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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

PIADOSAS Y BENDITAS MUJERES (Por Eugenio González)

En la larga y penosa historia de la humanidad, millones de mujeres solo han sido lo que los poderosos de turno les han permitido ser: dóciles esclavas, parias sumisas; seres maltratados, cereras, barrenderas y santeras, siempre marginadas y sojuzgadas, como muchas siguen en el siglo en que vivimos. La verdad es que todo ese peregrinaje sufriente y postergado solo ha seguido caminos que otros, en nombre de - vaya usted a saber -, qué dios pudo ser, quien los ordenó para ellas.

No tiene mal sentido la palabra beato o beata, porque en realidad la palabra latina significa dichoso, afortunado, bendito. Para ello, solo nos basta recordar el poema de Fr. Luis de León, el “beatus ille”, expresión latina que se traduce como «dichoso, bendito aquél (que...)», y con dicha expresión, se hacía referencia a la alabanza de la vida sencilla y desprendida, del campo frente a la compleja vida de la ciudad. 

Esta expresión del fraile agustino, proviene de unos versos del poeta romano HoracioBeatus ille qui procul negotiis, “dichoso aquél que lejos de los negocios…dedica su tiempo a trabajar los campos paternos…y no despierta, como el soldado, al oír la sanguinaria trompeta de la guerra… manteniéndose lejos del foro y de los umbrales soberbios de los ciudadanos poderosos” (HoracioEpodos, 2, 1).

En la Eneida, Virgilio alude al piadoso Eneas que, tras la guerra de Troya, imploró a los griegos por la vida de su anciano padre Anquises, y a hombros se lo llevó, junto a los troyanos fugitivos, camino de Roma.  

¿Cómo entender, contemplar y aceptar todo lo dicho, aplicado exclusivamente al hombre, sin la presencia y compañía constante de la mujer, alma de la vida, del hogar y de los campos?

 

“Piadosas mujeres, no lloréis por mí…”. Muchos sabemos que, si hay un corazón piadoso por excelencia, ése es el corazón de la mujer. La mujer está, por su propia condición, más cercana a las miserias humanas, al sufrimiento ajeno, a la solidaridad, al trabajo en equipo, a la sencillez, a la comprensión y al perdón. Cristo, nunca desdeñó a la mujer, ni siquiera renunció a su amistad, a su compañía, a su inclusión en el grupo, a encarnarse en una de ellas, y a someterse a la educación, tan limitada que, en aquel momento, podía darle una mujer hebrea. 

Meses pasados, a las calles salieron en pequeñas manifestaciones algunos grupos de mujeres que siguen luchando por ser ellas mismas en el organigrama real, que no ideal, de la Iglesia Católica. Ya no son - ¡qué va! -, las clásicas mujeres de posguerra: “hijas de Frascuelo y de María”, vestidas de negro de la cabeza a los pies, rosario y devocionario en mano, atildadas mojigatas rezadoras en continuos bisbiseos y solapadas miradas al hombre que, tal vez un día, las burló. 

 

La Iglesia Católica necesita escuchar aquella palabra de Jesús al sordo del Evangelio, ‘éfeta’, para que se le abran los oídos, para que ella también, sorda por siglos a la voz de los pobres, las mujeres, la corrupción, la avaricia, despierte de una vez y escuche lo que medio mundo tiene que decirle, y parece que no quiere escucharlo, es más, como si se deleitara en su sordera: “Déjalas que hablen, que ya callarán”, o dándoles el más que infantil argumento de Pablo: “mulier taceat in ecclesia”, porque “así se ha hecho por siglos, y así se seguirá haciendo”. ¡Parece mentira!, pero es una verdad mayor que los templos vacíos: la iglesia católica no quiere escuchar; es más, está dispuesta a volver sordas a aquellas personas que se preocupan por escuchar la voz de quienes se atreven a hablar. Y ésas son, ahora, las mujeres.

 

Por siglos, una jerarquía y un clero insensibles, sentados en el viejo burro de la comodidad, solo necesitaron criados que repicaran campanas y llevaran cruces y santos en las procesiones; criadas que pasaran cestillas y barrieran las iglesias, vistieran a los santos y pusieran velas en los lampadarios. Decirles a todos estos solitarios mandamases que Jesús fue un abierto feminista, es como hablar quechua en el Bierzo, incluso algunos hasta pudieran rasgarse las vestiduras. El diálogo de sordos entre la iglesia y la mujer tiene un cierto aire de mesa de diálogo entre constitucionalistas y separatistas.   

 

¿Qué hacemos, don Pascual? Hagan lo que quieran, pero, ¡no me toquen la parroquia, eso es algo sagrado!, y el párroco las despachaba con paños calientes y ¡a otra cosa, mariposa! La Iglesia Católica ha despreciado, desperdiciado y ninguneado el espíritu, la ilusión, la energía y el trabajo de millones de mujeres. Ninguna empresa en el mundo ha dispuesto de tanta mano de obra: mentes y corazones, manos y pies generosos y gratuitos para una buena causa. Y todo ello se ha quedado como un ejército atrincherado en las sacristías, derrotado antes de salir al campo de batalla. ¡Qué pena que algún día tenga que lamentar lo que en tantas ocasiones menospreció! Millones de talentos tirados a la basura por no abrirles la puerta de los presbiterios, camino del altar, del servicio de la palabra para llevar la buena nueva que ha dejado, exclusivamente, en manos de hombres, cada vez menos, mayores y solitarios.

