Y quebrantos. ¡Oh, aquella noche constelada de luciérnagas, por los prados, los árboles, los montes, en el verano atroz de Montesclaros, en donde nunca estuve pero que Carlos Julio evocaba en palabras que ardían y un ahogo sin salida en la herida memoria…! Y leo en San Agustín aquellas vulneradas Confesiones: "Innumerables son los campos, las cavernas, los antros de la Memoria: imposible enumerarlos a todos así como la multiplicidad de los objetos que los llenan a rebosar. Ente ellos busco mi camino, hasta más allá de donde alcanzan mis fuerzas, y nunca encuentro el fin." Cícero, ¡cuánto siento que tan sólo estuvieras una semana en Las Caldas, quizá la vista clara y honda de tu corazón de ahora desenredara el nudo de aquel enajenado laberinto! Aquel aroma como de gredas constantemente roturadas, el mentolado olor de las agrestes, escarpadas laderas, el olor a mazmorras medievales y a cavas vaticanas del santuario y el claustro…y aquel magnolio…Dios, aquel magnolio, aquel árbol gigante en las escalinatas de la iglesia, sus flores en las que se podía introducir completamente el rostro y aspirar el aroma más dulce y refrescante de la tierra…y aquel tacto de párpados amados… El magnolio y los montes compensaban de toda la grisura. Ya en el Estudiantado, el mefítico olor de la escalera ancha de madera que continuaba la que subía en piedra desde el lóbrego claustro De Profundis y cuyo oscuro fondo de ratas y sarcófagos nunca nos atrevimos a explorar, me infundía pavor en la alta madrugada tan cerca de mi celda del primer piso, la tercera si no recuerdo mal, imaginaba monstruos de espelunca en su boca de sombras… El pestilente olor del E.F.A.M.A.C., aquel cuartito del pasillo largo del primer piso que servía de camerino único para el escenario del teatro, con el que se comunicaba mediante una abertura que había en el suelo y una escala de hierros clavados en la pared como en un transformador eléctrico o pozo, o subterráneo. Aquella mezcla de tabaco rancio, cerveza seca y cortinajes sucios de café cantante. El olor del establo de la Cuevona, cuchu y orín de vacas, pero tan acogedor y amniótico, donde presencié el primer parto de una vaca, a la que dieron a beber vino por una botella, todo tan tierno, telarañas de cuento dibujadas y perladas de gotitas de la niebla, la tímida sonrisa de su pequeño Felix, de 15 años, con ojos de ternero soñador y olor de Varón Dandy en el flequillo. El cuartelario olor de los retretes -helados como cámaras frigoríficas- a fermentado orín y salfumant, aguafuerte y lejía. Aquellas placas turcas en el suelo, las mismas del colegio, pero ya no de loza, en porcelana sobre hierro y con la esmaltación saltada, asomando sus óxidos de ruina Había que envolverse ingeniosamente hasta con la capa para no congelarse así en cuclillas, igual que en las letrinas de la buhardilla del estudiantado de Salamanca, con claraboyas sobre el tejado y el mismo frío polar en los inviernos. El olor de las celdas era una mezcla de aire quemado por la estufa eléctrica que aliviaba un poquito los rigores, el jabón de afeitar, el de las manos y la pasta de dientes, y algún masaje para el afeitado, Varón Dandy, Aqua Velva, Floyd…no muchos más recuerdo. Y el olor corporal de cada uno. Algunos cuerpos olían a manzanas, otros a fresas frescas en el alba, otros a cachorrito, a linimento, a establo... Algún vecino mío, se perfumaba con English Lavender de Atkinsons y dejaba su rastro en los pasillos un buen rato después de haber pasado. Era de agradecer este refinamiento entre tanta pared oliendo a moho. Y me viene un aroma muy querido: el sahumado perfume del viejo Harmonium en cuyos fuelles pedaleé feliz las aterciopeladas disonancias de Don Joaquín Hernández, y sus cautivadoras melodías. Eróticas y místicas. Este fue mi San Juan de la Cruz, querido Teódulo, el multiforme arrullo de su música y de mis arrobadas improvisaciones. Los aromas maternos de aquel abovedado refectorio en donde devorábamos como chicos felices –que pocas veces éramos realmente- cualquier vianda del torno de las monjas, especialmente aquella fantasía de amarillos y ocres, aquellas fuentes de daditos de patata y huevos rotos que llamábamos "Revoltiño", que siempre repetíamos incansables (otro arroz de Liborio). El pan payés el perfumado vino grana oscuro, las natillas con brisa de canela y aquel arroz con leche refrescante con su hojita de menta alguna vez…aromas terrenales. Verdaderos. Olvido del espíritu entre fuegos, torturado de dudas y pesares. El facetado pomo de cristal de las gotas de lluvia en todas las ventanas, como abriendo la puerta alucinante a un espacio de luz desconocida mucho más habitable, apenas conteniendo el enervante olor que traía de los montes la llovizna, aquella persistente desazón, aquel sosiego a veces extasiado que inducía en el alma… Aromas y nostalgias de lo nunca vivido. De lo dolientemente presentido. ¡Ay, el amor sin cuerpo, noche oscura de todos los tormentos! Y leo en Crowley: "Los olores (…) le hablaban en un antiguo y constante murmullo de cosas pretéritas. (…) Los olores pesaban en su alma como cadenas, como cargas antiguas nuevamente asumidas." Y le leo citar una obra de Peacock cuyo título "Nightmare Abbey" (La Abadía de las pesadillas, o la Pesadilla de la Abadía, podría