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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

LA PRUDENCIA

LA PRUDENCIA

Hoy os trascribo el correo que me envía Carlitos Tejo, el gran Tejo, al que acompaña la fotografía que véis y el artículo de hoy, titulado LA PRUDENCIA, una de las virtudes cardinales (las otras eran fortaleza, justicia y templanza. Yo añadiría una quinta: el buen humor).

Ya estoy bien, me encuentro bien y ya tengo montado en el blog el puesto para vender globos.

Gracias, amigo, con el alma y el corazón..


 

 

Querido Jose Mari,

Lo reconozco, soy un egoísta. Una vez que supe (supimos) por tu hermano Froi que la cosa había quedado en “cuidadiiiiinn…” y con la alegría en el cuerpo y en el alma rebosando, el siguiente sentimiento fue de egoísmo. Y es que echaba en falta esa página diaria en la que nos encontramos o discrepamos.

José Mari, espero que Isabel, Alberto, Ali, su marido y el pequeñín Alexis nos perdonen por robarte tanto de tu tiempo y dedicación. Todos ellos son merecedores de nuestra gratitud y cariño.

Bueno, José Mari, aunque este artículo que te envío lo escribí para Isidro Cícero, que nos hablaba de la prudencia, hazlo también un poco tuyo.

Contaba Isidro, antes del susto, que deberían haberle dado el papel de La Prudencia en el Auto de Calderón, siempre que hubiese pronunciado la erre como mandan los cánones de la fonética castellana. Y de fotos en las solapas de sus libros, ni hablar.

Desde luego, la prudencia nunca fue lo mio; pero, “cadún ye cadún” .

Ponte buenu, que hay que salir a la calle a vender globos.

Carlos Tejo


LA PRUDENCIA

(Dedicado con vuestro permiso a Isidro Cicero)

 

En aquellos ya lejanos tiempos del bozal nacional, yo y otros cinco mil, estrenábamos en el Ferral botas, petate y “trescuartos”. Por orden alfabético coincidimos en la misma fila tres asturianos, Sendín, Sierra y Tejo, de Gijón, Bimenes y Ribadesella. Los tres llegábamos con prórroga de estudios. Teníamos más años que otros  y, además, una cosa en común, aunque peligrosa en la mili, pensábamos con criterio propio.

Recordaréis, aquellos que hicisteis la mili, los tests de llegada al campamento.

Pregunta: ¿Cómo murió Jesucristo?

A: De muerte natural

B: En accidente de coche

C: En la cruz

Respuesta: C – Valoración : Bien

 

PRIMERA IMPRUDENCIA

Y de esa índole una pregunta detrás de la otra.

Y llegábamos a la pregunta siguiente,

Pregunta: ¿Que eras en la vida civil?

A: Estudiante

B: Empleado

C: En busca de empleo

D: Empresario

Respuesta: A – Valoración : sin valorar

Y justo detrás:

Pregunta: ¿Que eres en la actualidad?

No recuerdo cuales eran las respuestas, solo sé que las taché todas y añadí a lápiz, :”En estos momentos, de militar, una puta mierda”

Ni qué decir tiene que aquella bravuconada  se convirtió en un “cague” de considerables proporciones cuando fui llamado al despacho del Comandante. “Tu cara no se me va a olvidar mientras estés aquí”. “Te tendré bajo vigilancia las 24 horas”. “Raso, soldado raso toda la mili”. Etc. etc. En realidad el “affaire” quedó en una anécdota. Enseguida le comí “el tarro” al Comandante, pintando algún mural “heroico” por las paredes del dormitorio y además participé, con algo de éxito, en algún cross, dejando al Ferral en buen lugar. No creo haberle oído decir “Bien Tejín, bien”, pero no hacía falta.

Eso sí, me rodee de mis valientes Sierra y Sendín. Nunca se sabrá lo qué habría ocurrido si algún excitado de los de mi hornada militar hubiese puesto cara al “antipatriota”, ya que aquella respuesta anticastrense fue leída en el comedor, un día de arenga sobre la disciplina, teniendo el Comandante la rara delicadeza de no señalarme con el dedo.

 

Ya en Valladolid, Sendín, Sierra y Tejo, intercambiábamos inquietudes y sueños democráticos, que compartíamos en un piso alquilado. Éramos, con otros 4, los 7 de “Farnesio”.

 

SEGUNDA IMPRUDENCIA

Un fin de semana que volvimos de permiso de Asturias, trajimos un “arsenal”. La mala suerte quiso que antes de que lo pudiéramos trasladar al piso hubiera revisión de taquillas.

