CALERUEGA 22 A 24 SEPTIEMBRE - Crónica por Javier Cirauqui ) 2ª JORNADA, primera parte
ENCUENTRO EN CALERUEGA, JORNADA SEGUNDA.- PRIMERA PARTE.
Ya es el día veintitrés,
Amaneció en Caleruega.
Ni se oyen cantar los pájaros,
Ni las nubes se levantan,
Ni me cae un chaparrón
Con azúcar y turrón,
Porque los fornidos muros
Del convento, nos separan
De la civilización.
Entra luz por la ventana,
Me encaramo en el alfeizar
Y veo un patio jardín,
Al que se asoman más celdas
Y a su lado un torreón,
Llamado de los Guzmanes,
Que domina el edificio
Con su figura imponente
Y fue la casa nativa
De los padres de Domingo.
Al fondo las dominicas
y el claustro tras la pared
Me ducho, lavo, acicalo
Y bajo a desayunar,
Por el camino me encuentro,
A otros compañeros más.
Consuelo López de la Osa,
Acompañando a su hermano,
El Padre José Manuel.
Suarez Sánchez José Luis
De su esposa acompañado.
En la primera jornada
Creo que me equivoqué,
Pues citaba Alberto Alonso,
Como que vivía en Francia,
Cuando en Andalucía habita
Y yo saludé el primer día.
El citado debe ser
Antonio Alonso Corral,
Si no me equivoco otra vez.
Es gabacho de adopción
Y nació en Torrelavega,
Como Javier aclaró,
Javier Martín me refiero.
Y entre Antonios y entre Albertos
Me vino la confusión,
García, Alonso, Fernández,
En la vida hay un montón.
Los Cirauqui y Armendáriz
Somos menos colección.
Vibot me dice al bajar,
Que le ha costado dormir,
Pues le invadió la emoción,
Los recuerdos se agolparon,
Habita la misma celda,
Que de novicio ocupó.
No sé si es casualidad
O fue medida elección.
En las sillas nos sentamos,
Y el desayuno en la mesa,
Ya tenemos preparado.
Mermeladas, mantequilla,
Paqueticos galleticas,
Magdalenas alargadas
Y pan para las tostadas.
Por supuesto café y leche
Y fruta de temporada.
Las ciruelicas lustradas,
Las peras de conferencia,
Y nectarinas rosadas.
Según dice Daniel Orden.
Setenta los comensales
Alumnos sesenta y cinco,
Frailes dominicos cinco.
Nos anuncian que a las diez
Nos trasladamos a Roma,
Al yacimiento arqueológico,
Colonia Clunia Sulpicia,
Sita en Peñalba de Castro,
De otro lugar pedanía.
Más o menos 10 kilómetros,
Distancia de Caleruega.
Nos ruegan nos repartamos,
En los coches que han traído
Compañeros al encuentro,
Sin excesivos problemas,
Nos vamos distribuyendo.
Algunos siguen pagando,
Los gastos de nuestro encuentro,
Y yo consigo comprar
El libro de Isidro Cícero.
Me lo llevo sin firmar
Y me vuelvo en el momento.
Y me lo firma diciendo:
“Para mi querido amigo,
Javier Cirauqui, en recuerdo
De los tiempos entrañables,
Vividos y compartidos”
Me subo a la habitación,
A dejar mi gran tesoro,
Que es la Virgen del Camino,
Libro en clave de misterios.
Y aprovechando el tiempo,
Voy viendo por el camino,
Y por los largos pasillos,
Estatuas, cuadros, mosaicos,
De muy variados estilos,
Primeros acompañantes
Del Padre Santo Domingo,
En bajorrelieves negros.
Mesas y bellos mosaicos
Que son de Domingo Iturgaiz,
Obras de Fray Berceruelo,
Que en Villava conocí.
Abro una puerta y me encuentro,
Con la capilla el convento,
Que destaca por un Cristo
Y las vidrieras magníficas,
De nuestro fraile Domingo,
Nacido en tierras navarras.
