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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

ADIÓS PADRE CURRO

ADIÓS PADRE CURRO

Hoy la cruz de tu Santuario permanece gris, sin color.

¡Que repiquen sus campanas en tu memoria! ¡Que volteen para beberse el viento!

En la madrugada del día 16 ha fallecido Fray Coello de Portugal, nuestro Fray Curro.

Con él se va parte de nuestra vida.

Descansa en paz. Nunca te olvidaremos.

Mañana domingo, a las 12 de mediodía, se celebrará la misa de funeral en Santo Domingo el Real, Claudio Coello 141 de Madrid.

12 comentarios

Luis Heredia -

Después de estar ausente del blog durante el mes de Agosto me encuentro con esta noticia.
No más de dos veces habré coincidido con Fray Curro, ya de mayor y yo también. Los que realmente convivisteis con él, no me extraña que tengáis tan emotivo y entrañable recuerdo. En mi caso, mi recuerdo es de haber visto a un Padre al que me hubiera gustado haber coincidido con él. Me pareció que transmitía tranquilidad y paz espiritual, algo que sentí también cuando visitaba el Santuario y el propio Colegio.
Que descanse en paz y mi cariño y afecto a toda a su familia y a toda la dominicana.

santiago rodriguez -

P. Pedro:de parte tuya para mi todos tus recuerdos me son agradables. Cuando llegamos los de Villava, no se si en el fondo también el resto de la comunidad, pero tu abiertamente hiciste que no nos sintieramos estraños. Recuerdo en una ocasion que como era revoltosillo y charlatan me llamaste a tu celda, de reñirme nada, me hablaste con tanto afecto y me corregiste tan cariñosamente que cuando salí de allí, paracia que me hubieras invitado a pasteles...

Pedro Sánchez Menéndez -

Santiago: Lo siento, pero mis recuerdos de aquellos años son muy generales. Cuando alguno de vosotros (sobre todo tú) lo recuerda, me alegra mucho. Aunque también habrá temas cuyo recuerdo no resultará tan amable. Fray Curro es una de las personas imposibles de no recordar y de relacionarla con infinidad de cosas en La Virgen del Camino. Un abrazo. Pedro

Javier Cirauqui -

La verdad es que siempre me ha admirado Fray Coello de Portugal, Fray Curro. Un arquitecto tan grande, pero tan sencillo. Mis ojos infantiles cotemplaban sus obras y su persona.
Siempre he dicho que la arquitectura era el compendio de todas las artes y que comprendia todas las demas, (quizás estos pensamientos fueran influidos, por el entonces P. Arsenio).
Allá donde estes P. Curro, quiero que llegue mi admiración hacia tí.
Mi admiración con mis ojos de niño, mi admiración con los ojos redondos, mi admiración por tanta belleza que para gloria de Dios creaste.
Un saludo Fray Curro y hasta siempre.
Javier.

jose ignacio -

lloran, Curro, corazones
y en el viento llega el cantar
de aquellos blancos pichones
que dejaron tu palomar
con guitarras, con canciones
para volar hasta el mar.

santiago rodriguez -

P. Pedro: recuerdo que tu, que eras nuestro director nos introdujiste en aquella fiesta que tuvo lugar en el patio de la piscina en honora Fr. Curro; tus primeras palabras fueron: Para aquel que ha hecho felices nuestros días...¿lo recuerdas?

santiago rodriguez -

Me es grato colgar en nuestro blog la homilía pronunciada en el funeral de Fr. Curro, pronunciada por el P. Provincial y facilitada por él mismo
Funeral Fr. Francisco Coello de Portugal y Acuña, O.P.
Sto. Domingo el Real – Madrid, 18 de agosto de 2013

“Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles”. Con este versículo del Salmo 126 comenzó fr. Curro suagradecimiento el día de sus bodas de oro sacerdotales en julio de 2011. Él, que había construido tanto, nos hacía verentonces que todo es esfuerzo inútil si nos falta la presencia de Dios, el Señor de la casa, el Señor de la belleza. Por el contrario, el trabajo y las fatigas cobran sentido si los ponemos al servicio de los planes y proyectos del Constructor del mundo y Arquitecto de la humanidad. Con esta cita expresaba el primado dela llamada y presencia de Dios en su vida y ministerio, presencia constante en su casa interior, que fue la verdadera fuente de inspiración de su obra y de su predicación. Dios le habíadado, como nos ofrece a todos, lo más valioso que tiene: la posibilidad de participar ya de su misma vida y de su presencia amistosa.
Por eso este momento final de su muerte, que tiene un costado doloroso de ruptura y separación, tiene otro lado luminoso de esperanza: Dios le ha llamado a participar plenamente de su vida y a compartir su amistad en perfectacomunión. Y a esta última llamada el P. Coello ha respondido con la única respuesta que tiene el creyente: abandonándose en la muerte,con confianza, con la fe desnuda, en el momento en que sólo Dios nos sale radicalmente al encuentro. Sin la muerte, la fe no podría expresarse en toda su profundidad y en la belleza de su testimonio.
Ciertamente, nos ha emocionado la lúcida esperanza y la fe viva con las que fr. Curro ha respondido a la última llamada del Señor. Su forma de afrontar la muerte ha sido un regalo de despedida que nos ha dejado. Pero esta actitud de confianza inquebrantable y de abandono no se improvisa. Se va cosechando y madurandocuando uno vive cada día sabiéndose acompañado por Dios y en las fieles respuestas cotidianas a su proyecto.
A fr. Curro no le resultó extraña la última llamada del Señor a su encuentro definitivo. Sabía bien que toda llamada de Dios es siempre una llamada a la vida, a compartir su vida, y que sus caminos, que a menudo no son nuestros caminos, son caminos finalmente de verdad y de vida. El Señor ya le había llamado, siendo un joven arquitecto allá por marzo de 1954 –como él mismo decía con la precisión de quien señala su “nuevo nacimiento”-,a la vocación de fraile dominico, fusionándose la vocación arquitectónica y la religiosa en el servicio a la predicación, con la misión de construir obras de arte que hablen de Dios y espacios dignos en los que resuene la Palabra que anuncia la presencia de Dios entre nosotros. Ante todo, la belleza nos habla de lo mejor del ser humano y de su apertura al encuentro con el Misterio. En la experiencia de la belleza resuena la llamada a buscar el sentido escondido y último de la vida en Alguien que la trasciende. La belleza invita a la confianza y el “sermón de la belleza” nos habla de la fe en Dios como fuente de la dignidad humana. Pero además ha realizadoun servicio eficaz a la dignificación de espacios para la predicación, en el amplio sentido que ésta tiene en nuestra Orden y que abarca no sólo templos, monasterios o conventos,sino también colegios, residencias universitarias, asilos, obras sociales, etc…Aunque sólo Dios conoce la verdadera calidad de nuestra respuesta, creo que será difícil pensar en alguien entre nosotros que haya contribuido más a la causa de la predicación que fr. Coello de Portugal.
No es el momento ahora de comentar los méritos arquitectónicos y estéticos de su extensa obra. Otros lo han hecho ya y algunosmás competentes sin duda lo harán. Pero sí quiero subrayar que sólo se puede comprender bien la obra de una persona en el contexto de su vida, en el caso de fr. Coello de Portugal, si se tiene en cuenta su vocación y misión como predicador. Porque la arquitectura ha sido para él, ante todo, un apostolado, un servicio a la causa del Evangelio, una forma de llevar a cabo la predicación de la Orden Dominicana. Ha sobresalido precisamente en esto: en ser un servidor,en vivir su vocación como servicio generoso y humilde a la Orden, a la Familia Dominicana, a la Iglesia y a la sociedad. Ha sido un trabajador infatigable y entregado, constante y fiel. Por eso, nos llena de esperanza la promesa del Señor en el Evangelio proclamado: “para que donde estoy yo,estéis también vosotros”.Y en el servicio a la predicación su palabra hecha carne y edificio también tocaba lo esencial: la caridad, vivida en la fraternidad, en la amistad leal con familiares y amigos, en la ayuda generosa y escondida, siempre ingenua, a tantaspersonas como sólo Dios sabe.
