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Antiguos alumnos dominicos VIRGEN DEL CAMINO - LEON

EL VIEJO LEÓN

EL VIEJO LEÓN

Dedicado a mis paisanos cazurrines de dentro y de fuera. Este relato me lo envió, ya hace unas fechas, nuestro querido compañero Carlos Muñiz Iglesias, el hermano intermedio de Quique Ideas y de Paco Chisco. Un abrazo para los tres, hoy uno especial para el intermedio. Es el retrato de un León de los 50 y primeros años 60 que, por gracia o desgracia, va desapareciendo.

La fotografía es de la Calle Mariano Domínguez Berrueta; une la Plaza Mayor con la Plaza de la Catedral, Santa María de Regla.

Feliz fin de semana, mis inolvidables compañeros.

 

LEÓN COMO YO LO VI

 

 

            León es una ciudad dormida en si misma que se abraza a la Catedral bella y hermosa, que eleva sus torres para mirar o para que la miren desde los barrios que se desparraman extramuros de unas murallas desdentadas y profanadas con edificaciones recostadas en sus muros.

            La calle Ancha rueda desde la catedral y en su caída buscan acomodarse los edificios donde el comercio enseña sus géneros variados con escaparates de amplias lunas. En los pisos, balcones de hierros de forja trabajada. Las calles que la cruzan nacen o mueren en ella, también la imitan ofreciendo de los comercios sus especialidades, bares y tabernas.

            Al llegar a la Plaza de las Palomas se allana y espanta para dejar horizontes a la casa de Botines, palacio de piedra con formas caprichosas a las que Gaudí dio forma.

            El Palacio de los Guzmanes lo contempla con su sobriedad. Sin inmutarse se sabe más perfecto.

            La Iglesia de San Isidoro le da la espalda par no ver los ordinarios de la plaza de las palomas, o de los limpiabotas, pues allí ejercen su oficio sentados en sus diminutas banquetas que llevan cogidas del brazo, mientras pregonan su cantinela, "limpia "…

            En los veranos Mirantes vende helados de capirucho a dos colores. En los fríos inviernos la maquinita del tren asa castañas a peseta la docena.

            El hombre de la ruleta ofrece oleas y piruletas de ricos sabores.

            En el costado de la Iglesia un hombre canta la lotería: “el gordo para hoy, el gordo”, mientras mira con sus ojos de ciego para la Plaza de Santo Domingo.

            El reloj subido en su peana desgrana horas dulces de la Confitería de Polo, esperando la cita de los enamorados. Mientras el ciego cuenta las horas con desgana, el guardia de tráfico chifla y chifla, con posturas establecidas ordena él trafico: un coche, un carro tirado por un caballo, un ciclista en su triciclo con el cajón lleno de bultos, el carro de un maletero que viene de la estación. Cuando él indique pasarán los peatones a los que arenga moviendo el brazo.

            Los autobuses tiene allí la parada, a Trobajo, Armunia, Navatejera, Puente Castro.

            La plaza se abre a Ordoño para llegar a Guzmán que allí se muestra altanero enseñado su puñal. El pueblo pone en su boca esta frase contundente: “el que no esté a gusto en León allí tiene la Estación”. Para los que quieran marchar.

            En Ordoño aun quedan chales viejos de acomodadas familias, comercios de mucho rango. En la esquina el Nacional, café de mucho postín, donde se gestan negocios. Es punto de reuniones de las gentes del lugar para los que quieran comprar. Otros vienen a fingir, a lucir sus trajes nuevos o a comprar al cerillero tabacos de importación. Amores de contrabando o cualquier infamación pues él con los camareros se ocupan de estos menesteres.

            En el escaparate de la tienda de Jolis tienen una televisión enchufada todo el día. Muchas veces hace rayas o se llena de granitos, es cosa de tener paciencia hasta que retorne la imagen. Es lastima que no se oiga. ¡Es tan joven! … casi recién nacida. Por eso llama la atención.

            Gracia hace unas fotos muy artísticas. Las gentes salen muy guapas, da gusto verlas tras los cristales: de novios, de primera comunión, y de chicas escotadas, pero solo para la foto. A Salazar le pasa lo mismo. Te deja tal cual de primoroso. Te miras y dices: “¡coño, ese soy yo!”