Algunas cosas que he visto
Me han parecido muy buenas.
Dicen que aquí se reúnen,
Por cierre de otros conventos,
Muchas obras de otros tiempos.
Mi panteón dominico
Me mira intrigante al fondo.
En la plaza nos juntamos
Y en cuadrigas diferentes
Nos vamos aposentando.
Dominicus es mi auriga,
Medardus su copilutus
E Isabel será su musa.
Hacia Clunia ya nos vamos.
Saliendo de Caleruega,
Yacimiento medieval,
A la derecha dejamos
Y a Clunia nos acercamos,
Pero tengo que decir
Que el camino equivocamos.
Rectificando Domingo,
Nos lleva al sitio adecuado.
Un tal Dominus Herrerus
De Quíquero acompañado
Marchaban para otro lado.
Vuelven a la Vía Clunia
Y al yacimiento llegamos,
Centro de Interpretación.
En la puerta nos juntamos
Varios del cincuentainueve,
Ramón Pajares, Argüeso,
Javier Cirauqui y “El Pitu”.
Con un cuaderno en la mano,
Javier Martín nos explica,
Que es el diario del Colegio,
Que él escribió en aquel tiempo,
Y dice que en él se recoge,
La rebelión a Tascón
Y la fecha mi salida
De la Virgen del Camino,
Del Camino de León.
Desde el alto se divisa
Un panorama magnífico,
Tierras llanas, sementeras,
Algún cerro, algunos tesos,
Pequeños montes y valles,
Pueblos diseminados,
Campos coloreados
De ocre, de gris, de amarillo,
Por la sequía diezmados.
Chopos, carrascos, chaparros.
Tomillos y algunas viñas
Que se están recolectando.
Al fondo se ven cordilleras
En azul difuminado
Y Barrado y algún otro,
Me dicen que pueden ser
Sierra de Demanda y Gredos
Y también la de Cameros.
Bajamos por las estrechas
Escaleras que nos llevan
Hasta una sala museo,
Donde la guía que arriba,
Nos recibió cariñosa
Y nos regaló un folleto.
Nos explica el contenido
De la sala del museo
Y de su documental.
Hoy se llama audiovisual.
Todos los allí presentes,
Desde el día veintidós,
Más algún otro agregado,
Enrique Muñiz , Manjón,
Leónides Salvador,
Sin presencia de su esposa,
Por motivos personales
No le pudo acompañar,
Luciano Sánchez, señora
Que ayer tarde no he citado
Y quizás alguno más,
Que al tiempo iré recordando.
Según nos dice la guía,
Y en el audiovisual se explica:
Los indígenas llamaban
Clounioq a este territorio,
Este territorio arévaco,
Que derivará más tarde
En ciudad Clunia Romana.
La ciudad de los arévacos,
Aun no se ha localizado.
Se supone que vivían,
En los cerros más cercanos.
Desde lo alto el yacimiento
La guía los va indicando.
Y ya abajo en el museo,
Vemos una exposición,
Donde se muestra la historia,
Colonia Clunia Sulpicia
En paneles y vitrinas,
Con restos de los objetos,
Que en varias excavaciones
Se han ido recuperando.
Nada más entrar, la guía
Una “tabula Hospitalis”,
Nos enseña interesada.
Por lo que los ciudadanos,
Un buen tratado han tomado,
Bronce color patinado,
Que en el Museo Arqueológico
De Madrid está guardado.
En un panel nos indican,
El cómo se abasteció
De agua, la cives romana.
Pues mucha gente se asombra
De cómo en lugar tan árido
Pudo haber ciudad tan rica.
Meditada decisión
Del modo de hacer romano,
De Clunia la ubicación.
En un cerro situada,
Suficientemente extenso,
Dominante posición
En territorio cluniense.
Como siempre los romanos,
Planifican las ciudades.
