Blogia
Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

LA ESTRELLA COLORÁ DE LA NAVIDAD 2019 por Jesusito el Herrero (4)

LA ESTRELLA COLORÁ DE LA NAVIDAD 2019 por Jesusito el Herrero (4)

2 comentarios

Francisco Javier Cirauqui -

Yo siempre he pensado que vaya vida tan ajetreada llevaron San José, María y el Niño,
nacimiento en Belén, huida a Egipto, los Santos Inocentes. Espero que puedan descansar en algún oasis de tanto trajín. Menos mal que Baldo me aclara todos estos tejemanejes. Feliz Navidad, Baldo y gracias, Jesús por tus maravillosas viñetas y que pases buenas y alegres fiestas. Un fuerte abrazo.

BALDO -

¿Cómo habéis dejado solo a Jesusito demivida, con su graciosa y mordaz viñeta? Jesusito demivida: la pata trasera izquierda del burro ¿es de palo o forma parte intencionada del cuadro artístico?

No sé en qué autor leí que las tribus asentadas en Canaán, tierra pobre e improductiva, solían bajar a Egipto cuando las crecidas del Nilo, porque, como en la vendimia y en la recogida de fresas o de la naranja, había empleo incluso para los sin papeles. Las tribus venidas de Canaán se asentaron en una zona (¿cerca del Sinaí?), cuyo Dios se llamaba precisamente Yahvé. Los egipcios adoradores de Yahvé eran estrictamente monoteístas, aunque, como todos los egipcios, consideraban al faraón como la encarnación de ese Dios. Parece ser, según el autor que yo leí, que de aquí arranca el monoteísmo yahvista que poco a poco fue imponiéndose en las politeístas tribus cananeas que volvieron de Egipto a través del desierto.

A Moisés dedica la Biblia nada menos que cuatro libros de los cinco que componen el Pentateuco, de los cuales, las dos terceras partes son códigos y leyes que Moisés recibe de la boca de Dios. Ningún otro personaje del AT tiene ni de lejos tanta preponderancia. Moisés va a desempeñar un papel importantísimo en la reunión en un pueblo de todas las tribus que bajaban a Egipto y volvían después a la su tierra de Canaán. Él llevó a cabo la estructuración político–nacional y el ordenamiento jurídico-moral del conjunto tribal que constituía el antiguo Israel. En la Torá de Moisés se dará la conjugación de “profecía” y “ley”, de palabra divina y norma de conducta. En consecuencia, el “delito” pasa a ser “pecado”. El nacimiento de Moisés es descrito con un tono épico (Ex 2), siguiendo el modelo del legendario rey mesopotámico Sargón I, fundador de la Dinastía semítica de Agadé. Es muy hermoso el relato de su muerte (Dt 34): muere “por boca de Dios” (Dt 34, 5). Es Dios mismo, quien, con un beso de su boca, absorbe la vida de Moisés en su seno, arrebatándola así al Sheol y otorgándole una recompensa mayor que la de entrar en la Tierra de la promesa.

La actuación de Moisés representa una ruptura radical con la realidad social del Egipto de Faraón. Difícilmente podrá exagerarse el carácter de novedad y de radical innovación que suponen Moisés e Israel en aquel período. Probablemente, la mayoría de nosotros estamos tan familiarizados con estos relatos que nos hemos hecho insensibles a la radical y revolucionaria realidad social que se manifestó con Moisés. La radical ruptura de Moisés e Israel con la realeza imperial es una ruptura bidimensional: por un lado, ruptura con la religión del triunfalismo estático; por otro, ruptura con la política de opresión y explotación. Moisés desmantela la política de opresión y de explotación a base de oponerle una política de justicia y de compasión.

No comprenderemos el significado de la imaginación profética a no ser que logremos captar la conexión. Karl Marx supo discernir la conexión entre la religión del triunfalismo estático y la política de opresión y explotación cuando observó que la crítica de la religión es la crítica fundamental y la que ha de llevar a la crítica de la ley, de la economía y de la política . Los dioses de Egipto son los señores inconmovibles del orden, y exigen, sancionan y legitiman una sociedad de orden, que es precisamente lo que Egipto tenía. En Egipto no hubo revoluciones ni rupturas en pro de la libertad.

La tendencia de las izquierdas ha consistido en preocuparse por la política de la justicia y la compasión, pero desinteresándose en gran parte de la libertad de Dios. Por el contrario, la tendencia predominante en el campo conservador ha consistido en preocuparse intensamente por Dios; pero lo han hecho de un modo acrítico, hasta el punto de no haber entendido que el Dios del bienestar y del orden es precisamente el origen de la opresión social.

MATEO, que tiene una dramatización del nacimiento de Jesús sustancialmente distinta de la de Lucas, centra su segundo capítulo en Herodes y lo considera el faraón egipcio de aquellos momentos. Jesús es, para Mateo, el nuevo Moisés. Ello explica que este evangelista traiga a colación a los magos que visitan al feroz Herodes, alarmado ante la perspectiva de un rey rival. No hubo matanza de los niños, ni la estrella colorá de Jesusito demivida, ni huida a Egipto. El Egipto del faraón, con la matanza de los primogénitos de los egipcios, con la persecución de Moisés y sus tribus cananeas, son un referente para el evangelista Mateo de que Jesús es el verdadero Moisés, que se opondrá al reino faraónico de Roma para implantar el reino de Dios, un mundo bien diferente al imperial romano. En el reino de Dios tienen un lugar central los marginados. El reino de Roma expandió por el orbe mediterráneo la pax romana, pero, como el reino de Egipto, lo hizo mediante la guerra y la victoria; el reino de Dios será implantado mediante la justicia y la misericordia.

Los relatos de la primera Navidad no están llenos solo de alegría, sino también de conflicto. Impulsada y dominada por el complot de Herodes para matar a Jesús, la primera Navidad es oscura y está cargada de presentimientos. Habla de la resistencia homicida de los soberanos de este mundo a la venida del Reino de Dios. Así fue entonces y así es ahora. Durante siglos, este significado de crítica social ha quedado eclipsado por la domesticación política del Evangelio.

Por último, en Mateo, la principal diferencia entre los relatos de nacimiento de Moisés y de Jesús no está en la concepción o en el nacimiento, sino en la huida. Y dicha diferencia es tremenda y deliberadamente irónica. Para Moisés, la huida es de Egipto, pero para Jesús es a Egipto. El lugar de pasada perdición y muerte para Moisés se ha convertido en el lugar de refugio y vida para Jesús, el nuevo Moisés.