LA CASA DE EJERCICIOS
La Casa de Ejercicios que todos nosotros conocemos, se encuentra construida sobre el solar de la antigua Casa de las Novenas u Hospedería. Se construye en 1957 también con los dineros de Don Pablo.
En un acta del concejo de 1514 se habla de la construcción de una edificación aledaña a la Iglesia. Por la descripción de la deficiente construcción de una chimenea que "no estraga (estropee) la sala alta", se sabe que era una casa destinada a Hospedería u hospital. Posteriormente se le llamó Casa de Novenas.
Las "anovenarias" tal y como aún existían en la década de los cuarenta, desaparecieron por los rápidos cambios en el modo de practicar la piedad y el recogimiento.
De ahí que se construyese en 1957 la Casa de la Virgen o Casa de Ejercidios, hoy llamada Casa de Espiritualidad.
Os dejo estas dos fotografías; el recuerdo de los años 60 y una de anteayer.
16 comentarios
Vibot -
Es curioso pero creo que el exhuberante genio de Albéniz armoniza mejor con los poetas de generaciones bastante posteriores que con sus contemporáneos. Adelantado a su tiempo, como el no menos exhuberante, doliente y hasta desaforado Chopin.
El emblemático Salón de actos del Ateneo, modernista y neogriego, queremos compartirlo con vosotros, en una ardiente velada romántica. Me encantaría que viniérais alguno.
Besos y abrazos.
Vibot
Vibot -
Y me vuelve -fragante- aquel olor de madre, de blanquísimos lienzos, de jabones, de vapores de hogar...tan añorado.
Entre los asfixiantes cuidados del alma de las plantas superiores, aquellas monjitas-mamá todavía nos hacían sentir nuestros cuerpos como algo tierno y amoroso, acariciándonos por dentro con su dulce limpieza.
También era allí, en aquella inmensa lavandería, donde nos probaban y reajustaban los trajes del teatro, subiéndonos el bajo de las capas con alfileres que sujetaban las monjitas entre los labios, tan encantadas y felices como nosotros, disfrazados de arcángeles del cielo, de seres alegóricos, de estatuas de Pablo Anchoa, de piratas con parche, de soldados de plomo, de marquesas...
¡Oh, me encantaba la lavandería!
Vibot -
De aquella casa de ejercicios recuerdo las "ensangrentadas" vidrieras de la capilla, aquella como apocalipsis de rojos, granates y funestos presagios inducidos por aquellas terribles invectivas de los predicadores contra casi todo, especialmente contra los pecados de la entrepierna -que tan graciosamente mienta Cirauqui.
El alma se encogía ante tantos augurios de ceguera, raquitismo e infierno...en fin, pasemos página.
No me vienen los olores de aquellas estancias, pero sí recuerdo que eran distintos, con algo de más rancio, irrespirable y torvo.
Y recuerdo algo muy curioso, morboso y lastimero: las traseras de los cuadros, de los espejos, los cajones, las sillas, incluso hasta de algunas mesas y puertas de aquellas celdas estaban constelados, agobiados, abarrotados de angustiosas inscripciones a bolígrafo -e incluso a punta de navaja- dejadas allí por las sucesivas "tandas" (fea y gregaria palabra) de "ejercitantes"...eran angustiadísimas oraciones, agradecimientos desesperados, promesas límite, juramentos solemnes sobre manchas de semen...dónde estarán aquellas inscrpciones, aquellas manos tristes y apasionadas de candor y de culpa.
Y recuerdo también -ojalá la olvidara- una sublime música de etéreos violines -Mantovani y su orquesta-
reforzando hasta el trauma todo aquel "contubernio".
Siento ser tan mordaz.
santiago rodriguez -
Javier Cirauqui -
El comentario de Javier del Vigo me parece exquisito, así como todas las contestaciones a que da pie este escrito, la de Heredia, el Pitu, el besucón y un largo etc.
Yo recuerdo aquellos ejercicios espirituales que, al iniciar 6º curso, creo que durante una semana, nos daban a los alumnos del último año en la Virgen del Camino. La época me suena a Otoño, no sé si porque me ponían el corazón otoñal, triste, recogido como un puño o porque realmente se celebraban en esta época del año.
