EL CORSARIO (Por Santos Vibot)
EL CORSARIO
Había olvidado, después de cuatro años viviendo en Escocia fascinado de música y amor, la no menos fascinante vida musical de Madrid, especialmente en sorprendentes noches como esta y exceptuando lo que lamentaré a continuación.
Vengo del Teatro Real entusiasmado, casi anonadado de agradecimiento, por la actuación impecable, y además co_nMovedoramente encendida, del Wiener Staatsballet, magníficamente acompañado desde el foso por la Orquesta Sinfónica de Madrid, titular del teatro.
Antes de la reinauguración del Real, en el 97, apenas teníamos óperas en Madrid, salvo de tarde en tarde en el Teatro de la Zarzuela, con muchas menos posibilidades escénicas por el tamaño de su escenario y los recursos de su torreón de tramoya. Aunque de poco le sirven al Teatro Real su maquinaria de última generación digital y su ciclópeo torreón de tramoya con varios pisos hacia arriba y hacia abajo… El Otello de Verdi al inicio de esta temporada me ha retrotraído a las temporadas de cuatro años atrás, en las que tantas miserias tuvimos que soportar. La exposición simultánea que acompañó a este Otello en las salas del propio teatro -con documentos históricos relativos a los fastuosos decorados, telas, vestuario, dibujos, bocetos, figurines, etc. de la versión del estreno absoluto- producía una sensación desoladora de frustración y de engaño al compararlas con lo que estábamos padeciendo en la sala… en Madrid hemos pasado de casi no tener ópera al minimalismo en la escenografía. Directamente.
Al socaire de la crisis -que a tantos truhanes les continúa sirviendo para tirar por todos los peores y más cutres atajos, si no para engrosar sus arcas y sacas- demasiadas puestas en escena -con maravillosas excepciones- son de una cicatería imaginativa rayana en lo denunciable: nos torturan con el mismo decorado para los tres actos, se desarrollen estos donde quiera que sea, da lo mismo una selva o un palacio, una mazmorra o una catedral, una calle de Venezia o el templo misterioso de Casta Diva… plantan dos o tres elementos tipo Ikea en medio de una nada glacial creyendo que descubren América, perpetran unos cambios básicos de iluminación y tenemos que tragarnos perplejos e indignados el camelo… Y, por si todo este escamoteo y estafa fueran poco, tenemos que apencar además con el ya insoportable y manido tic de cambiar infaliblemente de época y contexto la acción…
Estoy del minimalismo hasta la punta del Peloponeso, como mínimo. Yo, como pretty woman, quiero el cuento de hadas. Y si se hiciera una encuesta se vería que somos muchísimos los que pensamos así. Con el birlibirloque de lo modelno, con este tocomocho de figurones metidos a escenógrafos, nos han robado – es un decir, porque nunca los tuvimos- los telones pintados, los bosques en distintos planos, las barrocas perspectivas ad infinitum, el asombro de aquellos artífices que sabían pintar como verdaderos pintores lo verosímil y lo feérico (perdón por el galicismo tan modernista)…
Por eso vuelvo hoy con el alma refrescada y maravillosamente nutrida del rutilante -y féerico, sí- cuento de hadas y de las mil y una noches y más que nos ha regalado esta noche el ballet de la ópera del estado vienés.
