HOMENAJE A FRAY JAVIER ESPINOSA POR SU JUBILACIÓN (2ª parte)
Palabras de Luis Heredia.
Queridísimo Javi, con Denominación de Origen ESPINOSA.
Siempre utilizaremos el superlativo todos aquellos que te conocimos de niños, de púberes, de adolescentes, jóvenes ilusionados por culminar un futuro prometedor y cumplir con los deseos que siempre te acompañaron desde aquel lejano 1.962 en nuestro Colegio de La Virgen del Camino. Porque, Javi, el Colegio era nuestro en propiedad ya que convivir durante 330 días al año durante tantos años de infancia y adolescencia, uno lo acaba haciendo suyo.
Desde tu ingreso en 1.962 hasta 1.968 en que te fuiste a Caleruega a tomar los hábitos, La Virgen del Camino se acabó convirtiendo en nuestro pequeño mundo. Un mundo en el que la vida académica no se entendía sin la compañía de otras disciplinas esenciales también para nuestro desarrollo: Solfeo, Música Coral Sacra y popular, Rondalla, Teatro, Cine, Lectura, Deporte de Riesgo, de riesgo de acabar visitando a Fray Francisco, “Fray Ovejo”, para curar los desperfectos físicos por haber resbalado sobre aquellos campos de deporte de tierra llenos de grijos o con anginas y gripe por habernos dado un par de chapuzones en la piscina en pleno invierno paramero después de romper la capa de hielo que la cubría y Deporte Extremo por tener que levantarnos todos los días, hiciera frío o calor, a las 7 de la mañana para recorrer los 6 Km. de la vuelta a la finca de un extremo a otro.
Un mundo en el que cabía de todo, hasta tú, a pesar de tu corpulencia y estatura, atributos que sin embargo no llegaban a la altura de tu corazón, de la amistad desprendida sin esperar nada a cambio, del compañerismo que con el paso del tiempo convertiste en amor al prójimo y que era a lo que en definitiva aspirabas: realizar tu vocación sacerdotal.
Yo llegué a La Virgen en 1.964, dos años más tarde que tú. Ya venía yo “resabiado” con 14 años y “con escuela” de la buena pues provenía del Colegio Santo Domingo de Oviedo y en estas circunstancias necesitas algo de tiempo para encontrar tu lugar o quizás más bien esperas a que te coloquen los demás.
Javi, fue más fácil de lo que yo pensaba, créeme. Todo aquello me deslumbró; la magnificencia de la arquitectura del Colegio, las aulas, con su piano cada una, la clase destinada a la Rondalla, las camarillas, el teatro, dos campos de fútbol, dos de balonmano, dos de baloncesto, dos de balonvolea, dos comedores, dos recreaciones, dos salas de estudios, dos capillas.. ¡Todo era doble, menos la piscina de 50 metros y el Santuario¡. En fin, una ciudad olímpica. Pero lo que más me impactó fue vuestro recibimiento. Al poco tiempo ya me sentía como en mi propia casa y como un hermano adoptado.
Os fui conociendo uno a uno rápidamente porque no tenéis doblez alguna.
Todos poseíais y poseéis signos identificativos de personalidad y virtudes de las que aprender.
En tu caso, Javi, en aquellos primeros momentos no me llamó la atención tu estatura ni tu corpulencia; quizás porque habría pensado yo que al final de un curso o dos, a lo máximo, ya te hubiera igualado, aunque me da la impresión que ya es tarde para lograr este objetivo y nunca estaré a tu altura tanto en el sentido literal como figurado.
Aunque sí hubo algo que tu corpulenta figura no te permitió experimentar en el Colegio y de la que no pudiste disfrutar: lanzarte por el tobogán de la tolva por donde dejábamos caer las bolsas con la ropa sucia los Viernes por la tarde pues te hubieras quedado atascado. Y es que nadie es perfecto.
