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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

UNA PEQUEÑA AVENTURA

UNA PEQUEÑA AVENTURA

Os puedo asegurar que me ha costado Dios y ayuda el que Pedro o Ximo me comentasen el trasfondo que yo intuía en esta fotografía. A mí me parecen dos héroes de aquellos tebeos de 1,50 céntimos, y ellos dos se niegan ni siquiera a aparentarlo.

Después de mi insistencia y apelando a la obediencia debida, he conseguido que Ximo me envíe su comentario a la fotografía. Otra aventura de nuestra infancia y adolescencia.


Querido José mari:

                                 Me mandas comentar esta foto y la verdad es que me da un poco de palo  hacer alarde de una pequeña aventura que sufrimos perico y yo  por lo que la tendré que comentar en primera persona cosa que daña a mi proverbial modestia, pero  puesto que en el colegio nos enseñaron la pobreza (jodida crisis), la castidad (que remedio) y la obediencia, en virtud a lo que ahora se llama la obediencia debida procederé al comentario sin más preámbulos.

                    Los hechos acontecieron  a principio de un verano de un año, no recuerdo cual, que nos fuimos de excursión a  Somo, famosa playa de Cantabria. Resulta que hacia un magnifico de de verano  y unos se dedicaron a jugar al futbol por la playa y otros a bañarse, pero, hete aquí, que de repente nos dimos cuenta de que había unos compañeros que hacían señas desde dentro del mar y no eran precisa mente de saludo sino de que no podían salir con lo que raudos y atrevidos nos echamos unos cuantos al agua a por ellos.

        Da la circunstancia de que ese día había una resaca de mil pares de demonios con lo que alguno de los que entramos decidió muy sabiamente volverse a la orilla pero Perico pajarin y yo, sin duda los mas inconscientes, decidimos seguir adelante y nos encontramos con Javier Serrano y Junquera que avanzaban pero hacia dentro con lo que procedimos intentar sacarlos. Llego un momento en que nos dimos cuenta de que en vez de para adelanta avanzábamos  hacia atrás y nos empezamos a acochinar (acojonar en castellano) un bastante.

   En esos momento apareció un helicóptero de la guardia civil por los los cielos y a nosotros se nos abrieron los mismos confiando en que nos iba a ayudar a salir del trance pero se les ocurrió aterrizar en la playa y los cabrones que estaban jugando al futbol les dijeron que éramos unos compañeros que estábamos jugando en el agua (si son hombres quiero sus nombres y apellidos como en el colegio)

      De todas las maneras los del helicóptero no se fiaron y dieron una segunda vuelta poniéndose encima de nosotros (en el cielo) y con la hélice trasera nos fueron echando aire hasta que lograron sacarnos hasta una zona donde ya no había resaca y pudimos salir sanos y salvos. Creo que a Serrano y a Junquera se los llevaron al hospital pero a los pocos días estaban sanos y salvos con nosotros gracias a dios.

    Ya he dicho al principio que lo cuento  en virtud de la obediencia debida porque realmente no fue ninguna hazaña sino más bien una inconsciencia juvenil que gracias a Dios salió bien. Kisses for  all  Ximo.

P.D.  Perdona mi mala prosa frente  a los grandes escritores que tenemos en el blog pero Isidro se empeñó en enseñarme a redactar bien las cosas   pero mi burrez no me ha dejado llegar a mas

9 comentarios

Olano -

Me acuerdo perfectamente de la situación que comenta Ximo. Muchos estábamos en la playa, hacía un sol radiante y por lo que yo recuerdo de repente nos dimos cuenta que había varios compañeros y no muy lejos -a unos veinte metros- estaban pidiendo auxilio. Varios probamos a intentar adentrarnos en el agua pero era ya imposible, veías que te llevaba y no podías volver (el cantábrico es así...) y entonces no sé quién fue pero se optó por ir en busca de ayuda. Tuvimos-eron la suerte de que mandaran un helicóptero. Eso para aquellas fechas, la verdad es que no era nada normal. Quizás la playa lo exigía. Pero la verdad es que teniendo en cuanta la resaca que había fue un milagro que saliérais vivos. Fue como un milagro, de veras.Un fuerte abrazo a todos los "vivos" y a los "lectores".

Luis Heredia -

Pitu, sabía de tu incompatibilidad con el mar, la salada, sobre todo. Ya te dije en su momento que no me podrías acompañar nunca a batir el record de escanciar sidra en la playa y en cualquier borde de una piscina siempre verías unos asesinos pies, para más INRI calzados y con suela de madera, que te traerían ingratos recuerdos. Me acordé de ti cuando estaba escribiendo mi relato y por eso me llamó más la atención tu reflexión filosófica, la cual no te hubiera servido de mucho en la piscina, salvo para contenerte y no cagarte en la madre que parió al dueño de los asesinos pies.

Como ves, últimamente no escribo mucho pero me acuerdo mucho de ti y ya te diré por qué.

