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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

UN METRO CÚBICO DE ORGULLO

UN METRO CÚBICO DE ORGULLO

Annuntio vobis gaudium nagnum. Nuestro querido Editor de la colección El Tomilllar, Lalo Mayo, desde hoy Don Lalo F (punto) Mayo, me envía imágenes con el resultado de sus desvelos. Lo conseguiste, amigo. Buen trabajo. Orgulloso tienes que estar. Otro sueño hecho realidad aunque Javier Serrano dijese PARECE MENTIRA. Gracias.

(Te perdono el liber por librum, ¡acusativo del singular, Lalo, que te quito el Don!).

Hacedle caso, no os quedéis sin un ejemplar del libro de los globos que aquella bendita brisa cálida nos trajo desde Santander; todavía estáis a tiempo, no los dejéis escapar. Pasarán muchas primaveras hasta que la brisa cálida vuelva a acariciarnos.

Y esto es solo el principio. La colección el Tomillar seguirá creciendo. Y ya os amenazamos con los siguientes números EN PREPARACIÓN:

- Anécdotas, historias, relatos, cuentos de camarillas.

- Charlas en el tranvía del pasillo.

- Diccionario de la memoria (y un subtítulo como: ??? )

- Los aromas.

- Poesía.

En fin, queda abierto el blog a la idea y seguro que empezarán a caer en cascada, que hay mucho desocupado, abuelos y mediopensionistas.


HABEMUS LIBER

Mi querido autor, a quien hoy te envío un cachito de mi corazón para que empuje al tuyo; mi querido Furriel; mi querida concurrencia blogística, ya tenemos libro.

Tenemos LIBROS, en realidad. Muchos.

En número, 300 no son tantos, pero el volumen de los volúmenes suma un metro cúbico, más o menos. 30 cajas con 10 ejemplares cada una.

Y pesan de carallo, como dicen por aquí arriba.

Ya ves en la foto lo orgulloso que está el editor, posando semitapado por la edición recién envasada en el mismo taller de encuadernación donde, frescos y limpios, esperan el camión que los llevará a León para el día 2 caer, por fin, en tus manos.

Te diré que estoy muy orgulloso del trabajo hecho. No solo de la edición del libro, sino, sobre todo, del espíritu colectivo que impregna La vendedora de globos. Ya sé que has leído los 36 globos y los mensajes que motivó.

Si, conoces los textos de Cícero y los nuestros (bueno, los encargados para abrir y cerrar la obra, no), pero hasta que no tienes en tus manos todas las palabras que nos hemos dicho, todo ese aire lleno de amor, nostalgia, ironía, humor y sorpresa con que unos y otros hemos llenado los globos que nos llegaron flotando desde Santander, no sabes hasta qué punto este trabajo colectivo es importante. Es grandioso. Lo vas a ver.

Y ahora no estoy tratando de venderlos. Pero serás afortunado si logras hacerte con alguno y conservarlo.

 

Acabo de llegar del taller de encuadernación, que está instalado en un polígono industrial sobre una ladera cerca del aeropuerto de La Coruña.

Les hice abrir una caja y me quedé con 4 ejemplares (había pedido 3, así que, Furriel, apúntame uno más).

Y tan emocionado estaba con ellos en el asiento de al lado que, sin haber metido primera, bajé el freno de mano. Menos mal que un metro más abajo había una pared blanca que intercambió colores con el rojo de mi Alfa GT.

No me dolió nada.

 

Un abrazo a todos y, más que nunca,

salud

Lalo

19 comentarios

Vibot -

Cicerillo, el tronco y el ramaje del cerezo, sobre todo de aquellos, tiene en invierno un intenso burdeos amoratado, con algunas desolladuras como seda de cuarzo velada por la escarcha.
Lo simplifiqué en "tinto", pero ¡ya que me tiras de la lengua!

Te tengo una sorpresa.

