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PODER, LEY, JUSTICIA Y GRATUIDAD (Por Baldomero)

PODER, LEY, JUSTICIA Y GRATUIDAD (Por Baldomero)

Relaciones de poder, regladas, de justicia y de gratuidad

 Eladio Chávarri, OP  - Baldomero López

 

    Entre Isabel y Josemari el Furri, por ejemplo, pueden establecerse cientos de relaciones: como amigos, como mujer y hombre, como esposos, como aficionados a tal o cual deporte, como miembros de una misma o de diferente religión, como ciudadanos de León, como consumidores, como ama de casa y jubilado, etc. Muchas de estas relaciones se entrecruzan, se superponen, se contraponen o se refuerzan. Ahora bien, si la relación no es entre dos, sino entre tres, cuatro, cinco o más individuos, la complejidad se va multiplicando geométricamente. Tenemos que hablar, entonces, de una red de relaciones; casi mejor, de una maraña.

 

    De la densa y gigantesca red o maraña de relaciones que el ser humano puede establecer con sus semejantes, nos fijaremos en cuatro tipos, a los que denominaremos respectivamente relaciones de poder, reguladas (regladas, legales), de justicia y de gratuidad. Dichos tipos, a su vez, están presentes en una gran cantidad de relaciones humanas. Y así –volviendo al ejemplo inicial–, las relaciones de Isabel con Josemari como amigos, como mujer y hombre, como esposos, etc., pueden ser al mismo tiempo relaciones de poder, regladas, justas o gratuitas.

 

    Hemos escogido estos cuatro tipos de relación porque, debido en parte a su casi “omnipresencia” en las demás, tienen la ventaja de mostrar con mucha claridad el grado de humanidad/inhumanidad que hay en las relaciones humanas, como veremos enseguida.

 

1.    RELACIONES DE PODER

 

1.1.    Entendemos por PODER el privilegio que uno tiene de determinar la acción de otro en contra de su voluntad

 

    “Determinar” significa “obligar ineludiblemente a otro”; éste no puede evitar por ningún medio la imposición que recibe. Pues bien, lo específico de esta relación es que quien tiene el poder determina las acciones o inhibiciones (no obrar) de otras personas y además lo hace en contra de la voluntad de éstas.

 

1.2.    El poder tiene tanta fuerza porque posee capacidad para dar, quitar o negar valores importantes

 

    ¿Qué cosas no estamos dispuestos a hacer para conservar la vida, para no perder la salud, la amistad, el trabajo, la hacienda, el prestigio, la fama, la familia o la libertad, valores tan importantes para nosotros? De ahí que no sólo practican el poder ésos que llamamos “poderosos”, sino que cualquiera de nosotros puede ejercerlo a diario con aquellas personas a las que está en nuestras manos dar o quitar valores importantes para ellas. Pensemos, por ejemplo, en el poder que está ejerciendo un hijo con sus padres cuando los “chantajea”, amparándose en el cariño “instintivo” que éstos le tienen. Utilizar la expresión “porque me da la gana” para justificar cualquier conducta es signo inequívoco de que está ejerciendo el poder, y nada más.

 

1.3.    Las relaciones de poder son en sí mismas infrahumanas, deshumanizadoras, porque no tratan al ser humano como libre 

 

    Los animales se rigen por relaciones de poder y sólo por ellas. Si no existieran entre los humanos nada más que las relaciones de poder, nuestra vida no superaría a la de los animales. ¿Por qué? Porque el ser humano es esencialmente libre, y precisamente el poder no le permite elegir y decidir sobre sus acciones. Por eso el poder degrada al ser humano, lo devuelve a estadios prehumanos.

 

    ¿También deshumaniza el poder si se utiliza contra terroristas, ladrones, asesinos, violadores o simplemente para hacer que un niño estudie, que un joven no se drogue, etc.? También. Aunque en estos casos es un mal menor inevitable, no por ello deja de ser un mal para la especie humana, que ha recibido de la Naturaleza la capacidad para practicar otro tipo de relaciones muy superiores.

 

1.4.    ¿Por qué cultiva tanto la relación de poder el hombre de la sociedad de consumo?

 

    Para convertir a los seres –también a los seres humanos– en valores biopsíquicos o económicos, se necesita ejercer sobre ellos el poder. No hay otro modo.

 

2.    RELACIONES REGULADAS O REGLADAS O LEGALES

 

2.1.    La relación regulada o reglada es aquella conducta que está basada y organizada sobre reglas o normas

 

    La comunicación, el juego, la ciencia, el trabajo, la diversión, la oración, la pintura, etc. son conductas que están sometidas a miles de reglas, explícitas o implícitas; son relaciones regladas.

 

2.2.    La regla expresa el salto desde la INDIVIDUALIDAD a la COMUNIDAD humanas

 

    La regla es el fundamento de la conducta social, es decir, que hay comunidad sólo cuando existen reglas, y hay reglas cuando existe comunidad. No sería posible la comunicación, por ejemplo, si no existieran reglas para el uso de signos. Ciertamente no fue primero la regla y después la comunidad, sino que ambas se exigen mutuamente. Podíamos decir que la regla –junto con el concepto y el instrumento– son básicas para organizar la comunidad propiamente humana. La relación y la cooperación en los animales están fijadas de antemano por el código genético; no está dirigida por reglas que ellos se den a sí mismos.

 

2.3.    La conducta reglada supone un gran desarrollo de la inteligencia

 

    Conducir un coche, por ejemplo, supone tener presentes muchas relaciones a la vez: relaciones consigo mismo (qué pericia tengo, cuál es mi estado orgánico y psíquico, etc.); relaciones con el coche (qué potencia tiene, qué velocidad es la adecuada para que no se deteriore, cuánto me costó, en qué estado se encuentra, etc.); relaciones con los demás pasajeros (que vayan cómodos y no se mareen, que no tengan miedo, etc.); relaciones con otros conductores (peligros de adelantamiento, de cruce, tráfico intenso, etc.); relaciones con los peatones (pasos de cebra, semáforos, peligros de invasión de la calzada, etc.);  relaciones con la carretera (si es autopista o no, si tiene curvas o es recta, si hay baches o el firme es bueno, etc.); relaciones con el medio ambiente (si es verano o invierno, si es de noche o de día, etc.); y otras más. Pues bien, las normas de tráfico han sido creadas para que todas las relaciones que hemos señalado funcionen bien, sean satisfactorias. ¿Podría conseguirlo el conductor él solo, sin normas? Imposible. Entonces, ¿cuánta inteligencia se requiere para ver que las normas aportan una enorme ayuda a las relaciones humanas? Mucha. Por eso los niños pequeños no son capaces de cumplir las reglas del juego, por ejemplo. Tampoco los adolescentes y los jóvenes son muy dados a respetar las reglas, por lo que se las saltan siempre que pueden. Un pueblo que no elabora normas o no las respeta es poco inteligente.

 

2.4.    La regla elimina el atropello, la venganza y el linchamiento a que llevan las relaciones de poder

 

    Todos pedimos que haya leyes precisas y firmes para evitar los abusos y atropellos del poder. Las relaciones de poder refuerzan el individualismo, el egoísmo de quienes las practican. La convivencia reglada viene precisamente a contener ese individualismo para abrirnos a la comunidad y a todas sus riquezas.

 

2.5.    Las acciones regladas reflejan una clase de obligatoriedad absolutamente nueva: la del DEBER

 

    La Naturaleza sólo conoce el ámbito de la obligación física. Así, por ejemplo, todos los vivientes estamos obligados a comer, beber, surtirnos de energía, etc. También hay algunas reglas que imponen una especie de obligación física; tales son las que van acompañadas del castigo y la recompensa. Parece algo “natural” seguir las reglas para evitar los castigos o conseguir las recompensas.

 

    Pero hay otro tipo de obligación, y que es específica de la regla humana: la obligación relacionada con el TENER QUE, con el DEBER. Este nuevo aspecto de la obligación proviene en parte del respeto al juego establecido, en parte de la lealtad a la comunidad que se ha dado las normas. El alumno que echa “pica–pica” en el asiento del profesor o que hace novillos a diario no suele ser delatado por sus compañeros porque éstos consideran que la lealtad al grupo es el máximo deber. No importa que las acciones vayan contra las normas.

 

2.6.    Limitaciones de la conducta dirigida por reglas

 

    Decimos que las relaciones reguladas significan un importante salto en la evolución. Sin embargo no son el culmen de la perfección humana, ya que ellas mismas tienen grandes limitaciones. Veamos alguna.

 

2.6.1.    Es imposible regular todos los aspectos de la actividad humana

 

    Cuando queremos atajar conductas indeseables, no es raro que pongamos todo nuestro empeño, atención y esfuerzo únicamente en crear minuciosos reglamentos. Comprobamos que éstos no tienen ninguna eficacia cuando se trata de aspectos que son imposibles de someter a reglas. ¿Qué regla puede marcar, por ejemplo, cuánto afecto y dedicación debe tener un profesor por sus alumnos, o cuándo, cómo y cuánto hemos de ayudar a nuestros compañeros?

 

2.6.2.    La regla es frágil porque puede no cumplirse

 

    No es como la obligación física, que necesariamente ha de ser cumplida si se quiere vivir. Además, sabemos de las triquiñuelas que utilizan los abogados para burlar el cumplimiento de la ley apoyándose en las deficiencias o ambigüedades que tiene ésta.