Desde tu ingreso en el Colegio te asignaron siempre el mismo puesto: En la última fila. Y no es que fuera por carencias intelectuales sino que tienes atributos que tu presencia ocultaría la de otros compañeros. Es lo que tiene la altura y corpulencia. En las fotos del curso, en el banco de la última fila; en La Rondalla, en el último banco de la última fila; en la Escolanía con los altos aunque fueras bajo; en la clase, tras la puerta vigilando el pasillo desde tu atalaya como si fueras Rodrigo de Triana pero en secano: -“¡¡¡Padre Tascón a la vista¡¡¡
De ti me llamó la atención “lo facilón” que eras. O sea, lo fácil que lo hacías todo. Estudiar, cantar, tocar la guitarra, jugar a cualquier deporte, hacer amigos, y el más difícil todavía: lo disciplinado que eras. En los estudios, en la Escolanía, en el deporte, en la Vuelta a la Finca... ¿Estaré confundido yo y realmente eras perfecto?
¿Recuerdas el “Seba”?
Aquel juego con dos parejas de contrincantes colocadas trasversalmente en un círculo dividido en cuatro cuartos que constaba de un poste como los del teléfono del que desde su máxima altura pendía una cuerda con un balón de cuero deshinchado atado a su cabo inferior y consistía en enrollar la cuerda al poste y desenrollarla posteriormente. Javi, te confieso después de tantos años que los compañeros te hacían el vacío, salvo que fueras con pareja ganadora pues nadie te quería como contrincante dando la derrota por segura. Hasta se corría la voz que tú deberías sustituir al poste y dejar jugar a los demás.
¿Y en Baloncesto? Si el soporte de la canasta fuera articulado, ten por seguro que alguno se quedó con gana de subírtelo medio metro.
¿Recuerdas, Javi aquel histórico equipo de balonmano en el que tú eras una pieza fundamental e insustituible?
Tú no te elevabas, levitabas y más bien parecía que Dios te hubiera dotado de una catapulta en vez de un brazo. Fue de lo mejor que dio el Colegio en competiciones escolares en aquellos tiempos: Martín, Espinosa, Urbano, Enrique, Molpeceres, Manolito – quien jugó de profesional luego en el Anaitasuna- Heredia, Carlos Bañugues, Ramiro Noguera y Vilda. Fue la primera salida del Colegio de un equipo de balonmano en la historia del Colegio y el coco de la Liga Escolar en aquellos días. Fuimos a la cancha del Colegio de Huérfanos de Ferroviarios, y a Dios lo que es de Dios y a los ferroviarios lo que es de los ferroviarios: Nos pasó el tren por encima. Nos dieron una estrepitosa paliza para recordar, por inexpertos. Para nosotros, cada desplazamiento, cada contacto al cuerpo que nos hacían eran faltas hasta que vimos que el cuerpo a cuerpo en balonmano tenía su lógica explicación y no se denominaban marrullerías sino placajes. A pesar de la derrota por 23 - 3 las crónicas de la época señalaron que los Huérfanos pasaron miedo escénico jugando en su propio campo al ver el buen porte que tenía el mejor equipo de balonmano de la historia del Colegio de La Virgen del Camino y el uniforme más bonito que se haya vestido: Blanco y negro, y que los más destacados de los 14 que saltaron a la cancha fueron Martín, nuestro portero, y Espinosa, autor de los tres goles. Dos levitando y el otro de penalty. A pesar de esa derrota nunca perdimos la moral pues el otro gallito del campeonato era el Colegio de Los Maristas a quienes les hicimos morder el polvo y tierra en nuestra cancha de balonmano empatando creyéndose mejores y a quienes a la vuelta les hicimos doblar sus rodillas sobre el cemento de su cancha ganándoles por 20- 21 a pesar de no gozar nosotros de un entrenador. No lo necesitábamos porque nuestra unión hacía la fuerza.
¿Recuerdas, Javi, a Los Canalones? Sin ti, no hubiera nacido este grupo musical que tanta fama dio al Colegio. Bueno, sin ti o sin tu guitarra porque tu guitarra no sería la misma sin ti y tú sin tu guitarra serías como un jardín sin flores. Después de tantos años nos seguimos preguntando por el origen de tan atípico nombre. ¿Hubiera sido que ya estuvieran registrados en la SGAE nombres tan ridículos como Los Jóvenes Cantores de Viena, Los Escarabajos, Los Pequesnikes, Los Trincos, Los Tranchos, Los Picapiedra,?. En fin, qué importa el origen del nombre. El Conjunto, como en aquellos años se les llamaba a los grupos folk o rokeros, estaba compuesto por seis chavales con inquietudes musicales a los que ya nos quedaba corta y pequeña tanta masa coral y queríamos dejar atrás definitivamente “El mio Xuan mirome” o “Caminaba el Conde Olinos”. Queríamos, simplemente, evolucionar y nos sentíamos capacitados para ello por la educación musical que nuestros queridos frailes, en especial Torrellas, nos habían inculcado. Pero lo más importante y lo más fascinante de aquel momento –y me temo que fuera uno de los principales motivos para la formación del grupo- era que a tu flamante guitarra eléctrica la conocieran de Algeciras a Estambul pasando por León acompañada de nosotros. Y a fuer que lo conseguimos.
