EL PIANO VIEJO Y POLVORIENTO (Por Maxi Olóriz)
Veo esta foto y ese piano viejo y polvoriento como una metáfora de los tiempos que corren: la música que más me gusta, cada vez más arrinconada. Tiempos en los que resultan totalmente extravagantes y estrafalarios estos carrozones que, cuando eran chavales, se lo pasaban chachi cantando una música aburridísima de un tal Palestrina y una tal Victoria.
Tiempos en los que el Himno a la alegría es una canción viejísima. Con decirte que es de un rockero de los años 70...
Es que flipas. Cuando eran jóvenes les ponían esa música en la radio en Semana Santa, probablemente como penitencia.
Cuando se piensa en cómo recibieron a un compositor nada fácil, como Shostakovich, en el aeropuerto de Nueva York en 1945, como a una estrella mediática, vitoreado por cinco mil personas como si fuera Kiko Rivera o así. O en el periplo de su séptima sinfonía saliendo en microfilms del Leningrado asediado por los nazis para recorrer, sorteando enormes peligros, miles de kilómetros hasta Vladivostok y de nuevo miles de kilómetros hasta Nueva York donde, tras transcribirse, se estrenó triunfalmente bajo la batuta de Toscanini, repitiéndose por todo EEUU en unos mil conciertos más como un enorme acontecimiento…
En fin, lo dijo don Sebastián en aquella zarzuela: “… lo pasao, pasao. Bueno, pa pasao, yo”.
Maxi Olóriz
7 comentarios
Carlos Jiménez Cuervas-Mons -
Olóriz -
- ¿Qué tal vivís en Cuba?
- No noh podemoh quehá...
- ¿O sea que vivís bien?
- ¡Que no noh podemoh quehá!
Olóriz -
Santos Suárez Santamarta -
cubierto de polvo y mudo
sin que haya grave ni agudo
que suenen en tu teclado.
Tuviste mejor pasado
cuando sonabas entero
y un gracioso compañero
frente a ti se acomodaba
y con un dedo tocaba
feliz el Cheli te quiero
Jose Manuel García Valdés -
1. Contar los rollos de papel higiénico almacenados con su correspondiente organización.
2. Dedicar un bue tiempo a cultivar el espíritu mediante la lectura. Seguro que muchos aún no habéis acabado de leer el ESPASA (yo estoy en fase de repaso).
3. Seguir cultivando el espíritu escuchando música tal que Paquito el chocolatero o el himno del Sporting de Gijón.
4. Descultivar el espíritu con unos buenos ratos de discusión con la pareja o, en su defecto, con el espejo.
5. Cultivar la información viendo y escuchando 6 cadenas de TV con sus correspondientes cifras y comentarios sobra el CORONADO.
6. Desarrollar la vista mirando por la ventana a ver que hacen de provecho los vecinos de enfrente.
Dicho lo cual me voy a ceñir a la foto que nos proponen D. Olóriz y D. Cortés (ya lo sé, estudie en colegio de pago). En la foto se ve el piano, con la tapa cerrada, y en actitud de pesadumbre, como que está triste; a su lado el taburete y sus parientes las sillas que no parecen muy bien avenidos.
El piano es imagen de cultura, de estilo, de intelectualidad, en él se hace carne la música. Los otros son imagen de seres de segunda, de coadyuvantes. Esto me recuerda la metáfora "del amo y el esclavo". El piano como amo, el taburete como esclavo. ¿Puede el amo vivir sin el esclavo? ¿Puede el músico interpretar música sin taburete? ¿Cuál de los dos fue primero? Esto nos lleva a esa obra por todos leída, "FENOMENOLOGÍA DEL ESPIRITU", de un tal Guillermo, dado a conocer por un tal Cándido Aniz. En esa obra aparece la dialéctica del amo y el esclavo. La citada metáfora puede ser considerada como un elemento clave en la filosofía del siglo XX con gran influencia en muchos de los filósofos posteriores. Hegel escribió esta historia o mito para explicar su idea de cómo la autoconsciencia se sublima dialécticamente a lo que él denomina Ciencia; de como devienen espíritu objetivo, espíritu subjetivo y Espíritu Absoluto. La dialéctica del amo y esclavo es la imagen de las antítesis de sujeto y objeto. Sujeto y objeto se sublima en algo superior, el espíritu absoluto. Poniendo los pies en el suelo, no se puede entender al amo sin el esclavo, no se puede entender al piano sin el taburete, no se puede entender la cabeza sin el culo ( con perdón de Hegel). Entre piano y taburete se establece una dialéctica, una antítesis que deviene en algo superior, absoluto, la música. Al músico lo dejamos debatiéndose entre el amo y el esclavo, sería el espíritu subjetivo que, en esa dialéctica, se disolverá en el espíritu absoluto, la música.
¿ De qué hablaba? ¿De Candido Aniz? NO. ¿De Chemari? NO.
Hablaba del taburete. El pobre pasa desapercibido, no produce música pero, ¡coño! sin él el músico no puede hacer música; sin culo no hay cabeza. Esa es la dialéctica que reivindica la importancia de los seres que parecen menores o menos importantes. Sin esclavo no hay amo.
Con esto he agotado el tiempo de escritura; me toca discutir con la parienta. Con tanto tiempo tendré que revisar y escribir sobre Hegel entero.
Cuidaos, no salgáis de casa y empezad a consumir los rollos de papel higiénico.
Abrazo virtual pa tos.
Nota. No tengo ganas de revisar, es posible que el corrector me la juegue, respeto su creatividad, por ello, si algo no cuadra " se siente".
Luis Carrizo -
Luis Carrizo -
Y no te quejes demasiado, que aún puedes seguir oyendo tu música predilecta sin que el soviet de tu barrio te lo prohiba por considerarla decadente.
De todas formas, de las consecuencias del gusto imperante y del dictado de lo políticamente correcto no se libra ni Dios, así con mayúscula, si la anécdota que me contaste cuando entonces no miente: recuerdo que en cierta ocasión me dijiste --imagino que lo habrías leído en algún libro de asuntos musicales-- que en las celebraciones celestiales se utilizaba música de Haendel, pero que Dios, en cuanto volvía a sus aposentos privados, se ponía para su solaz música de Mozart.
Moraleja: el que no se consuela es porque no quiere.