 

2.6.3.    La regla tiene carácter ambivalente, ya que puede servir para alcanzar tanto valores como contravalores

 

    Hay reglas que unen los esfuerzos de una comunidad para realizar tareas nobles (reglas de tráfico, por ejemplo); pero existen otras que se utilizan para cometer atroces inhumanidades. Así, por ejemplo, los mafiosos necesitan de la comunidad de los mafiosos para llevar a cabo sus proyectos, y por eso todos respetan escrupulosamente las reglas establecidas y todos tienen el más alto sentido del deber. Las reglas, en este caso, sirven para fortalecer la maldad de la comunidad de los mafiosos, para hacer que éstos sean cada vez peores.

 

2.6.4.    El poder se apodera frecuentemente de las relaciones regladas

 

    Donde no hay reglas, allí entra el poder a saco e impone su ley del más fuerte. Pensemos, por ejemplo, en la elaboración de alimentos: cuando no hay normas precisas, las empresas del sector no tienen ningún reparo en meter gato por liebre.

 

    Sucede, también, que el poder crea frecuentemente reglas a su medida para fortalecerse y seguir ejerciendo el poder. No son pocos los que afirman que el Estado moderno y toda su normativa legal nacieron como defensa del poder de la burguesía capitalista. De este modo, el poder queda justificado y dignificado, al mismo tiempo que dispone de mayores medios para combatir a los rebeldes.

 

2.6.5.    Las reglas favorecen en demasía toda clase de igualitarismos

 

    Las reglas no saben de peculiaridades ni de diferencias. En la conducta reglada, todos son tratados por igual.

 

2.6.6.    El servilismo a las reglas: dar más importancia a las reglas que a los valores que están detrás de ellas

 

     Las reglas no tienen un fin en sí mismas, sino que están orientadas a conseguir aquellos valores que sin ellas no se podrían alcanzar. Pero a veces se les da más importancia a las normas que a los valores que las originan. Así sucede, por ejemplo, cuando en un colegio se tiene más interés en cumplir la disciplina que en cultivar la buena convivencia o el aprendizaje de los alumnos.

 

2.7.    En pocas culturas ha abundado tanto la relación reglada como en el hombre de la sociedad de consumo, porque la tecnología es acción dirigida por reglas

 

    Hoy la tecnología al servicio únicamente de los valores biopsíquicos y económicos es omnipresente en nuestra Forma de vida. Pues bien, la tecnología es pura acción dirigida por reglas. No se puede construir o usar el aparato más sencillo sin cumplir meticulosamente multitud de reglas.

 

3.    LAS RELACIONES DE JUSTICIA

 

    Si estuviéramos condenados a organizar nuestra convivencia a base de poder y de reglas, posiblemente no lograríamos humanidades muy perfeccionadas. Por fortuna, contamos también con las relaciones de justicia.

 

    Hablaremos indistintamente de relaciones de justicia o de relaciones AJUSTADAS, porque lo justo es lo ajustado, lo perfectamente ensamblado, lo que no sobra ni falta. Si yo debo mil euros a mi hermano, no soy más “justo” con él porque le devuelva dos mil; seré generoso, pero no más justo.

 

3.1.    Se dice que hay relaciones “ajustadas” (de justicia) cuando el fundamento de la relación son las pertenencias propias y las debidas al otro (sus derechos)

 

    Hay relación de justicia cuando yo me relaciono con el Casorvidense, por ejemplo, no como amigo, jubilado, contador de chistes o agnóstico, sino como ser que tiene pertenencias que yo debo respetar; o lo que es lo mismo, como ser que tiene derechos.

 

    Las pertenencias debidas dan lugar a los posesivos mío, tuyo, suyo, vuestro, nuestro. Es decir, cuando hablo de algo mío o tuyo, estoy en el ámbito de las relaciones de justicia.

 

3.2.    La identidad como sujeto de derechos es más o menos rica y extensa según sea el número y la calidad de lo reclamado por la persona como derechos

 

    Lo debido, los derechos de la persona son siempre valores, tales como vida, integridad física, alimentos, vestido, habitáculo, familia, educación elemental, matrimonio, fama, religión, trabajo, salario, diversión, respeto a su conciencia moral, etc. Pues bien, cuanto mayor sea el número y la calidad de los valores reclamados como debidos, tanto mayor y más vigorosa será la identidad personal como sujeto de derechos. Hay a quien le importa un bledo que valores como la limpieza de nuestras calles, la autoestima de las personas, Dios o los dioses, el hablar y escribir correctamente, las relaciones familiares afectuosas o la lógica del razonamiento estén raquíticamente desarrollados en su sociedad, mientras que pone el grito en el cielo si no se le respetan sus valores económicos y biopsíquicos. Ese tal se conforma con pocos derechos, ciertamente.

 

3.3.    La extensión, cuantía y calidad de lo debido a cada uno (derechos) está marcado en gran medida por la Forma de vida en que uno vive (inculturación)

 

    Seguramente hay derechos que perviven en todas las culturas; pero otros muchos, no. Unas Formas de vida proporcionan identidades personales como sujeto de derechos más refinadas y ricas que otras. En principio podemos afirmar que a medida que el ser humano va descubriendo más y más valores, la identidad de la persona como sujeto de derechos se enriquece. Pero no siempre hay evolución ascendente, porque los contravalores son inseparables de los valores y por eso no es raro que aquéllos se impongan y demos pasos atrás.

 

3.4.    Las vías normales de transmisión de derechos han sido la religión, las tradiciones orales o escritas y las leyes

 

    El establecimiento de lo que es justo siempre ha tenido carácter público. Se procura así eliminar lo más posible la arbitrariedad a la que naturalmente tienden los individualismos.

 

    De entre todas las vías de transmisión de lo que es justo, de los derechos, merecen especial atención las LEYES. Hemos de hacer, sin embargo, tres precisiones acerca de la relación entre la justicia y las leyes. En primer lugar, que la ley no siempre expresa derechos, sino que en muchos casos es una mera regla; tal sucede con multitud de leyes que pueden cambiarse sin que por ello se quebrante la justicia, como, por ejemplo, las leyes de tráfico. En segundo lugar, no todos los derechos tienen su expresión en leyes; por eso muchas personas luchan para que sean recogidos sus derechos en los códigos legales y así obtengan reconocimiento social. En tercer lugar, hay leyes que son contrarias a los derechos de muchas personas; no todo lo que es legal es justo; el nazismo, por ejemplo, fue muy legal.  

 

3.5.    Las relaciones de justicia conllevan un nuevo tipo de obligación: la OBLIGACIÓN EN CONCIENCIA

 

    Hasta ahora hemos identificado tres clases de obligaciones. La primera se refiere a la obligación impuesta por la Naturaleza; las otras dos proceden de la regla (una de ellas tiene que ver con el castigo o recompensa; la otra, con la lealtad a la comunidad). Existe, además, un nuevo tipo de obligación: la obligación en conciencia, la obligación moral. Lo que nos presiona no es el respeto a la regla, o la lealtad a una comunidad –que ambas bien pueden ser de mafiosos–, sino la percepción, el darse cuenta de los derechos que tiene la persona misma.

 

    Un efecto específico de la obligación moral es la necesidad de reparar, de restituir el derecho sustraído. De lo contrario, la injusticia sigue en pie.

 

3.6.    Respecto a las relaciones regladas, las relaciones de justicia son un paso adelante en la evolución

 

3.6.1.    La relación de justicia elimina la ambigüedad de la regla

 

    Ya hemos visto que la regla es ambigua, pues tanto la gente honrada como los criminales pueden respetar estrictas normas de grupo. Sobre la justicia, sin embargo, no pueden construirse comunidades de criminales; se transformarían en gente honesta tarde o temprano. La razón es que la relación de justicia está basada en los valores: lo debido al otro son siempre valores, nunca contravalores. Los violadores no tienen derecho a ser violadores; tampoco los terroristas tienen derecho a ser terroristas. No tenemos derecho a decir lo que nos dé la gana si esto es hiriente para otras personas.

 

3.6.2.    Si la regla fomenta los igualitarismos, la justicia, en cambio, tiene bastante en cuenta las diferencias

 

    Es la persona concreta la que está justa/injustamente tratada cuando tiene/no tiene los valores que le pertenecen. Ahora bien, la persona concreta, la biografía no es tal si no se tienen en cuenta sus diferencias. Así pues, las relaciones de justicia incluyen en sí mismas las diferencias (solidarias) de los que entablan dicha relación. ¿Es justo o injusto, por ejemplo, dar y exigir a todos los alumnos lo mismo, sean sordos u oyentes, estén sanos o enfermos, tengan o no condiciones favorables para estudiar? Evidentemente, no.