Esta voluntad de servicio es lo que ha dado unidad y armonía a su vocación y a su vida, logrando equilibrar una actividad febril con una interioridad apasionada, armonizar acción y oración, integrar viajes y fraternidad comunitaria, dignidad y humildad, profesionalidad y ministerio, inteligencia y bondad. Un deseo de servir con ilusión y pasión hasta el final. No podía comprender ni uno solo de sus días sin poder servir a otros con sus cualidades y talentos. Una ilusión por servir y un servicio con ilusión. Sin la mínima concesión a los aspectos negativos o torcidos de la existencia, su estilo ha sido siempre constructivo, positivo, optimista. Alguno le bromeaba diciéndole que era constructor pero poco edificante. Sin embargo, ha sido muy edificante en vida como lo ha sido a la hora de la muerte. “Tú pon todas las pegas que quieres… que ya estoy yo para encontrar una solución”, solía responder cuando poníamos dificultades a sus propuestas. Las dificultades sólo eran retos a superar. Se ha despedido como lo hacen los auténticos maestros de humanidad: ilusionado hasta la víspera, porque un hombre sin ilusiones es ya un hombre muerto.
Fr. Coello no construyó edificios para lucirse él, sino para que en ellos brillara la belleza de la fe y resonara la Palabra de Dios. No ha sido un artista para sí mismo sino un predicador del arte de Dios, lo que constituye la sustancia del “artista cristiano”: hacer obras y crear espacios que nos lleven a descubrir la belleza de la fe y a responder a la llamada de Dios en Jesucristo. Y a pesar de moverse en un mundo profesional amenazado por la vanidad, en el sentido radical de la palabra de vaciedad y meras apariencias, él ha sido un ejemplo de humildad y sobriedad, como refleja su propia obra arquitectónica, a la que alguien ha calificado como “arquitectura de verdad”. Recuerdocuando le decíamos que hiciese mayores los armarios de nuestras habitaciones porque nos parecían un poco raquíticos. Respondía diciendo que los hacía pequeños porque un fraile debía tener pocas cosas. Y ciertamente él ha sido un ejemplo de desprendimiento, generosidad y humildad. En el libro homenaje que se le hizo en el año 2000 el primero de los artículos concluye diciendo que ha sido uno de los arquitectos más auténticos de la segunda mitad del siglo XX en España, a lo que añade como colofón algo que todos suscribiríamos: “Y estoy seguro –dice-de que ni lo sabe ni le importa”.
Quiero leeros un párrafo de ese mismo libro del también artista y dominico fr. Miguel Iribertegui que resume el reconocimiento y el agradecimiento que hoy ponemos ante el altar de Dios: “En la Orden Dominicana, no sé si habrá alguien, además del Beato Angélico, que haya dejado tanta obra de interés en el capítulo de las artes como Francisco Coello. Si la labor evangélica no se puede recompensar humanamente, la labor cultural permite valorar una arquitectura de gran volumen, variados registros y de una calidad estética y pastoral evidente. En su obra se puede reconocer el intento por conjugar el servicio a instituciones diversas, la contemplación de un alto grado de belleza y la jovialidad de una vida terca de trabajo y fecunda en valores”.
Os invito a dar gracias a Dios en esta Eucaristía no sólo por la predicación genial de nuestro hermano sino porque él mismo, persona amasada en valores evangélicos y fraile auténtico, ha sido entre nosotros y para nosotros un verdadero “templo” del Espíritu. Muchos seguirán disfrutando de su obra y fr. Curro continuará predicando a través desus edificios, pero nosotros debemos reconocer y agradecer el haberle conocido, tratado y disfrutado de su fraternidad y amistad, y por la luz incomparable de su testimonio. Esta ha sido nuestra suerte; y su vocación dominicana, una verdadera gracia de Dios para nuestra Orden.
El Salmo que el P. Coello citaba en su agradecimiento sacerdotal “Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles” continúa con una estrofa que se remata en una preciosa frase final que es hoy aliento de esperanza: “Es inútil que madruguéis, que veléis hasta muy tarde, que comáis el pan de vuestros sudores: Dios lo da a sus amigos mientras duermen”. Sí, fr. Curro, ahora que ya duermes el sueño de los justos, de los fieles servidoresy amigos de Dios, que sea nuestra Madre La Virgen del Camino quien te despierte para llevarte en sus brazos al encuentro del Padre, y puedas gozar eternamente contemplando la belleza de su templo en el cielo.


