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GUAPOS Y GUAPAS (Por Jesusito Herrero)

GUAPOS Y GUAPAS (Por Jesusito Herrero)

Guapos y guapas

Hay una vieja lucha de géneros –masculino y femenino–, que está de actualidad, pero que no viene de ahora sino de siglos atrás, y que periódicamente se encrespa o recrudece azuzada por una parte de determinados colectivos. Esa parte que se cree en posesión de la verdad o de las “esencias” y que reclama sus derechos y trata de imponer, a veces cínicamente, sus reivindicaciones al resto de la sociedad.

Ahora se empiezan a considerar los piropos como acoso, no sé muy bien si sexual o simplemente como asalto a los derechos fundamentales del individuo/a, porque de todo hay.

Una vez, una sola vez en mi vida, siendo joven, me llamaron “tío bueno”, y aunque tengo conciencia muy clara de que, al menos entonces, ya no estaba yo ni mucho menos en ese rango estético, le sentó muy bien a mi ego. Y poco tiempo después, otra vez, alguien, una amiga me dijo que otra amiga suya le había comentado que “ese tío”, refiriéndose a mí, “estaba cañón”. Desgraciadamente me lo dijo demasiado tarde, cuando yo ya no estaba en disposición geográfica de echar un cuarto a espadas, pero también me dejó muy apañada la autoestima.

Corren tiempos feroces en los que llamar guapa a una guapa te puede ocasionar quebrantos judiciales. Yo no he sido nunca usuario del piropo, más que nada por patoso, pero me están entrando ganas de llamar feas a las feas, cosa por otro lado muy fea, pero me reprimo porque tampoco estoy muy seguro de no ser denunciado por acoso al honor. Supongo que a lo mejor son las feas las que lo han liado todo, las feas por dentro quiero decir, que a veces no coincide con su aspecto exterior, que puede ser de guapas, dicho sea con perdón.

Yo más bien sería partidario de castigar al merluzo sin imaginación o al grosero, que ese sí tiene delito, y de ser más permisivos con el piropo fino y educado, lo cual encajaría con el derecho a la libertad de expresión, que es una libertad a la que también se han sumado grosera y masivamente muchos políticos y que a veces, según los casos, debería ser considerado como “derecho a libertad de defecar por la boca”, a juzgar por el ejercicio que algunos hacen de este derecho, dicho sea con todos los respetos. Y también creo que “hombre” o “mujer” son adjetivos. El sustantivo es “persona”, que es quien detenta los derechos (libertades y obligaciones). Mientras esto no se enseñe en las escuelas estamos perdidos en laberintos inútiles.

Yo por si acaso, y siguiendo mis pautas caracterológicas, me abstengo de piropear, pero no de daros un abrazo, eso sí, desprovisto de intenciones malsanas.

 

 

4 comentarios

Javier Cirauqui -

Bueno, Jesús, como siempre oportuno. El dibujo muy bueno y para que adornes tu ego, te llamaré tío bueno. Aquí te mando unos versos un poco chorras:

Las piropas y piropos
han de lanzarse con tino
y no recibir sopapos
en mitad del cutis fino.

Mejor que nos piropeen
y nos llamen tíos buenos,
que las vergüenzas aireen,
por no pisar pronto el freno.

Mejor tirarse los tejos,
con gracia y con donosura
y hay que seguir los consejos
de los que tienen cordura.

Los hombres a las mujeres,
Las mujeres a los hombres,
deben sacar los colores
sin que ninguno se asombre.

Un fuerte abrazo para todos.

Ramón Hernández Martín -

Ah, olvidé deciros antes que jamás se me habría ocurrido pensar que nuestra Constitución fuera machorra. ¡Qué cosas veredes, amigo Sancho!

Ramón Hernández Martín -

Rayano ya en los ochenta, he debido de comenzar a chochear porque, no habiendo sido pródigo en galanterías a las mujeres, la verdad es que a todas las que hoy se relacionan conmigo por WhatsApp, correo electrónico o teléfono, sean solteras, casadas, viudas o monjas, las saludo con un "¡hola, guapa" o bonita o algo similar. ¡Qué cosas ocurren en estos tiempos de pitiminí! ¡Joder, el lío en que quieren meternos a toda costa! ¡Hala, tenemos que buscar un macho para la gramática y una hembra para su contenido!¡Penes y vaginas a gogó! Al poco de alcanzar el uso de la razón, ya entendí que las tías son tías y los tíos, tíos, y que, si bien todos son igualitos en derechos, son muy diferentes en cuanto a tareas a desempeñar y a obligaciones que cumplir. Nunca he tenido a ninguna mujer por superior, pero tampoco por inferior. Las cosas son simples y transparentes si se quieren mirar de frente.
Y ahora, una solución mágica para quien quiera seguir piropeando, que es lo bonito de la galantería que relaja y embellece la vida, sin darse uno de bruces con los barrotes de una cárcel: hacerlo de forma indirecta, sin dirigirse a la piropeada. ¿Que cómo se hace eso? Haciéndose. Si te cruzas con un bombón, pongo por caso, di en voz alta para que te oiga bien la interesada: "¡Cuánto me apetece hoy comerme un bombón" o "bendito este día que me endulza la vida con un bombón". Pero, si quieres poner de relieve un pecho generoso, di, por ejemplo: "¡qué bien vendrían para mi casa un par de cántaros de miel!" (Cantar de los Cantares) y otras cursilerías parecidas. Donde hay ley, hay trampa, y donde se impone la zafiedad puede florecer el ingenio.
Aplausos para "Jesusito", niño como yo, y para Luis Heredia, un niño más, por unos minutos de relax y sonrisas.

Luis Heredia -

¡Así se habla, tío bueno¡ Dicho sea sin ningún respeto.