 

3.6.3.    Hemos comprobado el notable desarrollo de la inteligencia que se da en las
relaciones regladas. En las relaciones de justicia el salto evolutivo es superior

 

    Sólo seres humanos inteligentísimos fueron capaces de descubrir y promover las relaciones de justicia. Ya no se trata de actuar todos por igual según las pautas de una norma, sino que a cada uno se le exige que obre según sus derechos y que tenga en cuenta los derechos de los otros, derechos ambos que no son matemáticamente iguales en todos los humanos, pues incluyen –como sabemos– las diferencias solidarias que tienen todas las personas. ¿Cuántos hijos son capaces de entender que su madre es justa precisamente cuando no da la misma paga semanal a todos los hermanos? ¿Qué alumno admite como justo que un compañero que ha obtenido una nota media más baja sea calificado en la evaluación con la misma nota que él?

 

3.6.4.    La aparición del deber moral

 

    El deber moral es la obligación específicamente más humana, y está situado en un orden distinto a las obligaciones que imponen la Naturaleza, el poder y la regla. Es tan extraordinario que muchos niegan su existencia o no le dan ni la más mínima importancia.

 

3.7.    Limitaciones que tiene la relación de justicia

 

3.7.1.    Existen muchísimos ámbitos de las relaciones humanas a las que no es posible aplicar la “justeza”, la reciprocidad

 

    ¿Se puede someter a la justeza la relación entre padres e hijos? ¿Es posible formar una comunidad de amigos o de monjes basándose en derechos y deberes iguales para todos? ¿Cabe juzgar o tratar a Dios o a los dioses con la medida de la justicia? ¿Qué justicia mueve a quien entrega su vida por gente que no tiene salud, dinero, conocimientos, belleza, juventud, honestidad, etc.? ¿Qué tipo de justicia es responder al insulto con el perdón? Quien pretenda aplicar la “justeza” a la solución de un conflicto entre padres e hijos, no atajará satisfactoriamente el problema. Del mismo modo, puede ser “justo” suspender a un alumno, pero a veces es mejor ser “injusto” y aprobarlo.

 

    Así pues, la reciprocidad, que es constitutiva de toda relación de justicia, no es adecuada para solucionar muchos problemas de convivencia. ¿Es adecuado aplicar la reciprocidad a la conducta de criminales, terroristas, violadores, ladrones, insolidarios, etc.? Si así fuera, la única justicia posible sería la ley del Talión: ojo por ojo y diente por diente. Pero el ser humano también perdona.

 

3.7.2.    La obligación moral es más frágil que la obligación impuesta por la Naturaleza

 

    La obligación que crea en la conciencia lo debido al otro en justicia es muchísimo menos fuerte que las obligaciones que fija la Naturaleza. Éstas difícilmente pueden eludirse, mientras que la obligación que nos impone la conciencia moral nos la saltamos a la torera con relativa frecuencia.

 

3.7.3.    También las relaciones de poder se cuelan en las relaciones de justicia

 

    Cuando los derechos y los deberes de las personas se reducen a leyes, el poder busca el apoyo de las leyes para justificar sus actuaciones. Así, parece “justo” (legal) que las multinacionales del petróleo suban los precios cuando les venga en gana, mientras que es “injusto” (ilegal) robar unos litros de gasolina a esas mismas empresas petroleras.

 

3.7.4.    En no pocas Formas de vida, la justicia conduce a fuertes igualitarismos

 

    Decimos que la justicia en sí misma tiene en cuenta las diferencias solidarias. Pero en muchos casos no es así, sobre todo en aquellas culturas –como la nuestra– en las que lo debido es fijado casi con exclusividad en leyes. Y las leyes no siempre tienen en cuenta las diferencias, sino que frecuentemente se comportan como simples reglas, por lo que miden a las personas por el mismo rasero. Las leyes iguales (la igualdad ante la ley) crean muchas desigualdades.

 

3.7.5.    La justicia en cuanto tal tiene el peligro de separar a las personas y a las comunidades

 

    En las relaciones humanas de justicia, la identidad de las personas se basa en sus pertenencias (derechos). Ahora bien, los posesivos mío, tuyo, suyo, vuestro, nuestro favorecen la separación de personas y comunidades. En este clima puede imponerse fácilmente la diferencia insolidaria sobre la solidaria.

 

3.7.6.    No aparece con claridad la extensión de lo debido al otro, sus derechos

 

    ¿Cuál es lo que le pertenece al otro? Cada Forma de vida establece cuáles son los derechos y los deberes de sus miembros, pero no hay un patrón absolutamente seguro que marque cuáles son los derechos y deberes humanos.

 

3.8.    Las relaciones de justicia en el hombre de la sociedad de consumo

 

3.8.1. Es muy de alabar la grandiosa institucionalización de la justicia que ha creado el hombre de la sociedad de consumo

 

    La separación de los poderes legislativo, judicial y ejecutivo es una conquista del hombre moderno. La identidad de las personas por los derechos que les conceden las constituciones nacionales y las instituciones jurídicas es muy rica. (Lo malo de todo esto es que muchas de esas maravillosas leyes o no se cumplen o se interpretan en favor a los poderosos).

 

3.8.2. Pero los derechos que se tienen en cuenta (lo mío, lo tuyo, ...) se reducen a valores biopsíquicos y económicos

 

    Cuando el núcleo valorativo está formado por los valores económicos y biopsíquicos, las pertenencias debidas son casi únicamente las propiedades económicas que uno tiene. Es ésta una identidad paupérrima porque no se presta atención a otros muchos valores que también son debidos a las personas. ¿Quién reclama como “suyos” la salud ambiental, la corrección del lenguaje, la religión, el buen orden social, la limpieza de la clase, etc.? Además, sabemos que las diferencias económicas se vuelven con facilidad insolidarias.

 

3.8.3. Casi la única justicia que funciona es la reivindicativa

 

    Si la identidad y la autoestima en nuestra Forma de vida se miden por la cantidad de valores económicos y biopsíquicos que cada uno tiene, lo más lógico es que uno acapare para sí estos valores y que no los reparta. En este contexto de egoísmo, la única justicia que tiene cabida es la reivindicativa de los derechos propios; nunca, la justicia de los deberes para con los derechos de los otros (justicia distributiva). Sabemos, además, que sólo se da algo a quien protesta y puede acarrear problemas, o al que dispone de un buen asesoramiento jurídico. El que no tiene capacidad de presionar porque es pobre, analfabeto o débil, ve cómo no se respetan ni sus más básicos derechos.

 

3.9.      Casi toda la teología cristiana se ha construido sobre la justicia como última instancia

 

   Cualquier teólogo me contradiría inmediatamente esta afirmación que acabo de hacer, y diría que el tratado de la gracia ocupa media carrera de teología. Tiene razón, pero, en la práctica, la gracia se ha visto –y se sigue viendo– como justicia. El que la hace, la paga; tanto haces, tanto recibes; y frases por el estilo. El purgatorio ha sido la mayor fuente de financiación del clero: hasta sacar un alma de allí había que restituir la justicia que incumplió, para lo cual había que hacer una fuerte inversión en misas, responsos, exvotos, peregrinaciones e indulgencias. La parábola del rico epulón y el pobre Lázaro es una historia ejemplar, y, al igual que las parábolas, invita a la conversión y a obrar bien. Pues bien, el obrar bien al que se refiere este relato es la justicia: tanto das, tanto recibes. Ni más ni menos. Como la justicia no suele cumplirse en este mundo, porque los poderosos imponen su propia ley y su poder, ha surgido un sentimiento en casi todos los pueblos de que tiene que haber un más allá donde un juez supremo dé a cada uno su justo merecido. Se desea y se espera que este juez sabio, poderoso y ecuánime del otro mundo invierta los destinos o las suertes de las personas, precisamente para restablecer la justicia: el que ha sido pobre en este mundo, será rico en el otro; mientras que el que ha abundado en la riqueza aquí, padecerá en el más allá una vida de tormentos y de privaciones. La parábola es un ataque a las injusticias perpetradas en el mundo por la distribución desigual de la riqueza, y, al mismo tiempo, una llamada a que los ricos se decidan a repartir con todas las víctimas de la indigencia; por la cuenta que les tiene. Hasta aquí, en esta narración sobre la justicia no hay nada especialmente cristiano.

 

4.    MÁS ALLÁ DE LA JUSTICIA: LA GRATUIDAD (HOY LLAMADA MISERICORDIA)

 

4.1.    La gratuidad no está condicionada por la respuesta del otro

 

    La gratuidad es dar y darse sin esperar recibir. Es cierto que, a la larga, la gratuidad suele proporcionar un enriquecimiento recíproco, pero la gratuidad no se mueve por la respuesta del otro; ésta puede faltar o incluso ser negativa.

 

4.2.    La gratuidad impulsa a relacionarse con las personas tal y como son, es decir, a valorar a las biografías positivamente y a tener en cuenta sus diferencias o peculiaridades

 

    En las relaciones gratuitas, lo que reclama nuestra atención, según E. LEVINAS, es el “rostro del otro”. Un “rostro” ajado o brillante, henchido de amor o de odio, noble o miserable, triste o alegre, harto o hambriento, lleno de luz o de ignorancia, necesitado de cariño o de dinero, amigo de hablar o de escuchar, triunfador o fracasado, embriagado o cuerdo, es decir, un rostro valioso y diferente, peculiar.