De no haber existido tu guitarra el grupo ni siquiera hubiera nacido.
Si nos atrevíamos con Bach, Haendel, Victoria, La Misa Criolla, La Misa Luba o Joaquín Hernández, ¿cómo no íbamos a atrevernos con las almibaradas “La Casa del Sol Naciente”, “Boinas Verdes”, “El Silencio” “Guantanamera”, “Con su Blanca Palidez”, “Cállate Niña no llores más” o “Con un Sorbito de Champán”, por poner algunos ejemplos de lo más granado de nuestro repertorio. Aquello estaba chupado. Gago, Vibot, Urbano, Bañugues , tú y tu recién estrenada y flamante guitarra eléctrica y yo haciendo de vocalista, de payaso o de Sandy Shaw según terciase.
Todos los componentes proveníais de alta escuela. A las melódicas, Gago y Vibot, para quien un piano era como para mi un balón, no por lo redondo sino por el dominio que tenía del instrumento como yo lo tenía del balón, Bañugues y Urbano, a las guitarras clásicas amplificadas con unas rudimentarias pastillas, con su reconocida, pulida y exquisita técnica por la cantidad de horas abonados a La Rondalla y tú, Javi, que de no ser Dominico serías Tuno, a la guitarra baja a pesar de tu estatura.
Recuerdo tus primeros rasgueos a la guitarra. Los primeros acordes de aquel aparato que pesaba más de cuatro guitarras clásicas juntas. Aquel sonido nos impactó a todos. El efecto del vibrador nos transportó a otro mundo musical completamente diferente al que estábamos acostumbrados. Fue entonces cuando te vi como un niño a pesar de lo grande que eras. Eras un niño pero querías compartir con nosotros esa experiencia. Aquella guitarra pasó de mano en mano para que cada uno de los componentes del conjunto tocáramos por primera vez en nuestra vida una guitarra eléctrica. Fue electrizante, por alusiones a la guitarra. Una de las experiencias del Colegio que me marcaron. Y mira que hubo experiencias... Cuidabas aquella guitarra con más mimo y celo que a la niña de tus ojos. Por cierto, ¿Qué fue de la guitarra eléctrica de Espinosa?, nos estamos preguntando desde hace un mes.
Y ya para cerrar el ciclo del mismo Camino por dónde pasamos, llegamos a las playas de Lastres, viéndote lucir palmito antes de lucir el hábito dominicano. Años difíciles, Javi, en los que en el ardor de la juventud y la tentación viviendo al lado se hace mucho más difícil la resistencia. Y resististe y superaste la prueba del algodón, -porque el algodón, al igual que la verdadera vocación, no engaña,-
Las pocas fotografías de la yeguada del 62 con las que te obsequiaron los organizadores de este emotivo encuentro encierran un valor sentimental de nostálgicos y muy felices tiempos. Pero hay una entre ellas en especial difícil de asimilar, al menos para mi por llevar mi misma sangre. Es la felicitación de Navidad de Fray Fernandito Soria que se fue de pronto sin avisar, llevándose consigo sus razones.
Es curioso que la felicitación con la que él os obsequiaba en tales fechas no la haya datado su autor. Posiblemente porque sin pretenderlo haya querido que fuese atemporal para que su recuerdo siempre estuviera vivo entre los que tantos le quisimos. Tanto como él nos quiso. Ya cercana la Navidad, te entregamos su felicitación en su nombre y en el de aquellos otros compañeros de curso que estarán disfrutando de este tu momento desde su Norte para desearte la misma felicidad que ellos te hubieran deseado.
Javi, por vivir lo que vivimos, sentir lo que sentimos y querer lo que quisimos, lo centramos en ti.