“Dichosa, bienaventurada, bendita tú, porque…”. Y estas talismánicas palabras fueron dichas y anotadas en la Biblia, a una mujer, esposa, madre, amamantadora, cuidadora y   educadora, acompañante de Jesús en sus correrías a lo Pasolini, para caer desolada, pero entera, al pie de la Cruz. Cuando los hombres huyeron, ella es la creyente que, contra toda esperanza, espera la vigorosa fuerza del Espíritu para transformar el corazón de unos discípulos atormentados por el miedo, la duda y la frustración. ¡Ésa fue una mujer, llamada María!

            Ante una humanidad que avanza, tenemos una Iglesia Católica que se paraliza, se encoge y se protege como caracol asustado, y nos guste o no, paralizarse es retroceder y esconderse. Muchos de los que, por años, hemos subido al altar, solo pedimos al cielo y a la tierra, que la igualdad entre hombre y mujer, se haga, en la Iglesia Católica, costumbre y no palabrería.

Desde el día mismo de su toma de posesión, el nuevo obispo de Astorga apela a la evangelización, al anuncio gozoso de la buena nueva para todos. “Necesitamos hombres y mujeres del pueblo que toquen la miseria humana y no miren despectivamente para otro lado”, dijo textualmente. Yo me pregunto, ¿qué buena noticia puede haber en el meollo de cualquier institución - por muy divina que sea -, si no busca y propicia que la mujer de hoy tenga un puesto de igualdad al lado del hombre?

Eugenio González Núñez

DIARIO DE LEÓN 21 de agosto 

 

 

 

 

 

 

 

11 comentarios

José Manuel García Valdés -

La historia que cuenta Baldo es materia suficiente para una novela de intriga con personajes de carne y hueso. Culturalmente estaba y, puede que siga estando, admitida la sumisión de la mujer con todo lo que eso conlleva desde el punto de vista social, psicológico... Cuántas historias reales como ésta, y mucho más crudas, podrían contar nuestras abuelas, madres y vecinas. Queda mucho terreno por conquistar. En el caso de las monjas me pregunto ¿ Qué tipo de reflexión ejercen esos dictadores cuando consagran, cuando confiesan, cuando predican?
Baldo, has mostrado una gran valentía.
Empiezo a sospechar que te estás cansando de la Caravana y la acogida de las monjas fue interesada, quieres quedarte con el convento. Demuestra esa valentía y confiesa. Pido plaza para cuando abras, seguro que se apuntarán otros muchos. A 100 € la noche nos podemos forrar.
Abrazos castos.

Pedro Sánchez Menéndez -

Hola, Eugenio: Gracias por tus palabras y por tus aportaciones. Comparto plenamente todo lo que dices. ¡Con lo importante que es el evangelio! Deseo que todo se solucione de acuerdo con justicia para los que se sienten maltratados.

Eugenio Gonzalez Nuñez -

Después de leer todo esto, solo me quedan invocaciones e ingenuas preguntas. ¡Dios tres veces santo! ¿Y todo esto ocurre hoy, aquí, en nuestra posconciliar iglesia española? ¡No puedo creerlo!
De todo lo que yo escribo - que algunos dicen que son improperios contra la Iglesia Católica -, empiezo a pensar que son perlas que no debo echar a los puercos que siguen profanando y haciendo increíble el verdadero Reino de Dios y su Justicia. Una vez más me pregunto. ¿Es posible que todo esto siga ocurriendo a los ojos de una autoriad ciega que quiebra la aguja y se traga al camello? ¡Que venga Dios y lo vea!
A mi memoria vienen recuerdos de niño, cuando mi madre, valiente, afeaba a mi padre y compinches la arrogancia y los crímenes de los vencedores. Y la vecina que escuchaba, escandalizada, decía:"¡De eso no se habla! Hablar de eso está prohibido.
Gracias, amigo Baldo por el rayo de luz y valentía que nos envías. Te dejo de regalo las palabras que otra vecina mía - monja seglar ella -, me dejó: "Las personas fuertes sonríen con el corazón roto, lloran con las puertas cerradas, y pelean batallas de las que apenas nadie se entera".
Haylos que escuchan y creen...
Haylos que dicen: ¡deja que el mundo corra! ¿Para qué meterte en problemas?
Amigos, que sabéis escuchar y escribir, os envío abrazos.

Isidro Cicero -

Menuda historia,Baldo, para una novela!

BALDO -

Y, como final, una de las varias cartas –siempre en el mismo tono– que escribí al obispo de Mondoñedo.


D. Luis Ángel de las Heras Berzal
Mondoñedo
LUGO

Sr. De las Heras.
Quiero ofrecerle un par de textos que con toda seguridad le vendrán muy bien para una serena y "apasionada" meditación en estos días de la "pasión" de Jesús. Y también a su vicario general, que posiblemente sea el primero que hurgue este correo.

1. Uno es del papa Francisco: "También nosotros cristianos somos tentados, somos objeto del ataque del demonio, porque el espíritu del mal … no quiere que seamos discípulos de Jesús. La tentación del demonio tiene tres características y nosotros debemos conocerlas para no caer en la trampa. Primero, la tentación comienza levemente, pero crece, siempre crece; después, contagia a otro. Y, al final, para tranquilizar el alma, se justifica" (11–4–2014). Le invito, a la luz de este texto de Francisco, a que se examine y compare su actitud cuando llegó a Mondoñedo y cómo está actuando ahora en relación con las tres monjas dominicas contemplativas expulsadas de su monasterio de Valdeflores por el Sr. Basanta a instancias de la priora, Sra. García, y realizada y avalada por el brazo ejecutor que es el Sr. Carballo.