 

    El “rostro del otro” no permite tratarlo bajo universales solemnes tales como “el ser humano”, “el ciudadano”, “la persona”, “el alumno”, “la mujer”, “el asturiano”, etc. Los universales borran las diferencias individuales, que sin embargo son las que más importan a la gratuidad. Los universales tachan sencillamente los rostros de las biografías o individuos; de este modo resulta muy fácil y cómodo volverles la espalda, porque, absorbido por el universal, el “rostro” ya no te reclama. Los universales representan muchas veces astutas huidas. En las relaciones reguladas y de justicia los procedimientos de universalizar, de no tener en cuenta las diferencias, son frecuentísimos. 

 

4.3.    La conducta gratuita no se adapta a pautas fijas de actuación; simplemente, las supera

 

    Las pautas fijas de actuación son muy propias de las relaciones regladas y de justicia. En los juegos, por ejemplo, las actuaciones están marcadas por las reglas, que nadie puede dejar de cumplir. Del mismo modo, la convivencia según la justicia se desarrolla bajo la dirección de lo debido, que suele estar bastante reglado. Según eso, la identidad de las personas, bien como jugadores de ajedrez, de mus o de baloncesto, bien desde las pertenencias debidas, apenas deja espacio a la variación biográfica. Sin embargo, la gratuidad no puede ser dirigida por patrones fijos, pues cada biografía necesita una atención particular. Pedrín Pajarín, en las relaciones gratuitas, debe ser tratado de distinta manera que Argüeso de Reinosa. El Casorvidense presume de que no hace distinción de personas y de que todos son iguales para él. No ha sobrepasado las relaciones regladas e incluso las de justicia legal.

 

4.4.    No pensemos que estas relaciones de gratuidad son extraterrestres; se dan entre los humanos

 

    Alguna vez –tal vez pocas– todos hemos sido víctimas del insulto injustificado del otro, y hemos tenido la gran inteligencia y la suprema libertad de no devolver el insulto e iniciar la pelea. Esto es gratuidad. Pues bien, en algunas personas el actuar gratuito no es un hecho esporádico, sino su modo habitual de comportarse. Tal es el caso de los que atienden a discapacitados,ancianos, pobres, débiles o enfermos sin esperar demasiado a cambio.

 

4.5.    Actuar con gratuidad implica una forma peculiar de amar

 

4.5.1.    El amor gratuito es probablemente el único amor que no está atrapado por motivos seductores

 

    Motivos seductores y que atrapan son, por ejemplo, la belleza, la riqueza, la bondad, el prestigio, la simpatía, el sexo, la compañía, el poder, la sabiduría, etc. Al amor de gratuidad le interesan estos motivos, pero no se deja cautivar por ellos. Se ofrece sin condiciones como regalo al otro.

 

4.5.2.    Al no estar atrapado por motivos seductores, el amor gratuito adquiere una dimensión universal

 

    El amor gratuito llega a todos, no puede excluir a ningún “rostro” que reclame atención. Los otros amores no son universales pues aman a determinados seres humanos (bellos, ricos, buenos, listos, amables, poderosos, jóvenes, etc.) y excluyen o se muestran indiferentes frente a otros.

 

4.5.3.    Lo peculiar de lo que es el amor gratuito se comprende mejor en los quebrantamientos de la relación gratuita

 

    El quebrantamiento de la relación reglada (el juego de fútbol, por ejemplo) se soluciona con el castigo (penalti). Por otra parte, la ruptura de la justicia en las relaciones se restablece sin más con la restitución; no se exige que exista un amor por el otro, pues la justicia no mide ni valora el amor y el odio que hay en dichas relaciones ajustadas.

 

    Ahora bien, ¿es suficiente con el castigo o con la restitución para recomponer todo tipo de relaciones humanas que han sido rotas? ¿Por qué no queda satisfecha una madre que ha recibido una bofetada de su hijo con que el juez castigue a éste con otra bofetada? ¿Qué se puede hacer con quien no ama suficientemente a sus padres, hermanos, amigos o compañeros? Para restaurar una relación gratuita que ha sido rota sólo cabe el PERDÓN. La palabra procede del latín "per–donare", que significa dar con creces. Quien practica el amor gratuito sabe que la destrucción de un regalo de gratuidad sólo puede arreglarse con otro mayor.

 

4.6.    La relación de gratuidad es un paso gigantesco en la evolución humana

 

    Supongamos que una comunidad humana se rige por relaciones de gratuidad. Las relaciones de poder desaparecerían de inmediato. Ahora bien, la eliminación de todo tipo de guerra (la guerra es una relación de poder) supone un enorme desarrollo de la razón, pues no hay seres humanos más inteligentes que los que dejan de pelearse.

 

    Se progresaría otro tanto en el campo de la justicia, ya que la identidad de pertenencias debidas se ampliaría notablemente: lo mío, tuyo,... no serían sólo valores económicos y biopsíquicos. Además, la comunidad no necesitaría “idolatrar” a la ley, pues la obligación que impone la gratuidad es más fuerte que el deber que procede de la regla y a lo debido. Tampoco padecería las limitaciones que tienen en sí las relaciones regladas y de justicia.

 

4.7.    Obstáculos en la conquista de la gratuidad

 

    En el camino de la gratuidad se presentan no pocos obstáculos. Veamos algunos.

 

4.7.1.    Uno de los mayores obstáculos es la justicia misma

 

    Esto parece extraño y paradójico, pero hay una especie de permanente escándalo de los que practican la justicia frente a los que ejercen la gratuidad. Perdonar deudas, reconciliarse, regalar, constituirse en prisionero del otro, seguir atento las demandas del “rostro del otro”, etc. no entra en la mentalidad de los justicieros, que creen que el máximo exponente de lo humano es la justicia.

 

    En un relato mítico de la Biblia (parábola “El hijo pródigo”, Lucas, cap. 15, 28–32) el hijo mayor no comprende la relación de gratuidad que tiene del padre hacia su hermano y la enfoca únicamente desde las relaciones de justicia; no acude a la fiesta que le ofrece la gratuidad paterna.

 

     "Él (hijo mayor) se enfadó y no quería entrar; pero su padre salió y le llamó. Él respondió y dijo a su padre: hace ya tantos años que te sirvo sin jamás haber traspasado tus mandatos, y nunca me diste un cabrito para hacer fiesta con mis amigos; y al venir este hijo tuyo, que ha gastado su fortuna con prostitutas, le matas un novillo cebado. El padre le dijo: hijo, tú estás siempre conmigo, y todos mis bienes tuyos son (El padre tapa la boca al hermano mayor porque ese padre ha cumplido perfectamente con él la justicia que reclamaba ese hermano mayor); sin embargo era preciso hacer fiesta y alegrarse porque éste tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, se había perdido y ha sido encontrado" (Lc 15, 28–32).

 

4.7.2.    En la gratuidad no existen las referencias claras y precisas que tienen las reglas o la justicia

 

    ¿Cuánto tiene que amar un hijo a una madre? Nadie puede establecerlo con precisión. ¿Significa esto que la gratuidad es una aventura alocada e inconsciente? No, porque la gratuidad tiene un fuerte apoyo. ¿Dónde? En sí misma. En efecto, el que practica la gratuidad nada teme perder, porque nada considera suyo, ni siquiera la propia vida; cree haber recibido todo de los demás, y vuelve todos sus bienes hacia el “rostro del otro”.

 

4.7.3.    El rechazo del otro a la gratuidad

 

    A pesar de todo lo que decimos en el párrafo anterior, la gratuidad no es un camino de rosas. La relación de gratuidad resulta a veces incómoda, incluso dolorosa y amarga, porque el “rostro del otro” puede mostrar indiferencia, enemistad, agresividad, egoísmo, injusticia, suficiencia, incomprensión, etc. No es infrecuente que los hijos sean ingratos con los padres, que son los que más se preocupan de ellos, simplemente porque ello les exige esfuerzo y responsabilidad.

 

5.    FRATERNIDAD

 

5.1.    La modernidad europea no ha tenido inconveniente en referirse a fraternidad

 

    Echemos un vistazo a las declaraciones de los Derechos Humanos a partir de la Bill of Rights (Londres 1689). Parece que la libertad y la igualdad aparecen en todas; no así la fraternidad. Hay una alusión implícita a ella en el artículo último de la Declaración de derechos de Virginia (Estados Unidos 1776). "... es un deber mutuo de todos practicar la benevolencia cristiana, el amor y la caridad de los unos para con los otros". La Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano (París 1789) no incluye la fraternidad entre los valores soberanos. El artículo primero de la Declaración universal de derechos humanos de las Naciones Unidas (París 1948) invita a todos los seres humanos a "comportarse fraternalmente los unos con los otros".

 

5.2.    Fraternidad es una actitud superior a la justicia en las relaciones humanas

 

    El valor preferido de la Ilustración es la LIBERTAD; también la JUSTICIA. Ahora bien, la convivencia humana requiere –como hemos visto– bastante más que justicia, más que respeto a lo que es estrictamente debido. Ese “plus” que supera lo que es debido se expresa de ordinario con la “FRATERNIDAD” o con otros términos similares (SOLIDARIDAD, por ejemplo. Hoy, MISERICORDIA).

 

    Entre las reglas y la justicia y entre la justicia y la gratuidad se dan continuos trasvases: algo que ahora es gratuito puede pasar a ser justo en un futuro. La asistencia sanitaria, por ejemplo, fue un acto de pura gratuidad en el pasado, mientras que ahora es de estricta justicia.