traducirse) me hace imaginar ese otro sueño que soñó Sarmiento en los abismos pétreos de las grutas móviles que casi lo engulleron: "La Fábrica de Sal", cuyo guión aún es casi un secreto, pero en cuyas imágenes nos reconoceremos –estoy seguro- como si el tiempo no hubiera pasado, con su manto de escarcha. Aromas de Las Caldas…hierbas silvestres y rumor de regatos en laderas que duelen como besos no dados, cercenados, robados para siempre. Y me viene al recuerdo, querido Cícero, una tarde embrumada en aquel recodito de la recreación, en el jardín del sauce y el estanque con el eterno surtidor de sueños gorgoteando las sílabas deseadas. Allí, al pié de "La Salita" -donde escuchábamos "Eloise" de Barry Ryan y otras psicodelias, o un Adagio de Bruckner tantas veces al borde de las lágrimas-, allí, aquella tarde bajo aquel mirador, en la última curva del camino, cantaban abrazados, como dos borrachitos deliciosos, Luis Carrizo y Alberto Acitores, gesticulando con los brazos con los que no se enlazaban y sonriendo como sólo se sonríe en la más desbordante juventud. Esbozaban el mohín de llorar entrecerrando los ojos y negando teatralmente con la cabeza como cantantes de bolero, y sonreían después de cada frase con los más bellos labios que podáis recordar, parodiando, tal vez, a Nino Bravo: "…Y TODO PASA, TODO PAAAASA Y NADA QUEDA, NADA QUEEEEDA…" Sus voces y sus cuerpos, sus miradas de chicos inmortales, aún esplenden, entre la verde niebla de Las Caldas, entre sus aromadas arboledas… SANTOS VIBOT
38 comentarios
marcelo -
Vibot -
"Espera un poco, un poquito más
para entregarte mi felicidad.
Espera un poco, un poquito más.
Me moriría si te vas" ?
Matt Monro... 1969, aquel inglés que cantaba en español casi con la misma cálida dulzura que Nat King Cole y del que acabo de escuchar en Youtube otras canciones que os harían suspirar, como "Más cuando quise hablar, alguien cantó", o "No puedo separar mis ojos de ti", cuyo estribillo de trompetas aún balancea de invulnerables sueños y nostalgias las ilusiones de nuestra juventud.
Gracias por tus palabras, Carrizo. Entonces te admiraba. Hoy te quiero, que es más.
Luis Carrizo -
Si admiro especialmente tu memoria y tu capacidad de evocar es justamente porque yo estoy en los antípodas: Mencionas un fugaz episodio en el que Acitores (te quiero, Acitores) y yo estábamos "casualmente" haciendo el tonto. No me acuerdo, hélas, de ese momento, ni de casi ningún episodio concreto, seguramente en justo castigo a mis muchos pecados.
Lo que sí han conseguido tus palabras es darme inesperadamente un pellizco allá dentro, un pellizco que no califico por miedo a traspasar esa tenue raya que separa lo sublime de lo ridículo. Con Acitores mantuve una estrecha, fraternal, profunda y divertidísima amistad, y te agradezco que hayas escogido un contexto tan hermoso para traerlo de nuevo, por unos momentos, a la vida.
Por cierto, la canción era de Matt Monro, y ese verso acababa diciendo: solo se encuetra la felicidad / cuando se brinda el corazón. No es por nada, pero a Acitores y a mi siempre nos gustó dar doctrina.
Gracias, Vibot, sigue encenagándonos en la belleza.
Vibot -
El teatro leído, dices...aquellos flexos de aluminio, el frío inmisericorde del teatro -¡cómo no envolverse con aquella cortina de pana amarilla de los dulces y culpados secretos!- el súbito calor del argumento, aquellos deditos nuestros que apretaban el blanco botoncito del flexo y convertían nuestras voces en mujeres que sentíamos guapísimas en la fría penumbra, en duros detectives que encendían cigarrillos, en abuelas de adorables palabras cariñosas, en torvos criminales inconfesos, en niños que lloraban y en madres traicionadas y valientes de Alejandro Casona...en añorantes damas de sombrilla y secretos: "¡ombúuuuu!"
Yo también echo de menos, hace ya muchos meses, a Santos Suárez Sánchez, uno de los dedicatarios de mis Aromas, y casi vecino de celda en aquel frío pasillo del primer piso del estudiantado de las insomnes Caldas de Besaya.
También echo de menos en este portillo a Teódulo, que vivió aquellos turbios días. El dice que yo debo de hablar de unos parajes distintos de los suyos. Claro que cada unos tenemos nuestras Caldas, pero sería hermoso sentir en tus palabras acendradas aquellas Caldas tuyas doloridas, tal vez entreveradas de algún bello recuerdo luminoso.
Y a mi Tejito, el otro dedicatario silencioso que, aunque no estuvo allí, como asturiano y desterrado en la húmeda Francia de aquellos años nuestros de muchachos, sabrá de los aromas que yo evoco.
¡Cuéntanos de tus bóvedas francesas, de aquellos verdes bosques de Toulouse!
De Fernandito Soria siempre escucho su voz enamorada, su desbocada risa de muchacho feliz, su doliente sonrisa entre las rosas...él sabe más que nadie de qué hablo, en su luz inmortal, desoladora.
Vibot -
A los que la muy fiera "raíz do toxo verde" aún nos mantiene heridos con su "reclamo áureo" -¡qué bien unidas estas dos palabras, Carlitos, sobre todo teniendo en cuenta que los reclamos de caza son trampas mortales para pajarillos incautos- nos consuelan, y mucho, nos sosiegan, las caricias verbales, los enlazados versos rumorosos, las intrincadas distinciones que intentan descifrar aquel tatuado nombre, el prístino secreto de la rosa.
