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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

LA ESCUELA DE LA VIRGEN

LA ESCUELA DE LA VIRGEN

Santos Suárez Santamarta me escribe lo que le ha sugerido el artículo anterior sobre el Padre Eulalio. Os lo dejo tal cual.

 Querido José María, viendo la segunda foto de nuestro antiguo Superior del Colegio, me ha evocado enseguida el cuadro de Rafael “La escuela de Atenas”. Me hicieron cierta gracia  (no sé si la tiene) ciertos paralelismos físicos y también psicológicos, tras el comentario de Fernando, pero convendría mostrar esa parte del cuadro que te adjunto.

Se podría hacer la comparación  completa (Platón-Aristóteles) con fotos de Eulalio y Fernando, pero ya no soy capaz. Sería obra para Justino.- 

Iba a  colgar  este  comentario pero te lo dejo aquí  por si lo consideras  de interés  para  endulzar nuestras añoranzas.


 Santos S. Santamarta

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En la década de los sesenta del S. IV a.C  un joven e inquieto  Aristóteles  se traslada a Atenas y se incorpora a la Academia de Platón.  ¡Quién hubiera podido presenciar aquel encuentro tan trascedente para sus protagonistas y para las historia del pensamiento!

El pintor  Rafael muestra su interpretación alegórica del acontecimiento en su famoso cuadro  Escuela de Atenas, (1509-10).  En él se aprecia a un maduro Platón acompañado del joven Aristóteles entrando en la Academia.  Observadle caminando despacio, con aplomo, con una amplia capa sobre los hombros y cuyo extremo inferior derecho se halla recogido  hacia la parte izquierda de la cintura.  Lleva adelantado el pie derecho y su brazo –también derecho- lo eleva flexionado con un gesto de mano indicador de la región de las  alturas.  El semblante de su rostro, ligeramente vuelto hacia su jovencísimo pupilo, parece acompañar con firmeza y contundencia la importancia de aquello de lo que habla y que con la mano y su dedo índice le señala.

Trato se suponer el contenido de aquel discurso introductorio. Quizá habría sido algo parecido a esto:

 

Dilecto jovenzuelo: has caído por este prestigioso centro de enseñanza, que yo he fundado, y tan recta y exitosamente dirijo. Y puesto que vas a estar por aquí durante algún tiempo, habrás de saber muy bien desde este mismo momento cómo debes actuar, cuales son las líneas que no debes traspasar y qué charcos no debes pisar. He oído de ti que te interesas por el mundo natural, que te encanta y tratas con esmerado celo todo tipo de vivientes, sean bichos o plantas, que eres dado a la observación y a la experimentación en todos los ámbitos, que te gustan las matemáticas y los números, pero supeditas la raíz de su conocimiento al que te ofrece el del mundo cambiante y aparente de los sentidos, que te gustan las clases no regladas y al aire libre…

Si todo esto es cierto puede ser que surja algún problema entre nosotros. No quiero que enseñes tus fantasías a los apostólicos de esta Escuela, ni te extralimites  introduciendo modas o novedades perniciosas.  Habrás de atenerte a la ortodoxia que profesamos y que está claramente expuesta en mi Teoría de las Ideas. Te recuerdo que sólo hay un mundo real, absoluto, inmutable, eterno… del que todo esto que vemos es pura y simple representación o apariencia. Así  que ocúpate de conocerlo, contemplarlo y olvídate de la observación de las lagartijas y demás bichos, de la mensurabilidad del tiempo, de los tipos de relojes y de otras fruslerías.

Ala,  te presento a los demás colegas de esta escuela y espero que no me des problemas.

 

En la década de los sesenta del S. XX , un joven e inquieto profesor  se traslada a  León y se incorpora  no a la Academia de Calzón -no era ese su nombre- sino al Colegio de La Virgen del Camino , cuyo rector  en ese momento era  el P. Eulalio  Calzón.