A la burbujeante y dúctil música -aunque hoy pueda sonar académica y nada minimalista- de Adolph Adam (1803-1856, autor del ballet Giselle entre otras muchas obras y de aquella canción que cantábamos en el colegio: “Rey de las almas, Señor del universo…”), testimonio impagable de un alma optimista en plena era victoriana en Francia, se añade la minuciosa y deliciosa puesta en escena de los artistas vieneses:
Por fin uno o más telones de un realismo maravillosamente romántico y fantástico magníficamente pintados por auténtico pintores para cada acto, el hundimiento muy verosímil de un galeón en plena galerna, el magnífico trono de un pachá flanqueado de leones, alcatifas y niños con turbantes y chalecos bordados, alevines de danzarines mágicos, perspectivas de grutas con palmeras al fondo encaramadas y despeñándose por los arrecifes de mares legendarios, una puerta del ladrón de Bagdad y sus rosas azules abriendo paso a un zoco laberíntico, un talismánico jardín oriental con arcos lobulados y simétricas frondas como una geografía del paraíso…
¡Y todo el vestuario y el atrezzo… ah!:
Un ceremonioso y atractivo pachá tocado con un turbante rematado en una pluma de pavo real blanco y envuelto en un sedoso y exuberante manto color marfil con enorme capucha de cuya punta pende una preciosa borla bailarina. Y chapines o babuchas plateados con las puntas curvadas hacia arriba, y ondulantes zaragüelles crema y chaleco y faldellín bordados en terciopelo de un profundo rubí como el de las granadas…
Y ocho odaliscas también en zaragüelles con ligerísimos velos de gasa color humo de incienso cubriendo sus cabellos y descendiendo en vuelo hacia los pies pero atados con cintas a los codos. ¿Podéis imaginar su movimiento en alas de la música…?
Y muchachas con corpiños de un verde indefinible, como de plata de bombones antiguos, como algunos de los -¡de nuevo esta noche!- feéricos e inefables matices del carborúndum (ese carburo de silicio con estructura de diamante, Fernando Box lo debe de saber… ah cuando estuve en Korea escribiendo mi Métrica para Borja, conversando con una profesora de la universidad de Daegu me vine a enterar de que el idioma koreano es el más rico del mundo en palabras para nombrar los diferentes matices de los colores, qué hermoso privilegio, yo nunca encuentro las palabras propias y precisas para esta embriagante variedad de gradaciones, variaciones, amalgamas… siempre intento atraparlos por alusiones o metáforas casi siempre insatisfactorias e imprecisas, cuando no inexactas)…
Y algunas bailarinas con corpiños de satén de color terracota (o teja, o canela, o del color de la tierra mojada de algún país quimérico, no hay palabras) sobrepuestos de encajes cincelados en bella celosía…
O con faldas soñadas de aquel raso amarillo como oro anaranjado que sólo está en los sueños apenas recordados que ya se desvanecen aunque los persigamos anhelantes…
O esas otras muchachas tocadas con pañuelos turquesa ribeteados de monedas doradas, y otro pañuelo igual a la cintura, con faldas voladoras de color chocolatina festoneadas de una cinta encarnada y con la enagua verde musgo festoneada de gualda pálido y una tercera enagua con el borde de plata ardiendo entre las luces y giros de la coreografía…
O las ardientes zíngaras con faldas multicolores de picos desiguales y brazos como hipnóticas serpientes …
Las tarlatanas recamadas de irreales destellos o consteladas de crueles simetrías sin salida como pequeños e infinitos jardines caleidoscópicos…
Las no menos hipnóticas guirnaldas de pedrería trenzadas al cabello de las esclavas regias del harén…
Pero también esas ligeras faldas de gasa semilargas, del verdoso color de los estanques al amanecer o de las lilas marchitas, que hacen volar de amor a las uríes en saltos de arrebato que desafían la fuerza de la gravedad…
¡Y, oh, esos pañuelos con todos los matices de los granas y los verdes profundos anudados con tan irresistible gracia a las bellísimas cabezas de los bucaneros, a sus cuerpos de alumbre y sortilegio, a sus saltos de félidos radiantes...
***
Durante los dos intermedios he tratado de atrapar en palabras en los resquicios blancos del programa de mano toda esta cornucopia de impresiones, estos latigazos de impagable maestría en el más alto arte del ballet, la mejor escenografía como estampas de Gustavo Doré coloreadas a mano minuciosamente desde una paleta irisada, y la gracia divina de los cuerpos expresándose embriagados de música, de ritmo y armonía y melódicos besos como versos.
Ya lo decía Machado:
“Y el demonio de los sueños abrió el jardín encantado del ayer…”
***
Si estuviera soñando, ah… no me despertéis.
Vibot, 11 y 12 de Enero. 2017
27 comentarios
Santos Suárez Santamarta -
-si te invitó Manolín-
por qué te negaste al fin
a utilizar su bidé.