Quizá porque sólo tuvimos las palabras. Y estas tan sólo escritas. Y escondidas como un tesoro ardiente.
Como escribes, Carlitos, con esos borbotones que te nacen de un corazón apasionado, inmenso, pones a veces esos anacolutos -también Santa Teresa los ponía- que me hacen sentirte tan cercano y auténtico.
Tú no intentas ocultar el esfuerzo de la redacción -a mí los Aromas de Las Caldas me costaron dos altas madrugadas y un derrame en un ojo, que aún tengo ensangrentado- y por eso palpita tu mensaje de espontánea belleza y hallazgos. Y emociones.
Me gusta que digas "cada cual como lo siente, que uno no estuvo en Las Caldas". A veces siento que escribo para unas pocas personas demasiado afines. Me emociono cuando me escribís así incluso los que no vivísteis aquello.
Sólo discrepo en una cosa. Dices: "Imágenes de alabastro, con transparencias de adivinados abrazos. ¡Qué más necesita un hombre que es capaz de querer tanto!" No, Carlos, lo necesita todo. Las palabras hermosas, las más hondas metáforas, nunca pueden sustituir la más leve caricia, el más dulce y querido y único rubor y naufragio de un beso.
Estoy de acuerdo en tu percepción de la sensación de libertad que he sentido al bucear de nuevo aquellos valles transidos de miradas y labios.
"Con resolución y tiento" dices que labré y esculpí mis Aromas... no sé bien si con tiento, o bien desaforado.
Era tiempo de romper tantos fueros desmedidos. Aunque sirva de poco.
Pero sí, con resolución y tiento me gustaría vivir a partir de ahora, que he alcanzado a vivir.
Carlitinines, Gracias por tantas tiernas efusiones.
Besos y abrazos.
Carlos-Bañugues -
He paseado despierto por arenas de playa,por caminos que atraviesan extensa floresta.He sentido el vuelo sesgado de aves,la sombra del árbol,aromas encubiertos de rocío,la mirada de inquietas piollinas,zarapitos
o lavanderas.
No quería perderme nada de lo escrito.Deseaba otear en un trastocado puesto.Ir masticando,entre pétalos coloridos,tanta sugerencia.
Pero todo es inútil,no soy el poeta que siente,ni es el momento,que duerme alcanfora-
do entre sueños y muerte.Que a la fiereza del toxo nadie se enfrenta sin sentir el dolor de sus espinas.Que siempre permanecen impasibles
aunque traspasen el blanco y negro y causen heridas.A pesar del reclamo áureo de sus encantos en poesía..
Tanto simbolismo floreado no sobra,es suficiente como apoyatura conceptual.Pero emerge con fuerza cuando el doblaje nominal que aportan las definiciones latinas,van dibujando un imaginario tan sutil como etéreamente humanizado,tan explícito como sensual,incluso erótico,verbal.
Una densidad de olores,sabor-
es y fragancias trituradas por humedades y paredes,hie-
rros y cloacas;por un inmenso pozo sin fondo donde se esconden las dudas,culpas,
rezos y privaciones.Donde flotan armónicos musicales de amores y embelesos;de sus-
piros afectados por una larga ausencia de besos.
Es un canto al amor tierno,
verde como los campos,joven
como los brotes,rumorosos de
vientos y agua que corren sin conocer su destierro.
¡Ay,si la vida pusiera fecha
al despertar del amor,al momento del primer beso!..
La nostalgia no sería sombra que acompaña;ni idílicos torsos dibujados sobre la cama;ni celosías por las que mirar la naturaleza con el velo de gotas escurridas en invierno.
La gran fuerza que sostiene
tantas asociaciones adjetivadas en sensuales,irónicas,subliminales,sutíles,gráciles y hasta metafísicas,desnudan una gran fuerza cuando sobresale,
entre la maraña del simbolismo,el ensueño
sobrepuesto y la percepción real de lo que se ha vivido.
Es el momento en que se adivina la sensación de libertad y el apremio de
escudriñar que es posible
degustar,sin dudas,todos aquellos idílicos momentos y las mejores fragancias de la vida y la razón de sus embelesos casi místicos.
Si algún secreto se intuye en el texto,no prescribe ni se advierte.Cada cual como lo siente,que uno no estuvo
en Las Caldas ni en los prados del Convento.
He leído sobre rebeliones,huí
das y sufrimientos,idílicos
lugares y sueños cercenados muy intensos.Pero debo decirte,querido poeta,que aunque el perlado rocío se
deposita de forma regular cuando hay relente,dura lo que el tiempo quiere,y más,
si dispone de cuna oscura
que le proteje.
Todo lo perdido en el momento
nunca se olvida porque viaja sobre el viento.Nunca tuviste culpa,ni siquiera se
encargó la vida de prevenirte
en la muerte.Amores prohibidos.Besos robados para siempre.Imágenes de alabastro con transparencias
de adivinados abrazos..¡Qué más necesita un hombre que es capaz de querer tanto!
No olvides nada del viaje que has soportado.Pero ten en cuenta que pocos somos tan
afortunados.Que tus vivencias
han sido únicas y excluyen al resto.Son tuyas y vividas
con pureza de intención,la-bradas y esculpidas con reso-
lución y tiento.
Un canto a las criaturas en
música,donde,alguna vez,
todos oímos algún acorde de
coros angélicos y disonancias insoportables.
Un admirable relato que nos
acerca una realidad conexa
pero inesperada y de lírica
sorprendente.Todo ello es de
una gran dificultad literaria.Estoy admirado.