JOSE MANUEL GARCIA VALDES -

Luís, como me alegro que cuentes esta historia de final feliz; no quiero imaginarme la angustia pasada. A mi no me pasa en la piscina porque lo más que llego es a una bañera y ni siquiera de hidromasaje. Yo pasé un susto en la playa, creo que de de Lastres, y tuve como socorrista a Axel Armando ... un colega del curso venido de Guatemala; yo me puse a meditar en la eternidad eterna y llegó el socorro.
Un abrazo

Luis Heredia -

Escalofriante el relato y digno de un guión de película que ya la quisiera para si Indiana Jones. No lo digo en plan de coña porque mi hijo José sigue con nosotros después de 30 años.

Siguen poniéndoseme los pelos de punta cada vez que recuerdo que le saqué del fondo de una piscina privada (2,80 mts de profundidad), la primera vez que yo pisé Marbella en unas vacaciones.

No había oleaje ni resaca, salvo los chapoteos de mi suegro, los míos y los de Gasparín, el perro de aquel entonces, por cierto, también de agua.

Nadie le vimos caer a la piscina; ni mi suegra que estaba sentada al borde de la piscina. Fué como una llamada de Dios o control de padre cuando al cabo de unos minutos no veía a José, con un año, alrededor de la piscina. La intuición y temor de padre me hizo salir repentinamente de la piscina al oir a todos los de la familia a mi pregunta "dónde está José",que no sabían dónde estaba. Antes de llegar al lado más profundo de la piscina, vi sus sandalias rojas y su cuerpo boca arriba inerte. No pensé en la vida, sino en la muerte. Sentimiento de muerte que se acrecentó cuando al llegar a él vi que sus ojos estaban abiertos sin fijar, como fuera de órbita pero placenteros. No se movía. Le agarré de una de sus piernas y como un saco de patatas tire de él hacia arriba. Le coloqué en la superficie, sobre el borde de la piscina y comencé a hacerle la respiración artificial sin saber tan siquiera cómo se debería de hacer. ¡Dios mío¡ no se me movía. Solamente la fuerza de rogar a Dios para que no se nos fuera sin saber si estaba vivo aún me dió la entereza de presionar una y otra vez sobre su tórax y arrimar mi boca a la suya queriendo darle mi vida en vez de hacerle la respiración. Yo le vi muerto. A los cinco minutos de insistir y no dar por péerdido a mi hijo, noté una pequeña convulsión en su cuerpo y vi cómo expulsaba una pequeña bocanada de agua. Su tez se tornó amarilla según transcurría su recuperación y sus convulsiones cada vez eran más frecuentes y más vigorosas. El siguiente paso fue controlar cómo reaccionaba ya que había escuchado que la falta de oxígeno en el cerebro producía daños irreparables.

El único momento grave de peligro que pasó nada más sacarle de la piscina fue cuando su madre me lo arrebató de las manos y le empezó a dar de hostias para que reaccionara y en un arrebato de nervios casi vuelve a caer a la piscina. Pero a una madre se le perdona todo.

Ahora sabe nadar y, lo que es más importante, guardar la ropa.

Bucea algo pero no llega a los niveles de Peltó (q.e.p.d)

Hoy día es un feliz padre de familia reciente y no sé por qué me obsesiono tanto en que termine de una vez por todas su carrera de Farmacia. Creo que también lo conseguirá. Esta vez, sin mi ayuda porque tener una hija te obliga a mucho. Si no, que me lo digan a mi que terminé la carrera trabajando, casado y con tres hijos.

Málvarez, si la moza te hubiese caido a una piscina, ahora mismo te hubieran dado el título de vigilante de piscina porque en las playa, como ves, hay más peligros fuera que dentro del mar.

Y Pitu, hacía tiempo que no leía una reflexión tan acertada.

JOSE MANUEL GARCIA VALDES -

Pedrín, el tiempo pasó pero la cara sigue siendo la misma, no sé si mucha cara o cara de asustao. Si en aquellos momentos, mientras nadabas hubiéses tenido el consuelo de la Filosofía kantiana, de su moral categórica o del Espíritu absoluto de Hegel, hubiéses hecho el viaje de ida y vuelta sin inmutarte; ahora tienes que seguir nadando contra corriente para sobrevivir con la pensionina de profe, haberte hecho fraile.
Un abrazo