Isidro Cicero -

Vibot. Yo llevaba una doble vida, tengo que reconocerlo. Por un lado los religiosos jóvenes me proporcionaban buena aunque desordenada literatura como os he contado, mientras, por otro, los religiosos del estudio ejercían su religión vigilando para que no levantara la vista de encima de la gramática latina o de otras materias empollables, así cumplían ellos sus votos de perfección. Yo hacía lo que otros: colocaba debajo de la gramática parda o gris el Humo dormido, el Quijote, el Lazarillo, De portería a portería, etc, etc, y, conforme se moviera el fraile, deslizaba yo hacia arriba, hacia abajo, hacia un lado, hacia otro, cualquiera de las glorias de nuestra Literatura bajo la parda tapadera obligatoria.

Como los exámenes no se resentían demasiado con este deplorable comportamiento mío, persistí años en esta desobediencia pertinaz. Yo no recuerdo, Vibot, los cerezos tintos, pero sí aquellos anocheceres encendidos de la paramera, impensables en el lugar de donde yo procedía, que me acompañan siempre desde entonces y que muy contadas veces he vuelto a disfrutar.

Ahora bien, no sé si aquellos espectáculos se disfrutaban desde el estudio, eso no lo sé. Cuando aprendí las palabras crepúsculo y arrebol, las utilicé bastante en mis ejercicios de redacción, eso lo recuerdo bien. Después ya no volví a ellas. Ahora que las rescribo veo que en mi archivo sensorial están vinculadas con aquella preciosidad: Verde verderol, endulza la puesta del sol.

Lo mismo que tengo vinculado al Enfermero por antonomasia, sólo hubo uno, una gripe, las consiguientes inyecciones y la lectura de otro libro maravilloso: La biografía de Juan Ramón escrita por Pedro Garfias, y un poema sobre todos los demás que me dejó fascinado en el que Juan Ramón se describía Moguer como “La luz con el pueblo dentro”. Qué deleites, Vibot, cuánta nostalgia. Un abrazo y hasta el sábado.

Vibot -

Querido Cícero, esas coplas me han hecho llorar, todos oímos hablar mucho de pantanos como ese en nuestra infancia, y del dolor de sus antiguos habitantes, y de las pesadillas que sufrían de por vida.
Sarmiento lo sacó inquietantemente en su maravilloso y poético Filandón.

También me has recordado aquella "Catedral sumergida" de Claude Debusy, cuyo coro de monjes se escuchaba cantar bajo las aguas mientras los peces atravesaban lentos sus agujas...

Pero, sobre todo, me has vuelto a recordar el final de la dedicatoria del "El humo dormido", cuyos tres párrafos conservo en la memoria desde aquella mañana iniciática, junto a la ventana del estudio de la escuela mayor, entre el sol del invierno y los cerezos tintos:

"(...)Tiene esta lejanía un hondo silencio que se queda escuchándonos. La abeja de una palabra recordada lo va abriendo y lo estremece todo.
No han de tenerse estas páginas fragmentarias por un propósito de memorias; pero leyéndolas pueden oírse, de cuando en cuando, las campanas de la ciudad de Is, cuya conseja evocó Renan, la ciudad más o menos poblada y ruda que todos llevamos sumergida dentro de nosotros mismos".

Isidro Cicero -

PANTANO

Escribió Pablo Huarte hace un par de días que no estará con nosotros en persona, pero sí desde la distancia. Añade que fue testigo “tal vez de los primeros, de los éxitos literarios de mi adolescencia”. Pero eso es pura modestia. Testigo, no, Pablo; impulsor, animador. Como quise significar en otro lugar, le recordaré siempre como el hombre que me infundió confianza en mi mismo. Intercalar mi nombre en su clase de literatura, una tarde en la que yo no estaba; asegurar que podría ganarme la vida escribiendo, exagerar mis cualidades, (por algo le llamaban el Andaluz del Pirineo), fue señalarme con un dedo de luz. Se me hizo un hueco en la complicada sociedad interna y se me iluminó un destino que ya parecía sentenciado.

