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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

VILLAMANÍN ¿se sirve al caminar?

VILLAMANÍN ¿se sirve al caminar?

Hace días que descubrí al querido compañero y maestro Maxi Olóriz esta fotografía, XXV ANIVERSARIO SE SIRVE AL CAMINAR (¿qué querría decir eso? pues en el Colegio SE SERVÍA A MAYORES).

Esta fotografía fue tomada en Villamanín en el verano del ya lejano y perdido 1964 y es de la colección de José Fernando.

Maxi asustose y me escribió lo siguiente para no hacerse resposable ni del monolito ni de la inscripción.

Antes, ved esta foto de la plaza de Vlllamanín de aquel año (con el 600 del Alcalde al fondo).

Un abrazo, amigos Maxi y José Fernando.

 

La verdad es que me ha hecho ilusión descubrir esta foto que ni tenía ni recordaba haber visto nunca. José Fernando, a ver si vas desempolvando todo tu archivo.

 

Por la vestimenta que llevamos y por el aspecto del edificio del fondo deduzco que está hecha en Villamanín. La fecha, verano de 1965, tras acabar el 5º curso.

Tampoco recordaba la existencia de ese pequeño monolito, conmemorativo de aquellos célebres “25 años de paz”, que, si no fallan mis cálculos, se habían cumplido en el año anterior, 1964.  Ese mismo año había sido el famoso partido en que España ganó a Rusia. Sí recuerdo que, con aquella ocasión, Isidro Cicero me contó, sotto voce, el chiste aquel del minero asturiano que se pegó todo el partido despotricando, indignado, contra los rusos, hasta que alguien le recriminó su actitud diciendo  que lo pasado, pasado, y que había que saber perdonar; el asturianín le respondió: “No hay derecho. 25 años esperando y, ahora que vienen, ¡se ponen a jugar al fútbol!...” También se contaba por entonces que La Codorniz, en su portada, había añadido al titular “25 años de paz” el sufijo -ciencia. ¿Sería verdad? Mucho atrevimiento parece.

Por lo que recuerdo, aquel campamento era bastante más descafeinado, políticamente hablando, que el de La Ultzama, en el que pasábamos 15 días cuando acabábamos el curso, llevando un régimen de vida un tanto castrense, en algunos aspectos. Dormíamos, en grupos de seis, en tiendas de campaña grandes, lo cual, eso sí, resultaba muy díver. Por la mañana nos despertaban, creo recordar, a toque de corneta. O quizás con marchas marciales en la megafonía, como “Barras y Estrellas”, y otras. Tras el desayuno, había una revista general a cargo de los “mandos” del campamento que, con su vestimenta paramilitar, iban pasando, tienda a tienda, mientras nosotros permanecíamos en formación fuera de ellas. Al atardecer teníamos que desfilar todos los días hasta las cruces dedicadas a los caídos, desfile que terminaba con el canto del “Cara al sol” y los gritos consabidos dedicados a la patria, a Franco y a José Antonio.  Previamente Torrellas nos había enseñado canciones como “Es tan hermoso ser cadete de la patria”,  “Prietas las filas” (impasible el alemán…), “La mirada clara y lejos”… Quién lo hubiera dicho de él años más tarde. Eso sí, los mandos nos aconsejaban encarecidamente no cantarlas fuera del campamento, por lo que pudiera pasar. La verdad es que, a pesar de todo, la estancia allí era muy divertida.

Por cierto, Cirauki, en tus crónicas villavesas has olvidado citar a un personaje curioso de aquel campamento: Oronoz, un viejo que nos traía el agua en un tonel que portaba en su carro, conducido por un borrico. Eso quiere decir que aún te quedan crónicas que escribir.  Las esperamos ansiosos.

 

En Villamanín, creo recordar, no nos sometían a tantas obligaciones patrióticas.  Y lo que allí cantábamos con Torrellas era ya otro tipo de música, como aquel “Cerca de ti, Señor”, que nos dirigía cuando llegábamos a la cumbre de una montaña.

