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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

EL CORSARIO (Por Santos Vibot)

EL CORSARIO (Por Santos Vibot)

EL CORSARIO 

 

Había olvidado, después de cuatro años viviendo en Escocia fascinado de música y amor, la no menos fascinante vida musical de Madrid, especialmente en sorprendentes noches como esta y exceptuando lo que lamentaré a continuación.

Vengo del Teatro Real entusiasmado, casi anonadado de agradecimiento, por la actuación impecable, y además co_nMovedoramente encendida, del Wiener Staatsballet, magníficamente acompañado desde el foso por la Orquesta Sinfónica de Madrid, titular del teatro.

   Antes de la reinauguración del Real, en el 97, apenas teníamos óperas en Madrid, salvo de tarde en tarde en el Teatro de la Zarzuela, con muchas menos posibilidades escénicas por el tamaño de su escenario y los recursos de su torreón de tramoya. Aunque de poco le sirven al Teatro Real su maquinaria de última generación digital y su ciclópeo torreón de tramoya con varios pisos hacia arriba y hacia abajo… El Otello de Verdi al inicio de esta temporada me ha retrotraído a las temporadas de cuatro años atrás, en las que tantas miserias tuvimos que soportar. La exposición simultánea que acompañó a este Otello en las salas del propio teatro -con documentos históricos relativos a los fastuosos decorados, telas, vestuario, dibujos, bocetos, figurines, etc. de la versión del estreno absoluto- producía una sensación desoladora de frustración y de engaño al compararlas con lo que estábamos padeciendo en la sala… en Madrid hemos pasado de casi no tener ópera al minimalismo en la escenografía. Directamente. 

Al socaire de la crisis -que a tantos truhanes les continúa sirviendo para tirar por todos los peores y más cutres atajos, si no para engrosar sus arcas y sacas- demasiadas puestas en escena -con maravillosas excepciones- son de una cicatería imaginativa rayana en lo denunciable: nos torturan con el mismo decorado para los tres actos, se desarrollen estos donde quiera que sea, da lo mismo una selva o un palacio, una mazmorra o una catedral, una calle de Venezia o el templo misterioso de Casta Diva… plantan dos o tres elementos tipo Ikea en medio de una nada glacial  creyendo que descubren América, perpetran unos cambios básicos de iluminación y tenemos que tragarnos perplejos e indignados el camelo… Y, por si todo este escamoteo y estafa fueran poco, tenemos que apencar además con el ya insoportable y manido tic de cambiar infaliblemente de época y contexto la acción…

 

   Estoy del minimalismo hasta la punta del Peloponeso, como mínimo. Yo, como pretty woman, quiero el cuento de hadas. Y si se hiciera una encuesta se vería que somos muchísimos los que pensamos así. Con el birlibirloque de lo modelno, con este tocomocho de figurones metidos a escenógrafos, nos han robado – es un decir, porque nunca los tuvimos- los telones pintados, los bosques en distintos planos, las barrocas perspectivas ad infinitum, el asombro de aquellos artífices que sabían pintar como verdaderos pintores lo verosímil y lo feérico (perdón por el galicismo tan modernista)… 

   Por eso vuelvo hoy con el alma refrescada y maravillosamente nutrida del rutilante -y féerico, sí- cuento de hadas y de las mil y una noches y más que nos ha regalado esta noche el  ballet de la ópera del estado vienés.

A la burbujeante y dúctil música -aunque hoy pueda sonar académica y nada minimalista- de Adolph Adam (1803-1856, autor del ballet Giselle entre otras muchas obras y de aquella canción que cantábamos en el colegio: “Rey de las almas, Señor del universo…”), testimonio impagable de un alma optimista en plena era victoriana en Francia, se añade la minuciosa y deliciosa puesta en escena de los artistas vieneses: 

Por fin uno o más telones de un realismo maravillosamente romántico y fantástico magníficamente pintados por auténtico pintores para cada acto, el hundimiento muy verosímil de un galeón en plena galerna, el magnífico trono de un pachá flanqueado de leones, alcatifas y niños con turbantes y chalecos bordados, alevines de danzarines mágicos, perspectivas de grutas con palmeras al fondo encaramadas y despeñándose por los arrecifes de mares legendarios, una puerta del ladrón de Bagdad y sus rosas azules abriendo paso a un zoco laberíntico, un talismánico jardín oriental con arcos lobulados y simétricas frondas como una geografía del paraíso…

   ¡Y todo el vestuario y el atrezzo… ah!:

Un ceremonioso y atractivo pachá tocado con un turbante rematado en una pluma de pavo real blanco y envuelto en un sedoso y exuberante manto color marfil con enorme capucha de cuya punta pende una preciosa borla bailarina. Y chapines o babuchas plateados con las puntas curvadas hacia arriba, y ondulantes zaragüelles crema y chaleco y faldellín bordados en terciopelo de un profundo rubí como el de las granadas…

Y ocho odaliscas también en zaragüelles con ligerísimos velos de gasa color humo de incienso cubriendo sus cabellos y descendiendo en vuelo hacia los pies pero atados con cintas a los codos. ¿Podéis imaginar su movimiento en alas de la música…?

