MEDITACIÓN DE OTOÑO (Santos Suárez)

Meditación de otoño
Cuando ahora me veo ante el espejo
y me compruebo viejo
añoro la lejana lozanía
de la que presumía, adolescente,
y que luego inclemente
se apartó y me dejó en melancolía.
Se va haciendo verdad incuestionable
que el tiempo es insaciable
y nos roe voraz mientras vivimos
dejándonos en sus acometidas
numerosas heridas
con que mina el vigor que ayer tuvimos.
La grieta, el alifafe, la gotera
campan ya a su manera
por todo mi paisaje sensitivo
desde la coronilla hasta el calcaño,
primero en leve daño
y luego en desgarrón definitivo.
Pudiera hacer mención, no sin tristeza,
a mi propia cabeza
que en nada se asemeja a como ha sido;
hoy parece más bien planicie helada,
baldía y despoblada
de aquel pelo de ayer, negro y tupido.
Sólo el viento sabrá qué fue de aquellos
vigorosos cabellos
que fueron parapeto o talanquera
frente a las inclemencias del invierno
cuando yo, alumno interno
trotaba en una fría paramera.
Mas no resulta menos enojoso
observarme canoso,
y tener que afrontar cada mañana
con dócil sumisión y con templanza
la no grata mudanza
de mi barba, ayer negra y hoy ya cana.
Advierto cómo aumentan al presente
arrugas en mi frente
y compruebo además que nada queda
de la lustrosa piel y su tersura
que por añadidura
también perdió la suavidad de seda.
Me adornan por doquier pecas o manchas
y van siendo más anchas
las bolsas de mi piel. Algún gaitero
irónico y bromista me diría
que con ellas se haría
para su gaita un fuelle, o un pandero.
Y es pena ver que la gentil figura
de delgada cintura
-a la que ayer hacía comparable
con la del más flexible equilibrista-
hoy su gracia no exista
y al abrazo se vuelva inabarcable.
Hoy, pasados los años, me doy cuenta
que también la osamenta
a mil daños tiene abierta la veda
porque fácil se quiebra o se fractura
y, si a veces se cura,
el dolor y el crujido siempre queda.
Así que andando el tiempo ya se espera
que un brazo, la cadera
un hombro, la columna, una rodilla,
se agarroten, se quiebren… o que en suma
los invada el reúma
como invade a un madero la polilla.
Y ya son, por desgracia, habituales
más torpezas y males
que impiden hasta hacer el simple lazo
del zapato, o alzarse de puntillas,
o doblar las rodillas,
o agacharse curvando el espinazo.
Llegados a esta edad tan poco estable
se nos hace impensable
saltar, bailar, correr, subir airosos
unos pocos peldaños de escalera
pues el tiempo no espera
para volvernos torpes y patosos.
Relájanse las partes musculosas
y otras que, vigorosas
ayer, hoy languidecen y declinan
llevadas por la inercia a un precipicio
que ni con ejercicio
vuelven a su vigor ni se reaniman.
Con los años se va perdiendo vista
y sólo un oculista
pudiera reparar ese quebranto
a veces colocándonos anteojos,
aunque el mal de los ojos
del viejo en soledad se llama llanto.
Y también nos acecha la sordera
que como la ceguera
es mal que quien la sufre más se encierra
en el silencio: ese ciego abismo
en que cae uno mismo
al faltarle la música en la Tierra.
Ni siquiera lo más duro perdura,
como la dentadura,
pues termina cayéndose horadada
sin poder por tal causa hincarle un diente
a cuanto está crujiente,
ni gustar una sápida tajada.
Te quitan, además, dulces y grasas,
la sal si te propasas,
el vino y el café que paladeas…
Y todo cuanto está sabroso y rico
lo alejan de tu hocico
y te hastían con caldos y grageas.
Y al verte con atisbos de glucemia,
de colesterolemia,
de tensión arterial, de osteoporosis …
te prescriben el veto a cuanto gusta
mientras lo que disgusta
te lo recetan más y en mayor dosis.
Hete, en fin, encorvado hacia adelante,
con andar vacilante,
midiendo a pasos cortos las aceras
sin poder dar mayor zancada o tranco
y demandando un banco
donde, urgente, apoyar las posaderas.
De manera que ni por animosos
o muy voluntariosos
que intentáramos ser ya no tenemos
ni ganas, ni pasión, ni autonomía
ni vigor o energía
para vivir la vida que queremos
Y no sólo son fallos corporales
nuestros únicos males,
por los que nos sentimos ser ya viejos;
otros más hay que progresivamente
mellan el alma o mente
y van, con los del cuerpo, muy parejos.