Un abrazo enorme y un beso
inesperado.
Carlos.
Embeleso de una juventud atormentada que se adentra en lo más íntimo del recuerdo
vivido;del ser que ya era y que nos ha conmovido.
Luis Heredia -
Hacerlo más veces. No sé si os salió de chiripa o lo teníais ensayado.
¡Perfecto¡
Me recordó al teatro leido apagándose y encendiéndose el flexo según las intervenciones.
¡Sois unos monstruos¡
Y ahora mismo me estoy acordando de Santos Suárez.
Bueno, me acuerdo muchas veces pero últimamante más. No sé si será porque le echo de menos en el blog.
Vibot -
Sabía que lo bordarías, Jose Ignacio.
Un abrazo muy fuerte.
jose ignacio serrano mallada -
a aquel pajarín le diera
si con esos embelesos
ay, la vida le viniera.
Un fuerte abrazo, Vibot.
Vibot -
Y aquí tu tienes muchos.
Un romancito de besos
a aquel pajarín le diera
(sigue tú, maestro)
jose ignacio serrano mallada -
El lado oscuro.
Erase una vez un niño que arrebató el alma a un pequeño gorrión. Sucedió durante una gran nevada, en un día de cruel y duro invierno, del año de Dios de 1954/55. El pajarín estaba famélico, la nieve le impedía conseguir grano alguno. Como suele suceder frecuentemente en la naturaleza la climatología le había convertido en un ser totalmente indefenso, llevándole a una situación extrema de precariedad y desamparo.
El gorrión vio un trozo de pan sobre la nieve y azuzado por el hambre se lanzó sin pensarlo sobre él, pero aquel trozo de pan era un engaño de muerte, era una cruel trampa infantil de juego que había colocado ese niño en medio de aquel manto blanco. La nieve, qué pena, se tiñó de sangre en malaventurado día, quedando congeladas por el frío inocentes lágrimas aladas. Cuando el niño lo cogió en sus manos y vio aquellos ojos sin vida, diminutas perlas negras, empezó en ese momento a pagar su deuda con amortización diaria y vencimiento a término de existencia.
El pajarín está esperando al niño y éste lo sabe, le va a preguntar muy triste el por qué y el niño, más triste, no sabrá responder.
Es el recuerdo, es el dolor que no cesa, es el aroma de una flor negra que un niño olió hace muchos, muchos años.
v -
¡Las palabras nos delatan tan hondamente!: "A tu vera" es el comienzo de un estribillo de querencia hasta la muerte. La progresión ascendente "decenas, centenas" jadea quedamente entre verdes nostalgias. La repetición "nunca, nunca" enfatiza un doliente, melancólico autocontrol, incluso hasta los bosques helados de Flandes, el olvido, las sendas de ojaranzos...
Inmenso, tierno Argüeso.
¡Qué tendría Las Caldas, dínoslo tú también!
Vibot -
Y no te creas que te perdiste tanto. Tú ganaste el tesoro más grande de los hijos, tu dulce Pilarina.
Ah, guajín, sepas que hilas tan guapu como el que más, oh.
Vibot -
Sentí que a todos os habían gustado mis aromas de Las Caldas, no sé si a Box, que me comentó, aunque con sonriente ironía, que aún no lo había terminado, enredado entre los hierbajos de mi Dioscórides, así lo calificó.
Box, si lo terminas -ya te dije que lo bueno venía después de las hierbas- aunque tal vez sólo para los que estuvimos allí entonces, me gustaría mucho conocer tu opinión, como filósofo y como el músico que me han dicho que eres. No sé si tú estuvites en Las Caldas.
Clim, gracias de nuevo por tus cariñosas palabras, y por tu sonriente acogida en aquel mítico cenáculo vuestro.
Vibot -
Claro que las flores y los pájaros son divinos. Y es esa convicción franciscana tan tuya la que me hace quererte tanto.
No tienes que inclinar la cabeza ni pedir perdón por no ser tan bello como ellos. Porque lo eres. Y mucho más.
Con esa belleza, veneración y sabiduría que culturas más sabias que la nuestra otorgaban a los más mayores.
Sigue meciéndonos a todos, niños al fin de nuevo, con el soplo bendito de ese arrullo que esparces generoso -en tu querido ritmo octosilábico- de versos y romances como flores y pájaros divinos.
Tu "dedos de ángel".
Antonio Argüeso -
Como buen lector de periódicos, empiezo por el final y en «Aromas de Las Caldas» me embarga la bellísima descripción del sitio, de su entorno y de sus gentes (nosotros) aderezado, cual melodía de espíritu viajero, con múltiples referencias (y una escapada a Santander -¡ay! las películas de Bergman- y otra no escapada a Montesclaros). Gracias, Vibot. Creo que tras la relectura de tu bellísima descripción me atreveré a volver por Las Caldas para aspirar los efluvios del mangolio y acariciar la mesa de piedra. Salí en 1967 ó 1968 (ni la fecha recuerdo con nitidez Javier, ¡cómo recuerdas con tanta precisión tantos datos ! te devolveré la llamada-). Todos los años ando cerca, he pasado a su vera decenas, centenas de veces, pero nunca, nunca quise parar .
Volvamos a la narración: esos 3.000 términos a los que aludía Isidro, bellísimamente estáticos, mayoritariamente sustantivados, han generado casi 37.000 palabras de acertadamente elogiosos comentarios, con poemas y un también bello estudio vibotiano.