Y muchachas con corpiños de un verde indefinible, como de plata de bombones antiguos, como algunos de los -¡de nuevo esta noche!- feéricos e inefables matices del carborúndum (ese carburo de silicio con estructura de diamante, Fernando Box lo debe de saber… ah cuando estuve en Korea escribiendo mi Métrica para Borja, conversando con una profesora de la universidad de Daegu me vine a enterar de que el idioma koreano es el más rico del mundo en palabras para nombrar los diferentes matices de los colores, qué hermoso privilegio, yo nunca encuentro las palabras propias y precisas para esta embriagante variedad de gradaciones, variaciones, amalgamas… siempre intento atraparlos por alusiones o metáforas casi siempre insatisfactorias e imprecisas, cuando no inexactas)…

Y algunas bailarinas con corpiños de satén de color terracota (o teja, o canela, o del color de la tierra mojada de algún país quimérico, no hay palabras)  sobrepuestos de encajes cincelados en bella celosía…

O con faldas soñadas de aquel raso amarillo como oro anaranjado que sólo está en los sueños apenas recordados que ya se desvanecen aunque los persigamos anhelantes…

O esas otras muchachas tocadas con pañuelos turquesa ribeteados de monedas doradas, y otro pañuelo igual a la cintura, con faldas voladoras  de color chocolatina festoneadas de una cinta encarnada y con la enagua verde musgo festoneada de gualda pálido y una tercera enagua con el borde de plata ardiendo entre las luces y giros de la coreografía…

O las ardientes zíngaras con faldas multicolores de picos desiguales y brazos como hipnóticas serpientes …

Las tarlatanas recamadas de irreales destellos o consteladas de crueles simetrías sin salida como pequeños e infinitos jardines caleidoscópicos…

Las no menos hipnóticas guirnaldas de pedrería trenzadas al cabello de las esclavas regias del harén…

Pero también esas ligeras faldas de gasa semilargas, del verdoso color de los estanques al amanecer o de las lilas marchitas, que hacen volar de amor a las uríes en saltos de arrebato que desafían la fuerza de la gravedad…

¡Y, oh, esos pañuelos con todos los matices de los granas y los verdes profundos anudados con tan irresistible gracia a las bellísimas cabezas de los bucaneros, a sus cuerpos de alumbre y sortilegio, a sus saltos de félidos radiantes...

***

Durante los dos intermedios he tratado de atrapar en palabras en los resquicios blancos del programa de mano toda esta cornucopia de impresiones, estos latigazos de impagable maestría en el más alto arte del ballet, la mejor escenografía como estampas de Gustavo Doré coloreadas a mano minuciosamente desde una paleta irisada, y la gracia divina de los cuerpos expresándose embriagados de música, de ritmo y armonía y melódicos besos como versos.

Ya lo decía Machado:

“Y el demonio de los sueños abrió el jardín encantado del ayer…”

***

Si estuviera soñando, ah… no me despertéis.

 

             Vibot, 11 y 12 de Enero.  2017

27 comentarios

Santos Suárez Santamarta -

Amigo Baldo, no sé
-si te invitó Manolín-
por qué te negaste al fin
a utilizar su bidé.
A mí me parece que
obraste con displicencia
¿Cómo, siendo hombre de ciencia,
has evitado el contacto
de ese ingenio tecnofacto
obviando tal experiencia?