A mí me parece que
obraste con displicencia
¿Cómo, siendo hombre de ciencia,
has evitado el contacto
de ese ingenio tecnofacto
obviando tal experiencia?
Baldo -
Luis Carrizo -
No lo quieran los Cielos que nos tienen prometidos.
Baldo -
No siempre se acierta en encontrar el potior de una res. Tal sucede, por ejemplo, en el caso de María de Nazaret. Todos la denominan la Virgen (un potior), cuando los teólogos marianistas dicen que ese no es su potior, y que la familia de Jordi Pujol y los de la Gürtel de Valencia están más en lo cierto, porque siempre llaman a María de Nazaret la Mare de Déu, que, a juicio de los referidos teólogos marianistas, ése sí que es el potior de verdad (yo he visto a catalanes y valencianos utilizar la jaculatoria la Mare de Déu para expresar asombro, contrariedad, cabreo e incluso para blasfemar, eso sí, anteponiendo el me cago en).
Pero a mí lo que más me tiene metido en desazón, porque no encuentro explicación, es la aplicación del aforismo las cosas se denominan por lo que es principal en ellas al caso del Casorvidense. ¿Por qué su a potiori es el Pitu? Yo sé que algún exégeta de toponímicos ha recurrido a la etimología de Casorvía para dar la explicación: casa sobre la vía; y como en Asturias, las vías que hay por aquí se llaman caleyas/yes, y como caleya y pitu son inseparables (como lo eran Ortega y Gasset), que a Lolín por ser de la Casa sobre la caleya, lo llamen el Pitu de Caleya, y que con el uso y el abuso del nombre se hay desgastado y haya quedado en El Pitu, sin más, Pero a mí esto no me cuadra. Pitu y Casorvía no son convertibles: ni todos los pitus son de Casorvía, ni todos los de Casorvía son Pitus. Necesariamente tiene que haber otra explicación. Quizás algún día nos lo desvele Pili, que es la que con toda seguridad lo sabe. Si se atreve. (No me digas que al nietín tuyo, Lolín, los compañeros del colegio madrileño lo llaman El Pitín, porque, si es así, voy inmediatamente y les corto el ídem). Así que, que Lolín de Casorvía sea llamado por todos EL PITU es una confirmación del aforismo: res denominantur a potiori. Y si no es así, que me quiten el título de escolástico rancio, que a tiempo están.
Vibot -
Pero ya veo en Wikipedia que nació en Matarrosa de Sil, Toreno, León.
Tú defiende lo tuyo, como buen leonés, igual que Josemari defiende siempre a los de su curso del 61 con denuedo y orgullo militante.
¡Cómo sois, oyes!
Vibot -
Lo de "válgar" no te lo pillo, mira que te gusta intrigar.
Y por supuesto que no perderías mi aprecio por tan poca cosa.
Luis Carrizo -
Perdona este segundo desaire: Leo Harlem no nació en Valladolid, según creo. No tiene excesiva importancia, pero te lo significo por si fuese verdad aquello de que por un clavo se pierde una herradura, etc.
Luis Carrizo -
Gracias por anticipado.
Alfonso Losada Vicente -
Soy del 56; 1º en Corias, el resto de cursos en la Virgen del Camino, y el Noviciado en Palencia. Cuando abandoné el Noviciado, no volví a estudiar más (motivos económicos) y más tarde ya no me apeteció. Intenté ir por la vida, de puntillas, y así, pasar desapercibido. Gracias.
Losada
fernando muñoz box -
A Vibot: Gracias. Intentaré hablar de los colores en alguna ocasión. Besos
Vibot -
No te minusvalores, cada uno escribe con su propio encanto y no hay página aparentemente intachable que no adolezca de mil carencias o excesos. Ni página tan mala que no contenga algo bueno, incluso excelente y único.
Son las 0:22 y tengo sueño. Quiero agradeceros a todos vuestras cosas. Pero en la tele El Club de la Comedia -aunque lo tengo a un volumen casi inaudible- me tienta con sus risas y sus ocasionales chispazos de inteligencia y de espontaneidad. O apago la tele o no repondo de lo que escriba hoy aquí...