Mi única pena es que, intentando seguir el blog, sigo sin situar a mucha gente. Por ejemplo, pensaba que Santiago era mayor que yo, pero por lo que dice, es menor (a ver cuándo nos deleitas con los datos que conoces). Espero que sea cuestión de tiempo y la memoria se desatasque. Vibot, gracias de nuevo.
Vibot -
Me ha encantado cada palabra que dedicas a analizar mi estilo, cada idea, cada relación que estableces. Especialmente la comparación con los ornamentos barrocos que aparentemente ocultan la firme columna que sigue estando ahí, pues verdaderamente no me siento frívolo aunque exalte a menudo la hechizadora piel de la existencia.
Y no te digo cuánto me ha tocado tu analogía con el saltimbanqui que oculta su fatiga tras esa sonriente cara de muchacho conteniendo la respiración. Ya en otro sitio de este frondoso blog consigné mi predilección por aquella inscripción romana que hablaba de lo mismo: SUBRISIO SALTAT. (saltatoris), la sonrisa del saltimbanqui como una de las cumbres tal vez la más querida y añorada- de la existencia. También Genet, en un pequeño libro de conmovedora poesía: Para un funámbulo, salmodia la ensimismada estela de este icono.
Yo siento mi poesía muy oral, y que tú me lo confirmes desde fuera me hace sentirte aún más cerca de mí. En la selección de plantas, lo principal fueron las fotos que me hicieron reconocer y recordar muchas de las huellas vegetales de aquellos pasos nuestros que casi levitaban de pasión.
Pero también y especialmente cuando se unían ambas cosas- el simbolismo conceptual de las palabras latinas, sus asociaciones y ramificaciones sensuales, irónicas, metafísicas, sinestésicas, místicas. Y su música paladeable (¡qué bien has elegido esta palabra y este concepto!) en el sabroso silabeo escandido.
Hace días, insistía Teódulo en el antiguo escolio de la fisicidad de la poesía mística de San Juan de la Cruz. No puedo estar más de acuerdo en tu conclusión sobre el misticismo de mi poesía física, terrenal pero siempre transida de ¡Ah!
Vibot -
Lo que tú has hecho para que te incluya en la dedicatoria es permanecer en mi recuerdo como un muchacho sonriente y amoroso desde el mismo colegio. Siento esos malos recuerdos de Iparraguirre que aún te duelen. Y me siento muy cerca de ti en otras muchas cosas más profundas.
También comparto tu admiración de entonces -que en tu caso se prolonga hasta hoy- por uno de los profesores más elegantes, incitantes y modernos que tuvimos Arsenio Arenas. Te ayudaré a encontrar esa novela suya inencontrable: "Nacionalseminarismo". Me has sucitado una enorme curiosidad.
Y en cuanto a esa eventual -y espero que pasajera-soledad del alma que insinúas, espero ayudarte a aliviarla con nuestro paulatino y reciente acercamiento. Además somos casi vecinos. Un paseíto hasta la Plaza de España para charlar contigo de tantísimas cosas será un gran placer y un honor, como tú dices de mí.
Y vicecersa, que a Jacinto Benavente llegas en seguida.
Un fuerte abrazo y hasta pronto, Javier.
santiago rodriguez -
Me dedique a la historia y te prometo que pronto hare aparecer los datos que conozco del historial de Las Caldas.
un afectuoso saludo.
Luis Heredia -
Ya sabes que yo no hilo tan guapo como Benito,Santiago, Isidro, Alcalde, Chema, César, Javier Martín, José Ignacio, Clim y tantos otros que tuvieron la dicha, aunque no haya sido placer precisamente la estancia, de haber compartido los años de Caldas.
Soy parco en palabras cuando la admiración, acompañada de cariño, sensibilidad y amor, me aturulla.
Quedé a las puertas de Caleruega y contigo acabo de traspasar las de Caldas.
Cuando te/os leo, sigo pensando que mucho me perdí, aunque compensé con creces mis angustias y temores.
Vibot -
Citas a Dasio, Mateos, Pirallo, Burgaleta, Gago, Castro y Aniz como maestros. Y alguna célebre revuelta de estudiantes.
Yo llegué al final, mi maestro fue Aniz en primero y al curso siguiente se cerró el estudiantado de Las Caldas y se trasladó a Valladolid. No hubo precisamente empatía en aquel curso último sino tensión y distanciamiento.
Tú que tienes tantos datos "reales", me gustaría que me informaras un poco de la historia de aquel estudiantado, cuándo se construyó el edificio, cuál fue su mejor maestro, su período de armonía. Y también las revueltas que coincidieron con el Mayo del 68 y sus repercusiones en distintos países.
Creo no ser el único al que le gustaría saber un poco más de estas cosas.
Gracias anticipadas, Santiago.
CLEMENTE SANCHEZ -
Ayer, tarde, en el Domine Cabra, me recomendaste leer tu último escrito -visual-tactil-oloroso.. en el blog. NO TENGO PALABRAS, ante la belleza del mismo y ante los también bellos comentarios al respecto.
Abundar únicamente en el respeto poético y sensible que me mereces, en el cariño acrecentado desde el reencuentro y, por supuesto, agradecer tu visita, junto con Santos y su esposa, a la clásica reunión de mi curso en Madrid. Fue emocionante para mi verte entrar, después de los postres; abrazar a nuestro maestro Javier Serrano, muy recuperado; y reencontrarte con aquellos que te quieren, de verdad.
Gracias por tu bondad y por la "guapura" con que nos obsequias.