Baldo -

Amigo Luisín, Luisín amigo. Me lo has puesto a güevo con la pregunta retórica que me haces. Cito (como diría Rajoy): "¿Habrá alguien –me pregunto– que no haya hurgado, diseccionado y aprovechado con delectación y gran provecho todas tus deposiciones?" (fin de la cita, aunque esta aclaración está de más). Hace unas tres semanas, mi amigo Manolín, compañero de fatigas durante treinta años, profesor y pedagogo excelente, y mucho mejor persona, de la Pola del Pino, hermano de nuestro compañero (+) Moisés González nos invitó a cinco compañeros. Ya de entrada, en la mesa de salón había vino Vega Sicilia, embutidos ibéricos y quesos variados. Iban tres de nuestras santas, porque dos de los cinco hombres son curas y Manolín es tan santo que no necesita otro complemento. Digo esto de las santas, porque podéis recabar información de ellas en cualquier momento, para que veáis que no estoy fabulando cuando cuento esto. (De Manolín González tengo que hacer un excursus, porque un escritor de escolástica rancia no puede prescindir de estos " aclarativos aparte ". No sé con certeza si es ateo, agnóstico o eunuco por el Reino, pero es el que organiza las misas y novenas de la patrona, el que restauró la iglesia y la capilla de la Pola del Pino, el que tiene una habilidad especial para sonsacar a las mujeres algunos eurillos para tales obras –sospecho que de sus bolsillos sale más de la mitad– y el que lleva la comunión a los enfermos –aunque pienso que es más agnóstico que ateo–, porque dice que le enseñaron los dominicos de Oviedo que en caso de necesidad cualquier hombre o mujer puede bautizar; y lo de la comunión es más importante que el bautismo. Sé que tuvo un disgusto con el P. Chobu, dominico, hermano del P. Enrique, sandinista y bablista –no biblista–, que estuvo de párroco algunos años por aquellos pueblos. Monolín, con el apoyo unánime de las mujeres del pueblo, había comprado una costosa casulla de color azul turquesa, para que estuviera a tono con el de la patrona, la Inmaculada). Cuando ese día llegó Chobu a revestirse, dijo que de ninguna manera de ponía aquella casulla, "que a él nadie lo vestía de princesa". Y así fue. Desconozco el desenlace y si presidió la misa sólo con la ropa interior o con algún atuendo talar. Fin del excursus). A lo que Manolín nos había invitado de verdad era a que viéramos algo de lo que estaba orgullosísimo, porque había cumplido la ilusión de su vida: poner un oloroso en casa (yo no sé por qué lo llaman inodoro), dotado de los últimos adelantos tecnoinformáticos, y posiblemente diseñado por la NASA. Te sientas en él –nadie quiso hacerlo– y en el posamanos de la derecha tiene un pequeño ordenador de abordo (es lógico que estuviera a bordo y no dentro del propio oloroso, por las consecuencias que todo el mundo imagina). Con la primera tecla de arriba escoges el sexo de la persona que se sienta (yo no sé por qué la tecla pone "género", si esto se aplica a las palabras, no a las personas). Si a medio proceso ves que te has equivocado de tecla y optas por pulsar la otra, una voz metálica salida del fondo del oloroso te advierte: "haz como hombre lo que no has sabido hacer como mujer" (creo que los de la NASA copiaron esta recriminación de la que le hizo la madre de Boabdil a su hijo cuando éste tuvo que rendirse en Granada ante los Reyes Católicos). Y ahora viene mi discrepancia con lo que me dice Luisín Carrizo. Cuando sueltas el lastre, llamadas por ti, Luisín deposiciones, este ordenador mide la densidad, la textura, la estructura, la consistencia, la cohesión, el espesor, la viscosidad, el peso, el tamaño, la solidad, el color, el sabor y el olor del mismo o de las mismas. ¿Con qué fin? Con el de lanzar los múltiples chorros de agua con la intensidad y duración adecuadas, y también con el de aplicarle la combinación de jabones adecuados para su limpieza, porque –se me ocurre a mí– no le limpia igual el lastre o deposiciones de una fabada que las de un caldo límpido y claro. En la fase final, unos chorros de aire caliente –o frío, según lo demande la persona que está sentada en el trono– te dejan los bajos totalmente inmunes y vedados a hongos de toda especie. Lo que no sé es si estos aires sólo te secan o también expanden por los alrededores los olores que todavía quedan en el oloroso. Éste fue uno de los temores que me hicieron echarme para atrás y no probar este tecnofacto de la NASA. Cuando marchamos y nos despedimos del bueno y generoso Manolín, yo no me mordí la lengua y le espeté: "Amigo Manolín del alma, el mejor oloroso es el que no irrita las almorranas u hemorroides". (Esto lo había concluido yo de la observación de lo hacían los de Casorvía: que utilizan las sebes para estos menesteres cuando están vacías; porque cuando están llenas de hierba, las cañas largas y secas pueden hacer estragos en las almorranas. Y entonces se van a un regato o a la vía del tren).

Luis Carrizo -

No seré yo el que tire el primer voto para que te quiten el título de escolástico, sea rancio o fresco del día, querido Baldo. Ni ese título ni otros muchos que tienes (y que un día haré públicos), o que mereces aunque no los tengas. ¿Habrá alguien --me pregunto-- que no haya hurgado, diseccionado y aprovechado con delectación y gran provecho todas tus deposiciones? Me entristece descubrir que tu gigantesca humildad te desborda. ¿Cómo puedes concebir que ahora que en el blog, gracias precisamente a ti, se ha empezado a citar al Aquinate, al Estagirita, al Roterodamense e incluso al Prostatense,elevando el nivel de los debates hasta límites insospechados, puede alguien desear que te degraden y te expulsen a las tinieblas exteriores? No y mil veces no. Cuando por las venas del blog, merced a tu impagable aportación, corre el humor inteligente como nunca corrió --digo y vuelvo a decir, porque es que ya me estoy encendiendo-- ¿quieres venirte abajo?
No lo quieran los Cielos que nos tienen prometidos.