Nada sabemos del acto de recibimiento, si lo hubo, entre estos dos amantes del saber. Pero observando una foto de la época -de dicho Rector- bien podría haberse producido un encuentro similar recreado por el pintor Rafael de Sanzio y al menos queda  muy claro quién sería uno y otro. Observad la pose de nuestro recordado Superior y profesor de Religión con el Platón de Rafael y enumerad semejanzas. Ya sé que hay notables diferencias. Platón es algo más alto,  está algo más mayor, tiene barba, no tiene tanto pelo y sostiene en su mano izquierda el “Timeo” … y sobre todo, lo más importante: no tiene tras de sí a ningún Almirante de Marina

  

7 comentarios

José Mª Sierra Tascón -

Joder, Julio. Tienes unos de esos con clara y yema que ya digo.
Yo creo que de aquella estaba en limbo. Jamás se me ocurrió largarme a León, (¿dónde estaba esa bomba y la alfalfa?, fumar, ni siquiera escribir ¡con la izquierda...! Aunque yo creo que ya, en aquel tiempo, pensaba con la izquierda. Además, aunque quisiera, no tenía ni con qué pagar el billete de la empresa Fernández esa.
Pero recuerdo, eso sí, no sé en qué año, bajé andando hasta León. No os escandalicéis: Salí por la principal con el permiso de Colinas "Pepe", a un cantamisas en Pedrún. Por supuesto, si Pepe Colinas nos dejó salir, (iba con mi primo; ya difunto, Alonso Tascón) seguro que teníamos permiso para tal evento.
Te recuerdo vagamente con el brazo en cabestrillo. Pero mira uqe fumar, con lo poco que te gusta...
La yunta que propones de bajitos, aun no ha terminado. Lo que pasa es que con la evolución de la raza, cada vez son más altos; nada que ver con más inteligentes... Pero hacen "buena yunta."
¿Habré quedado a la altura? ¿Habré metido también "la patita"?. Dicen que por la boca muere el pez. Los peces que no tienen boca o no la usan también mueren, antes o después.
Un abrazo muy fuerte.

Julio Correas -

A fuer de seguir la inercia de mi amigo de ArijaVigoyPalencia, voy a "meter mi patita", lo cual me resulta fácil porque lo hago a menudo por eso de que no me callo ni debajo del agua.
Ya se sabe que el que más habla (o escribe)... más yerra!

Pués a mí, quizás por eso de que ya tenía dos "bajitos" que me tocaban los cataplines: uno el "uncido por el poder"(que no tenía mucho de buey, vaca o bóvido tibetano, sino mucho más de burro, asno o acémila), y el otro mi abuelo por parte de madre. Por tanto, el PaCalzón, como que no me hacía ni tilín, ni tolón.
Total... nunca estaba a la vista!

Sí recuerdo una anécdota, que os cuento:
En una de aquellas ocasiones que me había roto un brazo y estaba escayolado de muñeca a hombro, tenía un examen de religión, asignatura que me impartía el "docto prior". Pero yo, ni corto ni perezoso, (más bien perezoso sí),y sin encomendarme a Dios ni al Diablo, decidí que era el momento oportuno para marcharme a León en la Empresa Fernández a hacerle una visita al
médico-traumatólogo, aún sin la anuencia de nuestro querido Fray Ovejo.
Seguí el camino de la puerta de atrás, hacia la alfalfa y la bomba de agua. Salí por las cercanías de la panadería donde me obsequié con unas cocadas y me encaminé a la parada del autobús pensando en mi paquete de Kent mentolado que tenía escondido en un hueco de las murallas de León, a la izquierda de la calle Ancha.
Para cuando llegué a la parada de la Empresa Fernández, tenía a un "emisario" acompañando a Fray Ovejo con la inevitable misiva de que volviera inmediatamente a hacer el examen del PaCalzón.