            En la cartelera de Cine Mari hay cola. Todo el mundo se entusiasma con los artistas. La peli es "Lo que el viento se llevó", no hay ya entradas para el Domingo, ni en Contaduría si quiera.

            En el Teatro Principal la película va de Vaqueros, autorizada para todos los públicos, eso si, aunque tiene algún beso, digamos que muy atrevida, pero con mucho fondo según dice La Palmira. La peli es "Duelo al sol". Me han dicho que muere la chica.

            En el cine Alfageme, sesión continua. A peseta la entrada. Dos películas y el Nodo. En el Nodo los artistas siempre los mismos: Franco y Solís Ruiz, es que no fallan. Ahora anda con el plan de Badajoz. Un Edén, según lo cuentan. Que te dan ganas de ir a vivir allí. Franco de vestuario muy mal. Siempre sale con la misma ropa y la música acojona solo de oírla.

            En el Trianón una españolada de bandidos y gitanos, bueno y de Guardias Civiles con bigotones de asustar.           

            El Nodo se repite en todos los cines: igualito, igualito.

            En el Avenida, otra de Vaqueros: "Raíces Profundas" Dos hombres arrancando un árbol. La chica es compartida. Los malos llevan lo suyo. Los asientos todos corridos. No tiene general, digamos piso de arriba. Eso les pasa a otros cines.

            En el Azul otra españolada: "La hermana San Sulpicio". Ya ves tu, las monjas haciendo pelis. Pues nada, tampoco tiene entradas para el Domingo.

            El Lemy queda un poco apartado, bueno según se mire, para los de Puente Castro cerca. La Peli, una de Cantinflas: "El Padrecito", te mondas de risa. Hay gentes que dicen que no le entienden por lo rápido que habla y por las risas que apenas dice. ¡No más!, ¡a no pues si!, ¡no me diga! Todos con el ja ja ja.

            En el del Crucero otra Españolada de Fernando Fernán Gómez. Este es todo terreno. Hace de todo.

            En Las Ventas una de guerra. Pobres Japoneses, siempre hacen de malos. Les pasa como a los Indios, cuando van ganando llegan los soldados Yanquis con su bandera. El Jicho besa a la Jicha y se acabó la peli. No sé porqué hay muchos cortes y la gente patalea. Los de general, la verdad. Los de butaca menos, son más educados o más ricos.

            Lo mejor de los cines son las filas de atrás. Allí si que se rueda. ¡Qué suspiros! aunque la película sea de vaqueros. Y es que a las parejas les va la oscuridad. Algunas veces llega el acomodador con la linterna a robar besos y abrazos.

            Si no te gusta el cine puedes ir al baile. Tenemos unos cuantos en la capital y en los pueblos. Solo es cosa de elegir cual se te da mejor.

            En el verano el Universal tiene una pista excelente, con el suelo de cemento. La orquesta: cuatro músicos, y el animador canta muy bien los boleros. Los pasodobles no tanto. A mi me perece que imita un poco a Machín. Se baila por parejas y es un poco problema eso de ir a pedir baile, que igual una quiere y la otra no, depende del compañero, de lo ligón que sea. Las feas bailan con cualquiera. La cosa es pillar chico. Las chicas de servicio, que hay muchas, se las llama las marmotas. A ellas no las gusta nada. Lo mejor no preguntar eso de sí estudias o trabajas, te van a mentir siempre. Si bailas bien tienes mucho ganado. Ellas se fijan mucho, bueno también en la ropa, en el porte. Si te dejan que la acompañes a casa ya tienes media novia y si va contigo sola al cine, eso ya ni te cuento.

            Lo de las pandilla es un lío. Nunca sabes con quien vas a terminar que tú eliges y ellas también.

            El Jaris es de mucho postín. No te dejan entrar sin corbata. ¡Que cosa! Los zapatos ni te los miran, el traje tampoco. Tiene muchas mesas para eso de las consumiciones.

            El River es mas bien pequeño y coquetón con el piso de madera. Se dan veladas de boxeo. En el cuadrilátero el humo del tabaco ahoga a los boxeadores. De eso doy fe.