Baldo -

Querido Santines. Escribías aquellas cosas tan bonitas sobre los olores de los eucaliptos cuando yo te traía a la memoria los latines de la escolástica rancia de Las Caldas, que no venía a cuento en aquel momento de tanta riqueza poética y de sentimientos traducirte correctamente la aseveración de que “res denominantur a potiori”. En el internet o en el diccionario te dijeron que “a potiori” sigificaba “ciertamente”. Pues ciertamente no significa eso. “Potior” tiene el significado de “lo mejor, lo destacado, lo importante, lo principal”. Con lo que la frase de marras quiere decir que “las cosas –no sólo las reses– se denominan por aquello que es principal en ellas”. En la historia hay muchos ejemplos. Juliano el de la Próstata es uno de ellos (los copistas de entonces, como no sabían qué era eso de la próstata, corrigieron la denominación original por Juliano el Apóstata; además andaba san Juan Crisóstomo metiendo cizaña, porque Juliano ya tenía que ser emperador cristiano por el año en que vivió (después de Constantino) y él seguía empeñado en ser pagano). Pues el médico imperial le dijo que tenía la próstata del tamaño de un huevo de avestruz y él lo interpretó como signo de potencia sexual, con lo que inició una campaña de autopavoneo de ello en todos foros imperiales a los que acudía. La gente empezó a llamarlo “el de la próstata”, porque eso era lo “potior” de Juliano.
No siempre se acierta en encontrar el “potior” de una “res”. Tal sucede, por ejemplo, en el caso de María de Nazaret. Todos la denominan “la Virgen” (“un potior”), cuando los teólogos marianistas dicen que ese no es su “potior”, y que la familia de Jordi Pujol y los de la Gürtel de Valencia están más en lo cierto, porque siempre llaman a María de Nazaret “la Mare de Déu”, que, a juicio de los referidos teólogos marianistas, ése sí que “es el potior” de verdad (yo he visto a catalanes y valencianos utilizar la jaculatoria “la Mare de Déu” para expresar asombro, contrariedad, cabreo e incluso para blasfemar, eso sí, anteponiendo el “me cago en”).
Pero a mí lo que más me tiene metido en desazón, porque no encuentro explicación, es la aplicación del aforismo “las cosas se denominan por lo que es principal en ellas” al caso del Casorvidense. ¿Por qué su “a potiori” es “el Pitu”? Yo sé que algún exégeta de toponímicos ha recurrido a la etimología de Casorvía para dar la explicación: “casa sobre la vía”; y como en Asturias, las vías que hay por aquí se llaman “caleyas/yes”, y como caleya y pitu son inseparables (como lo eran Ortega y Gasset), que a Lolín por ser de la Casa sobre la caleya, lo llamen el Pitu de Caleya, y que con el uso y el abuso del nombre se hay desgastado y haya quedado en El Pitu, sin más, … Pero a mí esto no me cuadra. Pitu y Casorvía no son convertibles: ni todos los pitus son de Casorvía, ni todos los de Casorvía son Pitus. Necesariamente tiene que haber otra explicación. Quizás algún día nos lo desvele Pili, que es la que con toda seguridad lo sabe. Si se atreve. (No me digas que al nietín tuyo, Lolín, los compañeros del colegio madrileño lo llaman El Pitín, porque, si es así, voy inmediatamente y les corto el ídem). Así que, que Lolín de Casorvía sea llamado por todos EL PITU es una confirmación del aforismo: “res denominantur a potiori”. Y si no es así, que me quiten el título de escolástico rancio, que a tiempo están.

Vibot -

En cuanto a Leo, está afincado desde los 7 años en Valladolid y se es de donde se pace (yo me siento de Madrid más que de ningún sitio pues aquí empecé a vivir de verdad y trabaje durante 36 años y viviré los que me queden, muchos o pocos).
Pero ya veo en Wikipedia que nació en Matarrosa de Sil, Toreno, León.
Tú defiende lo tuyo, como buen leonés, igual que Josemari defiende siempre a los de su curso del 61 con denuedo y orgullo militante.
¡Cómo sois, oyes!

Vibot -

Vale Luis, tendré que aguardar a ese encuentro para saber tu secreto de cocina, hortus conclusus et fons signata, qué le voy a hacer.
Lo de "válgar" no te lo pillo, mira que te gusta intrigar.
Y por supuesto que no perderías mi aprecio por tan poca cosa.