CLIM
ex alumna -
Claro que me ha sido útil. Ahora mismo acabo de mandarle un e-mail y espero tener noticias suyas muy pronto. Muchísimas gracias.
jose ignacio serrano mallada -
Las flores , como los pájaros, son divinos . Cuando observo en este tiempo la pequeña flor del azafrán salvaje, pétalos malva, estambres amarillos, lo hago siempre sin romper su sueño y en silencio, contemplándola con ternura. Cuando sigo el vuelo alegre por la colina del jilguero, amarillo, rojo y negro, doy gracias a la madre tierra, inclino mi cabeza y pido perdón por no ser tan bello como la flor del azafrán silvestre, ni ser tan bello ni saber volar como el jilguero.
Mi entrañable Vibot,
Gracias por darnos estos minutos eternos de lirismo. Nos has servido una bandeja incomparable de recuerdos de sabores, olores , amores y dolores. Nos has inundado de flores, nos has inundado de belleza.
Un fuerte abrazo,
José Ignacio,
Vibot, por qué recuerdo el recuerdo?
recuerdo de mis amores
que aún conservo sabores,
recuerdo de los olores,
recuerdo de aquellas flores,
vestidas de mil colores.
recuerdo de mis dolores,
recuerdo de mis temores,
recuerdo que no se seca,
recuerdo de carga hueca
para morir de temblores.
Chema Sarmiento -
Desde un punto de vista de la estructura podemos distinguir en el texto que Vibot nos presenta en cabecera, tras una amplia dedicatoria y un breve prolegómeno, dos partes principales.
La primera y más extensa de ellas está organizada como un Tacuinum Sanitatis ( Quisiera conocer todo el herbario que meció aquellos días tormentosos de caricias balsámicas ). Esta primera parte se diferencia netamente, tanto por su estilo como por su contenido, de la segunda. A ella se refieren, aunque no de manera exclusiva, la mayor parte de las observaciones que haremos más adelante.
La segunda parte ( Ya en el Estudiantado ) se podría imaginar como una caja de perfumes, todos ellos de interior. En frascos separados encontramos el mefítico olor de la escalera, el pestilente olor del E.F.A.M.A.C., el olor del establo de la Cuevona, el cuartelario olor de los retretes, el olor de las celdas, el olor corporal de cada uno, el sahumado perfume del viejo Harmonium, los aromas maternos del abovedado refectorio, y las gotas de lluvia en todas las ventanas.
Después de eso se aborda la despedida ( Aromas y nostalgias de lo nunca vivido ) que concluye y culmina con un recuerdo-dedicatoria de resonancias escatológicas ( Sus voces y sus cuerpos, sus miradas de chicos inmortales ).
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Entrando en el detalle, quisiera poner de relieve, en primer lugar, la musicalidad homérica de la adjetivación vibotiana. Nuestros alados pies es un mal ejemplo, por demasiado demostrativo. Véanse mejor los siguientes construcciones: (el fiero toxo del cantar galego ); ( Y aquellas Bocas de Dragón, anisadas, ruborosas ); ( La adamada corola del narciso, su bráctea y su corona; y la orquídea silvestre, con su labelo y su espolón cerúleo )
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La ornamentación barroca de una columna sirve para ocultar la función arquitectónica de la misma, como el saltimbanqui retiene su respiración o luce su mejor sonrisa para no dejar ver el esfuerzo y que se vea sólo el arte. En la primera parte del documento vibotiano que nos ocupa (tal como quedó delimitada más arriba) la ornamentación barroca está constituida por flores, perdón, por nombres de flores, tampoco, más exactamente está constituida por la sonoridad de nombres de flores. Así que este texto exige una lectura en voz alta para ser realmente aprehendido. Las palabras tienen que paladearse en la boca, para que liberen su aroma. Cuando la boca las pronuncia, los labios nos dan turbadora información de su naturaleza sensual. Se despierta entonces el oído y se suma a la fiesta cazando al vuelo su sonora musicalidad.
La sonoridad del nombre no va vacía de contenido, va seguida siempre del paradigma que en la cabeza de su autor evoca. De modo que si oculta su funcionalidad no oculta ni su oportunidad ni su razón de ser. La casuística es muy rica, voy a limitarme a algunos ejemplos. A veces la imagen que la acompaña es una sensación: Malva moschata, sus delicados tonos de mejillas aún casi adolescentes, en aquellas caritas que aún tiemblan en el aire recordado de tantos despertares ; otras veces lleva un hecho recordado: fresas salvajes, como aquella película de Bergman que escapamos a ver a Santander, ; también puede llevar adjacente un mensaje de intención más o menos subliminal: las delicadísimas Anemone nemorosa (como cantó con voz de ruiseñor en la alta noche el tierno Garcilaso -amado con delirio hasta la muerte y mucho más allá por el hondo Boscán- en su EGLOGA ; puede ser de contenido erudito: Centaurea nigra, que recibe tal nombre pues, según cuenta la leyenda, curó de una herida al centauro Kirón, que educó a Aquiles. Hay un cuadro bellísimo de Regnault, en un museo de París, ; etc.etc,..
Es imperativo destacar que la idea matriz de toda la primera parte (Tal vez aquel tropel indescifrable de hojas guarda el secreto de nuestra juventud) es enunciada una sola vez. En lo que sigue, lo que se hace es pasar revista, una por una, de numerosísimas especies florales en un intento de recabar ese secreto que quizás guardan. Como en otro texto que analizamos en circunstancias anteriores, nuevamente es la conjunción y la que se encarga aquí de encadenar cada párrafo a la proposición principal, la que da sentido a su enumeración. Pero al elidirse la idea madre y quedar soterrada, emerge sólo la sonoridad de las palabras. Esto pone de relieve el carácter místico del texto que analizamos. La propuesta definitoria de la literatura mística es que hay que olvidar la Razón, ir más allá de ella, para acceder a una forma superior de conocimiento.
santiago rodriguez -
atte.
ex alumna José Ángel Liaño -
Necesito que me ayudéis. Quiero ponerme en contacto con José Ángel Liaño, mi tutor durante 6 años. Si la persona que aparece en esta web es la misma que estaba en el colegio dominicos de valencia, decidme cómo puedo ponerme en contacto con él. gracias.