            El club Radio nació de la bolera Americana cuando se empezaba a bailar suelto. ¡Qué modernidad!, solo unos pocos se atrevían. El tocadiscos reemplazó a la orquesta. Empezamos a hacernos Yanquis.

            Los días festivos, cine, baile y paseos por Ordoño y si me apuras un poco, por la Condesa. Pero eso para parejas muy especiales que se arriesgan a que les canten esta canción "De qué presumes niña leonesa, que te vieron con un moro en La Condesa. Los Alemanes se marcharán y de recuerdo un bebe te dejarán”. Y es que está muy reciente lo de la guerra con la Maestranza y los Talleres de Aviación.

            ¡Ya ves! En la plaza de Guzmán llama la atención la Casa Del Coño. Todo el mundo dice: “¡coño, que casa! De eso le viene el nombre.

            El puente de la Estación es un señor puente. Le llaman el de los leones pero menos y eso que tiene cuatro con sus atributos y todo.

            En la Estación hay mucho movimiento de vagones y mercancías, ¡pero que mucho!: de carbón, de paquetes, de pasajeros también. Los maleteros te llevan la maleta y te recomiendan la pensión, es su trabajo. Los vagones los mueven al descargue los bueyes de los Morenos. Los bueyes son enormes y andan muy lentos. Los Morenos también andan lentos, pero no son morenos son mas bien rubios.

            En Papalaguinda tiran los escombros. Tanto tirar van a tapar la fuente que hay a la orilla del río y él sin enterarse. Es que el Bernesga es un panolis. Solo algunos inviernos se siente río y no veas las gravas que arrastra. Las gravas las sacan del río los Burreros, con los burros claro y con unas alforjas que llevan para eso. Da gusto verlos caminar en fila uno tras del otro. Los burreros son extremeños. A mí me lo dijeron. ¡Vete tú a saber! Abajo del paseo están haciendo una plaza de toros. El contratista es el Cochero. No sé si la terminaran alguna vez.

            Arriba está San Marcos. ¡Dios le bendiga! están los militares; los de caballería por mas señas, entran y salen con sus grandes carros cargados. Los soldados hacen guardia en las garitas a la entrada. El edificio tiene miga. Quevedo lo sufrió y lo maldijo. Luego fue prisión cuando la guerra. ¡Cuantas salvajadas se infringieron dentro de sus muros! ¡Cuanta indecencia! En los amaneceres salían los camiones con los pobres paseados, camino de los pinares de Campo Sagrado, o del Monte San Isidro y allí, después de cavar su tumba, les fusilaban. “Un hombre aguanta más que una res”, me dijo el Sordo. Maria Teresa Monje la dijo: “perdónales sino te matan”. A ella no la perdonaron. ¡Pobre Teresa! Las juventudes fascistas se divertían haciendo beber aceite de hígado de bacalao. …

            El puente de San Marcos cruza el río, allí lava sus pies. El agua lleva lágrimas de muertos dormidos en fosas olvidadas.

            En el parque de San Francisco, los árboles lucen muy frondosos por los rezos de los frailes. Son árboles muy devotos y en ellos los pajaritos hacen sus nidos de amor. Esto lo decía San Francisco.

            El padre Javier no cuida de los pájaros, cuida de los pobres. Pide para ellos desde la Radio toditos los días. Un primor oírle, ya lo creo, ¡qué verbo! Un anónimo veinticinco pesetas. Una señora que no quiere dar su nombre cincuenta, en el cepillo ciento veinte pesetas y así todo el tiempo llamando al corazón de los leoneses. Ahora pide para las casas del aguinaldo que están haciendo en Cantamilanos, debajo del Hospital de San Antonio. Las gentes le llaman el barrio de Corea. ¡Cosas del pueblo! Es por eso de la guerra de esa nación con los americanos siempre por medio. Mc. Arthur su general.

            Tanto pedir del fraile, las gentes tienen un dicho: “pides más que el padre Javier”. Por algo será.

            Enfrente del parque está el Hospicio. Un edificio todo de piedra y con unas cadenas grandes entre pilares. El torno gira y gira, recogiendo bebes recién nacidos a los que la cigüeña equivocó su destino. Son hijos del hambre y de amores prohibidos. También hijos sin padre, enterrados en las cunetas del olvido. En un lateral del edificio está el Instituto de Higiene. En el se cuida la salud de los menesterosos y de las putas. Se las llama mujeres de la vida, meretrices, fulanas, lumis. … A ellas no les importa, solo quieren pasar la revisión que la autoridad les exija por el bien de sus clientes.