Fr. Javier Carballo, O.P.
Prior Provincial – Provincia de España

Pedro Sánchez Menéndez -

Como dice José Luis, esta mañana hemos estado en la celebración del convento de Santo Domingo de Claudio Coello, con motivo de la muerte de nuestro extraordinario dominico y arquitecto, fray Curro, como todos lo llamábamos.

Toda la ceremonia resulta ser una profunda meditación sobre la vida y el final de la misma (yo soy mayor que él). Lo que habéis escrito anteriormente lo suscribo en su totalidad y supongo que muchos de vosotros añadiréis muchas cosas más que, como niños que erais entonces, veo que lo recordáis mucho mejor que yo. Mi admiración más cordial y más sincera por fray Curro.

De los frailes que saludé destaco a Domingo Iturgáiz, de quien son tantos mosaicos que decoran La Virgen del Camino. Vino con él su sobrino Domingo Iturgáiz. Nos saludamos cariñosa y efusivamente y nos emplazamos para el día 14 de septiembre. También estuvo Federico Esteban Monasterio. Me dijo que vendría una día a nuestra casa a tomar un café o lo que sea. ¿Será verdad?

Sin ninguna duda, fray Curro fue alguien muy importante en nuestra historia. Muchos de vosotros siendo niños o jóvenes y otros siendo ya entonces maduros en nuestra edad.

Mi último encuentro con él fue a la entrada del hospital de la Moncloa. Ya entonces me dijo que terminaría más pronto que tarde con la diálisis.

Lo recordaremos siempre. Pedro

José Luis Alcalde Revilla -

...PaPedro y este joseito venimos de participar en el funeral-despedida de Fray Curro...que fue muy participado y emotivo...¡Yo lo viví a fondo, reviviviendo toda una Vida, de la que participé muchísimo! Demos gracias al Padre, con quien está y Fray Coello de Portugal!!! Os quiere y besa joseito, el besucón

Mariano Estrada -

Ser arquitecto y sacerdote y ejercer de ambas cosas tiene su punto de dificultad. De manera que, según él mismo ha declarado, al principio era más sacerdote que arquitecto y a medida en que se fue acumulando el trabajo en su Estudio se iba nivelando la dedicación a estas dos profesiones. Y como el trabajo no paraba de atosigarle, llegó el día en que ejercía mucho más de arquitecto que de sacerdote, sin que esto quiera decir que descuidara las obligaciones derivadas de su vocación sacerdotal, una vocación que le sobrevino un año después de haber terminado la carrera de arquitectura.

Vengo a decir todo esto porque, en el año que yo estuve trabajando en su Estudio –primero en Atocha y luego en Claudio Coello-, venía a dormir unas cuatro horas diarias. No es sorprendente, por tanto, que en determinados momentos se viera vencido por el sueño. Un día nos llegó la noticia de que en uno de sus viajes había tenido un accidente. Y así fue, en efecto, su coche se había empotrado en la barandilla de un puente, que fue la que evitó que se fuera al cauce de un río por un gran precipicio.

Como arquitecto de obras singulares que requerían mucho control y mucha asistencia técnica (Por ejemplo, iglesias con cubiertas alabeadas, santuarios e incluso catedrales), se pasaba los días viajando. En los años 70 tenía proyectos distribuidos por toda España (En el escaso tiempo que yo estuve con él, asistí a la inauguración de dos grandes obras: un colegio en Torrelavega y una iglesia en La Felguera). Pero es que, a medida que se propagaba su prestigio, sus obras se iban multiplicando por todo el mundo, llegando a edificar incluso en Taiwán. Menos mal que a Taiwán o a Corea o a Santo Domingo o a Brasil no se iba por carretera, de lo contrario, se hubiera acabado empotrando en alguna barandilla en el encuentro de la tierra y el mar. Supongo que los viajes en avión le servirían para descabezar algún que otro sueño. Y tal vez para rezar, ya que le quedaba poco tiempo para hacerlo en lugares de mayor recogimiento. Aunque yo creo que en realidad se pasó la vida rezando. ¿Qué otra cosa es dedicarse durante casi 60 años a construir Colegios, Conventos, Iglesias y catedrales?