Recuerdo que, en una salida al campo, el mando principal del albergue quiso enseñarnos a deslizarnos por una cuerda desde una roca hasta un árbol situado unos metros más abajo. Tras las oportunas explicaciones, se dispuso a hacernos una demostración práctica. Se subió a la roca y se dejó deslizar a través de la cuerda. Algo le falló, porque el pobre hombre se dio un enorme costalazo contra el árbol, rebotando al suelo. Se levantó, nerviosísimo pero con porte muy digno, se recompuso, y nos preguntó si lo habíamos entendido. Afortunadamente no se rompió nada, pero nos dio un susto considerable. No recuerdo si alguno de nosotros probó a imitarle.

He vuelto a pasar varias veces por Villamanín, camino de Asturias, y he admirado el bellísimo paisaje que ya casi había olvidado, y aquel maravilloso río en el que nos bañábamos. Cuánto tiempo ha pasado…

Maxi Olóriz

15 comentarios

Julio S -

Cirauqui, esperemos que a Mari-ano no tengamos que apodarle, en represalia por sus futuras gracias, Mari-culo.

Un abrazo

Javier Cirauqui -

Me encanta sentiros y leeros, José Manuel, Federico y Antonio.
Lo de la memoria es herencia de mi padre y de mi madre. Mi padre, sobre todo era una crónica andante de Burlada, Pamplona y todo Navarra, derrochaba afecto y cariño por todos los poros, despues de 18 años, aun lo siguen recordando en Burlada, con mucho afecto.
Respecto a lo de la altura y la recogida de figos decirte "Pitu", que tengo un amigo que dice que mi problema en el bar, no es que suban el precio de las consumiciones, sino que suban la barra. En represalia por su gracia, yo le llamo Luci-culo, puesto que se llama Luci-ano.
Un saludo. Javier.

Antonio Argüeso -

¡Quién tuviera tal ventura… de tener tu memoria, Javier! ¡Qué relatazo!. Que anduve por Villamanín sí creo recordar algo, poco. De subir al Picuelfraile ni idea; me imagino que subiría pero al ser de origen montaraz (no en su vertiente o sentido de arisco, espero, sino en su raíz de ‘monte’ y/o ‘montaña) eso estaría tan chupao para mí que ni me marcó. Además si lo que de allí se veía era Casorvida, para ver trivialidades, mejor ni mirar. Y es que por la montaña sólo a Zarzuelo tenía miedo: ¡cómo triscaba por ellas! ¡Parecía una cabra! Eso sí, salvo cuando había roca, que le paralizaba.

Una cosa sí recuerdo: la despedida del jefe. Creo recordar que había más de uno que nos “encuadraban”, sobre todo ideológicamente; pero que con el jefe, joven jurista leonés, llegamos a tener una excelente relación y que al despedirse se le saltaron las lágrimas (a ver si alguno lo recuerda y explica). Es lo único que recuerdo, me imagino por aquello de aquellas épocas de que “los hombre no lloran” (¡madre mía! ¡de dónde venimos!).

Máximo, y para qué cambiar; sí suele reconocerme la gente, sí. A mí también me hubiese encantado haber estado un rato contigo. Todo llegará. Espero pueda jubilarme pronto (antes que Julio eSe ¡seguro! –perdona, Julio, por remover la herida-) y así poder asistir al menos a los encuentros plenarios.

PS/No saqué 10; ¡ni copiando!

JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -

Javier, se nota que eres del 59, pero me jode que tengas ese "peazo memoria" mientras yo no recuerdo el menú de ayer. ¿Qué comes o qué bebes? Dame la receta. Ah, pero yo soy más alto que tú y eso es muy útil para recoger "figos". Sí recuerdo que subí al Fraile y no sé si vi Casorvida pero lo intuí porque en lontananza se apreciaba su resplandor. También saqué un 10 en Literatura con Lanz, no fue ni por enchufe, ni por ser guapo, ni por ser del Sporting, no, fue porque copié, ¿y qué? Aprendí que D. Quijote escribió el Cervantes.
Un abrazo

federico esteban monasterio -

Javier, ¡qué grande eres!