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Baldo amigo, "quidquid recipitur ad modum recipiendis recipitur"... que recuerdos de mis 17 en Las Caldas, esos latines que me has traído me huelen a eucaliptus y a hierba recién segada, y a aquel flequillo prohibido y soñado cada noche... bruma y silencio.
Calidad y finura me atribuyes. De poco me sirven si no puedo volver a los diecisiete "esto es lo que que siento yo en este instante fecundo" que cantó como nadie Mercedes Sosa.
Me hablas de la definición de materia prima y encuentro en el traductor de google por no ir a buscar el diccionario de latín -aquel Vox con romanos desnudos que no tenían sexo, como la Barbie y el Ken- que "a potiori" significa "ciertamente"... ay no sé, a estas horas... ¿no somos todos -menos Fernando Box y pPedro- muy bastantísimo redichos, quizá secuela de tantas padecidas horas de mala retórica de ambón y soflama infumable de capilla nocturna antes de dormir?
Hasta quienes alardean de no serlo tienen sus peteretes y postureos varios, dime que no.
Te llegará mi Métrica enseguida, ya la he mandado. Un fuerte abrazo.
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Que el profe más listo y más guapo de aquellos años míos en León me escriba esos elogios tan generosos y -por sobria y mesuradamente expresados- tan intensos y directos, me conforta e incentiva aún más para seguir intentando capturar esos infinitos colores del arco iris.
Fernando Box, lujo sutil y cercano de entonces y de ahora, el misterio y el encanto de tu sonrisa y tus palabras, habladas y escritas... ay, que nos duren.
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Carrizo, ya me dirás dónde has mirado esas palabras de aproximación a los colores, algunas me han gustado mucho.
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Gracias, Cirauqui, que casi te has copiado todo mi texto. Eso es veneración, no es para tanto, hombre.
También te digo que Pamplona y cualquier provincia ya tienen mucho menos que envidiar a Madrid en cuanto a ópera y ballet desde que se transmiten vía satélite las óperas del Metropolitan o los ballets del Covent Garden o el Bolshoi.
Te lo digo, como el Real siga así, la próxima temporada no renuevo mi abono, que en el cine es una pasada ver esos primeros planos de los cantantes o bailarines, sentirles respirar... wow!
Para no hablar de esas entrevistas antes de empezar y durante los entreactos, ni de esos paseos de la cámara por los camerinos mientras se maquillan, o en el escenario antes de elevarse el telón, mientras los bailarines, aún con los calentadores en las piernas sobre el radiante vestuario, repasan sus más difíciles evoluciones y apenas sonríen, concentrados e hipnóticos...
Y la calidad del sonido digital es estupenda. Y el precio mucho más confortable que el del teatro...
¡Como no espabilen!
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Fernando Alonso, a mí también me gustó el Holandés errante, ojalá hubiéramos coincidido allí, ¿tienes el abono?
A ver si ahora que estoy de nuevo en Madrid vienes un día a casa, que lo tenemos pendiente. Un abrazo fuerte.
***
Y ahora corto, que está monologando Leo Harlem, que es de Valladolid como yo y saca unos tonillos de mi abuela Juliana que me entonan el cuerpo.
Risoterapia pura, oyes, como dice J.H.
¡Vaya horas!
Javier Cirauqui -
Aquí en Pamplona no tenemos esa fascinante vida musical de Escocia o de Madrid, aunque para un apaño aún nos arreglamos algo.
Estoy de acuerdo contigo, en que han proliferado los decorados cutres, cicateros, minimalistas y sin gracia y arte.
Yo también me inclino por el cuento de hadas, los decorados hechos por pintores de lo verosímil y feérico, sobre todo
después de leer tu crónica de "El Corsario".
Estoy oyendo la burbujeante y dúctil música de Adolph Adam, ambientada por esos telones de un realismo maravillosamente romántico y fantástico.
Por parte de tu magia descriptiva me he visto envuelto en colores,luces, sonidos ritmos y y me he encontrando bailando entre los componentes del Ballet de Viena, entre galeones en plena galerna, pachás, alcatifas, niños con turbantes y chalecos bordados, grutas y arrecifes de mares legendarios, el ladrón de Bagdad, un jardín oriental y un largo etcétera más. Envuelto en todos los colores, luces y sensaciones que nos describes me he encontrado rodeado por los corsarios, los zíngaros y las odaliscas.