Tú has llegado no solamente a la meta de tu vocación sino que la has sobrepasado con creces, al igual que nuestros Fray Cacho o Fray Panera. De ahí que lo sintamos con un afecto especial.
Nos conocimos en el Camino, tú seguiste su senda y nosotros no es que nos hayamos quedado en él sino que cambiamos de dirección y al igual que tú, esperamos haber cumplido como buenamente hayamos podido, al menos lo pretendimos, con los objetivos que sin saberlo nos encomendó Dios, Jesús o Nuestro Padre Santo Domingo de Guzmán o Nuestra Virgen del Camino, vete tú a saber.
Muchos fuimos los llamados pero pocos fuisteis los elegidos. Sin duda, los mejores, pues en vuestro caso la elección no ha podido ser más acertada. Sois ejemplo de vida para nosotros y para los demás y tu labor no quedará ni parará aquí a tus floridos 65 años. Has sembrado mucho trigo cuyos frutos ves aquí presentes, y otros que te sucederán, seguro, continuarán recolectándolos.
Javi, no solamente los que están aquí acompañándote sino también todo el curso del 62 te sintieron y sentimos muy cercano a pesar de los años transcurridos.
Te queremos, si no más, por lo menos igual que tus alumnos, ex alumnos, catecúmenos, catequistas y tus compañeros del sindicato de la tiza.
Que nos permitan la licencia de darte un beso muy fuerte porque el abrazo ya se da por añadidura en estos casos.
Que Dios te bendiga.
Curso de 1.962 del Colegio Apostólico Virgen del Camino. PP Dominicos
nota del Furriel.- Os dejo las fotografías de este acto en el álbum POST-Reencuentro, dentro de Ver Fotos/Documentos. Este es el enlace.
14 comentarios
Pedro Sánchez Menéndez -
Eugenio Cascón -
Feliz Navidad, Pedro, con todo lo bueno que te mereces.
Pedro Sánchez Menéndez -
Vibot -
Me ha encantado tu "velay", que lo decía mi abuela Juliana -y con qué gracia- sin saber que era tan equivalente al "voila" francés.
¡Feliz Navidad!
Eugenio Cascón -
Luis Heredia, comparto tu preocupación por las tropelías ortográficas, pero, aunque esto parezca un signo de nuestro tiempo, siempre las ha habido. Lo que ocurre es que antaño las circunstancias hacían que existieran muchas personas analfabetas o semianalfabetas, mientras que hoy parece más bien el desinterés por este tipo de cuestiones se ha convertido en un signo de [pos]modernidad, dentro de la tendencia general al desafío a las normas de cualquier ámbito, siempre que ello no conlleve sanción. Recuerdo que, en cierta ocasión, durante un tiempo en que hube de ocuparme del servicio de consultas de la RAE en sustitución de una compañera, un consultante se lamentaba amargamente de que la Academia no hiciera nada en relación con determinados errores lingüísticos que había observado en algunos carteles callejeros colocados por un ayuntamiento. Solo pude contestarle que lo único que podía hacer la institución era establecer unas normas, pero que carecía de potestad para sancionar a quien las incumpliera. ¡Lástima de aquella cárcel de papel de La Codorniz!. Así que esto es lo que tenemos, ya que no nos damos cuenta de que la lengua es patrimonio de todos, no una propiedad individual, lo que impone la obligación de, al menos, respetarla.
No obstante, hay que considerar que los numerosos signos no lingüísticos y abreviaturas de toda laya que pueblan cierto tipo de mensajes electrónicos no son más que una especie de taquigrafía. El problema es que transciendan a la lengua formalizada.
En cuanto a la cuestión de las comas, creo que ya te dije una vez, hace tiempo y en este mismo espacio, que solo son imprescindibles aquellas cuya presencia o ausencia puede alterar el significado, y algunas más que ha impuesto el uso. Las demás, en su mayoría pueden utilizarse o no de acuerdo con la voluntad de estilo de quien escribe. Personalmente pienso que a veces pongo demasiadas, así que no te recomiendo que me tomes como ejemplo.