Malvárez -

A veces las cosas no son tan dramáticas.
En esa misma época (verano del 67 o el 68) estaba yo feliz tomando el sol un domingo en la zona de la playa de Ribadesella que da al canal de entrada al puerto. Es una zona traicionera porque la arena, horizontal en la parte de arriba queda bruscamento cortada por el arrastre del río al desembocar en la mar, por lo que bastantes personas tuvieron problemas bañandose en dicha zona.
Como digo, estaba felizmente tumbado en la arena. En el bolsillo del meyba una cajetilla de ducados, y dentro de la cajetilla un billete de cien pesetas: mi “paga” semanal.
Con el calor del sol uno se adormece con facilidad.
Casi entre sueños oí unas voces que gritaban:
¡Una cámara!...¡Una cámara!
En mi duermevela creí que alguien pedía una cámara fotográfica. Sin embargo volvía oir:
¡Una cámara, que se ahoga!
Reaccioné. Lo que pedían era una cámara de camíón para utilizarla de salvavidas. De un salto me levanté y corrí a la orilla, donde vi a una chica que intentaba málamente mantenerse a flote chapoteando con los brazos mientras la corriente la arrastraba.
Me lancé al agua y en cuatro brazadas estaba a su altura. Me sumergí para salir por detrás de ella y de esta forma logré asirla de modo que pudiera arrastrarla a la orilla sin mayores problemas. Una vez hecho pie, y con el agua por la cintura, la chica me arreó un bofetón que me dejó sentado mientras me gritaba:
¡Por cogerme de mala manera!
Y se alejó pisando fuerte dejandome sin saber cómo reaccionar.
Aturdido eché mano al bolsillo del meyba para coger un cigarrillo, y advertí que la cajetilla estaba empapada, con lo que la arrojé enfadado al agua y me fui a secar con mi toalla. Estaba en esta labor cuando caí en la cuenta de que en la cajetilla estaba mi paga semanal.... pero se había ido vaya usted a saber donde arrastrada por la corriente.
Al cabo de un rato se acercó por allí un chico para agradecerme que hubiera sacado del agua a “su chica” y a pedirme perdón por la reacción de ella ya que ella estaba avergonzada por su manera de actuar y no se atrevía a decirme nada personalmente....
Hace más de veinticinco años que dejé de fumar, pero a veces todavia me duele una cajetilla de ducados y mis veinte duros.

El Observador -

Hay un error en la fecha.Ese accidente tuvo lugar el verano de 1968.

mariángeles -

Una aventura ,afortunadamente con un final feliz....Pero muy arriesgada,que pudo tener ,consecuencias terribles...En esos momentos es el instinto lo que nos mueve a actuar,de una manera u otra,lo sé por experiencia,yo la tuve similar,aunque menos arriesgada en una piscina,salió bien,pero pudo haber tenido fatales consecuencias.....Pero quiero referirme a una aventura de este tipo en la playa de Cantabría ,que está nada más pasar Unquera,se llama Pechón,hay fué donde se ahogó el hermano de el que fué gran futbolista de Gijón y que tienen los dos juntos en el Parque Inglés,una escultura,dedicada,este hombre,se ahogó en dicha playa por salvar la vida de un niño,logró salvarlo,pero a costa de su vida.....Fué una auténtica pena......Mary

Pedro López Llorente -

Hacía ya mucho tiempo que Josemari me había mandado este foto para que hiciera un comentario,pero lo iba dejando porque me resultaba muy difícil volver a recordar aquellos momentos que fueron muy penosos porque estuvimos a punto de morir ahogados en aquella playa de Somo que es muy bonita por fuera, pero dentro del agua es muy peligrosa por la resaca que tiene.
Fue en el verano de 1967, unos, como dice Ximo, estaban jugando al fútbol, otros en la playa bañándose donde no cubría, pero al poco rato, íbamos Joaquín y yo dando un paseo por la arena, cuando vimos a Javier Serrano, el gran dibujante y pintor del Colegio, que estaba dando voces y llorando,ya que su hermano Fernando estaba pidiendo auxilio porque no era capaz de salir y se estaba ahogando. Javier Serrano quería entrar a salvar a su hermano, pero Joaquín y yo no le dejamos porque no sabía casi nadar y nos metimos los dos para salvar a Fernando y a Junquera, que estaba con él. No tardamos en llegar donde estaban ni un minuto, los cogimos, yo a Fernando y Ximo a Junquera. Pero era imposible salir por la resaca, cada vez íbamos más adentro, estuvimos mas de media hora, después llegó el helicóptero, como nos cuenta Ximo, marchó y volvió, pero cuando se fue la segunda vez, después de ayudarnos con el viento de las hélices, fue una decepción y dijimos sálvese quien pueda. Pero en ese momento llegó hasta nosotros un señor del pueblo, que nos indicó que para salir de allí no teníamos que ir en vertical hacia la playa sino en horizontal, y al poco rato llegamos los cuatro a la playa. El helicóptero llevó a Fernando Serrano al hospital y nosotros quedamos tirados en la playa,agotados, pero nos salvamos.
Hace unos tres o cuatro años, vino Fernando Serrano a un funeral a los dominicos de Oviedo, él ahora está de párroco en Torrelavega, al acabar el funeral fui a saludarle y le dije si me conocía o me recordaba, su respuesta fue: ¿cómo no me voy a acordar de tí, si me salvaste la vida?. Para mí fue una gran satisfacción haber escuchado lo que me dijo Fernando....., pero el acontecimiento fue muy penoso.
Por eso en la foto estamos tan TRISTES. Un abrazo. Pedro