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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

PARTIDA DE BOLOS LEONESES (Por Dacio García, gloria del 61)

PARTIDA DE  BOLOS  LEONESES (Por Dacio García, gloria del 61)

               Imagen bucólica la rescatada por Cortés de una partida de bolos leoneses, con el Santuario de la Virgen del Camino al fondo. Enseguida nos damos cuenta de que la instantánea aparece expuesta en sentido inverso, como cuando nos ponemos ante un espejo. La primera impresión, perspectiva engañosa, es que la partida se celebraba casi al pie de la torre, en la explanada exterior situada en el lateral del Santuario, pero, tras cuidadosa atención, me inclino a pensar que el acontecimiento se localizaba fuera de la zona vallada del Viacrucis. Además cuesta imaginar siquiera que el Prior “Soberbia” permitiera semejante irreverencia en tan sacrosanto lugar.

Por la vestimenta de jugadores, juez y espectadores da la impresión de estar tomada a principios de los años 60 del pasado siglo. Al público se le ve más bien magro de carnes, salvo el árbitro, bien vestido por añadidura, con chaleco y corbata.

Se observan ya indumentarias en consonancia con la imagen modernista del nuevo Santuario, a la vez que otras más acordes con el antiguo: traje para las fiestas de guardar y boina calada hasta las orejas. Quizás todo ello más de acuerdo con el solar de procedencia que con la edad de sus dueños, como ocurre con el mozo que ocupa la primera posición a la derecha.

Pero lo que más me llama la atención de la foto es el jugador que acaba de lanzar la bola –recuérdese que no es zurdo-. Con su tirada, ha hecho saltar por los aires el miche, volteándolo, y lleva camino de conseguir un birle de buen tanteo. Sorprende el forzado escorzo que mantiene mientras observa concentrado el recorrido de la bola, así como la apostura con que conserva la boina en la cabeza. Y es que la boina constituye en él una prolongación de su persona, no simple parte de su atuendo.

De haber sido coetáneo suyo, Mirón de Eléuteras lo habría inmortalizado en bronce.

En fin, escenas que de niños pudimos contemplar con frecuencia en nuestros pueblos, y que hoy esta añeja instantánea nos hace rememorar.

 

 

Dacio

3 comentarios

Alfonso Losada Vicente -

¡ Cómo lo sabía yo..! Ramón sería la persona idónea para la explicación, y vaya que sí lo ha sido . Ramón, Gracias .

Un abrazo

Ramón Hernández Martín -

Para responder al envite de Alfonso, me serviré, con la venia de su permiso, de algunas de las preciosidades que Eugenio Cascón ha escrito sobre Mogarraz.
Hablando de los juegos en general, dice:
"Los juegos, como bien es sabido, son algo connatural a los niños, dado que constituyen un reflejo lúdico de la vida y su principal forma de aprendizaje. Y nosotros éramos niños como los demás, como los de todas las épocas y lugares: en eso no existen diferencias. Pero sí las hay en la manera de jugar y en los medios empleados para ello. Nosotros vivíamos en un lugar apartado, anclado en el tiempo y perdidos en el espacio, lo que hacía que la tradición se perpetuara también en este campo. De este modo, los juegos que practicábamos eran heredados de varias generaciones, así como también buena parte de los pocos juguetes de que disponíamos: peones, pelotas, tangos, chirrieras… que ya habían sido utilizados por nuestros padres y seguramente por nuestros abuelos".
Tras ello, describe algunos de los juegos más frecuentes y, en concreto, sobre los "tangos" dice lo siguiente:
"Los tangos era el nombre que se daba en nuestra tierra al juego de bolos, que tantas variantes tiene a lo largo y ancho de la geografía. En alguna ocasión, la originalidad de la denominación ha hecho que algún periodista poco avisado haya confundido el torneo de “tangos”, de bolos serranos, que se anunciaba en el programa de fiestas con un concurso de baile. Reconozco que la confusión es fácil, pero los informadores deben informarse previamente.
En nuestra versión los tangos eran seis y se alineaban en dos filas paralelas, una justo delante de la otra, y la victoria consistía en dejar uno solo en pie, no en derribarlos todos, como suele ser habitual en la mayoría de las modalidades de este juego. Aquellos tangos solían ser tallados por los carpinteros y a veces estaban extraordinariamente torneados, con una forma casi artística.
Como arma arrojadiza no se empleaban bolas, sino manillas, trozos de madera de forma cilíndrica, de unos siete u ocho centímetros de largo, aunque no había medidas estandarizadas. Se lanzaban tres manillas en cada intento de conseguir el objetivo y era frecuente que se apostaran las pocas perras de que se disponía. El tanguero era el encargado de ponerlos en pie, debidamente alineados, tras la intervención de cada lanzador. A menudo era el propietario y solía recibir alguna pequeña comisión de parte de los ganadores.
Se solía jugar a los tango en cualquier espacio disponible, preferentemente con suelo de tierra para conseguir una mayor estabilidad; si estaba mojado, mejor. Cuando llovía, se buscaba algún lugar techado, como el pasadizo del Banco. Conservo la imagen de Juli, uno de los más expertos, tirando las manillas a la remanguillé".
Por mi parte, recuerdo haber jugado a los tangos antes de ir a Corias, por allá por los años 50 y 51. Estos últimos años he visto a algunos jóvenes, muy metidos en años, en casi tantos como yo, que se han puesto a jugar a los tangos en la plaza en las fiestas patronales de agosto.
En cuanto al "Juli", diré que era un personaje muy singular cuya forma de ser, no solo su forma de jugar, nos "daba mucho juego" ya a los de mi generación, pues siendo yo adolescente, él era ya mozo.
Espero haber cumplido así los deseos de Alfonso.
Sobre esta entrada del blog, digamos que estas fotografías son documentos de extraordinaria importancia para mantener vivos tantos valores de antaño.

Alfonso Losada Vicente -

Buenos días, a todos, y
muchísimas gracias a : José María / Herrero / Cirauqui/ Baldo / Ramón / Pitu / Inocencio / Cícero / Heredia / Vergara / Estrada / Carrizo / Fernando Alonso y Dacio, porque gracias a vosotros, en estas fiestas navideñas, el Blog ha permanecido vivo; es verdad, que unos habéis cooperado más que otros, pero lo importante es que siga adelante.
En Mogarraz, también había un juego como éste que has presentado, Dacio, pero con algunas diferencias; creo que los palitroque, en este caso eran más pequeños y un poco diferentes las reglas, se llamaba:"El tango". Ramón Hernández es un buen conocedor del Tango, quizá el pueda dar mejor las explicaciones. Un abrazo.