            La hija de La Ugi me dijo: “mira que reloj tan guapo le regalo a mi madre un cliente”. La Ugi vende amores jóvenes. Es muy apreciada.

            Las casas de las putas tienen nombre y dirección, que no todos lo saben. Está La Apache, La Abuela, La Juliana, la Moños. La Arenera tiene dos oficios. ¡Es tan anegada! La Cabiria vende amores viejos, es lo que la queda. La casa de La Abuela, quince pesetas, es la más barata.

            Cabarets mas bien andamos cortos: El Lisboa, El Universal. Y el más fino el Salamanca que conecta con la radio cuando cantan las artistas.

            La Venta de Ramoniche ya no es lo que era. Allí iban los finolis con sus parejas a sus cosas, y a las corridas de toros en un corral. La cocina, excelente. El, además, es cocinero.

            La que prima es la Venta de la Tuerta. Está algo lejos, solo con coche o con moto y no todo el mundo lo puede hacer. Me consta que algunos son clientes habituales. Que con su pan se lo coman.

            “Traigo dos broches para que escojas ¿cual prefieres?”.  “Los dos” dijo ella. Los coches de línea dan mucho dinero.

            El vendedor de corbatas es muy aliñado. Lleva las corbatas en el brazo, de todos los colores y formas. Él recorre todos los bares ofreciendo su mercancía. Los calcetines de viaje, solo sobre demanda, lo mismo con las casas de citas, es muy reservado.

            El vendedor del Proa, alto y desgarbado busca las aglomeraciones para el negocio: “Proa”, “Proa”. “El Obispo tras de Gilda, ella se resiste”. “Últimas noticias”. La película de Gilda no gusta a los Obispos, creo que no veamos a Glend Ford darle un tortazo.

            León es mucho León con sus barrios, con sus gentes.

            El Barrio de Santa Marina es todo viejo, hermosamente viejo. Con el arco de Pelayo, La Cárcel, San Isidoro. El del Mercado, De San Lorenzo, La Serna, El Ejido, Santa Ana, San Claudio, San Martín, El Húmedo, pero no de agua, es por el mucho vino que allí se bebe, pero con tapa.

            El de San Mames, San Esteban, San Claudio, La Corredera, El de la Sal, Las Ventas. … El barrio de Pinilla crece bajos las alas del aguilucho. El dieciocho de julio se desparrama con casas de finos tabiques. En sus fachadas el yugo y las flechas. Son nuevos hogares para los suyos. Has de jurar los principios fundamentales de movimiento, o sea ser cristiano viejo.

            Los barrios son la Universidad de los pobres. Se aprende sin gran esfuerzo todo, cosas de provecho, de supervivencia para ganarse la vida.

            Iglesias y barrios, iglesias más, pues algunos tienen dos y si me apuras tres, de eso estamos bien. Conventos de monjas y de frailes, de todas las congregaciones.

            Fabricas tenemos unas cuantas: Santa Elvira de la remolacha y para de contar. Fundiciones, fábricas de gaseosas y de hielo, talleres de todo tipo. Tejeras muchas, en la Carretera Asturias, en Navatejera. La de Braulio, La de Villa, la de La Viuda, la del Pol, la de Sánchez, la de Ferrero, la de Bernardo, la del Vale, la de Don Dionisio. Los ladrillos macizones, prietos y bien cocidos. Todas con una chimenea altísima. Parecen faros de la mar.

            La Capital vive de los pueblos limítrofes: Navatejera, Villaquilambre, Puente Castro, Trobajo, el de arriba y el de abajo, Armunia y así unos cuantos. Los de la Sobarriba, no digamos.

            Del comercio, apenas amanece el día empieza el trasiego. Los obreros acuden con sus bicicletas, algunos, otros andando, al arduo trabajo que les demandan. Los guardias municipales, anegados servidores, les esperan en las carreteras de entrada para solicitar la chapa o matricula de sus flamantes bicis. Por que sí o por que no, se les denuncia, con harto cabreo de los obreros. ¿Qué quieres? No nos entendimos, que si pasa, que si alto. … El remolque lleno de baterías iba a arrancar una maquina. Cinco pesetas de multa. Las cambié y se las di en perronas y perrinas. “Estas no valen”, me decía. Como no le cabían en la mano las metió en la gorra. ¡Qué enfado cogió el tío!