2. El otro texto es de Jn 10, 31–32; 37–39

«31 Los judíos trajeron otra vez piedras para apedrearle.
32 Jesús les dijo: «Muchas obras buenas que vienen del Padre os he mostrado. ¿Por cuál de esas obras queréis apedrearme?»
….
37 Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis;
38 pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras y así sabréis y conoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre.»
39 Querían de nuevo prenderle, pero se les escapó de las manos».

3. Y ahora un breve comentario. Todos Uds., los que están en el linchamiento de estas tres monjas (el Sr. Carballo, Ud., el Sr. Basanta, la Sra. García, et alibi) se están rigiendo en su maltrato largo, cruel e injusto por el principio: "Toda obra buena tiene su merecido castigo", como le aplicaban a Jesús los judíos. Está claro que a Uds. no les mueve lo que le "apasionaba a Jesús". La primera (principal) "pasión" de Jesús fue el reino de Dios, es decir, encarnar la justicia de Dios. Fue esta primera (principal) pasión por la justicia de Dios la que le llevó inevitablemente a su segunda pasión, originada por la justicia punitiva de Pilato. Antes de Jesús, después de Jesús y, para los cristianos, arquetípicamente en Jesús, todos los que viven en favor de una justicia no violenta terminan muriendo, con demasiada frecuencia, a manos de una injusticia violenta o, como es nuestro el caso, expulsadas de su monasterio por las insidias de personas concretas. Uds., Srs. Carballo, De las Heras, Basanta, García y otros, estén tranquilos, no tengan miedo a que les llegue la segunda pasión de Jesús, porque les falta totalmente la primera, la pasión por el Reino, por su Verdad y por su Justicia. Parece que lo único que a Uds. les mueve –por sus obras los conoceréis– es ir destruyéndolas psíquicamente. Ellas resucitarán con Cristo. De Uds. tengo serias dudas, si siguen empecinados en su maldad.

Baldomero López Carrera

BALDO -

Y, a continuación, la historia del 'mobbing' a las tres monjas contemplativas dominicas de Vivero.


Empiezo por decir lo más importante para que mi narración sea creíble: que hay una sentencia firme del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica declarando inocentes a las tres monjas dominicas contemplativas, sor Catalina Lage OP, sor Begoña Meana OP y sor Miria Gómez OP, del Monasterio de Valdeflores en Viveiro (Lugo) y desautorizando las ilegales y crueles actuaciones contra ellas del arzobispo José Rodríguez Carballo, Secretario de la CIVCSVA, del obispo de Mondoñedo–Ferrol, Luis Ángel de las Heras Berzal, del entonces Administrador diocesano y hoy Vicario general Antonio Rodríguez Basanta y de la priora del monasterio de Valdeflores, sor Consuelo García García OP. El proceso, que empezó con esa declaración de inocencia de las tres referidas monjas por parte del tribunal supremo de la iglesia católica, se quedó estancado ahí, por lo que el castigo de las actuaciones de los gerifaltes eclesiásticos implicados pasará al limbo del olvido. No hay que olvidar que el Derecho Canónico no se ha hecho para ejercer justicia dentro de la institución eclesiástica, sino para proteger al clero de las justas reclamaciones de los laicos.

Pues bien, las formas de proceder que condenó el Tribunal de la Signatura Apostólica fueron las siguientes.

I. LA PRIORA, SOR CONSUELO GARCÍA Y EL ADMINISTRADOR DIOCESANO, ANTONIO RODRÍGUEZ BASANTA

1. Sor Consuelo García, enferma, fue elegida priora del monasterio de Ntra. Sra. Valdeflores, en Viveiro (Lugo). Sor Miria Gómez dijo en la elección que su enfermedad era, según las Constituciones de las monjas dominicas, un impedimento para ser elegida priora. Pero el Vicario diocesano de las monjas, que presidía la elección, hizo caso omiso de este canon de las Constituciones y dio por válida la elección, acaecida el día de la exaltación de la santa Cruz, 14 de septiembre de 2015.

2. Sor Catalina Lage Braña, padeció un edema pulmonar al terminar su priorato, y pidió permiso para curarse de esta dolencia en Prouilhe, la casa madre de la Orden de Predicadores, en Francia, donde había ejercido de priora. Le fue concedido legalmente ese permiso por parte de la priora sor Consuelo y del Vicario Episcopal Antonio Rodríguez Basanta.

3. Sor Begoña Meana Arce pidió permiso para atender a su tía–madre, de 90 años, durante dos semanas para sustituir a una hermana que se ausentó por unos días. También se le fue concedido legalmente.

4. Sor Catalina Lage, cuando le dio de alta el médico en Francia, volvió para España y llamó por teléfono a la priora, sor Consuelo García. También lo había hecho sor Begoña Meana cuando terminó el plazo para el que había sido autorizada. En ambos casos y en distinto momento recibieron la negativa de la priora, sor Consuelo García, a abrirles las puertas del monasterio. Esto era el 14 de marzo del año 2016, para sor Begoña y el 19 de abril, para sor Catalina.

