DISCURSO DE LALO F. MAYO, EL AUSENTE
Y estas son las palabras del gran Lalo. F. Mayo, editor de POECANCIONES DE AMOR, que debía de habernos dirigido en persona de no haber sido por una maldita indigestión alimentaria (lo cierto es que le atacó un berberecho venenoso) que le impidió presentar su espléndida figura junto a su Rosa en la Virgen del Camino.
Y yo tuve el honor de leerlas.
No vengo hoy aquí a hablar de mi libro
Ni siquiera del de Mariano.
De los de Mariano, que ya veis que son dos y aún queda otro, de momento oculto en el disco duro de mi ordenador pero ya en línea de salida. Y en el disco duro de Mariano aún quedan muchos más.
Pues eso. Que no hablaré de mi/nuestro libro, sino de todos los libros.
Como sabéis, escribir es muy fácil.
Especialmente para nosotros, que tuvimos la educación que tuvimos, hace hoy medio siglo y más, precisamente en este mismo sitio. Aunque creo recordar que entonces las sillas no estaban forradas.
Más que Orden de Predicadores, debería haber sido Orden de escribidores, calificativo este que se lo apropiaron después los jesuitas. A la callada, claro.
Aunque viendo el poder que ahora tienen los que solo hablan, por encima de los que escriben, habrá que admitir que Domingo de Guzmán ya pensaba en cómo serían las cosas por el siglo XXI.
Decía yo que escribir es fácil.
Y escribir poesía, más fácil aún.
Sí. Porque escribir un reportaje para un periódico, pongo por caso, es más comprometido.
Su autor se la juega en cada frase ante a el lector crítico, que por fortuna para los malos reporteros no abundan, por cierto.
Pero el poeta no. El poeta lo tiene más fácil porque solo necesita sentir emociones y emocionar al expresarlas. Pero nadie le pide cuentas de sus afirmaciones.
Lo leen o no. Lo compran o no.
Más bien no, hay que reconocerlo. Aunque eso ya no es culpa del poeta ni, mucho menos, de nuestro Mariano, que cada poco tiempo lleva alguno de sus libros a las librerías. Y a veces dos al tiempo.
Sigo manteniendo que escribir es fácil. Ah¡, pero hacerlo bien ya no lo es.
Y esa es la cuestión. El “quid”, que diría el Pa Tascón.
En el caso que hoy nos reúne, la mencionada cuestión, el quid tasconiano, está fuera de toda duda, aunque lejos de mí la intención de disfrazarme de crítico, algo a lo que nunca me atreví.
Pero iba yo a otra cosa.
Pongamos que se escribe fácil y, además, que se escribe bien. Ahora solo falta que, para que te puedan leer, alguien te edite lo escrito.
Y ahí es donde está lo difícil.
Mucho podría hablar yo de la edición de los textos de otros, que lo empecé a hacer en el año 1966, cuando el Pa Naranjo, a la sazón subdirector de la Escuela Menor con el Pa Huarte, me encargó la dirección de aquel periódico mural aperiódico que se llamó Pantalla.
Y eso de editar es lo que he seguido haciendo en los últimos 36 años.
Así que quede bien claro que sobre la edición de los textos de otros, como los que hoy Mariano nos ha traído, podría yo estar hablando rato largo.
Pero por no alargar este acto lo voy a dejar para cuando presentemos el tercer libro de la Colección El Tomillar, que se llamará El álbum de las fotos. Y que será, lo habéis adivinado, un álbum de fotos. De las nuestras, un millar de imágenes de los años sesenta, cuando nuestra vida todavía era en blanco y negro, como ese hábito tan próximo al que tan bien cantó el Pa Guervós.
Salud a todos.
Lalo F. Mayo
Un servidor leyendo los folios de Lalo.
5 comentarios
Mariano Estrada -
Luis Heredia -
jose ignacio -
Muy bonita la introducción y muy concisa y precisa, como todo lo tuyo.
Sentí no veros a Rosa y a ti en la presentación del libro. Ya me explicó Mariano el motivo y fue una pena.
Te remití correo hace unos días.
Un abrazo,
lalo -
Otra vez obraré en consecuencia.
Salud
joaquin lopez-malla ros -