Y ahora una pregunta: ¿Qué tienen en común Pablo Huarte, Antonio Argüeso y Javier del Vigo Palencia? Por lo menos una cosa: Los tres recuerdan vivencias del Pantano. Los tres han hablado aquí del Pantano.

A los tres les dedico estas coplas, compuestas por Julián Díaz y varios autores anónimos de los desalojados por el Pantano que vivieron aquello como una tragedia. Apuesto que a Pablo Huarte no le suenan y que a los otros dos entrañables paisanos míos más o menos campurrianos les suenan algo, pero no mucho.


Presten atención señores
Señores niños y ancianos
Les vamos a relatar
La desgracia del Pantano.

En el año 28
Empezó su construcción
Y como todos sabemos
La desgracia de Campoo.

El año 47
Qué desgracia nos cayó
A todos los embalsados
De este alrededor.

Ya cerraron las compuertas
Ya nos echaron el agua
No nos queda otro remedio
Que abandonar nuestras casas

Ya empeza a subir el agua
Sin miedo ni cobardía,
Va destruyendo a su paso
Todo lo que algo valía.

Los campurrianos valientes
Sin salir de sus moradas
Esperan llenos de pena
Les haga salir el agua

El agua te cubrirá
Tus praderas y tus huertos,
Las veredas de tus pueblos
Las cenizas de tus muertos.

En estos pueblos cercanos
Niños, ancianos y mozos,
Dónde nos colocaremos
Que podamos vivir todos.

Porque es muy triste marchar
De nuestra tierra querida,
Sin saber de qué manera
Podamos llevar la vida.

Donde aprendiste a escribir
Donde aprendiste a leer
Donde aprendiste a querer
No lo volverás a ver.

No lo volverás a ver,
Serás un vil desterrado,
Que nunca podrás volver
A tu pueblo tan amado.

Adios Valderroyo adiós
Que has de desaparecer,
Pobrecitos habitantes
Que no le volveis a ver.

Adiós mi pueblo querido
Y toda su vecindad
Que me despido llorando
No sé dónde iré a parar.

Adiós casa de Campoo
Con sentimiento te olvido,
Ahí te dejo mis recuerdos
De mis abuelos queridos.

Las recopiló Audelino Robledo y acaba de editar el Aula de Letras de la Universidad de Cantabria y la revista La Ortiga, bajo la dirección de Antonio Montesino. Nos las ha cantado hace un rato la ronda El Liguerucu de Fresno del Río.

Luis Heredia -

Sidrín, cualquier cosa que escribas suena, huele, se infla y sube como un globo.

Esta vez, además, me has contenido la respiración y casi me afuego al leerlo.

Escribes con tanta soltura que ni un punto ni coma ni punto y coma me has dejado para descansar. Pero qué delicia....

quique muñiz -

Como siempre: Tierno, ágil, claro y generoso en tus inigualables memorias que saben aún mejor tan de noche.
(Aunque "no comas" ¿?)

lalo -

Isidro Cicero, Cícero, todo eso, y alguna cosilla más, como un filete de 0,5 mm incrustado en el medio de una página impar, quedará para la segunda edición, corregida y, si es necsario, aumentada.
Salud

Isidro Cicero -

REPASO
Púsome Lalo a mi algunos deberes ¿sabes cómo te digo? Me mandó repasar los textos originales y hacer algunas correcciones léxicas ortográficas y prosódicas aparte de convencerme de que el código de estilo de la Redacción de su periódico es más actual y en muchos puntos más razonable que el que veníamos usando aquí igual que la china le decía a Lalo que así me lo había aprendido yo pero al estar predispuesto y casi entregado a la confianza en él me convencieron fácilmente sus argumentos en contra de los míos esto de la confianza es cosa maravillosa con lo cual los textos del libro salen más mejorados que los que a salto de mata y en los ratos libres que me dejaba la vigilancia de las ardillas había metido yo en el blog o la blog durante dos años casi.