Ver que el destino ya se va cebando
cruel con nosotros cuando
sin piedad nos hace ser testigos
de penosas ausencias no queridas
al llevarse las vidas
de muchos que quisimos como amigos.
Pues no pocos de aquellos que nos vimos
siendo niños y fuimos
florecido temblor de adolescentes
-acompasando sueños y latidos-
hoy los sentimos idos
y ya sólo en la pena están presentes.
Vejez que, maquinal como una noria,
nos traes a la memoria
-verdecido- el ayer que disfrutamos
y el sabor de los goces que bebimos
por qué nos afligimos
cuando ya, viejos hoy, los recordamos.
Desazón da pensar que todo aquello
pasó como el destello
de una estrella fugaz que cruza errante
la grandiosa extensión del éter puro
y en el espacio oscuro
brilla sólo una vez… sólo un instante…
Sentirse a veces ser con honda pena
como reloj de arena
que raudo va dejando caer suelta
la ya última parte de su carga,
¡ y que nadie se encarga
de frenar ni tampoco darle vuelta…!
Ver cómo con la edad nuestra existencia
se abrevia; y la conciencia
da en sentir ya la merma de la tarde
sin saber del destino que le importa;
y ver la mecha corta
que se consume más cuanto más arde.
¿Es tributo a pagar por cumplir años
esta suerte de daños...?
No debiera la cruel naturaleza
dejarnos en descuido, a nuestra suerte,
aguardando la muerte
atados al dolor y a la tristeza.
No encuentro estoico fiel que con decoro
viva tal deterioro
sin tener como ancla la esperanza
de otra vida mejor y más dichosa
que no le falte cosa
y supla lo que en esta no se alcanza.
Cierto debiera ser que exista un cielo
en el que tanto anhelo
humano por vivir fuese cumplido
y encontrase por fin, feliz, la puerta
a la visión, ya cierta,
en torrente de luz nunca extinguido
¡Ah, si al menos al fin, tras este viaje
por terrenal paisaje
-cuando ya del vivir se agote el plazo
que prolongarlo un punto más no puedo-
lograra, ya sin miedo,
sentir la piel de Dios en un abrazo…!
13 comentarios
Santos Suárez Santamarta -
Fernando y Baldo me hacéis la observación de que el hecho de cumplir años no es, ni tiene por qué convertirse en una condena o un estado de permanente queja. Puede ser un tiempo de disfrute, de conocimiento reposado, de estabilidad emocional, de mayor capacidad de apertura y sensibilización, de mejor comprensión y más ajustado juicio de cuanto nos rodea . Así lo pienso yo también y hasta cierto punto lo experimento. En ninguna otra etapa de la vida, creo yo, se ven las cosas con la perspectiva que nos dan los años ni se obtiene tal manera placentera de ser, de estar y de producir.
Pero, eso sí, siempre que hagamos el viaje al menos en clase turista o, mejor aún como dice Fernando- en primera clase. No digamos nada si tuviéramos la suerte, como algunos la tienen, de que su naturaleza les obsequia con atenciones VIP: libres de cargas, de preocupaciones, de achaques y de dependencias.
Pero esto no suele ser frecuente. Aunque el otoño pueda ser plácido y dilatado, no podrá suprimir la crudeza del invierno que siempre termina llegando, con la merma de energía, con el quebranto de la salud, con la pérdida de apoyos vitales, que dice Pedro, con la disminución de autonomía, etc.
Y también sería conveniente, Baldo y Fernando, que hasta tanto esta situación no llegue, no debiera inquietarnos.
Muchas gracias a cuantos habéis prestado atención a estas estrofas y habéis dejado aquí vuestra opinión
Javier Cirauqui -
Eres un gran poeta, se te puede confundir con cualquier poeta clásico y mejorarlo.
Un fuerte abrazo.
Javier.
Joaquín Urbano -
Tu poema ha sido valorado y en algunos aspectos cuestionado, eso si, con buen talante.
No seré yo quien efectúe comentario alguno que altere las razones, mensaje y formas del autor.
Me siento identificado en tu poema. Lo dicho, una gozada.
Un abrazo. Joaquín Urbano.
Luis Carrizo -
Yo sé que hoy no tocaba apuntar las ventajas, pocas o muchas, que los años nos aportan. Fernando Box lo insinúa y Baldo lo consigna con pelos y señales. Yo, por mi parte, tengo interés en poner otro granito en esa balanza de las ventajas. En el prólogo al lector de la segunda parte del Quijote, Cervantes se defiende de que el autor del Quijote apócrifo lo tilde de viejo con estas precisas palabras: "hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los años".