5. A la media hora de la negativa de la priora a admitirlas en el monasterio, reciben un comunicado del Administrador diocesano de Mondoñedo-Ferrol en el que las obliga, en virtud de obediencia, a permanecer (sor Begoña) en el domicilio de su familia por tiempo indefinido y a sor Catalina, a volver al monasterio de Prouilhe (Francia). En ambos casos el Administrador diocesano, Antonio Rodríguez Basanta, dio como razones de esta negativa las «gestiones canónicas que se estaban realizando sobre el monasterio de Valdeflores, gestiones que estaban asesoradas por el Asistente de la Federación». Sin embargo, toda monja dominica contemplativa sabe que NINGÚN OBISPO O SUSTITUTO TIENE PODER PARA TRASLADAR A NINGUNA MONJA DE SU MONASTERIO NI MUCHO MENOS PARA IMPEDIR SU ENTRADA. Esta es una de las actuaciones que anula el alto tribunal de la Signatura. Pero el Administrador diocesano Basanta, a pesar de los avisos que recibió de las castigadas sin culpa de que estaba actuando ilegalmente, siguió en sus trece, por lo que incurrió repetidamente en prevaricación y abuso de autoridad.

6. Contra sor Miria, que le había puesto con mimo el desayuno durante los seis años que Basanta fue capellán del Monasterio, fue sometida por este individuo a una presión descarada y chulesca para que se marchara del monasterio. Tanto y tan violento fue ese apremio, que la Monja pidió irse a Prulla, la cuna de la Orden, en Francia.

7. Desde que el obispo Luis Ángel de las Heras tomó posesión de la jefatura de la diócesis de Mondoñedo–Ferrol, no hizo otra cosa que proteger a su ahora Vicario General, Rodríguez Basanta, de las graves tropelías que había cometido contra las tres monjas. Existía, además, –yo no tuve ninguna duda desde el principio– un interés de los jerarcas de la diócesis por hacerse con el edificio del monasterio para venderlo a algún hostelero, puesto que es un codiciado edificio del s. XVIII. Esto todavía no ha llegado a producirse, pero intentos no han faltado. Quitando del medio a las tres monjas que sostenían la comunidad, esta se caería por sí sola en muy poco tiempo, como así ha sucedido.

8. Esta situación de indefensión de las tres monjas originó una carta de un grupo de sacerdotes, con cargos relevantes en la archidiócesis de Oviedo con el arzobispo Gabino Díaz Merchán, al nuevo obispo de Mondoñedo–Ferrol, Luis Ángel de las Heras Berzal CMF, en la que pedían que, ante acusaciones tan graves de la priora Consuelo García, se abriera, como era preceptivo, un proceso con las exigibles garantías canónicas y el debido respeto a su dignidad personal y eclesial. El obispo claretiano dio la callada por respuesta.

9. El tal proceso nunca se abrió. Todas las acusaciones, arbitrariedades y castigos se basaron únicamente en la voluntad y determinación de los «verdugos». En el Prot. N. 16/2016 del obispo de Mondoñedo-Ferrol del 7 de noviembre de 2016, el obispo dice:

Como es escandaloso y llamativo (el comportamiento de las tres acusadas), el arzobispo Secretario José Rodríguez Carballo OFM, deja para después, mientras cumplen el castigo, el "aclarar todo lo posible sobre los hechos que motivan la petición de exclaustración (pedida por la priora y apoyada por el obispo) mencionada más arriba."

Carballo, primero castiga y después busca las razones del castigo. Eso es, sin ningún género de duda, un "castigo preventivo", figura que no existe ni en primitivo código de Hammurabi, pero sí en la actuación del arzobispo franciscano con respecto a las tres monjas dominicas. Este arzobispo, Secretario de la CIVCSVA, no inició nunca ningún proceso, como es preceptivo, en el que la Priora, Consuelo García García, y la subpriora, Carmen Villar Prieto, demostraran que las acusaciones eran verdaderas y verídicas y en el que a continuación se diera a las acusadas el derecho a defenderse y a confrontarse con las acusadoras. El arzobispo Secretario Carballo OFM, con su actuación conculcó gravemente el principio inocencia o presunción de inocencia. El derecho a la presunción de inocencia debe estar presente en todas las fases y en todas las instancias del proceso penal, proceso que jamás ha iniciado el arzobispo Carballo como Secretario de la CIVCSVA, sino que se ha retrotraído a los procesos de la Inquisición, en los que bastaba que existiera una denuncia penal en contra de una persona y el refrendo por dos testigos para que pudiera ponerse en cuestión la reputación del denunciado e incluso su detención y encarcelamiento. En este caso, la exclaustración.

10. Antes de aplicar el castigo, el entonces Maestro General de la Orden, fray Bruno Cadoré, se puso en comunicación con el arzobispo Carballo. Fray Bruno, según comunicó a las tres exiliadas, le mostró a dicho Secretario su desacuerdo con tal medida, que vulneraba las Constituciones de las monjas al suprimir todo el protocolo de un proceso legal. Pero el arzobispo franciscano Carballo hizo caso omiso y fue orillando cada vez más al Maestro General de la Orden en todo este circo.

11. Cumplido meticulosamente el tiempo del injusto destierro impuesto (un año en Prouilhe, Francia), las tres monjas acusadas quisieron volver, como era natural, a su monasterio. El Maestro General de la Orden, fray Bruno Cadoré, les contestó que tenían derecho a volver a Vivero, si así lo deseaban. Ellas sí lo querían, pero Carballo, de las Heras y la priora hicieron caso omiso y volvieron a impedirles la entrada no abriéndoles la puerta. Un precepto formal, traído por un fraile de la Coruña como delegado del Maestro de la Orden, fue papel mojado para la priora, que cerró a cal y canto el monasterio (el monasterio solo puede abrirse desde dentro, porque no tiene ninguna cerradura que dé al exterior).

