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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

SALAMANCA

SALAMANCA

También esta fotografía de San Esteban de Salamanca la he encontrado en la biblioteca digital de Castilla y León.

10 comentarios

José Ramón Soriano Reig -

Al ritual mañanero de leer la prensa digital (así como doce o trece periódicos...¡qué horror!), le sigue la entrada obligada a nuestro blog. Es un placer y una bocanada de aire fresco mañanero. Pero cuando, además, se habla de lugares y vivencias cercanas, por los lugares y personas que comentan, el placer llega a ser "quasi orgásmico". Oir hablar a los Baldo, Carlos Vergara, y otros, sobre aquel coro de san Esteban que tanto tiempo y vida nos ocupó, me lleva al recuerdo de vivencias únicas que jamás salieron de mi vida. Ahí están y vuestros recuerdos las hacen más vivas todavía. Gracias amigos, y un entrañable abrazo para vosotros.

Luis Carrizo -

Bueno, amigo Baldo, he tomado buena nota de todas tus disposiciones, pero vamos a dejarlo aquí, porque el asunto tiene muchas aristas y algún lector o lectora podría resultar con heridas en su sensibilidad. Un par de precisiones, si acaso, antes de cerrar el expediente: acepto, encantado, el Kempis y el libro del P.Royo, pero voy a pedirte que Energía y pureza me lo cambies por un ambón que puedas encontrar en algún desván conventual. Esto te lo pido en vida, claro. El ambón me haría un gran servicio, mientras que el citado libro me llegaría ya un poco a deshora. No sé cómo decírtelo.
La otra precisión: si, como anuncias, tienes la intención de pedirte otro cuerpo en el Más Allá, te rogaría que me des una pista de cómo vas a ir vestido, a fin de poder reconocerte. Sabes que disfruto con tu compañía y por nada del otro mundo quiero renunciar a ella. Me he enterado que la Nueva Jerusalen tiene un montón de puertas, algo así como Lutecia Parisia, que es el nombre antiguo de París según cuenta Cicero en la extraordinaria novela que tiene entre manos. Podríamos quedar, si te parece, delante de la puerta décima, la de crisoprasa. El diez es el número más perfecto (también lo señala Cicero en su novela) y la crisoprasa, además, en un nombre de resonancias muy poéticas. No me extrañaría que nos encontrásemos a Vibot por allí.

Carlos Vergara Menéndez -

Por tener la huella de la ostia en mi primer encuentro y por haber escrito, al dictado, muchos folios de su "mariología" con la Olivetti que me compró mi tío José con pesos desde Buenos Aires, te canto:"Mi boca te cantará jubilosa, tú eres un festín para mí".
La segunda voz suena casi mejor...
Un abrazo corporal

Javier Cirauqui -

Desde luego que yo no estuve en Salamanca, porque me salí en León, pero siempre he tenido verdadera devoción por esta ciudad y por San Esteban y por toda la provincia de Salamanca.
Hace unos treinta años conocí Salamanca e hice un largo recorrido por su provincia, la Peña de Francia, La Alberca, Alba de Tormes, etc. Vine prendado de todo y sobre todo de su cultura.
Más tarde visité esta ciudad en el encuentro que celebramos en Salamanca y disfrute un montón. Después he ido varios años pues un amigo mío es de un pueblo de Zamora a 20 Kilómetros de Salamanca.

Acabo de leer y ver que se celebra en Valladolid la Edición de Castilla y León de Bellezas Habitables. Sala de Exposiciones Cortes de Castilla y León del 15 de febrero al 15 de Abril del 2.017
En la página web de BELLEZAS HABITABLES aparece el día de la presentación y todo lo referente a actos, horarios e información de la exposición. A los que podáis ir os la recomiendo encarecidamente. Un abrazo. Javier

Baldo -

Aunque interrumpes mi sesuda y concentrada investigación sobre si la piedra del sepulcro de Jesús estaba corrida sólo un poco, por la mitad o totalmente, te contesto con sumo gusto a la "preghiera" que me haces en tu último post, Bien y mejor podías haberlo hecho tú, puesto que se trata de una tradición oral sobre el P. Cuervín, pero así aprovecho para encomendarte algunas cosas sobre tu papel de albacea de mis cenizas.

