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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

El verano de EL ÁLBUM

El verano de EL ÁLBUM

Si alguien me pidiese un resumen de lo que hemos hecho durante este año 2014 el grupo de antiguos compañeros de la Virgen del Camino, sin duda, y en primer lugar, destacaría la edición del tercer volúmen de la colección el Tomillar "EL ÁLBUM DE LAS FOTOS".

Creo que es un buen equipaje con el que viajar hacia el  nuevo año.

Yo lo definiría como "El año del ÁLBUM". Buena cosecha.

El día que entregué a mi querido Maxi Trapero su ejemplar del ALBUM DE LAS FOTOS le pedí que me contase su primera impresión, su parecer y comentario, objetivos y desapasionados. Aquí os los dejo.

 

 


 

Querido Josemari:

No voy a repetirte aquí las cosas que digo sobre el libro de mi verano, de tan estupenda lectura como estupendo ha sido el largo verano. Aquí te adjunto el texto, y de él puedes hacer lo que mejor creas, publicarlo entero o reducido. Tú me pediste cuando me entregaste el libro que escribiera algo sobre él y así lo he hecho, por cumplir "la orden" y porque me apetecía mucho explicitar la gran satisfacción de su lectura. 

Un fuerte abrazo, 

Maxi Trapero, curso del 56

 


 

El verano de El Álbum

 Hay veranos que se recuerdan por los libros que se han leído. Eso al menos me pasa a mí. No todos, claro, pero sí aquellos en los que esos libros ocupan espacios largos, despiertan emociones intensas y dejan memoria perdurable. Recuerdo, por ejemplo, que el verano de 1968 fue el de Cien años de soledad. Vivía yo entonces en Tenerife, estaba terminando la carrera de Filología y el profesor de Literatura Hispanoamericana nos lo había recomendado fervientemente. Y me marcó, cómo no: aquel verano de 1968 estará marcado para siempre en mi memoria por un libro memorable. Otro fue el de 1985. Vivía ya en Las Palmas y la playa de las Canteras se había convertido en el lugar ideal para la lectura en las largas tardes del mes de agosto y primeros días de septiembre: aquel fue el verano de La Ilíada y de La Odisea. Tarde llegué yo a esos dos libros fundamentales, que no he dejado de releer desde entonces, pero las lecturas llegan en el momento oportuno, ni antes ni después, cuando la predisposición está en el momento justo de sacarles el máximo provecho. Otro verano inolvidable fue el de 2009, vinculado para siempre a un libro que todos conocéis, La vendedora de globos, que me deslumbró, claro, hasta el punto de que de inmediato escribí a su autor, a un para mi entonces desconocido Isidro Cicero, diciéndole que hacía mucho tiempo que no paladeaba yo la escritura con tal gusto, con tanto provecho; me deshice en elogios, pero no vanos ni gratuitos, sino bien argumentados, como todos vosotros lo habéis hecho también. Tarde llegué yo al conocimiento de la asociación de Antiguos Alumnos Dominicos, alejado como estaba en Canarias y desconectado del todo con la celebración del 50 aniversario del colegio de La Virgen del Camino. Quien me dio la primera noticia de todo aquello fue Daniel Orden Santamarta, nacido en mi mismo pueblo, y conocí entonces el bendito “tinglao” del blog de Josemari, y por él todo lo que ha venido después, que es mucho y bueno.

 

Este verano del 2014 yo lo recordaré por un libro-álbum: El álbum de las fotos de los Antiguos Alumnos Dominicos. Me lo entregó Josemari Cortés un día de mediados de agosto en el Hostal San Marcos de León, aprovechando mi estancia vacacional en mi pueblo. Lo miré, lo pesé, que pesa lo suyo, lo hojeé con fruición, hoja por hoja, al principio atropelladamente, queriéndolo aprehender todo de inmediato. No pude, claro: tan grande y tan denso es. Buscaba momentos despistados de mi tiempo y volvía y volvía sobre las fotos, antes de empezar a leer, en serio y de seguido, los textos. Y así acabaron mis vacaciones en Gusendos, pero el libro me acompañó después a Lanzarote, también a la isla de El Hierro, la más pequeña y desconocida de las Canarias, y continué con su lectura en las tardes lánguidas y lentas de Las Canteras en Las Palmas. En todos esos sitios leí capítulos sueltos, pausadamente, recreando una memoria que se iba enriqueciendo de nostalgia y de bienestar. Mas ni siquiera en ellos me llegó el tiempo para acabar con su lectura, de suerte que ha tenido que llegar el otoño para llegar yo al largo, documentadísimo y original colofón de Lalo Mayo. Mejor. Confieso que lo he leído todo, pero todo. Y confieso que he vuelto a vivir. Un verano que se ha excedido del calendario porque este libro no cabía en él.