16 comentarios

Ramón Hernández Martín -

Amigo Baldo y querido hermano:
De veras que me asombra tu dominio de las artes amatorias y de la maestría con que nadas entre tanto espermatozoide. ¡Genial! En lo sucesivo habrá que ir bien armado a la Casa del Dago, con llaves y condones (del espíritu santo) en previsión de los efluvios de JV, el amado hermano querido, tan fogoso y cercano siempre. Lo que yo no sabía es tu asombroso dominio de las flatulencias, que pareces llevar tan bien ahormadas y atemperadas. Ahora me explico las carcajadas de los fieles a la entrada de una iglesia leyendo la hoja parroquial: "el próximo domingo, a las 15.00 horas, comida parroquial en el salón de juegos a base de alubias con chorizo (fabada con compango) y merluza y, a las 18.00 horas, gran concierto en el salón de actos" o a aquel trompetista de Mieres que, en pleno concierto, se tiró un sonoro pedo, tanto que hizo reaccionar a la señora que estaba a su lado: "oiga, buen hombre, esas cosas todos las hacemos, pero hay que procurar ahogarlas" y el cachondo del músico le contestó: "oiga señora, créame, llevaba un cuarto de hora buscándole el cuello a este pollo y no se lo encontré".
En fin, amigo Baldo, aunque solo sea por aquello de que Dios escribe derecho incluso con renglones torcidos, dejas muy alta la sabiduría de Eladio y tú, sacramento de su gracia (la de Eladio), dejas muy bien sentado el supremo magisterio del sentido común que tan alto desarrollo adquiere en tan altos y sublimes escritos.Enhorabuena,querido y bien amado (a la distancia reglada y justa)Baldo, sabedores de que la "gracia" (esta vez, la divina) entra más adentro con el buen humor. Que Dios y Eladio libren siempre a tus neuronas de comer fabada (jajajá), aunque vivas en Asturias.

Baldo -

Segundo, a Mololón de san Feliz, hermanín mío.

Me has puesto en un aprieto tan grande con tu objeción, que no sé cómo salir de él. Si al final me lío y no doy con la solución adecuada, te pones en contacto con Eladio y resuelves con él el problema. Primero voy a intentarlo yo solo. Eladio escogió esas cuatro experiencias o relaciones porque están presentes en casi todos los actos con seres hechos por nosotros, transformados por nosotros y también con los no hechos ni transformados por nosotros. Llegan incluso a los poderosos dioses, justos, misericordiosos y que te cargan con dos tablas de piedra con sus mandamientos y te hacen bajar del monte a cuestas con ellas. Con lo cual, son un indicador privilegiado para determinar la humanidad e inhumanidad que hay en nuestra vida. Por ejemplo, las leyes o reglas o normas. Tú vas al oloroso y como no respetes las normas de la puntería y mees fuera del tiesto, la tienes armada. Comisteis algunos fabada en la última comida que tuvimos juntos. Yo no vi ni olí ninguna ventosidad, porque las normas dicen que eso hay que hacerlo por la calle, bien solo, bien el grandes aglomeraciones para echar la culpa al más inocente. Te podría seguir poniendo miles de ejemplos de cómo nuestra vida está totalmente regulada. Y lo mismo pasa con el poder, la justicia y la gratuidad.

¿Tiene la misma universalidad la coyunda? ¿Está en todas las experiencias o relaciones con los seres? Coincido contigo en que es uno de esos valores que algunas tienen la posibilidad de dar o de quitar –más bien de quitar–, y que de ahí deriva el que tengan un enorme poder y que además lo ejerzan. Pero ¿puede intervenir un cuchillo en una coyunda? Porque en las relaciones de poder (matar), regladas (cortar con el filo y no con el mango), en las de justicia (partir y repartir la tarta a todos por igual) y en las de gratuidad (matar un jabalí que venía a atacar a Pedrín), el cuchillo sí que es un equipamiento necesario de ellas. Me puedes objetar: si con la punta del cuchillo eres capaz de abrir el candado de castidad que ponían los señores feudales a sus señoras, para tú tener cojunda con ellas, entonces sí que el cuchillo interviene decisivamente. Estoy de acuerdo. Pero, y las almorranas del alma, ¿también intervienen en la coyunda, aunque sea como contravalores? Pues a lo mejor también. Dime ¿qué pasa con los que han hecho voto de castidad o voto de vejez, y se les acabó la cojunda? (El Casorvidense, que es un iconoclasta, un deslenguado y un desvergonzado desinhibido, dice que a nuestra edad es corriente tener un "langostillo") ¿Qué sucede con muchos paisanos que van al sexólogo y descubren que también él es impotente? Porque ante la ley, todos somos iguales, –ella es la que decide quién es igual y quién es distinto–, pero ¿quién arregla el que en la coyunda una chica despampanante o un mozo guapetón, después en esqueleto no luzcan nada?

Hermanín: una pregunta sobre el conflicto y la coyunda: ¿Qué es peor, forzar a una mujer o matarla? Ya sé que me vas a responder que depende de lo que hagas primero. Pero eso no arregla el problema de cuáles son más universales, las cuatro relaciones que yo expongo en el ladrillo o lo de la coyunda. No digo cuáles son más importantes, sino cuáles son más universales. La coyunda puede estar modulada por el poder, la regla, la justicia y la gratuidad. Pero no sucede lo mismo al revés. Tú, porque tengas poder, no puedes ir pidiendo coyunda a todo el mundo que dominas; ni siquiera puedes exigirla por justicia a la reina de Inglaterra; o por gratuidad a su hijo y heredero. Además, muchas coyundas te limitan los derechos humanos (expresión de la justicia) a tres: oír, ver y callar. ¿A dónde vamos con esa restricción? Según Aristóteles, en la Ética a Nicómaco, lo moralmente bueno consiste en tener cerrada la bragueta mientras se roba. Tú, hermanín del alma mía, qué prefieres, coyundar y no poder robar, o tener la bragueta cerrada mientras robas al Pitu todas sus enormes posesiones.

Manolón: si la coyunda tiene como fin mantenernos como especie, como tú dices, ¿a quién le parece justo y legal que un día un hijo, henchido de poder y vacío de gratuidad, le diga a su padre: "papá, o me explicas qué es el complejo de Edipo o te parto la cara y me marcho mañana con mamá a Cincinnati"? Que alguien conteste, ahora, por qué Chávarri no incluye la coyunda en la tetralogía de relaciones que hay expuestas en el ladrillo.

Un último consejo para los que mayormente padezcan de calentamiento de bajos y que ni el poder, ni las leyes, ni la justicia, ni la gratuidad le impidan la coyunda. La Unión Europea está preparando un decreto, para recaudar más, en el que aplicará a los coyundantes un impuesto especial por cada kilo de carne desnuda que exhiban en la coyunda. Puro afán recaudatorio y avariento. Ya se sabe, el dinero no da la felicidad, pero ayuda a quitársela a los demás; en este caso, a los que coyundan.

Baldo -

Primero, al eximio Casorvidensis.

Empiezo por confesarte que tengo tendencia a sufrir paranoias. Creía que son legión los que leían mis ladrillos, y un reciente y concienzudo estudio de medios de la audiencia lectora del blog me dice que no llegan a media docena de personas, entre ellas, tú, pero que lo haces ya casi a punto de caer dormido. Así que, lo que voy a decirte, puede rayar en el mismo estado anímico que tenía Jorge Manrique cuando compuso las coplas a la muerte de su padre (Carrizo me confesó que no era uno, sino cuatro los padres de Manrique: el putativo, el Marqués de Santillana, el Conde Lucanor y Fernando de Rojas, porque, Luis me precisó, su madre era la Celestina).

Provisionalmente te doy la razón a la conclusión que has llegado en tus noches de sueño profundo: que lo que ejerce Isabel sobre Josemari son relaciones de poder, porque en sus manos está el darle o quitarle al de León valores importantes, como llevar zapatos por la calle, comer callos fríos o cantar gregoriano en las noches de luna llena. Lo que no te has preguntado ni has aclarado es de dónde emana ese poder que tiene Isabel: ¿del pueblo, de su sumisión concretamente?; ¿de ser mujer? ¿de ser de raza guanche?; ¿de que, cada cierto tiempo, las cosas vuelven a su ser, y su ser es que mandan las de siempre? Hasta aquí tu raciocinio es perfectamente ilegal, por lo que no debería haber ningún problema. Yo sé, admirado y eximio Casorvidense, que tú dices eso por la experiencia que tienes con Pili. En cierta ocasión, te escribió en un papel –con la amenaza de darte o de quitarte valores importantes si no acertabas– las siguientes letras: OBDC. ¿Qué pone ahí? Tú, con soltura y exhibiendo dominio displicente contestaste: Abecede. ¡¡¡¡No!!!, tronó ella. Tú tuviste miedo, y te escondiste tan bien, que tardaste en encontrarte. Pero no nos distraigamos a vayamos a la solución correcta. Oh, Pitu de Casorvida, siempre obsesionado por la democracia. Olvídate del legislativo, del ejecutivo y del judicial. El poder real es el adquisitivo. Y el Furri, y no Isabel, lo tiene a raudales. Prescindo de la herencia de la joyería que tenía su padre en la plaza de la Inmaculada de León. Eso son fruslerías en relación con lo que te voy a decir: por cada espacio escrito en el blog, le dan 0,0000000007 céntimos de euro las empresas que se anuncian, Google y la Cía. Suma tú todos los espacios y ya me dirás hasta dónde llega el poder adquisitivo de Josemari. ¿Tú lo has visto? Yo, tampoco. Pero es significativo lo que me dijo en cierta ocasión en que nos vimos: "si miro mucho tiempo a los billetes, después veo borrosa a la gente". ¡Cuántos no tendrá!

