SU ESTRELLA, NUESTRA ESTRELLA
Si os acercáis una noche hasta la Virgen del Camino la podréis ver, os lo aseguro, allí sigue, fijaos.
Todavía en las noches sin niebla se puede ver la misma estrella colorá que un día descubrió Juan Manuel a través del cristal empapado de la ventana de aquel espacio cuadrangular destinado a la higiene al extremo del ala de las camarillas.
Quique Muñiz la fotografió la otra noche, escoltada por la luna, y dedica sus mágicas palabras a Juan Manuel, D. JUAN MANUEL, a quien sin disimulo todos tanto queremos.
Es una estrella, aún descatalogada, que únicamente pudo descubrirse a través de una mirada mágica de 11 años: cuando aún los sueños son más bellos cuando no los duermes.
Y es que, por entonces, Juan Manuel descubría algún sentimiento nuevo y algún brillo diferente en cada instante.
Los demás crecíamos cerca. Pero no estábamos señalados con la suerte de su imaginación ni con su gracia espontánea.
*
Y esta noche, mientras nuestra cruz de campanas le contaba a la luna sus memorias del 62, me sentí retroceder hasta aquel segundo curso y, desde el otro lado de la verja, escuchar de nuevo…
“¡ Una estrella colorá…!”
*
Ahora, imantados por emociones reencontradas hace ya cuatro años y mimetizadas nuestras cabezas canas de tanto silencio, nos regalamos su abrazo siempre cálido, siempre auténtico…de los que tiene dispuestos cada tarde… brotando desde su inagotable ternura hacia Marta y Conchita.
Quique Muñiz
8 comentarios
quique muñiz -
Eso sí: de ley.
Pero para quererte a tí, y a los tuyos, ni falta que me hace (ni a mí, ni a nadie) un corazón singular. Basta con llegar a tí y sentir tu abrazo.
-
Y, cuando regrese a León, también con permiso de Froy -y si quiere que venga conmigo- volveré a verte a tu rincón de atardeceres en valencia de D.J.
Y compartiremos ese rioja que me dices y ese prieto picudo que te dije yo.
Y te llevaré la foto de tu estrella.
Y me regalaré de nuevo la mirada de Marta y un beso de Conchita.
Y tu abrazo para mi invierno.
Manolo Díaz -
Mi primo, el de zumosol quiero decir, es Luisín Heredia. Así que puedo presumir, con impunidad legal, de que soy eso que llaman un hacker, que a mi me suena como a pirata cibernéticu o algo parecido. Que hasta Antón el de Casorvida está encrespau con tanto anglicismo (Sándwich, Short, Topless, Hobby, Email chauchau los llama él) como abunda ahora en les caleyes de Casorvida, propagados por los que tienen titulación académica. Para él bacon ye tocín entrevenau. Y que diga lo que quiera el Julito Correas.
A lo que iba: En este rincón de la Paramera donde actualmente cultivo tomates y pimientos ¡no pago Internet! Asi como suena. Navego de papu. Y si alguno se enfurruña ahí está Luisín para lo que haga falta. Estoy dudando en demandar a mi proveedor por las deficiencias en el servicio. ¡Que algunos días no tengo conexión! ¡Y además va muy lento! Luisín, por favor, estudia el caso.
Las referidas deficiencias en el servicio me privan de una información actualiza. Cuando consigo conectarme tengo que beber de un solo trago varios portillos, en una mezcla heterogénea difícil de digerir.
El cincuentenario, la estrella colorá . ¡y Tobes!, sobre todo Tobes. La habilidad narrativa de nuestro Cícero, nos ha devuelto una estampa fresca y lozana de aquel chaval, compañero entrañable, modelo de ingenio que Cícero nos recuerda con ejemplos muy puntuales. Me enteré por Borge que le falló el corazón. Y sentí su muerte. Me quedé pensando que se fue como uno de mis acreedores especiales. No sabría precisar exactamente qué deuda tenía yo pendiente con él. Pero yo sé que la tenía y no la satisfice cuando pude hacerlo. Por eso me dolió su temprana partida.
Hace tres o cuatro años mantuvimos una larga conversación telefónica. Intuí que deseaba la presencia del amigo, porque la vida, en uno u otro recodo, nos atrapa a todos. Y entonces necesitamos esa mano leal, camarada de infancia, de esa infancia que dicen que es la patria del hombre. Así que finalizamos la conversación con la promesa de un próximo encuentro en Valladolid. Y ese fue el punto final.
Quique Muñiz, el nuestru Quiquín, nun tién preciu. Y lo digo en toda su literalidad. Ya sabeis cómo se cotiza en estos momentos el oro en los mercados internacionales. Pues Quiquín tiene el corazón de oro, enorme, con una ley de pureza de 24 quilates (¡Ojo que no me refiero a la pureza de aquel húngaro, Tihamer Tóth, que tanto me jodió en la Paramera!)
Sabes, Quiqín, que te queremos. Y esta sobrina que tienes aquí, en su limitadísimo mundo de sentimientos y afectos, detecta la ternura con la que la besas y abrazas.
¡Y cómo te quiero yo por eso y por todo lo demás!
Aún me quedan un par de botellas de rioja (con permiso de Froi). Te están esperando. Guárdame la foto de la estrella colorá. Besos.
José Mª -
Pero he seguido un poco este blog que descubrí bastante tarde y me voy poco a poco poniendo al día y leyendo a unos y a otros. Como es normal, con unos coincides más que con otros (en las opiniones vertidas, me refiero).
Aunque, en general, todas hablan de aquel sentimiento a veces no confesado de filia/fobia a lo que era el, digamos, "internado" en cuanto que cárcel de cuerpos y de almas. A todas esa opiniones, mis más profundos respetos.
Un abrazo
Vibot -
A Reyes y a mí nos están saliendo muchos conciertos y no damos abasto con los ensayos. Avisaré por si los madrileños se quieren acercar a alguno. Además está pendiente el del Hospital de Guadarrama para el Besucón, que será en Octubre, cuando vuelvan los doctores que le atendieron, según me ha dicho.
lalo -
Pero, ¿No serían ya las cuatro, Quique?
José Mª -
Y, además, para que no nos equivoquemos, tacayo, cambia la capital de Inglaterra, que ya no sé si es Berlín, como la de toda Europa, o Gibraltar... Esa peñita que esta ahí, cerca de África, al lado de donde dice que anda o va a andar Luisito Heredia (Felices 36 años de casado)
Saludos, besos o lo que queráis.
José Mª -
Espero que no haya dolores, "sicut dolores vestros et autem nostros..." ¡Que ya va siendo hora de dejar de padecer...!
Besos.
Vibot -
Y todas vuestras caras.