La priora, Consuelo García García, a pesar de que el delegado fray Equiza la conminó a obedecer un PRECEPTO FORMAL del Maestro General, conculcó uno de los constitutivos esenciales de su profesión solemne religiosa, que es la obediencia al Maestro General de la Orden. La priora, que, según las Constituciones de las Monjas, es la garante del cumplimiento de esas Constituciones, fue precisamente quien las transgredió gravemente con la reiterada desobediencia al Maestro de la Orden. Adujo para obrar así «que estaba obedeciendo órdenes –no escritas– de las altas esferas». Estas «altas esferas» a las que se refería la priora Consuelo García García y que estaban por encima del Maestro General de la Orden eran sin ningún género de dudas fray José Rodríguez Carballo OFM, Secretario de la CIVCSVA.

Lo más grave de todo esto es que, con haber dejado impune una desobediencia tan grave a un «precepto formal», máximo acto de autoridad, del Maestro General, fray Carballo OFM, como Secretario de la Congregación de Religiosos, estaba destruyendo de un plumazo a la propia Orden de Predicadores, porque ¿cómo va a obedecer un fraile o una monja a sus superiores si el Secretario de la CIVCSVA permite y hasta premia la desobediencia de una priora a un precepto formal de su Maestro General de su Orden? Tampoco dejó obrar al Maestro General como tenía que actuar: destituirla de inmediato, porque, si alguna vez la tuvo, Consuelo García García había perdido la identidad dominicana.

12. Después de idas y venidas del Maestro General de la Orden y del «Ordinario», Luis Ángel de las Heras CMF, al monasterio, acordaron ambos convocar a las acusadoras y a las acusadas a una reunión de confrontación en Mondoñedo. Ahí empezaba por primera vez el verdadero proceso, porque todo lo anterior había sido un puro y cruel linchamiento de cuatro personas sin escrúpulos contra tres monjas contemplativas dominicas.

Las acusadoras (Consuelo y Carmen) comunicaron en la noche anterior su no asistencia a la reunión. Dieron razones que nadie de los asistentes creyó. A pesar de la estudiada, y hasta planificada por el obispo, retirada de las acusadoras –lo que molestó sobremanera al Maestro General y a su Asistente–, se tuvo la reunión convocada.

Todo el mundo sabemos –Luisín Heredia, muchísimo mejor– que, en cualquier juicio, la no asistencia de los acusadores a una confrontación para esclarecer la verdad de sus acusaciones lleva a una desautorización total de estas y de las propias acusadoras por parte del juez. Entonces el magistrado impone a las acusadoras no asistentes una sanción por calumnias, otra de obligación de restituir el honor a las acusadas y una tercera, de indemnización económica por los gastos que se hayan derivado. Además, las inhabilita por un tiempo determinado para ejercer el cargo que venían desempeñando.

13. Fray Carballo, conocedor de estos hechos y del comportamiento de la Priora Consuelo García García y de la subpriora Carmen Villar Prieto, no intervino para sancionar su conducta, como es su deber. ¿Por qué no lo hizo? Tampoco el obispo Luis Ángel de las Heras CMF, que estuvo presente en la reunión de Mondoñedo como convidado de piedra, también tenía la obligación de haber reprendido a la priora y a la subpriora por su negativa a asistir a una reunión tan trascendental. Pero no lo hizo, porque siempre estuvo de su parte, a pesar de que era sabedor de todas las calumnias que habían levantado estas dos monjas. Tenía puesto el ojo en el edificio de monasterio de Vivero y no podía «distraerse» en fruslerías, como era el sufrimiento de tres monjas inocentes.

Pero hay algo más grave: fueron las acusadas las que, por ausencia de las acusadoras, tuvieron que demostrar su inocencia. También aquí se conculcaba el derecho humano de la presunción de inocencia.

14. La priora Consuelo García García y la subpriora Carmen Villar Prieto llamaron a La Voz de Galicia pidiendo ayuda. El director del periódico mandó a una reportera y Consuelo y Carmen Villar se despacharon con todas las mentiras de que eran capaces y calumnias en abundancia, que el periódico transcribió.
15. El obispo Luis Ángel de las Heras Berzal y su Vicario General, Basanta, enviaron a la Voz de Galicia un remitido en el que se mostraban compungidos por lo que en el monasterio sucedía y que, para buscar las soluciones adecuadas, informaron que la priora había solicitado «ayuda» a la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA) de la Santa Sede, como también a su Orden y al obispado de Mondoñedo-Ferrol. Ya sabemos qué tipo de «ayuda» requerían todos estos farsantes y mentirosos verdugos.
16. Lo que sucedió después es que Carballo OFM y los acólitos suyos del obispado de Mondoñedo elaboraron escritos para trasladar, por sí y ante sí, a las tres monjas a otros monasterios. Las declaradas inocentes por el Maestro de la Orden, con la anuencia (fingida) del obispo Luis Ángel de las Heras, tenían que marchar otra vez del monasterio, mientras que las culpables, mimadas por los verdugos, se quedaban en su casa de Viveiro. Eran tantas las tropelías que habían cometido con sor Catalina (83 años), sor Begoña (64 años) y sor Miria (50 años), que una más ya no contaba para ellos; solo, para aumentar el dolor de las tres víctimas inocentes. Ningún monasterio de «monjas de clausura» del territorio de la antigua provincia de España quiso recibirlas, porque eran unas apestadas por robo de dinero, por lesbianismo y por desestabilización de la comunidad. ¡Pobres «monjitas»! ¡Han perdido el norte y, lo peor de todo, es que ya no van a recuperarlo! Sor Miria se quedó con sus padres en el mismo Vivero mientras aparecía algún monasterio que quisiera acogerla. Sor Catalina y sor Begoña no lo encontraron y estuvieron siete meses en nuestra casa de Oviedo. Y Julia, ellas y yo convivimos felices, porque son personas de mucha categoría.