1. El P. Cuervín –al que no sé si llegaste a conocer– era un asturiano de Cornellana; 1,5234 m. de altura; enjuto, simpático y con muy mala leche (daba ostias a todo el mundo, incluso al nuncio de SS en España –ostia = de os–oris = boca; dar un ostia = dar con la mano y con fuerza en la boca ajena o en partes adyacentes, que podían llegar a ser las partes pudendas, si el ostiado era muy alto, como era frecuente en el caso del P. Cuervín). Fue catedrático de Dogma en la Universidad Pontifica de Salamanca, y, además de ser el más popular de los profesores, era un histriónico y un enemigo declarado de los jesuitas. Como éstos no seguían a santo Tomás, sino que tenían su propio jefe teológico de filas – Suárez, SJ–, hacía mofa y befa a diario de Suárez y de los suarecianos. Tenía dos argumentos apodícticos y irrefutables contra ellos: traía las obras de Suárez y, en el medio de la clase, las tiraba por la ventana; y tratarlo de "esti babayu" (que los asturianos y el doctor de PiñeraBaxo desenrollen la polisemia de este vocablo, porque el que se me ocurre como equivalente castellano (tontorrón), no expresa ni de lejos la riqueza del "babayu" asturiano). El día de su jubilación, los alumnos –¡para qué querían más!- lo trajeron en andas, con cánticos y vítores y ramos de olivo, desde la Pontificia hasta san Esteban. Ya anciano, confesó a algunos estudiantes: "Ésta (el "langostillo" que dice el Pitu), que me quemó la sangre cuando era joven, ahora lo que me quema son las zapatillas".
Después de todo este largo exordio, paso a contar lo que me pide Luisín Carrizo. No sé si por escrito o de palabra ante la comunidad, el P. Cuervín dejó dicho que no quería que de ningún modo lo enterraran en el panteón de teólogos ilustres que hay en un recinto del magnífico claustro de san Esteban; que él quería estar en el cementerio común que había junto a las celdas de los estudiantes (yo lo tenía enfrente de la puerta de la mía). Y así fue. Pero, después de marchar yo, fue dictada una orden municipal que prohibía los cementerios particulares dentro de la ciudad, con lo que hubo que desenterrar a los muertos –en la medida de lo posible, con los mismos cuerpos y almas que tuvieron, por aquello de la resurrección– y trasladarlos al panteón del cementerio municipal que adquirieron los dominicos. Se volvió a plantear el dilema sobre dónde trasladar los restos del P. Cuervín: si al panteón de teólogos o al municipal. Todos dijeron que a éste último, como había sido su voluntad en vida. Pero de repente apareció una voz discordante: la del canonista y sólo canonista P. Arturo Alonso Lobo, "el religioso". Y sentenció: lo que manifestó el P. Cuervín en vida se refirió al primer enterramiento suyo; pero no dijo nada del segundo. Nadie balbuceó ni una palabra ante tan contundente argumento del canonista. Y el P. Cuervín está enterrado –a la segunda va la vencida– en el panteón de teólogos ilustres de san Esteban. (Y ahora se permiten todos los comentarios que se os ocurran).
2. Respecto a la función de albacea de mis cenizas, quedas nombrado, querido Luisín, en este sencillo y público acto. Por esta tu disponibilidad tuya para tan responsable tarea, te regalaré lo que más aprecias: libros. Uno será el Kempis, de Tomás de ídem; otro, la Teología moral para seglares, del P. Royo Marín; y un tercero, Energía y Pureza, de Tihamér Tóth. Este último estaba en la estantería antes de entrar a la capilla de los mayores y lo leían, con autorización del P.Sama o del paPedro, aquellos que andaban con la libido alterada ("libido" léase como palabra llana, para distinguirla de "lívido", que significa amoratado –y no pálido–. Lívidos era como se ponían los que no controlaban la libido). No sé si este libro y otros del obispo húngaro amansaban la fiera o la embravecían, porque había pasajes que los leíamos una y otra vez, y no precisamente porque no los comprendiéramos, sino porque describían cosas que disparaban la libido (léase como llana).
Para la primera vez –si es que esto es posible, que no lo serᖠespárcelas por una lugar apartado, dentro del reciento conventual. Si hubiera lugar, por expropiación del lugar, a un segundo esparcimiento –si no fue posible el primero, no lo va ser el segundo–, recoge una a una las cenizas –aunque yo no quiero resucitar con el mismo cuerpo que ahora tengo– y procura depositarlas en un lugar en el que no esté reservado el derecho de admisión. Mételas en algún recipiente que no contamine, que sea biodegradable. Y que no sea lujoso; busca algo más de vestir. Cuando me visites de año en año, no dejes de animarme: ¡Alégrate, Baldo! ¡Ya falta menos para la resurrección de la carne! Y si se te ocurriera colocarme en la misericordia del sitial que está debajo del del prior (ése fue el que yo usé durante toda mi estancia en san Esteban), no pongas ningún indicador de que estoy allí. Ya sabes que pasan miles de turistas y pueda que algún envidioso reivindicativo se le ocurra decir: ¡Qué vergüenza! ¡Unos en marcos tan suntuosos y de superlujo, y otros sin morirnos todavía! Gracias, querido amigo Luisín. Sé que no aceptas propinas, pero gracias. Baldo