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Juan, mis castos oídos no están hechos para oír hablar de coyunda, relación "sexuá", ni cosas de tal índole. La lectura de tu escrito me hizo ponerme colorao como un centollo del Cantábrico. A mí no me motiva ni la inmediatez ni el acto en sí, bueno, de esto ya no me acuerdo. Por todo ello dejo que sean quienes tienen experiencias religiosas con frecuencia, quizás Baldo sea uno de ellos. José Mari, seguro.
Juan, eres un castrón, listu como el hambre. Ya verás cómo hablando de coyunda surgen escribientes; hay mentes sucias candidatas a las terribles penas de la eterna eternidad.
Abrazos

Manolo Díaz -

Cuando Isabel y José Mari ponen en práctica la coyunda (ocho o diez veces por semana) la relación que se establece entre ambos recibe el nombre de relación sexual.
Baldomero eligió a esta pareja para iniciar sus argumentaciones y yo, que voy a exponer las mías, doy por idónea su elección y la mantengo. Podría haber citado a Pili y Valdés, con idéntica ejemplaridad y frecuencia copulativa. Sea el lector quien escoja.
Vuelvo a lo mío, la relación sexual. Y aquí va, hermanín, mi primera pregunta: ¿Podemos subordinarla a una de las cuatro que tú estableces como cardinales? ¿O tiene que ser precisamente ésa la relación cardinal?
Porque desde una óptica puramente biológica (subrayo con trazo gordo y silabeo para que nadie caiga en equívocos “BIO-LÓ-GI-CA”), entramos en la cadena de la vida con sólo dos objetivos:
1. Mantenernos como individuos (plano ontologico).
2. Mantenernos como especie (plano filológico).
La naturaleza nos pertrecha con armas poderosas e imprescindibles para conseguir esos objetivos que ella misma nos impone: los instintos.
Entre ellos, los dos más importantes son
 el de conservación (preserva la vida del individuo)
 el sexual (asegura el mantenimiento de la especie).
Este último es concomitante, implica acompañamiento (ego et alter, alter et ego), trasciende la individualidad, implica al otro, creando una célula social primaria.
Por consiguiente ¿se asientan en éste todos los otros modelos de relación posteriores que forman ese entramado al que aludes en tu artículo? ¡Tengo la mollera hecha un lío!
Mira que le di varias vueltas y revueltas a los deberes que nos impones. Sutiles, inteligentes. Manejas extraordinariamente bien el principio de motivación del alumno.
Maesto grande, discípulo de Magister Magnus.
Porque quizá no todos sepáis que Fray Eladio Chávarri OP posee la más alta titulación que concede la Orden de Predicadores a uno de sus miembros: MAGISTER IN SACRA THEOLOGIA.
Dicho lo cual, hermanín de mi alma, que yo me atreviese a debatir contigo en este ámbito, supondría el mismo descaro fanfarrón que desafiar a Nadal a un partido de tenis.
Y aunque los asturianos tendemos a ser grandones y babayos, hay líneas rojas que nunca me atrevería a traspasar.
La mía es la pregunta infantil que el güaje le hace al padre y éste se rasca la cabeza para elegir la respuesta a tono con la capacidad del vástago.
Fíjate que hasta creo percibir cierta capciosidad en esas “trece más una” preguntas que nos planteas. ¿Haila, fíu, haila?
Es que me plantean el mismo dilema que el ejemplo siguiente:
Un paisano acude a una consulta médica (¿relación de justicia?).
El doctor, quizá algo cotilla (¿relación de poder?) le pregunta: "¿Con qué frecuencia mantiene Ud. relaciones sexuales?" (¿Relación de ...?)
"¡Una vez al año!" Responde el paisano.
“¿Y está Ud. contento con una sola relación sexual al año?"
Y el paisano "¡Muy contento, muy contento!"
El médico, incrédulo "¿pero cómo es posible que esté tan contento?"
El paisano, levantando la voz "¡¡¡Porque me toca mañana!!!"
Y es ahora cuando uno se sume en la duda. La alegría del paisano ¿derivaba de la frecuencia o de la inmediatez? ¿Se multiplicaría su gozo si le fuese concedida la fortuna de Josemari?
Estoy seguro de que Valdés conoce las respuestas.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Baldo, sé que debería responderte de forma concienzuda, seria y filosófica pero, cabronazo,me estás dando unas mañanas que ni en mis tiempos de las Caldas cuando estudiaba los apuntes del Curón, de los que no entendía nada. Tu ladrillo requeriría hacer un recorrido por toda la Historia de la Filosofía empezando por los presocráticos, siguiendo con Alcuino de York,Ibn Tufail,Sigerio de Bravante,Juan de Jandun, Manolón de San Felíz, Pepón de Casorvía, el P. Arintero y acabar en Fernando Alonso y Pedro López de León.Ni tengo ganas, ni tiempo, ni me da la gana, por ello me limito a tratar el tema que más me preocupa: las relacioens de poder entre Chemari e Isabel. Me aslatan interrogantes, quaestiones desputatas, como ¿Quién ejerce el poder sobre quien? Los teóricos más conocidos dicen que es ella quien lo ejerce. En este caso ¿Tiene poder tanta fuerza porque posee capacidad para dar, quitar o negar valores al mandado?¿Qué le quita o sisa? ¿Será que el mandado, listo como el hambre, se deja mangonear para luego utilizar eso como treta para echarle en cara los abusos ejercidos? disimulada, lo que le da la gana?
Pero lo gordo llega cuando afirmas: "
Las relaciones de poder son en sí mismas infrahumanas, deshumanizadoras, porque no tratan al ser humano como libre".
Si así fuere ¿Es el Chemary un ser humano humanizado o es un ser deshumanizado humano? ¿Será caso de desplazarse a la Legio para socorrer al desdichado? En tal caso ¿Quién paga desplazamiento, vinos y viandas?
No sé si ha de ser él, de sí mismo, el que responda, o sus coetaneos, que pasan por ser amigos y vete tú a saber. También puedes hacerlo tú, amigo Baldo, que fuiste quien planteó la cuestión. Cualquier persona humana, mayor o menor, que no tenga mucho que hacer, puede entrar y aclarar.
Chemary el poder tiene rentas. Ah, se siente.
Abrazos

Ramón Hernández Martín -

¡Jolín, José Manuel y Baldo, y luego dicen por ahí que Cervantes escribió El Quijote y lo echó a caminar bajo los auspicios y cuidados de Sancho!