Luis Carrizo -

No puedo decirte, al menos públicamente, de dónde he sacado los adjetivos relativos a los colores, querido Vibot. No es que sea inconfesable, es que la respuesta ha de resultar tan pedestre y vulgar (léase "válgar")que temo perder parte del aprecio que sé que me tienes. No estoy dispuesto a defraudar a un poeta de tu talla y sensibilidad. Quizá cuando nos veamos te lo descubra.
Perdona este segundo desaire: Leo Harlem no nació en Valladolid, según creo. No tiene excesiva importancia, pero te lo significo por si fuese verdad aquello de que por un clavo se pierde una herradura, etc.

Luis Carrizo -

Box, tomo nota de tu ofrecimiento de forma descarada, y me pongo a articular las medidas oportunas y arbitrar los medios necesarios para hacerte llegar mi dirección. Se da la circunstancia de que me encantan los regalos.
Gracias por anticipado.

Alfonso Losada Vicente -

Hola, gran Vibot: Créete lo que digo, es verdad. Leyendo lo que escribís, y, como lo expresáis, yo me quedo con la boca abierta(en una palabra, soy un analfabeto)y no exagero.
Soy del 56; 1º en Corias, el resto de cursos en la Virgen del Camino, y el Noviciado en Palencia. Cuando abandoné el Noviciado, no volví a estudiar más (motivos económicos) y más tarde ya no me apeteció. Intenté ir por la vida, de puntillas, y así, pasar desapercibido. Gracias.


Losada

fernando muñoz box -

A Luis Carrizo: Sólo quiero añadir que eso de no tener mi dedicatoria en el libro se puede arreglar. Mándame (no es conveniente por el blog) tus señas y te enviaré un ejemplar dedicado. El que te autoRRegalaste puedes irlo pasando o reglalarlo. Un abrazo

A Vibot: Gracias. Intentaré hablar de los colores en alguna ocasión. Besos

Vibot -

Alfonso Losada, por alusiones, gracias por leerme y por decir esas cosas tan exageradas que dices. ¿De qué curso eres? Fíjate que digo eres y no "eras" como sería lo suyo. Aquí todos seguimos siendo de donde fuimos... Creo haber leído en otro portillo que eres de los primeros cursos, de aquellos años cincuenta finales... qué hubiera sido de la orden con nosotros dentro, te preguntas. Todos somos prescindibles, majo. Qué hubiera sido de nosotros si no hubiéramos vivido esos años allí me lo he preguntado yo muchas veces. Las respuestas a esas dos preguntas son tan indescifrables como las propias preguntas. Y por lo tanto ociosas.
No te minusvalores, cada uno escribe con su propio encanto y no hay página aparentemente intachable que no adolezca de mil carencias o excesos. Ni página tan mala que no contenga algo bueno, incluso excelente y único.
Son las 0:22 y tengo sueño. Quiero agradeceros a todos vuestras cosas. Pero en la tele El Club de la Comedia -aunque lo tengo a un volumen casi inaudible- me tienta con sus risas y sus ocasionales chispazos de inteligencia y de espontaneidad. O apago la tele o no repondo de lo que escriba hoy aquí...

***

Baldo amigo, "quidquid recipitur ad modum recipiendis recipitur"... que recuerdos de mis 17 en Las Caldas, esos latines que me has traído me huelen a eucaliptus y a hierba recién segada, y a aquel flequillo prohibido y soñado cada noche... bruma y silencio.
Calidad y finura me atribuyes. De poco me sirven si no puedo volver a los diecisiete "esto es lo que que siento yo en este instante fecundo" que cantó como nadie Mercedes Sosa.
Me hablas de la definición de materia prima y encuentro en el traductor de google por no ir a buscar el diccionario de latín -aquel Vox con romanos desnudos que no tenían sexo, como la Barbie y el Ken- que "a potiori" significa "ciertamente"... ay no sé, a estas horas... ¿no somos todos -menos Fernando Box y pPedro- muy bastantísimo redichos, quizá secuela de tantas padecidas horas de mala retórica de ambón y soflama infumable de capilla nocturna antes de dormir?
Hasta quienes alardean de no serlo tienen sus peteretes y postureos varios, dime que no.
Te llegará mi Métrica enseguida, ya la he mandado. Un fuerte abrazo.

***

Que el profe más listo y más guapo de aquellos años míos en León me escriba esos elogios tan generosos y -por sobria y mesuradamente expresados- tan intensos y directos, me conforta e incentiva aún más para seguir intentando capturar esos infinitos colores del arco iris.
Fernando Box, lujo sutil y cercano de entonces y de ahora, el misterio y el encanto de tu sonrisa y tus palabras, habladas y escritas... ay, que nos duren.

***

Carrizo, ya me dirás dónde has mirado esas palabras de aproximación a los colores, algunas me han gustado mucho.