Recuerdo cuando estudiaba.
En latín, “Ab urbe condita”,
Como echaban los augurios
Y con los bueyes araban
De la ciudad el perímetro.
En Clunia el agrimensor,
Con calma estudió el terreno,
Sobre una reserva de agua
Planificó la ciudad,
Su nombre cueva Roman,
Conjunto cárstico unido
Por diversas galerías
Y lagunas subterráneas,
Que alimentan manantiales,
Que afloran en las laderas
Y que se explotan en Clunia,
Mediante abundantes pozos,
Captando el nivel freático
Y el agua de las lagunas
En infraestructura urbana
De distribución de aguas.
Magistrados supervisan,
Condiciones de la cueva
Y dentro dejan constancia
Con una inscripción que dice:
Cuatro palos Vir Venerum,
E indicios de haber habido
Cultos a Prometeo.
Y de un conjunto de máscaras
En la cueva fabricadas.
Al bajar las escaleras,
Y en un rincón a la izquierda,
Hallada en excavaciones
En esta ciudad romana,
En el año dos mil siete
Y siguiente dos mil ocho.
Con numerosos fragmentos,
Calcinados por el fuego
Y otros sin estos restos,
En el teatro encontrados,
Por detrás del escenario.
Dirección de Patrimonio,
De Castilla y de León,
Que restaura la escultura
En el Centro de Simancas
Y la coloca compuesta,
Por supuesto apetachada,
En este centro de Clunia,
En el trece inaugurado
Para su visualización.
Vemos el audiovisual,
Y yo me quedo un momento
Viendo la exposición.
Unos paneles recrean
El Centro de la ciudad.
Vista general del foro,
De columnas rodeado
Con la función comercial
Y las tabernas, comercios
Para vender mercancías
Y una función judicial,
Que se lleva en la basílica.
Sobre el papel edificios
De una belleza increíble,
Veremos en la visita
Que queda de la ciudad,
Clunia Colonia Sulpicia.
En las vitrinas se ven,
As ibérico de Clounioq,
As de Tiberio acuñado
En esta ciudad romana.
Unos pendientes y joyas,
Cerámicas y cristales,
Armas, decoraciones
De las tabernas y el templo.
No sé por qué razones,
En un momento concreto,
Se oyen las risas y gritos,
Que salen desde las puertas
De los baños y lavabos.
Es el pene la Fortuna
O es la fortuna del pene,
Y alguien habla de manillas
Con cierta forma de falo.
Jesús Herrero se ríe
Y organiza este cotarro
Y me quedo sin saber,
Que glorias es que ha pasado,
No me ligue la fortuna,
Que me mira con agrado,
Aunque tengo que decir
Que me voy casi meando,
Ya que con tanto revuelo
No he entrado en los urinarios .
Una vez en la explanada,
Nos dicen que hay que subir
Hasta lo alto del cerro.
Nos recibe un gran letrero
Con grandes letras que dicen
Que hasta Clunia hemos llegado.
En lo alto de este cerro existen
Unos campos desolados,
Olmos petrificados,
Muertos por la grafiosis
Que le dan a estos parajes
Un aire fantasmagórico.
Entre los aparcamientos,
Los coches hemos dejado
Y allí la guía nos junta
Y va explicando la historia
De esta colonia romana.
Del catorce al treinta y siete,
Años después de Cristo,
Clunia tiene un estatuto
De municipio romano.
Bajo Tiberio se acuñan
Monedas con su figura
Y la de otros magistrados
De esta Ciudad de la Roma.
Galba contra Nerón,
Que tiene que refugiarse.
Es un convento jurídico
De la Hispania Citerior,
Hispania Tarraconensis
Y del Conventus Cluniensis.
El Cerro Alto de Castro,
Ciento treinta hectáreas tiene,
Cercano al río Arandilla,
Afluente del Río Duero
Y paso para ciudades
Astúrica Augusta, (Astorga),
Juliobriga, Cesaraugusta.