17. Cuando llegó el veredicto del alto tribunal de la Signatura Apostólica, favorable a las tres víctimas, la priora de Vivero y la subpriora –con toda seguridad, por mandato del obispo Luis Ángel de las Heras Berzal CMF– arramplaron con todo lo que pudieron del monasterio, cargaron varios camiones y, de noche, huyeron en taxis llevándose a todas las monjas al monasterio de Cangas del Narcea en Asturias. Las monjas de Cangas, encantadas, porque la llegada de seis monjas le libraba de que cerraran el monasterio por falta de «quorum». Allí, pues, se instalaron, pero la luna de miel duró poco. No había pasado un año, cuando Consuelo y Carmen, conflictivas, gastadoras y sibaritas en sumo grado, se enfrentaron a la priora de Cangas y, lógicamente, tuvieron que marchar. Lo hicieron a Bayona, en Pontevedra. A la semana siguiente de estar en este monasterio, hicieron frente a la priora y otra vez tuvieron que marcharse. Pensaron que el mejor refugio era su antiguo monasterio en Vivero. Tenían dinero –el que decían que se habían llevado las acusadas–, nadie las iba a controlar, qué más podían desear. Pero el obispo Luis Ángel de las Heras Berzal montó en cólera por este retorno. El que había sido su mentor y protector se convertía ahora en representante de la ley, que no permitía que dos monjas formaran comunidad. Otra vez los planes de hacerse con el edificio del monasterio se impusieron a toda misericordia, auxilio o como queramos denominarlo. Consuelo se marchó a una residencia de ancianos de Ferrol para seguir viviendo como una marquesa, y Carmen Villar anduvo como alma en pena buscando quién la acogiera. Primero la tuvo el Obispo en la casa sacerdotal de Mondoñedo, pero no sé por fin a donde ha ido a parar.

18. Sor Catalina, sor Begoña y sor Miri tenían el veredicto de la Signatura Apostólica para que volvieran, pero como el resto había huido para perjudicarlas (según normativa reciente, los monasterios que no tengan seis o más monjas que se valgan por sí mismas han de cerrarse), optaron por cambiarse de Federación de Monjas e ir a un maravilloso monasterio: el de Orihuela. Están felices, porque es una comunidad dominicana de las que quedan pocas. Eso sí: siguen perteneciendo al Monasterio de Vivero, porque si pidieran la transfiliación a Orihuela, perderían todos los derechos de propiedad del edificio monacal y los dos buitres del obispado de Mondoñedo–Ferrol se lanzarían en picado a comer la carroña, que es lo suyo.

18. El día 3 de agosto de 2020, el nuevo Procurador General de la Orden (que es el encargado de todos los asuntos jurídicos de la Orden y de las relaciones con la curia vaticana) informó a sor Catalina, a sor Begoña y a sor Miria de que el Maestro de la Orden había recibido la respuesta del cardenal Joao Braz de Aviz, Prefec¬to de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (CIVCSVA) (de la que es secretario el verdugo José R. Carballo OFM), del 20 de julio de 2020, referente a la petición para la supresión canónica del Monaste¬rio “Nuestra Señora de Valdeflores” de Viveiro. Y el cardenal, por medio del Maestro General (que es el interlocutor natural con las monjas, a pesar de que este mismo cardenal y su secretario lo habían «ninguneado» y orillado en el todo el proceso de castigo a las tres monjas), pide a las monjas que ahora están en Orihuela que se afilien a ese monasterio. Manifiesta este cardenal que es consciente de que estas tres hermanas han expresado su deseo de no pedir la transfiliación antes de la resolución definitiva del proceso actualmente pendiente en la Signatura Apostólica. En este respec¬to, el cardenal Prefecto dice: «En caso de que haya ulterior resistencia por parte de las tres herma¬nas residentes en Orihuela, este Dicasterio esperará el pronunciamiento del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica antes de seguir adelante». El Procurador General, por encargo del nuevo Maestro General de la Orden, el filipino fr. Gerard Timoner, enseña el culo vergonzosamente: «Evidentemente la CIVCSVA espera que sea posible persuadir a las hermanas de pedir la transfiliación y así abandonar el recurso a la Signatura; pero el Dicasterio no quiere imponer la transfiliación a estas hermanas». ¡Qué bonito! ¡Un final feliz! Las tres víctimas de abuso de poder, de maltrato, de injusticia, de difamación, de denuncia pública sin fundamento, de escarnio y de ilegalidad, que han sufrido lo que no está escrito, retiran el recurso, pierden la propiedad del monasterio de Vivero y todos los canallas de jerarcas eclesiásticos que les han causado un largo y profundo sufrimiento a ellas y a sus familias y amigos, quedan impunes y se ocultan una vez más los «abusos» de poder que han venido cometiendo desde hace muchos cientos de años estos jerarcas eclesiásticos. Quieren cerrar «el caso» como si la comunidad de Vivero no hubiese sido intervenida de un modo ilegal, [como ha corroborado la primera resolución de la Signatura (Prot.n.53593/18)], como si el abuso de poder del arzobispo Secretario del Dicasterio, del obispo actual de Mondoñedo–Ferrol, del ahora vicario general de dicha diócesis, de la anterior priora de Valdeflores, como si el maltrato a las tres monjas, el escarnio, la difamación, la denuncia sin fundamento, como si la profunda crisis personal, familiar y eclesial que han padecido, como si el destrozo de una comunidad de más de 600 años de vida religiosa fértil de andadura, fuesen «asuntillos» sin importancia, a los que hay que dar carpetazo cuando antes para no empañar la venerabilidad de algunos gerifaltes religiosos. ¡Qué vergüenza! Y el franciscano José Rodríguez Carballo dando lecciones de lo contrario que él practica. ¡Cínico y repugnante!