Vibot, respecto de lo que comentas acerca de la utilización del infinitivo en lugar del imperativo, tienes toda la razón, pero me temo que es una batalla perdida desde hace mucho tiempo, en nuestra área o en cualquier área. Se trata esencialmente de una cuestión fonética, puesto que al emitir formas como sentaos, veníos, callaos, etc., el hablante común y descuidado busca un apoyo consonántico entre las dos vocales, y el que le resulta más cómodo, /r/, provoca la coincidencia con el infinitivo. En realidad, el apoyo existe en origen, en el propio imperativo: sentad-os, venid-os, callad-os, pero de esta manera la coincidencia apunta al participio. Así que, por deshacer un entuerto, hemos provocado otro. Lo peligroso es que la anomalía se extienda a la escritura. Y también que derive en algo como aquella impagable expresión, ya hecha historia, que la por entonces nuestra sin par Faraona vociferó a una multitud asimismo vociferante: ¡Si me queréis, irse!. La verdad es que no se la inventó, pues, como sabéis, está extendida por algunas zonas de Andalucía.
En fin, pido perdón por el rollo que os he largado. Pero como uno ya no tiene alumnos que lo escuchen por obligación, ni magnas obras académicas en las que trabajar, pues velay.
Feliz Navidad para todos.
Vibot -
Por qué todo el mundo ha adoptado ya el "sentaros, veniros, callaros, volveros, acordaros, acostumbraros..."
Luis Heredia -
Eugenio, estoy de acuerdo contigo en que pocos de nuestro curso aparecen habitualmente por aquí. Y me da pena porque yo solamente junto palabras a lo bruto en comparación con muchos de vosotros, que bordáis, y fino, cada párrafo. Arriba de mi intervención tienes a dos asiduos del curso, Tejo y Vibot, que cuando escriben los ves en vez de leerlos. Echo muchísimo de menos a Marcelino Iglesias, por ejemplo. Sus Pecios de la Memoria me marcaron profundamente pues hasta entonces yo no creía en regresiones.
Mi intención, queridísimo Eugenio, es tratar simplemente, si no de rescatar esos pecios que ya descansan merecidamente, sí, al menos de que no se hundan de nuevo tan rápidamente los recuerdos presentes y más cercanos.
Por cierto, gracias a mi intención, el recuerdo del encuentro en Salamanca, la visita al Santuario de La Virgen de La Peña de Francia y Mogarraz no se ha hundido aún y espero que siga flotando mucho tiempo.
Si tienes oportunidad de visitar a Espinosa le vas a hacer el jubilado más feliz del mundo.
Besos y Feliz Navidad, Eugenio.
Carlos Tejo -
Luis Heredia -
¿Está este Villancico en la colección de CDs del Reencuentro?
Vibot -
Disfruté mucho compartiendo música, poesía, filosofías varias, galletas de jenjibre con chocolate, confidencias, risas y cariños, reencuentros de los que te remueven las raíces, riquísimos percebes y quesos exquisitos... y aquellos villancicos que resuenan por siempre en nuestros corazones:
Recordad
Al zagal que desvelan amores
La Baila
Tin, tin, tin
El Rorro
Con guitarras y almireses
Niño divino
Oh luz de Dios
Vamos a Belén
Niño hermoso, niño bello
...
Y sobre todo aquel que decía emocionadamente en nuestras voces de niños y de chicos (y aquí siento las manos y la preciosa e inolvidable expresión casi risueña de Torrellas dirigiéndonos:
"Di que misterios encierras
noche del invierno helado
que parece del estío
tu cielo límpido y claro.
(aquí Uría tocaba con su mano derecha un par de notas agudas con un ornamento característico y cantaba el solista, que a veces era el propio Torrellas:)
Es que al fin de mil anhelos
una madre venturosa
a luz dio a un hijo divino
y esa estrella que en los cielos
luce hermosa
os señalará el camino.
(y retomábamos la escolanía:)
Venid pastorcitos
venid a adorar
al Rey de los cielos
que ha nacido ya...
Himnos cantad de alegría
por aquel que vino al mundo
a salvarnos por su amor:
Gloria a la Virgen María,
gloria a Dios en las alturas,
gloria, gloria al Señor..."
Abrazos y feliz Navidad, compis, a vosotros y a todos.
Vibot -
Evocando sus días dorados en el balonmano
y celebrando su jubilación
J avi, recuerdo tu sonrisa afable,
A migable, feliz y generosa,
V olar tu adolescencia venturosa,
I nfinita en recuerdo perdurable.
E ras el goleador más memorable:
R auda y certera tu mano gloriosa
E ncendía los partidos prodigiosa
S iempre marcando aquel gol admirable.