Nota:

Cuando digo que estuve trabajando en su Estudio, lo que quiero decir es que estuve un año supliendo a un delineante que se había ido a la mili. Se llamaba Bonifacio. En realidad estuve aprendiendo a hacer trabajos de delineación, que luego me vendrían muy bien, y no solo durante la etapa de estudiante en la Escuela de Aparejadores, sino en el futuro desarrollo de la profesión. Y encima me pagaba un buen sueldo. ¿Cómo no voy a estarle agradecido? La última vez que le vi fue el día de la celebración del 50 aniversario del Colegio. ¿Y de qué hablamos? Sobre todo del pasado. Yo le pregunté por los compañeros que había tenido durante aquel tiempo y él me detalló el estado y la circunstancia de cada uno. Me sorprendió con una impecable memoria. Desde aquí le mando un fuerte abrazo y el deseo de que pueda seguir construyendo en las parameras de la eternidad.

Eugenio González Núñez -

Mis ojos de niño te recuerdan, allá por los 60, venir en tu moto desde Salamanca -decían los que sabían-, embutido en tu cazadora de cuero, llena de periódicos, para combatir el frío de aquellas gélidas mañanas del invierno castellano. Tu mirada de lince y tus manos grandes, de cantero, en silencio, me chiflaban. Tu voz ronca de trueno, y tu corazón de ángel sobrevolando la torre, inhiesta, espigada, inacabable del nuevo santuario, me asustaba. Cuando dejaste de venir, extrañamos el ruido de tu moto y tu mirada. "Ya se olvidó de nosotros",
pensamos, pero qué va, a la vez que construías, como magistral arquitecto el santuario, estudiabas teología en Salamanca, porque -tmbién según los entendidos-, querías ser otro fr. Francisco, pero dominico.
Espero que en el cielo nuevo ya no tengas que construir torres, y que más bien puedas decansar al amparo y a la sombra de las que construiste.
Yo sólo era un niño. Tú eras todo un señor, el arquitecto. Estoy hablando de hace 53 años, justos y cavales, y te recuerdo como si fuera ahora, con pelos y señales: el ruido y la forma de tu moto, tu vestimenta, la cartera que siempre te acompañaba y el respeto y embeleso que despertabas entre muchos de nosotros cada vez que venías.
Fr. Francisco, por reccordarte, te recuerdo como eras, constructor de etenidad, la misma que hoy desea para ti este admirador que nunca pudo dirigirte la palabra.

santiago rodriguez -

El 23 de Julio de 1961,la capilla de la escuela mayor, vivia un acontecimiento especial y creo que el único que se ha celebrado en dicho lugar. Alas once de la mañana hacia su entrada vestido de pontifical el obispo de Leon Dr. Luis Almarcha Hernandez, el obispo oriolano, paisano de Miguel Hernandez, iba a llevar a cabo la ordenacion saqcersotal de nueve dominicos, había dos que llamaban la atención, Fr. Calviño ex-jugador del Razcing de Santander y alguien que tenía y siguió teniendo un espacio especial en La Virgen del Camino, Fr. Francisco Coeello de Portugal, el popular fr. Curro, el arquitecto de la majestuosa obra que componen Santuario y Colegio de La Virgen.
Los apostólicos de la escuela menor, habian recibido las vacaciones a principio de mes, pues en las camarillas debían acomodarse los estudiantes teólogos de Salamanca que por unos días habían dejado la Peña de Francia, para acompañar en esa efemérides,Tambien asistieron el día de la ordenación losw novicios de Palencia con su Maestro el P. Merino y su pedagogo el P. José Luis Gago, a los nuevos ordenandos les había dirigido los ejercicios espirituales el P. Carlos Anibal, y en la noche anterior en el marco del patio de las piscinas se reprentó EL CONDENADO POR DESCONFIADO.
El dia veinticinco Fr. Curro celebra su primera en el espacio que formaba el santuario provisinal actuando como padrinos de altar el P. Viana, maestro de estudiantes y el P. Eulalio; padrinos dee honor fueron D. Pablo y su esposa; el orador sagrado fue el P. Merino. Se interpreto una misa polifonica, los musicologos sabran decir su nombre, yo solo se que el papel de solista lo llevó a cabo el P. Santiago Pirallo, recientemente fallecido, que mas tarde fué provinvial y al que tuvimos de pedagogo en Las Caldas.
Hoy es un fecha muy distinta de de celebracion opuesta, nuestro querido fr.Curro se haq ido; por eso como dice el encabezamiento del blog, la cruz está gris, pero aunque sus campanas no volteen para beberse el viento, ese imponente crucero de cincuenta y tres metros nos indican el camino de una persona trabajadora, feliz y sobre todo buena.
¡DESCANSE EN PAZ!