            Lo del Perrero fue peor. El Perrero tiene bigotito. Se lo dejó cuando fue a la División Azul. Después vivió de él. Le espanté el perro y no le gustó. ¡Qué arte verle con el lazo siguiendo al bicho! Como los del rodeo. Y cuando lo agarra, a la jaula con el can. Le frustré el lance. ¡Qué enfado! “Soy una autoridad”, me dijo, “y quedas detenido”. Monté en la bicicleta y hasta luego. En el buzo pone Lacero municipal, en las tarjetas de visita también.

            Las mercancías las controlan con los Fielatos estratégicamente colocados. Se paga por todo. El carro de urdes que llega y así todas mercancías: conejos, aves, huevos, verduras. Las lecheras suelen ser madrugadoras, vienen con sus burritos. Las alforjas llenas de cántaros. Los animales, muy educados, que, cuando ellas, lechera en mano y en la otra el medidor, suben a entregar la leche a los pisos, ellos esperan pacientes. Luego toca otra calle, ¡ale burrito! En la plaza del mercado se vende leche. Llegan las señoras con sus lecheras relucientes. Es cosa de regateo y vigilar la medida. Maruja, la de los Valillas, tiene mucho garbo. Conquista a las clientas con su simpatía. “Un litro bien corrido para que vuelvas mañana”. ¡Fuera por leche! … La Gota de leche es para los pobres, siempre hay cola, ¡son tantos! “Espabila niño que ya pasaron las lecheras”, dice la gente.

            Los comedores del Auxilio Social se llenan de rapaces hambrientos. Unas horas antes merodean por allí esperando que abran. Lo regentan los de Falange. De eso viven unos cuantos.

            La Sección Femenina enseña a coser botones a las mujeres. Eso y poco más, pero después de cantar el Cara al Sol. Pilar Primo de Rivera es como una madre y eso que es machorra. ¡Lo que es la vida!, con una camisa azul domina a España.

            En el muro de la Estación del Hullero hay muchos hombres sentados, esperando que alguien demande sus servicios: descarga de carros, cambiar muebles. Valen para todo.

            El Virichi anda con Román en eso del Lote. Él hace de Moro. Cuando está borracho lo interpreta mejor.

            La pescadera canta: “Chicharros Frescos, Sardinas” … Con el periódico espanta las moscas. Son unas sobonas. El carretillo donde lleva la mercancía llora lagrimas rojas.

            El Capullo va muy deprisa con su carro y el caballo. Algún día tenemos algo que sentir. ¡Qué manía de asustar a los rapaces!

            “Camisas como las de Sabugo, jamás en León las hubo”. Lo dice la radio. Por mas señas EAJ sesenta y tres, Radio León. Alberto es el locutor. Tiene una voz melodiosa. “Para Rosa con cariño de él que ella sabe”. “Para Pili de un admirador”. “Para cuquín que lo escuche con su mamá”. “De Fina para Rogelio que está cumpliendo el servicio militar de la que él ya sabe”. Y así un buen rato. Luego llega la canción de la Piquer.

            Ayer escuché al Obispo de León Luis Almarcha. Hablaba con Vitoriano Cremer. Lo de la fábrica de coches no interesa no traería mas que obreros con sus reivindicaciones y sus huelgas. León está bien como está, pacifico, tranquilo. El progreso no trae mas que disturbios.    La FASA está en Valladolid. Los Leoneses también.

            Victoriano Cremer se cayó del caballo en San Marcos. Ahora habla y escribe muy de corrido, eso si, con mucho mérito, todo hay que decirlo.

            Lamparilla escribe desde su sordera cosas acertadísimas.

            Antonio González del Ama es un intelectual muy culto. ¡Qué pena que sea cura!, eso le limita.

Todos somos de León.

Contentos de ser de aquí.

Paso la vida llorando

Y suspirando León por ti

Si me sacas de León yo no se cantar yo no se reír

Paso la vida llorando y suspirando León por ti.