P asaron ya esos años florecidos,
I mplacable la vida ha galopado
N o te asusten inviernos ateridos,
O scuras soledades, viento helado
S ólo contempla hoy aquí reunidos
A todos los amigos que has ganado.
Vibot, 3 de Diciembre de 2016
Eugenio Cascón -
Pero esta vez es aún más gratificante para mí por venir de alguien perteneciente a aquel grupo de niños a los que el azar juntó en 1962, aunque yo llegué en el 63 y tú, según comentas, una año más tarde. Y la verdad es que muy pocas veces encuentro aquí nombres de aquella manada, más dispersa, por lo que veo, que otras que la precedieron o la siguieron. Tú eres la excepción y hoy has puesto de relieve personas y hechos que, en parte, había olvidado.
En alguna ocasión he leído en tus intervenciones elogios hacia algunos de los que, a tu juicio, se dan buena maña para escribir. Te aseguro que no tienes nada que envidiar a nadie en este terreno: este relato tuyo lo demuestra. Me uno en ello a las palabras de encomio que te dedica mi amigo y paisano Ramón Hernández, hombre de probada facundia, inagotable y florida, que últimamente nos honra con frecuentes apariciones en la continuidad de este tinglado en que representamos.
Y, claro está, mi felicitación a Javier Espinosa, otro de los integrantes significados de aquel curso a quien ahora se rinde homenaje. Aparte de por su rotunda figura y el mucho espacio que llenaba con su potente voz y su movilidad constante, lo recuerdo vivamente porque, dado que nos ordenaban por edad, y siendo la suya y la mía muy próximas, solíamos estar físicamente cercanos y, en aquellos largos desfiles de ida y vuelta por los interminables pasillos del colegio, yo iba detrás de él, con su nuca como horizonte próximo, ya que la sola interposición de Leonardo del Olmo, recortadito de estatura como era, no me tapaba la visión.
A Espinosa no lo he vuelto a ver desde que me marché del colegio. Sabía de su estancia en el convento de Atocha, como párroco de la basílica, y en un par de ocasiones me acerqué con la intención de saludarlo y charlar un rato con él, pero en ambas me dijeron que estaba ausente en aquellos momentos. Lo volveré a intentar, si es que continúa en ese mismo lugar, en el que, por otra parte, también tiene uno sus recuerdos, puesto que allí, en la pequeña residencia de estudiantes que por entonces existía, viví durante mis tres primero años en Madrid y comencé mi aprendizaje del mundo exterior.
Un abrazo, Luis. Un abrazo, Javier.
CARLOS TEJO -
Eso fue el sábado, pero el viernes comenzó para mí con un cabreo colosal por el colapso de coches que paralizó el bus en el que viajaba, tapón de más de una hora desde la estación de Moncloa a la estación del Sur. El cabreo se tornó, ya con los convocados todos juntos, en una de las experiencias más inesperadas y hermosas, al disfrutar de la original vivienda de Santos Vibot, del concierto de clavecín y armónium con el que nos deleitó y sobre todo, al gozar de su palabra envuelta en amistad. Esa noche, ya con el organizador del homenaje a Espinosa, Luis Barjau, entre nosotros, las horas se convirtieron en cena y tertulia hasta bien entrada la madrugada.
El sábado ya sabéis por Luisito Heredia lo que ocurrió, pero el día daba para mucho más, ya que la misa, primero de los actos, comenzaba a las 14h. De ahí que la troupe del 62, incluyendo a la paciente y siempre sonriente Pilarina, que no sé yo cuánto le dictaría al cronista Luisito de todo lo escrito, pues eso, que nos fuimos al Museo Thyssen a contemplar la exposición de Renoir, con calma, y el resto del museo a la carrera. Eso sí, el Bañugues, una vez hecho el recorrido Renoir, se nos fue a la cafetería del museo a disfrutar de un buen café.
Ya metidos en harina, merece la pena que os hable de un signo que duro lo que tarda un pestañeo. A nosotros no nos había visto nadie, por supuesto ni Espinosa que no sabía nada del evento, y empezaron a salir de la sacristía los sacerdotes uno detrás de otro. Como ya dijo Luis, al cabo de unos segundos Javier se percata de nuestra presencia y la lágrima se le hizo fácil, pero hubo otro sacerdote que al levantar la vista nos reconoce en la primera fila, se le ilumina la cara con una poco disimulada sonrisa y con la mano derecha nos hace un discreto gesto de saludo. Ese instante nos lo regaló el pPedro.