Vamos que yo he sido siempre un poco esclavo de la normativa y por decirlo de alguna manera antes me la dejaría cortar que por ejemplo dejar de poner la tilde diacrítica encima de la o de solo cuando solo es adverbio y no ponerla enjamás de los jamases cuando solo es adjetivo pues en La Voz de Galicia se tiene otro dogma y yo eclécticamente me adherí al dogma de los gallegos de lluvia y calma dejando de discutir conmigo mismo sobre qué sentido tiene el tema soledad en cada renglón que importa bastante sabemos ya sobre la soledad a lo largo del relato secretísimo de nuestras vidas.

A los gallegos de Galicia me los enseñó a querer fray Francisco Barba que me decía tratade ben ós galegos porque cuando van a Castela van como rosas y cuando ven a Galiza ven como neros. Fray Francisco me explicaba estas cosas sentado a los pies de la cama cuando venía a ponerme las inyecciones venía precedido por un olor de alcohol desinfectante y antes o después no recuerdo de un magnífico olor a café con leche que en la camarilla y con la fiebre siempre olía y sabía muchísimo mejor que el del comedor corrido e impersonal donde el individuo concreto desayunante sólo era una cuenta del rosario de la fila.

Lo cual que fray Fancisco cuando entraba en el supersalón de las mil camarillas para ponerme las inyecciones intramusculares me acuerdo bien entraba gritándome por si estuviera todavía dormido Ciceroncico la vueltecica gritaba desde lejos y yo siempre me preguntaba por qué diría vueltecica en navarro - aragonés y no volteciña en gallego como sería más lógico pero ahora comprendo que a veces tomamos prestados acentos ajenos simplemente por cariño por homenajear a las personas con las que estamos afectivos ab aeterno a mi por ejemplo préstame mucho ensayar estos aproximamientos míos con el asturiano que a los bables de pura cepa puede que les parezcan balbuceos.

Lo que no me llamó nunca fray Francisco fue ciceronciño algunas versiones del apellido las tengo repes pero ésta me falta mira tú por dónde. Que por cierto el genial Luis Carrizo me escribió hace poco un bello romance de 88 versos insistiéndome en que a mi en su momento me había llamado por mi nombre el mismísimo Jesucristo: “Él te llamó por tu nombre/ (y no dijo tu apellido/ por no entrar en la polémica/ de algo tan controvertido)”. Ahí tenéis al hombre ahí tenéis al querido Carrizo apellido éste que yo esquivaba siempre que podía y le llamaba con el Medina que venía a continuación por no comprometerme en algo tan guesbaladizo como estar diciendo Caguizo cada dos por tres. Porque en aquellos tiempos cada dos por tres tenía que llamar a Luis Carrizo Medina que era mi amigo y mi confidente.

A lo que iba es al que hacer los deberes que me puso Lalo de releer los capítulos comprobé varias veces la fuerte autonomía que tienen los relatos en sí mismos vosotros no lo vais a notar claro pero yo sí te planteas escribir una historia y cuando vas por la mitad o cuando la retomas después de unos días adopta un giro imprevisto y te lleva por vericuetos que tú no te habías planteado esto es bueno y malo según se mire bueno porque el resultado te sale más auténtico porque es más espontáneo y malo porque dejas atrás cosas que eran a lo que ibas y ya no se recuperan se pierden no benefician ni hacen daño a nadie yo estoy convencido de que hasta al padre maestro con ser padre y maestro le pasaba lo mismo en sus alocuciones por ejemplo hay un capítulo en el que cuento que el padre Morán aprendió a nadar con el Espasa pero no conté y precisamente era eso a lo que iba y era eso lo que se contaba en el convento colegio que una vez estuvo a punto de naufragar en la piscina y hacía grandes aspavientos desde el agua pidiendo que le bajasen el tomo de la N para consultar cómo salir del peligro.