Javier Cirauqui -

Una fotografía muy interesante. No hay que asustarse, Oloriz, había lo que había: XXIV ANIVERSARIO, SE SIRVE AL CAMINAR, la mirada clara a lejos y la frente levantada, voy por rutas imperiales caminando hacia Dios.
Si este es el verano del ya lejano y perdido 1964, yo estuve en Villamann, con los del Curso del 59, en el año 1963, un año más lejano y más perdido. Creo que siempre íbamos al finalizar el 5º Curso. Recuerdo el partido contra Rusia y las celebraciones por todo lo alto en la primera clase del día siguiente y en el estudio. Oimos 80 veces el canto del gol, en la radio, con euforia y entusiasmo, aunque a mí me empezó a cansar, pues no era el fútbol lo que más me gustaba.
Lo de la Codorniz, es cierto, salía una paloma de la paz, con ramito de olivo en la portada y en la siguiente página al dorso un científico, mirando por un microscopio y debajo se leía la siguiente leyenda: "Ciencia". En mi casa se compraba asiduamente "La Cordoniz". Si que tengo un ejemplar en el que salen, todas las páginas en blanco, publicado en protesta por la censura de algún número de la revista.
Posiblemente La Ulzama era más castrense, dormiamos en tienda de campaña de seis personas, pertenecíamos a una escuadra y desfilábamos marcialmente. A la arriada e izada de las tres banderas, española falangista y requeté cantábamos el Himno español, el cara al sol y el de Oriamendi, por Dios por la patria y el rey. Nos pasaban revista y a uno de la tienda le preguntaban por el lema del día y tenía que echarse un pequeño discurso, todo ello despué de un saludo marcial y un anuncio de descanso.
Oloriz, no me he olvidado del Sr. Oronoz, en algunas de mis entradas hablaba del Sr Segundo Oronoz, no estoy seguro si Segundo o Máximo, con su faja, su boina, su chaleco, su tonel y su burro, transportando agua hasta el Campamento de Montejurra desde Lizaso, ya que la del Campamento, por lo visto no era potable.
Además una de sus hijas vivía y vive en Burlada, al principio en el Balneario y Bar de las Aguas de Burlada, que ostentaba un cartel que decía: Aguas de Burlada, Alcalinas, Bicarbonatadas, Sódicas, Yoduradas. Todos mis hermanos y yo aprendimosa a leer con este letrero. A su lado había un pozo acristalado, rodeado de verjas, al que se bajaba por unas escaleras de caracol y en lo alto de una verja decía: Pozo de La Asunción 1808. Yo creo que los últimos años del Sr. Oronoz, transcurrieron, al lado de mi casa, en la Casa Iturria. Seguía con bastón, boina, faja, chaleco y sentado no en su carro, conduciendo a su borrico, sino en un sillón de mimbre. Me alegra oir que esperais mis crónicas ansiosos, pues a vosotros van dirigidas, puesto que son crónicas de recuerdos que vivimos juntos, unos en una época y otros en otra. A veces tengo la sensacion de parecerme al abuelo de la Familia de los Porretas o del Abuelo de la Familia Ulises y su perro Tresky, los dos siempre contando batallitas. Me gusta leer los recuerdos de Salva, Heredia, Oloriz, Orden, Santiago Rodriguez, Frade, porque yo también los recuerdo parecidos.
La anécdota del mando que se dió el costalazo, me recuerda al costalazo que me dí yo en Villamanín, cuando después de pasar por la presa y atravesar al otro lado del río, nos dirigimos, Arrúe, Egea, Javier Martín, Ariztimuño, creo, pueden ser ellos u otros, subiendo por la pendiente a coger avellanas y resbalé pendiente abajo por todo el pedregal y comenzaron a caerme piedras por todo el cuerpo, hasta que llegué a la orilla del río. En aquel momento pasaba el tren y la gente desde las ventanillas me gritaban: "Levántate, ten cuidado". Yo me decía, para mis adentros: "Cojones y poder". Mis compañeros me llevaron en parihuelas, entrecruzando sus brazos y sus manos, como habíamos aprendido en el Albergue. Me costó varios días reponerme. Tenía magulladuras por todo el cuerpo.
Tambien recuerdo la subida ritual al Pico del Fraile, aún convaleciente y sudé y me esforcé hasta la cima y canté con devoción y entusiasmo y a viva voz: "Cerca de tí Señor..." Estoy seguro que no ví el Cantábrico, pero lo imaginé. Allí, me paso como siempre que he subido a Aralar, que según la gente, en día claro, se veía toda La Cuenca de Pamplona y la Ribera, Zaragoza y hasta la Virgen del Pilar.
Hace tiempo, en una entrada del "Pitu", con fotografía, en la que hablaba de Villamanín escribí sobre estos sucedidos y cité y transcribí el artículo que escribí en la Revista Camino, sobre la Subida del Pico del Fraile, el cual firmaba como "Mirador" no como Cirauqui.