No sé porque extraña asimilación he recordado la tamborrada, que se ha celebrado estos días, y he oído cantar aquello que dice: "Los gitanos sentados en torno a la hoguera, con su voz plañidera, cantan penas de amor". Esto es el anuncio de la venida de los caldereros, zíngaros a San Sebastián, en la que salvando la diferencia, veremos zíngaras con faldas multicolores, de picos desiguales y pañuelos ribeteados de monedas doradas, cual chocolatinas, sobre la cabeza y en la cintura, adornadas de collares y cadenas doradas, además de los zíngaros, con su sombrero y pañuelo a la cabeza, chaleco, fajas, cadenas, monedas y pañuelos y aún que hoy sean baratijas de los chinos dan el pego.
Gracias, Vibot, por dejarme soñar y hacerme revivir con todos sus colores, sensaciones maravillosas y deslumbrantes, esa representación o recreación de "El Corsario" de los Ballets de Viena.-
Un fuerte abrazo. Javier
Luis Carrizo -
(Hay que cuidar estos detalles porque por una chuminada así pueden birlarte el nóbel)
Luis Carrizo -
Quedo esperando ese punto de vista de la historia de la ciencia. Sábete que en Reyes me autoregalé Las medidas del tiempo en la historia. No lo he leído todavía porque se lo enseñé a un amigo recién recibido y se lo llevó para leerlo. Espero que me lo devuelva en breve. También espero entenderlo; al menos hasta la página cientro treinta y no sé cuantas, como dijo Cicero que había entendido. Lástima que no pueda lucir tu dedicatoria.
fernando muñoz box -
En cuanto a las teorías de Goethe y Schopenhauer alguna vez me animaré a comentarlas,pero son más interesantes desde el punto de vista de la historia de la ciencia que desde el científico.
Luis Carrizo -
Luis Carrizo -
Yo no estoy en disposición de juzgar la riqueza de vocabulario de otras lenguas a propósito de este particular, pero creo que el idioma español no es tan pobre como tú insinúas. En mi opinión, aquí pasa como en la lotería de Navidad, que hay muy pocos premios: rojo, azul, amarillo, verde..., pero hay muchas aproximaciones. del BLANCO: albo,ampo,cándido, albugíneo, albahío,blancuzco, blanquecino albarizo, albura. Del NEGRO: apizarrado,atezado, atramento, bruno, denegrido, endrino,fosco, marengo,negrestino, nigérrimo (bello y sonoro superlativo), prieto. Del AZUL, que el diccionario define, en poético símol, como "del color del cielo sin nubes", : azulado, azulenco, azulino, blao,añil,aturquesado,cerúleo,garzo,indio,pavonado, zafirino, zarco... aceitera, aceitera, aceitera.
Roberto -
me considero un purista nato y esas puestas en escena de algunas óperas me remueve el estomago.
Roberto
Fernando Alonso Diez -
fernando muñoz box -
Lo haré por orden. Mi primer sentimiento es el de reconocerme de Provincias, como se decía siempre en Madrid. Si ahí había pocas posibilidades de buenas óperas, es fácil imaginar lo demás.
No conozco el Real, pero sí por la Tele. Lo de Otello fue bochornoso. Aquí el Ayuntamiento hizo una retrasmisión pública en la Plaza Mayor (con todos sus ruidos) y en sillas de tijera, como las de los cines de verano de mi infancia. No pude aguantar más que un ratito, y no fue porque mis huesos no resistieran, sino por las miserias que recuerdas.
Aquí en Valladolid nos retrasmiten en el cine óperas y ballets. Unas son en directo y otras en diferido. Y nos ha permitido ver eso del minimalismo desde diferentes partes del mundo. Y lo de la adaptación "modelna" (repito: modelna). He visto cambios de espadas por ametralladoras y pistolas. Gente que debía ser del XVIII con gabardina y maletas dirigiéndose al tren ¡HORRORES!