Recuerdo las charlas que nos daba el P. Sama, después de comer, porque hacía mucho sueño y atronaba comentándonos un soneto que me ponía los pelos de punta. Soneto anónimo, otras veces atribuido a San Francisco Javier, Santa Teresa y en Internet a Fray Pedro de los Reyes (siglo XVI). Se titula: Yo para qué nací y dice así:
Yo para que nací. Para salvarme.
Que tengo que morir es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme,
triste cosa será pero posible
¿Posible? ¿Y río, y duermo y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?.
¿Qué hago? ¿En qué me ocupo? ¿en qué me encanto?.
Loco debo de ser ,pues no soy santo....
Hay varias versiones, la nuestra era más tétrica que esta que transcribo.
Sí recuerdo los paseos por el claustro, con música religiosa y gregoriano y a ciertas horas nos dejaban salir al campo. Yo aprovechaba para hablarle al burro que pasaba, al pastor, a las mujeres que venían del campo, a las ovejas y hasta los espinos albares del camino.
El último día y como colofón hacíamos una fiesta en el claustro, y yo todo lleno de ardor religioso me puse a bailar ballet (posiblemente quería emular a Santa Teresa y levitar como ella en sus vuelos místicos) sobre la punta de los pies, como es preceptivo en la danza clásica, y estuve una semana con los nudillos de los dedos de los pies magullados y doloridos...
Por causa de estos ejercicios espirituales cambié de Director Espiritual, pues decidí que el P. Sama era más serio y más profundo que el P. Ricardo y además confesaba y dirigía a los jóvenes y las jóvenes de León. Le confesé, como todos y con harto pudor, mis pecadillos de entrepiernas y me lanzó una soflama, comparándome con Mª Magdalena, la imágen representativa del pecado y el perdón. Me dije para mi mismo: No será para tanto y así que no volví más.
Saludos. Javier.
VALENTÍN TASCON -
Javier del Vigo -
No nos has contado cuánto has babeado (igual también lo hizo Merce, que, a veces, las chicas lo hacen como si fueran chicotes) el otro día en Valladolid, oyendo, viendo y tocando a ese Andrés Martínez Casares que "echó conferencia" en la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
Espero crónica, compañero; una cosa, avísame cuando la "cuelgues" (¡a la crónica, claro!), que quiero saborearla con una copa de vino rosado fresquito, tal que Señorío de Nava, en la mano.
Ozú! Me pregunto: ¿será esto promoción subliminal de alguna bodega de vinos? Que el cielo me perdone, pero he probado, en esta noche de viernes casi veraniega (Andrés scripsit), por primera vez ese rosado y no me desagrada su sabor. Probad!
¡Salud para todos!
¡Andrés, pelota!
Postdata: Salud incluso para el Mayo más alto que conozco, este Lalo " sereno de la noche, vigilante de las autopistas de la información"(La vendedora de globos), que andará -andarás, compañero- trasteando esta noche mientras los demás dormimos o nos divertimos. Mi recuerdo para tí también.
Andrés Martínez Trapiello -
Gracias
Javier del Vigo -
1.- No fue por "descortés" en este espacio "cortés", MAGA, que no te respondí de inmediato.
No tengo el gusto de saber qué ser mágico se esconde bajo el seudónimo, pero sé -lo presiento-, que eres un ser sensible. Muy sensible. ¿Cómo, si no, hubieras tenido la gallardía de piropearme tanto y tan bonito? Yo creo que te mereces un café; o café y copa. Incluso una comida de postín. Ponte precio por tus lisonjas. Y gracias, muchas gracias, maja!
2.- Luisito, te leí bien. A ver si no te interpreté mal: ¿"salido" durante los ejercicios en León y "salido" -ya salido- al año siguiente en los ejercicios de Covadonga? ¿O cuando hablabas de "salido" te referías sólo a aquel tiempo en que íbamos abandonando el pelotón? En todo caso, tuviste suerte: Pilarina llegó a tiempo para recogerte. Y supo mantenerte en el redil, bien metido, un montón de años. Qué capacidad la suya, sí señor. Incluso qué inteligencia!
3.- Pitu, te lo confieso a tí sólo, que no se entere nadie más: las tentaciones, en aquel tiempo (e incluso ahora,pero más menguadas, cierto) me venían desde un poco más arriba del pernil donde coloqué el cilicio. Pero, guaje, ¿imaginas qué hubiera sido de mis hijos, los "probes", si hubiera atacado de frente a la fuente del pecado? Sin que sirva de precedente, creo que aquella vez fui listo como un conejo. Una de las pocas.