***

Gracias, Cirauqui, que casi te has copiado todo mi texto. Eso es veneración, no es para tanto, hombre.
También te digo que Pamplona y cualquier provincia ya tienen mucho menos que envidiar a Madrid en cuanto a ópera y ballet desde que se transmiten vía satélite las óperas del Metropolitan o los ballets del Covent Garden o el Bolshoi.
Te lo digo, como el Real siga así, la próxima temporada no renuevo mi abono, que en el cine es una pasada ver esos primeros planos de los cantantes o bailarines, sentirles respirar... wow!
Para no hablar de esas entrevistas antes de empezar y durante los entreactos, ni de esos paseos de la cámara por los camerinos mientras se maquillan, o en el escenario antes de elevarse el telón, mientras los bailarines, aún con los calentadores en las piernas sobre el radiante vestuario, repasan sus más difíciles evoluciones y apenas sonríen, concentrados e hipnóticos...
Y la calidad del sonido digital es estupenda. Y el precio mucho más confortable que el del teatro...
¡Como no espabilen!

***

Fernando Alonso, a mí también me gustó el Holandés errante, ojalá hubiéramos coincidido allí, ¿tienes el abono?
A ver si ahora que estoy de nuevo en Madrid vienes un día a casa, que lo tenemos pendiente. Un abrazo fuerte.

***

Y ahora corto, que está monologando Leo Harlem, que es de Valladolid como yo y saca unos tonillos de mi abuela Juliana que me entonan el cuerpo.
Risoterapia pura, oyes, como dice J.H.
¡Vaya horas!



Javier Cirauqui -

Querido Vibot:
Aquí en Pamplona no tenemos esa fascinante vida musical de Escocia o de Madrid, aunque para un apaño aún nos arreglamos algo.
Estoy de acuerdo contigo, en que han proliferado los decorados cutres, cicateros, minimalistas y sin gracia y arte.
Yo también me inclino por el cuento de hadas, los decorados hechos por pintores de lo verosímil y feérico, sobre todo
después de leer tu crónica de "El Corsario".
Estoy oyendo la burbujeante y dúctil música de Adolph Adam, ambientada por esos telones de un realismo maravillosamente romántico y fantástico.
Por parte de tu magia descriptiva me he visto envuelto en colores,luces, sonidos ritmos y y me he encontrando bailando entre los componentes del Ballet de Viena, entre galeones en plena galerna, pachás, alcatifas, niños con turbantes y chalecos bordados, grutas y arrecifes de mares legendarios, el ladrón de Bagdad, un jardín oriental y un largo etcétera más. Envuelto en todos los colores, luces y sensaciones que nos describes me he encontrado rodeado por los corsarios, los zíngaros y las odaliscas.
No sé porque extraña asimilación he recordado la tamborrada, que se ha celebrado estos días, y he oído cantar aquello que dice: "Los gitanos sentados en torno a la hoguera, con su voz plañidera, cantan penas de amor". Esto es el anuncio de la venida de los caldereros, zíngaros a San Sebastián, en la que salvando la diferencia, veremos zíngaras con faldas multicolores, de picos desiguales y pañuelos ribeteados de monedas doradas, cual chocolatinas, sobre la cabeza y en la cintura, adornadas de collares y cadenas doradas, además de los zíngaros, con su sombrero y pañuelo a la cabeza, chaleco, fajas, cadenas, monedas y pañuelos y aún que hoy sean baratijas de los chinos dan el pego.
Gracias, Vibot, por dejarme soñar y hacerme revivir con todos sus colores, sensaciones maravillosas y deslumbrantes, esa representación o recreación de "El Corsario" de los Ballets de Viena.-

Un fuerte abrazo. Javier

Luis Carrizo -

Autorregalé.
(Hay que cuidar estos detalles porque por una chuminada así pueden birlarte el nóbel)

Luis Carrizo -

Entiendo lo de rapapolvo como una manera festiva de expresarte, y que yo aprecio, porque ni se me ocurre, ni tengo motivos ni soy quien para tal osadía.
Quedo esperando ese punto de vista de la historia de la ciencia. Sábete que en Reyes me autoregalé Las medidas del tiempo en la historia. No lo he leído todavía porque se lo enseñé a un amigo recién recibido y se lo llevó para leerlo. Espero que me lo devuelva en breve. También espero entenderlo; al menos hasta la página cientro treinta y no sé cuantas, como dijo Cicero que había entendido. Lástima que no pueda lucir tu dedicatoria.

fernando muñoz box -

Gracias Luis Carrizo por tu rapapolvo. Pero yo me refería más a los sustantivos que a los adjetivos, que por otra parte son la riqueza de la escritura, como tú demuestras.
En cuanto a las teorías de Goethe y Schopenhauer alguna vez me animaré a comentarlas,pero son más interesantes desde el punto de vista de la historia de la ciencia que desde el científico.

Luis Carrizo -

Y se me olvidó consignar los feéricos e inefables matices del carborúndum, de los que halba Vibot (y yo ignoro), aparte de otros muchos.

