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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

EL CICLISTA

EL CICLISTA

Vieja foto del viejo Santuario en 1953. El ciclista de la imagen ¿derrapa o coge velocidad?

6 comentarios

BALDO -

Pues bien, querido Luisín, el estar arrodillados en la iglesia (que era un valor religioso y muchos contravalores biopsíquicos -molestias y hasta dolor en las rodillas, aparición de “beatas” o bultos callosos en estas-) admitía estados valorativos diferentes en mujeres y hombres, como sabiamente dices. Las mujeres se arrodillaban en un reclinatorio con las dos rodillas y con el devocionario y el rosario entre las manos; los hombres, en el suelo con una rodilla, apoyados con el antebrazo en la pierna no hincada, aunque sí doblada, y con la boina en una mano. Esta postura la adoptaban los hombres solo “al alzar” (la hostia y el cáliz), mientras que las mujeres únicamente se sentaban, dando la vuelta al reclinatorio, durante el sermón. Me contaba mi hermano Fernando que D. Domingo, cura de mi pueblo en los años cuarenta, “por (la época de) las confesiones” (última semana de cuaresma), se acercó por detrás a su cuñado Felipe y le sacudió un hostiazo de los que hacen época. “Las gallinas, al palo del gallinero, qoniam”, fue la razón propter quid de su alcaldada clerical. Me supongo, Luisín el de Goyina, que el ti Francisco se arrodillaría al estilo gallináceo. Pero, dadas las relaciones que tenía con el cura, igual ni se arrodillaba. Digo esto porque, cuando D. Eufemiano llegó por primera vez a san Martín del Camino como cura-ecónomo, el ti Francisco se encontró con él en una calle del pueblo. “¿Es Ud. Eufemiano, el nuevo cura?”, le preguntó. “Don Eufemiano, buen hombre, don Eufemiano”, le reprendió con dulzura fingida y melosa el ministro del Señor. El ti Francisco, que había recorrido muchas leguas con el carro y las mulas y que había pesado con la romana trucada muchas arrobas de patatas, le espetó con autoridad: “Pues Dios, con ser Dios, no es don Dios”.

Luis Carrizo -

He disfrutado leyendo la prolija semblanza que haces del ti Francisco de Juan, querido Baldo, casi tanto como disfrutaba el susodicho comiendo tocino los viernes (imagino que para fastidiar a Pla y Deniel). Lo que no logro entender es por qué lo entrecallaba previamente.Y te agradecería sobremanera que me explicases la razón, porque el ti Francisco, por lo que explicas, era de los que no daban puntada sin hilo.
De paso que me lo explicas, si lo tienes a bien, me gustaría también que nos aclares si el susodicho ti Francisco, en el poco rato que permanecía en la iglesia, doblaba las dos rodillas o solo doblaba una. Un breve escolio sobre este particular creo que nos resultaría muy novedoso a la par que ilustrativo, porque me consta que esta temática no se toca demasiado en los tratados de liturgia, que me consta conoces a la perfección.
Desconocía que el bar La Gitana era de unos compatriotos tuyos. Eso os honra. Ahora lo han estropeado un poco al modernizarlo (no es lo único), pero ese bar en el cogollo del Barrio Húmedo siempre ha figurado como una de mis estaciones inexcusables. Ahí daban, e imagino que siguen dando, una tapa de alitas de pollo muy fritas buenísimas.
Dice Pitu que allí se ha tomado él alguna pinta. A lo mejor, ahora, con el aggiornamento, ¡qué pena! hasta den pintas; pero si en ese bar, amigo Pitu, llegas a pedir una pinta antes del Vaticano II, te hubieran sacado a gorrazos, a pedradas o cachavazos, según la clientela que en ese momento hubiese estado apalancada al mostrador tomando un clarete.

Jose Manuel García Valdés -

Amigo Baldo, como dice Fernando tú pones los ladrillos, nosotros rejunteamos. Te hacía poseedor de unas cuantas cualidades trascendentales, nadie duda de que eres unum,verum et bonum, pero es que además, joder, tienes una gran imaginación, sin ella sería difícil ver al ti Francisco cabalgando en su bici. De él y de la Lorenza seguro aprendiste tú el uso tan leal de la romana.
El restaurante que citas creo que aún existe y en alguna ocasión he tomado alguna pinta en él. Si llego a saber que es de Villaquejida hubiese pedido que te lo apuntara.
Contigo el Blog adquiere peso. No te rindas.
Fernando y Luís dadle motivos al Baldo para que nos tire ladrillazo.
Como es barato vuelvo a felicitaros a todos las fiestas y los próximos años, muchos muchos.
Abrazos