BALDO -

Y ahora las declaraciones de Carballo OFM.


«SI CONOCEMOS ALGÚN CASO, ACTUAMOS. La Iglesia ha dado normas muy claras y nosotros intentamos seguirlas», señala el secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, fray José Rodríguez Carballo («chámame Pepe», pide él a sus interlocutores): «Es verdad, hay abusos de autoridad y sexuales en la vida consagrada». (El periódico la 'Civiltà Cattolica' entra a fondo en el escándalo del 'mobbing' a monjas en todo el mundo).

29.08.2020 Jesús Bastante en RELIGIÓN DIGITAL

«Es verdad que hay escándalos, es verdad que hay abusos de autoridad, es verdad que hay abusos sexuales, y la Iglesia quiere afrontar esto con mucha seriedad». El español José Rodríguez Carballo, secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Religiosa, admite la existencia del maltrato sostenido dentro de las congregaciones religiosas, durante una entrevista con Rome Reports.

El dicasterio, siguiendo instrucciones del propio Papa, se ha decidido a acabar con la lacra del abuso de religiosas por parte de obispos o eclesiásticos, que hunden sus raíces en una concepción patriarcal de la Iglesia y en las ansias de poder de quienes detentan la autoridad, sean prelados, generales o superioras. Muchas mujeres han acabado abandonando, solas y con una mano sobre la otra, los lugares donde se formó su vocación. Algunas, incluso, como apuntó RD, acabaron prostituyéndose o sin papeles, convirtiéndose en ilegales. Francisco encomendó a las scalabrinas la creación de una casa para estas ex religiosas.

«Si conocemos algún caso, actuamos. La Iglesia ha dado normas muy claras y nosotros intentamos seguirlas», declara Carballo, quien insiste en la necesidad de la formación en el uso de la autoridad. «Urge, urge, formar a las personas que son llamadas, -no que buscan tener autoridad-, ya que (si la buscan) entonces se convierte en poder y de ahí viene el abuso. Y aquí vendría bien discernir la elección de los superiores o de las superioras, no todo el mundo puede».

«Yo sé que se habla mucho, también en la Iglesia y en la vida consagrada, de 'leadership'. Yo personalmente prefiero usar la terminología de servicio de la autoridad, sabiendo que autoridad, etimológicamente significa hacer crecer al otro», sostiene Carballo, quien ha puesto como objetivo de su congregación combatir todo tipo de abusos presentes en la vida religiosa. Un desafío impostergable.


BALDO -

Al hilo de que este portillo está dedicado a los abusos a mujeres por los clérigos y jerarcas de la institución eclesiástica católica, y de que estamos en holganza veraniega, quiero traer a colación una «historia para no dormir» sobre ABUSOS GRAVES de fray José Rodríguez Carballo, franciscano y arzobispo secretario de la Congregación vaticana sobre los religiosos, a TRES MONJAS DOMINICAS CONTEMPLATIVAS DE VIVERO (LUGO): sor Catalina Lage, sor Begoña Meana y sor Miria Gómez.

En mi ya no corta vida, no he visto declaraciones más cínicas, falsas y embusteras que las que hizo el 29 de agosto pasado este franciscano gallego orensano. Primero expondré esas declaraciones narradas por Jesús Bastante, subdirector de Religión Digital. Tengo que aclarar que Jesús Bastante, con José Manuel Vidal, dos gallegos exsacerdotes, dirigen Religión Digital. Este periódico «religioso» tiene, como cualquier medio de comunicación, una óptica excesivamente parcial, por la que ven a los «suyos» siempre llenos de virtudes cristianas y atacan, con mano gallega, eso sí, a los que no son les caen en gracia. Vidal, que empezó queriendo hacer una biografía oficial de Rouco y, ante la negativa de este al leer el primer capítulo, terminó con un libro en el que pone al cardenal de Villalba (Lugo) a caer de un burro. Pues bien, Rodríguez Carballo y el obispo actual de Mondoñedo–Ferrol, el claretiano Luis Ángel de las Heras Berzal –ambos implicados hasta el tuétano en los abusos que contaré– son personas muy gratas a Vidal y a Bastante, que aprovechan cualquier circunstancia para ensalzarlos ¡y promocionarlos! Ahora que está al caer la renovación de los jerarcas de muchas archidiócesis y diócesis muy importantes españolas, es descarada y hasta desvergonzada la campaña de propaganda que realiza Religión Digital a favor de Luis Ángel de las Heras Berzal para auparlo a una de ellas. De las Heras es un cordimariano intelectualmente muy mediocre y altamente dañino, como tendré ocasión de exponer. Nunca debió abandonar el cargo de prefecto de disciplina que desempeñaba en los colegios apostólicos de los claretianos en Segovia.


