Blogia
Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

LA VIRGEN LLORA A UNO DE SUS BENEFACTORES

LA VIRGEN LLORA A UNO DE SUS BENEFACTORES

EL MECENAS DISCRETO

 

Mañana viernes día 30, a las 7 de la tarde, se celebra el funeral por su eterno descanso en el Santuario de la Virgen del Camino.

Antonino Fernández contribuyó a la expansión de la Virgen del Camino durante cuatro décadas, con obras en el Santuario en dependencias de los Domincos, en la empresa Soltra y en el albergue de Peregrinos (antigua recreación de la escuela menor).

Asomado al balcón de la suite Quevedo, la habitación más suntuosa, elegante y cara del Parador de San Marcos, solía mirar cada mañana en dirección a La Virgen del Camino, foco de sus ilusiones. El recientemente fallecido Antonino Fernández amanecía en sus visitas de varios meses al año a León en una cama con dosel, reservada también a los reyes de España. El pórtico de entrada al que se abre la habitación, quizás, simboliza el carácter de este leonés, nacido en Cerezales del Condado en 1917, ya que sobre su cabeza se sitúa la denominada escultura en piedra de La Fama, como si de un designio se tratase, y a los lados se extienden las virtudes de la templanza, la fortaleza y la justicia.

Muchas casualidades para un hombre que llegó a dirigir con mano firme a 50.000 empleados, que popularizó la cerveza Coronita por el mundo y que se prodigó en obras sociales. Aunque acumuló una de las mayores fortunas de México, era, sin embargo, un rico atípico. Sencillo y humilde, se enfundaba un chándal para pasear a orillas del Bernesga y para subir a la principal localidad de Valverde a diario, donde le gustaba confundirse con los vecinos, visitar a los dominicos y rezar a la Virgen de Guadalupe en su capilla de la Basílica.

La historia de La Virgen del Camino no podría entenderse sin este magnate hecho a sí mismo, que ejerció de mecenas de la localidad durante cuatro décadas aportando varios millones de euros, en armonía con los deseos y la labor emprendida décadas atrás por su tío político, el también indiano Pablo Díez, del que heredó el Grupo Modelo en 1971. Cuentan que aquel emprendedor, pionero en hacer las américas, prometió a la virgen que si triunfaba, «Señora, regresaré y haré algo destacado en este lugar». Y lo cumplió financiando la construcción de una de las obras de mayor envergadura de la provincia: el Santuario, hoy Basílica. En primera fila, bajo un paraguas que sujetaba su mujer Rosario Herrero, el matrimonio asistió a la inauguración de un sueño. Era el 5 de septiembre de 1961 y el obispo Almarcha consagraba ante el mundo el nuevo templo de la Virgen del Camino, que atrae a más de 200.000 fieles cada año.

Su sucesor, Antonino, contribuyó a varias restauraciones de la iglesia, entre ellas, la del campanario de hormigón que se eleva 53 metros por encima del suelo. Gran devoto, no quiso perderse en 2005 los actos del quinto centenario de la aparición mariana al pastor Alvar Simón Fernández. También se hizo cargo de las obras de mejora del antiguo convento de los dominicos y su acondicionamiento como sede de la empresa Solidaridad y Trabajo (Soltra), que arrancó en 2004 y ya da empleo a 250 personas con distintos grados de capacidad. Junto a los servicios de mailing, soluciones integrales de jardinería, limpieza industrial, vending, montajes y mecanizados industriales, la compañía colabora con la empresa Vestas en el justing time o entrega de mercancía a tiempo.

Al pasar la página del florecimiento de vocaciones, el complejo escolar perdió el río de estudiantes futuros dominicos, instalado como una población itinerante en sus aulas y capillas, talleres y campos de deporte. Pero una segunda oleada de programas tomó el relevo, gracias al benefactor, que ideó y pagó la Fundación Soltra. Los antiguos espacios, remozados y puestos al día en exigencias de tecnología y uso, dan cabida hoy a un colectivo de personas con discapacidad física y psíquica. «Si por algo quería ser recordado era por su obra social, por ayudar a los otros, especialmente, a los discapacitados. Cuando le proponías algún proyecto de abastecimiento, alumbrado, o una calle te decía ya lo estudiaré, pero si le planteabas algún tema solidario, sus ojos brillaban y enseguida comentaba: adelante», recuerda el alcalde de La Virgen, David Fernández. Fruto de esa colaboración nació también en 2006 el albergue de peregrinos Don Antonino y Doña Cinia, con capacidad para 40 personas en 20 literas. Su coste, de 300.000 euros, fue financiado íntegramente por este gran mecenas y su uso cedido al Ayuntamiento, que es quien lo gestiona actualmente.

De gustos sencillos, Fernández también rememora que los platos favoritos de don Antonino, como le llaman en La Virgen, eran la carrillera y los callos. «No debería, pero un día, es un día», solía comentar. Paciente y amable, el regidor sólo le vio un día muy enfadado, cuando un hostelero le trajo una cerveza Coronita con medio limón dentro. «Es una ofensa para México y por extensión, a mí. Lo de colocar el limón lo inventaron los americanos para, según decían, desinfectar la botella, ya que creían que los mexicanos no eran limpios, así que imagínese la ofensa», comentaba.