Vibot -
Pues resulta que al terminar comienza un programa especial sobre Puccini en el que explican todo el making off...alucinante: la orquesta en directo desde los estudios de la RAI y los cantantes también en cada escenario natural, con todas las cámaras, pantallas y micrófonos ocultos, todo maravillosamente sincronizado!
Y verdaderamente las cámaras declamaban. Se lanzaban como vampiros sobre los agudos del canto, o te hacían sentirte en el mismo recinto de la acción, testigo directo de los hechos...asombroso.
Como sé que recogerás el guante que te he dejé entre las azucenas olvidado, te comparto estos refrescantes descubrimientos.
Deberías ver esta Tosca, y sobre todo, el documental sobre ella.
Le estoy contando a Borja todos los detalles, pues se lo ha perdido.
Que tengas un buen día montañés. Besos.
Javier F. Martín -
Recordad a mi niño que duerme al hielo.
Mañanas dichosas del frío diciembre...; pues sois rigurosas y dios es tierno. Recordad a mi niño que duerme, que duerme al hielo...¡Recordad..!
La voz de Olóriz, sonaba clara,pura,imponente en medio de la nada de mis pensamientos y del todo de las emociones sugeridas, por esa mañana espléndida y nevada de Madrid, ayer... Y hoy, como ayer nada más despertar, un nuevo milagro inesperado para mi memoria : ¡ tu relato!. ¡ Qué digo, tu relato..!
¡ Tú mismo en él, Vibot, y a la vez, los que por allí estuvimos " aquellos a los que les sería imposible no sentir rubor, fulgor velado en brumas y celajes letárgicos, tal vez rencor amargo,dicha,apnea,una oleada de aromas en el rostro que anula las distancias y los años "
Hevuelto a ver ,oir y oler lo que por entonces viví y padecí , solo y con otros...
¡Polícromo,bello,lujuriante incluso,exuberante como tu mismo, querido Vibot,excesivo,avasallador en los matices ,culto...Así me ha parecido tu relato; tu cuadro al decir de Cícero. ¡ Un regalo en todo caso para la vista, el oido ,el olfato incluso, y sin duda un regalo para el alma de quien fue joven un día por la inmensa soledad de aquellos prados. Ya no está el joven, pero sigue estando el alma, en algunos casos, tal vez, con la misma soledad de entonces.
Qué decirte, peus, amigo, si entre los nombres a los que te diriges en parte dedicas tan bello escrito : " para todos los que vivimos entre aquellos montes algunos de los meses más intensos y puros de nustra juventuz " se encuentra el mio.
¡ Qué he hecho yo para merecer esto? Me siento halagado,sorprendido. ¡Me faltan palabras y sin duda, sensibilidad para describir si quiera, la intensidad del goce y el inmenso honor de tu recuerdo.
Este ha sido mi despertar hoy: recuerdos,emociones,afectos recuperados . Gracias Vibot. Ha sido una hermosa manera de empezar el año...¡Por cierto,hoy hace 40 años que yo salía de Caldas camino de Madrid , para ver en la CONFER, en qué había de parar mi vida! LLegué muy tarde a la estación de Principe Pio y de allí me trasladé a Atocha, donde iniciaron los estudios con Jesús Gallego...¡Había de madurar! En Atocha estaban por aquel tiempo, Javier Serrano,José Luis Heres y Jesús María hernández Rojo, se supone que todos estaban madurando!.
Máñana , casualidades de la vida, todos coincidiremos después de 40 años ( ellos no lo saben) comiendo junto con Carlos Soria,Clemente,José Manuel Fernández Sánchez y luis Pérez Rescalvo y Rámón Pajaresd Box, en la C/ Huertas en Madrdid .¿ Cuando iniciaba este escrito, no sabía nada de esto.¡Gracias otra vez Vibot!Prometo que volveré a " Las Caldas"
Vibot -
¿No es admirable el fuerte vínculo que se está estableciendo entre tantos de nosotros, aunque no nos tratáramos allí, incluso con cierta notable diferencia de edad?
Tu poema me parece encantador. Y está muy bien traído por tu asombro botánico ante la "inmunidad" de las vacas. De hecho citas alguna de las mismas plantas que escogí yo: la Dulcamara y la Malva.
Y me has hecho reir con esas hierbas para matar las suegras malqueridas y otras muchas querencias.
En tu intento de "ensalzar" mi relato, te ensalzas a ti mismo por tu encanto. Gracias, simpático.
santiago rodriguez -
Mis tres años en Las Caldas coincidieron con la inauguración del Campo de Futbol, cuya consrucción habia dirigido el cantabro P. Dasio (natural de Arcera, el no disfrutó de la culminación de su obra, pues, había sido sustituido hacia unos dias. coincidió la inauguración con la toma de posesion del nuevo maestro Miguel Mateos, que dejo en muy poco una profunda sintonía con las necesidades sobre todo emocionales de los estudiantes, le acompañaron como pedagogos Pirallo (ex-provincial) y Burgaleta (RIP), sustituido este más tarde por Jose Luis Gago, lo cual dio lugar a que Alcalde se convirtiera en pedagogo del P.Merino;al año y medio aprovechando un desprendimiento de retina fue sustituido(lo cual dió lugar a una revuelta estudiantil, por el P, Felipe Castro, buena persona pero negado como maestro, pues había sido director de los apostolicos de Vergara y pensó que estaba ratando con la misma clase de personas.
