LA ESTRELLA COLORÁ DE LA NAVIDAD 2019 por Jesusito el Herrero (9)

Aclaración gozosa
Ramón Hernández Martín
Escribo esto hoy, domingo, día 29.12.19, y la verdad es que, mientras lo hago, estoy sudando en frío, hasta con tembleque y como si tuviera el cuerpo con sarpullidos. Es como si acabara de recibir una descarga eléctrica, un rayo, en plena mollera.
Ha ocurrido que, por pura casualidad, he entrado en este blog, cosa que no me ocurría desde hacía mucho tiempo, y, al echarle un vistazo, he visto que algún buen amigo, sintiéndose instrumento de la divina providencia, ha filtrado en él la felicitación de Navidad que, en su día, hacia mediados de diciembre, envié a mis amigos, conocidos y gentes de “buenas tragaderas”, precedida de la foto que yo mismo elegí como entrada para la publicación del artículo referenciado el domingo, día 22, en el blog “Esperanza Radical”. Nada más natural que los comentaristas interpreten el gesto como mi “retorno”, cual hijo pródigo, a la casa paterna. Acabo de confesaros la verdad desnuda de haber sufrido una suplantación, pero no recrimino de ningún modo a ese buen y bien intencionado amigo, más bien lo contrario. Su atrevida libertad me ha dejado con las “témporas” al aire y ha servido para destapar, ahora sí, que realmente soy un “hijo pródigo” que no se ha hartado de revolcarse en la pocilga en que habita y se recrea.
Todo esto viene a cuenta del cruel y despiadado comentario que alguien, de cuyo nombre ni siquiera me acuerdo, estampó un desventurado día en este mismo blog poniéndome a caldo. Me negué entonces a entrar en sus alegatos por muchas razones, sobre todo para no armar la marimorena, y valoré que la condena que se me hacía equivalía a una expulsión del medio en toda regla. De ahí que mi única reacción fuera una volandera réplica, pues no me llevó ni siquiera cinco minutos hacerla, en la que con el “¡hasta siempre, amigos” final hacía mutis por el foro sin rechistar y, cual obediente oveja llevada al matadero, me retiraba para lamerme a solas mis propias heridas. Tras ello, todavía seguí un tiempo asomándome a este blog, pero no tardé en olvidarlo del todo hasta que hoy, como ya he dicho, he entrado en él por pura casualidad.
La verdad palmaria y transparente es que ahora mismo estoy confuso, muy confuso, pues, ante todo y sobre todo, me incomoda sobremanera cualquier protagonismo personal. ¡Cielo santo, qué ceguera la de quien entonces me acusó de tener la jeta de “adoctrinar”, a mí que realmente me tengo por un donnadie (hasta mis buenos amigos me reprochan la crueldad con que me trato a mí mismo y que no me valore en absoluto)! ¿Acaso puede adoctrinar quien se lleva bien con todo el mundo e, incluso, llama amigos y hermanos a los de la derecha y de la izquierda, a los musulmanes, a los judíos, a los protestantes y a los ateos, y quien ha defendido con fundados y sólidos argumentos que la Iglesia debe reconocer las uniones homosexuales, dar la comunión a los divorciados, ordenar sacerdotes no solo a los hombres casados, sino también a las mujeres, e incluso que todos los seres humanos somos cristianos por nacimiento, no por bautismo, y que toda comida es realmente una eucaristía?
Llegados a este punto, pido sinceramente perdón por haberme metido de lleno, yo solito, en la pocilga y haberme refocilado tanto en ella. Y como estoy seguro de la gran generosidad de todos los seguidores de este blog, contando con su perdón ahora sí, y de corazón, les felicito yo mismo, directamente, la Navidad (todo es Navidad hasta la Epifanía, como aquello de que “hasta el rabo todo es toro”) y a todos les deseo, igualmente de corazón, que a lo largo de 2020 (incluido su 29 de febrero) tengan ilusiones y que se cumplan.
Y, solo para aquellos que tengan algún interés en la cosa, les diré que hoy he publicado en mi blog el último de los artículos de la serie “audaz relectura del cristianismo”, en el que deseo feliz año a sus lectores al tiempo que les doy cuenta del cambio sustancial que, a partir del primer día de 2020, sufrirá el blog, transformándose en una especie de “diario intermitente” que llevará por título: “Desayuna conmigo”.