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Cuántos tratados, incluso libros, han escrito psicólogos y pedagogos sin hallar el quid de la quaestio-nis, y hete aquí que la respuesta la encontramos en Baldo. Qué facilidad tiene, el pesao de él, para no sólo darte el ladrillazo sino también para involucrarte para acabar por ingerirlo y digerirlo, con el resultado empachado pero contento. Baldo es el ejemplo de lo que significa motivación. Se las arregla de forma sibilina para llevarte al huerto. Lo que no me queda claro es si la estrategia que usa es Pull o Push. Parece Pull porque presenta una teoría, un ladrillo, bodoque o tocho, bien trabado, bien trabajado, que, por su profundidad y atractivo interno, mueve, motiva, al lector a sumergirse en la lectura y de esa forma vender su producto con el resultado final de enriquecimiento. También parece Push porque toca la vena sensible del lector creando un deseo, una necesidad, una especie de insatisfacción interna que impulsa y obliga a ingerir y digerir el ladrillo. La diferencia entre ambas técnicas es una línea muy fina que él maneja con gran sutileza. En la motivación push es el deseo que tira de nosotros, en la Pull es el escrito, ladrillo, el que tira. El resultado final es similar: que los lectores consuman, lean, sus escritos. Lo que no está claro es que vaya a forrarse. Con la temática que desarrolla lo más fácil es que lo veamos en la Escandalera de Oviedo tocando la gaita y con la gorra ejerciendo de Pull para los viandantes. Baldo, si sigues por ese camino,“Fame” segura.
Amigo Baldo, yo estoy más en la línea del incentivo, entendido como recompensa. Y hablando de recompensas me gustan más las tangibles. Si quieres motivarme de verdad tendrás que recurrir al refuerzo positivo en forma de invitación a una buena comida con unos buenos amigos. Hablé con el resto de comensales y todos apoyaron mi propuesta. Como eres filósofo-teólogo-peluquerólogo sabes que los psicólogos mantienen que el Refuerzo positivo “INMEDIATO” tiene un efecto mayor en las conductas que los refuerzos "POSPUESTOS". No lo dilates porque puedes perder lectores.
Eso significa que la próxima comida en Tiñana será muy, muy motivante si va precedida de una tarjeta en la que, como en las bodas, se invita a los comensales a ir y a comer, lo otro se lo paga cada cual.
Te felicito porque consigues, estás consiguiendo, no sé si por Push, por Pull o por lo que sea, que los lectores lean y se sientan mal, convirtiendo ese sentimiento en motivación.
En otro orden de cosas. Tengo claro que los ricos como yo son mucho más propensos a teorizar sobre justicia e igualdad, entendiendo que entre los pobres, los jodidos, los excluidos, debe reinar la justicia que los haga y mantenga iguales. Ya manifesté que este mundo no hay que mejorarlo, hay que cambiarlo. Los políticos cuando mejoran algo, mejoran un poco a los de abajo, a los jodidos y mejoran un mucho a los que están por encima del bien y del mal. Cuando mejoren el 1% el salario de los “seiscientoseuristas”, les corresponderán 6 € brutos de subida, ¿Cuánto les va a suponer la subida a los seismil, sietemil, taitantosmileuristas? Habiendo mejorado el mundo es más injusto. Eso quiere decir que en las próximas deberemos seguir votando a los que quieren mejorar y no a los que quieren cambiar. Baldo, yo quiero ser, bueno, ya soy, como tú, rico, el que no lo sea que se apañe y luche por “SU IGUALDAD”, la mía que ni me la toquen.
Como sabes los de Casorvida son muy generosos y solidarios consigo mismos sabiendo que eso se ajusta a derecho y es legal, no les importa que no sea moral. Los de la Aldea global, incluido el “vecín” que tu conociste, tienen claro que los términos legalidad y justicia parece que dependen el uno del otro aunque no necesariamente resulta ser así en multitud de circunstancias. Legalidad y justicia mantienen una conexión pero, según se ha ido desenvolviendo la historia, a partir del sistema capitalista han empezado a distanciarse debido a que los intereses de los grupos hegemónicos cambian radicalmente y hacen prevalecer, casi siempre, su voluntad. Estamos a punto de comprobarlo con el “democrático” pato Trump. Conclusión: No todas las leyes son justas. La justicia no es justa.
En Casorvida las mujeres no ponen los cuernos a los hombres porque, primero, son de formación judeo-cristiana muy sólida y, en segundo lugar, porque ya no quedan. Allí el único ecologismo existente es el eco que produce el berrido del vaquero llamando a sus reses. Es un eco proporcional y justo el que tiene que ser.
Sigo leyendo por el ladrillo y me pasa como a Juan, no doy abasto. ¿No sería mejor que escribieses una novelina de intriga? Hablar de Justicia y legalidad en los tiempos que corren es correr el riesgo de que nadie te lea, menos mal que te queda Juan, Manolo, Manolón.
Abrazos.
P.D. Dios no existe, por tanto todo lo que poseen curas, monjas, frailes y exfrailes, incluido Balo et alteri, hay que repartirlo entre tos nosotros porque tos semos hijos de Dios.

Baldo -

Como el ladrillo de hoy, además de original e interesantísimo, entró en conflicto con la magnífica crónica gastronómica de Manolón y el Pitu, aprovecho la ocasión que me brinda dicho "llantar" para proponer algunas quaestiones con el fin de llegar a un mejor entendimiento del morrillo que os he metido. Deberían hacerlo los doctores que tiene nuestro santo Blog, pero como se achantan como "afogaos", lo haré yo, sin que esto sirva de precedente. Se pueden responder en los post a una cuestión, a varias o a todas, con el fin de que todos nos beneficiemos con las aportaciones de los que se atrevan. El que no conteste ninguna, que sepa que tiene suspenso bajo.

1. El Furri, Isabel y Alberto están ahora en Tenerife veraneando mientras los demás chupamos frío y lluvia. Es una injusticia, pero no es ésta la cuestión que quiero plantear, sino la que sigue. Isabel le dice a Josemari: "Vamos al notario para que quede constancia de que queremos distribuir justa y legalmente el poder en la familia. Yo mando medio día, y tú obedeces el otro medio. ¿Qué tipo de relaciones hay en este hecho de Isabel con Josemari?

2. Luisín Heredia, que es muy buena persona y sabe muchísimo de leyes, sentenció el otro día cuando comíamos juntos unos cuantos: "Es mucho más fácil perdonar al enemigo una vez que nos hemos desquitado". ¿De qué relación está hablando Luisín? ¿De la de gratuidad?

3. El Pitu de Casorvía, ingenioso como siempre, que era otro de los tragones de la comida, dijo a voces en el restaurante: "Antes quería ser rico. Ahora he adquirido la virtud de la justicia, de la igualdad, y me conformo con que los demás no lo sean". Casorvidensis: entra al trapo y responde de qué tipo de relación estabas predicando.

4. El camarero que nos servía y que no nos perdía ojo ni oído (Manolón le dio 20 euros de propina por su actitud) nos confesó: "Yo engaño a mi mujer para que ejercite la santa virtud del perdón. Pero es inútil. Las mujeres son incapaces de agradecernos todo lo que hacemos por ellas". ¿Quién se atreve a contestar qué tipo de relación estaba practicando el camarero, y cuáles pedía a las mujeres?

5. Pedrín, siempre tan generoso y servicial, confesó cuando todos estábamos dando cuenta de la fabada: "Yo me conformo con poco, porque el dinero no da la felicidad". "¿Tú crees?", le dijo Garzo, hombre de pocas palabras, pero que cuando saca la navaja de la ironía, corta más que una barbera. "Me refiero –le contestó Pedrín– al dinero ajeno". ¿De qué relación hablaba Pedrín?

6. Santi Alfayate, otro de los comensales, nos contó que conocía a un pobre viejo que no lo querían en casa, ni en la seguridad social ni en las residencias de ancianos. "Y lo peor de todo, dijo Santi, es que tampoco lo quieren en el más allá". ¿Cuánta gratuidad o misericordia estaba recibiendo ese pobre viejo, tanto de Dios como de los hombres?

7. Yo interviene y dije: "Es una injusticia que los castellanos no tengamos lengua regional". ¿Es realmente una injusticia o es puro poder de asturianos, riojanos y murcianos?

8. Manolón, que hizo que la comida se nos indigestara porque no paró de hacernos reír a carcajadas, se puso serio y dijo: "Hermaninos, desengañaos; la vida es así de injusta. Siempre habrá pobres y nosotros". ¿Es injusta la vida o lo son los pobres?

9. Luisín Heredia volvió a sorprendernos con su sabiduría legal y profetizó: "El nuevo logro de la mujer será que se apruebe una ley para que el medio millón de prostitutas que hay en España coticen como autónomas". ¿De qué tipo de relaciones estaba hablando Luisín?

10. El Pitu nos fabuló que tiene un "vecín", que va presumiendo de generosidad, solidaridad, gratuidad y misericordia, y dice a todas horas: "Todo el mundo va a lo suyo, menos yo, que voy a lo mío". ¿Por qué el Casorvidense admira tanto a este "vecín"? ¿Qué ve en él, gratuidad, justicia, legalidad o poder?

11. Garzo, que fue director del más prestigioso Instituto Femenino de Oviedo, un día dijo en un claustro: "Amaos los unos a los otros, aunque seáis unos indecentes hijos de perra, que sólo merecéis que os estrangule colgados por donde me callo. ¡Cerdos!". ¿Cómo se puede calificar esa relación de José Luis con el resto de los profesores del claustro, de gratuidad, de justicia, reglada o legal o de poder?

12. El Pitu Casorviensis, como vio que Luis Heredia estaba dando loas y loas y más loas a la ley, se apuntó un tanto: "Yo cumplo la ley y pago mis impuestos religiosamente; es decir, blasfemando". Quedamos todos atónitos (de que pagara los impuestos, no de otra cosa). ¿Es justo el Casorviense, o sólo cumple la ley formalmente, para que no digan?

13. En Casorvía –anadió el Casorvidense, que no dejaba entrar en la conversación más que a Manolón, porque le tiene miedo desde pequeño– se ha formado un grupo de mujeres que luchan por que en aquellas montañas y valles se conserve el aire puro, sin olores, colores ni sabores. Hace un mes, se reunieron frente a las puertas de la fachada principal de la basílica catedral, e hicieron un voto que entrañaba un compromiso firme ecológico: "No debemos poner los cuernos a nuestros maridos, porque luego tienen un olor insoportable a cabra". ¿Se trata en este caso de justicia o de puro ecologismo sin otro calificativo?