Haciendo los deberes del repaso me he sentido mal me ha dolido comprobar cómo un globo que yo quería dedicar a Marcelino Iglesias tomó las de Villadiego por su cuenta y riesgo haciendo un quiebro en el momento menos esperado en un momento que yo tengo bien señalizado y amojonado en el texto y me hizo quedar como un chon con este colega asturiano escritor premiado autor de La sombra del tren una novela hermosa que leí rápidamente y cuyo elogio quería pretendía hacer en el globo de Villadiego antes del quiebro.

En las Navidades trasanteriores Marcelino me envió La sombra del tren uno de los cuatro ejemplares que le quedaban quería habérselo agradecido y como es habitual entre los colegas hacerle el comentario pertinente tras leerlo que es lo que realmente necesitamos los autores pues bien el globo que cogió las de Villadiego tiene marcada la cicatriz yo soy el único que sé donde del de triste grosería que me queda por haber dejado pasar la ocasión de dejar para otro día que nunca llegó el agradecer a Marcelino el detalle y la distinción y quedarme yo por dentro con esta rabia por este fallo imperdonable le pediré a Perico de mi curso y por tanto mejor conocedor de mis limitaciones que los de los cursos posteriores que me disculpe con su compañero de claustro y le enviaré uno de mis libros como correspondencia y desagravio

lalo -

Lo de las neuronas ya es irreversible.

Salud
Lalo

lalo -

Pitu, nuestro metro cúbico ha cabido en una caja de zapatos del 32, una vez pasado por el incinerador.
Devolveremos la ceniza a la naturaleza.

Un abrazo.

Anselma -

¡Majete, este Lalo!; y tan largo él.

JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -

Os veo muy entusiasmados con esto del libro y, sinceramente, a mí no me parece para tanto.
Al libro se le puede ver alguna ventajilla pero son muchos más los inconvenientes. Veamos:
1. Por lo que respecta a la materia prima: ¿Cuántos árboles hay/hubo que talar? ¿Cuántos se han dejado la piel en ese proceso? ¿Cuánto CO2 de más? ¿Cuánto de cuánto?
2. Por lo que respecta al “escribidor”: ¿Cuánta imaginación echada a perder? ¿Cuántas neuronas caídas? ¿Cuánta memoria RAM ocupada? ¿Cuánta/s mujer/es desatendida/s? ¿Cuánta malos ratos generados? ¿Cuántos y cuantos …?
3. Por lo que respecta al editor: ¿Cuánto dinero invertido? ¿Cuántos miedos a no colocarlo generados? ¿Cuántos amigos gorrones arrimados? ¿Cuántas conferencias con el “escribidor”…
4. Por lo que respecta al acto de presentación: ¿Cuántos bonos de hotel y cuánta gasolina gastada en viajes? ¿Cuánto cocido leonés cepillado? ¿Cuánto Picudo bebido? ¿Cuántos radares alertados? …
5. Por lo que respecta al lector: el libro tiene dos grandes inconvenientes: primero, hay que comprarlo, y cuesta; segundo, hay que leerlo y lleva tiempo. ¿Merece la pena tanta inversión? Total para que en la primera evaluación que hacen a los estudiantes españoles se descubra que son los más ignorantes de Europa. ¿Qué hace tanto profesor? De vacaciones, seguro. Conclusión: Donde esté un buen programa de la TV que se quite la Biblioteca Nacional. En esos programas no tienes más gastar palomitas y tener una buena poltrona y ahí me las den todas.
Todo ese ingente gasto en el libro ¿no hubiese sido mejor ingresarlo en alguna Caja para ayudarla a paliar la crisis?
Si alguno no comulga con estas ideas que lo manifieste y lo argumente debidamente.
A pesar de todo quiero felicitar a todos los implicados en esta estupenda movida: al que plantó los árboles (podría ser de Casorvida); al amigo Cícero, que se gastó las neuronas para escribirlo, al amigo Lalo, que se gastó lo que él sabrá; a Jose Mari y sus secuaces que gastaron tiempo y ganas; a mi amigo Pedrín que me lo va a comprar y perderá la inversión; a los que la van a armar el dos de Mayo en Cembranos y no por culpa de los franceses; y a los que disfrutaremos leyéndolo, aunque, sinceramente, no sé si servirá para algo, porque ¿Tiene alguna utilidad tan poca cosa como un libro?
Dejad algo para próximas concentraciones. Yo estaré en Madrid cargando la pila de “nieticidad”.
Un abrazo para todos.