Como en aquellos tiempos no se contemplaba en el diccionario de la lengua española la palabra "disentir", deshice calladamente el camino hacia el aula donde a mi llegada me esperaba el
"bajito profesor-prior" con un folio en una mano sujetándose el refajo del hábito con la otra, mientras el resto de alumnos, que ya habían terminado el examen, marchaban camino de la recreación.Alguna mirada de soslayo de algún compañero me decía: "se te ha caido el pelo".
Sí recuerdo que aquel examen lo escribí con la zurda, otra cosa era imposible porque la mano escayolada era la derecha y la palma de mi mano miraba hacia el cielo, como pidiendo limosna.

Resultado: La letra, ilegible. Los márgenes, más torcidos que los renglones de Dios. El papel, agujereado a bolígrafo.El contenido de las preguntas... milagro que no le conté que las cocadas estaban muy buenas y que el tabaco se me iba a mojar si no llegaba yo antes a dar buena cuenta del mentolado.

Sin embargo, leyó aquel pingajo así hube terminado e inopinadamente...me puso un notable e hizo mutis por el foro sin hacer el más mínimo comentario, aunque bien es verdad que en el rictus yo leí: vaya huevos que tienes, chaval!.

Seguí sus pasos hacia la clausura (tres pasos detrás, cual musulmana tras su emir), y cuando giró hacia su escalera yo giré hacia la alfalfa y la bomba de agua, que me esperaba doble ración de cocadas y un paquete de Kent mentolado, escondido en un agujero de las murallas de León.

JOSE MANUEL GARCÍA VALDES -

Sí pero nos hemos enterado ahora que los Corteses queréis cobrar las facturas impagadas quedándoos con la piscina y la Capilla de la escuela mayor. Si así fuere llamáis al Jesusito Herrero al que se le da bien la brocha para que restaure lo restaurable.
Ese Julio, estoy enterado por Chochín que tú recibiste del P. Ricardo más de lo que tú le diste y gracias a él apenas padeciste la falta de ternura de la familia. Andáis criticando a quienes os curtieron para ser unos hombres de arriba a bajo y de trás pa lante. ¡Quejicas! ¡más que quejicas! ¿Y si os hubiese atendido el sordo? Julio, a tí te afeaban por mal comportamiento, imagínate yo que no aprobaba una; menos mal que estaban enterados que era de donde era y siendo de donde era, era como tenía que ser.
Javivi, antes de ir a la "Tumbona" entérate de cómo anda el tiempo no sea que haya un terremoto y te caiga la cruz (cruzona)encima (los aumentativos me vienen de este Gijón del alma en el que tenemos "Molinón, "Escalerona",Iglesiona y Casorvida; no visitar la tumba del padre es motivo de condena, arderás en el averno, donde seguro te encontrarás con el "paisanín" que dio la orden de edificar con sangre, sudor y lágrimas.
Abrazos

josemari cortés aranaz -

...y nunca le pago ni un duro...

josemari cortés aranaz -

Recuerdo lo que escribí en el blog el 29-4-2009, por si viene a cuento:

"Al regresar al Colegio, a eso de las ocho de las tardes de aquellos domingos de los meses de Febrero y Marzo de 1963, y pasar por entre los pupitres del Estudio bajo las miradas asesinas de los compañeros de curso, algunos me llamaban "enchufao" y seguro que tenían razón. En nuestro descargo diré que casi todos los domingos bajábamos a casa con algún encargo del P. Eulalio Calzón para mi padre: que si las bisagras del Sagrario, que si dorar una patena, que si conocía algún dentista amigo que no cobrase, que si a la custodia le faltaban dos zafiros de pequeño tamaño, que si pulir los ángeles del baldaquino de la Virgen, que si hacer una gestión con Benavides para vender los champiñones, que si...etc. No daba puntada a su calzón sin hilo, el muy...Prior."

besos.

Julio S -

Sólo puedo dar datos objetivos, porque en aquellos momentos mi capacidad de crítica era limitada:

-Fernando, tras él me cobijé, inconscientemente, huyendo de otros confesores (al P. Ricardo ni me lo toquéis, que me dio mucha cariño) y por él me apunté a sus clases particulares de matemáticas (a los horas del recreo tras la comida), a pesar de mi escaso o nulo interés por tal ciencia. Eran maravillosamente divertidas (tanto las confesiones como las clases), por lo que nunca se apartó de mis recuerdos en todos los años posteriores.