Así que tuve tre maestros de estudiaantes sin contar al p.Candido Aniz, que nos fue presentado como tal pero no empezó a ejercer hasta el curso siguiente.
Vibot -
Descended unos pocos escalones hasta sentir el sol, el calor de la piedra en vuestros pies terrenos.
Cruzad la carretera y tomad el camino que se interna en las frondas. Despacio. Reposad un momento en la mesa de piedra, acariciad los estrellados líquenes que exornan el granito. Y digo exornan porque no es éste un frívolo paseo. Permitidme el ornato de un periplo ritual, de una senda de magias ancestrales, seguidme, no dejeis de aspirar el herbario sutil, cambiante a cada paso, siempre que holláis las matas más fragantes, llorad, no os avergüence.
...¡Ah, no puedo seguir!
Vibot -
El aria que te digo aparece en el primer acto. No sé si el texto, así, sin el penetrante, irisado, recamado, epifánico ropaje de la música podrá, con sus sencillos nombres, adjetivos
y verbos suspenderte el aliento como hace conmigo cada vez que lo escucho.
Yo tampoco sé cómo hago palpitar a mis textos, sin música ni nada, sólo sé que Las Caldas aún esplende de aquellos besos de estudiante que nos fueron robados para siempre. Canto lo que perdí.
Lo que no tuve nunca en su momento.
No sé si faltan verbos en mi cuadro, pero me has hecho sentir, como ya lo iniciara Sarmiento en un primer análisis de mi estilo, feliz, comprendido y querido. ¿Puedo pedir yo más? Sí: que no dejeis de hacerlo. Os abrazo a los dos emocionado.
Cícero, me ha encantado tu perceptivo análisis. Besos y gracias otra vez.
Te dejo esta canción hasta la próxima:
"Chi il bel sogno di Doretta
Potè indovinar?
Il suo mister come mai
Come mai fini
Ahimè! un giorno uno studente
In bocca la baciò
E fu quel bacio
Rivelazione:
Fu la passione!
Folle amore!
Folle ebbrezza!
Chi la sottil carezza
Dun bacio cosi ardente
Mai ridir potrà?
Ah! mio sogno!
Ah! mia vita!
Che importa la ricchezza
Se alfine è rifiorita
La felicità!
O sogno dor
Poter amar così!"
La protagonista de La Róndine (la golondrina) tiene un turbio pasado.
El libreto iba a ser una opereta en alemán para Viena.
Entre las peripecias del folletín -ajo y diamantes-
brilla -como aquella estrella azul que brillaba en la altura de hielo de aquellas navidades rojas del colegio- este vulneradísimo sueño de Doretta.
Que es el sueño de todos.
"¿Quién podrá reirse nunca de la sutil caricia de un beso tan ardiente?
(...)
¡Oh sueño de oro
poder amar así!"
Loseiros (César Alvarez) -
Al profesor: Lastra Menéndez
Asignatura: Botánica Útil
Yo, tu alumno de Pumuo,
con más años que un carroubo
y toda una vida silvestre
entre campos y ganados
donde nací y me criaron,
me quedo más que admirado
de tu saber de las plantas,
hierbas, árboles y matas
de las que toda mi raza
depende más que de nada
como sustento y comida,
para combatir el frío
y hasta acomodar la casa,
y escuchando tus palabras
me explico algunos procesos:
¿por qué no cogen las vacas,
catarros o constipados
ni nunca se cae su pelo?
¿será que incluyen con tino
en su dieta alimenticia
plantas como: capuchina,
lirios blancos, pasionaria,
malva falsa, espino blanco
y la reina de los prados,
previniendo, de seguro,
dolencias tan animales
como el reuma, estreñimiento,
hipertensión, celulitis
y la caída del pelo?
y esto, es sólo un ejemplo,
que quedan aplicaciones
contra suegras y querencias
si les desea mejor vida
pudiendo usar: la cicuta,
dulcarama o el bonetero,
la nueza negra o la hiedra
o la hierba del pordiosero,
que bueno, si se pudiera,
llevar algo de tu ciencia
al campo y sus habitantes,
haciendo que se sintieran
también dueños, con sus pastos,
de tanta vida y remedios.
08/05/04 César Alvarez
José luis Alcalde Revilla -
Isidro Cicero -
En el texto nominal casi no hay verbos, no sé cómo te las arreglas. Apenas hay acción, es un paisaje Te he buscado los verbos, como otros buscan las cosquillas y, efectivamente, la realidad estática está viva, hay un flujo de acción por el subterráneo. La pintura siente, reconoce, guarda, graba, unge, acoge, cifra, exorna, gime, mece, olvida, jadea, chupa, liba, degusta, segrega, abraza, compone, canta, acuna, aroma, provoca, enseña, educa, briza, evoca, llena, rebosa, alivia, devora, abraza, reconoce, gorgotea, canta, gesticula, se enlazarse, sonríe, llora, y , sobre todo, esplende.
Cautiva la vista y el oído. El olfato, por descontado. Pero, Vibot, estar como estoy, inaugurando el primer renglón de esta ringlera de entes, la inmensa mayoría flores silvestres, qué quieres que te diga. No sé cómo pagártelo. No podré.
Vibot -
Benito Pérez Villalba -
Benito "EL CORRALIEGO".