Jose Manuel García Valdés -

Amigo Baldo, tardas pero cuando te asomas se te ve de cuerpo entero. El blog gana mucho peso con pensantes como Ugenio, con E, y tú. Decís mucho y bien expresado. Los que deberían leeros están de vacaciones. La Iglesia necesita muchos cursos de actualización en lo referente a los valores de la mujer dentro y fuera de la Institución.
Abrazos fuertes a distancia.

BALDO -

Presagiando que algo trágico podía pasarle, Jesús organiza una cena en la que muestra a los suyos cómo seguir manteniendo la unión con él después de su muerte. Existen al menos dos tradiciones sobre el modo de cómo iba a ser la continuidad de la relación de Jesús con los suyos: una es la celebración de la comida del Señor, que derivó en solo la parte «eucarística» (las palabra de la «consagración»); otra tradición afirmaba que, en adelante, el discípulo estará unido con el Señor a través de una actitud de servicio fraterno («lavar los pies») y de amor («mandamiento del amor»), que fue como vivió el mismo Jesús. En realidad, estas dos tradiciones son coincidentes en cuanto a su mensaje, aunque difieran en las actuaciones que transmiten ese mensaje. La que ha permanecido en las iglesias cristianas ha sido un «recorte» de la Cena del Señor: el culto o «eucaristía»; la llamo «recorte», porque ha sido suprimida la cena (Pablo y Lucas separan las acciones del pan y de la copa mediante la indicación «después de la cena». Marcos y Mateo, por el contrario, las unen y además las hacen simétricas: «Esto es mi cuerpo», «Esta es mi sangre»). La otra tradición, la del servicio fraterno y del amor (que es la registrada en el evangelio de Juan) ha sido ignorada en la historia de la liturgia cristiana.

Pero el evangelista Juan -que tiene tanta autoridad como los sinópticos y como Pablo- no tiene el relato de la «consagración»; ha omitido la parte «cultual» o «eucarística» en la narración de aquella última Cena y ha puesto en su lugar el servicio a los demás («Lavaos los pies unos a otros») y un largo discurso sobre el amor específico de Jesús («como yo os he amado»), al que invita a sus discípulos a poner en práctica. «Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él». ¿Por qué se ha hecho derivar el «amor cristiano», el servicio a los demás, del «rito eucarístico», si están en el mismo plano: acciones ambas de Jesús dentro de la cena de despedida? Es más: el rito de la alabanza y de la acción de gracias («eucaristía») no tienen sentido por sí mismos, si no es como parte de una comida que debe estar caracterizada por el amor y el servicio, que se personifican repartiendo el mismo alimento –principio de la vida biológica– a todos los asistentes, no importa a la clase social que pertenezcan. Ha sido un error en la tradición eclesial que el amor y el servicio fraterno practicados al modo de Jesús, que son el modo privilegiado que tiene la «ekklesia» de vivir de y con Jesús el Cristo, hayan sido absorbidos en su importancia por el «culto eucarístico». Ciertamente, no hay que descartar el «culto» a costa del «servicio fraterno», porque en la Cena del Señor estuvieron ambos en mutua implicación; pero tampoco debe suprimirse el «lavatorio de los pies», un sacramento tan importante como la «fracción del pan». «Culto» y «servicio fraterno» están en el mismo plano. Hay que desechar de una vez para siempre la idea de que el servicio es efecto del culto, es decir, que la «eucaristía» produce como efecto la «caridad».

Las atinadas reflexiones de mi hermano Eugenio (añada del 58), me sugieren un comentario sobre la función de las mujeres en la iglesia de Jesús y que lo relaciono con el «ladrillito» anterior. Las presbíteras «i–legales» que actualmente ejercen su ministerio podrían centrarse en el sacramento del «lavatorio de los pies» y del discurso sobre el «mandamiento nuevo del amor» para hacer presente en la asamblea reunida al Viviente Resucitado. Tiene tanta validez «jesuánica» como la «fracción del pan», y seguramente este hecho pasaría desapercibido para los clérigos –interesadamente desconocedores de estos refinamientos exegéticos–, que así no verían amenazado su «poder» exclusivo de «consagrar».

Añado otra cosita. Puesto que utilizan los mismos verbos, una de las diferencias que muchos exégetas y teólogos señalan entre el «milagro» de la comida de los panes y de los peces y la última Cena es que esta fue la única comida en la que Jesús está sólo con sus discípulos, más en concreto con los Doce. (También parece que lo está el Resucitado a solas con ellos cuando les da de comer pan y pecado asado). Esto ya no es defendible hoy día, porque no hay ninguna duda de que estaban las discípulas que habían subido con Jesús a Jerusalén y que, para mayor abundamiento, fueron las únicas que acompañaron a Jesús en su pasión y en su crucifixión. Y Miriam de Magdala fue la primera en «ver» al Resucitado, y yo no tengo ninguna duda de que fue ella la que «convenció» a los demás de que Jesús no era un muerto, sino el Viviente. Sabiamente, la Orden la tiene como su santa protectora.

Jose Manuel García Valdés -

D. Ugenio, con E, buen alegato el tuyo a favor de lo que debería ser el pan nuestro de cada día. Es un hecho que la Iglesia ha estado cultivando esa mentalidad machista que tanto daño hizo y hace a las mujeres. Algún día vendrá en que éstas saquen los pies de las alforjas y reivindiquen lo que les corresponde por ser humanas. Suscribo todo lo que dices, la pena que tengo es que no puedo hacerlo con tan buena redacción, envidia sana.
Un abrazo sin contacto.