Algunos hechos han engrandecido la leyenda de Antonino Fernández, entre ellos, que sobrevivió al disparo que le atravesó la femoral de la pierna derecha, cuando fue secuestrado en México por el grupo armado Liga Comunista 23 de septiembre en 1977. Llevaba la cicatriz del tiro cosida a la piel. «Como los toreros», repetía orgulloso. No olvidaba lo que le dijeron en Estados Unidos, adonde acudió para que comprobaran la arteria: «De diez millones se salva uno, y ése es usted». Uno de los 13 hijos de un labrador (experto en el cultivo del garbanzo, que tanto se sembraban en los campos leoneses), su primer sueldo en tierras mexicanas fue de 600 pesos cada 15 días, 100 menos que el resto de los obreros que trabajaban en 1949 para don Pablo en las primeras fábricas cerveceras del Grupo Modelo. A tierras mexicanas había sido llamado por el tío de su esposa, Cinia González Díez, natural de Vegaquemada, en el mismo valle, bañado por el Porma, que Cerezales del Condado y a escasos kilómetros de distancia de su pueblo natal. Se conocieron en una fiesta de la Virgen, se casaron en San Marcelo y cruzaron con éxito al otro lado del Atlántico, a probar fortuna con proyectos nuevos, lo que le llevó a colgar el uniforme de Policía Local. El 16 de enero de 1949, Antonino y Cinia, cuatro años después de haberse convertido en matrimonio, embarcan en un DC3 de Aerovías Guest que aterrizó en México. Hasta llegar a sentarse en los sillones donde se tomaban trascendentales decisiones de empresa, Antonino padeció un intenso master de acomodo a las situaciones. Comenzó trabajando en la Cervecería Modelo, en los departamentos de lavado de barriles y despacho de camiones. Después, un itinerario con jornadas agotadoras, muy pegado al suelo del peculiar mundo de la empresa. El fundador había doblado ya la esquina de los 65 años, y ordenó al sobrino político que asumiera el reto del consejo de administración del Grupo Modelo. Con mando en plaza, empezaba la hora taurina del hombre que iniciaba una incursión legendaria en el universo de las compañías mercantiles, hasta situarlo en la cima del ranking de las grandes empresas mundiales de producción y distribución de cerveza.

Este hombre, que ha compartido mesa y mantel con grandes mandatarios políticos, con banqueros y capitanes de conglomerados industriales, conquistadas gracias a su trabajo, seguía siendo un ciudadano nacido en las orillas del Porma, que ama el arte y la música clásica y disfruta de las tertulias serenas con amigos y familiares cuando aterriza cada verano en el Hostal San Marcos. Por deferencia del Banco Santander, del que era accionista muy destacado, le facilitaban escoltas y un vehículo blindado. Como en el caso de Don Pablo, su perfil se define también por su empeño en la causa de beatificación de Isabel la Católica (impulsor del Instituto Simancas de la Universidad de Valladolid, y un aula lleva el nombre de Cinia González Díez), y un arco ancho de mecenazgos en los ámbitos de la cultura y de las obras sociales a ambos lados del océano. La Virgen del Camino es uno de esos referentes privilegiados en el afecto de don Antonino. Es, tras los fundadores, don Pablo, padre Aniceto Fernández y monseñor Almarcha, el cuarto hombre de la cosmografía de la localidad y su templo. Toda la cartografía de La Virgen del Camino sigue exhibiendo el perfil de un poderoso foco de espíritu y cultura en lo que hace cientos de años era el páramo leonés. Una calle y una roca de mármol con los nombres de Antonino y Cinia, a la entrada de la Basílica, recuerda a los miles de devotos y peregrinos que cruzan el pueblo el calado de este prohombre en la expansión de la localidad.

 

5 comentarios

Rufino González -

Me alegra ver como en esta intervención se rinde homenaje a la persona y obras de este insigne leonés.
Solo me queda añadir, muchas gracias D. Antonino.
Seguro estará usted en ese "rinconcito" en el cielo que le pedía a la Virgen.

INOCENCIO FERNÁNDEZ MENÉNDEZ -

D.Antonino y su esposa también presidieron el 50 aniversario de la Fundación del Colegio.Yo soy uno de los alumnos de aquella primera promoción,curso 1957-58.
Asistí con emoción a los brillantes actos del 50 aniversario,igual que asistí a los del 25 aniversario.

José luis Alcalde Revilla -

...y yo me uno a vosostros, Carlos Tejo y Luis Heredia, orando con y por Antonino, unido a la interesante lectura del autor del texto maravilloso que me "flipa"...un besito a cada uno porque soy Joséluis, el Besuconcete...

Luis Heredia -

Me uno al comentario de Carlinos Tejo.
Gracias de nuevo a esta familia de benefactores.

Carlos Tejo -

Grande de verdad don Antonino. No sabía gran cosa de él y este artículo define a la persona y a sus ideales. Siendo fruto de las circunstancias que le rodearon y de su trabajo, tuvo, al igual que don Pablo y sra, una visión de mecenazgo social que pocos tienen en cuenta. Ya lo dije con anterioridad, yo me considero algo de la obra de esta familia, y los hay a cientos que ni tan siquiera sabían de su existencia. Gracias don Antonino, gracias don Pablo, gracias doña Cinia, gracias doña Rosario.