Por lo demás, no desistas. Mantén la fe. Julianito Ruano, Javierito Martín, Juaquinito Bandera, Francisquito Cenador y Clementito Sánchez no están "missing". Intentan superar la crisis de los sesenta. Es una crisis mu jodida. Tú, porque te coincidió con el jubileo. Apenas la sentiste. Una vez lo hayan conseguido, nos escribirán cual cotorrillas.
Verás que no he incluido a Antoñito Argüeso; el campurriano estaba saliendo de la crisis ya; incluso escribía. Así que vamos a darle 40 días de gracia, antes de incluirle en el club de los poetas mudos.
Oye, voy a añadirte otro nombre a la lista: ¿Qué fue de Rojo? Que he vuelto a verle en las fotos de Caldas, pero tú ni le "enguisgas". ¿Habeis roto aguas o relaciones?
4.- Besucón, qué recuerdos nos traes! A partir de su muerte, la de "claudillo", nos llegó "esto": transición, amnistía, democracia... ¡Crisis!. Es verdad que lo habíamos "currao", pero muerto el perro, se acabó la rabia. Qué jóvenes que éramos cuando al pobre "claudillo" no lo libró de la parca ni el brazo incorrupto de Santa Teresa de Jesús. Pero puestos a recordar portadas de periódicos en blanco y negro con obituarios, estábamos en León, junio de 1963, cuando moría Juan XXIII, aque Papa simpático que intentó remover la barca de Pedro. (No, ahora no hablo de la de Pedro vallecano, no; hablo de la gran barcaza de la estructura eclesiástica). Mi memoria me devuelve portadas a toda página con la cara del Papa difunto, en blanco y negro, ¡claro! al que sustituyó Pablo VI, algo más "templado" que Roncalli, "il Papa buono".
5.- Pepito, tú fuiste en mayo uno de los que recordaban aquellos ejercicios de noviembre del 66. Cierto. Pero allí estaban Montenegro, Ángel Luis o Berrueta, que tenían amnesia. ¿O fue que mientras unos ándabamos a vueltas con el cilicio y la muerte ellos se paseaban, todos pichis, por las cafeterías de La Virgen del Camino, capitaneados por un tal Fernandito Martín, aquel "espigao" tenor que fue a cantar al Papa de Roma? Siempre los hubo con suerte, pero ¿tanta?
6.- Valentín, gracias también por tus elogios. Pero una cosa es cierta en mi invención: tengo un cuaderno de pastas verdes desvaidas por el paso del tiempo, sin troquel del Colegio en portada, donde un jovencito escribió sus sensaciones aquel año 1966.
Así que algo habré inventado, pero la esencia estaba en el cuaderno aquel. Y no transcribí más frases porque -aunque uno pretende dejar la vergüenza en la puerta-, no siempre lo consigue: el pensamiento y las sensaciones de aquel joven son difícilmente transcribibles a este mundo de hoy.
No olvides que, en los años sesenta, los dominicos nadaban en la abundancia, abundancia de frailes incluso, porque el pais era "oficialmente" religioso, mientras que actualmente (acabo de leerlo) Maillo pide sopitas para poder mantener el Santuario de Las Caldas. Ojalá tenga éxito en la Orden y en los poderes públicos! Demasiados cambios, compañero! Incluso desde dentro o desde fuera, creo aprendimos que no hace falta cilicio alguno; cumplir con los deberes de la vida es ya suficiente penitencia. ¿O no? En cualquier caso, gracias por tus detalles, amigo en el alma.
Y hablando de claudillos, un beso a esa mujer!
VALENTÍN TASCON -
Eres una maestro, Javier. Mi admiración y respeto, como siempre. Y esta vez un abrazo más fuerte, seguro, ya sí, de que ninguno llevamos cilicio ni aplicamos disciplinas a nuestras espaldas.
Valentín.
José Sánchez -
José Luis Alcalde Revilla -
JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -
2. Lo del cicilicio parece que fue un fracaso quizás haya sido porque no acertaste a ponértelo en el lugar apropiado, ¿De dónde o por dónde te venían las tentaciones? Ya es tarde para que lo vuelvas a intentar de nuevo.