El epíteto sulspicia,
Viene por Sulpicio Galba,
Que emperador se proclama,
Y a la muerte de Nerón
Asume proclamación.
Clunia fue la capital
De aquel Imperio Romano.
Pues fue de tanta importancia
Que alcanzo treinta mil almas.
Crisis del siglo tercero,
Incursión de pueblos bárbaros,
Final influencia romana,
Comercial y cutural.
Final del siglo tercero,
Bárbaros franco alemanes,
Arrasaron e incendiaron
La ciudad Clunia romana
Y empieza su decadencia
A lo largo muchos años.
La conquistan pueblos árabes,
En el setecientos trece
Y en la Edad Media se llevan,
Las piedras y los adornos
Hasta Coruña del Conde,
Peñalba de Castro al lado
Y otros cercanos lugares.
Se usa como cantera
En Mil novecientos quince,
La ha excavado Ignacio Calvo
Y llevan bloques enteros,
A fuera del Cerro Castro.
La guía nos va llevando
Hasta una casa excavada,
Llamada de Taracena
Y también “el gran palacio”,
Ya que Blas de Taracena,
La excavó antes de la guerra.
Suspendieron los trabajos,
Hasta que esta terminó.
Del año cincuenta y uno,
Al año cincuenta y ocho,
Pedro Palol excavó
Unas ciento veinte hectáreas
Se encontró una efigie de Isis
Y un torso del dios Dionisos,
Que engrosan la colección
Del gran Museo Arqueológico
De la Villa de Madrid.
En la casa número uno,
Por Taracena excavada,
Del siglo primero al cuarto
La guía nos va explicando,
Que no se conocen límites
De esta casa por el Norte,
Lo mismo que por el Este,
Nunca ha sido interpretada.
Construida en varias fases,
Con muchas transformaciones,
Se adivina un peristilo
Con columnas y un impluvium.
Y hay varias habitaciones,
Debajo del edificio.
Dos mosaicos geométricos
Adornan parte del suelo.
En el invierno los tapan
Con arenas y productos,
Para que el frío y el agua,
No levante las teselas.
Vamos hacia la derecha
Y la guía nos enseña,
Una casa más pequeña,
Con un mosaico grisáceo,
En cuyo centro se ve,
El icono de un lauburu,
En un color azulado.
Un poco más adelante,
En el foro hemos entrado,
Pues era la plaza pública
De toda ciudad romana.
Una calle el Cardus Máximus
Y otra calle el Decumanus.
Esta plaza pública era
De unas grandes dimensiones,
Ciento sesenta de longitud,
Por ciento quince de anchura
Reunía a muchas gentes,
De todo el Convento Jurídico.
Y en ella se desarrollan
Las varias actividades,
Que marcan toda la vida
De un ciudadano romano.
En la cabecera del foro,
Es la función religiosa,
Donde está el templo de Júpiter.
Y la función comercial,
En el centro se sitúa,
Una plaza porticada,
Donde hay pequeños locales,
Denominadas tabernas,
Con espacios bajo el pórtico,
Para la venta ambulante.
Y está la función jurídica,
Que se presta en la Basílica,
Un gran espacio cubierto,
Donde se resuelven pleitos
Y se sancionan contratos,
Allí guardaban las leyes,
Custodiaban el registro.
Gobernador de Provincia
De la Hispania Citerior
Acude una vez al año.
La guía nos va explicando
Todos los pormenores
Y echando imaginación
Podemos reconstruir
La ciudad y sus encantos.
La taberna está cerrada,
Y subimos un montículo
Donde se encontraba el templo,
Pero por lo que veo,
Aun no es horario de culto.
Todos vamos en los grupos
Acompañando a la guía.
No quiero citar a nadie,
Porque alguno olvidaría.
Comentamos lo que vemos
Y reímos nuestras gracias.