josé luis alcalde revilla -

Sidrín...casi me desmayo la otra noche, cuando en Televisión Española, la fémina del tiempo, la de los 365 trajes al año..."¡Viva la austeridad de TVE!"...presenta, al final, una foto que "rezaba", (mejor, o peor "bramaba")"POTES" (Asturias) ¡¡¡Ugggg, no tengo nada contra Asturies, que además de guapina, yé mi segunda patria...pero esu yé salise joé!!! Me acordé de ti y de la proxi de tu lugar de nacencia. Menos mal que al día siguiente lo corrigió. Bueno que el día DOSDEMAYO va a ser de HISTORIA, o sea histórico...Ya me pone histérico de alegría, sólo pensar en que ya llega...Un abrazo...¿qué dices, Jose?...Un besazo. JOSE

Antonio Argüeso -

Acabo de abandonar el terruño al lado del que nací (el lugar preciso lo avasallaron con agua), pero esta vez, tras abrir de nuevo el ordenador y visitar la casa de Josémari y ver al ilusionado Lalo, no me embarga la nostalgia de la vuelta sino, como a Isidro, la admiración y la gratitud por su trabajo (y el tuyo, Isidro y el tuyo). Ansias tengo que esté entre mis manos. Siento como Andrés que la distancia (bueno, y el no poder como otros jubilar, claro) no me permita estar allí el dos de mayo. Seguro que será un día sonado.

Gracias de nuevo a todos. Este blog y lo que a su alrededor se realiza es intransferible, irrepetible, intransmisible y esencial.

Andrés Martínez Trapiello -

...estamos ahí, Cícero -para mí-.

Y aunque no escribo mucho últimamente y quizás pierda facultad para poner una palabra tras otra, hay momentos que es necesario hacerlo, que tus sentimientos tienen que ser expresados para que los amigos (para que Cícero) siga sabiendo que a pesar de kilómetros, de distancias, de minutos consumidos, sigues estando ahí.
Y que si existiera algún artilugio que fuera capaz de trasladar los pensamientos que afectan al corazón y mueven a éste al cariño, saldría un mensaje en el artefacto de Cícero –para mí- que pondría “memoria llena”.

Los puntos suspensivos, Cícero, también pueden ser un recurso para empezar.

Isidro Cicero -

Se lo dije esta mañana por teléfono a José Mari: “Veo a Lalo, ilusionado detrás de ese palé, y siento por dentro una avalancha de profunda ternura”.

Y de profunda gratitud. También de admiración, por su espíritu de iniciativa y por su tesón.

Veo lo que, al respecto, escriben los compañeros y me siento orgulloso de haberme cruzado una vez en sus vidas.

En fin, que...

(Oh, maravilloso recurso éste de los puntos suspensivos al final).


Vibot -

¡Enhorabuena,Lalo! Ya sabes la ilusión que me hace a mí también ver un poema mío por primera vez en un libro. Y te la debo a ti. Que la presentación y la comida sean para todos nosotros un día muy feliz. Hasta muy pronto.

Y claro, salud y felicidades especialmente a Isidro.

Pedro López Llorente -

Lalo, eres mundial. Un abrazo y hasta pronto.

jose ignacio -

Lalo, sin palabas. Orgullo el nuestro de haberos tenido en la familia.

Mucha salud, un fuerte abrazo y hasta pronto.