3. Yo/nosotsos también estuve/imos allí. Mis recuerdos son muy difusos, téngase en cuenta que soy dos años mayor, y eso es mucho. Recuerdo que había un sistema de megafonía interno que continuamente mandaba mensajes tan directos que salí de allí con el alma encogida quizás porque lo que yo sentía no casaba muy bien con los mensajes que escupían aquellos altavoces; mi vocación era frágil, muy frágil aunque la agonía me duró todavía varios años. Quizás tendría que haber probado el cilicio de Javivi.
4. Cuando vosotros llegasteis a la casa el aroma y aire de recogimiento y espiritualidad que allí se respiraba no era otra cosa que el que habíamos dejado los del 59. Lo nuestro era mucho y muy intenso aunque en este momento ya no queda ni rastro de almas tan espirituales como las de Atoñito Argüeso, Julianito Ruano, Javierito Martín, Juaquinito Bandera, Francisquito Cenador, Clementito Sánchez, etc, etc. Tampoco estos parece que usaran el "cecilio" y qué bien les hubiera venido.
Sigue contándonos cosas.
Un abrazo
Luis Heredia -
Si alguien de mi curso no me corrige, también nosotros tuvimos Ejercicios Espirituales en 6º. Al año siguiente, ya salido...del Colegio y cursando de nuevo 6ª en el Colegio Corazón de María de Gijón, tuve Ejercicios Espirituales también y eran en Covadonga. Nada que ver con los nuestros.
MAGA -
Javier del Vigo -
Como viene siendo tradicional, nuestros encuentros de exalumnos si son en León- se inician en ese patio cerrado,antaño claustro interior en la Casa de Ejercicios, donde paseaban y meditaban monjas dominicas y ejercitantes. Más que patio, hoy el espacio ha alcanzado la categoría de Salón de Recepciones, muy luminoso, al resguardo la palabra socallo ha perdido uso y significante- de la climatología adversa.
Así que el pasado 1 de mayo, mientras íbamos llegando y abrazándonos los de la yeguada 61 67, por mi mente iban pasando diversas ideas, contrapuestas imágenes, nuevos recuerdos de aquel tiempo al que procuré durante cuarenta años poner bridas. Por si los momentos nefandos de mi bachiller apostólico vencieran a los buenos. Por si aquella cosmovisión tan mística, tan supraterrenal, en la que procuré creer durante mi tiempo en León me impidiese encarar con rebeldía las injusticias terrenales del mundo al que regresé, acabando sexto. Y en el que me zambullí, con las "cojeras" adquiridas, que por aquí referimos hace tiempo
Estos tres años en los que hemos re-descubierto nuestra mismidad en equipo, a través del ciber-espacio o en los sucesivos encuentros, me han servido, además, para comprender que hubo vida, -muy intensa, además-, en quienes acabaron acabasteis- sexto; y acabaron acabasteis- noviciado; y filosofía, aunque por el camino fuimos desapareciendo unidades de aquel pelotón de corredores de fondo Hasta casi dejar desfondada a la Orden Mendicante, porque la sociedad del bienestar parece ser más persuasiva que los Vicente Suarez o Pedro Rey que llevaron su utopía a rincones perdidos de la prehistoria humana, allá, en la América hermana.
Pero los recuerdos son dispares. Desiguales. Hay compañeros de la yeguada 61 67, por ejemplo, que han perdido la noción de haber hecho ejercicios espirituales en noviembre del 66 Y sin embargo, un cierto espíritu cartujo nos ambadurnó a todos por tres días, en aquel viejo espacio de las Anovenarias, en aquella Casa de Espiritualidad.
Me monto en un suave viento del norte, como zahorí en busca de agua, y me viene aquel olor a tomillo en retirada sobre aquella paramera que se va poblando de autovías y urbanizaciones de baja densidad; así que voy a refrescar aquellos días míos, que pugnan entre pasar al olvido o tener perfiles nítidos echando mano a un viejo cuaderno; es de aquel ayer nuestro. Las hojas blancas amarillean. La letra de sus comentarios vacila entre apanzada y tímida... Recuerdo haber visto otras muchas letras vuestras de aquellos tiempos con rasgos similares. ¿Sería la moda?
Esta es hoy mi historieta:
Corría el año 1966. En los primeros días del curso 1966-67. Unos rodábais ya por Caleruega; incluso por Caldas. Otros íbais subiendo peldaños en edad y en conocimientos. Fue martes, 1 de noviembre, exactamente; que para algo me ha de valer el calendario de abajo a la derecha, en mi ordenador.