Javivi y Jesús Herrero
Portan sendos aparatos,
Que son de tamaño enorme
Van pillando las posturas
Y momentos oportunos
Y sin que nos demos cuenta
Activan el armatoste,
Y somos fotografiados.
Yendo por el cardus máximus,
Se ven canalizaciones
Para abastecer del agua.
Al poco tiempo encontramos,
El que fue edificio Flavio,
Su función no se conoce,
De planta muy singular
Y un gran acceso a través,
Con pórtico de columnas
Y un rectángulo acabado
En forma de semicírculo,
Con dos ámbitos situados,
En torno del peristilo.
Era un lugar elegante
Y se han conservado losas,
En el suelo y en los zócalos,
Que son de mármol rosado.
Al lado del edificio,
La casa número tres,
Solo parte se conoce,
Pues sus habitaciones,
Se vieron muy afectadas
Por el edificio Flavio
Y una ermita de la Virgen
De un estilo posterior
Y según dice el “Papedro”,
A su romería asistió.
La casa número tres
Disponía en sus paredes
De pinturas y mosaicos.
De un variado colorido.
En la Casa Triangular,
Un mosaico en blanco y negro,
Y en una casa de al lado,
Mosaico figurativo,
Único de la ciudad
Que representa tres cráteras
En posición vertical.
Los baños y termas tienen
Mucha importancia en la época.
Baños públicos, privados,
En casas y en edificios.
Junto al edificio Flavio
Se hallan las termas del foro,
Casa número tres,
Con acceso desde el cardo.
Cesa en el siglo tercero.
Un poco más adelante
Se encuentran las Paredejas,
Un edificio excavado,
Solo por algunas partes,
Del que se conserva en pie,
Un gran lienzo de encofrado
De argamasa y de guijarro.
Y parece ser que fue
Para la traída de aguas
O para almacenamiento,
Un acueducto, un depósito,
No sabemos con certeza.
Y siguiendo el recorrido,
Subimos hasta un montículo,
Donde se ve en extensión.
Termas de los Arcos Uno.
Este edificio termal,
Con un esquema simétrico.
Con ámbitos desdoblados,
Eje longitudinal,
Dejando espacio exterior,
En el centro de las termas
Se sitúa la piscina
Denominada “natatio”.
En la entrada principal,
Pórtico semicircular
De columnas rodeado,
Comunica al exterior,
Con porticado vestíbulo.
El conjunto, claramente
Nos muestra diversas fases
Y otras reutilizaciones.
Una sala de caldarium,
Donde se calienta el agua,
A través del hipocastum,
Popularmente llamado,
En algunos sitios gloria
Y en otras también infierno,
Otra sala frigidarium,
Para recibir baño fríos.
Palestra para el encuentro,
Lugares para el masaje,
Juegos y pedicura,
Recuerdo en el diccionario
De latín en el colegio,
Una palabra ponía
El oficio de “alipilus”,
Cortador de los sobacos
Y otros lugares íntimos.
Asimismo peluqueros
Y algún servicio de bar
Y también de restaurante,
Donde la gente comía
Sentados en el triclinium.
El servicio de las termas,
Era para los dos sexos.
Juntos pero no revueltos.
En las ruinas se veían,
Tubos o chimeneas,
Por donde el vapor salía
Y las salas ambientaban.
Las pinturas y mosaicos,
Adornaban el recinto
Con motivos amorosos,
De animales y de plantas
Y también de tema erótico.
Mosaicos y chimeneas,
Se veían protegidos,
Por muchísimas bolitas,
Cual cagarrutas de oveja,
Para preservar las ruinas
Del aire y de la humedad.
Un poco más adelante
Un edificio termal,
Llamado Los Arcos dos,
Excavado solo en parte.
Obra del siglo primero.
El cuerpo más importante,
Constituye la palestra,
Que da acceso a dependencias,
En distribución lineal,
Donde se desarrollan
Distintos tipos de baño.