A quienes sé que os gustaría verme participar de nuevo con comentarios en este blog os pido un poco de paciencia, pues no es fácil dejar atrás la confortabilidad de la cálida pocilga propia. Necesito todavía pasar un tiempo por un alto horno para acrisolar tanta escoria. Cuando algún día me veáis aquí con algún comentario podréis estar seguros de que 2020 se ha vuelto para mí un año “guapo”. ¡Ojalá pudiera ser pronto! Mientras tanto, todo el que quiera puede contar con mi más sincero y limpio afecto, con que padezco un agudo alzhéimer para todo lo que sea agravio y desencanto y con que cuantos aquí dejan su huella y comparten sus perlas están presentes cada día en mi oración de acción de gracias.
¡Navidad y Año Nuevo, dos buenas pulsiones para destrozar y silenciar contravalores, para reforzar y embellecer valores!
Muchas felicidades y que cumplas muchos más.
Queridos amigos:
Este año me complace felicitaros la Navidad ofreciéndoos, como condimento, algunos de los párrafos del artículo que publicaré el domingo, día 22, en mi blog de Religión Digital (https://www.religiondigital.org/esperanza_radical/) en los que pretendo captar el espíritu navideño:
“Que la Navidad salga de los templos para iluminar las calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades es algo que, lejos de defraudar por su aparente insulsez y despilfarro, debería alegrar incluso a los cristianos más devotos y exigentes por el brío de un amor que lo invade todo. La ternura que mana de la Navidad se desborda en felicitaciones y abrazos a todo bicho viviente, incluso a los más desheredados y desarraigados de la sociedad. ¿Qué otra cosa debería ser el cristianismo?”.
“A nadie debería pasarle desapercibido que los regalos navideños, cuya adquisición desajusta los presupuestos familiares e impone grandes sacrificios, solo pretenden que sonrían y se alegren los más allegados, muy en especial los niños y quienes necesitan compañía y apoyo para seguir viviendo. Regalar es un fruto maduro de humanización. Bien entendidas las cosas, el evangelio de Jesús es un hermoso regalo hecho a la humanidad entera. La Navidad es seguramente el elemento más sobresaliente del legado de Jesús a los hombres”.
“Concluyo volviendo a la simplicidad y a la hermosura de un Dios arcano que, por amor, se cuela por las rendijas de nuestro tejado para habitar entre nosotros y se implica tanto en nuestro acontecer que se ve sometido a una espantosa muerte de cruz. Dios es un “ocupa” correoso al que nadie puede desalojar del habitáculo del hombre en que se acomoda amorosamente. Navidad es, por encima de todo, encarnación, carne “divina” clavada en el asador de nuestra condición humana, trabajo y esfuerzo, alegría y optimismo, una festividad, en fin, que nos acerca fraternalmente a cuantos nos rodean, sean familiares, amigos o vecinos, para ensanchar nuestro horizonte y enriquecernos”.
Queridos amigos: de percibir como es debido durante estos días el espíritu navideño, el nuevo año, que ya llama a nuestra puerta, entrará en nuestra casa como una segunda oportunidad para escalar nuevas metas de humanidad, para ayudarnos a ser mejores personas. Que así sea. ¡Feliz Navidad! ¡Feliz Año Nuevo!
Ramón Hernández Martín |
Feliz Navidad a todos:
A amigos y enemigos, aunque espero que estos últimos no sean demasiados.
A conocidos y desconocidos, sabiendo que los primeros son muy pocos en comparación con los segundos y que estos últimos constituyen la inmensidad.
Y, por último, deseo una Feliz Navidad a aquellos que, amigos o enemigos, conocidos o desconocidos, lo están pasando mal, cualesquiera que sean las razones.
Un abrazo a todos y cada uno. Y me atrevo con tantos porque sé que un abrazo cibernético no deja a nadie sin fuerzas.
Posdata:
Feliz Navidad al autor de esta tarjeta, Antonio Sánchez Gamas, que tan graciosamente me ha regalado para que yo felicite a los hunos y a los hotros. No sé si me explico.
Mariano Estrada, 20-12-2019
Nuevamente se asoma Jesusito Herrero a esta ventanuca nuestra para dar lustre y color al blog en los días de esta Navidad 2019 que se acerca poco a poco.