 

Gracias, Josemari y Lalo. Mil gracias. ¡Qué gran libro habéis hecho! ¡Y qué inmensa gratitud os debemos! En una ocasión anterior había dicho yo que admirable y digna de toda alabanza era la labor de Lalo Fernández Mayo, que lograba libros bien hechos y bellos, siendo tan difíciles de hacer, y con los mínimos medios económicos además, pero que no se me ocultaba que antes-en-y-después estaba también la mano de Josemari y su labor recopiladora, coordinadora, animadora... Y vuelven a demostrarlo ahora en este tercer libro de la Colección Tomillar de una manera más rotunda y plena. ¡Qué difícil meter mil fotos en un libro -qué número tan redondo-, cada una con su comentario pertinente, cada una en el epígrafe que le corresponde! ¡Y qué sabia organización de los contenidos en esos 11 capítulos que nos hablan de todo lo que en aquel colegio de nuestras infancias y primeros años de juventud pasaba! Ahí está todo. Bueno, todo no, porque ningún libro puede contener el universo entero, complejísimo y cambiante de dos o tres generaciones de niños que se hicieron hombres.

 

¡Y cómo Josemari y Lalo han logrado atraer la atención y la opinión de nombres que estaban dispersos en profesiones y lugares lo más dispares durante más de 50 años! Y sus voces se han juntado para recrearnos un panorama de vida que reconocemos como propio, porque propio nuestro fue. Claro que me gustaría destacar determinados textos que a mí particularmente me han gustado y conmovido de manera especial, pero clamarían por la injusticia cometida los nombres silenciados, porque ninguno sobra ni menos desmerece del tono extraordinario que la escritura de este libro tiene. Con los recuerdos de unos y los relatos de otros he recreado yo mi propia memoria olvidada. Y he vuelto a vivir. A sobrevivir como dice un antiguo alumno en un largo texto que me ha impresionado. Porque no es lo mismo memoria que recuerdo: la memoria es solo cosa de la inteligencia, mientras que el recuerdo pasa por el corazón. Por eso se dice que recordar es volver a vivir. Con este libro se me han hecho presentes caras y acciones que tenía perdidas, en el desván de la memoria, en la papelera de reciclaje que algunos dicen. “Fármaco de la memoria” dijo Platón que llegaría a ser la escritura. Y bien que Lalo y Josemari nos han hecho una memoria de papel con este libro impagable. Lalo y Josemari y todos los otros nombres que aparecen en el índice como autores de algún texto. Y aun también los que solo aparecen en fotografía, que ya se sabe que cada una habla por mil palabras.

 

¿Cuántos nombres aparecen firmando los textos de este libro, bien sean los largos o los medianos, o los simples pero enjundiosos pies de fotos? 147 he contado yo, cierto que algunos repetidos. ¿Y qué porcentaje representa ese número frente al conjunto de los 2.403 alumnos que según suman las relaciones de cursos pasaron por La Virgen del Camino? Poco importa eso. Más me preocupa el número de alumnos que aún no se han enterado de la existencia del blog ni de la existencia de estos tres libros del Tomillar que retratan y recrean un periodo fundamental de nuestras vidas. Por supuesto que respeto a quienes sabiéndolo no han querido acercarse a esta fuente riquísima de emociones (y los hay, me consta), pero lamento que haya todavía, después de 7 años de blog (eso dice la contraportada), personas que habiendo sido protagonistas de esta historia colectiva no sepan todavía que su historia personal está ya escrita, y muy bien escrita.