Se construyó en varias fases.
Y como tramo final
De nuestra visita a Clunia,
Colonia de origen romano,
Enclavado en estas tierras
De arévacos y vacceos.
Pajares Box me corrige
Cuando yo digo arevacos,
Y aunque sé que no está bien,
Yo siempre he dicho vascones
Y yo nunca diré báscones,
Pues el vasco es lengua llana.
Hemos llegado al teatro,
Que a pesar del deterioro
Se ve hermoso e imponente.
En los momentos gloriosos
Cabían diez mil personas.
Según nos dice la guía
Premio de restauración
Hace poco ha recibido.
El graderío se apoya
Sobre empinada ladera
Y tallado sobre roca
Y quedaba rematado
Por pórtico superior
Que les servía de acceso.
Los espectadores ven
Una gran fachada escénica,
Se compone de dos pisos,
De unas columnas corintias,
Entre las que se encontraban
Esculturas y unas puertas
Por donde entraban y salían
Los actores y los cómicos.
En la parte superior
Se sitúa un tornavoz,
Inclinado de madera
Y que hacía que el sonido
Llegase a partes más altas
Del teatro y graderío.
Durante el siglo segundo
Se transformó y utilizó
Como lugar de espectáculos
De fieras y gladiadores.
Hoy también en nuestros días,
Se celebran espectáculos
De música, danza y teatro,
En los meses de verano
Y por lo que dice la guía
Son bastantes concurridos.
Javivi y Jesús Herrero
Sacan fotos a destajo,
Y entre ellos a los tres frailes
A las gradas acodados
De la Osa, “Papedro” y Lobo.
Algunos pisan la arena
Como “Pitu” y Manolón,
Y con salero y con gracia
Intenta probar la acústica
De este teatro de Clunia,
Pero creo que hay un fallo,
No funciona el tornavoz,
Con eco vago escuchamos:
“Que todos los diputados
Son tan burrus como yo”
Cuando ya ha subido arriba
Me comenta que son versos
De un tal, que se llama Granda
Que es un autor asturiano.
Al mismo tiempo me cuenta,
Un chiste del repertorio.
Un hombre a su mujer dice
¿De quién es el niño “raru”?
Ya que tienen otros dos
Pues sospecha que no es suyo.
Y la mujer le contesta
Que el niño “raru” es el suyo
Y los dos del sacristán.
Saludamos a la guía
Y de ella nos despedimos,
Agradecidos, contentos,
De cómo nos ha explicado
COLONIA CLUNIA SULPICIA.
Azuzamos las cuadrigas
Y nos vamos al convento,
Pues el hambre nos aprieta
Y ya las tripas nos cantan,
Por jotas o peteneras.
Llegamos a Caleruega
Y vamos al comedor,
Para yantar los manjares,
Que ya estarán preparados.
Perdonarme la turrada,
Que os he metido a destajo.
Descansemos que a la tarde
Un largo programa espera
Y en esta segunda parte
De la jornada segunda
Os contaré lo que pase.
Un fuerte abrazo a todos. Javier.
2 comentarios
fernando muñoz box -
Bueno, esto de poner el apellido en lugar de decir Javier, es algo que se hace en el ambiente docente. Así que perdona, Javier.
Me gustan tu crónicas. Un abrazo
Luis Carrizo -
Con crónicas así no es necesario ir a los sitios, sucede como con los partidos de fútbol televisados, que se ven mejor que en directo. Dejando aparte, que es mucho dejar, la cercanía de las personas, que, por cierto, citas y enumeras de forma prolija, cosa que yo te agradezco particularmente.
Lástima que esta segunda entrega, de tema tan romano, no la hayas redactado en troqueos, dáctilos y espondeos, imitando a tu colega Rubén Darío allí donde, usando los pies de la métrica latina, nos decía: Ya viene el cortejo, ya viene el cortejo, ya se oyen los claros clarines...