Luis Carrizo -

Fernando, a la hora de hablar de los colores, una de tus pasiones, según confiesas, te has manifestado tacaño o mínimo, antes de minimalista. Es una pena que no te hayas extendido algo más a la hora de exponer las teorías de Goethe y de Shopenhauer sobre un asunto del que tanto desconocemos, imagino, los que frecuentamos este blog.
Yo no estoy en disposición de juzgar la riqueza de vocabulario de otras lenguas a propósito de este particular, pero creo que el idioma español no es tan pobre como tú insinúas. En mi opinión, aquí pasa como en la lotería de Navidad, que hay muy pocos premios: rojo, azul, amarillo, verde..., pero hay muchas aproximaciones. del BLANCO: albo,ampo,cándido, albugíneo, albahío,blancuzco, blanquecino albarizo, albura. Del NEGRO: apizarrado,atezado, atramento, bruno, denegrido, endrino,fosco, marengo,negrestino, nigérrimo (bello y sonoro superlativo), prieto. Del AZUL, que el diccionario define, en poético símol, como "del color del cielo sin nubes", : azulado, azulenco, azulino, blao,añil,aturquesado,cerúleo,garzo,indio,pavonado, zafirino, zarco... aceitera, aceitera, aceitera.

Roberto -

No es la primera vez que he oído comentar que desde que enseñaron la puerta del Teatro Real al asturiano Emilio Sagui como director de escena este apartado ha ido bajando de calidad hasta limites inadmisibles.
me considero un purista nato y esas puestas en escena de algunas óperas me remueve el estomago.
Roberto

Fernando Alonso Diez -

Querido Vibot, tu descripción de la frustraciones y de las experiencias sentidas en el Real, me parecen dignas del mejor programa de mano posible. Cuánto me hubiera gustado leer tu imaginable crónica del Holandés Errante recientemente representada en El Real. La historia terrible y fantasmal puesta en escena con el sello de La Fura dels Baus te hubiera animado a agotar la descripción de los valores estéticos del horror, de la pasión hasta la muerte, de la desgracia (¿o esos son contravalores, amigo Baldo?). Tuve una gran suerte ese día, aunque no fue completa, porque me faltó el cronista.

fernando muñoz box -

He leído con gusto, y asentimientos de mi cabeza, lo que has escrito.

Lo haré por orden. Mi primer sentimiento es el de reconocerme de Provincias, como se decía siempre en Madrid. Si ahí había pocas posibilidades de buenas óperas, es fácil imaginar lo demás.

No conozco el Real, pero sí por la Tele. Lo de Otello fue bochornoso. Aquí el Ayuntamiento hizo una retrasmisión pública en la Plaza Mayor (con todos sus ruidos) y en sillas de tijera, como las de los cines de verano de mi infancia. No pude aguantar más que un ratito, y no fue porque mis huesos no resistieran, sino por las miserias que recuerdas.

Aquí en Valladolid nos retrasmiten en el cine óperas y ballets. Unas son en directo y otras en diferido. Y nos ha permitido ver eso del minimalismo desde diferentes partes del mundo. Y lo de la adaptación "modelna" (repito: modelna). He visto cambios de espadas por ametralladoras y pistolas. Gente que debía ser del XVIII con gabardina y maletas dirigiéndose al tren ¡HORRORES!
De vez en cuando hay cosas magníficas: La Bohème desde el Covent Garden, Nabucco desde el MET, y este lunes La Bella durmiente desde el Bolshoi, con decorados espléndidos, etc.
No recuerdo desde donde retrasmitieron El Barbero de Sevilla, que admitía mejor las moderneces, que eran discretas.
Pero nosotros seguimos en Provincias...

De toda tu envidiable experiencia en el Real no puedo decir nada y todos los piropos que te hacen en el Blog de tu estilo barroco y espléndido los ratifico. A mí me gusta el Barroco a rabiar, en música, poesía y artes plásticas pero, no sé si es defecto o virtud, soy minimalista en mis expresiones escritas.

Ahora voy con los colores. Ya dije en el Blog que el problema y realidad de la luz me apasionan. Y debo agradecer a Dios el no ser daltónico. El color es otra de mis pasiones.

Diré que el número de los colores del Arco Iris es infinito. Impresiona saber que todos ellos son colores simples, elementales, sin mezclarse. Pero el gran Newton cuando descubrió que era una descomposición de la luz blanca, los agrupó en siete colores o les dio siete nombres.
Como la física no es mi único "vicio", advertiré que el español, la lengua española, es otra de mis cosas...
Nuestra lengua es desgraciadamente muy parca en nombres de colores. He leído que hay lenguas de dos nombres nada más y otras de doce. No lo puedo comprobar. Nuestro Arco Iris sólo tiene rojo, amarillo, verde y azul, como nombres definitorios. Los otros tres son copia de nombres de cosas: la naranja, el añil, y las violetas. Existen de este tipo otros como el rosa, el salmón..., y otros son compuestos como el azul marino, y terminaré esto con los galicismos como el beige, o beis, o vaya Ud. a saber, sin decir nada del fucsia o el magenta...