Aquel día, quizá como cada año desde 1959, no sé; ni sé si los cursos siguientes pasaron por la misma experiencia- los alumnos de 6º de aquel bachillerato cogieron el petate de su camarilla, estrenada en septiembre como al inicio de cada curso, y se fueron a dormir a unas habitaciones austeras, totalmente individuales, con una cama, una mesa con silla y un crucifijo presidiendo unos silencios absolutos. Totales.
Adolescentes a quienes el tiempo y los frailes habían dejado llegar a ser los mayores del Colegio, iniciaban aquel miércoles unos Ejercicios Espirituales, lejos de las aulas, del equipo directivo, de los libros... Los conducía el P. Sama, director espiritual de buena parte de los aprendices de fraile, barroco y jesuítico; y director espiritual de un buen pedazo de la juventud leonesa; con preferencia, chicas y chicos de la buena sociedad de la capital del cazurro Reino de León.
Por aquellos años, algunos profes dominicos intentaban familiarizarnos con la música dodecafónica -qué palabro para designar aquellos ruidos respecto a la música religiosa o clásica, más habituales en nuestros hábitos estudiantiles-. Pero éramos maestros en el gregoriano, que cantábamos en aquel latín eclesiástico que me hizo suspender algún examen de oposiciones al funcionariado años más tarde.
Nos sonaba extraña esta otra música: Carmina burana. Nunca sabré si he de pronunciar cármina -del latín, Carmen-, o los sabios de la música pronuncian carmina, igual que el nombre propio de mujer. El caso es que, presumiblemente, aquel LP era el más moderno del repertorio de discos del que disponían los dominicos en La Virgen del Camino. El caso es que los apostólicos supimos de un Karl Off enlatado, de la mano de Torrellas; este Karl Off, por cierto, que el Iturriaga Madariaga que vive en Oviedo vendrá a cantar en vivo el domingo próximo a Santander; este Carmina burana que oirá con fruición el Iturriaga Madariaga que habita en Donostia ("nada que ver, amigo, oirla en vivo que en disco", me decía ayer mismo Juan Antonio).
Mientras aprendíamos de la existencia de Carmina burana y cantábamos a Haendel o en gregoriano, en el mundo, los Pekenikes tocaban una música instrumental distinta, más moderna. O Víctor Manuel comenzaba a traslucir su asturianidad con aquel El abuelo fue picador allá en la mina, compitiendo con un grupo ya consagrado, "El Dúo Dinámico", que tanta amistad desarrolló con nuestro Mariano Estrada. Iribar comenzaba a ser uno de los mejores porteros de todos los tiempos mientras el país seguía sacando pecho recordando el gol de Marcelino de 1964. Eran los tiempos de "Franco, ese hombre", que estaba conmemorando sus 25 años de paz (?).
A muchos de nosotros nos había entrado el "mono" de coleccionar sellos de la mano del Padre Fernando, El Viejo. ¡Y qué buenas colecciones tuvimos, sin que se me ocurra hoy entender cómo, a no ser que que allí hubiera "milagros". O una gana adolescente inmensa por hacer crecer y crecer aquellas series filatélicas.
En el portillo inmediato, Josemari ha puesto música de Los Pekenikes para subrayar las imágenes que filmó Adi , justamente en el primero de los videos, el titulado llegada. Ellos, Los Pekenikes, fueron nuestros referentes, el banderín de enganche entre nuestros gustos musicales religiosos y nuestra mundanidad posterior, creo.
Me consta que Josemari y yo, al menos, seguimos teniendo a aquel conjunto instrumental como uno de los mejores, también, de nuestros tiempos jóvenes y mundanos. Si alguien más los tiene por tal, que lo diga aquí o que calle para siempre. "Embustero y bailarín", "Cerca de las estrellas", "Sol de medianoche", "Hilo de seda"... ¡Qué maravillosas melodías, "criaturas"!