Cuando escribas tu segunda parte de este bello poema (la de las cositas buenas), no dejes de anotar esta mejora del entendimiento que acabo de señalar. No puedes negarla porque en tu caso se manifiesta de forma tan evidente como esa calvicie de la que nos hablas tan ingeniosamente. Por cierto, ¿esos pelos que te faltan no te los habrás arrancado a ti mismo para acompañar con ese gesto la frase "pelillos a la mar" que tantas veces has pronunciado a fin de apaciguar los ánimos siempre excesivamente exaltados de la juventud?
Pedro Sánchez Menéndez -
Gracias por tus versos. Pedro
Baldo -
Teniendo en cuenta las vertientes vitales que te he señalado, con sus valores y contravalores, ¿te cambiarías por el que fuiste en tu juventud?
A pesar de las pegas que te he puesto, nada mengua la gran valía de tu poema. Además sabes, Santines, que te sigo valorando y queriendo como a pocos. Baldo
Baldo -
1. VIDA ECONÓMICA. ¿Te acuerdas cuando llegamos a la paramera aquel 6 de octubre de 1958? ¿Cuántos pantalones, zapatos, jerseys, albornoces-gabardinas traíamos tú y yo? ¿Tiene algo que ver la economía de entonces con la de ahora? Y no me refiero solo a los dividendos que tienes en comandita con el Pitu y con el paPedro en el banco Sabadell, sino a todos los bienes y servicios públicos de los que disfrutamos.
2. VIDA COGNITIVA. ¿Has tenido en el pasado conocimientos con más poso, peso y hondura que ahora.
3. VIDA ESTÉTICA. Tu poema de hoy es una pequeña parte de toda la vida estética tuya y de la que te rodea. ¿Lo hubieras confeccionado con la misma belleza en las redacciones que le entregabas al pLanz Yoldi de Mendigorría y del Valle de los Caídos?
4. VIDA RELIGIOSA. ¿Qué tiene que ver la vida religiosa llena de certezas, escrúpulos, pecado y formalismo que te inculcaron el pSama, el maestro de novicios y los maestros de estudiantes que tuviste con la religiosidad teñida de dudas y de escepticismo, al mismo tiempo que de confianza y ternura, que expresqw en las dos últimas estrofas. No me dirás que no media un abismo.
5. VIDA LÚDICA. Aquí me callo.
6. VIDA ÉTICA. Entre los valores éticos sobresale la justicia. No me digas, hermanos querido, que tú ahora, con tu experiencia, tienes de la justicia y de la injusticia a nivel mundial la misma que aprendiste en Salamanca. (Tómate un descanso y continúo en el siguiente)
fernando muñoz box -
No puedo criticar la forma, porque se puede decir que es un hacha. Pero sí me atrevo a criticarle un poco el fondo.
Antes de hacerlo quiero desde aquí agradecer a todos los que me han felicitado por mi cumpleaños. Tanto en el blog como en el Facebook que es lo que priva. No importa cumplir años, cuando uno ve que dejó huella y que ya ha cumplido algo de lo que la vida nos exige a todos. Que le quieran a uno y le agradezcan algo de lo que intentó hace 50 años no es ninguna tontería. Es una de las mejores cosas de nuestra vida.
Y ahora paso a mi crítica del fondo. Todo lo que dice Santos es acertado y se cumple, pero ya sabéis que las estadísticas son traidoras y no todo se cumple en todos, ni con la misma probabilidad
Yo con mis 83 años me siento más joven que el anciano que aparece en su retrato generalizado. Y me siento más joven porque estoy más joven. Y no digo: Gracias a Dios porque ello me recuerda aquella reseña de un periódico a raíz de un accidente de tren en el que se podía leer: Gracias a Dios no hubo víctimas entre los pasajeros de 1ª clase.
Si yo disfruto de ciertos privilegios, no quiero que otros puedan sentir celos por el hecho de que a ellos no les haya mirado tan benignamente como a mí. El misterio tremendo de nuestras creencias es por qué Dios permite el mal en el mundo, la muerte de los niños, la maldad de ciertos hombres, el maltrato a las mujeres, la insolidaridad con los desplazados, etc., etc.
El que yo viaje, y siga mi viaje en 1ª clase, a veces me avergüenza, a veces me fascina.
A todos los que se acercan al blog un abrazo muy fuerte.
Josè García Gómez -
Josè García Gómez -
francisco hermoso de mendoza -
Luis Heredia -
Delicioso¡
José luis Alcalde Revilla -
joseito chiquitito, el alcaldito