Eso sí, una maldad: nunca dejaba la bicicleta que, en estos últimos años me enteré, era de la propiedad del Dr. Santos Barrigón; expulsado, más tarde, por el P. Pedro, supongo que por no dejarle tal medio de locomoción.

-P. Eulalio, actuaba sobre mí como un justiciero supremo que nunca, a mi pesar, llegó a ejecutar sus sentencias. Me explico: todos los trimestres, tras la lectura de las notas trimestrales y en las que siempre sobresalía en conducta, me advertía, ante los compañeros, de todos los males presentes y futuros, y ello tras regalarme los oídos con unas lindezas (Charlatán empedernido, rabo de lagartija, parece de la carne del cuello del diablo. Aviso “ultimátum”). Se dio la paradoja que, conociendo por costumbre mi predecesor en la recepción de improperios, en cierta ocasión, tras sentarse él regañado, me levanté antes de que dijese mi nombre y apellidos. Pues bies, justo fue el único trimestre en que no me tocaba. No obstante doy por buena la hilaridad que tal gesto provocó en el claustro de profesores presentes.

En honor a la verdad, tras un berrinche de otro Padre, y también a mi pesar, tuvo la delicadeza de escuchar mi explicación sobre los hechos que eran merecedores, en principio, de la máxima sanción (Como decía el P. Cura, obligado a tomar una de las dos salidas que había tras el internado: partir terrones con la azada o sacar carbón de la mina).

Un fuerte abrazo

Javier del Vigo -

SOBRE DOS BAJITOS UNCIDOS POR EL PODER.

¡Sois (somos, me incluyo), chavalería, incorregibles!

No hay más que echar una mirada “desde la cáscara” a los portillos o entradillas que pone Josemari, como campos minados en busca de víctimas. Intelectuales, se entienda. Víctimas dichosas por el victimario, pacientes o agentes del viejo ritual del sacrificio. Pero víctimas ansiosas por dejar nuestra “patita” en el blog –en este blog que nos transporta al ayer sin dejar de pisar nuestro suelo de hoy-, usando de las nuevas tecnologías para sentirnos modernos “platones” y/o “aristóteles” en el ágora de Atenas, entre otros genios “escolásticos” .

Echad mirada a los portillos con más intervenciones; éstas versan sobre los detentadores del poder en los tiempos de la vieja Paramera, polis de nuestros recuerdos; o sobre los detentadores del poder en la actualidad. ¿Será -herencia envenenada de aquellos tiempos- que nos gusta criticar al poder, contraponer políticas que nos atan a un modelo social determinado con nuestro modelo, que creemos superior, evidentemente…? ¡Yo qué sé! Lo que me intriga –incluso me divierte- es qué ríos del subconsciente colectivo hacen que unos portillos se llenen de intervenciones y otros –quizá con más enjundia “per se”, que diríais los filósofos de la “veritas”- pasan sin pena ni gloria, sin excitar nuestro interés de espectadores en esta inmensa “plaza pública” de aquellos “antiguos alumnos”.

Quizá haya quien sea capaz de buscar claves y escribirlas. ¡Animaos!

Pero así es la cosa; y la vida: con tantos enigmas como vericuetos. Con tantos azares como lógicas, aunque estas se definan como matemáticas.

Santos, me ha gustado tu artículo sobre Fernando y el prior, en este fundido tan disparatado que haces. Síntesis sugerente, por otra parte, vista desde nuestro hoy, aunque en la realidad, en aquella realidad de un “gran prior con mando sobre cuerpos y almas”, Eulalio Calzón no tuviera tiempo para “leerle la cartilla” a un jovenzuelo Fernando –que lo aclare Fernando, si no- recién llegado a una Paramera de guijarros pero con abundantes plantas de tomillos olorosos en plena floración. ¡Tenía tanta labor por delante…!