En un viejo cuaderno de tapas verdes, uno de aquellos bachilleres pudiera ser yo mismo el dueño del cuaderno, pero lo dejo ahí, en el misterio; en el misterio que tenían aquellas desaparecidas vedettes de los cabarettes-dejó escrito: 1 de noviembre del 66. Inicio de Ejercicios. Silencio y oscuridad en este primer día. Un canto sonoro de voces femeninas se filtra por las paredes de la negra noche que me envuelve en esta Casa de soledades. Unas monjas rezan
Aquellas monjas sonaban fantásticas en la oscuridad, con sus salmodias clásicas. Por el día andaban entre cacerolas; a la noche, cantaban gregoriano. Unos mozalbetes que iniciaban el camino de la introspección espiritual oían desde sus celdas aquellos cánticos de mujeres entregadas a su fe y su dios. Tenía su erótica, su morbo y su sentimentalismo hondo. Muy hondo e intimista.
Los ejercicios duraron hasta el sábado. En mis recuerdos de aquellos días, charlas sobre la muerte, el pecado, la otra vida, Dios en silencio total; yo tuve un préstamo de mi director espiritual y conductor de los Ejercicios, no sé si alguna otra vez lo he comentado, que empiezo a ser ya algo reiterativo, como viejo que voy siendo: un cilicio.
Un cilicio, sí. Si alguien, por juventud o porque no le fue ofrecido adminículo tal, no sabe qué cosa sea un cilicio, vaya a preguntar al maestro armero. Yo sólo diré que me lo coloqué a la altura de mi pernil derecho el segundo día, durante un tiempo breve, no me malinterpreteis-, en la habitación de soledades que se me adjudicó.
Era yo una personilla muy tímida, pero muy apegada a mi físico como para dejarlo estragar por unas púas de hierros cualesquiera. Así que, casi de inmediato, me lo quité. ¡Nunca más probé ese tipo de castigo o penitencia, voto a bríos!.
Curiosamente, en mayo último, bajo la cubierta que ha colocado la comunidad dominicana en aquel antiguo claustro, mientras nos abrazábamos y contábamos anécdotas de hace casi medio siglo, hice una miniencuesta a mis compañeros de yeguada sobre aquellos Ejercicios Espirituales. Hubo quienes no los recordaban en absoluto; hubo quien los confundió con otros yo ya me había escurrido del grupo como agua por colador- que realizaron en el verano siguiente (año 67), inmediatamente antes de ir a Caleruega, a tomar hábitos y doctrina del buen Pedro, este jubilado vallecano, y de José Luis, el mayor besucón que conoció la Orden Dominicana.
En esos segundos ejercicios de nuestra yeguada yo ya sí que no estuve.
El relato que hoy me ocupa, pues, tiene que ver con los relativos a noviembre de 1966, como queda dicho. En aquellas celdas, aquellos días, -dejó escrito el bachilleres adolescente que cité arriba- mañana, tarde y noche suena música; una música suave, dulce, subyugante. La música de fondo esta(ba) cantada por los dominicos, que alaba(ba)n al Señor, en nuestras soledades. Tal cual transcribo. Y otras muchas referencias al silencio de los cartujos como ideal, a la salvación del alma, a la inmensidad del Dios de los católicos...
No me pidáis ni autores ni intérpretes de los discos que endulzaban nuestros silencios. Serían inteligentemente seleccionados para propiaciar la catársis esperada. Pero lo aseguro: el párrafo entrecomillado arriba es transcripción literal del Diario de aquel apostólico, tal cual. Chavalillo de 16 años con sentimientos encontrados en aquellos días: frío en un otoño en la paramera, felicidad por lo novedoso del asunto, nervios tremendos por los sermones del P. Sama, que se fue al norte hace poco, allá en la verde Cangas, en silencio...
Al acabar el primer día, el jovencillo escribía: en esta primera noche me preocupan mi muerte, la Muerte y el pecado.
Señor, señor, qué tiempos! Qué jóvenes, qué ilusión corría por sus mentes...
Así que, siempre que mi protagonista de este portillo queda con vosotros, y nos encontramos en ese Salón de Recepciones tan luminoso, tan cálido, tan colorista, él recuerda siempre que auqellos Ejercicios en la Casa de Espiritualidad le decantaron totalmente: su camino no pasaba por Caleruega y los hábitos blancos, aunque no podía imaginar que, pasados los años, muchos años, volvería a la Virgen del Camino, a levantar otra avez, al menos en la memoria, aquellos tiempos, que fueron menos luminosos, más fríos y algo grises.
Como es la vida.
Salud, amigos! Unos bravos, si habeis llegado aquí.