 

Recuerdo agradecido, satisfacción mayoritaria y orgullo recobrado son los tres pensamientos que sobresalen y se hacen más comunes en las valoraciones de nuestra estancia en el colegio de dominicos de La Virgen del Camino. Que sean estas tres las valoraciones, y que sean tan unánimemente repetidas, dice mucho de lo afortunados que fuimos. Disminuidos quedan los pecados y las fallas de algunos frailes, que los hubo, ya lo creo que los hubo, y los sinsabores y los recuerdos tristes de un sistema de una época hoy parecida imposible. Pero así nos fue. Y hoy, gracias a este libro, el periodo aquel de nuestras vidas, que vivía mortecino, recobra fortaleza y se erige en pilar fundamental sobre el que se asentó después la vida profesional de cada uno de nosotros. “¡Qué vívidos y extraños / se me muestran, desde esta edad madura / aquellos tiernos años...!”, repito yo con quien ha sabido poner en verso y en estrofas extrañamente clásicas el dulce recordar de nuestra infancia.    

 

Por lo que a mí respecta, diré que “me ha conmovido hasta la blandura” poner los ojos sobre estas mil fotos y leer estos textos que Josemari y Lalo han recopilado y nos han regalado con tanto beneficio. Y si no digo el nombre del autor de esta atinada expresión es porque todos saben o imaginan quien es, pues tan acostumbrados nos tiene a convertir el lenguaje en maravilla literaria. Pero sí diré que mereció la pena que el verano de este año llegara tarde y se prolongara en mi caso hasta más allá del comienzo del tardío. 

 

Maximiano Trapero

2 comentarios

Vibot -

Maxi, suscribo todo lo que dices, especialmente lo referente a Lalo, pues a Josemari creo que se lo hemos dicho más veces. Mi amistad con Lalo crece de día en día y admiro su trabajo minucioso, profesional, pleno de ideas de buen tipógrafo creativo, siempre desinteresado y de una generosidad y simpatía constantes e infatigables.
Todo lo que se diga es poco.
Gracias, querido Lalo, una vez más.
Y a ti Maxi, por esta y por todas tus intervenciones, te lo tenía que haber dicho antes.

inocencio fernández menéndez -

Maxi Trapero.
No te recuerdo,pero hemos compartido muchos días por la paramera de La Virgen del Camino
Yo soy del 1955,vine de Corias ,verde y entre montañas,donde no se veía el horizonte.Y llegar a La Virgen,donde el horizonte era infinito,las casas de adobe,las norias...Abandoné ese camino en Salamanca,pero siempre he estado muy unido a esas tierras,siempre he vuelto,en especial cuando vivía el P.Eustoquio Hospital del Amo,compañero bien querido y fallecido en plena labor.Asistí a la celebración del 25 aniversario del Colegio y también al 50 aniversario y a esta por casualidad y me explico...paseaba en el mes de Agosto de ese año por los jardines del centro de La Coruña y veo en el palco de la música a un fraile domnico,le pregunto que hace Vd.aquí...pues mire, voy a celebrar la misa del día de León en La Coruña con motivo de las fiestas del día de León
en la ciudad y he traído una imagen de La Virgen del Camino.Me dijo que era el prior de La Virgen y que el mes de Octubre se celebraba en La Virgen el 50 aniversario del Colegio y allí me planté.
Fue algo fantástico ver a gentes que la última vez que nos vimos,éramos adolescentes y en ese momento,ya casi ancianos.El P. Arias,P. Casquero y tantos otros profesores.Ver unos chopos u olmos,al borde del vallado,que plantamos Xuaco de Corias y yo en 1959...estaban allí,vivos y explendorosos.La magnífica organización del acto de los compañeros de León...fue muy emotivo.
Pasado el tiempo conocí a LALO,un leonés que ejerce de gallego,y me comentó el libro que estaban preparando y los que habían ya editado de los que no tenía ni idea.
Me parece magnífico tú comentario al LIBRO por orden del prior,que para eso prior.
Hoy,31 de Diciembre de 2014.
FELIZ AÑO 2015.