14. Y, para que son sean 13 (porque la superstición trae mala suerte), planteo una quaestio para los que quieran sacar matrícula de honor, o summa cum laude, además de una entrada de regalo para una conferencia que va a dar Luis Carrizo en el Valle del Ulzama, concretamente en Guerendiain, presentada por Iráizoz OP, sobre "cómo matar un gocho a besos". La quaestio en cuestión es: La parábola del Hijo pródigo expresa la peculiaridad de las relaciones de gratuidad respecto a las de justicia. Y la parábola del rico epulón y el pobre Lázaro ¿en qué tipo de relaciones de mueve?
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Manolo Díaz -

Luisín Carrizo, tu nombre me sabe a yerba y a gratitud y a cariño. ¡Ójala hubieses estado aquí! Que lo de menos es el “siete”. Las analogías se pueden hacer con cualquier número. Fíjate: Los ocho planetas, los ocho apellidos vascos, los ocho días de oro del Corte Inglés, etc. etc.
Y habrías hecho tú una crónica con mucho más ingeniosa que la mía.
Te comento, ayer fui a por lana y salí trasquilado. Baldo se me adelantó con un nuevo “ladrillo” de los suyos y cuando llegué aquí a punto estuve de retirarme discretamente sin decir ni pío. Prometí leerlo y lo he cumplido.
A mí me parece que Eladio y Baldomero forman una hipóstasis. Otros dirán que son un buen equipo. Eso no me satisface, por muchas afinidades o paralelismos que se quieran buscar entre ellos y Mesi/Iniesta, Ronaldo/Bencemá… No es lo mismo. La unión hipostática tiene connotaciones sustancialmente diferentes. Llega más lejos.
Puestos a buscar equivalencias, si la inicial rechina un poco o suena irreverente en algunos oídos, aceptaría también la del vasallo y el señor, tan rotunda en nuestra literatura. Pero con algunos cambios: “¡Dios, qué buen vasallo y qué buen Señor!” “¡Dios, qué buen Señor y qué buen vasallo!”
De esa fábrica “EladioBaldomero S.L.” salen estos ladrillos que terminarán formando un edifico doctrinal y un corpus filosófico/teológico perenne y luminoso.
Son auténticos ladrillos, para qué nos vamos a engañar. De excelente cerámica, refractarios, bien cocidos pero de digestión pesada para quienes se atrevan a engullirlos. No son aptos para todos los estómagos.
Yo aún estoy haciendo la digestión del que abre este portillo. Ayudándome del papel, que a mi edad ya es un fetiche al que me sujeto con morbo no disimulado, consciente de que lo virtual me bloquea la escasa capacidad de raciocinio que todavía mantengo.
Después de tres lecturas los interrogantes se acumulan en los márgenes, proclamando a coro mis propias limitaciones intelectuales. Ese comentario que prometí aportar queda aplazado. En cuanto despeje la niebla, aquí lo dejo.



Luis Carrizo -

Me hubiese gustado mucho haber compartido esa mesa de la que de forma tan aguda, prolija y divertida nos habla Manolón, muy en su línea habitual. Lástima que no se prodigue más. Me consuela pensar que quizá el susodicho no me hubiera dejado sentar con ellos por no romperle la bonita temática del siete con que arranca su descripción. El que no se consuela es porque no quiere.
Me ha encantado la consideración de Ramón Hernández en relación con el equilibro, que él supone en el mundo, entre los comportamientos generosos y los egoístas. Ese pensamiento resulta, en efecto, muy alentador porque, además de otros motivos de mayor enjundia, podemos considerarlo verosímil. Abundando en la idea de las relaciones de "gratuidad" o "generosidad" que nos expone Baldo, y tan acertadamente glosa Ramón, quiesiera añadir simplemente una frase que aparece como dístico en la primera página del libro La ciudad de la alegría, de Dominique Lapierre. Antes de arrancar la novela nos deja este proverbio indio: todo lo que no se da se pierde. Yo creo que, aparte de ser un bello y sugerente pensamiento, tiene el añadido de ser ciertamente cierto y, casi diría, demostrable desde un punto de vista lógico-racional.
La viñeta de El Roto, con que Baldo ilustra las relaciones de justicia, constituye un editorial, en una línea, sobre el particular. En mi opinión, los hombres somos muy pretenciosos (a veces, también ridículos) en llamar JUSTICIA a lo que se recoge en los códigos y se imparte por esos tribunales de Dios (es un decir). Qué difícil es ver dentro del corazón de cada cual, qué difícil juzgar y qué atrevido dictar sentencia justa. Papeleos, como dice El Roto.

Baldo -

Asumo un sabio consejo de Ramón que me advierte: "Baldo, acabo de leer el artículo y voy a hacer un comentario. Pero, amigo, por favor, en el apartado 4.4 sustituye lo antes que puedas lo de "subnormales" por discapacitados psíquicos, pues lo de subnormales hoy suena como un bombazo y algunos podrían sentirse ofendidos e incluso heridos. Gracias". Queda corregido de corazón y convencido, aunque yo no puedo entrar al blog a modificarlo.

Ramón Hernández Martín -

Tras leer y releer este "ladrillo" (Baldo dixit), no sé a vosotros pero a mí me da la impresión de que el "maestro" Baldo, iluminado por el potente faro que es Eladio Chávarri, trata de llevarnos de la mano al paraíso de la "humanidad" o a la humanización de los comportamientos, es decir, a embebernos o dejarnos atrapar por una "forma de vida humana" que se explaya totalmente en la "gratuidad" y en la "fraternidad". Con Eladio tengo comentado que, a pesar del dominio absoluto de la forma de vida del HPC, en el seno de la humanidad está creciendo a ojos vista esta otra forma de vida humanizada. Si comparamos las atrocidades que se cometen en el mundo, aun siendo tan terribles y numerosas, con las "gratuidades" de las conductas de tantos seres humanos voluntarios que generosamente regalan sus tiempos y sus haberes, sobre todo en tiempos de catástrofes y otras urgencias, puede que ya se diera un equilibrio en la balanza que midiera ambas formas de vida, la del HPC (hombre productor consumidor) y la del HH (hombre humano). Realmente me asombro cuando me paro a pensar en la enorme cantidad de "gratuidad" que se da en el mundo, pero no la gratuidad y prodigalidad con que la naturaleza nos regala cosas, sino las que se derivan de los comportamientos generosos de los seres humanos. No sé a vosotros, pero a mí ser consciente de ello me lleva a un optimismo de confianza en el ser humano que ningún energúmeno podrá tronchar.

JOSÉ MANUEL GARCÍA VALDÉS -

Y pensar que yo me gasto los dineros con estos monstruos. Comer, lo que se dice comer, no comimos pero joder... vaya risa que pasamos. Con Juan, Manolo, Manolón, no se puede ir a comer; es tal el repertorio que tiene, no de oraciones sino de chascarrillos, chistes e historias que uno no acierta con les fabes.
Lo bueno es que nos lo pasamos bien. Pedrín es un gran organizador, nos lleva a buenos sitios y nos reserva buenos menús, lo que no hace es invitar y Baldo tampoco.
Juan, tengo que hacer como tú, imprimir el tractatus logicus baldoniensis para poder leerlo sin prisa y con pausa. Creo que tengo lectura hasta que celebremos el próximo centenario del colegio. En ese momento estoy dispuesto a disertar sobre el mismo y hacerle una crítica constructiva. Vaya juego que le da el Chávarry. Entre ambos acaban con nosotros. Estoy pensando buscarme un negro que escriba la crítica.
Juan, muy buena crónica.
Leed y criticad.
Abrazos

Manolo Díaz -

Siete. Un número que se aviene a establecer analogías facilonas: Los siete magníficos, los siete samuráis, los siete días de la semana, los siete enanitos, los siete pecados capitales, los siete cabritillos, los siete arcángeles, los siete sacramentos… Ayer éramos exactamente siete. Nos juntamos allí, en el restaurante que Pedrín, con sus excelentes cualidades de batidor apache, escogió para la ocasión. Y alrededor de un “pote de fabes” circularon las palabras, torrentosas las más de las veces, abundantes siempre, pero nunca casquivanas ni botarates.
Había mucha magnificencia sujetando las cucharas que no daban tregua a les fabes. Que ni los samuráis de Kurosawa se diesen mejor maña muñendo la katana. O los siete magníficos de John Sturges manejando el colt. O los cabritillos huyendo del lobo. Que diga lo que quiera Díaz Plaja. No hubo allí pecados contra el séptimo. Quizá alguno rozó venialmente la gastrimargia. Pero con tanta levedad que el P. Ricardo le habría dispensado la absolución sin penitencia.
“De nomine proprio non est curandum cum in substantia non erretur; quia nomina mutibilia sunt, res autem immobiles”. Infringiendo la doctrina del Aquinatense, consigno lista nominal, de derecha a izquierda: Baldo, Valdés, Luisín Heredia, Garzo, Pedrín, Santi Alfayate y su seguro servidor. Admito cualquier duda respecto al último. Por los seis anteriores reto a duelo a quien siembre la más mínima duda sobre su magnitud. A primera sangre, dejando que escoja arma y lugar.
Se habló de lo que se habló. O sea, de todo. Sin guión, con mucha enjundia. Confieso que yo puse la nota frívola. Cuando nos despedimos leí el perdón en los ojos de mis compañeros de mesa. Y Baldo me acompañó de vuelta a casa. Con generosidad infinita, hasta el punto de aceptar una posible permuta de gabanes. Ayer estrenó uno que hubiese dejado sin palabras a Cayo Petronio, arbiter elegantiarum. ¡Qué prenda! ¡Cómo le lucía! Se resistió a decirme el precio, “bueno, ya sabes, ahora con las rebajas…” ¡Lástima de talla!
P.D. Hermanín, al entrar en el blog, veo esta nueva entrega tuya. Le eché una “güeyᔠy me pareció extraordinario lo que dices, sobre todo en el punto 4. Voy a imprimirlo para poder comprenderlo, consejo que doy a quien tenga interés en asimilar un texto de tanta trascendencia. Llegado el momento aportaré mi comentario.

santiago rodriguez -

P. Eladio: que grande y ameno profesor de lógica