Sierra, el más “rojo” de los tres; de aquella, comunista convencido, tenía guardados panfletos del PC y varios libros de temas políticos. Sendín, lo suyo eran las revistas; Triunfo, Cambio 16, Cuadernos para el diálogo etc. Y en mi taquilla apareció el libro La Base, de la Duquesa de Medina Sidonia, editado en Francia a principios de los 70, aunque en español, y que yo había comprado en Toulouse, que narraba, entre otras cosas, lo de las bombas de Palomares;  y el disco LP Las canciones Revolucionarias del Ejército Rojo.

Y de nuevo me veo ante el despacho de un Comandante. Si Cícero, si, dando la cara de nuevo. Aunque esta vez éramos tres. La verdad, compañero Isidro, es que el Comandante era bueno como un pan de Oseja de Sajambre.

“Vamos a ver, hijos. ¿Esto qué significa?”

Sierra: -Mi Comandante, Yo, es que estoy estudiando la carrera de Ciencias Políticas (Era cierto)

Sendin: -Mi Comandante, ¿Cómo vamos a combatir al enemigo si no lo conocemos en profundidad?

Tejo: Bueno es que yo canté en un coro. Eso sí, de curas. Con los Dominicos en León…y estos coros rusos…, lo que dicen no lo entiendo, pero las voces, qué bien suenan.

Comandante: -Vale, vale ya de explicaciones.

Nos confiscó todo aquel bagaje, aunque al poco tiempo nos lo devolvió, todo menos el libro de la “Duquesa roja”.

El Comandante nos puso deberes. Extrajo de una estantería un libro voluminoso que se titulaba algo así como “El comunismo. Crítica de José A. Primo de Ribera. En su interior, a parte de los textos de imprenta, aparecían unas jugosas anotaciones al margen, que el Comandante había dejado escritas a lápiz en sus años de estudios. Anotaciones que nos hicieron pasar unas veladas divertidísimas en el piso de los 7 de Farnesio. Está claro, éramos jóvenes.

A Franco le quedaban pocos meses de vida, y, después de aquella anécdota, me pasé la mili, varios meses, de Convento en cuartelillo, por tierras leonesas, dibujando innumerables puentes para la cartografía militar. Recuerdo las dificultades de medición del hermoso y largo puente de Valencia de Don Juan. Fue en lo único por lo que me molesté en la mili. Los alzados, plantas y secciones resultaron muy profesionales, las perspectivas fueron de lujo, con paisajes de fondo, arboledas etc. ¿Dónde estarán aquellos trabajos?

Prudencia, me decías, Cicero, hace unos días. Yo reconozco que casi nunca la tuve. Imagínate que me marché, solo, a estudiar a Francia, con apenas 15 años.

 

ULTIMA IMPRUDENCIA…por ahora.

Siendo empleado municipal, no funcionario, (inspector de obras y urbanismo durante 14 años en el Ayuntamiento de Ribadesella), denegué, de esto hace ya siete años, una licencia de obra al propio alcalde, por no ajustarse lo solicitado a la normativa. A los seis meses yo estaba en la calle y al paro. Él realizó las obras. Algún tiempo más tarde, denunciadas estas por la inspección urbanística del Principado (El lugar era de especial protección) el exalcalde fue condenado por prevaricación y delito urbanístico a 8 años de inhabilitación para ejercer cargo público, pago de las correspondientes multas, demolición de lo construido etc.

Prudencia, Cicero. Tienes razón. Ya que en esa ocasión la osadía no me mereció la pena…¿o si?

Por si no te atreves con lo de salir en las fotos, ya no estamos en edad de “echarnos al monte”, siempre podrás recurrir a esta imagen que te envío. No me salió demasiado acertada. Casi mejor, así “los malos” no te podrán reconocer.

Isidro Cícero, Cómo me gusta escuchar tus palabras una y otra vez, allí en el Santuario. Es cierto; sabe Dios a qué estábamos destinados si no hubiésemos pasado por la Virgen del Camino.

Un abrazo entrañable de los Tejo, con el alma y con el corazón.

Carlos

 

 

1 comentario

Luis Heredia -

¡BIEN, TEJÍN, BIEN¡ ¡ REQUETEBIEN, TEJÍN, REQUETEBIEN¡

Cuando uno no está para escrituras, lo mejor son las lecturas. Es lo que hice hoy.

¡Ah¡ Y la caricatura es apoteósica. No sé por qué tuviste que llamar a Ibáñez para el Descenso del Sella.

Eres todo talento.