Santines y Ramón. Vuestros consejos son sabios, muy sabios, y están dichos con arte y con querencia, pero "alea iacta est". Un abrazo, amigos

Ramón Hernández Martín -

Confieso que mi amor por Salamanca no es inferior al de Baldo. Mi amor abarca, sin embargo, el todo, no una parte, Salamanca entera y no solo San Esteban. Pero téngase presente que Salamanca son también sus pueblos, incluida la Peña de Francia (¡qué hermoso sería, querido Baldo, aventar tus cenizas desde El Salto del Niño!) y la mayor de todas sus maravillas, Mogarraz y los mogarreños (lo último, dicho en voz baja para que no se entere Eugenio, ¡jajajá!). Dicho lo cual, amigo Baldo, a mí lo de las cenizas me la refanfinfla, pues hace mucho que he mandado el ego a freír espárragos y, además, como dice un sabio refrán, “muerto el burro, la cebada al rabo”. Mi única aspiración, llegado ese momento, es que mis despojos achacosos sirvan de combustible a un horno crematorio a fin de poder inyectarle a este mundo, frío y despersonalizado, un poquito de calor generoso. O, si me apuras, me encantaría ser pasto de fieras en justa recompensa, amigo mío, por la cantidad de pollos, peces, cerdos (¡fijaos en el divino sabor del jamón de Mogarraz!), terneros o vacas y corderos que me he comido a lo largo de mi vida. ¿Qué a qué viene todo esto en relación con San Esteban? La clave de tan enigmática relación está en el término “sabiduría”.

Santos Suárez Santamarta -

Pues, Baldo, para mi gusto
te viera mejor estando
a la intemperie abonando
un ciprés o un simple arbusto.
En vez del convento adusto
la paramera extendida:
donde nutrieras la vida
de los bichitos del suelo
bajo ese imponente cielo
azul de Villaquejida.

Luis Carrizo -

Qué buen gusto tienes para los panteones, querido Baldo. Ahora bien --más que nada por si me nombrases albacea--, ese deseo tuyo ¿es para el primer o para el segundo enterramiento?
Y ahora te ruego que con tu buen estilo literario (no te hagas el estrecho) y con tu acreditado sentido del humor expliques a la concurrencia la anécdota a la que sabes que aludo. Yo la encontré genial cuando me las contaste, por lo representativa de ese mundo del derecho canónico o, por elevación, de la escrupulosa diplomacia vaticana, que tuerce o retuerce los argumentos para llegar siempre, dentro de la ley, a donde quiere.
Prego.

Baldo -

Me gustaría tener la inspiración y la maestría literaria de Santines Suárez Santamarta, de Isidro Cicero, de Santines Vibot, de Luisín Carrizo y de tantos maestros que se deslizan por este blog para expresar lo que siento por el convento de san Esteban de Salamanca. Pero lo diré con la frialdad literaria de mis ladrillos: es el Amor de mis amores, y si fuera posible –que no lo serᖠme gustaría que mis cenizas se esparcieran por algún lugar escondido dentro de sus muros. Tenía que decirlo.

Celestino García -

Bonita fotografía ,
Quiero comentar el artículo del Diario de León del pasado sábado .
http://www.diariodeleon.es/noticias/sociedad/tunica-blanca-leon-defiende-mineros-peru_1138647.html

Es sobre el padre Zabala , que pasó por el colegio y con el que fuimos alguna vez de excursión por los montes cercanos .
El artículo cuenta entre otras cosas, su labor en la selva.
/ saludos