Del siglo XVIII hay tres teorías del color que yo conozca: La de Newton, la de Goethe y la de Schopenhauer. Éstos dos últimos se atrevieron a criticar a Newton con bastante fuerza, sorna e ironía. Schopenhauer dice que Newton puso siete colores porque existían siete notas musicales, y quizá tenga razón, pero no sabía que tanto la música como los colores dependen de la frecuencia, cosa que me parece sí intuyó Newton.

Esto que digo no impide que se hable de colores en nuestra lengua con la gracia con la que tú lo haces, Vibot.


Vibot -

Mañana os contesto, Baldo y Box, debo acostarme ahora.
Dulces sueños -en colores, si fuera ello posible-

Vibot -

Carrizo querido, que me digas que mis palabras valen más que mil imágenes es de las cosas más euforizantes que podría escuchar quien se siente más que nada escritor.
Si algo está creado genuinamente para los ojos -sobre todo los del alma además- es el arte de la danza. El Corsario, todo un icono en la historia del ballet, se me ha desbordado en palabras exasperadas por el deslumbramiento de los matices intermedios y mezclados de los colores del espectro (aquel vértigo que me embriagaba al mover muy levemente la cabeza con la mirada fija en una gota hialina de rocío en el recodo matinal en sombra de la escarcha junto al ventanal de la clase de sexto... aunque aquellos purísimos y radiantes colores no recuerdo que se mezclaran, como en las telas y velos y texturas del ballet vienes.)

Baldo -

Habla, maestro Box, que tu siervo escucha, porque está deseoso e impaciente por leerte esa lección de óptica

fernando muñoz box -

En cuanto Baldo nos deje un pequeño espacio contestaré al sabroso comentario de Vibot. Insistiré más sobre los colores que sobre los carburos... y un poco sobre minimalismos, barroquismos etc.

Baldo -

Yo, querido Santines, coincido con Luisín Carrizo en todo, menos en su lenguaje cervantino, al que yo no llego aunque me suba a la torre de la basílica–catedral de Casorvía, ¡que mira que es alta!. Te confieso que, en el caso de que yo hubiera asistido a esa misma función, no hubiera captado más de diecisiete valores y medio del ámbito vital estético, mientras que tú has experimentado y nos has narrado dos mil seiscientos setenta y cuatro con veinte valores de la misma vertiente vital estética (los he contado uno por uno). Y además, has señalado los contravalores de las adaptaciones modernas minimalistas. Toda la diferencia entre tú y yo se explica perfectamente por aquello tan sabio que dijo santa Rosa de Lima a san Martín de Porres, ambos dominicos, y también ambos confirmados por el arzobispo e inquisidor general de Indias santo Toribio de Mogrovejo, que era de Villaquejida y no de Mayorga de Campos: "quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur". El "recipiens" tuyo es además de amplio, de muy alta calidad y finura. A ver cuándo nos descubres los valores de la música del Hijo Pródigo de nuestro querido y admirado Joaco. Yo estoy esperando con impaciencia.

PD. San Martín de Porres no se quedó mudo ante el "quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur", sino que se la tiró a la santa: "stultorum infinitus est numerus". Y como la monja, que no era lega como él, se hizo la displicente, el de Porres volvió a la carga y le espetó lo que le había enseñado su maestro de novicios: "no está hecha la miel para la boca del asno". No sé si ahí quedó la cosa o hubo más diatribas entre ellos. A lo mejor procede de aquella discusión lo del "res denominantur a potiori" o incluso la definición de materia prima. No sé. Abrazos

Luis Carrizo -

Crónicas como ésta, querido Vibot, no favorecen en absoluto la asistencia a la ópera. Yo me escucho por YouTube las cuatro o seis arias que puedan cantarse en El Corsario y el resto lo veo y lo vivo mucho mejor a través de tu rica y colorista descripción. En tu caso podemos decir que unas palabras valen por mil imágenes.¡Qué cronicazo!

Alfonso Losada Vicente -

Hola, Vibot, Baldo y algunos más. ¡¡¡Dios mío... Cómo explicáis y escribís vuestras vivencias e ideas!!!
Estoy...mejor dicho: No estoy en vuestra onda; mi nivel es muy bajo (junto letras ), vosotros hacéis frases con mucho sentido. Seguid así que algo aprenderé. Es maravilloso leeros, a veces me cuesta comprenderos bien (por mi ignorancia). Me pregunto ¿Qué sería de la Orden Dominicana de haber seguido vosotros en ella? Un fuerte abrazo para todos. Losada