Fernando Alonso Díez -

Vamos que el "ti" Francisco era el paradigma de los contravalores al uso. Mira que nos das puntada sin hilo, en este caso con el ejemplo del fardel lleno con los pecados del marido de la "señá" Lorenza que EPD. Es muy posible que la foto sea la del "ti" Francisco o no. Pero es seguro que la descripción se aproxima a la realidad -gran humanidad la del "ti" Francisco- y como tenemos testigos vivos, se lo preguntaremos para que lo confirmen. Amigo Baldo, sigue añadiendo comentarios al blog a ver si a fuerza de poner "ladrillo" sobre "ladrillo" vamos tomando conciencia de que las valoraciones dependen del grado de humanidad a que aspiremos.
Queridos Julia y Baldo, muy Felices Fiestas

BALDO -

Luisín querido. No es lo que tú sospechas. Es el “ti” Francisco de Juan, de San Martín del Camino, padre de Andrés de Juan, inspector jubilado, que está casado con Luci López, hija mayor de mi hermano Fernando, con el que tú cogiste una cogorza de aquí te espero en su bodega y de la que tuvisteis que salir a gatas porque las piernas no os respondían. Esa foto la he visto un montón de veces en casa de mi sobrino político Andrés. El ti Francisco bajaba todas las semanas al mercado de León con un carro de patatas para venderlas casi a estraperlo. Tenía una romana trucada con la que siempre vendía algunos kilos más que los que había traído de San Martín en el carro tirado por mulas. Cuando ya había despachado toda la mercancía, iba con el chico –Andresín, mi sobrino político– a comer unos callos a La Gitana, la casa de comidas más emblemática del hoy barrio húmedo de León. Por si alguno no lo sabe, los dueños de esta casa de comidas eran de Villaquejida. Lo digo, sobre todo, por el Pitu de Casorvia. Pues bien, el ti Francisco, marido de la “señᔠLorenza, tenía una fardela o fardel en el “doble” o desván. Allí iba metiendo todos los pecados gordos que iba cometiendo, mayormente de calentamiento de bajos (Forges dixit). Tampoco oía la misa entera todos los domingos y fiestas de guardar, porque se salía, como todos los hombres, al sermón y, mientras fumaban uno o dos cigarros, entraba al ite misa est. No confesaba los pecados mortales al menos una vez al año, en peligro de muerte o si se ha de comulgar, sino cuando tenía lleno el fardel. Por supuesto, no se confesaba por Pascua florida. Ni le hablaras de ayunar y de abstenerse de comer carne cuando lo manda la Iglesia, porque tenía la pérfida costumbre de comer tocino entrecallado precisamente todos los viernes del año, incluidos los de cuaresma. Y no te digo nada de pagar diezmos y primicias a la iglesia de Dios. Nunca compró la bula de la santa Cruzada, emitida por el entonces primado de Toledo cardenal Pla y Deniel, un buen amigo de Franco, al que dejó su palacio episcopal de Salamanca para que el caudillo instalara en él su cuartel general. El dictador, en recompensa, le aupó ala sede primada y al cardenalato. Pla y Deniel predicaba que, gracias a la guerra, uno no solo puede morir por sus ideales, sino por los ideales de otro (el Perich dixit). Pero no voy a desviarme, porque enseguida caigo en el ladrillo. Vuelvo al ciclista de la foto. El ti Francisco, como carretero trajinero que era, blasfemaba como un ídem. Él decía que eso no era pecado, porque lo importante era tener la bragueta abrochada mientras se blasfemaba. Y, además, esto de jurar contra Dios nunca le ha perjudicado a Dios ensuciándolo de heces. Como quiera que así fuera, el ti Francisco, cuando tenía el fardel lleno, lo ataba al portabultos y en bicicleta se acercaba hasta el Santuario de la Virgen del Camino para descargarlo en el primer confesonario que encontraba. Siempre el confesor le ponía la misma penitencia: comprar cinco bulas de la santa cruzada de Pla y Deniel. Esto le sabía a cuerno quemado, pero lo hacía. La instantánea del portillo coge al ti Francisco arrancando feliz y contento en bicicleta, como quien se ha quitado un peso de encima, camino de san Martín del Camino, donde lo primero que hará será comer tocino entrecallado.

Luis Carrizo -

Yo diría que sale huyendo de algo como alma que lleva el diablo. Me faltan datos, pero apostaría que trata de escapar de alguna cuestación para el Domund.
FELIZ NAVIDAD para todos, especialmente al artista Jesús Herrero que nos ha marcado el camino. Y al furri, claro.