Recuerdo aquellas búsquedas de frailes que iban poniendo pistas para encontrar sus mensajes y llegar hasta ellos. Este juego se llamaba el juego de las pistas y tanto en Villamanín como en Montejurra lo practicábamos con gran placer. Menudas andadas nos hacían nos pegábamos en busca de pistas y fraile. Este juego se realizaba en grupos.
Recuerdo perfectamente la anécdota que cuenta Santiago, Cuando estaban escondidos el Padre Huarte y el Padre Marino, entre las zarzas y la hojarasca, tuvieron que descubrise para no ser meados vilmente y húmedamente por Zurbano.

Hace unos días encontré las notas de Fecha 30 de Junio. Año 1963, 1964, escritas con la hermosísima letra de Fray Juan José Iparraguirre en las que tengo un 10 en Literatura Universal y tiene que ver mucho esta nota con una anecdota sobre el Padre Felipe Yoldy, que embozaba su figura con su capa negra. como un espadachín del Siglo de Oro.
En el curso 1963, los sábados teníamos unas clases complementarias de Cine, Teatro Radio y otra llamada Academia, en la que recitábamos, escribíamos, et. A mí se me ocurrió hacer un recorrido por toda la Literatura Española, Medieval,Renacimiento,Edad de Oro, Neoclasicismo, Romanticismo, Generación del 98, Generación del 27, Contemporáneos etc. Actuaban todos los compañeros de la clase, recitando versos, leyendo textos, etc.
Yo conocía al P. Felipe, porque tenía con mi padre una gran amistad, ambos eran requetés y navarros, por eso entre los escritores intercalaba algo de Jaime de Foxa, de Arniches, Muñoz Seca, Dionisio Ridruejo, García Serrano, y por supuesto, José Mª,El del Divino Impaciente y otras malas hierbas.
Despues de mucho pensarlo y descartarlo, como colofón incluí algo, que no sabía si iba salir bien o mal, me daba mucho miedo.
Para terminar todo el espectáculo Trepat le tocó al piano el Himno de Oriamendi. Por Dios,Por la Patria y el Rey..." Le caían las lágrimas por su rostro, estaba muy emocionado...
Al principio pensaba que todo lo que había escrito era copiado, me pidió el guión y al final me correspondió con un l0 en Literatura Universal. La verdad que me lo curré y amaba la Literatura. Creo que no fue sólo el Himno de Oriamendi.
Un saludo. Javier.

santiago rodriguez -

El P. Felipe Lanz, el simpatico fraile navarro, que cuando te acercabas mucho, te decía, ¡por favor! guarde la distancia, en clase de historia de la literatura, nos cito varias veces y de forma afectuosa a "el comandantin" como se le conocía en esferas militares de los años 20 , al generalisimo. Por Navidad le felicitaba y al menos, en una ocasión, se que desde EL PARDO le agradecieron la felicitación.

enrique frade -

El Padre Felipe Lanz Yoldi no era del fascio,era como buen Navarro REQUETË,. ¿nunca le visteis con la gorra roja? Yo sí,cuando ibamos de campo.

Daniel Orden Santamarta -

Maxi: Recuerdo la demostración práctica que cuentas; no se abrió en canal porque a otro compañero y a mí que nos habían puesto abajo, junto al árbol para ayudar en la bajada, al ver que se acercaba, sin freno, nos pusimos a pararlo y nos lanzó "a tomar vientos", recuerdo los rostros de estupor y angustia de los frailes y monitores.
Por cierto, con esa bajada se acabaron los intentos.