 

            Con cariño de un Cazurro.

 

            León 23 /12/2006.

 

 

7 comentarios

Jordan Trunner -

Thanks so very much for posting these, they are excellent! So bummed I missed what looks like a truly unique evening.

Juan a. Iturriaga -

Había una actividad en el colegio que recuerdo como especialmente agradable. En días como hay, con grandes nevadas, los árboles se llenaban de nieve, y algunos parece que peligraban. Unos abetos jóvenes que había cerca del garaje, otros donde la piscina, y los demás por los rincones que quedaban. No eran muchos, pero suficientes para que el P. Fernando reclutara a cinco o seis chavales y con unos palos largos que teníamos para alguna cosa que ahora no me acuerdo, meneábamos las ramas y les liberábamos del peso amenazante. Para los pocos árboles que prosperaban, era una pena que se rompieran.
Esta actividad, ya suponía que te librabas de algún estudio y de su correspondiente clase. Con suerte un bocadillo caliente y un par de horas de libertad. Un bien escaso.

Francisco Muñiz-Alique Iglesias (Chisco) -

Recibo el abrazo cariñoso de nuestro furriel, pero recibo aun mas satisfecho (espero que lo entiendas Josemari) el entrañable relato de mi hermano Carlos, escrito en primera persona, desde la perspectiva de un adolescente barbilampiño, revoltoso y un poco "trasto" (según me cuentan), con una prodigiosa memoria por lo que podemos leer, y un corazón cazurro regado por un mar mediterraneo que no es el suyo, de la misma manera que no es mío este frio Moncayo,aunque pasen 100 años...
Sé que sobrellevas la lejanía de buena gana gracias a esa maravillosa familia que te abraza cada día.
Gracias por taernos a la memoria ese León que un día dejamos atrás, que siempre tenemos en el recuerdo, y que añoramos casi a todas las horas.
Y gracias sobre todo por estar ahí, hermano. En este blog, como en todo, te necesitamos.

Tu hermano el pequeño.

Loseiros (César Alvarez) -

Expléndida imagen de León, en tiempos marcados en el recuerdo de todos nosotros en una época de miserias y esperanza.

Reflejas el momento de una forma tan hermosa y magistral, que invita a mezclase entre los personajes que describes y a los que casi se les huelen sus alientos, sus ropajes y el ruido de sus lamentos y conversaciones.

Aquellos sí que eran momentos de crisis y no la que se nos avecina ahora, a pesar de las amenazas.

Tu relato, creo que también se podría aplicar a cualquier otra ciudad española, con solo cambiar los nombres de algunas calles y de establecimientos y edificios.

Me ha encantado. Enhorabuena. César

lalo -

El León de los sesenta en una afinada foto hecha por Carlos Muñiz. Y para ponerle imagen, precisamente, la calle Mariano Berrueta, en la que vivían mis tíos y adonde, todos los domingos que podía, bajaba, simplemente para cambiar de aires, degustar otras excelencias culinarias a las cotidianas y seguir las documentadas explicaciones que el doctor Miravitlles exponía en aquella televisión, la Primera, la Única, en un programa a las cuatro de la tarde, poco antes de volver a subirme al bus de La Virgen.
Y con la calle Mariano Berrueta, el origen del viaje desde La Virgen, en la parada del bus frente a La Ocasión (un cariñoso abrazo, Arteaga, que a ver si nos vemos un año de estos y tomamos unas copas) hasta la plaza de Santo Domingo y luego un pequeño paseo calle Ancha arriba hasta la torre derecha de la catedral.
Allí comenzaba una calle que, con nieve o sin ella, siempre estaba oscura, asombrada por la otra fábrica de sal de León y cuyos jóvenes reclutas veía yo enfrente, como si fuera un espejo, desde el tercer piso de la casa de mis tíos. Ellos deambulaban por aquel caserón que supongo ahora vacío, igual que sabemos que están nuestras viejas aulas, nuestras viejas camarillas, capillas, campos, recreaciones, teatro, pasillos...