El homenaje a Javier fue intenso en emociones. Los regalos creo que, salvo el móvil última generación de sus compañeros, padres, exalumnos etc. el resto iban derechos al corazón. Yo aporté una caricatura de mi cosecha y dicen que se parecía bastante. Aunque no aparece ninguna foto en el momento de enseñarla a los asistentes, el clamor indicaba que sí, que era él.
Acabado el homenaje, ya entrada la noche supimos que el Madrid y el Barça habían empatado y nos dimos otro homenaje, esta vez en el piso del organizador Barjau, pero homenaje culinario, consistente en una docena de kilos de percebes que había traído Bañugues, yo mismo que viajé con queso Cabrales y queso Gamonéu, buen vino y chupitos varios hasta que la guitarra de Bañugues se puso flamenca y la melódica, especial por sus dimensiones, de Santinos empezaron a interpretar Con su blanca palidez. No estaban demasiado acoplados y Urbano, Gago, Santinos, Bañugues y yo mismo decidimos que lo mejor era ser menos puristas y cantar villancicos, como Dios manda. La guitarra, de los arpegios y punteos se pasó al modo Chambonao, término no Bagneriano si no Bañugueriano: tocar en plan chambón, rasga parriba y rasga pabajo. Fueron los mejores momentos de la noche del sábado.
Esta fue la otra parte de esas jornadas de convivencia. La suma de lo contado por Luis y lo que yo aporto en estas líneas hacen que el homenaje a Javi Espinosa se convirtiera en una auténtica fiesta
Ramón Hernández Martín -
Llegada la circunstancia, ¡cuánto no daría yo por que tú fueras el cronista de mis no-dichos, de mis no-hechos y de de mi no-historia, seguro de que sabrías sacar de tanta negatividad y nadería un hermoso jardín primaveral! En fin, que ya me sospechaba yo que tu candorosa modestia ocultaba, cual cálido invernadero, una fecunda tierra de cosecha perenne.
Aunque no lo conozco más que por lo que cuentas, me sumo de buen grado a vuestro entrañable homenaje a fray Javier.
Y puesto que el Pisuerga sigue pasando caudaloso por Valladolid, aprovecho para enviar a todos los pobladores de esta página algunas de las ideas que ya he enviado como felicitación navideña a los cursarios y que seguramente a algunos de vosotros os habrán llegado ya por formar parte de otros grupos de amigos.
Copio y pego:
"Queridos amigos:
Me adelanto con vuestra aquiescencia unos días a la celebración de Navidad para ofreceros ya el regalo cálido y jugoso de una reflexión personal íntima.
Año tras año, la Navidad, ese portento del corazón y de la imaginación, nos retorna a la infancia y revive, en lo social y personal, el acercamiento amoroso de Dios al hombre. No importa que se trate de un Dios arcano y misterioso, tildado de rigorista y justiciero por algunos desaprensivos, pues sus facciones de niño no asustan a nadie. ¿Hay algo más eficaz contra el estrés del complicado quehacer diario, más hermoso para recrear la vista cansada y más eficaz para avivar un corazón agotado que contemplar los juegos torpes de un niño y recrearse con sus inocentes sonrisas? La Navidad litúrgica celebra la infancia de Dios y la Navidad social, la nuestra. La primera nos habla de la ternura inmensurable del Dios encarnado y la segunda, de la hermosura de los sentimientos humanos incontaminados. La cercanía de un Dios con cara de niño concita alegría y agradecimiento, sentimientos poderosos que aderezan con maestría las celebraciones sociales de estos días.
Puesto que cada uno de nosotros desempeñamos un papel irreemplazable en el belén universal que es el mundo, a todos os deseo gran maestría escénica para representar dignamente vuestro propio papel.
Seguro que 2017 enriquecerá vuestras vidas con reflexiones más densas y ricas que las que yo os he ofrecido como felicitación navideña.
Acompañan estas líneas mi simpatía, mi afecto y una oración de acción de gracias por el año que está a punto de completarse".
Dicho queda con el deseo de que su eco llegue, por lo menos, hasta Reyes.