Santos, creo haber leído a Pablo Huarte –cuando Pablo estaba menos vago y escribía algo de vez en cuando para quienes queremos leerle en este blog- que asistió a aquel poderoso prior en sus últimos momentos; me conmovió el relato de Pablo. Ponía de manifiesto el lado humano, los miedos a enfrentarse con el trance final; manifestaba Pablo cómo al final de cada vida nos han de examinar en el amor –otra máxima de aquellos tiempos, ¿recuerdas?-. En esta retrospectiva histórica, te planteo –os planteo, mirones- mi titubeo: ¿quién dio el brinco al Norte más tranquilo, Antonio Uría o Eulalio Calzón? Si yo pudiera haber elegido, hubiera sido organista feliz en aquel santuario de tiempos totalitarios, antes que prior de capa arremangada y sujeta por la mano siniestra a la altura del estómago.

Pero es mi opción. Cada cual elija la suya.

Con franquismos y prioratos hay que andarse con pies de plomo, porque nosotros éramos reducidos en tamaño y experiencias mientras que ellos ocupaban todo el escenario, como divos únicos. O eso nos parecía, que leo a Javi Cirauqui el inmenso fiestón que celebraba la comunidad educativa cuando el "santo" del prior, cosa que recuerdo vagamente. Sobre todo, si ceñimos la analítica al tiempo de La Paramera, cuando Franco tenía en un puño a los españoles y el prior mandaba en aquella fundación.

Sería por ello –y creo haberlo contado ya por aquí- que, tras haber yo abandonado el “banquillo”, en símil oportuno de Josemari Sierra, pasé muchas veces por la carretera que cruza “La Paramera”, sin parar nunca; sin, siquiera, echar una mirada a izquierda o derecha. En silencio total. Como otra tumba, de cavidad igual o superior a la tumba del santuario. Tumba la mía de silencios, donde había guardado fundamentalmente mis sinsabores, todos mis demonios infantiles y de pubertad.

¡Qué curioso! Desde que permití que el viento de la historia y de la memoria colectiva barriese aquellos demonios, aquellas tragedias de niño de pueblo, aquellas cicatrices que no habían sanado al sol, me resulta reconfortante -¡me divierte, además!- echar una mirada al interior del santuario (o basílica, me es igual) que visito siempre que ando por León; merodear por lo que queda de aquellos campos y aquel colegio, preferentemente en compañía, para socializar recuerdos, para hacer chanza de las anécdotas que forman parte del acervo común de unos jubilosos ex-apostólicos…

¡Vaya, incluso la figura de aquel Prior de apellido Calzón se me hace más pequeña, más humana, con menos aristas!

Por aquello de las similitudes, con las patas en el presente, mi última consideración en torno a este portillo de Santos. Si aquel prior simbolizó una época en nuestras vidas, el dictador ferrolano también. Otra confesión propia: nunca estuve en el Valle de los Caídos. Por convicción, mayormente. Me impresionaban el dolor y la monumentalidad. Arquitectura nétamente franquista, levantada sobre el dolor de los vencidos. Pero, entre mis expectativas de futuro, una: visitar ese Conjunto Monumental. Y pronto, no me quiten el antojo por el que me apetece: hay quienes creen que habría que sacar de aquel inmenso mausoleo los huesos de Franco, “artífice” único del conjunto monumental y emblema de una época.

Pues yo, por si acaso, ahora quiero mascar la atmósfera interior de aquel escenario con tantos recuerdos horribles para muchos. Y pisar sobre los mármoles que cubren al protagonista principal, ya que no me fue posible pisar en vida al animal, que está bien –para mí- donde está. Que, al final, era bajito; quizá más que el prior de nuestra historia, aunque dejo claro que este símil final es sólo una licencia literaria, porque no sería justo equiparar a ambos “dos conductores de hombres” sin caer en perversidad ideológica. Y en desproporción inmensa, de proporciones geométricas (para los de letras).

¡Con delicadezas navideñas, chavalería, "mi patita"!