De ese otro León que retrata Carlos no sé nada. Mi edad entonces solo me permitía ir por sus aceras (ya no de la mano de mi madre, sino al lado) en busca de la consulta del doctor Sastre (problemas de crecimiento, ya sabéis) o del doctor Cossío, que me sacó de una grave crisis pulmonar (un soplo, se decía entonces eufemísticamente a lo que, sin duda fue cuando menos un inicio de tuberculosis que hábilmente detectó de forma precoz nuestro querido fray Francisco). Pero del River, del Universal, del Jaris, del Club Radio... esos no existían para mí, claro. Y de La Apache, La Abuela, La Juliana, la Moños, La Arenera... qué queréis que os diga.

El mundo de un apostólico, no ya de provincias, sino de uno de sus pueblos, se acababa, como mucho, en la verja que vigilaba Pepe Colinas por un lado, o en los drugstores, allende el Valle, de Oteruelo y Quintana (uno en cada pueblo) donde una vez a la semana teníamos la oportunidad de cambiar una peseta de papel en varios artículos de la industria chuchera más primaria. Siempre que tuviéramos la peseta, claro.

Pero estábamos en la calle Mariano Berrueta. En algún oscuro caserón de sus aceraas, ya próximo a la Plaza Mayor, colocó mi imaginación, muchos años después, la habitación donde Luis Mateo Díez ocultó el baúl del que salieron los viejos documentos que dieron a conocer la existencia de la Fuente de la Edad. No sé si los que sois de León (del mismo centro de León, vamos) sentís reflejada vuestra ciudad en las páginas de esta espléndida novela. Yo sí, pero, claro, soy de pueblo. Tiene ayuntamiento, sí, pero sus calles eran de tierra y tenía un río tan pequeño que había que buscarle el agua entre las piedras. Y por no tener, ni siquiera tren, que lo llevaron para el pueblo de Centeno.

Y, para terminar, que me reclaman unas alubias con chorizo en amor y compañía, también recuerdo que en aquel entonces veía las fachadas de San Marcos, de San Isidoro, de la Catedral... como eso, simples fachadas en poco diferentes a aquellas que flanqueaban la plaza de Santo Domingo, que ese sí que era el centro de aquel mundo pequeño que tenía su epicentro en el colegio.
Y nada más. Gracias, Carlos, por la foto en palabras y gracias, Furriel, por la imagen de la calle que excitó mis dedos.
No me da tiempo a revisar el texto, así que si tiene alguna falta (de ortografía, por ejemplo, Dios no lo quiera), como decían las comedias de Muñoz Seca, pido que me sea perdonada en aras de mis prisas para que no se enfríen las alubias.
Que aproveche.

Salud
Lalo


Luis Heredia -

Carlos Muñiz lleva ya para 25 años también por estos Mares del Sur.

Hace un mes que estuve con él y a pesar de que la vaca es de donde pace y no de donde nace, llegamos a la conclusión de que este prao no es el nuestro o nos nacieron confundidos.

Tenemos nieve en Sierra Nevada y también llegamos a la conclusión de que nos gusta más una Calle Nevada.

Tenemos playa y llegamos a la conclusión de que no pondremos un pie en esta arena en otros 24, salvo causas de fuerza mayor y nuestros hijos como ya son mayores, no nos fuerzan.

Llevamos casi 25 años aquí y deseamos pasar otros 25 allí.

¡Viva Leon y Asturias¡

Carlos, toda la memoria que me dices perdiste del Colegio, la empleaste en recordar León. No se te escapó ni el más mínimo detalle.

Fernando Alonso -

Para algunos de nosotros -cazurrines- este León del relato es el único León que ha existido, el de nuestra experiencia infantil, el de nuestra memoria, el de ahora no lo conocemos o no hemos tenido ocasión o tiempo de hacerlo nuestro y aunque no nos guste tenemos que aceptar este anacronismo como que es parte de lo que somos nosotros ahora. Estas viejas estampas del siglo pasado que nos ofrece Carlos o los eventos relacionados con el Santuario descritos por José Mari nos ponen en nuestro sitio, avivan acontecimientos que nunca han debido pasar al olvido y nos sitúan en el contexto real al que pertenecemos. Es de agradecer porque ayudan a reconocernos algo mejor en las vivencias de ese tiempo, que fue nuestro tiempo y en esa ciudad que fue nuestra ciudad ¿con más sombras que luces?