Salva -

Tardé algún tiempo, yo también, en darme cuenta que lo que sigue a "impasible" era más cosa del gesto a componer, ante la solemnidad del momento, que de observador teutón vigilante de nuestro grado de patriotismo. Debía venir escamado tras haber resuelto una duda que rozaba la herejía . Eso de cantar :" Venid y vamos tooodos, con flores a Marííía....". Hasta ahí todo bien con la ofrenda floral a la Virgen. Pero, a continuación, seguíamos llevando flores también a una tal Porfía, que ni me sonaba a pariente de la Virgen, ni a su prima, sólo salía Isabel un día de visitas, ni a nadie. Callé como un bandido hasta que, no se quien, me aclaró el enigma. Supongo que, por razones de edad, ni yo ni mis compañeros de fatigas -curso 67-73- nos vimos envueltos en exaltaciones patrióticas. El único profesor que, viniera a cuento o no ya que lo era de Literatura, que no de Historia, hablaba de un pasado siniestro, era el P. Lanz. La Guerra Civil se llamaba Cruzada. Explicó, más de una vez, cómo los Nacionales, Buenos, habían construído una Cabeza de Puente en el Ebro; y entre la Cabeza y la ayuda de Dios, canearon a los Rojos, Malos. Un día nos llevó, a toda la clase, hasta la entrada a La Virgen, dirección León, para depositar unas flores junto a una lápida de piedra que honraba la memoria de un piloto de la Legión Cóndor fallecido allí mismo en acción de guerra. No deja de ser curioso que sea del P. Lanz el fraile que con más cariño recuerdo aunque sus afines ideológicos formen parte de las pocas cosas que me dan repulsión y a quienes combatí, posteriormente, hasta dejarme algún jirón de piel en ello.
¡ Ah Villamanín, que lejos quedas ! Aquel verano allí anduve enrabietado y disconforme. Cuando, ahora, 42 años más tarde, paro a tomar un vino en el Ezequiel, miro hacia el Picu el Fraile, hacia los álamos de junto al río, al conjunto de lo que llamáis Paramera y sonrío levemente. Si estoy acompañado de alguien que se percata y me pregunta que en qué pienso, suelo contestar : ¡ Bah, en pijáes !.

Vibot -

¿Pues no se parece Josefernando muchísimo al propio Padre Torrellas en esta foto?

Máximo Olóriz -

En efecto, Luis. El "Imposible el alemán" no es de Prietas las filas, sino del "Cara al sol", cuya música, por cierto, es de un compositor guipuzcoano, Juan Tellería Arrizabalaga, quien extrajo la melodía de una obra suya titulada Amanecer en Cegama. Es también autor del himno de la división azul, que también podría incluirse en ese CD que van a grabar los Furriel’s Boys.

santiago rodriguez -

El asunto de la "búsqueda de frailes" me trae a la memoria una situación semejante en el campamento que cita Javier Cirauqui en otro lugar. Resulta que nadie habia logrado encontrar a ninguno, hasta que a un navarrico apellidado Zurbano, tuvo necesidad de hacer aguas menores (de mear dicho en lenguaje entendible, intento hacerlo sobre unos ramajes pero fue interumpido por el P. Huarte, el P. Marino y un mando del campamento que habían buscado aquel sitio para esconderse.

Luis Heredia -

¡Madre mía, madre mía¡ Voy de error en error y no salgo de mi estupor. Como me tocó la curiositas al hilo de las canciones de guerra y paz, me fui a la Wikipedia a recordar algo de las letras porque siempre tuve la firme sospecha, ahora corroborada, de que ya en aquellos años algo no me cuadraba. No recuerdo tanto haber cantado el Caralsol en Villamanín, pero sí, durante un año completo de curso académico 60-61, todos los Sábados, a las 12,00 o a las 13,00, al terminar la semana, brazo en alto, en el claustro del Instituto Jovellanos. Aunque de aquella ya era constatable que la letra con sangre entra, la del Caralsol no precisaba de grandes esfuerzos para entrar, máxime porque se podía cantar en playback. Ahora descubro que la camisa nueva fue bordada “en rojo ayer” y no “al rojo ayer”. Siempre me pareció extraño aquello, aunque fruto de mi innata ingenuidad, siempre había achacado aquella parte del texto a una cierta “reconciliación” encubierta o al menos, a un intento de llegar a ella a través de la música. Tampoco entendí que pintaba un “alemán impasible” en aquel himno patriótico por excelencia de mis años infantiles. Pocos años más tarde, con algunos conocimientos forzados de Historia de España, llegué a la errónea conclusión de que el germano en cuestión podía haber sido fruto histórico y reconocimiento, esta vez explícito, a un atroz apoyo a los vencedores de una absurda guerra. Perdonadme, pero os digo lo que yo creía con 10 años y con alguno más después debido a estos errores semánticos y de oído, del de escuchar, que no el musical porque siempre di más importancia a las notas que a las letras.