De vez en cuando hay cosas magníficas: La Bohème desde el Covent Garden, Nabucco desde el MET, y este lunes La Bella durmiente desde el Bolshoi, con decorados espléndidos, etc.
No recuerdo desde donde retrasmitieron El Barbero de Sevilla, que admitía mejor las moderneces, que eran discretas.
Pero nosotros seguimos en Provincias...
De toda tu envidiable experiencia en el Real no puedo decir nada y todos los piropos que te hacen en el Blog de tu estilo barroco y espléndido los ratifico. A mí me gusta el Barroco a rabiar, en música, poesía y artes plásticas pero, no sé si es defecto o virtud, soy minimalista en mis expresiones escritas.
Ahora voy con los colores. Ya dije en el Blog que el problema y realidad de la luz me apasionan. Y debo agradecer a Dios el no ser daltónico. El color es otra de mis pasiones.
Diré que el número de los colores del Arco Iris es infinito. Impresiona saber que todos ellos son colores simples, elementales, sin mezclarse. Pero el gran Newton cuando descubrió que era una descomposición de la luz blanca, los agrupó en siete colores o les dio siete nombres.
Como la física no es mi único "vicio", advertiré que el español, la lengua española, es otra de mis cosas...
Nuestra lengua es desgraciadamente muy parca en nombres de colores. He leído que hay lenguas de dos nombres nada más y otras de doce. No lo puedo comprobar. Nuestro Arco Iris sólo tiene rojo, amarillo, verde y azul, como nombres definitorios. Los otros tres son copia de nombres de cosas: la naranja, el añil, y las violetas. Existen de este tipo otros como el rosa, el salmón..., y otros son compuestos como el azul marino, y terminaré esto con los galicismos como el beige, o beis, o vaya Ud. a saber, sin decir nada del fucsia o el magenta...
Del siglo XVIII hay tres teorías del color que yo conozca: La de Newton, la de Goethe y la de Schopenhauer. Éstos dos últimos se atrevieron a criticar a Newton con bastante fuerza, sorna e ironía. Schopenhauer dice que Newton puso siete colores porque existían siete notas musicales, y quizá tenga razón, pero no sabía que tanto la música como los colores dependen de la frecuencia, cosa que me parece sí intuyó Newton.
Esto que digo no impide que se hable de colores en nuestra lengua con la gracia con la que tú lo haces, Vibot.
Vibot -
Dulces sueños -en colores, si fuera ello posible-
Vibot -
Si algo está creado genuinamente para los ojos -sobre todo los del alma además- es el arte de la danza. El Corsario, todo un icono en la historia del ballet, se me ha desbordado en palabras exasperadas por el deslumbramiento de los matices intermedios y mezclados de los colores del espectro (aquel vértigo que me embriagaba al mover muy levemente la cabeza con la mirada fija en una gota hialina de rocío en el recodo matinal en sombra de la escarcha junto al ventanal de la clase de sexto... aunque aquellos purísimos y radiantes colores no recuerdo que se mezclaran, como en las telas y velos y texturas del ballet vienes.)
Baldo -
fernando muñoz box -
Baldo -
PD. San Martín de Porres no se quedó mudo ante el "quidquid recipitur ad modum recipientis recipitur", sino que se la tiró a la santa: "stultorum infinitus est numerus". Y como la monja, que no era lega como él, se hizo la displicente, el de Porres volvió a la carga y le espetó lo que le había enseñado su maestro de novicios: "no está hecha la miel para la boca del asno". No sé si ahí quedó la cosa o hubo más diatribas entre ellos. A lo mejor procede de aquella discusión lo del "res denominantur a potiori" o incluso la definición de materia prima. No sé. Abrazos
Luis Carrizo -
Alfonso Losada Vicente -
Estoy...mejor dicho: No estoy en vuestra onda; mi nivel es muy bajo (junto letras ), vosotros hacéis frases con mucho sentido. Seguid así que algo aprenderé. Es maravilloso leeros, a veces me cuesta comprenderos bien (por mi ignorancia). Me pregunto ¿Qué sería de la Orden Dominicana de haber seguido vosotros en ella? Un fuerte abrazo para todos. Losada