Es más, en Villamanín no recuerdo haber entonado jamás el Caralsol, pero sí en alguna ocasión “Montañas Nevadas”, por ejemplo, que a mi me gustaba por el ritmo que tenía, ya que era música de marcha pero no como la de ahora. Posiblemente para acoplarnos al ambiente o para mostrar al personal que aún a pesar de nuestro blanco futuro, teníamos poco de mojigatos y mucho de machos. Así, los cánticos eclesiásticos los dejábamos para el lugar que religiosamente les correspondía, a excepción del inolvidable y majestuoso Cerca de Ti, Señor, que lo dejábamos también reservado para la hazaña de coronar la cumbre del Pico del Fraile y sentirnos realmente más cerca de Él. Yo, sin ir más lejos, me sentía más cercano. O al menos, eso creía yo; lo mismo que creíamos que desde la cumbre se divisaba el Mar Cantábrico porque así nos lo decía P. Torrellas. A pesar de mi Fé y la que también tenía en mi primo Angel, la verdad es que en los dos intentos que tuvimos durante la estancia en Villamanín, no logré divisar más allá de lo que a mi me parecía Pajares. ¡Qué impresionante y guapo el Pico del Fraile¡

Pues sí, sobre Villamanín, sí guardo recuerdos inolvidables. Posiblemente porque nos hacía romper con la rutina de volver a la Paramera durante un corto período de vacaciones o bien por el deseo mental y carnal de ver más allá extra-muros.

Deseo que se hacía realidad al llegar la hora del baño en la piscina del río. Y digo piscina porque aquella obra de ingeniería que supuso la presa y encauzamiento del río con plataforma lateral sobre la que solazábamos mostrando sin pudor nuestros ebúrneos cuerpos (sic) tratando de que alguna presa picase aunque no portásemos caña, algunos, claro, hacía que la carne fuera mucho más débil, para algunos, que en aquella olímpica de la Paramera. Agua clara y serena donde ni siquiera veía al nadar atisbo alguno de esos bichos de cuatro patas que caminan sobre el agua y que tantas veces temí comerme uno o dos cuando nadaba en el Piloña, en Soto de Dueñas; y no por hambre sino porque yo suelo nadar con la boca abierta.

Villamanín de ensueño y apariciones donde creí ver, y aún estoy seguro hoy día de que lo ví, la cara de Jesús en la Sagrada Forma en unos momentos que tuve de profunda meditación. No levité, la verdad; al contrario, caí redondo a causa de la bajada de tensión mañanera dándome un trompazo (o más bien hostiazo por la relación causa-efecto) contra los asientos de la Iglesia y despertando en la cocina del albergue.

Conclusión: que yo lo pasé muy bien en Villamanín, a pesar de la debilidad de la carne y los efectos de las profundas meditaciones. Por cierto, nunca me dio una lipotimia en Ejercicios Espirituales. Qué gran contradicción.

Slva -

El verano del año 70, durante doce o quince días del mes de Agosto, por allí anduvimos los de mi curso conjugando caminatas misas y rosarios. Rcuerdo,especialmente,el día que organizaron la"búsqueda " de frailes,que previamente se habían ido a esconder, con la promesa de premiar generosamente a quien los encontrara.Se hicieron varios grupos de hábiles cazadoes de hombres. Lo mas numerosos e ingénuoss subimos hasta cerca de la cima del Pico del Fraile. Otros, algo más listos y vaguetes, peinaron prados y monte bajo y nada.Agotados y dcepcionados por el fracaso, regresamos al campamernto base. Allí nos estaban esperando, en muy buena armonía, los frailes perdidos...y hallados por dos o tres listísimos muchachos, que, puede que mejor informados que el resto,se dirigieron directamente hacia la orilla del río donde , oh casualidad, capturaron sin esfuerzo a los camuflados. De aquel verano me quedó, también, el recuerdo de un calor insoportable y de una música que sonaba en la casa situada frente al Albergue que decía algom así como " Un rayo de sol, oh, oh oh...etc. A ninguno de los allí "acuartelados" nos trajo el amor, que yo sepa, rayo de sol alguno. La sensación que imperaba, de forma secreta, eso sí, era que ,la concentración previa al inicio de la Temporada, nos birló quince días de vacaciones . Todo sea por un bienalimentado espíritu. De lo del alimento corporal, casi mejor no hablamos.